Aunque en este blog he escrito sobre casi todas las modalidades atléticas, es evidente que mis favoritas son el medio fondo y el fondo. Recientemente he escrito un resumen sobre la historia del 1500 masculino siguiendo las entradas que he escrito sobre esta distancia. Hoy hago lo mismo con el fondo en pista, de Hannes Kohlemainen a Joshua Cheptegei, con las entradas dedicadas a los grandes de la historia en orden cronológico, cuyos enlaces pondré al final de esta entrada.
El fondo en pista se inició en los Juegos Olímpicos de 1912, cuando se incluyeron en el programa los 5000 y los 10 000 m. Hasta la Segunda Guerra Mundial, los corredores finlandeses dominaron esta modalidad. El pionero fue Hannes Kolehmainen (1889-1966), primer campeón olímpico de ambas distancias y nuevamente oro olímpico en maratón en 1920. El gran dominador en esta década de los 20 fue su compatriota más famoso, y aun hoy, un siglo después, considerado por muchos el mejor de siempre, Paavo Nurmi (1897-1973). Nurmi fue nueve veces campeón olímpico en tres Juegos y superó oficialmente 22 plusmarcas mundiales, de los 1500 a los 20 000 m. Los logros de Nurmi ensombrecieron, en cierta manera, los de otro finlandés. Ville Ritola (1896-1992), ocho veces medallista olímpico, cinco de oro, en 1924 y 1926. Unos días después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, uno de los últimos finlandeses voladores, Taisto Mäki (1910-1979) rompía la barrera de la media hora en los 10 000 m por primera vez en la historia. El año anterior había sido campeón de Europa.
La guerra paralizó la actividad atlética casi por completo en Europa. Suecia fue la gran excepción, con la irrupción de dos mediofondistas excepcionales, Günder Hagg (1918-2004) y Arne Andersson (1917-2009). Entre ambos superaron diecinueve plusmarcas mundiales, principalmente en los 1500 m y la milla, pero Hägg tuvo también la oportunidad de convertirse en el primer atleta en correr los 5000 m por debajo de catorce minutos. El británico Sydney Wooderson (1914-2006) sirvió de enlace entre el atletismo pre y posguerra mundial. Campeón de Europa de 1500 en 1938, plusmarquista mundial de 880 yardas y de la milla, fue campeón de Europa de 5000 m en 1946, con la segunda mejor marca de siempre de entonces. No consiguió llegar a los Juegos de 1948, donde surgió la figura del checo Emil Zátopek (1922-2000), oro olímpico en 10 000 m ese año y triple campeón olímpico de 5000, 10 000 m y maratón en 1952. Su dominio llegó a su fin en el Europeo de 1956 con la irrupción del ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975), campeón europeo de 5000 m ese año y olímpico en esta distancia y en los 10 000 m en 1956. Su correr agonístico, siempre en cabeza, hizo que se rebajase en más de 10 segundos la plusmarca mundial de 5000 m. En los Juegos de 1956 el oro en maratón fue para el francés Alain Mimoun (1921-2013), que, por fin, pudo derrotar a su gran rival y amigo Emil Zátopek. Durante estos años 50 destacó sobremanera la escuela húngara de medio fondo y fondo. Cronométricamente su representante más destacado fue Sándor Iharos (1930-1996), plusmarquista mundial de 1500, 5000 y 10 000 m. Diversas circunstancias le impidieron traducir esta superioridad en la gran competición.
Los años 60 se iniciaron con la victoria del neozelandés Murray Halberg (1933-2021) en los 5000 m de los Juegos de 1960. Poco después comenzaba a superar plusmarcas mundiales el australiano Ron Clarke (1937-2015). Llegaría a mejorar diecisiete oficiales. Era favorito para el oro en los Juegos de 1964, tanto en 5000 como en 10 000 m. Sin embargo, en ambas pruebas la victoria fue para dos corredores estadounidenses, que hicieron la mejor carrera de sus vidas, Billy Mills (1938) en 10 000 m y Bob Schul (1937) en 5000 m. Uno de los grandes favoritos en esta última distancia, el francés subcampeón olímpico de 1500 m Michel Jazy (1936) solo pudo ser cuarto. Los atletas africanos fueron los grandes protagonistas en los Juegos de 1968, sin duda beneficiados por la altitud de Ciudad de México. Los 10 000 m fueron para el keniano Naftali Temu (1945-2003), seguido del etíope Mamo Wolde (1932-2002), que ganaría el maratón, y del tunecino, anterior subcampeón, Mohamed Gammoudi (1938). Gammoudi se hizo con la victoria en 5000 m, seguido del keniano Kip Keino (1940) y de Temu. Keino era más mediofondista, aunque había poseído la plusmarca mundial de la distancia. Ganaría brillantemente el oro en 1500 en estos Juegos.
Los finlandeses tuvieron un corto período en los años 70 en que reverdecieron viejos laureles, con el doble oro de Juha Väätäinen (1941) en 5000 y 10 000 m en los Europeos de 1971, pero sobre todo con Lasse Virén (1949). Como le sucedería al británico Mo Farah (1983) cuarenta años después, Virén fue cuádruple campeón olímpico, con dos oros en 5000 m y otros dos en 10 000 m en 1972 y 1976. El británico lo haría en 2012 y 2016. Como el finlandés, Farah ganó uno de sus oros en 10 000 m tras una caída. Fue más consistente que Virén en los años no olímpicos, pero, a diferencia de este, nunca fue plusmarquista mundial. Los subcampeones olímpicos en 1976 fueron el neozelandés Dick Quax (1948-2018) en 5000 m, que llegó a ser plusmarquista mundial de la distancia, y el portugués Carlos Lopes (1947), quien se convertiría en uno de los mejores corredores de campo a través y de maratón con su oro olímpico en 1984.
Los años 70 concluyeron con la explosión de uno de los fondistas con más talento de siempre, el keniano Henry Rono (1952), quien en el espacio de ochenta y un días estableció las plusmarcas mundiales de 5000 m, obstáculos, 10 000 y 3000 m. Tan genial, como irregular, el boicot de Kenia a los Juegos Olímpicos de 1980 lo afectó sobremanera. En 1981 consiguió superar su plusmarca mundial de 5000 m. Los oros olímpiocos de 5000 y 10 000 m en 1980 acabaron en el cuello del etíope Miruts Yifter (1944-2016), tras sendos finales trepidantes. La plusmarca mundial de Rono resultó sorprendentemente mejorada por el mediofondista británico David Moorcroft (1952), aproximándose ya a los trece minutos, en 1982 en una carrera sin liebre. Tendrían que pasar, no obstante, cinco años para que esta barrera cayese. El autor, el marroquí Said Aouita (1959), campeón olímpico de la distancia en 1984 y uno de los corredores más versátiles de la historia.
Los años 90 dieron paso a una gran generación de fondistas, que llevaron las plusmarcas mundiales a registros impensables. El mejor de ellos fue el etíope Haile Gebrselassie (1973), dos veces campeón olímpico de 10 000 m y autor de nada menos que veintisiete plusmarcas o mejores marcas mundiales, al aire libre, bajo techo y en la carretera. Sus mayores rivales fueron dos kenianos, el fugaz Daniel Komen (1976) y el consistente Paul Tergat (1969), un todoterreno en la pista, el campo a través y el maratón. El sucesor de Gebre fue su compatriota, y gran corredor de campo a través, Kenenisa Bekele (1982), tres veces campeón olímpico y once veces campeón del mundo de campo a través, entre otros muchos logros. Una de sus escasas derrotas en la alta competición, sucedió en el campeonato del mundo de 5000 m en 2003, donde resultó batido por un keniano desconocido llamado Eliud Kipchoge (1984). Kipchoge fue bronce olímpico en 5000 m en 2004 y plata en 2008. Acabó dejando la pista y convirtiéndose en el mejor maratoniano de siempre.
En la actualidad, un tercer país se ha unido al dominio africano de las carreras de fondo. Se trata de Uganda con Joshua Cheptegei (1996), campeón olímpico de 5000 m en 2021 y plusmarquista mundial de 5000 y 10 000 m.
Esta temporada de invierno, asistimos a la superación de la longeva plusmarca mundial de 3000 m en pista cubierta. El 15 de febrero el obstaculista etíope Lamecha Girma(2000) paraba el crono en 7:23.81, mejorando los 7:24.90 del keniano Daniel Komen (1976), realizados el 6 de febrero de 1998. Acababa de cumplir veinticinco años. Komen irrumpió en la elite en 1995 y se convirtió en plusmarquista mundial de 3000 m, tanto al aire libre como en pista cubierta, de las 2 millas (mejor marca en este caso), en dos ocasiones, y de los 5000 m también al aire libre y en pista cubierta. Se mostró superior a los mejores del momento, con algún borrón como su ausencia en los Juegos de 1996, fue de los pocos que consiguió derrotar al etíope Haile Gebrselassie(1973), pero su recorrido entre los mejores fue muy corto. Aunque siguió compitiendo hasta 2003, a partir de 1999 su rendimiento ya no volvió a ser el mismo.
Daniel Kipsgetich Komen nació el 17 de mayo de 1976 en la localidad keniana de Mwen, Distrito Elgeyo Marakwet, en el valle del Rift. Como muchos atletas kenianos comenzó a correr para ir a la escuela, a los siete años. Hacia los dieciséis comenzó a entrenarse de forma regular. En 1993 bajó por primera vez de 14 minutos en 5000 m al registrar 13:58.30 el 10 de diciembre en Sydney. Poco después, el 26 de marzo de 1994 se proclamaba campeón mundial junior (sub20) de campo a través. Al aire libre fue campeón africano de su categoría, con 13:31.10, su mejor marca personal, y campeón mundial, también junior, de 5000 y 10 000 m, en esta distancia, con marca personal de 28:29.74. Tomó parte en su primera competición en categoría absoluta, los Juegos de la Commonwealth, donde fue noveno en los 10 000 m.
En 1995 pasó de ser un buen junior a la elite mundial, al menos cronométricamente. El 8 de junio en Roma peleaba codo a codo con su compatriota, el obtaculista Moses Kiptanui (1971) en pos de la victoria en la prueba de 5000 m. Se impuso Kiptanui, con 12:55.30, nueva plusmarca mundial, mientras Komen hacía la segunda mejor marca mundial de siempre en ese momento, 12:56.15. Sin embargo, en el campeonato keniano, clasificatorio para el Mundial al aire libre, no estuvo a la altura de ese tiempo y solo pudo ser cuarto, lo que significaba que no estaría en Gotemburgo. Esa temporada realizó además 3:34.83 en 1500 m y 7:38.09 en 3000 m.
La temporada de 1996 representó para Daniel Komen la cara y la cruz. Fue capaz de realizar registros superlativos, pero no pudo clasificarse para los Juegos Olímpicos. Las pruebas de selección olímpica tenían lugar el 27 de junio, series, y el 29, la final de 5000 m. El 5 de junio, Komen había sido quinto en Roma con 13:01.38, a más de 10 segundos del ganador, el marroquí Salah Hissou (1972), y superado por sus compatriotas Philip Mossima (1977), Moses Kiptanui y Tom Nyariki (1971). Dos días después, sin embargo, en Moscú se había impuesto en los 3000 m con 7:39.43, derrotando con cierta facilidad a Nyariki y a Kiptanui. En las pruebas de selección volvió a ser cuarto. Estaba fuera de los Juegos Olímpicos. Irían Nyariki, Paul Bitok (1970) y Stephen Koroia (1972). En los días siguientes, sin embargo, Komen mostró una forma magnífica. el 3 de julio corría los 3000 m en 7:31.33, el día 8 realizaba plusmarca nacional de 5000 m, 12:51.60, y el 14 superaba su primera plusmarca mundial, en realidad mejor marca, al correr las dos millas en 8:03.54.
Tras el obligado parón por los Juegos Olímpicos, Komen continuó aun con más fuerza. El 10 de agosto realizaba 7:25.16 en los 3000 m, a 0.05 de la plusmarca mundial del argelino Nourredine Morceli (1970). Cuatro días después, en Zúrich, dejó a Haile Gebrselassie sin fuerzas en la última vuelta. El etíope acababa de ganar el oro en los 10 000 m del campeonato del mundo. El año anterior, en el mismo escenario, había mejorado por 11 segundos la plusmarca mundial de Kiptanui, con 12:44.39. Ese día, sin embargo, no pudo hacer nada ante aquella fuerza de la naturaleza llamado Daniel Komen. A falta de cinco vueltas, con un pase de 7:41.28, el keniano y el etíope se quedaron solos. Komen se colocó en cabeza, mientras Gebre no se despegaba. A falta de 150 metros, Gebre claudicaba. Mientras Komen cruzaba la meta en 12:45.09, el etíope entraba casi andando en 12:52.70.
Pero lo mejor de la temporada aún estaba por llegar. El 1 de septiembre, en Rieti, Komen hacía una extraordinaria plusmarca mundial de 3000 m, todavía vigente, de 7:20.67, restando más de cuatro segundos a la anterior de Morceli. Los pases fueron de 2:25.89 en los 1000 m, 3:38.4 en los 1500 y 4:53.18 en los 2000 m.
Komen terminaba 1996 con unos registros superlativos y con dos plusmarcas mundiales, pero con la espina de no haberse clasificado para los Juegos Olímpicos. En 1997 uniría superioridad cronométrica a superioridad competitiva. Comenzó fuerte la temporada, con una victoria en Roma el 5 de junio con 12:48.98. Antes de las pruebas de selección keniana mejoró en 1500 m hasta 3:31.29. Se impuso en las pruebas de selección y el 19 de julio realizaba un hito histórico, al convertirse en el primer y hasta la fecha único atleta en correr las dos millas por debajo de 8 minutos, 7:58.61.
Tras hacerse con el oro, con cierta facilidad, en el campeonato del mundo que, a la postre, sería su única medalla en campeonatos de ámbito mundial, volvió a Zúrich el 13 de agosto, tres días después de su victoria en Atenas, para enfrentarse de nuevo a Gebre. Esta vez el etíope se mostró superior, con una nueva plusmarca mundial de 12:41.86, mientras Komen era segundo con mejor marca personal de 12:44.90.
Pese a la derrota, Komen siguió sacando el máximo partido de su buena forma. El 16 de agosto, en Mónaco, se imponía en los 1500 m, con 3:29.46, que sería su mejor marca de siempre. Ese año fue el cuarto en la lista mundial de esta prueba. Y el 22 de agosto, conseguía la plusmarca mundial de los 5000 m, con 12:39.74.
Aún tuvo tiempo para correr la milla en 3:46.38, en la actualidad quinta mejor marca de siempre. En resumen, 1997 resultó una temporada magnífica, en la que mostró una notable superioridad en los 5000 m, salvo en Zúrich, donde resultó derrotado por Gebre. En 1998 decidió por primera vez hacer pista cubierta y volver al campo a través. Los resultados fueron inmejorables. El 7 de febrero realizaba 7:24.90 en 3000 m y el 22 12:51.48, en ambos casos plusmarcas mundiales en sala. Estando en tan buena forma, intentó superar su mejor marca mundial de las dos millas al aire libre. El 28 de febrero en Sydney se quedaba en 7:58.91, a 0.30 de su objetivo. El 21 de marzo en Marrakech se proclamaba subcampeón mundial de campo a través en la modalidad corta. Esta gran temporada invernal hacía presagiar un gran verano, pero su tono fue inferior al del año anterior. No se acercó a sus mejores marcas, ni a los registros bajo techo, pero logró las victorias en el campeonato africano y en los Juegos de la Commonwealth, en ambos casos en los 5000 m.
El invierno de 1998 marcó el punto de inflexión en la carrera deportiva de Daniel Komen. Aunque siguió compitiendo hasta 2003, progresivamente se fue alejando de los mejores, pese a contar con tan solo 23 años. En 1999 fue quinto en el 5000 del campeonato del mundo al aire libre, su último gran campeonato. En 2000 ya no se clasificó para los Juegos Olímpicos. Se retiró en 2003. En la actualidad dirige una escuela privada con su mujer.
Daniel Komen fue un excepcional corredor de fondo, del que muchos aficionados hemos pensado que, por las circunstancias que fuese, no llegó a dar lo mejor de sí, pese a haber sido campeón y plusmarquista mundial. Casi tres décadas después, ahí continúan imbatidos sus registros de 7:20.67 en 3000 m y 7:58.61 en la milla.
Me despierto con un mensaje de tu hija Vanessa, comunicándonos a un grupo de una lista de Whatsapp que nos acabas de dejar. No por esperado, resulta menos triste. Hay quien critica de forma feroz las redes sociales, dicen que son un albañal, donde la gente muestra lo peor de sí mismos. Esa solo es una parte de la historia. Mi experiencia personal es absolutamente contraria. Y eso que le costó mucho a mi amigo Ignacio Romo que me abriese una cuenta en Twitter. No acababa de ver la utilidad. Por eso entré con seudónimo, como Luis Montes, un homenaje a Asimov, que tanto nos gustaba a los dos. Luis Montes es el comisionado lunar de la que a mi juicio es la mejor novela del Maestro, Los propios dioses. Pero Ignacio tenía razón y me gustó Twitter. Enseguida comencé a seguir a atletas y aficionados al atletismo. Al cabo de un tiempo inicié este blog. Empezaste a seguirme y a interaccionar. Pese a que en algunos temas teníamos opiniones opuestas, en otros vibrábamos en la misma frecuencia porque nos entusiasmaban. Me hablabas de tu infancia en Almería, complicada pero de la que tenías un gran recuerdo, de tu etapa de lanzador de martillo, donde coincidiste por edad con César González Fares, que también nos dejó muy pronto, de tu entrenador, Jaime Campmany, de tus amigos, para toda la vida, Charly Sala, Toni Corgos, Lobito Ruiz o José Luis Velasco Pechos. Pero tu mayor pasión eran tu mujer y tu hija. Bastaba con leerte para imaginar cómo se te debía iluminar la cara cuando escribías sobre ellas.
Cuando abrí este blog, te convertiste en el aficionado número uno. Disfrutabas sobre todo con las entradas sobre los lanzamientos. Tú mismo publicabas vídeos de lanzadores espectaculares. Pero también te interesabas mucho por el resto de las modalidades, incluyendo las mías favoritas, el mediofondo y fondo. Creo que conseguí transmitirte mi absoluta admiración por los mejores Juegos de la Historia, los de México. Te hacía mucha gracia cuando decía de mí mismo que había nacido el día de San Sebastián del año de los mejores Juegos de la Historia. Bueno, ya sabes que el día que vi por primera vez la final de 1500 de los Juegos de México, casi lloro, como casi me está pasando ahora pensando en que ya no estás. Por cierto, nunca olvidabas mi cumpleaños. También mostrabas una gran alegría sobre mi trayectoria profesional.
Tengo muy grabado el día en que nos conocimos en persona, tu calidez, tu vitalidad, tu generosidad, y la conversación sin fin de dos personas que se sentían muy bien una en compañía de la otra. Me había sorprendido cómo habías tenido que dejar una de tus grandes aficiones, el ajedrez, porque acabó ocupando un espacio demasiado grande en tu día a día. Una tarde estupenda con un enamorado de la vida.
Volviendo al blog, estabas tan pendiente, que si algún domingo no publicaba, enseguida me preguntabas si me había ocurrido algo. Acabé enviándote personalmente los enlaces. Por cierto, tu último tuit es sobre mi entrada de la semana pasada.
Hace tres años por estas fechas me comunicaste el diagnóstico de un problema serio de salud, que finalmente no pudiste superar. En todo este tiempo mantuviste tu optimismo habitual y tu hiperactividad tuitera. Leyéndote me olvidaba de lo que había. Agradecí mucho tu último mensaje directo, aunque me habría gustado mucho haber podido hablar contigo.
Ha sido un verdadero honor ser tu amigo. Es curioso cómo se puede llegar a apreciar a una persona, con la que solo has estado en una ocasión. Te echaré mucho de menos.
Un abrazo enorme
Juan Ángel Berruezo Carretero, antiguo lanzador de martillo acreditado en 57.94 m (1981), nació en la provincia de Almería el 21 de diciembre de 1961 y falleció en Barcelona el 10 de marzo de 2023
Con el campeonato de Europa en pista cubierta que termina hoy se cierra la temporada invernal, con nada menos que cinco plusmarcas mundiales, dos de ellas absolutas, 7:23.81 del etíope Lamecha Girma (2000) en 3000 m, 6.22 m el sueco Armand Duplantis(1999) en salto con pértiga, plusmarca absoluta, 22.38 m en lanzamiento de peso del estadounidense Ryan Crouser (1992), también plusmarca absoluta, 49.26 de la neerlandesa Femke Bol (2000) en 400 m y 5055 puntos de la belga Nafissatou Thiam (1994) en pentatlón.
En la distancia 1500 m / milla, pese a algunas ausencias, se ha vuelto a mostrar la gran densidad de buenos corredores, de varios países. El despegue de esta prueba, que comenzó ya en 2020, debería llevar este verano a la superación de las viejas plusmarcas mundiales absolutas de la distancia aún en posesión del marroquí Hicham El Guerrouj (1974), 3:26.00 en 1500 m y 3:43.13 en la milla, de 1998 y 1999, respectivamente. El Guerrouj también fue el plusmarquista mundial en pista cubierta de ambas pruebas hasta 2019.
Tal vez el mediofondista más destacado de esta temporada invernal haya sido el estadounidense Yared Nuguse (1999). Su temporada en sala se ha reducido a tres competiciones. El 27 de enero corría los 3000 m en 7:28.24, plusmarca continental y octava mejor marca de siempre en ese momento. El 11 de febrero vencía en la milla de los Millrose Games de Nueva York con la segunda mejor marca de la historia bajo techo, 3:47.38, con pase de 3:33.22 en 1500 m, ambos registros mejores que los suyos previos al aire libre de 3:53.34 y 3:33.26. El registro de Nuguse en la milla, a 0.37 de la plusmarca mundial del etíope Yomif Kejlecha (1997), equivale a 3:30.13 en 1500 en sala, mejor que los 3:30.60 que posee el noruego Jakob Ingebrigtsen (2000) como plusmarca mundial. Al aire libre se le da el mismo valor que a 3:26.26 en los 1500 m y 3:42.62 en la milla. El estadounidense remató la temporada en Madrid el 22 de febrero con una victoria en 1500 m en 3:33.69.
Jakob Ingebrigtsen, pese a comenzar la temporada con problemas físicos, ha rematado el invierno con doblete en el campeonato de Europa en 1500 y en 3000 m. Con estos dos, son cinco los oros del Noruego en el Europeo bajo techo, en 1500 en 2021 y 2023 y en 3000 m en 2019, 2021 y 2023, uniéndose a los mejores atletas de la Historia en esta competición. Tras proclamarse campeón de Europa de campo a través el 11 de diciembre, no volvió a competir hasta la reunión de Lievin el 15 de febrero, donde realizó la mejor marca mundial del año en 1500 m, 3:32.38. En la competición continental se mostró muy superior. En el 1500 se colocó en cabeza desde el principio y se hizo con la victoria en 3:33.95, plusmarca de los campeonatos. En los 3000 m, pese a un primer kilómetro lento, terminó en 7:40.32, plusmarca nacional.
Otro atleta que ha superado sus prestaciones al aire libre en esta temporada en sala es el británico Neil Gourley (1995). Acreditado previamente en 3:32.93 y 3:52.91, mejoró hasta 3:32.48 y 3:49.46, ambas segundas mejores marcas del año, plusmarca europea en el caso de la milla. Terminó la temporada con la plata europea en los 1500 m. Los mejores británicos han decidido reservarse este invierno. Tan solo Josh Kerr (1997), bronce olímpico en Tokio, se ha dejado ver con 3:34.93 en 1500 m y 7:33.47 en 3000 m. También el campeón de 1500 m en los Juegos de la Commonwealth, el australiano Oliver Hoare (1997), aparece en los primeros puestos del año con una sola competición en pista cubierta, los Millrose Games, donde fue tercero en la milla con 3:50.83, pase de 3:34.78 en los 1500 m.
Los mediofondistas españoles no han pasado desapercibidos en este invierno. Mohamed Katir (1998) sorprendió en el 3000 de Lievin, con la plusmarca europea, absoluta, de 3000 m, 7:24.68, tan solo batido por el ganador, el obstaculista Lamecha Girma. El tiempo de Katir también mejoraba los 7:24.90 que el keniano Daniel Komen (1976) tenía como plusmarca mundial. El español completó la temporada con un segundo puesto en Madrid, detrás de Nuguse, con 3:34.32. Terminó su temporada antes del Europeo.
Quien sí tomó parte, con una gran actuación, fue Adel Mechaal (1991), que compitió en los 3000 m, tras superar, con 3:33.28, la longeva plusmarca española de Andrés Díaz (1969). Mechaal se pegó a Ingebrigsen, hasta que, a falta de 100 m, el noruego consiguió despegarlo. Fue plata con 7:41.75. También esta temporada se consiguió mejorar otra vieja plusmarca en pista cubierta, la de la milla, en poder del medallista olímpicoJosé Manuel Abascal(1958) desde 1983, 3:52.56. En los Millrose Games, Mario García Romo (1999) corría en 3:51.79. Previamente había realizado 7:34.74 en los 3000 m. Tampoco corrió en el Europeo.
Hemos asistido a una gran temporada en pista cubierta para el mediofondo largo. Las perspectivas para el verano y para el año olímpico de 2024 continúan siendo magníficas. Estaremos atentos.
Del 2 al 5 del próximo mes de marzo tendrá lugar en Estambul la 37ª edición de los Campeonatos de Europa de pista cubierta, que se celebraron por primera vez en Viena en 1970, hasta 1990 con periodicidad anual, a partir de entonces pasaron a ser bienales. La IAAF, hoy World Athletics, organizaba desde 1987 el Campeonato del Mundo de pista cubierta, cada dos años. Esto hizo que inicialmente los años pares hubiese Europeo y los impares Mundial, hasta que se cambió en 2004, cuando se pasó el Mundial a los años pares. De este modo hubo dos Mundiales en años consecutivos, 2003 y 2004, mientras el Europeo hubo de esperar de 2002 a 2005. De 1966 a 1969 tuvieron lugar los Juegos Europeos en pista cubierta, competición antecesora de los Campeonatos, cuya primera edición fue en la ciudad alemana de Dortmund y la tercera en Madrid en 1968.
El primer Europeo, de 1970, fue un éxito con seis mejores marcas mundiales superadas (la plusmarcas mundiales en sala no se reconocerían hasta 1987) y una igualada. Destacó especialmente la mejor marca mundial de 3000 m del británico Ricky Wilde (1945-2019), 7:46.85, por delante del alemán Harald Norporth (1942), subcampeón olímpico de 5000 m en 1964, 7:49.50, y del españolJavier Álvarez Salgado (1943), 7:52.45, mejor marca española, hasta el 1 de enero de 1987, y, oficialmente, efímera plusmarca nacional, hasta el 22 de febrero de ese año, en que se superó. España tuvo una muy buena actuación con otras dos medallas, plata en 800 m para Juan Borraz (1946) y bronce en salto de longitud para Rafael Blanquer (1945). En total, durante la historia de esta competición, España ha ganado 119 metales, 33 oros, 48 platas y 18 bronces. Ocupa el puesto histórico 9º, a un oro de Italia. De las 37 ediciones, cuatro tuvieron lugar en suelo español, San Sebastián en 1977, Madrid en 1986 y 2005 y Valencia en 1998.
Aunque no siempre los mejores han tomado parte en este campeonato, ha habido unos cuantos ilustres que han dominado en diferentes épocas su especialidad en estos campeonatos. En categoría masculina, el atleta más laureado es el ucraniano Valeriy Borzov (1949), que competía con la Unión Soviética. Ganó siete oros, todos ellos en los 60 metros lisos, de 1970 a 1977, con la excepción de 1973, año en que no participó. Borzov es uno de los mejores velocistas europeos de siempre, doble campeón olímpico de 100 y 200 m en 1972, así como campeón de Europa de 100 m en 1969, 1971 y 1974 y de 200 m en 1971.
Un clásico de estos campeonatos fue el alemán Thomas Wessinhage (1952) en los años 70 y 80. Es el atleta que más medallas ha obtenido en esta competición, con un total de doce, seis de oro. Fue campeón del relevo 4×720 m en 1972 y 1973, prueba que ya no se disputa, y de 1500 m en 1975, 1980, 1981 y 1983. Al aire libre fue campeón de Europa de 5000 m en 1982 y llegó a tener, con 3:31.58, la segunda mejor marca de 1500 m de siempre en 1980.
Seis medalla de oro se llevó también de estos campeonatos el saltado de triple georgiano, entonces soviético, Viktor Saneyev (1945-2022), en los años 1970, 1971, 1972, 1975, 1976 y 1977. Saneyev fue uno de los mejores triplistas de siempre, con tres oros y una plata olímpicos y dos oros continentales al aire libre.
El campeón olímpico de salto de altura en 1984, el alemán Dietmar Mögenburg (1961) fue un habitual del Europeo en sala, donde se hizo con ocho medallas, cinco de oro, una de plata y dos de bronce. Se proclamó campeón en 1980, 1982, 1984, 1986 y 1989. En 1982 fue también campeón de Europa al aire libre.
También con seis cinco oros, y un bronce, figuran el velocista polaco Marian Woronin (1957) y el mediofondista españolJosé Luis González (1957). Ambos coincidieron por primera vez en el Campeonato de Europa Junior de 1975, donde obtuvieron sendos bronces, el polaco en 100 m y el español en 3000 m. Woronin, que en 1984 fue plusmarquista europeo con 10.00 (9.992), ganó los 60 m lisos en el Europeo en sala en 1979, 1980, 1982 y 1987. En 1982 ganó los 50 m lisos, que, por las reducidas dimensiones de la instalación de Grenoble, se celebraron en lugar de los 60 m. Su mayor logro individual al aire libre fue un bronce en 100 m en el Europeo de 1978. Por su parte, González ganó los 1500 m en 1982, 1985 y 1986 y los 3000 m en 1987 y 1988. Al aire libre fue subcampeón mundial de 1500 m en 1987.
En categoría femenina, la atleta más laureada es la lanzadora de peso checa, entonces checoslovaca, Helena Fibingerová (1949), con once medallas, ocho de oro y tres de plata. Fibingerová ganó en 1973, 1974,1975, 1977, 1980, 1983, 1984 y 1985. Todavía posee la plusmarca mundial en pista cubierta, 22.50 m desde 1977. Al aire libre su mayor logro fue el oro en el primer Campeonato del Mundo de 1983.
La neerlandesa Nelli Cooman (1964), de fulgurante salida, se hizo con ocho medallas en estos Europeos bajo techo, seis oros y dos bronces, todas en 60 metros. Sus victorias sucedieron en 1985, 1986, 1987, 1988, 1989 y 1994. Fue plusmarquista mundial de la distancia con 7.00. Al aire libre fue bronce en 100 m en el Europeo de 1986.
La alemana Marlies Göhr (1958), campeona mundial de 100 m en 1983 y varias veces plusmarquista mundial, compitió también con mucho éxito en la pista cubierta. Fue medallista en nueve ocasiones, con cinco oros, dos platas y dos bronces. Se llevó la victoria en 60 m lisos en 1977, 1978, 1979, 1982 y 1983.
Cinco oros, junto con una plata y un bronce, ganó también la rumana Doina Melinte (1956), campeona olímpica de 800 m en 1984. Fue oro en 800 m en 1982 y 1989 y en 1500 m en 1985, 1988 y 1990.
A partir del día 2 de marzo volveremos a tener la oportunidad de ver esta competición en la que nunca están todos los que son, pero en la que los que están suelen hacerlo muy bien.
El 15 de febrero, la reunión atlética en sala de la localidad francesa de Lievin tuvo un resultado inesperado en la prueba de 3000 m. El obstaculista etíope, acreditado en 7:58.68, Lamecha Girma (2000) superaba la plusmarca mundial del keniano Daniel Komen (1976) por 1.09, con una superlativa marca de 7:23.81. Este tiempo es el tercero absoluto de toda la historia, tan solo superado por la plusmarca mundial al aire libre del propio Komen de 7:20.67 y por los 7:23.09 del marroquí Hicham El Guerrouj (1974). Con 22 años, Girma ha sido dos veces subcampeón del mundo, en 2019 y 2022, y subcampeón olímpico en 2021, siempre en obstáculos. Muy cerca de él entró el español, nacido en Marruecos, Mohamed Katir (1998), con nueva plusmarca europea absoluta y cuarta mejor marca absoluta de siempre, 7:24.68. Katir se encaramó a la élite cuando en 2021, en el transcurso de 33 días, superó las plusmarcas españolas de 5000 m con 12:50.79, de 1500 m con 3:28.76 y de 3000 m con 7:27.64, lo que cronométricamente lo convertían en el tercer, segundo y tercer europeo de siempre respectivamente. Poco después en los Juegos Olímpicos fue octavo en los 5000 m. En 2022 se centró menos en los grandes cronos y más en la competición. Fue bronce mundialista en 1500 m y plata continental en 5000 m.
Hasta el 1 de enero de 1987 la Federación Internacional, entonces IAAF, hoy World Athletics, no consideró las marcas en pista cubierta como plusmarcas sino como mejores marcas. La primera mejor marca mundial de 3000 m en sala conocida fue de 8:52.4 por el estadounidense George Bonhag el 4 de marzo de 1911. Mejoró el 6 de diciembre del mismo año hasta 8:35.0. Bonhag había ganado los 1500 m marcha en los Juegos Intercalados de Atenas de 1906. En los Juegos de 1908 fue plata en las tres millas por equipos y en 1912 sería oro en los 3000 m por equipos. Algo más de 10 años después, su compatriota Joseph Ray (1894-1978) corría la distancia en 8:31.4 el 18 de febrero de 1922. Un año después, el 10 de febrero, mejoraría hasta 8:31.2. Ray sería bronce en el 3000 por equipos en los Juegos Olímpicos de 1924. Precisamente, la estrella de estos Juegos, el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973) superaría en su gira por Estados Unidos en 1925 el tiempo de Ray. Nurmi corrió en 8:26.8 el 15 de enero y en 8:26.4 el 12 de marzo. El 19 de marzo de 1927, uno de los rivales de Nurmi, el sueco nacido en Finlandia Edvin Wide (1896-1996) hacía en la distancia 8:22.4. Entre 1920 y 1928, Wide se hizo con una plata y cuatro bronces olímpicos en pruebas de fondo.
La mejor marca de Wide en los 3000 m en sala duró 27 años, hasta el 6 de febrero de 1954, en que el estadounidense Horace Ashenfelter (1923-2018), campeón olímpico de obstáculos en 1952, realizaba 8:17.7. Ashenfelter fue el último plusmarquista mundial estadounidense y la suya la última plusmarca mundial, en realidad mejor marca, conseguida en suelo estadounidense. Desde 1957 hasta 1970, los alemanes del Este dominaron la distancia. El 23 de febrero de 1957, Klaus Richtzenhain (1934), subcampeón olímpico de 1500 m unos meses antes en Melbourne, corría en 8:16.4. Poco más de un año duró como mejor marca. El 16 de marzo de 1958, su compatriota Friedrich Janke (1931) mejoraba hasta 8:09.4. Janke sería cuarto en 5000 m en los Juegos Olímpicos de 1960 y subcampeón de Europa de 5000 m en 1962. A Janke le sucedió el que probablemente es el mejor corredor de siempre de 3000 m en pista cubierta, al menos cronométricamente otro alemán, Siegfried Herrmann (1932-2017). Al aire libre, pese a correr en 3:39.0 los 1500 m y en 13:30.0 los 5000 m, nunca subió al podio en una gran competición, En pista cubierta destacó por mejorar en siete años la mejor marca mundial de 3000 m en 20 segundos. El 22 de marzo de 1959 se convertía con 7:58.7 en el primer atleta en correr la distancia en menos de 8 minutos bajo techo. El 16 de febrero de 1964 recortó 0.1 a su mejor marca mundial. El 14 de febrero de 1965 se iba a 7:53.2. Su último tope mundial fue 7:49.0 el 27 de febrero de 1966. Herrmann fue segundo, tras el alemán occidental Harald Norporth (1942), subcampeón olímpico de 5000 m en 1964, en el 3000 de los primeros Juegos Europeos de Pista Cubierta, celebrados en 1966. Aún hubo otro alemán del Este, que remató esta racha germana en los 3000 m en sala. El 16 de febrero de 1969 Berd Diesser (1946), medallista de bronce continental en 5000 m en 1966, mejoraba hasta 7:47.8.
El 15 de marzo de 1970, en la final del primer Campeonato de Europa de 3000 m, competición que sucedía a los Juegos Europeos, el británico Richard Wilde (1945-2019) se hacía brillantemente con el oro superando la mejor marca mundial, 7:46.85. Wilde tuvo un corto recorrido en pista. Posteriormente se dedicó al maratón y al campo a través, pero esta victoria siguió siendo su mayor logro. El belga Emiel Puttemans (1947), subcampeón olímpico de 10 000 m, fue el primer plusmarquista mundial oficial. El 10 de febrero de 1973 registró 7:45.2. Ocho días después rebajó su marca a 7:39.2. Esta mejor marca se convirtió en la primera plusmarca mundial de 3000 m en pista cubierta el 1 de enero de 1987. No se consiguió superar hasta el 21 de febrero de 1992, cuando el keniano Moses Kiptanui (1970) hizo 7:37.31. Tres años después, el 12 de febrero mejoró hasta 7:35.15. Al aire libre Kiptanui fue tres veces campeón mundial de obstáculos, plusmarquista mundial de esta prueba, de los 3000 m lisos y de los 5000 m, pero no consiguió ser campeón olímpico. A Kiptanui lo sucedió uno de los más grandes, el etíope Haile Gebrselassie (1973) con 7:30.72 el 4 de febrero de 1996 y 7:26.14 el 25 de enero de 1998. Solo unos días duró este tiempo en lo más alto de las listas, puesto que el 6 de febrero el keniano Daniel Komen se iba a 7:24.90, que se mantuvo como plusmarca mundial 25 años. Komen venía de ganar el año anterior el 5000 del campeonato del mundo y de realizar la plusmarca mundial de 3000 m al aire libre de 7:20.67.
Parece que ha comenzado una nueva edad de oro en el mediofondo. Hay muchos atletas que están corriendo muy rápido. Son tiempos para volver a disfrutar de una modalidad atlética que llevaba mucho tiempo estancada.
Progresión de la mejor marca / plusmarca mundial de 3000 m en pista cubierta
8.52.4
George Bonhag
EUA
Nueva York
4 Mar 1911
8.35.0
George Bonhag
EUA
Nueva York
6 Dic 1911
8.31.4
Joseph Ray
EUA
Nueva York
18 Feb 1922
8.31.2
Joseph Ray
EUA
Nueva York
10 Feb 1923
8.26.8
Paavo Nurmi
FIN
Nueva York
15 Ene 1925
8.26.4
Paavo Nurmi
FIN
Nueva York
12 Mar 1925
8.22.4
Edvin Wide
SUE
Filadelfia
19 Mar 1927
8.17.7
Horace Ashenfelter
EUA
Nueva York
6 Feb 1954
8.16.4
Klaus Richtzenhein
RDA
Dortmund
23 Feb 1957
8.09.4
Friedrich Janke
RDA
Berlín
16 Mar 1958
7.58.7
Siegfried Herrmann
RDA
Berlín
22 Mar 1959
7.58.6
Siegfried Herrmann
RDA
Berlín
16 Feb 1964
7.53.2
Siegfried Herrmann
RDA
Berlín
14 Feb 1965
7.49.0
Siegfried Herrmann
RDA
Berlín
27 Feb 1966
7.47.8
Bernd Diessner
RDA
Berlín
16 Feb 1969
7.46.85
Richard Wilde
GBR
Viena
15 Feb 1970
7.45.2
Emiel Puttemans
BEL
Leiden
10 Feb 1973
*
7.39.2
Emiel Puttemans
BEL
Berlín
18 Feb 1973
7.37.31
Moses Kiptanui
KEN
Sevilla
21 Feb 1992
7.35.15
Moses Kiptanui
KEN
Gante
12 Feb 1995
7.30.72
Haile Gebrselassie
ETI
Stuttgart
4 Feb 1996
7.26.14
Haile Gebrselassie
ETI
Karlsruhe
25 Ene 1998
7.24.90
Daniel Komen
KEN
Budapest
6 Feb 1998
7:23.87
Lamecha Girma
ETI
Lievin
14 Feb 2023
* Primera plusmarca mundial oficial desde el 1 de enero de 1987
Esta semana ha habido un pequeño revuelo en el universo tuitero atlético por la noticia de la renuncia a participar en los campeonatos de Europa de los dos mejores mediofondistas españoles del momento, Mohamed Katir (1998), bronce mundialista en 1500 m y subcampeón de Europa de 5000 m, y Mario García Romo (1999), cuarto en el Mundial y bronce europeo al aire libre, también en 1500 m. Ambos han acreditado una gran forma en esta temporada invernal. Katir ha corrido los 1500 m en 3:35.48, tercera mejor marca mundial del año, si bien la World Athletics no ha incluido pases de la milla más rápidos, mientras Romo batió hace unas horas la vieja plusmarca española de la milla deJosé Manuel Abascal (1958), de 1983, con 3:51.79, 0.97 menos que el cántabro, con un pase de 3:35.98 en los 1500 m. Además ha registrado 7:34.74 en 3000 m. tercer mejor tiempo europeo del año. Es comprensible la decepción de los aficionados, al tratarse de dos atletas candidatos al podio. Sin embargo, la pista cubierta en general, y el campeonato de Europa en particular, no suelen ser un fin en sí mismo para la mayoría de los atletas. El gran campeonato por antonomasia en atletismo y en la mayoría de los deportes son los Juegos Olímpicos, y un peldaño por debajo los Campeonatos del Mundo al aire libre. Para los atletas europeos, el campeonato continental al aire libre probablemente se encuentra en el tercer lugar, pese a haber bajado mucho en el contexto mundial, sobre todo en las carreras. En tiempos, algunas pruebas de un Europeo tenían un nivel casi olímpicos, como los 10 000 de los campeonatos de 1971 y de 1978, con sendas victorias de atletas finlandeses, Juha Väätäinen (1941) y Martti Vainio (1950), respectivamente.
Ha habido grandes atletas que apenas han tocado la pista cubierta. Por reducirlo solo al ámbito del medio fondo, dos de los grandes de siempre, los británicos Steve Ovett (1955) y Steve Cram (1960) no tomaron parte en ningún Europeo en sala. Sí lo hizo su compatriota Seb Coe (1956), campeón en 800 m en 1977, cuando aún era poco conocido. No compitió en ninguna edición más, si bien llegó a realizar dos mejores marcas mundiales, entonces no se consideraban plusmarcas mundiales, en 800 y una en 1000 m. Tampoco el español Fermín Cacho(1969) se prodigó demasiado bajo techo. Fue subcampeón de Europa en 1990 y mundial en 1991 en 1500 m, cuando aún no estaba entre los mejores. Tan solo volvió en una ocasión al Mundial, sexto en 1995.
Dado que los protagonistas de la renuncia son mediofondistas, vamos a tomar como referencia los campeones de Europa en sala en su prueba, los 1500 m. Desde 1970 se han celebrado treinta y seis ediciones. La competición fue anual hasta 1990. Al aire libre, la competición continental comenzó en 1934. Inicialmente fue cuatrienal. Hubo un primer intento de hacerla bienal con las ediciones de 1969 y 1971, pero se volvió a cuatrienal hasta 2010. Desde entonces es bienal. Tan solo cuatro atletas han ganado la medalla de oro en ambas competiciones. El alemán Thomas Wessinghage (1952), un clásico de la pista cubierta, fue campeón en 1975, 1980, 1981 y 1983. Al aire libre se llevó en oro en los 5000 m del Europeo de 1982. Su compatriota Jens Peter Herold (1965) se hizo con la victoria en ambos campeonatos el mismo año, 1990. El obstaculista francés Mahiedine Mekhissi-Benabbad (1985) dominó esta distancia en los Europeos con cuatro oros en 2010, 2012, 2016 y 2018. El logro pudo ser mayor si no se hubiese quitado la camiseta cuando entró ganador en 2014, pero resultó descalificado. Precisamente ese año participó también en el 1500 del Europeo al aire libre, donde se hizo con la victoria. En 2015 había ganado en continental en sala. Finalmente el noruego Jakob Ingebrigtsen (2000), fue doble campeón de Europa al aire libre de 1500 y 5000 m en 2018 y 2022, así como oro bajo techo en 2021 en 1500 y 3000 m y también dos años antes en esta última distancia.
Ha habido atletas que han dado el mismo valor a la pista cubierta que al aire libre, otros han tomado parte en estos campeonatos de forma intermitente, otros lo han hecho en las primeras etapas de sus carreras deportivas… Ha habido de todo. La Federación Española (RFEA) no obliga a acudir a las competiciones invernales en pista. Es una buena política. El sitio que dejan los mejores siempre se puede ocupar con otros, sobre todo los que están empezando, para los que estos campeonatos sí tienen importancia.
Después de más de seis años escribiendo este blog, es la primera vez que voy a dedicar una entrada íntegramente al consumo de sustancias prohibidas en el atletismo. Ya había hablado de la final de 100 m de los Juegos Olímpicos de 1988, la carrera más sucia de la Historia, pero esta vez haré unas reflexiones muy personales sobre esta enorme lacra del atletismo.
Fue precisamente la descalificación de Ben Johnson (1960) en la final de 100 de Seúl lo que me hizo tomar conciencia del enorme problema que suponían las drogas en este deporte. Hasta entonces, el posadolescente que era entonces pensaba que era algo marginal, que los atletas de alto nivel no consumían porque los controles funcionaban. Pura ingenuidad juvenil. Es cierto que el caso Johnson removió los cimientos del atletismo, que venía de dos boicots olímpicos. El duelo por la supremacía en el hectómetro entre el canadiense y un gran enemigo Carl Lewis (1961) ocupaba grandes espacios en la prensa y en la televisión. Nunca hubo un positivo tan célebre. En aquellos años 80 se hablaba de las autotransfusiones, que no se habían prohibido hasta 1985, del extraño potencial de los países del Este, especialmente de unas féminas exageradamente musculadas, y era un secreto a voces el uso ilegal de la hormona de crecimiento, completamente indetectable entonces. Sobre la cuestión de las autotransfusiones había habido un caso de un positivo curioso en la final de 10 000 m de los Juegos de 1984. El finlandés Martti Vainio (1950), campeón de Europa de la distancia en 1978, resultó desposeído de su plata olímpica por encontrarse restos de anabolizantes en su orina. Aquello resultaba extraño. Los anabolizantes en período competitivo no tenían ningún sentido. La explicación más probable era que los hubiese consumido en invierno, se extrajese sangre entonces y se la transfundiese poco antes de los Juegos. Lo que no se esperaba era que los anabolizantes del pasado resurgiesen en el momento menos oportuno.
El positivo de Johnson llevó a las federaciones atléticas a cambiar los métodos de detección del consumo de drogas. Entre otras medidas se instauraron los controles por sorpresa. Sin embargo, el dragón tiene demasiadas cabezas, como cuenta el historiador Roberto Quercetani (1922-2019) en su magnífica Historia del atletismo, más cabezas de las que la World Athletics puede cortar. En los años 90, los registros de medio fondo y fondo experimentaron una progresión difícil se explicar, como cuenta el gerente del club Correcaminos y organización de las pruebas de fondo en Valencia Juan Botella (1972) en su libro El derecho a la fatiga. En esos años el consumo de eritropoyetina, un estimulante natural de la formación de glóbulos rojos, se convirtió en habitual, hasta que se pudo detectar en 2003. Hacia el final de esa década también se pusieron en marcha los controles de sangre y los pasaportes biológicos. Pero las trampas continúan. La innovación del que se salta las reglas va muy por delante de los métodos de detección. ¿Debemos resignarnos? ¿Tendremos que acostumbrarnos a dudar absolutamente de todo y de todos?
Los motivos para bordear el reglamento dependen de cada persona. Probablemente, el más importante es la vanidad, por delante del dinero. ¿Cómo se explica, si no, el nada desdeñable consumo de anabolizantes por deportistas aficionados que, ni siquiera, compiten? ¿O los casos de positivos en competiciones de veteranos? Hace pocos años en la San Silvestre, que se celebra el 30 de diciembre y no el 31, de Salamanca hubo un rumor, falso, de que habría controles y automáticamente tuvieron lugar unas cuantas bajas. Pero es, sin duda, el dinero lo que mueve al consumo de sustancias prohibidas en el atletismo de alto nivel. Juan Botella cuenta en su libro una historia apócrifa de un atleta de calidad al que le falta un punto para ser de los mejores. Acaba sucumbiendo a la tentación y decide saltarse las normas. La diferencia económica entre ser sexto en unos Juegos o entrar en el podio es tan grande como la tentación.
El consumo de estas sustancias ha generado un comercio muy lucrativo, con medios para eludir los controles, al menos durante un tiempo que no es corto. En ese campo no es posible competir. Ahora bien, el atleta cuando elige la trampa hace un cálculo de rentabilidad. ¿Y que pasa si acabo dando positivo pese a todos los cuidados que tengo? Me sancionarán. No podré competir durante al menos dos años. Pero a poco que me salga bien, habré ganado mucho más dinero del que podría sin ayudas ilegales. Por tanto, me arriesgo. Esta reflexión probablemente sea la clave para abordar la lucha contra las drogas desde otro punto de vista, desde un punto de vista disuasorio. Si al atleta que da positivo, confirmado, se le anulan todas las marcas, se le retiran todos los honores y se le obliga a devolver todo el dinero de patrocinadores, clubes, becas o premios, es posible que se lo piense dos veces antes de cruzar el límite. Hay quien argumenta que esto va contra la presunción de inocencia, porque se presupone que el atleta ha consumido drogas desde que comenzó en el atletismo, pero también se dijo en su momento que el análisis de sangre obligatorio iba contra los derechos humanos. Contra los derechos humanos no, pero contra la justicia sí que va el recibir premios y honores que pertenecen a otros. Ya sin entrar en que las sustancias prohibidas sean perjudiciales, las normas hay que cumplirlas. Si un motociclista va a GP con una máquina de 600 cc está fuera. En el atletismo, lo mismo.
El 8 de mayo de 1984, la Unión Soviética anunció que no acudiría a los Juegos Olímpicos que tendrían lugar ese verano en Los Ángeles. Oficialmente, la razón fue la seguridad de los deportistas de ese país. La opinión pública pensaba, no obstante, que el verdadero motivo era la respuesta, diferida, al boicot de 65 países, dirigido por Estados Unidos, cuatro años antes a los Juegos de Moscú. En total 18 países renunciaron a participar en los Juegos de 1984, la mayoría de la órbita soviética, además de la propia URSS, Bulgaria, Alemania del Este, Mongolia, Vietnam, Laos, Checoslovaquia, Afganistán, Hungría, Polonia, Yemen del Sur, Cuba, Etiopía, Corea del Norte y Angola. Otros tres no acudieron por otros motivos, Libia, Irán y Albania. Hubo tres países comunistas que no secundaron la llamada soviética, Rumanía, China y Yugoslavia. Pese al boicot, hubo 140 países participantes en Los Ángeles, el mayor número hasta entonces.
En atletismo, la ausencia de los países del Este, se dejó sentir sobre todo en la categoría femenina y en los lanzamientos masculinos. Un dato importante para poner en valor el atletismo de estos países son los resultados de los Campeonatos del mundo de 1983, donde los países ausentes en los Juegos obtuvieron en categoría masculina 28 medallas, 9 de oro, y 34 en categoría femenina, 12 de oro. Pese a tan importantes ausencias, los Juegos de los Ángeles resultaron un éxito tanto organizativo como deportivo. Hubo dos plusmarcas mundiales, en el relevo 4 x 100 m masculino y en el decatlón, esta igualada, y otras catorce olímpicas, ocho en carreras masculinas y seis en pruebas femeninas. Para la historia han quedado los cuatro oros del estadounidense Carl Lewis(1961), igualando el logro de su compatriota Jesse Owens (1913-1980) en 1936, la irrupción del joven brasileño Joaquim Cruz (1963) en los 800 m, la resurrección del británico Sebastian Coe (1956) en los 1500 m, la consolidación del marroquí Said Aouita (1959) en los 5000 m, el segundo oro del entonces invencible estadounidense Edwin Moses(1955) en 400 m vallas, el duelo en decatlón entre el británico Daley Thompson (1958) y el alemán Jürgen Hingsen (1958), la victoria de la veterana rumana Maricica Puică (1950) en los 3000 m, tras la caída de la gran favorita la local Mary Decker (1958) o el sorprendente doblete con excelentes registros de la estadounidense Valery Brisco-Hooks (1960) en 200 y 400 m.
Las pruebas de atletismo tuvieron lugar entre los días 3 y 12 de agosto en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, construido en 1923 y que previamente había albergado los Juegos Olímpicos de 1932. En 1984 tenía un aforo de 93 607 espectadores. El dominador absoluto del atletismo fue Estados Unidos con 40 medallas, 16 de oro, muy por delante de Alemania, 11 metales, 4 oros.
La gran estrella del atletismo en los Juegos de los Ángeles fue Carl Lewis. Lewis preparó la competición para igualar los cuatro oros olímpicos de Jesse Owens en Berlín en 1936, en las pruebas de 100, 200 m, salto de longitud y relevo 4 x 100 m. En el hectómetro tenía, con 9.97 del año anterior, el mejor registro al nivel del mar, tan solo superado por sus compatriotas Calvin Smith (1961), 9.93 el año anterior, y por el campeón olímpico de 1968 Jim Hines (1946), 9.95, tiempos ambos conseguidos a más de 2000 m de altitud. En el Mundial del año anterior, Lewis se había impuesto con mucha facilidad a Calvin Smith, que solo se había podido clasificar para los Juegos en el relevo. En los 200 m, Lewis se había prodigado menos, pero contaba con el segundo mejor tiempo de siempre, el mejor al nivel del mar, 19.75 y parándose, a 0.03 de la plusmarca mundial del italiano Pietro Mennea (1952-2013). En el salto de longitud, la superioridad de Lewis era aun mayor, con nada menos que seis saltos por encima de 8.70 m, dos de 8.79 m, uno en pista cubierta ese mismo 1984, uno de 8.76 m y otros tres de 8.71 m.. El estadounidense hizo buenos los pronósticos y se hizo con los cuatro oros, mostrando una gran superioridad. Ganó los 100 m con 9.99, 0.20 menos que su compatriota Sam Graddy (1964), en los 200 m superó, con 19.80, la plusmarca olímpica, con una ventaja de 0.16 sobre otro estadounidense, Kirk Baptiste (1962-2022). En el salto de longitud, pese a realizar solo dos saltos, se impuso con 8.54 m, 0.30 más que el australiano Gary Honey (1959) y el italiano Giovanni Evangelisti (1961). En el relevo 4 x 100 m, el equipo estadounidense con Sam Graddy, Ron Brown (1961), Calvin Smith y el propio Carl Lewis no dio opción y se hizo con la victoria con plusmarca mundial de 37.83, 0.89 menos que Jamaica. El último parcial, de Lewis, fue de 8.94.
En los 400 m se esperaba la victoria del estadounidense Antonio McKay (1964), ganador de las pruebas de selección olímpica con 44.71. Pero según fue transcurriendo el camino a la final, las cosas no parecían tan claras. McKay fue el mejor en los cuartos de final con 44.72, mientras su compatriota Alonzo Babers(1961) hacía marca personal de 44.75. En la segunda semifinal, McKay se vio sorprendido por el atleta de Costa de Marfil Gabriel Tiacoh (1963-1992), que ganó con 44.64, mientras McKay con 44.92 era tercero. Mención especial se merece la actuación del jamaicano Bert Cameron (1959), el campeón del mundo el año anterior. Con 150 m de carrera sufrió una lesión muscular que lo obligó a pararse, dudó pero decidió continuar con sus rivales a 10 m. Parecía imposible la remontada, pero sorprendentemente consiguió llegar cuarto, con 45.10 y clasificarse, si bien no pudo disputar la final, donde saltó la sorpresa con la victoria de Alonzo Babers. Babers corrió en unos excelentes 44.27, a 0.01 de la mejor marca al nivel del mar del cubano Alberto Juantorena (1950). Junto con Sunder Nix (1961) y Ray Armstead (1960), Babers y McKay formaron parte del equipo de Estados Unidos que ganó el relevo 4 x 400 m, con 2:57.91, segundo mejor tiempo de siempre en aquel momento y mejor marca al nivel del mar, con cuatro equipos por debajo de 3:00.00. Babers corrió la tercera posta en unos magníficos 43.75. Ingeniero aeronáutico militar de profesión, Babers dejó ese mismo año el atletismo para unirse a la fuerza aérea.
Tras dos años con problemas físicos graves, el plusmarquista mundial de los 800 m, 1:41.73, y campeón mundial de 1500 m, el británico Sebastian Coe, volvía a unos Juegos Olímpicos. Su estado de forma era una incógnita, aunque parecía recuperado. En los 800 m se mostró no demasiado lejos de su mejor versión. No obstante, no pudo hacer nada ante el fenómeno brasileño Joaquim Cruz. Cruz realizó una competición impecable con victorias en cada una de las rondas, cada vez con un tiempo más rápido 1:45.66, 1:44.84, 1:43.82 y finalmente plusmarca olímpica de 1:43.00 en la final. Coe lo intentó pero el poderío del brasileño resultó inabordable. Fue plata con 1:43.64. El anterior campeón olímpico, el también británico Steve Ovett (1955) terminó el último con problemas respiratorios. La buena actuación de Coe en las dos vueltas probablemente le dio una motivación extra para la prueba de 1500 m, donde su mayor rival era otro atleta de las Islas, el campeón de Europa y del mundo Steve Cram(1960). En una rápida final, rota por el plusmarquista español José Manuel Abascal (1958), la victoria de Coe fue incontestable, 3:32.53, nueva plusmarca olímpica. Sigue siendo el único atleta con dos oros olímpicos en esta prueba.
Los 5000 m fueron para la emergente estrella marroquí Said Aouita. Aouita era poseedor de las mejores marcas del año tanto en 1500 m, 3:31.54, como en 5000 m, 13:04.78. Optó por la prueba más larga, en la que obtuvo una gran victoria con 13:05.59, nueva plusmarca olímpica. En los 10 000 m se esperaba que el portugués Fernando Mamede(1951),que poco antes había hecho plusmarca mundial con 27:13.81, dejase atrás sus problemas en la alta competición, y confirmase en Los Ángeles su superioridad cronométrica. Pero, una vez más, esto no sucedió. Tras vencer cómodamente en su semifinal, abandonó en la mitad de la final, que se había pasado en 14:18.84. El ritmo en la segunda parte de la carrera cambió completamente con el acelerón del finlandés Martti Vainio (1950), que solo pudo resistir el italiano campeón de Europa y del mundo Alberto Cova (1958). Cova hizo valer su gran final y venció con 27:47.54, 3.56 menos que el finlandés. Este acabaría descalificado al descubrirse restos de anabolizantes en su orina. El portugués que no falló fue Carlos Lopes (1947). Subcampeón olímpico de 10 000 m en 1976 y campeón mundial de campo a través ese mismo 1976 y en 1984, ganó brillantemente el oro en maratón con plusmarca olímpica de 2h09:21. Aunque hoy es habitual, entonces llamó mucho la atención que un atleta de 37 años se pudiese mantener en lo más alto.
En las vallas altas el estadounidense Roger Kingdom (1962), que había sido tercero en las pruebas de selección, derrotó a su compatriota campeón del mundo Greg Foster (1958). En las vallas intermedias Edwin Moses obtuvo su segunda victoria olímpica, tras la de 1976. El boicot estadounidense a los Juegos de 1980 lo privó de otro oro seguro. Segundo fue el joven de 18 años Danny Harris (1965), que superó al campeón de Europa, el alemán Harald Schmid (1957). En una trepidante final de obstáculos, el acelerón final del keniano Julius Korir (1961) le permitió con 8:11.80 imponerse en la final.
Las pruebas de marcha fueron una fiesta mexicana con las victorias de Ernesto Canto (1959-2020) en los 20 Km, 1h23:13, y de Raúl González (1952) en los 50 Km, 3h47:26, tras haber sido segundo en la distancia más corta. Los tiempos en ambos casos fueron plusmarcas olímpicas.
En las carreras es probable que sin el boicot apenas hubiese habido modificaciones, no ya en los oros, sino en el podio. Tal vez la mejor opción entre los ausentes fuese la del obstaculista polaco Bogusław Mamiński (1955), subcampeón del mundo, que terminó esa temporada con segunda mejor marca del año, 8:09.18. En los concursos, los resultados, salvo en la longitud, probablemente habrían sido diferentes, si bien tan solo los entonces recientes plusmarquistas mundiales el ucraniano, entonces soviético, Sergei Bubka (1963), 5.90 m en salto con pértiga, el alemán del Este Uwe Hohn (1962), 104.80 m en el lanzamiento de jabalina (modelo antiguo) y el ruso, entonces soviético, Yuriy Sedykh (1955-2021), 86.34 m en el lanzamiento de martillo, parecían claramente superiores a los que finalmente fueron oro olímpico. En este último caso habría que añadir al resto de los lanzadores de martillo de élite soviéticos.
En el salto de altura tuvo lugar un gran duelo entre el plusmarquista mundial, 2.39 m, el chino Zhu Jianhua (1963), el alemán Dietmar Mögenburg (1961) y el sueco Patrick Sjöberg (1965), resuelto a favor del segundo con 2.35 m. En el salto con pértiga, ausente Bubka, se produjo un duelo francoestadounidense, resuelto a favor del francés Jean Pierre Quinon (1962-2011), con 5.75 m. En la final de triple salto hubo sorpresa. Sin rivales soviéticos, el gran favorito era el estadounidense Mike Conley (1962) , vencedor en las pruebas de selección con 17.50 m. Un primer salto de 17.36 m, a 0.03 m de la plusmarca olímpica, parecía dejar sin opciones a sus rivales. Sin embargo, el día de la final solo pudo llegar a 17.18 m, y se vio superado por su compatriota Al Joyner (1960), con 17.26 m, su mejor marca de entonces. En el lanzamiento de peso el italiano Alessandro Andrei (1959) derrotaba con 21.26 m a los estadounidenses Michael Carter (1960) y David Laut (1956-2009), sobre el papel superiores al italiano. Lo mismo sucedió en el lanzamiento de disco, donde el alemán Rolf Danneberg (1953) se imponía a los estadounidenses Mark Wilkins (1950) y John Powell (1947-2022), ambos acreditados por encima de 70 metros. En el lanzamiento de martillo, sin la escuela soviética, el oro fue para el finlandés Juha Tiainen (1955-2003), con 78.08 m. Otro finlandés, Arto Härkönen (1959), se llevó la victoria en el lanzamiento de jabalina, con 86.76 m.
En el decatlón, como había sucedido en el Europeo de 1982 y en el Mundial de 1983, tuvo lugar un gran duelo entre Daley Thompson y Jürgen Hingsen, que en aquel momento tenía la plusmarca mundial. Thompson volvió a derrotar a su rival, consiguiendo su segundo oro olímpico e igualando la mejor puntuación del alemán.
En la categoría femenina, respecto al programa de 1980 se añadieron tres pruebas, que ya se habían incluido en el Europeo de 1982 y en el Mundial de 1983, los 3000 m, el maratón y los 400 m vallas. En aquel momento, el atletismo femenino estaba dominado por los países del Este, la mayoría ausentes en Los Ángeles. Años después de confirmó lo que ya entonces se sospechaba, que había un programa estatal de uso de sustancias prohibidas. Como se vio cuatro años después, con la final olímpica de los Juegos de Seúl, el uso de esas sustancias no se limitaba, desgraciadamente, a un territorio geográfico. En cualquier caso, más de una atleta campeona olímpica en Los Ángeles es probable que no hubiese estado en el podio de haber tomado parte todos los países.
Sin la oposición de las alemanas del Este Marlies Göhr (1958) y Marita Koch (1957), la estadounidense Evelyn Ashford (1957) obtuvo una victoria relativamente cómoda en 100 m on 10.97, plusmarca olímpica. El año anterior su duelo con las alemanas en la final del Mundial se había frustrado por una lesión muscular de la estadounidense durante la carrera. Ashford era la plusmarquista mundial del hectómetro con 10.79, pero conseguida en altitud, mientras Göhr acreditaba 10.81. Las dudas quedaron disipadas en Zúrich poco después de la final olímpica. Ashford realizaba con 10.76 una nueva plusmarca mundial, con una ventaja de 0.08 sobre la alemana. Lo que entonces no sabía la estadounidense es que había corrido embarazada de su hija Raina Ashley Washington. Ashford ganó otro oro con el equipo de los Estados Unidos en el relevo 4 x 100 m, con 41.65.
En los 200 y los 400 m sorprendió el doblete de la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960), con sendas plusmarcas olímpicas. Hasta ese año de 1984 su rendimiento no hacía esperar su actuación en Los Ángeles. Su mejor previa a ese año en los 200 m era 23.10. Esa temporada decidió entrenarse también para 400 m. En las pruebas de selección ganó los 200 m con 22.16 y fue segunda, tras Chandra Cheeseborough (1959), con 49.79, mientras la ganadora hacía 49.28, plusmarca de Estados Unidos. En los Juegos se mostró muy superior con victorias en 21.81 en 200 m, a 0.10 de la plusmarca mundial de la alemana Marita Koch, y 48.83 en los 400 m, a 0.84 de la plusmarca mundial de la entonces checoslovaca Jarmila Kratochvilová (1951). Este tiempo la convertía en la cuarta mejor atleta de siempre en aquel momento. En el relevo 4 x 400 m Brisco consiguió su tercer oro, con un tiempo del equipo estadounidense de 3:18.29, nueva plusmarca olímpica. Cheeseborough también se hacía con su tercera medalla, tras su plata en 400 m y su oro en el relevo 4 x 100 m. Sin embargo, Brisco no volvió a tener un momento deportivo como en Los Ángeles. Ya en las reuniones posolímpicas resultó ampliamente derrotada por las alemanas del Este. No sabremos si Brisco habría podido plantarles cara en los Juegos. La subcampeona olímpica de 200 m, la también estadounidense Florence Griffith (1959-1998), sorprendería al mundo atlético cuatro años más tarde con unos registros estratosféricos.
La rumana Doina Melinte (1956) se impuso en los 800 m, con 1:57.60, 1.03 menos que la segunda clasificada, la estadounidense Kim Gallagher (1964-2002). Melinte, acreditada en 1:55.05 (1982), llegó a Los Ángeles con una mejor marca del año de 1:56.53, que acabó siendo la cuarta de esa temporada, superada por tres soviéticas. Fue además segunda en los 1500 m, batida por la italiana Gabriella Dorio (1957), acreditada en 3:58.65 (1982). Dorio había sido sexta en la final olímpica de 1976 y cuarta en la de 1980. En la final de 800 m de Los Ángeles también ocupó la cuarta posición. Ese 1984 no bajó de cuatro minutos, sin embargo, derrotó a dos atletas que sí lo habían hecho, la mencionada Doina Melinte y otra rumana, Maricica Puică (1950), que al día siguiente ganó un polémico 3000. Seis soviéticas correrían ese año en menos de cuatro minutos.
Maricica Puică se hizo con un inesperado, al menos para la prensa, oro olímpico en 3000 m. En esta distancia, olímpica por primera vez, participaba una de las atletas más mediáticas del momento, la estadounidense Mary Decker (1958). Doble campeona mundial de 1500 y 3000 m, había renunciado a la distancia más corta, donde había resultado derrotada en las pruebas de selección por Ruth Wysocki (1957). Decker acreditaba 8:29.71 (1982). A priori su gran rival parecía la joven surafricana, nacionalizada británcia, Zola Budd (1966), con una mejor marca personal, de ese año, de 8:37.5. A los 1700 m de carrera, con Budd en la cabeza, pero sin proteger la cuerda, Decker intentó adelantarla por dentro, pero tropezó y se cayó en la hierba. No pudo continuar. El público comenzó a abuchear a Budd, que realizó la última vuelta en 1:17 y acabó séptima, mientras Puica se iba rauda a la meta, hasta conseguir un gran triunfo en 8:35.96.
Otra distancia que se disputó en Los Ángeles por primera vez en unos Juegos fue el maratón, con una gran victoria de la estadounidense Joan Benoit (1957), con 2h24:52, por delante de la noruega Grete Waitz (1953-2011) y de la portuguesa Rosa Mota(1957). Pero tal vez la imagen de los Juegos fueron los últimos metros de la suiza Gaby Andersen (1945), que entró tambaleándose en el estadio, aquejada de un golpe de calor. Consiguió terminar en el puesto 37º, con 2h48:42
En los 100 m vallas, la ganadora, con 12.84, la estadounidense Benita Fitzgerald (1961) se vio superada en la lista mundial del año por diez atletas que no acudieron a los Juegos. En los primeros 400 m vallas olímpicos femeninos, tuvo lugar un hecho histórico, el primer oro de una mujer de un país musulmán, la marroquí Nawal El Moutawakel (1962) con 54.61. En la lista mundial del año la precedieron cinco soviéticas. El Moutawakel, que había estudiado en Estados Unidos, se convirtió en una celebridad en su país, donde acabó siendo Ministra de Deportes en 2007.
El salto de altura, ausente la campeona del mundo, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958), mostró un gran duelo entre dos campeonas olímpicas, la alemana Ulrike Meyfarth (1956), oro en 1972, y la italiana Sara Simeoni (1953), resuelto a favor de la primera por dos centímetros, en 2.02 m, nueva plusmarca olímpica. La rumana Anişoara Cuşmir (1962) ganó en el salto de longitud. Acreditada en 7.27 m ese año, tan solo resultó superada en la lista mundial por la alemana Heike Daute (1961), posteriormente Dreschler, y la eslovaca, entonces soviética, Galina Christyakova (1962), con 7,29 m. Tanto en el lanzamiento de peso como en el de disco, las ganadoras, la alemana Claudia Losch (1960) y la neerlandesa Ria Stalman (1951) habrían tenido muy complicada su presencia en el podio con las mejores en liza. En el lanzamiento de jabalina, ausente la alemana del Este Petra Felke (1959), mejor marquista del año, el oro parecía entre la finlandesa campeona del mundo Tiina Lillak (1961) y la británica Fatima Whitbread (1961), ambas acreditadas en más de 70 metros. Sin embargo, otra británica, Tessa Sanderson (1956) dio la sorpresa y obtuvo la victoria con 69.56 m, su mejor marca y plusmarca olímpica. En el heptatlón tampoco estuvieron las mejores. Se impuso la australiana Glynis Nunn (1960) a una entonces poco conocida atleta estadounidense llamada Jackie Joyner (1962), que daría mucho que hablar en los años siguientes.
Los boicots a los Juegos de 1980 y de 1984 hicieron temer lo peor para el Movimiento Olímpico. Afortunadamente en final de la Guerra Fría y los buenos oficios del presidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch (1920-2010) hicieron que las ausencias masivas de los Juegos se terminasen y que el Movimiento Olímpico continuase creciendo.
El 12 de septiembre tenía lugar en Atenas el primer maratón femenino en un campeonato de Europa. Cuando se llevaban 35 kilómetros, tres atletas lideraban la prueba, la noruega Ingrid Kristiansen (1956), acreditada en 2h30:08 y gran favorita, la italiana Laura Fogli (1959), con una mejor marca de 2h34:48 y una atleta portuguesa llamada Rosa Mota (1958), que nadie se esperaba que estuviese en el grupo de cabeza a esas alturas de la prueba. Era su primer maratón. La Federación de su país le había permitido participar con la condición de que lo hiciese también tres días antes en la final de los 3000 m, que también se celebraban por primera vez en un Europeo femenino. Mota había sido décimo segunda, con 9:04.82, a más de medio minuto de la ganadora, la rusa, entonces soviética, Svetlana Ulmasova (1953-2009).
Rosa María Correia dos Santos Mota había nacido en Foz, un suburbio de Oporto, el 29 de junio de 1958. Comenzó a practicar atletismo en la escuela en 1975. Se unió a un club local de Foz, donde no había pista. En 1980 conoció a José Pedrosa, médico de profesión, que sería su entrenador durante toda su carrera y, lógicamente, también se encargó de sus aspectos médicos. Fue precisamente Pedrosa, convencido de que Mota podría hacer un gran papel en el primer maratón de un Europeo, el que presionó a la Federación portuguesa para que permitieran que corriese la distancia. Había en Portugal un cierto miedo atávico al maratón desde los Juegos Olímpicos de 1912, en que el joven corredor portugués Francisco Lázaro (1891-1912) se murió de un golpe de calor mientras disputaba el maratón olímpico. En el kilómetro 35 del Europeo, Mota comenzó a darle la razón a su entrenador, cuando fue capaz de despegarse de Fogli y de Kristiansen. Consiguió llegar en solitario al estadio de Atenas, donde se proclamó campeona de Europa con 2h36:08, 25 segundos menos que la italiana y 35 menos que la noruega.
La victoria de Atenas fue el inicio de una exitosísima carrera deportiva en la prueba más larga. A lo largo de los siguientes nueve años, Mota tomaría parte en otros diecinueve maratones, de los que terminaría diecisiete y ganaría trece. En 1983 corrió tres maratones y en los tres hizo marca personal. En primavera fue primera en Rotterdam con 2h32:27. En agosto llegó a Helsinki, con la intención de entrar en el podio del maratón del primer campeonato del mundo. Realizó 2h31:50, pero ocupó la cuarta posición a 37 segundos de las medallas, en una carrera ganada brillantemente por la noruega Grete Waitz (1953-2011). Mota terminó el año con otra victoria en Chicago, con 2h31:19. No volvió a competir hasta el maratón olímpico de 1984, el 5 de agosto. Tres atletas parecían superiores a ella, la estadounidense Joan Benoit (1957), mejor marquista mundial (no se reconocieron plusmarcas mundiales en maratón hasta 2003) con 2h22:43 y las noruegas Grete Waitz e Ingrid Kristiansen. Benoit ganó brillantemente con 2h24:52, casi un minuto y medio mejor que Waitz, mientras Mota se colaba en el podio con mejor marca personal de 2h26:57, por delante de Kristensen. Ese otoño, la portuguesa volvía a mejorar hasta 2h26:01, al ganar el maratón de Chicago. A Chicago volvió en 1985 para disputar su séptimo maratón y mejorar por séptima vez, hasta 2h23:29, que sería su mejor marca de siempre. Pese a su gran tiempo se vio superada por Joan Benoit, que con 2h21:21 también hacía su mejor marca de siempre, y por la reciente mejor marquista mundial con 2h21:06, Ingrid Kristiansen, 2h23:05.
En 1986, tras hacer 2h27:15 e imponerse en el maratón de Tokio, acudió a su segundo Europeo. Su rival más peligrosa era Ingrid Kristiansen, pero optó por los 10 000 m, que se celebraban por primera vez en los campeonatos, donde obtuvo una fácil victoria. Ausente la noruega, no había nadie que le pudiese disputar el oro a Mota, que ganó con 2h28:38, 4:14 menos que Laura Fogli, que fue segunda. En 1987 siguió el mismo esquema competitivo, con triunfo en Boston en primavera, 2h25:21 y una resonante victoria en el campeonato del mundo de Roma, donde obtuvo el oro con 2h25:17, con más de siete minutos de ventaja sobre la segunda clasificada, la kazaja, entonces soviética, Zoya Ivanova (1952).
Rosa Mota había ganado dos Europeos y un Mundial. Ansiaba la triple corona con el oro olímpico. Y el oro llegó en los Juegos de Seúl de 1988. Anteriormente esa temporada había ganado el maratón de Boston, 2h24:30, si bien no era la mejor marca del año. La australiana Lisa Martin (1960) había realizado en Osaka 2h23:51. Las dos estaban, junto a la alemana Katrin Dörre (1961) en cabeza a falta de 5 kilómetros para la conclusión del maratón olímpico. En ese momento Mota cambió de ritmo y ninguna de sus rivales pudo seguirla. Cruzó la meta, y consiguió la triple corona, con 2h25:40, 13 segundos menos que Martin y 41 menos que Dörre.
En 1989 comenzaron a aparecer problemas físicos, que hasta entonces Mota había esquivado. En 1980 había tenido problemas respiratorios. La habían diagnosticado de asma de esfuerzo, pero adecuadamente tratada por Pedrosa, pudo seguir compitiendo y progresando. En ese año posolímpico comenzó con alteraciones del nervio ciático. Abandonó en el maratón de Osaka y fue segunda en Los Ángeles, con 2h35:27, su tiempo más lento desde su victoria en el Europeo de 1982. En 1989 consiguió recuperarse. Ganó en Osaka, 2h27:47, Boston 2h25:24, y consiguió su tercer oro europeo, 2h31:27, tan solo 5 segundos menos que la rusa, entonces soviética, Valentina Yegorova (1964).
En 1990 Rosa Mota, ya con 32 años, ganaba su último gran campeonato. En 1991 aún pudo ganarla Copa del Mundo, que entonces se celebraba independiente del Mundial, en Londres, con 2:26:14, pero poco después los problemas físicos ya no la abandonaron. No terminó en el Mundial de 1991 ni en el maratón de Londres de 1992. Su objetivo de participar en sus terceros Juegos Olímpicos no pudo materializarse. Ya no volvió a tomar parte en un maratón. Sus intentos por recuperarse fueron infructuosos.
Poco después, en 1995, resultó elegida para el Parlamento de Portugal. La retirada de Mota no dejó huérfano al fondo femenino portugués. Un buen grupo de corredoras siguió obteniendo buenos resultados en los grandes campeonatos. Así, Aurora Cunha (1959) fue capaz de correr la distancia en 2h28:11. Albertina Dias (1965) fue campeona mundial de campo a través en 1993. Manuela Machado (1963) fue campeona del mundo de maratón en 1995 y de Europa en 1994 y 1998. Fernanda Ribeiro (1969) fue campeona olímpica de 10 000 m en 1996, mundial en 1995 y europea en 1994, además de campeona del mundo de campo a través en 1996.
Como cuenta Emilio Navaza (1948) en su blog Vida atlética de Galicia y en su libro Más allá de la meta, Rosa Mota dejó un gran recuerdo en Santiago de Compostela. En 1980, siendo una desconocida, había sido tercera en la Carrera Popular de la ciudad. En 1981 ganó en la categoría femenina y repitió el triunfo en 1982, siendo ya campeona de Europa. Volvió en 1987, como campeona del mundo, y no tuvo rival. Mota también fue la vencedora de la San Silvestre de São Paulo de 1981 a 1986. Ningún atleta, hombre o mujer, aparte de Rosa Mota, ha ganado tres Europeos en maratón ni la triple corona. Con razón en su país es un auténtico mito.