El primer maratón olímpico femenino

La reciente mejor marca mundial de maratón en una carrera exclusivamente femenina de la keniana Mary Keitany (1982), 2h17:01 en Londres, es superior a la mejor marca del plusmarquista mundial en los años 50, el británico Jim Peters (1918-1999), cuyo colapso en los Juegos de la Commonwealth de 1954 precipitó su retirada. En aquellos años, era absolutamente impensable que una mujer pudiese correr maratón. Se consideraba que el cuerpo femenino no podría soportar un esfuerzo tan duro. Hoy el programa olímpico femenino es muy similar al masculino, con la excepción de los 50 Km marcha. Cuando comenzó el atletismo olímpico femenino, en 1928, las únicas carreras programadas fueron los 100, los 800 m y los relevos 4 x 100 m. Tras la disputa de la final de 800 m, el esfuerzo láctico pasó factura a algunas de las finalistas, lo que aprovecharon algunos para reafirmarse en que las mujeres no deberían correr pruebas más largas de 200 m. La IAAF tomó nota y eliminó cualquier carrera mayor de 200 m en categoría femenina. De este modo los 800 m no se volvieron a disputar en unos Juegos hasta 1960, los 400 m se introdujeron en 1964 y los 1500 m en 1972. Para 1984 estaba prevista la disputa del primer maratón olímpico femenino. Curiosamente coincidiría con el primer 3000 olímpico femenino. Los 3 Km ya se habían corrido en el Europeo de 1978, pero el COI fue remiso a introducirlos en 1980.

La participación femenina en el maratón estuvo rodeada de polémica, como no podía ser de otra manera, dada la mentalidad de la época. La estadounidense Kathrine Switzer (1947), inscrita como KV Switzer, fue la primera mujer en terminar con dorsal el maratón de Boston, en 1967. Clásica es la fotografía en que los oficiales de la carrera, al comprobar su condición de mujer, tratan de arrancarle el dorsal. Su tiempo fue aproximadamente 4h20. Una hora antes había llegado otra mujer, Bobbi Gibb (1942), que había corrido sin dorsal. En los años 70, los grandes maratones comenzaron a hacer oficial la participación de mujeres. La primera mujer en correr en menos de 3 horas fue la estadounidense Elizabeth Bonner (1952-1998), que realizó 2h55:22 el 19 de septiembre de 1971, en Nueva York. Siete años más tarde, en el mismo maratón, inscribía su nombre por primera vez una de las mejores fondistas de la historia, la noruega Grete Waitz (1953-2011).

Grete Waitz (nacida Andersen, el 1 de octubre de 1953 en Oslo) comenzó practicando 400 y 800 m, las distancias más largas oficiales entonces, en su época junior. Fue olímpica en 1500 m en 1972 y 1976. En 1974 había sido bronce en esta distancia en el campeonato de Europa. En 1975 estableció la plusmarca mundial de 3000 m con 8:46,6, que mejoró al año siguiente con 8:45,4. En esta distancia logró su mejor tiempo en 1979, con 8:31,75. 1978 fue el año en que pasó de ser una buena fondista a una fondista excepcional. En la temporada invernal se proclamó campeona mundial de campo a través, título que repetiría en 4 ocasiones (1979, 1980, 1981, 1983), con 2 bronces en 1982 y 1984. En el Europeo al aire libre de Praga fue 5ª en 1500 m, con 4:00,55, su mejor marca, y bronce en 3000 m. El 22 de octubre, en Nueva York, corría su primer maratón. La experiencia no pudo ser más positiva, pues ganó con 2h32:29, más de 2 minutos menos que la anterior plusmarca mundial. Esta fue la primera de sus plusmarcas. Superaría otras tres más, la última 2h25:28, en Londres el 17 de abril de 1983. Nueva York pudo ver su victoria en nueve ocasiones, la última en 1988. No participó en los Juegos de Moscú 1980, pues Noruega se había unido al boicot de Estados Unidos, ni en el primer maratón del Campeonato de Europa de 1982. Fue la primera campeona del mundo en Helsinki 1983. Con este historial era una de las dos grandes favoritas para el oro olímpico.

La otra gran favorita era la estadounidense Joan Benoit Samuelson (Cambridge, Maine, 16 de mayo de 1957). Benoit había superado la última plusmarca de Waitz, 2h25:28 (Londres, 17 de abril de 1983), al día siguiente. La estadounidense realizó en Boston 2h22:43, más de 2 minutos de diferencia.  Benoit había empezado a correr como recuperación de una fractura haciendo slalom. Corrió su primer maratón en 1978, en Bermuda, con un tiempo de 2h50:54. En 1979 ganó el maratón de Boston con 2h35:15, plusmarca de la competición. Muy propensa a las lesiones, en 1981 se sometió a cirugía del tendón de Aquiles. Al año siguiente, en Eugene, bajaba por primera vez de 2h30:00, con unos excelentes 2h26:12, mejor marca mundial de ese año. Tras su plusmarca mundial no compitió en el Mundial de Helsinki para preparar el maratón olímpico. El inapelable maratón de selección olímpica se celebraba en Olympia, la pequeña capital del estado de Washington, el 12 de mayo. Tan solo 17 días antes Benoit hubo de someterse a una artroscopia de rodilla. Tras una rapidísima recuperación se impuso con 2h31:04. Ahora tenía casi 3 meses para seguir preparando los Juegos.

Aunque Waitz y Benoit eran las dos grandes favoritas, otras dos atletas también contaban para los pronósticos, la noruega Ingrid Kristiansen (1956) y la portuguesa Rosa Mota (1958). Ingrid Kristiansen (nacida Christensen el 21 de marzo de 1956 en Trondheim), una antigua esquiadora olímpica en 1976,  había sido medalla de bronce en el Europeo de 1982. Bajó por primera vez de 2h30 en el año olímpico de 1984, 2h27:51 (Houston, 15 de enero). El 13 de mayo ganó el maratón de Londres con unos sorprendentes 2h24:26, lo que la convertía en candidata al podio olímpico. El 28 de junio se había hecho con la plusmarca mundial de 5000 m, entonces no olímpica, 14:58,89, primer sub15 de la historia. Por su parte, Rosa Maria Correia dos Santos Mota (Oporto, 29 de junio de 1958) nunca había bajado de 2h30, pero era la campeona de Europa y había sido 4ª en el Mundial de Helsinki. Su mejor marca era 2h31:12, que le había servido para ganar en Chicago en 1983.

El primer maratón olímpico femenino de la historia tuvo lugar en Los Ángeles el 5 de agosto de 1984 a las 8 de la mañana. La temperatura a esa temprana hora era de 25º, lo que apuntaba un día muy caluroso. Esto hacía esperar una táctica conservadora, pronóstico que saltó por los aires en el Km 4, cuando Joan Benoit decidió marcharse en solitario con 38 Km por delante. Progresivamente fue dejando a sus perseguidoras cada vez más atrás. Su ventaja era de 51 segundos en el Km 15 y de 1:51 en el 25. Su paso por el medio maratón fue de 1h11:54, un tiempo rapidísimo. En el Km 32, Grete Waitz decidió intentar alcanzar a la estadounidense, pero 3 Km más tarde, la ventaja solo se había reducido a 1:31, 3º era Ingrid Kristiansen a 1:51 y 4ª Rosa Mota a 2:00. Waitz solo pudo reducir la diferencia otros 5 segundos. Benoit se presentó en solitario en el Coliseum de Los Ángeles y se proclamó campeona olímpica con unos excelentes 2h24:52, mejor marca entonces en una carrera exclusivamente femenina. Waitz fue plata con 2h26:28 y Mota, que acabó muy fuerte los últimos 5 Km, se colgó el bronce con 2h26:57, marca personal por más de 4 minutos. Kristensen acabó perdiendo el bronce y fue 4ª con 2h27:34.

Por si la disputa del primer maratón olímpico femenino no fuese suficiente, hubo otro acontecimiento, dramático, por el que también se recuerda esta prueba. Mientras la ganadora celebraba su victoria, hizo su entrada en el estadio la corredora suiza Gaby Andersen (1945), una instructora de esquí residente en Idaho, acreditada en 2h33:25. La suiza entró en el estadio completamente deshidratada tambaleándose. Tardó 5:44 en recorrer el estadio hasta la meta, a la que llegó en el puesto 37 con 2h48:42. Trasladada a un centro sanitario, se recuperó en 2 horas. Su situación recordó a la del italiano Dorando Pietri (1885-1942) en los Juegos de Londres 1908, que había llegado el primero al estadio pero no pudo alcanzar la meta.

Al año siguiente de su victoria en LA, Benoit realizó su mejor marca de siempre, 2h21:21 el 20 de octubre en Chicago. No fue plusmarca mundial porque Kristensen había realizado ese mismo año 2h21:06, en Londres el 21 de abril. La plusmarca de la noruega tardó 13 años en superarse. Las lesiones no permitieron a Benoit más éxitos en grandes campeonatos, aunque en 1991 aún fue capaz de correr en 2h26:54. Kristensen acompañó su plusmarca de maratón con el tope universal de 10 000 m, 30:59,42 (Oslo, 27 de julio). No volvió, sin embargo, a participar ningún maratón de grandes campeonatos. Fue campeona de Europa (1986) y mundial (1987) de 10 000 m y mejoró sus plusmarcas mundiales en pista a 14:37,33 y 30:13,74, ambas en 1986. En 1988 fue campeona mundial de campo a través.

Grete Waitz trató de ganar el título olímpico en Seúl, 1988, pero tuvo que abandonar por problemas físicos. Aún siguió compitiendo hasta principios de los 90. Falleció el 19 de abril de 2011, de cáncer. Aunque el Gobierno de Noruega había ofrecido a la familia un funeral de estado, estos prefirieron una ceremonia privada.

En cuanto a Rosa Mota, en los años siguientes demostró una enorme capacidad competitiva. Repitió título europeo en Stuttgart en 1986, ganó el Mundial en 1987 y el maratón olímpico de 1988. En Split, en 1990, consiguió ganar el maratón del campeonato de Europa por tercera vez. Su mejor marca fue 2h23:29 (Chicago, 20 octubre 1985). Se retiró en 1992. Fue una habitual de la Carrera Pedestre de Santiago de Compostela, prueba que ganó 3 veces (1981, 1982 y 1987).

Con las marcas que realizan hoy día las mejores corredoras de maratón, resultan ridículos los prejuicios, basados en el pensamiento mágico, de hace más de 50 años acerca de la capacidad para correr maratón de una mujer. Hay que recordar que la plusmarca absoluta de maratón no son las 2h17:01 de Keitany, sino que pertenece a la británica Paula Radcliffe (1973), en una carrera mixta, con 2h15:25 (Londres, 13 de abril de 2003), tiempo que no está al alcance de cualquier hombre.

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9 años, 9 meses y 9 días, la historia de Edwin Moses (III)

Al finalizar 1986, Edwin Moses (1955) poseía las 9 mejores marcas de siempre: 47,02, 47,13, 47,14, 47,17, 47,27, 47,37, 47,37, 47,43 y 47,45. Sin embargo, además de su viejo rival Harald Schmid (1957) acreditado en 47,48 (1982), habían surgido nuevos atletas que amenazaban el reinado de Moses, principalmente el subcampeón olímpico Danny Harris (1965), 47,63 en 1985 y otro estadounidense, Andre Phillips (1959), 47,51 en 1986. En el número de junio de 1987 de Atletismo Español, Ignacio Romo firmaba un reportaje en el que analizaba la posibilidad, a su juicio muy probable, de que la impresionante racha victoriosa de Moses de casi 10 años tocase a su fin, no por su declinar, apenas perceptible, sino por el surgimiento de nuevos vallistas de enorme calidad.

En esta segunda parte de la década de los 80, el apabullante dominio de Moses se había hecho muy mediático. Sin embargo, no era único. El estadounidense Carl Lewis (1961) resultaba intratable en el salto de longitud, prueba en la que su última derrota databa de 1981, pero Lewis se prodigaba más en 100 y 200 m, donde ocasionalmente resultaba derrotado, especialmente desde la irrupción del canadientes Ben Johnson (1960). También el británico Daley Thompson (1958) dominaba el decatlón, con sendos oros olímpicos en 1980 y 1984, oro en los Europeos de 1982 y 1986 y en el Mundial de 1983, pero el decatlón se disputa pocas veces en la temporada. De modo que, pese a su coexistencia con otros grandes atletas, el caso de Moses resultaba excepcional.

A mediados de los 80, la empresa Unipublic, organizadora de competiciones deportivas y muy ligada al ciclismo, decidió expandir su mercado al atletismo. Fruto de ello fue, por ejemplo, la creación del club Larios, que integró a los mejores atletas españoles del momento y algunas grandes figuras extranjeras, y también la organización de reuniones de atletismo que contaban con los mejores atletas de entonces. Una de estas reuniones, que acabaría haciendo historia, se organizó en el estadio Vallehermoso de Madrid el 4 de junio de 1987. Vallehermoso, que se había inaugurado en 1961, albergó en 1969 la primera pista sintética española. En la actualidad está en pleno proceso de remodelación y se espera reinaugurarlo en verano de 2018. En aquel junio de 1987 albergó un enfrentamiento histórico entre Edwin Moses y Danny Harris. Los dos atletas no se habían vuelto a ver desde la final olímpica de 1984, que el primero había ganado con cierta facilidad. Moses había mantenido su alto nivel, pero Harris había progresado notablemente. Las diferencias entre ambos se habían acortado. En la carrera, Harris comenzó rapidísismo y estuvo delante de Moses hasta la penúltima valla, donde ambos se igualaron. Daba la sensación de que Moses se había colocado ligeramente delante, pero tropezó en la última valla, lo que le costó la carrera. Harris se impuso con 47,56, su mejor marca personal en aquel momento. Moses registró 47,69. 9 años, 9 meses y 9 días después de aquel 25 de agosto de 1977, Moses volvía a perder un 400 metros vallas.

 

La derrota afectó poco a Moses. El 27 de junio ambos atletas volvieron a encontrarse en los Campeonatos de Estados Unidos, que se celebraban en San José (California), selectivos para el Mundial de Roma. Moses se impuso con gran facilidad en 47,99, con Harris en segundo lugar con 48,70.

Tras su victoria en el campeonato de Estados Unidos, Moses volvió a su racha victoriosa en numerosas reuniones en Europa, aunque no llegó a la meta en una ocasión. El 11 de julio en París, en una pista empapada, tropezó y se cayó en la penúltima valla cuando iba destacado en primera posición. En cualquier caso, no mejoró su marca del año de Madrid. Harris tampoco consiguió correr más rápido que en Vallehermoso e, incluso, sufrió una derrota a manos de Harald Schmid. El alemán consiguió en agosto tres tiempos por debajo de 48,00 y se presentó en Roma con la segunda mejor marca del año, 47,60, tan solo 0,04 más que Harris. La final del Mundial se disputaba el 1 de septiembre. Por primera vez en muchos años Moses no era el incuestionable favorito. Tanto Harris como Schmid habían corrido más rápido que él ese año. Los tres se clasificaron fácilmente para la ronda definitiva. La final resultó la más igualada de la historia. Moses salía en la calle 3, Schmid en la 4 y Harris en la 5. Moses salió rapidísimo y llegó destacado a la última recta, pero Schmid y Harris, casi a la par, se fueron acercando. Moses aguantó y ganó con 47,46. Harris fue plata y Schmid bronce empatados a 47,48, que era la mejor marca de ambos, si bien en el caso del alemán igualada.

Al terminar 1987, Moses había conseguido las 10 mejores marcas de la historia. El siguiente tiempo correspondía a Schmid y a Harris. Moses había roto su racha de casi 10 años de imbatibilidad pero demostró su capacidad competitiva derrotando, con 32 años, a sus rivales en el mejor momento de ellos. El año olímpico de 1988 se preveía resolvería si el joven podía acabar con la jerarquía del veterano. Sin embargo las cosas resultarían bastante diferentes de lo que se pronosticaba. Nadie había prestado atención a otros dos atletas del 400 vallas que darían lo mejor de sí en el mejor escenario.

9 años, 9 meses y 9 días, la historia de Edwin Moses (II)

Para Harald Schmid (Hanau, estado de Hesse, República Federal de Alemania, 29 de septiembre de 1957) sus años como atleta debieron resultar algo frustrantes. Pese a sus grandes prestaciones nunca pudo volver a derrotar a Edwin Moses (1955). Schmid fue un excepcional vallista, 47,48, capaz de correr los 400 metros en 44,92 y los 800 en 1:44,83. En 1976, siendo junior, fue medallista de bronce en el 4 x 400 de los Juegos de Montreal. Tras su victoria ante Moses, no pudo repetir en la Copa del Mundo, donde se impuso el plusmarquista mundial, y  fue 3º, derrotado por otro alemán, Volker Beck (1956). En 1978, Schmid se proclamaba campeón de Europa de 400 metros vallas y relevos 4×400, pero ese año Moses había corrido más de medio segundo más rápido, 47,94 por 48,53. Ambos atletas se enfrentarían de nuevo en la Copa del Mundo de 1979, en Montreal, donde habían ganado sendas medallas 3 años antes. Schmid había superado la plusmarca europea con 47,85, pero a la hora de la verdad Moses no dio opción y se impuso con su mejor marca del año 47,53. El alemán entró en segundo lugar, a considerable distancia, con 48,71.

El año olímpico de 1980 representaba para Moses la oportunidad de emular a su compatriota Glenn Davis (1934-2009), oro en 1956 y 1960. Desgraciadamente el boicot estadounidense a los Juegos de Moscú frustró su objetivo. En cualquier caso se encargó de demostrar que era el mejor, con una nueva plusmarca mundial de 400 metros vallas, la tercera de su carrera. El 3 de julio, en Milán, registró 47,13, restando 0,32 a su antiguo tope mundial. Unos días antes había ganado fácilmente la prueba de selección olímpica de su país, si bien ya entonces el boicot era oficial. Alemania Occidental también decidió secundar el boicot, por lo que Harald Schmid también se quedó sin opciones. En Moscú, el ganador fue el alemán del Este Volker Beck, que se impuso con 48,70. Beck era un buen corredor de vallas, que ya había sido 2º en la Copa del Mundo de 1977. Acreditaba 48,53 (1979). No obstante, a la altura de 1980, estaba lejísimos de Moses.

 

Beck fue segundo en la Copa del Mundo de 1981, pero a gran distancia del ganador, nuevamente Edwin Moses, con 47,37. Unas semanas antes se había quedado a 0,01 de su plusmarca mundial al correr en 47,14. Moses se tomó 1982 como sabático, a lo que Schmid le sacó buen partido, pues lideró la lista del año con una nueva plusmarca europea de 47,48, conseguida en el campeonato continental de Atenas.

Moses volvió a la competición en 1983. Ese año se celebraba el primer campeonato del Mundo de atletismo. Tras el boicot africano a los Juegos de 1976 y el boicot occidental a los Juegos de 1980, los mejores atletas del mundo volvían a verse las caras. Tal vez Schmid pensaba que tras su excelente temporada el año anterior podría acercarse a Moses, pero el alemán no estaba en la forma de 1982 (en 1983 no bajó de 48,00) y el estadounidense no dio opción. Se impuso en la final del Mundial con 47,50, 1 segundo más rápido que el germano.

 

Unos días después de su oro en Helsinki, el 30 de agosto en Koblenza, Moses superaba su 4ª y última plusmarca mundial, al acercarse, con 47,02, a la barrera de los 47,00. Entonces Moses declaraba que sus objetivos para el futuro eran superar dicho límite, repetir título olímpico en 1984 y ser oro en 800 m en los Juegos de 1988. Del primero estuvo muy cerca, el segundo lo logró con cierta facilidad, pero el tercero ni lo intentó.

 

En 1984 Moses partía como gran favorito para el oro en los Juegos de Los Ángeles. Había ganado fácilmente en las pruebas de selección olímpica al sorprendente junior Danny Harris (1965), 47,76 por 48,11, que en semifinales había superado la plusmarca mundial de su categoría con 48,02. En Los Ángeles, Moses fue doble protagonista, pues resultó el elegido para pronunciar el juramento olímpico, lo que hizo con cierta dificultad pues olvidó parte del contenido. Mucho mejor le fue en la pista, donde se colgó su segundo oro olímpico. Su tiempo, 47,75. La plata fue para Harris (48,13) y el bronce para Schmid (48,19).

Moses no compitió en 1985. La lista mundial de ese año la encabezó Danny Harris con 47,63, su primer tiempo sub48. Moses volvió a liderar la lista de 1986, con 47,38. Harald Schmid seguía con asiduidad por debajo de 48,00, y otro estadounidense, André Phillips (1959) hacía 47,51. La diferencia de Moses con sus rivales comenzaba a estrecharse. 1987 se presentaba apasionante.

9 años, 9 meses y 9 días, la historia de Edwin Moses (I)

De toda la historia del atletismo, uno de los atletas que más ha dominado una prueba ha sido el estadounidense Edwin Moses (1955). Durante casi una década, de 1977 a 1987, Moses venció de forma consecutiva en 122 carreras de 400 metros vallas (107 finales). Durante 13 temporadas en la élite, fue 2 veces, que bien pudieron ser 3, oro olímpico, 2 veces campeón del mundo y estableció 4 plusmarcas mundiales. Lideró la lista anual durante 11 temporadas. Su mejor marca, 47,02 (1983), continúa como la segunda mejor de siempre.

La distancia de 400 metros vallas experimentó una gran progresión a finales de los años 60. En 1968, en las pruebas de selección olímpica de Estados Unidos, celebradas a 2200 metros de altitud y, por primera vez, en pista sintética, Geoff Vanderstock (1946) consiguió con 48,94 (48,8) el primer tiempo de la historia sub 49,00. Era el favorito para hacerse con el oro en los Juegos de México, pero no tuvo una buena actuación y solo pudo ser 4º. Fue testigo directo de la pérdida de su efímera plusmarca mundial, a manos del británico David Hemery (1944), que se proclamó campeón con el entonces sorprendente registro de 48,12.

 

Hemery había comenzado su carrera atlética como corredor de 110 mv/120 yv. En 1966 fue oro en los Juegos de la Commonwealth en esta última distancia. Tras los Juegos de Mëxico volvió a las vallas altas y fue plata en el Europeo de 1969. En 1970 realizó su mejor marca en las vallas altas con 13,4 y repitió su triunfo en los Juegos de la Commonwealth, esta vez en la distancia métrica. En los 400 metros vallas, un ugandés poco conocido llamado John Akii-Bua (1949-1997) había sido 4º.  Hemery se pasó 1971 en blanco, pero volvió en 1972 con la intención de renovar su oro olímpico en las vallas intermedias. Akii-Bua había mejorado hasta 49,0 en año anterior. Los estadounidenses Ralph Mann (1949) y Dick Bruggeman (1947) habían ocupado con 48,4 y 48,6 las dos primeras plazas en las pruebas de selección de su país. En la final olímpica, Akii-Bua sorprendió con una carrera perfecta que terminó en una nueva plusmarca mundial de 47,82, por delante de Mann, 48,51, y Hemery, 48,52. El ugandés ya había ganado su semifinal con 49,25, pero nada hacía presagiar que se convertiría en el primer sub48 de la historia, pese a correr por la calle 1.

Akii-Bua continuó con buenos registros en los años siguientes, aunque no volvió a bajar de 48,00. A principios de la temporada al aire libre de 1976 presentó su candidatura para el oro olímpico pero el boicot de los países africanos le impidió defender su título. Lo habría tenido, no obstante, casi imposible. En junio se celebraron las pruebas de selección olímpicas de Estados Unidos. El vencedor en los 400 metros vallas fue un joven de 20 años llamado Edwin Moses, que se impuso con plusmarca nacional de 48,30.

Edwin Corley Moses había nacido el 31 de agosto de 1955 en Dayton, Ohio. Comenzó en el atletismo haciendo 110 metros vallas y 400 metros lisos. En 1975 su mejor marca en las vallas intermedias era 52,0 en 440 yardas. A partir de 1976 decidió centrarse en esta prueba, en la que progresó rápidamente. Comenzó marzo con 50,1, buen tiempo para un principiante, pero muy lejos de los mejores. Sin embargo, poco antes de las pruebas de selección ya había corrido en 49,8 en abril y 48,8 en mayo. Moses llegó a los Juegos Olímpicos, su primer gran campeonato, con la mejor marca de la temporada de entre los participantes. Sin embargo, su rendimiento era una incógnita, dada su juventud e inexperiencia. Nada de esto, sin embargo, hizo mella en el estadounidense. Se impuso en su semifinal con mejor marca personal de 48,29. En la final, por tercera vez consecutiva en los Juegos, el oro se consiguió con plusmarca mundial. Moses, en una carrera sobresaliente, marcó 47,63.

Moses confirmó su calidad al año siguiente. El 11 de junio se hizo con el título nacional de 400 metros vallas, con una nueva plusmarca mundial de 47,45. A principios de septiembre se impuso en la Copa del Mundo, nueva competición de la IAAF por continentes y países. con unos excelentes 47,58. Unos días antes, sin embargo, el vallista estadounidense había resultado derrotado en Berlín por el alemán Harald Schmid (1957), quien realizó 49,07 por 49,29 de Moses. Este declaró a propósito de su derrota Fue un error. No volveré a cometerlo. Y mantuvo su palabra durante casi 10 años.