Al finalizar 1986, Edwin Moses (1955) poseía las 9 mejores marcas de siempre: 47,02, 47,13, 47,14, 47,17, 47,27, 47,37, 47,37, 47,43 y 47,45. Sin embargo, además de su viejo rival Harald Schmid (1957) acreditado en 47,48 (1982), habían surgido nuevos atletas que amenazaban el reinado de Moses, principalmente el subcampeón olímpico Danny Harris (1965), 47,63 en 1985 y otro estadounidense, Andre Phillips (1959), 47,51 en 1986. En el número de junio de 1987 de Atletismo Español, Ignacio Romo firmaba un reportaje en el que analizaba la posibilidad, a su juicio muy probable, de que la impresionante racha victoriosa de Moses de casi 10 años tocase a su fin, no por su declinar, apenas perceptible, sino por el surgimiento de nuevos vallistas de enorme calidad.
En esta segunda parte de la década de los 80, el apabullante dominio de Moses se había hecho muy mediático. Sin embargo, no era único. El estadounidense Carl Lewis (1961) resultaba intratable en el salto de longitud, prueba en la que su última derrota databa de 1981, pero Lewis se prodigaba más en 100 y 200 m, donde ocasionalmente resultaba derrotado, especialmente desde la irrupción del canadientes Ben Johnson (1960). También el británico Daley Thompson (1958) dominaba el decatlón, con sendos oros olímpicos en 1980 y 1984, oro en los Europeos de 1982 y 1986 y en el Mundial de 1983, pero el decatlón se disputa pocas veces en la temporada. De modo que, pese a su coexistencia con otros grandes atletas, el caso de Moses resultaba excepcional.
A mediados de los 80, la empresa Unipublic, organizadora de competiciones deportivas y muy ligada al ciclismo, decidió expandir su mercado al atletismo. Fruto de ello fue, por ejemplo, la creación del club Larios, que integró a los mejores atletas españoles del momento y algunas grandes figuras extranjeras, y también la organización de reuniones de atletismo que contaban con los mejores atletas de entonces. Una de estas reuniones, que acabaría haciendo historia, se organizó en el estadio Vallehermoso de Madrid el 4 de junio de 1987. Vallehermoso, que se había inaugurado en 1961, albergó en 1969 la primera pista sintética española. En la actualidad está en pleno proceso de remodelación y se espera reinaugurarlo en verano de 2018. En aquel junio de 1987 albergó un enfrentamiento histórico entre Edwin Moses y Danny Harris. Los dos atletas no se habían vuelto a ver desde la final olímpica de 1984, que el primero había ganado con cierta facilidad. Moses había mantenido su alto nivel, pero Harris había progresado notablemente. Las diferencias entre ambos se habían acortado. En la carrera, Harris comenzó rapidísismo y estuvo delante de Moses hasta la penúltima valla, donde ambos se igualaron. Daba la sensación de que Moses se había colocado ligeramente delante, pero tropezó en la última valla, lo que le costó la carrera. Harris se impuso con 47,56, su mejor marca personal en aquel momento. Moses registró 47,69. 9 años, 9 meses y 9 días después de aquel 25 de agosto de 1977, Moses volvía a perder un 400 metros vallas.
La derrota afectó poco a Moses. El 27 de junio ambos atletas volvieron a encontrarse en los Campeonatos de Estados Unidos, que se celebraban en San José (California), selectivos para el Mundial de Roma. Moses se impuso con gran facilidad en 47,99, con Harris en segundo lugar con 48,70.
Tras su victoria en el campeonato de Estados Unidos, Moses volvió a su racha victoriosa en numerosas reuniones en Europa, aunque no llegó a la meta en una ocasión. El 11 de julio en París, en una pista empapada, tropezó y se cayó en la penúltima valla cuando iba destacado en primera posición. En cualquier caso, no mejoró su marca del año de Madrid. Harris tampoco consiguió correr más rápido que en Vallehermoso e, incluso, sufrió una derrota a manos de Harald Schmid. El alemán consiguió en agosto tres tiempos por debajo de 48,00 y se presentó en Roma con la segunda mejor marca del año, 47,60, tan solo 0,04 más que Harris. La final del Mundial se disputaba el 1 de septiembre. Por primera vez en muchos años Moses no era el incuestionable favorito. Tanto Harris como Schmid habían corrido más rápido que él ese año. Los tres se clasificaron fácilmente para la ronda definitiva. La final resultó la más igualada de la historia. Moses salía en la calle 3, Schmid en la 4 y Harris en la 5. Moses salió rapidísimo y llegó destacado a la última recta, pero Schmid y Harris, casi a la par, se fueron acercando. Moses aguantó y ganó con 47,46. Harris fue plata y Schmid bronce empatados a 47,48, que era la mejor marca de ambos, si bien en el caso del alemán igualada.
Al terminar 1987, Moses había conseguido las 10 mejores marcas de la historia. El siguiente tiempo correspondía a Schmid y a Harris. Moses había roto su racha de casi 10 años de imbatibilidad pero demostró su capacidad competitiva derrotando, con 32 años, a sus rivales en el mejor momento de ellos. El año olímpico de 1988 se preveía resolvería si el joven podía acabar con la jerarquía del veterano. Sin embargo las cosas resultarían bastante diferentes de lo que se pronosticaba. Nadie había prestado atención a otros dos atletas del 400 vallas que darían lo mejor de sí en el mejor escenario.
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