Hablar de los Juegos de Berlín es hablar de Jesse Owens (1913-1980). El atleta estadounidense desafió las teorías raciales del nazismo haciéndose con 4 oros. Los Juegos de 1936 ofrecieron, sin embargo, otros momentos mágicos como la plusmarcas mundiales en 1500 m del neozelandés Jack Lovelock (1910 – 1949) o en triple salto del japonés Naoto Tajima (1912-1990), que además fue bronce en la mítica final de salto de longitud. Otros dos japoneses fueron, sin duda, los grandes protagonistas de la final de salto con pértiga, pese a que no se hicieron con el oro.
Poco antes de los Juegos, en Estados Unidos había llamado la atención la historia de superación de George Varoff (1914-2002), hijo de unos humildes inmigrantes ucranianos que destacaba como violinista igual que como saltador de pértiga. Se convirtió en favorito para el oro olímpico cuando con 4,43 m superó por 4 cm la anterior plusmarca mundial. Era la época del bambú y de caída en arena. Pero Varoff ni siquiera tuvo la oportunidad de acudir a Berlín. En las exigentes pruebas de selección olímpica solo fue 4º, con 4,26 m, muy lejos de los 4,34 m que Bill Graber (1911-1996), Bill Sefton (1915-1982) y Earl Meadows (1913-1992) compartieron en la primera posición. Los tres se convirtieron en favoritos para la victoria olímpica. Sus máximos rivales serían los japoneses Shuhei Nishida (1910-1997) y Sueo Ōe (1914-1941).

No hubo sorpresas en la clasificación, celebrada 4 horas antes de la final, y los 5 candidatos al oro estaban en la final del 5 de agosto. Bill Graber fue el primero en caer, en 4,25 m, altura que franquearon sus 4 rivales. Sin embargo, de ellos, solo Meadows fue capaz de saltar por encima de 4,35 m, nueva plusmarca olímpica que le sirvió para vencer. Entonces los nulos no contaban, por lo que había 3 atletas para las medallas de plata y bronce, Bill Sefton y los japoneses Nishida y Ōe. Se bajó el listón a 4,15 m, altura que no pudo superar el estadounidense y sí, a la primera, sus dos rivales. Un oficial japonés decidió que los dos saltadores no seguirían desempatando, sobre 4,25 m, y que se diese la plata a Nishida por no tener nulos en 4,25 m. La organización lo aceptó.
Quienes no lo aceptaron fueron los dos amigos quienes, una vez en casa, llevaron sus medallas a un orfebre para que las cortase y uniese las mitades de plata con las de bronce. Cada uno se quedaría con una de estas medallas de la amistad.

Ambos atletas siguieron compitiendo tras los Juegos de Berlín. Nishida, ya con 41 años, fue bronce en los Juegos Asiáticos de 1951. Oe, que en 1937 había establecido una nueva plusmarca nacional de 4,35, se vio envuelto en una contienda mucho menos amistosa con los estadounidenses en 1941 y falleció en la batalla de Wake Island. El recuerdo de ambos amigos y su medalla de la amistad, sin embargo, sí que pervivirán en el mundo atlético como ejemplo de los mejores valores del deporte.
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