Los 8:15,73 en 3000 m obstáculos realizados por el madrileño Fernando Carro (1992) el pasado 6 de julio en Roma constituyen la mejor marca española desde 2012. Desde entonces nadie había conseguido bajar de 8:16,00. La prueba de los 3000 m obstáculos ha dado grandes alegrías al atletismo español, y también alguna que otra decepción. Fue en esta prueba en la que España colocó su primer finalista olímpico en atletismo de la historia. En la final de los Juegos de Londres de 1948, el catalán de Sant Boi Constantino Miranda (1925 – 1999) conseguía entrar en la 8ª posición. Miranda tal vez podría haber mejorado si no se hubiese parado a ayudar al finlandés Pentii Siltalopi (1917 – 2002), 5º finalmente, que se había caído en uno de los pasos de la ría. La delegación finlandesa felicitó calurosamente al español. La mejor marca de Miranda, 9:22,0 en 1946, había sido la 10ª de ese año.
Tras Miranda, la distancia decayó notablemente en España. Tanto fue así que cuando el vigués Manuel Augusto Alonso (1930 – 2016) se convirtió en el primer español que corrió por debajo de 9:00,0, su marca de 8:56,2 no fue suficiente para que alcanzase la final del Europeo al aire libre de 1958. En ese mismo Europeo se hizo también con la plusmarca española de 5000 m con 14:18,0, asimismo insuficientes para pasar de ronda. Alonso llegaría a correr los obstáculos en 8:48,6 en 1961. Su sucesor como plusmarquista español fue otro vigués, Javier Álvarez Salgado (1943), que en los primeros años de su carrera atlética se centró más en esta prueba. En 1965 marcó 8:46,0. Al año siguiente, en su pista talismán de Riazor se proclamó campeón mundial militar, logro que en su momento tuvo una gran repercusión mediática en España, con 8:38,4. En el mismo estadio coruñés realizó en 1968 sus dos últimos topes nacionales 8:37,6 y 8:36,4, en ambas carreras superando al palentino Mariano Haro (1940), entonces también más focalizado en esta prueba, que realizó 8:39,8 y 8:37,2. Los dos fueron olímpicos en México. Haro resultó descalificado en su serie y Salgado fue 10º en la final. Ese año fueron 17º y 21º del mundo.
El salmantino Vicente Egido (1947) igualó y posteriormente superó a Salgado en 1973 con 8:32,6. Al año siguiente otro de los grandes obstaculistas españoles realizó su primera plusmarca nacional. El valenciano Antonio Campos (1951) recortó una décimas a Egido con 8:32,4. Entre 1974 y 1976 superó 6 veces el primado español hasta 8:21,00 (10ª marca mundial al final de ese año) en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1976. En Montreal, Campos tuvo una excelente actuación. Accedió a la final, tras ser 4º en su serie con 8:24,53. En la final , después de encabezar el primer kilómetro, acabó 8º con 8:22,65, en una vibrante carrera en la que el duelo entre el sueco Anders Garderud (1946) y el polaco con nombre de antropólogo Bronislaw Malinowsky (1951) acabó con plusmarca mundial del primero en 8:08,02.
Campos no volvió a tener una temporada como la de 1976, pero ya en 1977 se estaba gestando el relevo. En el Campeonato de Europa Junior (sub20) de ese año, el alicantino Domingo Ramón Menargues (1958) y el granadino Francisco Paco Sánchez Vargas (1958) mostraron su gran calidad al ocupar la 2ª y la 4ª plaza en los 2000 m obstáculos (no se disputó el 3000 hasta 1987). En los siguientes Juegos Olímpicos, los de 1980, Vargas se convirtió en el primer español sub20, al realizar 8:18,96 en la primera semifinal de los obstáculos. Su 4ª posición le sirvió para clasificarse para la final, donde también estaría Ramón, 2º en la segunda semifinal, con 8:21,94, mejor marca personal. La final fue una locura, con el antiguo plusmarquista mundial de 1500 m, el tanzano Filbert Bayi (1953) corriendo a lo Bayi. Finalmente su esfuerzo no fue suficiente para derrotar a Malinowsky, que lo relegó a la segunda posición. Los dos españoles tuvieron una magnífica actuación, con Ramón 4º, 8:15,74, nueva plusmarca española, y Vargas 5º, 8:17,93.
Tenían ambos 22 años, con lo que el futuro se les presentaba esplendoroso. Sin embargo, las lesiones se cebaron con ellos, especialmente con el granadino. Este mejoró su plusmarca personal hasta 8:16,59 en 1983, año en que se impuso en la reunión de Zúrich, y corrió varias veces por debajo de 8:20,00, pero no volvió a disputar una final de un gran campeonato. Ramón, pese a que no mejoró marca, sí pudo arreglárselas para seguir rindiendo a un gran nivel. En el Campeonato de Europa al aire libre de 1982, en una final de gran calidad fue bronce, con 8:20,48, detrás del alemán Patrick Ilg (1957) y del polaco Boguslaw Maminski (1955).
Ramón fue 10º al año siguiente en el primer Campeonato del Mundo al aire libre, en una temporada muy difícil. Tampoco fue fácil para él el año olímpico de 1984. Sin embargo en Los Ángeles dio una gran sensación al imponerse en la primera semifinal con 8:19,08, su mejor marca desde los Juegos de Moscú. En la final, tras ocupar puestos secundarios mayor parte de la carrera, terminó con una gran última vuelta, que le permitió ser 6º con 8:17,27. La carrera volvió a resultar muy rápida. El keniano Julius Korir (1960), que no se contaba entre los favoritos, se hizo con el oro en 8:11,80.
Tras su éxito en Los Ángeles, los problemas físicos superaron definitivamente a Ramón. Aún fue capaz de correr en 8:23,26 en 1987, pero su rendimiento ya no fue el mismo. Pese a ello, siguió compitiendo hasta los 47 años, en categoría de veteranos. Otro atleta de gran calidad de aquellos años 80 fue el cordobés Juan Torres (1957), que en 1984 realizó 8:16,25, entonces segunda mejor marca española de siempre.
El declinar de los obstaculistas españoles nacidos en la segunda mitad de los 50 sumió a la prueba en una profunda crisis. Hasta 1998 no hubo otro atleta español que corriese por debajo de 8:20,00. En 1995 pareció abrirse una luz con Javier Rodríguez Olmos Chuvieco (1974). Sexto en la prueba de 1500 m del mundial junior de 1992 y subcampeón al año siguiente en el Europeo de la categoría, decidió en 1995 probar con los obstáculos. Sorprendió en el Campeonato del Mundo al aire libre al clasificarse para la final con unos excelentes 8:20,89. Con 21 años, parecía que podría tener una gran proyección, pero los problemas físicos cortaron su progresión.
La travesía en el desierto terminó en 1998, cuando el zamorano Ramiro Morán (1969) corrió la prueba en 8:17,49. Morán había ocupado unos días antes la 6ª posición en el Campeonato de Europa al aire libre. En los años posteriores, no tuvo mucho más recorrido, pero en esa competición le acompañaron en la final dos atletas que compartían apellido y se convertirían en los mejores obstaculistas españoles, el madrileño Luis Miguel Martín Berlanas (1972), 4º con 8:20,64, y el aragonés de Monzón, Eliseo Martín (1972), 7º. En los años siguientes, darían muchas alegrías al atletismo español.
Pingback: 1948, Londres recupera los Juegos Olímpicos – Historias del atletismo
Pingback: Atenas 1982, donde se inicia el despegue del atletismo español – Historias del atletismo