Tres victorias para la permanencia en la Copa de Europa A de Praga 1987

El próximo fin de semana en la localidad polaca de Bydgoszcz tendrá lugar la 8ª edición de la Superliga Atlética de Equipos Nacionales (European Team Championships). Esta competición sustituyó en 2009 a la clásica Copa de Europa, la contienda europea de selecciones nacionales, que se venía celebrando con diversos formatos desde 1965. Hasta 1981 la fórmula en que se disputaba, con periodicidad bienal, consistía en una ronda previa donde un número de equipos nacionales se clasificaban para las semifinales, que contaban con equipos clasificados de antemano. Las semifinales tenían lugar en dos encuentros de 8 países. Los cuatro primeros pasaban a la final. Las tres rondas se celebraban el mismo año. A partir de 1983, con el calendario estival cada vez más recargado, se cambió el formato, atendiendo a la clasificación de la edición anterior, a tres divisiones A, B y C, de 8 países cada una, con ascensos y descensos de un equipo. En categoría masculina, España había quedado encuadrada en el grupo B y solo 2 puntos la había separado del ascenso tras la competición de ese 1983. Dos años después, en un fin de semana de agosto pleno de emociones, España conseguía, en Budapest, el pasaporte para la Copa de Europa A, donde se enfrentaría a los mejores equipos de Europa. En 1987, España se estrenaba en la máxima categoría, y tenía todas las papeletas para descender. Sus rivales eran los equipos de tres países que ya no existen, la Unión Soviética, la República Federal de Alemania y Checoslovaquia, en cuya capital, Praga, se celebraba el encuentro, junto con la República Federal de Alemania, el Reino Unido, Italia y Polonia. Francia había descendido el año anterior. La competición masculina y la femenina eran entonces independientes.

El atletismo español acababa de asomar la cabeza en el ámbito internacional. Menos de una década atrás, en 1978, el catalán Jordi Llopart (1952) había ganado la primera medalla española en un Campeonato de Europa al aire libre, con su oro en 50 Km marcha. El mismo atleta inauguró en medallero histórico atlético olímpico con una plata en la misma distancia en 1980. En 1982, el atletismo español se sorprendía a sí mismo con 5 medallas en el Europeo al aire libre. En 1983, en el primer Campeonato del Mundo al aire libre, España también se llevó una presea, de plata, en 50 Km marcha de la mano de otro catalán, José Marín (1950). En 1984, el cántabro José Manuel Abascal (1958), con su bronce olímpico en 1500 m, se convirtió en el primer medallista olímpico español en una prueba atlética en pista. Se trataba de un gran bagaje, comparado con el pasado reciente del atletismo patrio, pero que palidecía ante los países punteros del atletismo europeo. En el equipo español dos nombres brillaban con luz propia, el toledano José Luis González (1957), plusmarquista español de 1500 y 5000 m, y Abascal, como se ha indicado, medallista olímpico en 1500 en 1984 y plusmarquista de la competición con 3:33,63 de 1983. Poseían respectivamente la 6ª y 7ª mejor marca de siempre entonces en el kilómetro y medio. Ambos llegaban a Praga en buena forma. El toledano correría los 1500 m y el cántabro los 5000 m. Entonces se disputaba el programa olímpico completo de pista, salvo la combinada.

González entró en liza el sábado 27 de junio. De la actuación española hasta entonces destacaba la del vallista José Alonso (1957), que había sido tercero en los 400 m vallas. El máximo rival de González era el británico Steve Cram (1960), plusmarquista mundial de la milla y campeón de Europa de 1500 m, ante quien el toledano solía ceder. La carrera resultó muy lenta, con un pase de 2:41,26 en los 1000 m. En la última vuelta Cram se colocaba en primera posición. A falta de 200 m parecía inalcanzable, pero González logró igualarlo y superarlo en la última recta. El toledano corrió en 3:45,49, 0.05 menos que su rival. Para ello tuvo que realizar 50,2 en la última vuelta. No batía al británico desde 1981.

La de González no sería la única victoria de ese día. Para los 10 000 m, el director técnico Carlos Gil (1931 – 2009) había decidido confiar en el soriano Abel Antón (1962). Antón era entonces un buen corredor de 5000 m, acreditado en 13:25,81, capaz de correr los 1500 m en 3:37,5, y con un final rapidísimo. Nunca había disputado los 10 Km en pista, pero se confiaba en su capacidad de acelerar en la última recta en una previsible carrera táctica. El favorito para llevarse la victoria era el italiano Salvatore Antibo (1962), bronce el año anterior en el Europeo de la distancia, y dotado también de un tremendo final. El cálculo salió redondo para los intereses de España. Una carrera lenta acabó con el italiano y el español codo a codo en la última recta luchando por la victoria que cayó del lado de Antón por 0.04 en 28:46,65. El soriano acabaría siendo campeón de Europa de 10 000 m en 1994, y doble campeón mundial de maratón en 1997 y 1999. España terminaba el primer día en 6ª posición, con una renta de 5,5 puntos sobre Polonia, que cerraba la clasificación. La permanencia era posible.

El segundo día resultó menos complicado de lo esperado. A falta de los 5000 m y del relevo 4 x 400, España no había tenido ninguna actuación de relumbrón, pero los atletas españoles habían sabido pelear por cada punto, mientras Polonia rendía muy por debajo de sus posibilidades. La permanencia era casi un hecho cuando Abascal tomó la salida en los 5 Km. El cántabro se enfrentaba al británico Tim Hutchings (1958), bronce en el Europeo el año anterior y actual comentarista de Eurosport, y al italiano Antibo, como rivales más destacados. La carrera se disputó a ritmo decreciente con pasos de 2:40,99, 5:24,31, 8:16,07 y 10:59,88. Abascal, siempre en control de la carrera, esperó hasta la última vuelta, momento en que cambió de ritmo y se llevó la victoria con 13:32,87, en aquel momento plusmarca del campeonato, con casi 2 segundos de ventaja sobre Hutchings, quien aplaudía desde el suelo la victoria del español.

Hutchings Abascal (2)
Hutchings aplaude a Abascal, tras la victoria del español en los 5000 m de la Copa de Europa

Finalmente, en una competición ganada por la Unión Soviética, España fue 7ª con 72 puntos, 16 por encima de Polonia, que se iba a la Copa de Europa B, mientras Francia volvía a la máxima categoría. El fin de semana se completó con el ascenso en categoría femenina a la Copa de Europa B.

Hace 32 años, el atletismo español, que poco antes se había asomado tímidamente al territorio de los mejores, conseguía mantenerse en la élite europea. Aunque hoy no lo parezca, fue una gran proeza, que lució aun más con las magníficas victorias de González, Abascal y Antón.

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