En junio de 1939, el Comité Olímpico Internacional (COI) otorgó a Londres la organización de los Juegos Olímpicos de 1944. La capital del Reino Unido se había impuesto a Roma por 20 votos a 11. Detroit y Lausana habían obtenido respectivamente 2 y 1 voto. El 1 de septiembre de ese mismo año, la invasión alemana de Polonia marcó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la guerra más mortífera de la historia. A diferencia de los Juegos de la Antigüedad, no hubo tregua, y los modernos Juegos Olímpicos de 1940 y de 1944 no tuvieron lugar. Tras el final de la Guerra, en 1945, Londres no parecía la ciudad más adecuada para ser sede olímpica en 1948. Durísimamente castigada por la aviación alemana, la ciudad había perdido a 30 000 de sus habitantes, fallecidos, y decenas de miles de edificios se hallaban en ruinas. La contienda había costado al Reino Unido la cuarta parte de su riqueza. Aunque varias ciudades estadounidenses habían manifestado su deseo de organizar los Juegos, el COI se inclinaba por alguna ciudad europea. Las opciones más claras parecían Estocolmo o Lausana, de países que habían permanecido neutrales, o, incluso, París, que había salido bastante bien parada de la invasión alemana. Sin embargo, los buenos oficios de Lord Burghley (1905-1981), campeón olímpico de 400 metros vallas en 1928 y presidente de la Federación Británica de Atletismo (AAA), llevaron finalmente al COI a designar a Londres como sede olímpica para los Juegos de 1948. Era una forma de reinvidicarse tras la guerra y de subir la moral de la población. La ciudad se las arregló con lo que tenía. No se construyó ninguna instalación nueva.
El atletismo europeo, no obstante, ya se había reorganizado recuperando en 1946 los Campeonatos de Europa, cuya sede fue el mítico estadio Bislett de Oslo. Pese a los años de guerra la competición fue un éxito. Se superaron nada menos que 11 plusmarcas de los campeonatos. Los grandes vencedores fueron los suecos, con 22 medallas, 11 de oro, seguido de los soviéticos con 17 medalla, 6 de oro. Algunos de los triunfadores de Londres se dejaron ver el Oslo, como el checoslovaco Emil Zátopek (1922-2000), 5º en los 5000 m, o la neerlandesa Fanny Blankers-Koen (1918-2004), oro en 80 m vallas y en el relevo 4 x 100. Tal vez el gran protagonista de este Europeo fue el británico de 32 años Sydney Wooderson (1914-2006). Wooderson había sido campeón de Europa de 1500 m en la anterior edición de 1938. También en su momento había poseído las plusmarcas mundiales de 800 m, 800 yardas y la milla. Tras la guerra fue capaz de volver a ganar un oro continental, esta vez en 5000 m con 14:08.6, segunda mejor marca de siempre en ese momento. Los 10 000 m vieron la victoria del último de los finlandeses voladores, el plusmarquista mundial de la distancia Viljo Heino (1914-1998). Aunque España no participó, un atleta nacido en Huelva, el francés Raphaël Pujazón (1918-2000) se hizo con el oro en los obstáculos.

Estos buenos resultados en el Europeo presagiaban que, pese a la precaria situación del mundo, los Juegos podrían ser un éxito. Acudieron 4104 deportistas de 59 países para 19 deportes. No se invitó ni a Alemania, ni a Japón. La Unión Soviética declinó su participación. Las pruebas atléticas tuvieron lugar en el Estadio del Imperio, con capacidad para más de 100 000 espectadores, construido en 1922. Posteriormente se llamó Estadio Wembley, hasta su demolición en 2003. En la actualidad hay otro estadio con el mismo nombre. La competición comenzó el 30 de julio y terminó el 14 de agosto. Tomaron parte 745 atletas de 53 países. Estados Unidos encabezó el medallero, con 27 metales, 12 oros, seguidos de Suecia, con 13 medallas, 6 de oro. No hubo ninguna plusmarca mundial, pero se superaron 14 plusmarcas olímpicas.

La gran triunfadora de los Juegos fue Fanny Blankers-Koen. Ya con 30 años, la neerlandesa ganó las 4 carreras que tuvieron lugar en la categoría femenina, 100 m, 200 m, 80 m v y el relevo 4 x 100 m, igualando la hazaña de Jesse Owens (1913-1980) de los Juegos de 1936. La pianista francesa Michelle Ostermeyerer (1922-2001) fue la única otra atleta, hombre o mujer, que repitió oro en una prueba individual, al hacerse con la victoria en los lanzamientos de peso y disco.
Uno de los grandes duelos de los Juegos fue el que llevaron a cabo el estadounidense Mal Whitfield (1924-2015) y el jamaicano Arthur Wint (1920-1992). Whitfield derrotó a Wint en un muy disputado 800, mientras el jamaicano le devolvió la pelota en los 400 m, donde el estadounidense fue bronce. Se esperaba que desempatarían en el relevo 4 x 400, pero una mala entrega de los jamaicanos provocó que se quedasen fuera. Tendrían que esperar 4 años para superar a los estadounidenses.
Otro gran duelo tuvo lugar en los 5000 m entre Emil Zátopek y el belga Gaston Reiff (1921-1992). Zátopek había ganado los 10 000 m sin oposición, con casi 50 segundos de ventaja sobre el francés Alain Mimoun (1921-2013). Se esperaba que repitiese en los 5000 m, pero un trepidante final del Reiff relegó al checoslovaco a la segunda posición.
La velocidad y las vallas tuvieron un dominio total de los atletas estadounidenses. El favorito para ganar el oro en los 110 metros vallas, Harrison Dillard (1923-2019) no consiguió clasificarse para los Juegos en esta prueba. Sí lo hizo en los 100 m, donde se impuso contra todo pronóstico. Mel Patton (1924-2014) se hizo con la victoria en los 200 m, William Porter (1926-2000) encabezó el triplete estadounidense en las vallas altas y Roy Cochran (1919-1981) se llevó el oro en las bajas.
Otro país que hizo triplete fue Suecia en los 3000 m obstáculos, con la victoria de Tore Sjöstrand (1921-2011). En los 1500 m se echó de menos a Günder Hägg (1918-2004) y Arne Andersson (1917-2009), sancionados a perpetuidad por profesionalismo. Pese a ello, los atletas suecos hicieron doblete con Henry Eriksson (1920-2000) en lo más alto del podio.
En el maratón, Delfo Cabrera (1919-1981) se convirtió en el segundo argentino en ganar el oro en esta prueba, tras superar al agotadísimo líder de la prueba, el belga Étienne Gailly (1922-1971), en el propio estadio a falta de 400 m. Su compatriota, Juan Carlos Zabala (1911-1983), había ganado en 1932.
En los concursos destacó el triplete estadounidense en lanzamiento de peso, con victoria de Wilbur Thompson (1921-2013) y plusmarca olímpica y el lanzador de disco italiano Adolfo Consolini (1917-1969) , oro también con plusmarca olímpica.
En el decatlón se produjo una gran sorpresa cuando el inexperto estadounidense de 17 años Bob Mathias (1930-2006) se proclamó campeón olímpico, título que repetiría 4 años más tarde.
En cuanto a España, que continuaba sufriendo los efectos de la Guerra Civil y el aislamiento internacional, envió un equipo de 8 atletas: José Luis Adarraga (1923-1990) en 800 y 1500 m, Gregorio Rojo (1920-2006) en 5000 y 10 000 m, Constantino Miranda (1925-1999) en 10 000 m y 3000 m obstáculos, Félix Erausquin (1907-1987) en lanzamiento de disco, Pedro Apellaniz (1924-2013) en lanzamiento de jabalina y Enrique Villaplana (1914-1983) en 50 Km marcha. En Londres se produjo un hito histórico para el atletismo español, pues se consiguió el primer finalista de la historia con el 8º puesto de Constantino Miranda, que bien pudieron ser dos, pues Villaplana fue 9º en la prueba larga de marcha a 19 segundos del 8º puesto.
Londres consiguió recuperar los Juegos, que con el paso del tiempo se irían convirtiendo en un enorme espectáculo mediático y de masas. En aquella ciudad, destruida por las bombas, los llamados Juegos de la austeridad (y se podría añadir de la dignidad) consiguieron que el movimiento olímpico tuviese continuidad
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