Por qué ni Coe, ni Ovett se enfrentaron a la mejor versión de su rival en los Juegos de Moscú

Uno de los momentos más emblemáticos de los Juegos Olímpicos fue el doble duelo 800/1500 entre los británicos Sebastian Newbold Coe (Chiswick, Londres, 29 de septiembre de 1956) y Steven Michael James Ovett (Brighton, 9 de octubre de 1955) en 1980. Sobre ello se han escrito innumerables artículos y análisis. Estos días, con motivo de su 40 aniversario, se ha vuelto a recordar aquellas dos carreras mágicas. A raíz de un excelente artículo de Jesús Míguez en el diario As, cuya lectura recomiendo, surgió en Twitter el debate de si cada uno había dado lo mejor de sí mismo en ambas carreras. Creo que, en realidad, ninguno de los dos se enfrentó a la mejor versión de su rival. Aunque ya había hablado tanto de Ovett, como de Coe, en sendas entradas del blog, voy a tratar de explicar por qué ninguno de los dos fue la mejor versión de sí mismo en la carrera que no ganó.

El 26 de julio de 1980 el mundo atlético se había reunido en torno a la TV para ver la primera parte del duelo olímpico estelar entre las dos estrellas británicas de medio fondo, la final de 800 m. El equipo británico había llegado a los Juegos de Moscú en medio de enormes presiones de su Gobierno para no acudir, y secundar el boicot decretado por el Presidente de los Estados Unidos, James Carter (1924), como represalia por la invasión soviética de Afganistán en año anterior. El que sería campeón de 100 m en estos Juegos, el escocés Alan Wells (1952) declaró años después que en esos días recibió de instituciones más o menos oficiales fotografías de niños víctimas de la agresión soviética en el país asiático. Pese a ello, el Reino Unido estaba en Moscú, eso sí, bajo bandera e himnos olímpicos. 20 millones de británicos se aprestaban a ver la carrera definitiva de las dos vueltas. Las dos estrellas británicas habían decidido buscar el doblete en las distancias de medio fondo. En la doble vuelta parecía imposible que la victoria se le escapase a Coe. Era plusmarquista mundial con 1:42.33, registro conseguido el año anterior. El 1 de julio había realizado la plusmarca mundial de los 1000 m, 2:13.40, equivalentes a 1:43.38 en los 800 m. La mejor marca de Ovett era 1:44.09, tiempo con el que consiguió la plata en el Europeo de 1978. Desde entonces se había dedicado menos a esta distancia y más a los 1500 m y a la milla, carreras en las que acumulaba 43 victorias consecutivas.

Pero lo imposible sucedió. Coe realizó probablemente la peor carrera de su vida. El mismo declaró posteriormente Cuando quieran mostrar cómo no hay que correr un 800 vean mi carrera de Moscú y no digan nada. Ovett ganó con una inesperada facilidad. El propio atleta se sorprendió de no encontrarse a su rival cerca, en la última recta. En realidad, no hubo duelo, porque Coe no estuvo a la altura. Su padre y entrenador, Peter (1919-2008), no se anduvo por las ramas Hijo mío, has corrido como un idiota.

¿Por qué perdió Sebastian Coe una final de una prueba en la que parecía tener todo a su favor? El británico había corrido 1.11 s más rápido que el siguiente mejor marquista, el cubano Alberto Juantorena (1950), que entonces no estaba en la forma que lo había llevado a hacer el doblete inédito 400/800 en los anteriores Juegos. Por otro lado, no había perdido un 800 desde la final del Europeo de 1978, en que había sido bronce. Era capaz de correr muy rápido contra el crono, pero también de ganar carreras muy lentas, como la final de la Copa de Europa de 1979, ante rivales de mucha calidad el campeón de Europa, el alemán Olaf Beyer (1957), otro alemán Willi Wuelbeck (1954), 4º en Montreal, o el italiano Carlo Grippo (1955).

Ovett, sobre el papel, tan solo tenía la ventaja de la experiencia en la alta competición. Había sido subcampeón de Europa de 800 m en 1974, con 18 años, y en 1978, 5º en 800 m en la anterior final olímpica, y campeón de Europa de 1500 m. Por su parte, Coe mostraba un palmarés menos lucido, con el oro en pista cubierta en 800 m en 1977 y el mencionado bronce al aire libre en 1978. Pese a esta ligera desventaja, el dominio de Seb en los 800 m era abrumador, pero se bloqueó. Peter Coe había creado para su hijo un entorno muy cerrado en el que el objetivo era ganar. El propio atleta lo reconoció implícitamente cuando en los siguientes Juegos afirmó que ganar ya no era una cuestión de vida o muerte para él. La presión de la prensa y la de su Gobierno, terrible probablemente, acabaron haciendo mella en el ánimo del futuro Lord. Hay que recordar que Coe apoyaba globalmente la política de la Primera Ministra Margaret Thatcher (1925-2013). No le debió resultar fácil oponerse en el tema del boicot olímpico. Todo ello acabó por superarlo y le hizo perder su a priori mejor oportunidad de ser campeón olímpico. Pese a la gran forma de Coe en Moscú, Ovett no se encontró la mejor versión de su rival en los 800 m.

La derrota de Coe dio lugar a feroces críticas en la prensa. El de Chiswick era el favorito de los medios de comunicación, por su trato exquisito, que contrastaba con las irreverencias de su rival, quien directamente no se comunicaba con los periodistas. A estos no les sentó bien que el chico malo se llevase la victoria. Si antes de la final de 800 se pensaba que Coe tenía una gran ventaja en la prueba más corta y Ovett una ligera ventaja en la más larga, tras la derrota de Seb, nadie apostaba por él para la final de 1500 m. Desde su espectacular victoria en la Copa del Mundo de 1977, Steve se había convertido en un formidable millero. El 1 de julio había mejorado, con 3:48.8, la plusmarca mundial de la milla que tenía su gran rival y ambos eran oficialmente coplusmarquistas de 1500 m con 3:32.1, si bien la marca real de Coe, 3:32.03, era ligeramente mejor que la de Ovett, 3:32.09. Este había conseguido este registro el 15 de julio, apenas unos días antes de los Juegos, y podría haber corrido más rápido si no se hubiese dedicado a hacer aspavientos a 50 m de la meta.

Con el dominio del de Brighton en la prueba, la moral muy alta tras su victoria en 800 y la situación anímica de su rival, el camino para el doblete parecía bastante despejado. A Coe le quedaba una sola bala. Se estaba planteando dejar el atletismo si no conseguía ser campeón olímpico. Las dudas se acrecentaron con una mala táctica en su semifinal, en la que se quedó encerrado al comenzar la última curva, si bien acabó acelerando muy fuerte en la última recta. Por su parte, Ovett había tenido que gastar fuerzas innecesariamente para batir al alemán Jürgen Straub (1953), acreditado en 3:33.68 del año anterior, en la primera ronda con un tiempo de 3:36.79.

En la final del 1 de agosto se encontraron un Coe necesitado del triunfo y un Ovett tranquilo y relajado. Los otros 7 atletas no parecía que contasen inicialmente. El boicot había impedido a grandes mediofondistas como el alemán Thomas Wessinhage (1952), el anterior campeón olímpico el neozelandés John Walker (1952), el irlandés subcampeón de Europa Eamonn Coghlan (1953) o el estadounidense Steve Scott (1956) pelear por una plaza en la final y, tal vez, por una medalla. La carrera definitiva comenzó muy lenta, con un pase de 2:05.05 en los 800 m. En ese momento, Straub, que iba en cabeza seguido de Coe, decidió acelerar el ritmo y con un 400 en 54.39 dio paso al 1200 en 2:59.44, con los dos británicos a continuación. El alemán siguió en cabeza hasta el comienzo de la última recta, momento en que los ingleses se le echaron encima. Parecía que ambos se disputarían el oro, pero mientras Coe conseguía despegar a Straub e irse por la victoria, el acelerón de Ovett se diluía. Coe se proclamó campeón olímpico con un semblante que mostraba una meta obsesivamente deseada. Mientras tanto Straub mantenía la segunda posición y Ovett era tercero, con su cambio de ritmo depredador desaparecido.

Coe supo rehacerse de una derrota muy dolorosa y recuperar la motivación necesaria pero ¿se había enfrentado al mejor Ovett? Había subido al Everest una vez, había bajado y se me pedía que volviese a subir. No tenía la misma importancia la segunda vez. No hay que olvidar que los 1500 m eran vida o muerte atlética para Seb. Yo ya era campeón olímpico. La victoria había desmotivado a Ovett y la derrota había dado a Coe un estímulo extra. Ni uno, ni otro se encontraron en su victoria con la mejor versión de su rival.

Tras los Juegos Coe corrió un 1500 en 3:32.19, muy cerca de su plusmarca mundial y cerró la temporada con una inesperada derrota en un 800 ante el estadounidense Don Paige (1956), ganador de las simbólicas pruebas de selección olímpica de su país. Por su parte, Ovett sufrió una derrota, por hacer aspavientos en lugar de correr en la última recta, ante el irlandés John Treacy (1957) en la distancia de 5000 m y, a finales de agosto, superó la plusmarca de los 1500 m con 3:31.36.

El doble enfrentamiento en Moscú no resolvió la cuestión de quién de los dos era el mejor. Ellos decidieron dejarlo en tablas, evitando enfrentamientos directos en 1981, el último año mágico para ambos. A partir de entonces diversos problemas físicos impidieron que volviesen a coincidir en plena forma como en Moscú, donde quedó para la historia un mítico doble enfrentamiento en busca de la gloria.

Bibliografía

Pat Butcher. The perfect distance. Ovett&Coe. Phoenix ebooks. Londres 2004

David Miller. Sebastian Coe. Born to run. Pavillion books limited. Londres 1992.

Ovett. An autobiography. Willow Books. Londres 1984

Harry Wilson. Running dialogue. A coach’s story. Stanley Paul. Londres 1982

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2 comentarios en “Por qué ni Coe, ni Ovett se enfrentaron a la mejor versión de su rival en los Juegos de Moscú

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