Hace un año, tras la polémica generada por las zapatilas Nike Alphafly que utilizó el keniano Eliud Kipchoge (1984) para la carrera de Viena de 42 195 m, escribí un entrada en este blog titulada Las zapatillas de la discordia, sobre la tecnología y el atletismo. Tras las plusmarcas mundiales de 5000 m femeninos de la etíope Letesenbet Gidey (1998) y 10 000 masculinos del ugandés Joshua Cheptegei (1996), el pasado 7 de octubre en Valencia, vuelve a generarse un debate sobre el papel que debería tener la tecnología en el atletismo. La razón, las zapatillas Nike Zoomx Dragonfly, un trasunto de Vaporfly con clavos. Otra vez se argumenta con tópicos sobre la supuesta esencia del atletismo que difumina la tecnología, sobre si los atletas de ahora no son mejores que los del pasado o, incluso, sobre estascarreras preparadas. Se ha propuesto incluir a los atletas que utilicen las nuevas zapatillas en una categoría diferente. Lo que más me sorprende ahora, como hace un año, es que todos estos razonamientos vienen de personas con profundos conocimientos de atletismo. Evidentemente no puedo estar más en desacuerdo, aunque me va a resultar difícil no repetirme.
La tecnología está con el ser humano desde que el Homo habilis construyó la primera herramienta. En sus aproximadamente 150 años de la existencia, el atletismo de competición se benefició de la tecnología desde el minuto 1, desde que el primer atleta se calzó zapatillas por primera vez y desde que se corrió por primer vez en una pista y no en el monte. Desde entonces la tecnología ha moldeado el atletismo. ¿Alguien se imagina que se podrían realizar los registros actuales en el monte y descalzos? Pistas, tacos de salida, cronometraje automático, pértigas, colchonetas y, por supuesto, zapatillas. La Federación Internacional (hasta 2019 IAAF, desde entonces World Athletics) ha limitado durante su historia algunas innovaciones, como las zapatillas con alza para salto de altura, las zapatillas multiclavos o las Alphafly, pero ha permitido las Vaporfly y las Dragonfly. Si, como se ha afirmado, ambas son equivalentes en sus prestaciones, las segundas convertirían el 87% de la energía bioquímica en energía cinética, como hacen las primeras. Además, no solo permiten correr más rápido con el mismo esfuerzo y sin aportar energía extra, sino que también se ha visto que producen menos lesiones. El gran problema del atletismo es cómo incrementar las cargas de trabajo sin aumentar el riesgo de lesión. Con estas zapatillas es posible. ¿Dónde está entonces el problema? ¿En que de momento solo las fabrica Nike? Probablemente ni Adidas, ni New Balance tarden mucho en diseñar y comercializar modelos similares.
Pero la tecnología de la que se beneficia el atletismo no se limita a las competiciones. ¿Nos plantearíamos prohibir las cámaras hiperbáricas, los tapices rodantes, las elípticas, los relojes inteligentes o los programas informáticos de Biomecánica? ¿Estamos transformando el atletismo en algo diferente, le estamos cambiando su esencia con la tecnología actual, o simplemente aplicamos innovaciones como en cualquier otro campo?
Otra cuestión que he leído es que como Cheptegei hizo sus plusmarcas mundiales con el nuevo modelo de zapatilla, hay que concluir que su predecesor, el etíope Kenenisa Bekele (1982) era, en realidad mejor, porque sus zapatillas eran peores. Por supuesto que Bekele era mejor. Solo hay que comparar los logros de ambos, si bien al ugandés tiene previsiblemente mucho tiempo para tratar de alcanzar al etíope. ¿Pero habría corrido Bekele tan rápido con las zapatillas del australiano Ron Clarke (1937-2015) en una pista de tierra? ¿O habría hecho Clarke 27:39.4 con las zapatillas del checo Emil Zátopek (1922-2000)? En mi opinión el mejor fondista de la historia es el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973). Creo que no ha habido ningún atleta que haya mostrado tanta superioridad en tantas pruebas durante tanto tiempo. Sin embargo, sus marcas las superan hoy un buen número de mujeres.
Por último he visto alguna crítica de que se trataba de carreras preparadas. Casi todas las carreras en las que se mejora alguna plusmarca mundial lo son. Y no de ahora. La famosa carrera de Iffley Road se preparó, con dos liebres, para que el británico Roger Bannister (1929-2018) bajase de cuatro minutos en la milla, el 6 de mayo de 1954. La diferencia es que ahora tienen la referencia de la luz, pero hacer 13:03.27 en un 5000 solo con la luz, después de haber hecho un 5000 en 13:07.73 con luz y liebre y sin recuperación es una hazaña se mire como se mire.
En su momento se criticaron las liebres, la profesionalización del atletismo o, incluso, las pértigas de fibra de vidrio. Las modificaciones que está haciendo la World Athletics en los concursos, reduciendo intentos o contando solamente los últimos, me parecen lamentables, pero creo que aciertan en el tema de las zapatillas. No podemos renunciar a la tecnología, porque siempre ha acompañado al atletismo.
Aunque la plusmarca mundial del ugandés Joshua Cheptegei (1996) de 10 000 m el pasado 7 de octubre en Valencia tuvo más repercusión mediática, hubo otra plusmarca mundial no menos meritoria. Los 14:06.62 de la etíope Letesenbet Gidey (1998) acercan a los 5000 m femeninos a una nueva dimensión, ya muy próxima a la barrera de los 14 minutos. El tiempo de Gidey supera la plusmarca mundial que estableció en su día el finlandés Taisto Mäki (1910-1979) de 14:08.8 el 16 de junio de 1939. El primer crono masculino por debajo de 14 minutos fueron los 13:58.2 del sueco Gunder Hägg (1918-2004) el 20 de septiembre de 1942. Se mantuvo en lo más alto casi 12 años, hasta que el checosolovaco Emil Zátopek (1920-2000) realizó 13:57.2 el 12 de mayo de 1954.
Letesenbet Gidey nació el 20 de marzo de 1998 en la localidad etíope de Endamelsey, en la región de Tigray. Fue una atleta muy precoz, con sendos oros en los Mundiales sub20 de Campo a Través en 2015 y 2017. En 2016 bajó por primera vez de 15 minutos en 5000 m al correr en Hengelo en 14:58.44, el 22 de mayo. El 30 de junio ganó el 5000 de la reunión de Barcelona con 14:45.63. Mejoró hasta 14:33.32 el año siguiente. Tomó parte en el Campeonato del Mundo de Londres, donde fue 11º en los 5000 m.
Ya en categoría absoluta consiguió la medalla de bronce en el Mundial de Campo a Través de 2019. Ese mismo año fue subcampeona del Mundo en 10 000 m con 30:21.23, su mejor marca en la prueba.
Antes de llegar a Valencia, su mejor prestación era 14:23.14 del año 2018. En este 2020 había corrido en 14:26.57 el 14 de agosto, en Mónaco, segunda detrás de la keniana Helen Obiri (1989), 14:22.12. Llegó al estadio del Turia en una excelente forma, dispuesta a correr más rápido de lo que lo hiciera Tirunesh Dibaba (1985) el 6 de junio de 2008, 14:11.15. Con pases cada kilómetro de 2:51.10, 2.51.63 2:49.12, 2:47.32 y 2:47.45 marcó unos magníficos 14:06.62, 4.5 segundos más rápido que Dibaba.
La prueba de 5000 m femeninos es hija de los prejuicios hacia la disputa de distancias largas por mujeres. Hasta 1980 la prueba olímpica femenina más larga eran los 1500 m. En 1984 se introdujo el maratón, pero en pista no se incluyeron los 5000, sino los 3000 m. Hubo que esperar hasta los Juegos de 1996 para que el 5000 fuese olímpico. Incluso el 10 000 lo consiguió ocho años antes. La prueba se disputaba, no obstante, en las reuniones atléticas.
La primera plusmarca mundial homologada corrió a cargo de la británica Paula Fudge (1952) con 15:14.51 el 13 de septiembre de 1981. Campeona de la Commonwealth de 3000 m en 1978, acabó realizando 2h29:47 en 1985. Su sucesora en el 3000 de la Commonwealth lo fue también como plusmarquista mundial de 5000 m. El 17 de marzo de 1982 la neozelandesa Ann Audain (1955) realizaba 15:13.22. El nuevo primado universal apenas llegó al verano, pues el 5 de julio la estadounidense Mary Decker (1958) corrió en 15:08.26. Decker fue la primera campeona mundial de 1500 m y de 3000 m en 1983. Era la favorita para el oro olímpico en 1984, pero una caída en la final le impidió disputar la victoria. El público culpó de la caída de su favorita a la surafricana que acababa de obtener la nacionalidad británica Zola Budd (1966). Como surafricana, Budd había corrido los 5000 m en 15:01.83 el 5 de enero de 1984. La marca no se homologó como plusmarca mundial, pues, por motivos políticos, la República Surafricana estaba fuera de la Federación Internacional (IAAF), hoy World Athletics. Como británica realizó 14:48.07 el 26 de agosto de 1985, que sí se homologó como plusmarca mundial. Fue campeona mundial de campo a través en 1985 y 1986 y llegó a representar a su país de origen en los Juegos de 1992, en 3000 m.
La primera marca por debajo de 15 minutos correspondió a la noruega Ingrid Kristiansen (1956), una de las grandes fondistas de los 80. El 28 de junio de 1984 marcó 14:58.89. El 5 de agosto de 1986 mejoró hasta 14:37.33. Kristiansen disputó de forma simultánea el 5000, el 10 000 y el maratón. También fue plusmarquista mundial de los 10 Km en pista, 30:59.42 (27 07 1985) y 30:13.74 (05 07 1986) y de maratón 2h21:06 (05 04 1985). Fue campeona de Europa (1986) y del mundo (1987) de 10 000 m y de campo a través (1988).
La portuguesa Fernanda Ribeiro (1969) superó a Kristiansen cuando corrió la prueba en 14:36.45 el 22 de julio de 1995. Ribeiro, más dedicada al 10 000, consiguió la triple corona en esta prueba con oro europeo (1994), mundial (1995) y olímpico (1996). En 5000 m fue plata mundial en 1995 y bronce en 1997.
Las atletas chinas, que en 1993 habían conseguido sorprendentes registros en los 1500, 3000 y 10 000 m, se hicieron con la plusmarca mundial que les faltaba, la de los 5000 m. En los Juegos Nacionales de 1997 celebrados en Shanghai, Don Yamnei (1977) se iba a 14:31.27 en la semifinal de la prueba el 21 de octubre. Dos días después mejoraba a 14:29.82, pero se veía superada por Jiang Bo (1977), 14:28.09. Ninguna de las dos atletas tuvo mucho más recorrido y, como en el caso del resto de sus compatriotas, siempre se vieron envueltas en la sombra de una duda.
La presencia de las africanas, en concreto de las etíopes, en esta lista se hizo esperar. No fue hasta el 11 de junio de 2004, cuando la turca, nacida etíope, Elvan Abylegesse (1982) corría en 14:24.68. Desgraciadamente en 2015, un nuevo análisis de las muestras del Mundial de 2007 mostraba que había consumido sustancias prohibidas, lo que le supuso la anulación de su plata en 10000 en el Mundial y su doble plata olímpica, en 5 y 10 000 m, de 2008, además de poner en duda el resto de sus logros atléticos.
Dos años más tarde, el 3 de junio de 2006, la etíope Meseret Defar (1983) hacía 14:24.53, que mejoraría al año siguiente a 14:16.63, el 15 de junio. Defar fue campeona olímpica de 5000 m en 2004 y 2012 y campeona del mundo en 2007 y 2013. En 3000 m en sala consiguió cuatro oros consecutivos en el campeonato del Mundo, 2004, 2006, 2008 y 2010. Posee la actual mejor marca mundial de las 2 millas con 8:58.58, la primera mujer por debajo de 9 minutos.
La plusmarca mundial de Defar duró tan solo un año, pues el 6 de junio de 2008 su compatriota Tirunesh Dibaba mejoraba hasta 14:11.15. Dibaba ha tenido una carrera atlética llena de éxitos con tres oros olímpicos (5000 y 10 000 en 2008 y 10 000 en 2012), cinco oros mundiales en pista al aire libre (5000 m en 2003 y 2005, 10 000 m en 2005, 2007 y 2013) y cuatro oros en el Mundial de Campo a Través (2005, carreras corta y larga, 2006, carrera larga, y 2008). En los últimos años se ha dedicado al maratón, donde ha acreditado 2h17:56 (23 05 2019).
Con tan solo 22 años, Gidey ha conseguido superar, después de 12 años, a una formidable atleta como Dibaba. Es muy probable que tanto ella como el atletismo femenino tengan mucho más recorrido a corto y medio plazo. Tal vez no sea descabellado pensar que en unos pocos años podremos ve finales olímpicas o mundiales femeninas que se resuelven en menos de 14 o en menos de 29 minutos. El tiempo nos lo dirá.
Progresión de la plusmarca mundial femenina de 5000 m
15.14.51 Paula Fudge GBR Knarvik 13 09 1981 15.13.22 Anne Audain NZL Auckland 17 03 1982 15.08.26 Mary Decker EUA Eugene 05 06 1982 15.01.83* Zola Budd RSA Stellenbosch 05 01 1984 14.58.89 Ingrid Kristiansen NOR Oslo 28 06 1984 14.48.07 Zola Budd GBR London 26 08 1985 14.37.33 Ingrid Kristiansen NOR Estocolmo 05 08 1986 14.36.45 Fernanda Ribeiro POR Hechtel 22 07 1995 14.31.27 Dong Yanmei CHN Shanghai 21 10 1997 14.28.09 Jiang Bo CHN Shanghai 23 10 1997 14.24.68 Elvan Abeylegesse TUR Bergen 11 06 2004 14.24.53 Meseret Defar ETI Nueva York 03 06 2006 14.16.63 Meseret Defar ETI Oslo 15 06 2007 14.11.15 Tirunesh Dibaba ETI Oslo 06 06 2008 14:06.62 Letesenbet Gidey ETI Valencia 07 10 2020
*Tiempo no reconocido como plusmarca mundial por estar Suráfrica fuera de la IAAF
La noche atlética valenciana de ayer resultó histórica. Hacia las 21:50, la etíope Letesenbet Gidey (1998) superaba la plusmarca mundial femenina de los 5000 m, con una extraordinaria marca de 14:06.62, no muy lejos de los 13:58.2 con los que el sueco Gunder Hägg (1918-2004) se convirtiera, en 1942, en el primer atleta en correr los 5 Km por debajo de 14 minutos. Pero la fiesta no se terminó ahí. Al filo de las 22:30, el ugandés Joshua Cheptegei (1996), plusmarquista mundial de 5000 m, rompía la mítica plusmarca mundial de 10 000 m del etíope Kenenisa Bekele (1982), 26:17.53 (2005), al registrar 26:11.00. Como sucediera cuando había conseguido el actual primado mundial de 5000 m, Cheptegei corrió con un ritmo extraordinariamente uniforme, casi de metrónomo, con pases cada kilómetro de 2:37.9, 2:37.2, 2:37.7, 2:37.0, 2:37.9 (13:07.73), 2:37.3, 2:36.9, 2:37.5, 2:37.3 y 2:34.3. Recorrió cada 400 entre 1:02.4 y 1:03.6, salvo el último, 1:00.08. El tiempo de su segundo 5000, 13:03.27, sigue siendo hoy día una muy buena marca en esta distancia.
La primera plusmarca mundial homologada de 10 000 m fueron los 30:58.8 del francés Jean Bouin (1888-1914) el 16 de noviembre de 1911. En los Juegos Olímpicos de 1912 no disputó esta distancia. Sí lo hizo en los 5000 m, donde mantuvo un memorable duelo con el finlandés Johannes Kolehmainen (1889-1966), que lo acabó superando.
El tope mundial de Bouin duró hasta el 22 de junio de 1921 cuando el mítico multiplusmarquista finlandés Paavo Nurmi (1897-1973) estableció con 30:40.2 la primera plusmarca mundial de las 22 que consiguió oficialmente, en pruebas de 1500 a 20 000 m, incluyendo los 5000. Fue campeón olímpico de 10 000 m en 1920 y 1928. En esta distancia mantuvo un gran duelo, también cronométrico, con su compatriota Ville Ritola (1896-1982) en 1924. El 25 de mayo Ritola corría en 30:35.4 y mejoraba el 6 de julio a 30:23.2, pero Nurmi acabó colocándose en el límite de la media hora el 31 de agosto, 30:06.2.
La barrera de los 30 minutos acabó mostrándose tremendamente resistente. Tuvieron que pasar 15 años para que se superase, con dos plumarcas mundiales en medio. El 18 de julio de 1937, otro finlandés, Ilmani Salminen (1902-1986) conseguía, con 30:05.6, superar a Nurmi 13 años después. Salminen había ganado anteriormente el oro europeo en la distancia en 1934 y el olímpico en 1936. Volvió a ser campeón de Europa en 1938. El campeón del 5000 en ese campeonato, su compatriota Taisto Mäki (1910-1979), realizó 30:02.0 el 29 de septiembre de ese año y rompió la barrera de la media hora el 17 de septiembre del año siguiente con 29:52.6.
El 25 de agosto de 1944, en plena guerra mundial en la que su país estaba implicado, Viljo Heino (1914-1998), también finlandés corrió en 29:35.4. En 1946 fue campeón de Europa. En 1949 mantuvo un cerrado duelo con el checo, entonces checoslovaco, campeón olímpico en 1948, Emil Zátopek (1922-2000), en pos del tiempo más rápido en la distancia. Este hizo 29:28.2 el 11 de junio, el 1 de septiembre el finlandés recuperaba el primado mundial con 29:27.2, pero Zátopek cerró la pugna el 22 de octubre con 29:21.2. Al checo aún le quedaban otros tres recortes a su propio tope universal, 29:02.6, el 4 de agosto de 1950, 29:01.6, y, finalmente, 28:54.2, primera marca sub29. En los Juegos Olímpicos de 1952 había conseguido su mítico triplete en 5000, 10 000 y maratón.
El húngaro Sándor Iharos (1930-1996) superó, aunque no simultáneamente, las plusmarcas mundiales de 1500, 3000, 5000 y 10 000 m. En esta última distancia realizó 28:42.8 el 15 de julio de 1956.
El tiempo de Iharos duró menos de dos meses en lo más alto de las tablas. Lo superó el terremoto ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975), que había comenzado a practicar atletismo a los 22 años. De 1954 a 1957 consiguió los oros olímpicos de 5000 y 10 000 en 1956, el oro europeo en la distancia más corta en 1954, y las plusmarcas mundiales en las dos pruebas. Se colocaba siempre en cabeza y acostumbraba a marcas ritmos trepidantes. el 11 de septiembre de 1956 corrió los 10 000 m en 28:30.4.
Otro soviético, este ruso, Piotr Bolotnikov (1930-2013) mejoró a su entonces compatriota el 5 de octubre de 1960 con 28:18.8. El 11 de agosto de 1962 recortó unas décimas con 28:18.2. Fue campeón olímpico en 1960 y de Europa en 1962.
El 18 de diciembre de 1963, el portentoso corredor australiano Ron Clarke (1937-2015) se estrenaba como plusmarquista mundial con 28:15.6 en los 10 000 m. El 14 de julio de 1965 mejoró hasta unos entonces impensables 27:39.4 (27:39.89). Clarke superó oficialmente 17 topes universales, 4 en 5000 m. Su palmarés en grandes campeonatos, no obstante, es escaso. Tan solo pudo ganar el bronce olímpico en 1964 en los 10 000 m.
Pese a la mejora de Clarke de casi 30 segundos, el resto de los fondistas continuaron mejorando hasta que el australiano perdió su plusmarca mundial el 3 de septiembre de 1972, durante la disputa de la final olímpica en Múnich. El finlandés Lasse Virén (1949), pese a haber sufrido una caída en la mitad de la carrera, ganó el oro con 27:38.4 (27:38.35). Unos días después también se hacía con la plusmarca mundial del australiano en 5000 m. Virén hizo dos dobletes olímpicos en 5000 y 10 000 m en 1972 y 1976.
Un curioso corredor británico, David Bedford (1949), registró 27:30.8 (27:30.80) el 13 de julio de 1973. Bedford imprimía unos ritmos trepidantes, pero, incapaz de dosificarse, nunca consiguió un podio en un gran campeonato. El tiempo de Bedford se mantuvo como plusmarca mundial hasta el 30 de junio de 1977. Ese día el keniano Samson Kimobwa (1955) se convirtió en el primer africano en conseguir el primado mundial de la prueba. Marcó 27:30.5 (27:30.47) Estudiante en la Universidad del Estado de Washington, su carrera atlética fue muy corta. También lo fue su tope universal, que duró escasamente un año. El 11 de junio de 1978 su compatriota Henry Rono (1952), en su año mágico, se fue a 27:22.4 (27:22.47). Anteriormente, el 8 de abril había hecho plusmarca mundial de 5000 m, 13:08.4, y el 13 de mayo de 3000 obstáculos, 8:05.4,. Aún conseguiría la de los 3000 m lisos en 27 de junio, 7:32.1. Atleta muy irregular, aunque en 1981 superó su marca de 5000 m, 13:06.20, nunca tuvo la continuidad suficiente para plasmar su superioridad cronométrica en grandes campeonatos.
Tras haberse quedado a un escaso medio segundo de la marca de Rono en 10 000 m en 1981, el portugués Fernando Mamede (1951), consiguió, por fin, en 1984 sobrepasar al keniano cuando el 2 de julio registró 27:13.81. Mamede tenía miedo escénico a la gran competición. Parecía que la final de los Juegos Olímpicos de 1984 era el mejor escaparate para mostrar que había superado sus temores, pero, tras mostrarse muy firme en la semifinal, abandonó a mitad de la final. El portugués fue el último europeo plusmarquista mundial de la distancia.
Y el último plusmarquista mundial no africano fue el mexicano, después estadounidense, Arturo Barrios (1963), quien corrió en 27:08.23 el 18 de agosto de 1989. Dotado de escaso final, Barrios estuvo cerca del podio en el Mundial de 1987, 4º, y en los Juegos Olímpicos de 1988 y 1992, donde obtuvo sendos quintos puestos, siempre en los 10 kilómetros en pista.
El keniano Richard Chelimo (1972-2001) fue el iniciador de la racha africana consecutiva hasta hoy. Subcampeón olímpico de la distancia en 1992 en una final muy polémica ante el marroquí Khalid Skah (1967), el 5 de julio de 1993 registraba 27:07.91. Solo disfrutó cinco días de la condición de hombre más rápido en 10 000 m, pues el 10 de julio su compatriota Yobes Ondieki (1961), campeón del mundo de 5000 m en 1991, rompía por primera vez la barrera de los 27 minutos con 26:58.38. Al año siguiente, otro keniano William Sigei (1969), corría el 22 de julio en 26:52.23. Campeón del mundo de campo a través en 1993 y 1994, nunca alcanzó el puesto de finalista en ninguna competición en pista.
El 5 de junio de 1995 el etíope Haile Gebrselassie (1973), campeón del mundo de 10 000 m en 1993, superaba la primera de las tres plusmarcas mundiales que establecería en esta prueba, 26:43.53. Gebrselassie, que sería finalmente tetracampeón mundial y bicampeón olímpico en esta prueba, perdió su tope mundial el 23 de agosto de 1996, cuando el marroquí Salah Hissou (1972), entonces reciente bronce olímpico, realizó 26:38.08. Hissou fue además bronce mundial en 1997 y oro mundialista en 5000 m en 1999. Gebre mejoró el tiempo del marroquí el 5 de julio de 1997 con 26:31.32, pero el 22 de agosto, su gran rival, el keniano Paul Tergat (1969) se fue a 26:27.85. Tergat, que llegaría a ser cinco veces campeón mundial de campo a través, resultó derrotado por el etíope en los Juegos Olímpicos de 1996 y 2000 y en los Mundiales de 1997 y 1999. Acabó, como Gebre, siendo plusmarquista mundial de maratón. Finalmente, el 1 de junio de 1998, Gebre hizo su última plusmarca mundial de 10 000 m con 26:22.75.
Gebrselassie 26:43.53
Salah Hissou 26:38.08
Gebrselassie 26:31.32
Paul Tergat 26:27.85
Gebrselassie 26:22.75
El sucesor de Gebre como plusmarquista mundial fue otro de los grandes de siempre, su compatriota Kenenisa Bekele, 11 veces campeón del mundo de campo a través (cuando era anual y con carrera corta), 4 veces campeón mundial de 10 000 m, una de 5000 y tres oros olímpicos, dos en 10 000 y uno en 5000. El 8 de junio de 2004 marcó 26:20.31 y el 26 de agosto de 2005 mejoró hasta los 26:17.53, que superó ayer Cheptegei.
Joshua Cheptegei se acaba de convertir en el undécimo doble plusmarquista mundial de 5000 y 10 000 m, después de Nurmi, Mäki, Zátopek, Iharos, Kuts, Clarke, Viren, Rono, Gebre y Bekele. En Tokio el año que viene tendrá la oportunidad de intentar también el doble oro olímpico.
Progresión de la plusmarca mundial masculina de 10 000 m
30:58.8 Jean Bouin (FRA) 16 11 1911 París 30:40.2 Paavo Nurmi (FIN) 22 06 1921 Estocolmo 30:35.4 Ville Ritola (FIN) 25 05 1924 Helsinki 30:23.2 Ville Ritola (FIN) 06 07 1924 París 30:06.2 Paavo Nurmi (FIN) 31 08 1924 Kuopio 30:05.6 Ilmari Salminen (FIN) 18 07 1937 Kouvola 30:02.0 Taisto Mäki (FIN) 29 09 1938 Tampere 29:52.6 Taisto Mäki (FIN) 17 09 1939 Helsinki 29:35.4 Viljo Heino (FIN) 25 08 1944 Helsinki 29:28.2 Emil Zátopek (CZE) 11 06 1949 Ostrava 29:27.2 Viljo Heino (FIN) 01 09 1949 Kouvola 29:21.2 Emil Zátopek (CHE) 22 10 1949 Ostrava 29:02.6 Emil Zátopek (CHE) 04 08 1950 Turku 29:01.6 Emil Zátopek (CHE) 01 11 1953 Stara Boleslav 28:54.2 Emil Zátopek (CHE) 01 06 1954 Brussels 28:42.8 Sandor Iharos (HUN) 15 07 1956 Budapest 28:30.4 Vladimir Kuts (URS) 11 09 1956 Moscú 28:18.8 Pyotr Bolotnikov (URS) 15 09 1960 Kiev 28:18.2 Pyotr Bolotnikov (URS) 11 08 1962 Moscú 28:15.6 Ron Clarke (AUS) 18 12 1963 Melbourne 27:39.4 27:39.89* Ron Clarke (AUS) 14 07 1965 Oslo 27:38.4 27:38.35* Lasse Virén (FIN) 03 09 1972 Munich 27:30.8 27:30.80* David Bedford (GBR) 13 07 1973 Londres 27:30.5 27:30.47* Samson Kimobwa (KEN) 30 06 1977 Helsinki 27:22.4 27:22.47* Henry Rono (KEN) 11 06 1978 Viena 27:13.81 Fernando Mamede (POR) 02 07 1984 Estocolmo 27:08.23 Arturo Barrios (MEX) 18 08 1989 Berlín 27:07.91 Richard Chelimo (KEN) 05 07 1993 Estocolmo 26:58.38 Yobes Ondieki (KEN) 10 07 1993 Oslo 26:52.23 William Sigei (KEN) 22 07 1994 Oslo 26:43.53 Haile Gebrselassie (ETI) 05 06 1995 Hengelo 26:38.08 Salah Hissou (MAR) 23 08 1996 Bruselas 26:31.32 Haile Gebrselassie (ETI) 04 07 1997 Oslo 26:27.85 Paul Tergat (KEN) 22 08 1997 Bruselas 26:22.75 Haile Gebrselassie (ETI) 01 06 1998 Hengelo 26:20.31 Kenenisa Bekele (ETI) 08 06 2004 Ostrava 26:17.53 Kenenisa Bekele (ETI) 26 08 2005 Bruselas 26:11.00 Joshua Cheptegei (UGA) 07 10 2020 Valencia
Uno de los pocos atractivos de esta temporada, tras el aplazamiento de los Juegos Olímpicos a 2021 y la supresión, entre otras muchas competiciones, del Europeo de París, era el anunciado duelo en el maratón de Londres para el 4 de octubre entre las dos leyendas del fondo Eliud Kipchoge (1984) y Kenenisa Bekele (1982). El keniano es el actual plusmarquista mundial, 2h01:39, y el etíope el segundo mejor marquista de siempre, 2h01:41. Además, como es bien sabido, Kipchoge fue capaz de romper la barrera de las 2 horas en una exhibición no oficial en Viena el año pasado, 1h59:40, de 42 195 m, en medio de una gran polémica por los nuevos modelos de zapatillas. La carrera de Londres, trasladada de abril a octubre por la pandemia, tendría lugar en un circuito de algo más de 2 kilómetros en Saint James Park, al que los atletas darían 19 vueltas.
Pero las cosas no salieron como se esperaba. Dos días antes de la competición, Bekele renunciaba a participar por problemas físicos. El mismo día 4, Londres amanecía lluvioso. El barrillo resultante en el circuito haría muy complicado acercarse a la plusmarca mundial. Pero la noticia más inesperada tenía lugar hacia el kilómetro 37 de la competición, cuando Kipchoge perdía contacto con el grupo de cabeza formado por seis hombres. El keniano finalmente entró en la octava posición, con 2h06:49, a 1:08 del vencedor, el etíope Shura Kitata (1996), 2h05:41, que se impuso casi en la línea de meta a otro keniano, Vincent Kipchumba (1990), 2h05:42. Unos metros antes se había quedado otro etíope, Sisay Lemma (1990), 2h05:45. Es de destacar que, pese al mal tiempo, Kitata se quedó a tan solo 40 segundos de su mejor marca.
Kipchoge afirmó que la baja temperatura no le había favorecido pero acabó afirmando que para disfrutar del deporte hay que asumir que la derrota forma parte de él. Desde 2013 el keniano ha corrido trece maratones, más dos exhibiciones de 42 kilómetros 195 metros no oficiales. Con la de hoy es su segunda derrota en la distancia. La primera tuvo lugar en Berlín en 2013, donde fue segundo, con una mejor marca personal de 2h04:05, tras Wilson Kipsang (1982), quien con 2h03:23 había mejorado la plusmarca mundial de entonces. Las 2h06:49 de hoy son el tiempo más lento de Kipchoge, aparte del maratón olímpico de Río.
Hoy el titular es la derrota del keniano, que pudo retirarse alegando una lesión y no lo hizo. Se está considerando la derrota como algo excepcional y lo excepcional son las once (trece contando las exhibiciones no oficiales) victorias anteriores. En el atletismo la planificación está sometida a innumerables imponderables. Se podrían resumir en que el cuerpo humano no está preparado para someterse a la enorme cantidad de trabajo a que se somete para superar los límites. Llegar al día D a la hora H con la planificación cumplida al milímetro no siempre es posible. No es infrecuente que el atleta no sepa exactamente sus estado de forma. A veces hay retrasos en la preparación que no permiten calibrar adecuadamente la situación el día de la competición. No hace mucho un amigo del atletismo coincidió con un antiguo campeón olímpico y plusmarquista mundial. Le preguntó qué le había sucedido en una competición en la siendo el gran favorito se había quedado fuera del podio. La respuesta fue simplemente una lesión que había retrasado su puesta a punto. Aquello, como ocurre tantas veces, no trascendió a la prensa. Quizá podría haber una razón que explicase el bajo rendimiento hoy de Kipchoge, pero quizá no la lleguemos a saber. Quizá no tuvo su mejor día. Quizá el tiempo le afectó más de lo que pensaba.
En cualquier caso, hoy Londres ha demostrado que Kipchoge, pese a que algunos lo dudábamos, también es humano. En el maratón olímpico de Sapporo, probablemente sin público, en 2021, tendrá ocasión de desquitarse de su actuación de hoy, esperemos que en un gran duelo con Kenenisa Bekele.
P.D. Hoy pensaba escribir una gran crónica sobre el duelo en la cumbre entre Bekele y Kipchoge con el resultado de una gran plusmarca mundial. Quizá tenga más suerte el miércoles 7 con el intento de tope universal de Joshua Cheptegei en 10 000 m en Valencia, competición que cerrará esta extraña temporada.
Esta entrada se publicó inicialmente en el número de septiembre de la revista Somos Atletismo.
La formidable exhibición de los velocistas estadounidenses de 100 y 200 m en los Juegos Olímpicos de 1964 y, sobre todo, en la pista sintética de Ciudad de México de los Juegos de 1968, a más de 2000 m de altitud, no tuvo continuidad en la siguiente década, la de los 70. Entre los Juegos de 1972 y de 1976, los estadounidenses no ganaron ninguna medalla de oro en los 100 o los 200 m. Se tuvieron que conformar con tres platas y un bronce. Incluso se quedaron fuera del podio de los 100 m en 1976, algo que solamente había sucedido en 1928. Por otro lado, la plusmarca mundial de 9.95 en los 100 m, conseguida por Jim Hines (1946) en la final de México, parecía imbatible. Aunque hubo muchos 9.9 manuales durante la década de los 70, el único tiempo automático por debajo de 10.00 fueron los 9.98 del cubano Silvio Leonard (1955) en altitud, en 1977. El mejor registro realizado por un estadounidense en esos años fue de 10.05 por SteveRiddick (1951) en 1975. En 200 m el italiano Pietro Mennea (1952-2013) superaba en 1979, con 19.72, en Ciudad de México, la plusmarca mundial del estadounidense Tommie Smith (1944), 19.83, conseguida en la final olímpica de 1968. Previamente, en 1971, el jamaicano Don Quarrie (1971) se había quedado muy cerca del tiempo de Smith, con 19.86 en altitud. La mejor marca de un estadounidense en los años 70 fue 20.03 de Clancy Edwards (1955) en 1978.
La década de los 80 tampoco comenzó bien para los deportistas de Estados Unidos. El Presidente James Carter (1924) decidió boicotear los Juegos Olímpicos que se celebrarían en Moscú en 1980. El año anterior los soviéticos habían invadido Afganistán. Eran tiempos de la Guerra Fría. En las pruebas de selección olímpica, que fueron simbólicas, pues entonces ya se conocía el boicot, un joven de 19 años llamado Carl Lewis (1961) había ocupado la cuarta plaza en los 100 m, lo que le habría dado derecho a participar en el relevo 4 x 100 m. Lewis dominaría de forma casi apabullante la velocidad mundial en los años 80 y más allá. Fue oro olímpico en 100 m en 1984 y 1988, en 200 en 1984, en el relevo corto en 1984 y 1992, y oro en 100 m y en el relevo en los Mundiales de 1983, 1987 y 1991. Compatibilizaba esta especialidad con el salto de longitud, concurso en el que fue tetracampeón olímpico. La plusmarca de Hines cayó en 1983, cuando Calvin Smith (1961), otro longevo velocista, realizó en altitud 9.93. Unas semanas antes, Lewis había corrido en 9.97 al nivel del mar. A finales de la década, la plusmarca mundial eran los 9.92 con que Lewis había ganado la final olímpica de 1988. Entonces, las marcas por debajo de 10.00 ya no eran una rareza.
De 1985 a 1988, el dominio de Lewis se vio amenazado por el canadiense Ben Johnson (1961), bronce olímpico en 100 m en 1984, que había derrotado al estadounidense en la final de 100 m del Mundial de 1987, con 9.83, y en la final olímpica de 1988, con 9.79. Ambos tiempos habrían sido sendas plusmarcas mundiales. Unos días después de esta última carrera se descubrió que el canadiense había consumido anabolizantes. Él mismo confesó unos meses después que llevaba desde 1981 utilizándolos, por lo que se le desposeyó también de su título mundial y de los tiempos conseguidos entonces. Desgraciadamente, fue una época en que se cometieron demasiados excesos.
En cuanto a Calvin Smith, también tuvo una carrera deportiva bastante larga, aunque no tanto como Lewis. Fue campeón mundial de 200 m en 1983 y 1987, subcampeón mundial de 100 m en 1983, oro en 4×100 en el Mundial de 1983 y en los Juegos de 1984 y bronce en 100 m en los Juegos de 1988.
Pese al mal comienzo con el boicot a los Juegos de Moscú, los años 80 fueron sin duda los de la recuperación de la velocidad estadounidense. En los Juegos de 1984 y de 1988 Estados Unidos se llevó los 4 oros, y ganó un total de 9 medallas. En los campeonatos del mundo de 1983 y 1987 también se hizo con todos los oros y tres medallas más. Lewis y, en menor medida, Calvin Smith fueron sus estandartes, pero hubo numerosísimos velocistas, de inmensa calidad, que se vieron ensombrecidos por estos dos grandes. Algunos ganaron medallas olímpicas o mundiales. Otros realizaron grandes registros, pero no pudieron llegar a la gran competición, al no superar las exigentes pruebas de selección de su país. También el fútbol americano se llevó a unos cuantos de estos velocistas. Esta es la historia de algunos de ellos.
James Sandford (1957) ganó los 100 m de la Copa del Mundo en 1979. En 1980 corrió en 10.02, que acabaría siendo la mejor marca mundial de ese año, pero se lesionó y no pudo disputar las pruebas de selección olímpica. El ganador de estas pruebas, Stanley Floyd (1961), llegó a registrar 10.03 en 1982. No disputó ningún gran campeonato. En 1983 aceptó una oferta de la NFL (National Football Association). No tuvo mucho éxito y volvió al atletismo en 1987. El segundo en esta carrera fue Harvey Glance (1957). Glance había sido campeón olímpico del relevo 4×100 m en 1976 y cuarto en la prueba individual. Su carrera atlética se extendió hasta 1987, año que fue campeón mundial de 4×100 m. En 1985 corrió su 100 más rápido, en 10.05. Mel Lattany (1959) ocupó el tercer puesto de esta prueba de selección. En 1984 realizó, con 9.96, su mejor tiempo de siempre y el mejor mundial del año. No consiguió, sin embargo, el pasaporte olímpico. En 1981, con 20.21, se impuso en el 200 de la Copa del Mundo. En 1985 hizo una prueba para los Dallas Cowboys de la NFL, pero no resultó exitosa. Cualquiera de estos tres atletas habría sido un rival formidable para el campeón olímpico ese año, el escocés Alan Wells (1952).
Vídeo sobre Mel Lattany
En los 200 m de estas pruebas de selección se impuso James Butler (1960), quien haría su mejor marca, 20.23, en 1982. Aunque corrió hasta finales de la década nunca pudo clasificarse para un gran campeonato. El gran derrotado en esta distancia en las pruebas clasificatorias fue LaMonte King (1959), que tenía la mejor marca, 20.08 y ocupó la cuarta posición. Acreditaba además 8.22 m en longitud. Tampoco llegaría a disputar ningún gran campeonato.
La velocidad corta del primer campeonato del Mundo, celebrado en Helsinki en 1983, fue un festival estadounidense. Solo dejaron escapar el bronce de los 200 m, que fue para Pietro Mennea. En 100 hubo triplete con Lewis, Smith y Emmit King (1959). Ellos tres, junto con Willie Gault (1960), ganaron además el oro en el relevo 4×100 m, con plusmarca mundial de 37.86. King siguió compitiendo hasta 1988, año en que hizo 10.04, su mejor registro, pero no volvió a ningún gran campeonato. En cuanto a Willie Gault, compatibilizaba esta prueba con los 110 m vallas. Realizó en 1982 con 10.10 y 13.26 sus mejores marcas. Tras proclamarse campeón del mundo en el relevo, comenzó a jugar en la NFL. Ya había practicado el fútbol americano previamente.
En los 200 m de Helsinki hubo doblete estadounidense con Calvin Smith y Elliot Quow (1962). Quow tuvo ese 1983 como su año dorado de una corta carrera atlética. Hizo también su mejor marca de 20.16, cuarta de ese año, precedido por Lewis con 19.75, Smith con 19.99 y el saltador de longitud Larry Myricks (1956), acreditado entonces en 8.52 m, con 20.03. Lewis se quedó a 0.03 de la plusmarca mundial, frenándose antes de llegar a la meta. Sería esta su mejor marca de siempre.
En los Juegos Olímpicos de 1984 se repitió la superioridad estadounidense en los 100 y 200 m. Tan solo dejaron de ganar el bronce en el 100. Lewis se convirtió en la estrella de los Juegos, al igualar el logro de Jesse Owens (1913-1980) de 1936 con los oros en 100, 200, 4×100 y salto de longitud. En la prueba corta se vio acompañado un peldaño por debajo del podio por Sam Graddy (1964). El tercer estadounidense, Ron Brown (1961), ocupó la cuarta posición. Los tres, junto con Calvin Smith, se hicieron con el oro en el relevo, con una nueva plusmarca mundial de 37.83. Graddy corrió ese año en 10.09. Brown había hecho 10.06 el año anterior. Ambos acabaron jugando en la NFL, el primero en 1987 y el segundo ese mismo 1984.
En la final olímpica de 200 m hubo triplete estadounidense. Lewis, que había ganado en 19.80, se vio escoltado por Kirk Baptiste (1963), con 19.96, y Thomas Jefferson (1962), con 20.26. Baptiste, que se convertía en el cuarto atleta más rápido de siempre, tuvo una carrera deportiva corta, que solo se prolongó por dos años más. Jefferson también alcanzó su cénit en Los Ángeles, si bien siguió compitiendo con altibajos hasta 1991, año en que hizo su mejor marca, 20.21. De los que no se clasificaron para los Juegos, destaca Albert Robinson (1964), que había corrido semanas antes de las pruebas de selección en 20.07. En 1988 hizo 20.05 y quedó cuarto en las pruebas para los Juegos. Consiguió clasificarse en el relevo 4×100 m, pero el equipo estadounidense resultó descalificado en su serie.
En 1989 se desposeyó del título y de la plusmarca mundial, conseguidos en Roma en 1987, a Ben Johnson, con lo que Lewis pasó a ser campeón del mundo y, retrospectivamente, pues entonces ya había mejorado esa marca, coplusmarquista mundial con 9.93, el mismo tiemo que Calvin Smith, si bien este lo había conseguido en altitud. Smith renovó en Roma su oro en 200 m. El sexto en esta final fue otro estadounidense, Floyd Heard (1966), que ese año había corrido en 19.95. Heard tuvo una larga carrera, hasta 2002. Hizo su mejor marca, 19.88, en 2000. Sin embargo, como tantos otros, no pudo clasificarse para ningún otro gran campeonato. El también estadounidense, Lee McRae (1966) fue sexto en los 100 m de este mundial y campeón del relevo 4×100. Es más conocido por la plusmarca mundial de 6.50 en 1987 en 60 m bajo techo.
Para los Juegos Olímpicos de 1988 volvieron a clasificarse los clásicos Carl Lewis, que ganó el 100 y fue, sorprendentemente, segundo en 200, y Calvin Smith, que fue tercero en 100 m. El segundo en los 100 m, Dennis Mitchell (1966), corrió ese año en 10.03 y ocupó el cuarto lugar en la final olímpica. Llegaría a realizar 9.91. En el último tramo de su carrera tuvo problemas por consumo de sustancias prohibidas. La sorpresa de los 200 m fue Joe DeLoach (1967), que no solo derrotó a Lewis en las pruebas de selección, sino que lo hizo también en la final olímpica, llevándose el oro con 19.75, 0.04 menos que su rival. Ese año realizó también 10.03 en 100 m. No volvió, sin embargo, a alcanzar el nivel de esa temporada y se retiró cuatro años más tarde, acuciado por interminables problemas físicos. El tercer estadounidense fue Roy Martin (1966), acreditado en 20.05 de ese año. No pasó a la final, ni tuvo continuidad atlética. De los no clasificados destaca Lorenzo Daniel (1966), que había acreditado 19.87 antes de las pruebas de selección, pero se lesionó. Nunca tomó parte en un gran campeonato.
La descalificación de Ben Johnson en la final de 100 m, dio el oro a Lewis y el bronce a Calvin Smith. Los 9.92 de Lewis esta carrera acabaron siendo plusmarca mundial, tras anularse al año siguiente, como ya se ha indicado, los 9.83 de Johnson de la final de Roma. Lewis aún mejoraría esta plusmarca cuando se proclamó campeón mundial en 1991 con 9.86. La plusmarca de 200 m de Mennea sobrevivió hasta 1996, cuando Michael Johnson (1966) corrió en 19.66. Cuatro años antes, en la semifinal de los Juegos de 1992, Mike Marsh (1967) había realizado, parándose, 19.73
A finales de la década comenzaron a aparecer en las listas mundiales atletas que destacarían notablemente en la década siguiente como Leroy Burrell (1967), André Cason (1969), Mike Marsh o Michael Johnson. Sin duda, Estados Unidos en los 80 volvió a ser un país pródigo en grandes velocistas, pero la durísima competencia impidió a la mayoría brillar con continuidad, lo que añade un enorme mérito a los que sí consiguieron mantenerse en lo más alto durante varias temporadas.