Los velocistas estadounidenses de los años 80

Esta entrada se publicó inicialmente en el número de septiembre de la revista Somos Atletismo.

La formidable exhibición de los velocistas estadounidenses de 100 y 200 m en los Juegos Olímpicos de 1964 y, sobre todo, en la pista sintética de Ciudad de México de los Juegos de 1968, a más de 2000 m de altitud, no tuvo continuidad en la siguiente década, la de los 70. Entre los Juegos de 1972 y de 1976, los estadounidenses no ganaron ninguna medalla de oro en los 100 o los 200 m. Se tuvieron que conformar con tres platas y un bronce. Incluso se quedaron fuera del podio de los 100 m en 1976, algo que solamente había sucedido en 1928. Por otro lado, la plusmarca mundial de 9.95 en los 100 m, conseguida por Jim Hines (1946) en la final de México, parecía imbatible. Aunque hubo muchos 9.9 manuales durante la década de los 70, el único tiempo automático por debajo de 10.00 fueron los 9.98 del cubano Silvio Leonard (1955) en altitud, en 1977. El mejor registro realizado por un estadounidense en esos años fue de 10.05 por Steve Riddick (1951) en 1975. En 200 m el italiano Pietro Mennea (1952-2013) superaba en 1979, con 19.72, en Ciudad de México, la plusmarca mundial del estadounidense Tommie Smith (1944), 19.83, conseguida en la final olímpica de 1968. Previamente, en 1971, el jamaicano Don Quarrie (1951) se había quedado muy cerca del tiempo de Smith, con 19.86 en altitud. La mejor marca de un estadounidense en los años 70 fue 20.03 de Clancy Edwards (1955) en 1978.

La década de los 80 tampoco comenzó bien para los deportistas de Estados Unidos. El Presidente James Carter (1924) decidió boicotear los Juegos Olímpicos que se celebrarían en Moscú en 1980. El año anterior los soviéticos habían invadido Afganistán. Eran tiempos de la Guerra Fría. En las pruebas de selección olímpica, que fueron simbólicas, pues entonces ya se conocía el boicot, un joven de 19 años llamado Carl Lewis (1961) había ocupado la cuarta plaza en los 100 m, lo que le habría dado derecho a participar en el relevo 4 x 100 m. Lewis dominaría de forma casi apabullante la velocidad mundial en los años 80 y más allá. Fue oro olímpico en 100 m en 1984 y 1988, en 200 en 1984, en el relevo corto en 1984 y 1992, y oro en 100 m y en el relevo en los Mundiales de 1983, 1987 y 1991. Compatibilizaba esta especialidad con el salto de longitud, concurso en el que fue tetracampeón olímpico. La plusmarca de Hines cayó en 1983, cuando Calvin Smith (1961), otro longevo velocista, realizó en altitud 9.93. Unas semanas antes, Lewis había corrido en 9.97 al nivel del mar. A finales de la década, la plusmarca mundial eran los 9.92 con que Lewis había ganado la final olímpica de 1988. Entonces, las marcas por debajo de 10.00 ya no eran una rareza.

De 1985 a 1988, el dominio de Lewis se vio amenazado por el canadiense Ben Johnson (1961), bronce olímpico en 100 m en 1984, que había derrotado al estadounidense en la final de 100 m del Mundial de 1987, con 9.83, y en la final olímpica de 1988, con 9.79. Ambos tiempos habrían sido sendas plusmarcas mundiales. Unos días después de esta última carrera se descubrió que el canadiense había consumido anabolizantes. Él mismo confesó unos meses después que llevaba desde 1981 utilizándolos, por lo que se le desposeyó también de su título mundial y de los tiempos conseguidos entonces. Desgraciadamente, fue una época en que se cometieron demasiados excesos.

En cuanto a Calvin Smith, también tuvo una carrera deportiva bastante larga, aunque no tanto como Lewis. Fue campeón mundial de 200 m en 1983 y 1987, subcampeón mundial de 100 m en 1983, oro en 4×100 en el Mundial de 1983 y en los Juegos de 1984 y bronce en 100 m en los Juegos de 1988.

Pese al mal comienzo con el boicot a los Juegos de Moscú, los años 80 fueron sin duda los de la recuperación de la velocidad estadounidense. En los Juegos de 1984 y de 1988 Estados Unidos se llevó los 4 oros, y ganó un total de 9 medallas. En los campeonatos del mundo de 1983 y 1987 también se hizo con todos los oros y tres medallas más. Lewis y, en menor medida, Calvin Smith fueron sus estandartes, pero hubo numerosísimos velocistas, de inmensa calidad, que se vieron ensombrecidos por estos dos grandes. Algunos ganaron medallas olímpicas o mundiales. Otros realizaron grandes registros, pero no pudieron llegar a la gran competición, al no superar las exigentes pruebas de selección de su país. También el fútbol americano se llevó a unos cuantos de estos velocistas. Esta es la historia de algunos de ellos.

James Sandford (1957) ganó los 100 m de la Copa del Mundo en 1979. En 1980 corrió en 10.02, que acabaría siendo la mejor marca mundial de ese año, pero se lesionó y no pudo disputar las pruebas de selección olímpica. El ganador de estas pruebas, Stanley Floyd  (1961), llegó a registrar 10.03 en 1982. No disputó ningún gran campeonato. En 1983 aceptó una oferta de la NFL (National Football Association). No tuvo mucho éxito y volvió al atletismo en 1987. El segundo en esta carrera fue Harvey Glance (1957). Glance había sido campeón olímpico del relevo 4×100 m en 1976 y cuarto en la prueba individual. Su carrera atlética se extendió hasta 1987, año que fue campeón mundial de 4×100 m. En 1985 corrió su 100 más rápido, en  10.05. Mel Lattany (1959) ocupó el tercer puesto de esta prueba de selección. En 1984 realizó, con 9.96, su mejor tiempo de siempre y el mejor mundial del año. No consiguió, sin embargo, el pasaporte olímpico. En 1981, con 20.21, se impuso en el 200 de la Copa del Mundo. En 1985 hizo una prueba para los Dallas Cowboys de la NFL, pero no resultó exitosa. Cualquiera de estos tres atletas habría sido un rival formidable para el campeón olímpico ese año, el escocés Alan Wells (1952).

Vídeo sobre Mel Lattany

En los 200 m de estas pruebas de selección se impuso James Butler (1960), quien haría su mejor marca, 20.23, en 1982. Aunque corrió hasta finales de la década nunca pudo clasificarse para un gran campeonato. El gran derrotado en esta distancia en las pruebas clasificatorias fue LaMonte King (1959), que tenía la mejor marca, 20.08 y ocupó la cuarta posición. Acreditaba además 8.22 m en longitud. Tampoco llegaría a disputar ningún gran campeonato.

La velocidad corta del primer campeonato del Mundo, celebrado en Helsinki en 1983, fue un festival estadounidense. Solo dejaron escapar el bronce de los 200 m, que fue para Pietro Mennea. En 100 hubo triplete con Lewis, Smith y Emmit King (1959). Ellos tres, junto con Willie Gault (1960), ganaron además el oro en el relevo 4×100 m, con plusmarca mundial de 37.86. King siguió compitiendo hasta 1988, año en que hizo 10.04, su mejor registro, pero no volvió a ningún gran campeonato. En cuanto a Willie Gault, compatibilizaba esta prueba con los 110 m vallas. Realizó en 1982 con 10.10 y 13.26 sus mejores marcas. Tras proclamarse campeón del mundo en el relevo, comenzó a jugar en la NFL. Ya había practicado el fútbol americano previamente.

En los 200 m de Helsinki hubo doblete estadounidense con Calvin Smith y Elliot Quow (1962). Quow tuvo ese 1983 como su año dorado de una corta carrera atlética. Hizo también su mejor marca de 20.16, cuarta de ese año, precedido por Lewis con 19.75, Smith con 19.99 y el saltador de longitud Larry Myricks (1956), acreditado entonces en 8.52 m, con 20.03. Lewis se quedó a 0.03 de la plusmarca mundial, frenándose antes de llegar a la meta. Sería esta su mejor marca de siempre.

En los Juegos Olímpicos de 1984 se repitió la superioridad estadounidense en los 100 y 200 m. Tan solo dejaron de ganar el bronce en el 100. Lewis se convirtió en la estrella de los Juegos, al igualar el logro de Jesse Owens (1913-1980) de 1936 con los oros en 100, 200, 4×100 y salto de longitud. En la prueba corta se vio acompañado un peldaño por debajo del podio por Sam Graddy (1964). El tercer estadounidense, Ron Brown (1961), ocupó la cuarta posición. Los tres, junto con Calvin Smith, se hicieron con el oro en el relevo, con una nueva plusmarca mundial de 37.83. Graddy corrió ese año en 10.09. Brown había hecho 10.06 el año anterior. Ambos acabaron jugando en la NFL, el primero en 1987 y el segundo ese mismo 1984.

En la final olímpica de 200 m hubo triplete estadounidense. Lewis, que había ganado en 19.80, se vio escoltado por Kirk Baptiste (1963), con 19.96, y Thomas Jefferson (1962), con 20.26. Baptiste, que se convertía en el cuarto atleta más rápido de siempre, tuvo una carrera deportiva corta, que solo se prolongó por dos años más. Jefferson también alcanzó su cénit en Los Ángeles, si bien siguió compitiendo con altibajos hasta 1991, año en que hizo su mejor marca, 20.21. De los que no se clasificaron para los Juegos, destaca Albert Robinson (1964), que había corrido semanas antes de las pruebas de selección en 20.07. En 1988 hizo 20.05 y quedó cuarto en las pruebas para los Juegos. Consiguió clasificarse en el relevo 4×100 m, pero el equipo estadounidense resultó descalificado en su serie.

En 1989 se desposeyó del título y de la plusmarca mundial, conseguidos en Roma en 1987, a Ben Johnson, con lo que Lewis pasó a ser campeón del mundo y, retrospectivamente, pues entonces ya había mejorado esa marca, coplusmarquista mundial con 9.93, el mismo tiemo que Calvin Smith, si bien este lo había conseguido en altitud. Smith renovó en Roma su oro en 200 m. El sexto en esta final fue otro estadounidense, Floyd Heard (1966), que ese año había corrido en 19.95. Heard tuvo una larga carrera, hasta 2002. Hizo su mejor marca, 19.88, en 2000. Sin embargo, como tantos otros, no pudo clasificarse para ningún otro gran campeonato. El también estadounidense, Lee McRae (1966) fue sexto en los 100 m de este mundial y campeón del relevo 4×100. Es más conocido por la plusmarca mundial de 6.50 en 1987 en 60 m bajo techo.

Para los Juegos Olímpicos de 1988 volvieron a clasificarse los clásicos Carl Lewis, que ganó el 100 y fue, sorprendentemente, segundo en 200, y Calvin Smith, que fue tercero en 100 m. El segundo en los 100 m, Dennis Mitchell (1966), corrió ese año en 10.03 y ocupó el cuarto lugar en la final olímpica. Llegaría a realizar 9.91. En el último tramo de su carrera tuvo problemas por consumo de sustancias prohibidas. La sorpresa de los 200 m fue Joe DeLoach (1967), que no solo derrotó a Lewis en las pruebas de selección, sino que lo hizo también en la final olímpica, llevándose el oro con 19.75, 0.04 menos que su rival. Ese año realizó también 10.03 en 100 m. No volvió, sin embargo, a alcanzar el nivel de esa temporada y se retiró cuatro años más tarde, acuciado por interminables problemas físicos.  El tercer estadounidense fue Roy Martin (1966), acreditado en 20.05 de ese año. No pasó a la final, ni tuvo continuidad atlética. De los no clasificados destaca Lorenzo Daniel (1966), que había acreditado 19.87 antes de las pruebas de selección, pero se lesionó. Nunca tomó parte en un gran campeonato.

La descalificación de Ben Johnson en la final de 100 m, dio el oro a Lewis y el bronce a Calvin Smith. Los 9.92 de Lewis esta carrera acabaron siendo plusmarca mundial, tras anularse al año siguiente, como ya se ha indicado, los 9.83 de Johnson de la final de Roma. Lewis aún mejoraría esta plusmarca cuando se proclamó campeón mundial en 1991 con 9.86. La plusmarca de 200 m de Mennea sobrevivió hasta 1996, cuando Michael Johnson (1966) corrió en 19.66. Cuatro años antes, en la semifinal de los Juegos de 1992, Mike Marsh (1967) había realizado, parándose, 19.73

A finales de la década comenzaron a aparecer en las listas mundiales atletas que destacarían notablemente en la década siguiente como Leroy Burrell (1967), André Cason (1969), Mike Marsh o Michael Johnson. Sin duda, Estados Unidos en los 80 volvió a ser un país pródigo en grandes velocistas, pero la durísima competencia impidió a la mayoría brillar con continuidad, lo que añade un enorme mérito a los que sí consiguieron mantenerse en lo más alto durante varias temporadas.

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