Mercedes Chilla, una lanzadora española en un podio continental

En 2006, España ya se había acostumbrado a buenas cosechas de medallas en los campeonatos de Europa al aire libre. No fue fácil el camino, desde la primera medalla, obtenido en 1978, el oro del Jordi Llopart (1952-2020), única presea en ese campeonato. Tras las 5 medallas, un número en cierto modo inesperado, de 1982, hubo un cierto retroceso en 1986, con 3 medallas, y en 1990, con 2. La cosas cambiaron a partir de 1994, 9 medallas, 7 en 1998 y nada menos que 15, y segundo lugar en el medallero, en 2002. En 2006, España se hizo con 11 puestos en el podio, y no pasó en absoluto desapercibido que uno de ellos fuese para una lanzadora, la jabalinista andaluza Mercedes Chilla.

María Mercedes Chilla López nació el 19 de enero de 1980 en Jerez de la Frontera. Desde pequeña se aficionó al deporte y practicó baloncesto, balonmano y atletismo, hasta que a los 15 años comenzó a dedicarse en exclusiva al atletismo, de la mano de su entrenador de siempre José María Vega. Inicialmente probó el lanzamiento de peso y las combinadas, antes de decidirse por la jabalina, especialidad en que empezó a destacar muy pronto. Participó en el Mundial sub20 en 1998, fue 10ª en el Europeo sub20 de 1999 y bronce en el Europeo sub23 de 2001. En 1999 se cambió el modelo de jabalina. La plusmarca española con al anterior modelo se quedó en poder de la malagueña Natividad Vizcaíno (1954), con 60.64 m. La primera plusmarca nacional homologada con la nueva jabalina fue la mejor marca de 1999, conseguida por la gallega Marta Míguez (1973), con 57.59 m. Con esta atleta mantuvo Mercedes Chilla una cerrada pugna por el primado español. El 6 de mayo de 2000 Chilla superaba a Míguez con 57.91, pero la gallega mejoró el 2 de septiembre de ese año con 59.02. El 21 de julio de 2001 se fue a 59.43. La andaluza se impuso definitivamente el 24 de julio de 2004, con Míguez ya retirada, al lanzar unos excelentes 62.32 m, primera marca española por encima de 60.00 m. Aún mejoraría hasta 63.20 m (20 08 2006) y 64.07 m (12 06 2010).

En 2003 consiguió el primero de sus 10 campeonatos de España absolutos (2003, 2004, 2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2014) y fue bronce en la Universiada. Fue olímpica en 2004. En 2005 tomó parte en el Mundial de Helsinki y se hizo con el bronce en los Juegos del Mediterráneo. En 2006 consiguió su mayor éxito y también el de una lanzadora española, al ser tercera en el campeonato de Europa, que tenía lugar en Gotemburgo. Se clasificó para la final holgadamente, tercera en su grupo con 59.54 m. Tan solo 4 atletas pudieron con 61.00 m, distancia requerida para la clasificación directa. En la final fue de menos a más. Tras un primer lanzamiento de 57.26 m era 6ª. Mejoró a 59.63 m. Después de un nulo, pasó a la mejora en 5º lugar. Al comenzar la 5ª ronda se mantenía en 5ª posición, pese a otro nulo. En esta penúltima ronda un lanzamiento de 61.98 m le permitió alcanzar el tercer puesto, del que ya no se movería. Por delante de ella se clasificaron la alemana Steffi Nerius (1972), 65.82 m, y la checa Barbora Špotáková (1981), futura bicampeona olímpica.

Pese a que, tras el éxito de Gotemburgo, los problemas físicos comenzaron a visitarla de forma asidua, aún consiguió dos nuevos éxitos en grandes campeonatos. En 2008 fue 9ª en los Juegos Olímpicos de Pekín. Se clasificó directamente para la final con 61.81m , su mejor marca del año, en el segundo lanzamiento. En la final se quedó con 58.13 m, a las puertas de la mejora en la 9ª posición. La descalificación, 8 años más tarde, de la rusa Mariya Abakumova (1986), que había sido 2ª, solo alteró el orden de las atletas medallistas. Oficialmente, el resto de las participantes en la final mantuvieron el puesto que habían obtenido en la competición. En 2010 fue campeona iberoamericana y 6ª en el campeonato de Europa. En 2011 realizó con 63.77 m su segunda mejor marca de siempre, mínima olímpica, pero una grave lesión en el hombro derecho le impidió participar en sus terceros Juegos. En 2014 fue 10ª en el Europeo.

Diplomada en Magisterio de Educación Física, en 2015 fundó una empresa de cross-fit, llamada Crosss-fit Jerez. En 2018 aún fue medalla de bronce en el campeonato de España. Continúa oficialmente en activo, aunque la temporada pasada no compitió.

Mercedes Chilla hizo historia aquel verano de 2006, con su bronce europeo. Pese a las 11 medallas conseguidas por España, el logro de la atleta de Jerez no pasó desapercibido. La prensa y los aficionados dieron un gran valor a la excelente actuación de esta gran jabalinista.

Esta mañana se murió el fondista gallego Alejandro Gómez (1967-2021). Padecía un tumor cerebral maligno. No menos triste por esperado. En el blog de Emilio Navaza hay una amplia semblanza con cuatro entradas.

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Moscú 1980: Ovett y Coe salvan los Juegos. ¿Y qué habría ocurrido si…?

En abril de 1978, el Partido Popular Democrático de Afganistán daba un golpe de estado contra el Presidente Mohammed Daoud Khan (1909-1978) e instauraba un régimen prosoviético, que provocó una guerra de guerrillas contra los muyaidines, musulmanes anticomunistas, y una gran inestabilidad. En diciembre de 1979, la Unión Soviética decidió invadir el país para apuntalar al gobierno, lo que produjo un enorme conflicto diplomático internacional. Los Estados Unidos, presididos por James Carter (1924), que apoyaban desde el principio a los muyaidines, decidieron incluir entre las múltiples sanciones a la Unión Soviética el boicot a los Juegos Olímpicos, que tendrían lugar en Moscú el mes de julio de 1980. El 24 de mayo expiraba el plazo que Estados Unidos había dado a las autoridades soviéticas para que se retirasen de Afganistán. Ese día se hizo oficial el boicot, al que se unieron numerosos países. En total hubo 65 ausencias entre los invitados por el COI (Comité Olímpico Internacional). De los países con mayor potencial atlético, además de Estados Unidos, destacaban Alemania Occidental y Kenia. Para el COI, tras el boicot africano de los anteriores Juegos, el golpe era brutal, si bien resultó algo mitigado por la decisión del Comité Olímpico Británico (British Olympic Association, BOA) de acudir a los Juegos, pese a la recomendación en contra del Gobierno presidido por Margaret Thatcher (1925-2013). Al menos el doble duelo entre Steve Ovett (1955) y Sebastian Coe (1956), cuya rivalidad había traspasado el ámbito atlético, incluso el deportivo, sí tendría lugar.

En el atletismo, la ausencia de Estados Unidos se haría notar sobre todo en las carreras masculinas y en algunos concursos. Sin embargo, en aquellos primeros años 80, su nivel atlético aún no había conseguido acercarse al de los años 60. En los Juegos 1964 y 1968 encabezaron el medallero de forma indiscutible con 24, 14 de oro, y 25 medallas, 15 de oro, respectivamente. Sin embargo, en 1972 fueron terceros con 22 medallas, 6 de oro, por detrás de la Unión Soviética y la República Democrática de Alemania, y en 1976 fueron segundos, con igual cosecha de medallas, por detrás de Alemania del Este. Para hacernos una idea del potencial atlético actual de los Estados Unidos, en los últimos Juegos, en 2016, encabezaron el medallero con 32 preseas, 13 de oro, muy por delante de Kenia, con 13, 6 de oro. No se debe olvidar que en la actualidad se disputa un mayor número de pruebas debido al equiparamiento del atletismo femenino.

¿Qué habría pasado si en los Juegos Olímpicos de 1980 no hubiese habido boicot? ¿Cuántos de los campeones lo habrían sido con todos en liza? Se trata de atletismo ficción. Aunque el Comité Olímpico Estadounidense (USOC), organizó las pruebas de selección, fueron simbólicas, pues tuvieron lugar del 21 al 29 de junio, cuando ya se sabía que no acudirían a los Juegos. Es difícil, por tanto, juzgar el rendimiento de unos atletas que sabían que su objetivo olímpico se había frustrado. Sin embargo, sí pueden valorarse las trayectorias de las temporadas anteriores y, especialmente, el resultado de la Copa del Mundo del año anterior, donde se celebraron duelos que no se pudieron repetir el año olímpico.

El musculoso escocés Alan Wells (1952) ganó el oro en los 100 m, tras haber mejorado en los cuartos de final su plusmarca personal hasta 10.11, tercera mejor marca ese año. En una reunión posolímpica en Coblenza (RFA) superó a casi todos los mejores velocistas estadounidenses, con un tiempo de 10.19, por 10.21 de Stanley Floyd (1961), que en mayo había corrido en 10.07, 10.25 de Mel Lattany (1959), 10.30 de Carl Lewis (1961) y 10.31 de Harvey Glance (1957). Faltaba James Sanford (1957), ganador el año anterior de la Copa del Mundo, acreditado en 10.02 ese mismo año, entonces mejor marca al nivel del mar, que se lesionó antes de las pruebas de selección. Wells, no obstante, había resultado derrotado por Floyd en dos ocasiones ese verano.

En los 200 m, el campeón, el italiano Pietro Mennea (1952-2013) era el plusmarquista mundial con 19.72A. Ese año, tras los Juegos, registró 19.96 al nivel del mar, mejor marca mundial del año. El mejor estadounidense ese año había sido LaMonte King (1959), con 20.08, si bien no había entrado entre los tres primeros en las pruebas de selección. Wells ganó la plata en Moscú con 20.21, tercera mejor marca mundial del año. Difícilmente habría perdido Mennea el oro en cualquier circunstancia.

Tras haber ganado 13 de los 18 oros en liza de la prueba de 400 m en todos los Juegos anteriores, los corredores estadounidenses habían caído en una importante crisis, tras la derrota de Fred Newhouse (1948), pese a realizar 44.40, ante el cubano Alberto Juantorena (1950), que hizo 44.26. En los cuatro años siguientes ningún estadounidense logró correr por debajo de 44.70, y solo dos lo hicieron por debajo de 45.00, por lo que no es probable que hubiesen podido superar al exultante siberiano Viktor Markin (1957), campeón con plusmarca europea de 44.60.

Aunque, en mi opinión, ni Coe ni Ovett se enfrentaron a la mejor versión de su rival, pues el primero hizo una de las peores carreras de su vida en la final de 800 m y el segundo parecía desmotivado en la de 1500 m, no es previsible que no se hubiesen repartido los oros de mediofondo en cualquier caso. Sin embargo, el boicot impidió que ambas carreras tuviesen el nivel que se merecían. En 800 m faltaron los estadounidentes Don Paige (1956), que derrotó a Coe después de los Juegos, y James Robinson (1954), acreditados ese año en 1:44.53 y 1:45.47 respectivamente, o el alemán Willi Wuelbeck (1954), 1:44.96. Mientras en 1500 m no estuvieron los alemanes Thomas Wessinghage (1952), que en agosto haría 3:31.58, en la carrera en que Ovett hizo plusmarca mundial 3:31.36, su compatriota Harald Hudak (1957), 3:31.97, tercero en la misma carrera, el neozelandés John Walker (1952), 3:33.31, o el estadounidense Steve Scott (1956), 3:33.33.

Los 5000 y los 10 000 m vieron una verdadera explosión del etíope Miruts Yifter (1944-2016), perfectamente coordinado con el equipo de su país. Aunque había algunas ausencias sonadas, como la del plusmarquista mundial de ambas distancias, el keniano Henry Rono (1952), 13:08.4 y 27:22.47, y la del estadounidense Craig Virgin, 27:29.16 ese año, difícilmente habrían superado al etíope, capaz de acabar en 54.4 y ganar con 27:42.69, o en 54.9 y hacerse con el oro con 13:20.91.

En maratón, el mejor marquista del año, el neerdandés Gerard Nijboer (1955), 2h09:01, fue segundo, detrás del alemán Waldemar Cierpinski (1950), que repetía el oro de 4 años antes. Las ausencias más importantes fueron las de los japoneses Toshihiko Seko (1956), 2h09:45 ese año, y Takeshi So (1953), 2h09:49.

En las vallas, tanto las altas como las intermedias, el boicot permitió la victoria olímpica de dos atletas que, en condiciones normales, podrían haberse quedado fuera del podio. El campeón de 110 metros vallas, el alemán campeón de Europa Thomas Munkelt (1952), oro con 13.39, su mejor marca ese año, parecía inferior a los estadounidenses Renaldo Nehemiah (1959), 13.21 ese año, Greg Foster (1958), 13.27, y Dedy Cooper (1956), 13.34. Otro alemán del Este, el campeón de 400 m vallas con 48.70, Volker Beck (1956), probablemente habría aspirado al bronce en una carrera con el plusmarquista mundial, el estadounidense Edwin Moses (1955), 47.90 ese año, y con el alemán campeón de Europa Harald Schmid (1957), 48.05. En los 3000 m obstáculos, el campeón, el polaco Bronislaw Malinovski (1951-1981), realizó con 8:09.70 la mejor marca del año.

Los saltos de altura y pértiga se saldaron con sendas plusmarcas mundiales para los campeones olímpicos, el alemán Gerd Wessig (1959), 2.36 m, y el polaco Władysław Kozakievicz (1953), 5.78 m, quien dedicó un expresivo gesto al público, que no había parado de abuchearlo. En el triple salto, los jueces privaron del oro al brasileño plusmarquista mundial João Carlos de Oliveira (1954-1999), decretando saltos válidos como nulos, en favor de los locales Jaak Uudmäe (1954) y Viktor Saneyev (1954). Los triplistas estadounidenses de entonces parecían inferiores a estos tres atletas. En el salto de longitud, el alemán Lutz Dombrovski (1959), oro con plusmarca europea de 8.54 m, habría tenido un duro rival en el estadounidense Larry Myricks (1956), que lo había derrotado el año anterior en la Copa del Mundo con su mejor marca de 8.52 m.

En los lanzamientos hubo plusmarca mundial de 81.80 m en lanzamiento de martillo por el soviético Yuri Sedykh (1955). En el lanzamiento de disco, el campeón, el soviético Viktor Rashchupkin (1950) no entró ese año entre los 10 mejores, lista dominada por los estadounidenses, con cuatro atletas, entre ellos el anterior campeón olímpico, Mac Wilkins (1950), 70.98 m, plusmarca mundial, y el mítico Al Oerter (1936-2007), 69.46 m. En el lanzamiento de jabalina, el campeón, el soviético Dainis Küla (1959), 91.20 m, probablemente lo habría sido con todos en liza. En cuanto al lanzamiento de peso, el estadounidense Brian Oldfield (1945) fue con 21.82 m el segundo mejor marquista del año, por delante del campeón, el soviético Vladimir Kiselyov (1957-2021), que hizo su plusmarca personal, 21.35 m, en Moscú.

El británico Daley Thompson (1958) se llevó el oro del decatlón y no parece probable que los alemanes Guido Kratschmer (1953) o Jürgen Hingsen (1958) lo hubiesen podido derrotar.

En la marcha, tanto el italiano Maurizio Damilano (1953), oro en 20 Km, como el alemán Hartwig Gauder (1954-2020) eran los mejores en cualquier circunstancia.

En los relevos, con los estadounidenses en liza, habrían sido estos los favoritos para el oro en ambas pruebas.

En categoría femenina se disputaron 14 pruebas. No se incluyeron ni los 3000 m, ni los 400 m vallas, que ya se habían disputado en el campeonato de Europa de 1978 y en la Copa del Mundo de 1979. En esta categoría el boicot apenas se dejó sentir. Con las atletas ausentes en liza probablemente los resultados apenas habrían variado, incluyendo el podio. De las 12 campeonas olímpicas individuales, tan solo tres no lideraron la lista mundial del año. Fueron, la soviética campeona de 100 m vallas, con 12.56, Vera Komisova (1953), la cubana campeona de jabalina, con 68.40 m, María Caridad Colón (1958), y la alemana campeona de disco, con 69.96 m, Evelyn Jahl (1956), que repetía título. El resto de los oros olímpicos, con la marca realizada en Moscú, fueron 100 m Lyudmila Kondratyeva (1958) URSS 11.06, 200 m Bärbel Wöckel (1955) 22.03, 400 m Marita Koch (1957) RDA 48.88, 800 m Nadezhda Olizarenko (1953-2017) URRS 1:53.43 WR, 1500 m Tatiana Kazankina (1951) URSS 3:56.53, salto de altura Sara Simeoni (1953) ITA 1.97 m, salto de longitud Tatiana Kolpakova (1959) URSS 7.06, lanzamiento de peso Ilona Slupianek (1956) RDA 22.41, pentatlón Nadezhda Tkachenko (1948) URSS 5083 WR.

Probablemente la única atleta ausente que habría podido disputar el oro en 100 y 200 m había sido la estadounidense Evelyn Ashford (1957), acreditada entonces en 10.97 y 21.83, que no habría podido ir a Moscú en cualquier caso, pues se perdió la temporada por lesión.

Aunque ciertamente el boicot hizo que el nivel medio del atletismo en los Juegos bajase de forma considerable, la mayor parte de los campeones probablemente lo habrían sido de todas maneras. En categoría femenina, presumiblemente apenas se habrían modificado los podios. En categoría masculina, sí se habrían modificado, pero en cuanto a los campeones, los únicos que no lo habrían sido seguro son los vallistas Thomas Munkelt y Volker Beck. Wells lo habría tenido complicado con Sanford, pero podría haberle ganado. Mennea, Markin, Ovett, Coe, Yifter, Cierpinski, Malinovski, Wessig, Kozakievicz, Sedykh, Küla, Thompson, Damilano y Gauder habrían sido campeones casi con toda seguridad con todos en competición. El triple salto se adulteró. Probablemente Rashchupkin no habría ganado el disco. Kyselov, que compitió muy bien, habría peleado por el oro en peso. En salto de longitud habríamos tenido un magnífico duelo entre Dombrovski y Myricks.

Pero todo esto es atletismo ficción. El COI aún tuvo que soportar el boicot de los países del Este a los Juegos de Los Ángeles 1984. Afortunadamente, los buenos oficios del entonces presidente Juan Antonio Samaranch (1920-2010) consiguieron conjurar el peligro de que el movimiento olímpico se terminase. Ahora les toca lidiar con la pandemia y con la incertidumbre de la celebración de los Juegos de Tokio.

Vida atlética de Galicia, el blog de Emilio Navaza

Esta es la entrada 170 de este blog, que comencé en julio de 2016. Pese a ser yo mismo de Santiago de Compostela, tan solo he dedicado tres entradas a atletas gallegos, la de Adrián Ben, tras su magnífico sexto puesto en los 800 m del Mundial al aire libre de 2019, y dos con un marcado toque personal, el de la excelente cosecha de fondistas gallegos de 1967 y el del 70 cumpleaños de mi entrenador, y gran amigo, Mariano García Verdugo. La razón de esta ausencia de atletas gallegos en mi blog es que toda la información sobre el tema está en Vida atlética de Galicia. Este es el título del blog que escribe el periodista Emilio Navaza, dedicado íntegramente a atletas de aquí o a acontecimientos atléticos sucedidos en Galicia. Desde enero de 2014, Emilio ha escrito 157 entradas. Su ritmo de publicación es actualmente de dos al mes. Pese a mi insistencia, no está en Twitter, por lo que a veces se nos escapan las novedades. El blog contiene un enorme caudal de información sobre el atletismo gallego desde sus orígenes.

Emilio Navaza González nació en Pontevedra el 10 de junio de 1948. Hijo de militar, vivió dos años y medio en Ibiza, cuando tenía 10. Al volver de Baleares, a los 13, se afincó en Santiago. Practicó atletismo en la sección que tenía en los años 60 la Sociedad Deportiva Compostela. Se entrenaba en el Estadio de la Residencia, que entonces era poco más que un camino de tierra. En 1966 se construyó un campo de fútbol y una pista de ceniza de 333.33 m. Ese año fue el lugar de entrenamiento de la selección española de fútbol antes del Mundial de Inglaterra. Las pistas sintéticas no llegarían hasta 1982. Tras diplomarse en Magisterio, la vida profesional de Emilio se inició en los 70 como profesor en un colegio de Santiago. Posteriormente tuvo una academia. A mediados de la década se unió a la sección de deportes de El Correo Gallego, el periódico local. Su dedicación principal fue al baloncesto, al ciclismo y al atletismo. En 1978, con motivo del centenario del periódico, Emilio fue el alma mater de la Carrera Pedestre Popular de Santiago, lo que permitió que ese año se celebrase su primera edición. En los años 80 y 90 era habitual verlo en el estadio de La Residencia, ya con pistas sintéticas, en campeonatos regionales, trofeos, ligas de clubes… Siempre tenía algún hueco en la sección de deportes, de la que llegaría a ser jefe, para el atletismo. Fue en aquella época cuando me abrió las puertas del periódico, con el que colaboré esporádicamente. Difícil imaginar entonces que en el futuro habría blogs. Posteriormente y hasta su jubilación, se ocupó de los deportes en Radio Obradoiro, la emisora de El Correo Gallego. Emilio ha publicado dos libros: Gallegos en la gloria olímpica (1992) y Voluntad de hierro. Los 19 gallegos del 92, año olímpico (1996). En 2002 recibió de Insignia de Oro de la Federación Gallega de Atletismo y en 2008 ganó en la modalidad de radio el Premio de Periodismo Deportivo de Galicia.

En enero de 2014, poco después de su jubilación, comenzó con el blog Vida atlética de Galicia. Lo ha dividido en Hechos y Personajes. En el primer apartado trata diferentes temas, desde la fundación del primer club gallego de atletismo, el Comesaña Sporting Club en 1915, hasta los inicios de la Carrera Pedestre de Santiago, pasando por el Mundial Militar celebrado en Riazor, o el encuentro internacional en que Galicia sustituyó a última hora a la selección de Polonia y se enfrentó a España, Portugal y Finlandia en Santiago. En el apartado Personajes, Emilio ha reunido la biografía de 95 atletas, entrenadores o directivos. Cada una de las biografías resulta muy detallada y muy documentada, en muchos casos con testimonios de los protagonistas. Estos son los 95 personajes por orden alfabético:

Miguel Abalo

María Abel

José Carlos Adán

Alessandra Aguilar

Manuel Augusto Alonso

María José Álvarez

Javier Álvarez Salgado

Eva Arias

Pedro Arteaga

Natacha Astray

Juan José Azpeitia

Ángeles Barreiro

Tomás Barris

Fernando Bremón

Ángel Calle

Mariano Carsi

Pepe Casal

Francisco Castrillo

Julio Castro

José Castro Ruibal

Rosa Costas

Andrés Díaz

José Antonio Díaz Núñez

Francisco Domínguez Sobral

Jorge Doncel

Estanislao Durán

Conrado Durántez

Estela Estévez

Benjamín Fernández

María José Fernández

Raimundo Fernández

Santiago Fraga

Loly García

Rafael García

Manuel García Gendra

Luisa María García Pena

Mariano García-Verdugo

Manuel Carlos Gayoso

Alejandro Gómez

David Gómez

Joaquín González

Virgilio González Barbeitos

César González Fares

José Luis González González

José María Guillén

Jesús Hermida

Isidoro Hornillos

Juan Lorenzo

Ramón Magariños

Ángeles Mandado

Celso Mariño

José Luis Martínez

Lorenzo Martínez

Luis Martínez

María José Martínez Patiño

Alejandro Miguel

Marta Míguez

Luís Miró

Ángeles Moinelo

Alfonso Ortega

José Otero

Fátima Paz

Dolores Pedrares

Esther Pedrosa

Carlos Pérez

José Ángel Pérez Villar

Julio Pita

Alfonso Posada

Antonio Prunell

Rogelio Rivas

Moncho Rodríguez

Rocío Rodríguez

Roberto Rodríguez Ozores

José Manuel Rodríguez Palelas

José Rodríguez Quinteiro

Saturnino Rodríguez Risco

José Ruiz López

Josefina Salgado

Antonio Sánchez

María Jesús Sanguos

Julián Sotelo

Nela Souto

Francisco Suárez Canal

César Suárez de Centi

Manuel Suárez Molezún

Fernando Tallón

Dolores Tasende

Ramón Tasende

José Teixeira

Eduardo Toba

José Luis Torrado

Carlos de la Torre

Elisardo de la Torre

Teresa Torres

Julia Vaquero

Sergio Vázquez

Jorge Zapata

Emilo adopta como gallego a Tomás Barris por su especial vinculación con Galicia, según testimonio del propio protagonista. Cuenta también con una sección de Fotografías con memoria, en la que en una sola entrada muestra imágenes curiosas e interesantes, como la de un joven Pepe Casal (1950) con Fernando González Laxe (1952), que llegaría a ser el segundo Presidente de la Autonomía Gallega.

En definitiva, una excelente iniciativa, un blog indispensable para consulta sobre casi cualquier cuestión de la historia del atletismo gallego. Muchas gracias a Emilio por su trabajo en este blog absolutamente recomendable.

Agradecimientos

Agradezco a Raquel Navaza que me haya aportado algunos datos sobre la biografía de su padre.

David Moorcroft, un inesperado plusmarquista mundial de 5000 metros

El 7 de julio de 1982, mientras los ojos del deporte mundial estaban centrados en los últimos compases del Mundial de fútbol de España, David Moorcroft, un corredor británico no demasiado conocido fuera de los ambientes atléticos, asombraba con una sorprendente plusmarca mundial de 5000 m. Sin liebres, había sido capaz de restar casi 6 segundos al anterior mejor tiempo y colocarse en el filo de los 13 minutos con un registro de 13:00.41. Moorcroft, de 29 años, había tenido una larga carrera, más como mediofondista que como fondista, que le había dado algunos éxitos, pero demasiado lastrada por problemas físicos.

David Robert Moorcroft había nacido en Coventry el 10 de abril de 1953. Comenzó a practicar atletismo a finales de los 60. En 1972, último año de la actual categoría sub20, corría los 1500 m en 3:45.7, la milla en 4:03.3 y los 3000 m en 8:14.6. En 1975 fue 4º en el 1500 de la Universiada. Ese año bajaba por primera vez de 4 minutos en la milla, 3:59.9, y mejoraba hasta 3:40.52 en los 1500 m. En 1976 se preparó con el objetivo de formar parte del equipo olímpico británico. Fue segundo en las pruebas de selección con nueva plusmarca personal de 3:39.89, a 0.25 del ganador, el joven Steve Ovett (1955). Su primera participación olímpica fue más que notable. Se clasificó para las semifinales al ser segundo en su serie con 3:40.69 y para la final siendo tercero en su semifinal con 3:39.88, mejor marca personal por 0.01. En una final muy táctica fue 7º con 3:40.94, a 1.77 del ganador, el neozelandés John Walker (1952). Tras los Juegos, Moorcroft llevó su marca de 1500 m a 3:38.91 y de la milla a 3:57.06.

Moorcroft se perdió casi toda la temporada de 1977 por lesión. Pudo recuperarse para 1978, año en que se celebrarían los Juegos de la Commonwealth y el Campeonato de Europa. El británico realizó una impecable carrera de 1500 m en la primera competición, donde obtuvo el oro 3:35.48, plusmarca personal, por delante del plusmarquista mundial, el tanzano Filbert Bayi (1953), segundo con 3:35.59. En el Europeo no pudo repetir la victoria. Pese a una buena carrera se vio superado por Steve Ovett, que ganó con 3:35.59 y por el irlandés Eamonn Coghlan (1952), segundo con 3:36.57. Moorcroft fue tercero con 3:36.70. Ese año mejoró también en la milla hasta 3:55.3 y los 3000 m hasta 7:43.51.

Moorcroft se había consolidado como un competente mediofondista, pero lo tenía difícil para superar a sus compatriotas Steve Ovett y Seb Coe (1956), quien a partir de 1979 iba a prestar más atención a los 1500 m y a la milla. De manera que comenzó a considerar la posibilidad de cambiar a los 5000 m. Aunque se perdió la mitad de la temporada estival de 1979, realizó unos convincentes 13:30.33 en los 5000 m y rebajó su tiempo en la milla a 3:54.35, si bien muy alejado de Coe, vencedor con nueva plusmarca mundial de 3:48.95 (homologada 3:49.0). A principios de 1980, en una estancia en Nueva Zelanda mejoró en 5000 m a 13:29.4 y 13:29.1. Esto lo acabó de convencer para intentar participar en los 5000 m en los Juegos Olímpicos de Moscú. Una vez allí, su actuación se vio lastrada por problemas en sus pantorrillas, más tarde diagnosticado de un síndrome compartimental. Se clasificó para las semifinales pero solo pudo ser noveno en su serie y no entró en la final. Su apuesta por los 5000 m se confirmó en 1981, cuando progresó a 13:20.51, y se impuso en la final de la Copa de Europa con 13:43.18.

La temporada de 1982 fue la mejor de la carrera de Moorcroft, un año casi perfecto en que mejoró considerablemente todas sus plusmarcas personales, pero que no pudo culminar con el oro en el Europeo. Comenzó en las antípodas, en enero, con mejores tiempos de 3:57.12 en la milla y 13:31.22 en los 5000. Comenzó la temporada de verano con una victoria en los 3000 m en un encuentro internacional con un registro de 7:52.5. Lo ocurrido en los 2 meses siguientes resultó asombroso, con la plusmarca mundial de 5000 m, plusmarca europea de 3000 m y mejores marcas en 800, 1500, 2000 m, la milla y las 2 millas.

26.06.1982 Oslo Bislett Games Milla 3:49,34 (3.) MMP
07.07.1982 Oslo Oslo-Games 5000m 13:00,41 (1.) RM
17.07.1982 Londres, CP Cititzen Watches International 3000m 7:32,79 (1.) REur
24.07.1982 Londres, CP AAA Championships/h2 800m 1:48,29 (q.)
25.07.1982 Londres, CP AAA Championships 800m 1:46,64 (5.) MMP
27.07.1982 Hengelo Fanny-Blankers-Koen-Games 1500m 3:33,79 (1.) MMP
07.08.1982 Londres, CP Thorn EMI Video International 2000m 5:02,89 (1.) MMP
20.08.1982 Londres, CP Talbot Games 2 Millas 8:16,75 (1.) MMP
30.08.1982 Londres, CP Heinz British Games Milla 3:57.84 (1.)

Tras sus 3:49.34 en la milla, en aquel momento 5ª mejor marca de siempre, se esperaba que Moorcroft pudiese superar la plusmarca británica de 5000 m, 13:14.6 de Brendan Foster (1948), o incluso la continental, en poder del alemán Hanjorg Kunze (1959) con 13:10.40. Sin embargo, su entrenador, John Anderson, había pronosticado una marca cercana a los 13 minutos. Sin ningún tipo de ayuda, Moorcroft se colocó en cabeza desde la segunda vuelta, con pases de 2:38.0, 5:12.6 (2:34.6), 7:50.2 (2:37.6), 10:28.7 (2:38.5) y un último kilómetro en 2:31.7 le permitieron obtener una nueva plusmarca mundial de 13:00.41, 5.79 menos que los 13:06.20 del año anterior del keniano Henry Rono (1952), que fue cuarto en esa carrera. El británico es hasta el momento en último plusmarquista mundial de la distancia nacido en Europa.

Diez días más tarde, el 17 de julio, Moorcroft realizó otra exhibición en el que probablemente fue el mejor 3000 de la historia disputado hasta entonces. En Crystal Palace se disputaba un encuentro internacional entre Inglaterra, España, Kenia y Japón. Había atletas invitados. En esta prueba destacaban los estadounidenses Sydney Maree (1956) y Steve Scott (1956), el alemán Thomas Wessinghage (1952) y el neozelandés John Walker. El otro británico era Steve Ovett, en un mal año para él, y por parte de Kenia participaban Peter Koech (1958) y Wilson Waigwa (1949). Se pasaron los 1500 en 3:48, momento en que Moorcroft tomó la cabeza. Fue descolgando a todos sus rivales, salvo Maree, que intentó sobrepasarlo a falta de 300 m. No lo consiguió hasta la entrada del 200. Moorcroft aguantó y consiguió adelantarlo en la última recta. Se había corrido la última vuelta en algo más de 54 segundos. El británico había realizado 7:32.79, a 0.69 de la plusmarca mundial de Rono. Maree corrió en 7:33.37, tercero fue Walker con 7:37.49, cuarto Koech, 7:39.59 y Scott quinto, 7:40.59.

Con la trayectoria de Moorcroft de julio y agosto parecía imposible que se le escapase el oro europeo. Sin embargo, la carrera de 5000 m de Atenas fue la peor de su exitosa temporada. El británico se clasificó fácilmente al ganar su serie con 13:30.28. La final fue lenta con pases de 2:46.91, 5:28.89, 8:16.55 y 10:57.19. Moorcroft en ningún momento trató de acelerar el ritmo, más bien lo contrario. A falta de 300 m, Wessinghage emergió de un paquete de siete atletas y acabó haciéndose con la victoria con 13:18.90, por delante del alemán del Este Werner Schildauer (1958), 13:30.06, y de Moorcroft 13:30.42.

Probablemente Moorcroft halló algún consuelo menos de un mes después, cuando se impuso con cierta holgura en el 5000 de los Juegos de la Commonwealth, celebrados en Brisbane, con un tiempo de 13:33.00.

La temporada de 1982 fue la última en que el británico compitió en la élite mundial. Se perdió la de 1983 nuevamente por problemas físicos. Aparentemente consiguió recuperarse en 1984 y se pudo clasificar para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Tras realizar una milla en 3:50.95 (3:34.3+) y un 3000 en 7:48.88 en un encuentro internacional entre Inglaterra, España y Suecia, parecía en buena forma. Esa sensación se reforzó con su segundo puesto en la semifinal olímpica con 13:28.44. Pero su cuerpo no aguantó. Pudo optar por retirarse, pero terminó la final en el puesto 14 con 14:16.61. En el documental 16 días de gloria, él mismo explica la decepción que le causó esta final olímpica.

Aunque siguió compitiendo hasta 1993, ya no volvió a estar con los mejores. En 1989 aún fue capaz de ganar una nueva competición, el campeonato británico de 3000 m, con 7:50.76. En 1996 corrió la milla en 4:02.53. Tanto esta marca como el pase por los 1500 m, 3:46.70, se homologaron como plusmarcas mundiales para mayores de 40. Desde 1981 se ha dedicado a comentar atletismo para la radio y la televisión, tanto en el Reino Unido como en Canadá. De 1997 a 2007 fue el Director Ejecutivo de la Federación Británica de Atletismo. Para la historia queda su inesperada plusmarca mundial de 5000 m, sin liebres.

Juegos Olímpicos de Roma 1960: cae la barrera de 45.0 en los 400 metros

Esta entrada se publicó por primera vez como artículo en el número 7, de diciembre de 2020, de la revista Somos atletismo

El 6 de septiembre de 1960, el Estadio de Roma, donde se celebraban los Juegos de la XVII Olimpíada, fue testigo de la caída de la mítica barrera de los 45.0 en los 400 metros lisos. El estadounidense Otis Davis (1932) y el alemán Carl Kaufmann (1936-2008) entraban en la misma décima de segundo en la final olímpica de la prueba. El tiempo oficial de ambos fue de 44.9 y los dos compartieron el honor de la nueva plusmarca mundial, si bien se declaró vencedor al estadounidense. Curiosamente, ninguno de los dos estaba entre los mejores del mundo tan solo dos años antes. Davis acababa de empezar a practicar atletismo y Kaufmann se estaba iniciando en la vuelta a la pista desde las pruebas de los 100 y 200 metros.

Otis Crandall Davis nació en Tuscaloosa, Alabama, el 12 de julio de 1932. De ascendencia amerindia y africana,  sirvió en la Fuerza Aérea durante la Guerra de Corea. En 1954  se incorporó a la Universidad de Oregón, con una beca de baloncesto. Naturalmente dotado para el deporte, en 1958 probó el atletismo y, sin entrenamiento alguno, saltó 1.83 m en altura y 7.01 m en longitud. Decidió quedarse en este deporte, pero cambió los saltos por la velocidad. Al año siguiente ya corría los 400 m en 45.9, tercera mejor marca de ese año, a 0.1 del líder, Carl Kaufmann. El año olímpico de 1960 comenzó muy bien para el estadounidense. El 25 de junio mejoraba a 45.8. El 2 de julio tuvieron lugar en Stanford las pruebas de selección olímpicas de Estados Unidos. El horario de los 400 m fue un despropósito, pues la separación entre la semifinal y la final fue de tan solo hora y media. Davis se mostró muy sólido en la semifinal, al ganar la segunda serie con 46.0, pero en la final sufrió para lograr una agónica clasificación en el último metro. A falta de 100 m ocupaba la sexta posición. Con una gran remontada logró entrar tercero, con 46.7, el mismo tiempo que el cuarto. Antes de los Juegos, el 20 de agosto, mejoró hasta 45.6.

El alemán Carl Kaufmann había nacido el 25 de marzo de 1936 en Nueva York, adonde habían emigrado sus padres desde Alemania. Su familia se estableció en Karlsruhe a principios de los 40. El joven Carl comenzó a destacar en el fútbol como extremo, pero a los 17, tras haber hecho 11.9 en 100 m sin ningún tipo específico de entrenamiento, decidió cambiar al atletismo.  Inicialmente compitió en 100 y en 200 m. En 1955 fue campeón nacional de 200 m. No pudo intentar clasificarse para los Juegos Olímpicos de 1956 por problemas físicos. En 1958, su entrenador lo convenció para que probase en los 400 m. Kaufmann tuvo claro que la vuelta a la pista era su prueba cuando en su primer intento hizo 47.9. Ese año se proclamó campeón de Alemania de esta distancia, con 46.9, y fue cuarto en el campeonato de Europa, con 47.0. Continuó su progresión en 1959. El 7 de julio registró 46.4. El 26 de julio renovó su oro nacional, con el mismo tiempo del año anterior, 46.9. Finalmente, el 19 de septiembre se convirtió, con 45.8, en el nuevo plusmarquista europeo. Su excelente estado de forma se mantuvo en 1960, con un nuevo título alemán, y dos nuevas plusmarcas europeas de 45.7, 15 de junio, y 45.4, 24 de julio.

La prueba olímpica de 400 m comenzó el 3 de septiembre con la primera ronda eliminatoria. Se celebraron 9 series. Kaufmann se impuso en la tercera con 47.3 y Davis en la novena con 46.8. En los cuartos de final, ambos volvieron a ganar sus respectivas series, con 46.5 para el alemán, y 45.9, que igualaba la plusmarca olímpica, para el estadounidense. Davis hizo plusmarca personal en la primera semifinal con 45.5 (45.62), mientras Kaufmann se imponía en la segunda con 45.7 (45.88). Ambos mostraron que en la final se iba a correr mucho.

Y la final no defraudó en absoluto. El surafricano Malcolm Spence (1937-2010), en la calle 5, salió como una bala y pasó el primer 200 en unos tremendos 21.2. Davis y Kaufmann, en las calles 4 y 2, respectivamente, estaban en este momento en la segunda posición, con el mismo tiempo de 21.8. Davis entró en la última recta en 32.6, 0.7 menos que Kaufmann, tras correr los 100 m de la curva en 10.8. En una trepidante recta final, el alemán consiguió igualar al estadounidense. La durísima lucha entre ambos les permitió, con 44.9, correr la prueba por primera vez en la historia en menos de 45 segundos. Para determinar el ganador, hubo que recurrir a la photo finish y al cronometraje automático no oficial, que dio ganador al estadounidense. Este había registrado 45.07, 0.01 menos que su rival.

Ambos volvieron a enfrentarse en la última posta de la final de los relevos 4 x 400 metros. Davis recibió el testigo con 6 metros de ventaja sobre Kaufmann. Este consiguió igualarlo, pero a falta de 150 m, el estadounidense fue capaz de acelerar y terminar con 3:02.2 (3:02.37), nueva plusmarca mundial, 0.5 (0.47) por delante del cuarteto alemán.

Los Juegos de Roma marcaron el punto culminante en la carrera de los dos atletas. Aún compitieron una temporada más, en la que consiguieron los dos su mejor tiempo en 200 m, 20.8 Davis y 20.9 Kaufmann. Tras su retirada, Davis volvió a la Universidad de Oregón donde obtuvo un grado en Educación Física. A partir de entonces se dedicó a trabajar con jóvenes, como profesor de instituto, como entrenador o como promotor del deporte. Kaufmann, que había hecho una carrera paralela artística en la música y en el teatro, fue director el teatro de Karlsruhe Die Kauze y trabajó en producciones de ópera, cine y televisión. Murió el 1 de septiembre de 2008.

Aunque oficialmente, la carrera de Roma fue la primera en que se bajó de 45 segundos, el tiempo real del ganador fue algo mayor, 45.07. Sin embargo, en aquel momento el cronometraje oficial era el manual, por lo que la marca oficial fue 44.9. La primera marca real por debajo de 45.00 tuvo lugar probablemente siete años después, en 1967. En aquel momento la plusmarca mundial de los 400 m continuaba siendo 44.9. Los estadounidenses Adolph Plummer (1938-2015), en 1963, y Mike Larrabee (1933-2003), en 1964, habían igualado la marca de Roma.  El 20 de mayo de 1967, otro estadounidense, Tommie Smith (1944) corría la distancia en 44.5, equivalente a menos de 44.70. Smith. Pese a este gran tiempo, prefirió centrarse en los 200 m, prueba en la que ganaría el oro olímpico al año siguiente.

Hoy las marcas en torno a los 45 segundos en la vuelta a la pista son muy habituales, pero hace sesenta años, en una pista de tierra, correr 400 m en 44.9 se consideró una verdadera hazaña.