Toruń es una ciudad polaca de 200 000 habitantes, situada en la orilla del Vístula. Esta temporada invernal se ha convertido en un lugar clave para el atletismo europeo. La última gran competición para los atletas del Viejo Continente había tenido lugar en Doha, con el Mundial al aire libre de 2019. La pandemia impidió la celebración del Mundial en sala de Nankin y del Europeo al aire libre de París, y aplazó los Juegos Olímpicos de Tokio. Desde el jueves 4 hasta hoy, 7 de marzo, en Toruń se han celebrado los Campeonatos de Europa de Pista Cubierta. Ha resultado una buena competición, con atletas en forma y con una más que buena actuación del equipo español. Sin embargo, esta competición se ha visto envuelta en cierta polémica por un exceso de celo con la aplicación de las normas, que ha dado lugar a un rosario de descalificaciones y recalificaciones, con criterios irregulares.
El 1500 masculino era, sin duda, una de las mayores atracciones de la competición. La presencia del reciente plusmarquista europeo con 3:31.80, el noruego Jakob Ingebrigtsen (2000), concitaba una enorme atención. A priori su máximo rival era el polaco Marcin Lewandowski (1987), quien en el Europeo anterior había frustrado el doblete del nórdico en el 1500 y el 3000. Los españoles Jesús Gómez (1991) e Ignacio Fontes (1998), tras su gran actuación en las semifinales también estaban entre los favoritos para el podio. El noruego se impuso sin apenas oposición, tras colocarse en cabeza a los 200 m de carrera. La sorpresa saltó cuando los jueces decidieron descalificar al ganador, por pisar fuera tras un encontronazo con el polaco Michal Rozmys (1995).
Ingebrigtsen intenta pasar a Rozmys, que no protegía bien la cuerda, y acaba empujando al polaco. Este le devuelve el empujón, el noruego se desequilibra y pisa fuera. La descalificación es por pisar fuera, pero es fruto de un empujón, y la acción en absoluto beneficia al noruego, sino todo lo contrario. Finalmente, la apelación de la Federación Noruega, amenazas de retirada incluidas, dio lugar a la recalificación. Por acciones similares, aunque no provocadas, en las que el atleta no había obtenido ninguna ventaja, se privó del oro olímpico de obstáculos en Río al keniano Ezekiel Kemboi (1982) y del oro mundialista en sala de los 400 m en 2018 al español Óscar Husillos (1993). En este caso, aplicando a rajatabla en reglamento, tal vez se tendría que haber descalificado tanto a Ingebrigtsen como a Rozmys por haberse empujado mutuamente. El problema es que si se hace esto puede que acabe habiendo más medallas que atletas. Quizá debería tenerse en cuenta como criterio principal si el atleta infractor se beneficia, bien directamente, bien porque perjudica a otros. Ninguno de estos dos supuestos se da en este caso.
Ingebrigtsen ha sido el gran triunfador de este campeonato con su doble oro en los 1500 y en los 3000 m, inédito en las historia de los campeonatos. Otros atletas destacados han sido los plusmarquistas mundiales de salto con pértiga, el sueco Armand Duplantis (1999), y de decatlón, el francés Kevin Mayer (1992). El primero se impuso fácilmente con 6.05 m, ausente a última hora por lesión su gran rival, el francés Renaud Lavillenie (1986). Mayer, por su parte, se hizo con el oro en el heptatlón, con notable superioridad sobre sus rivales. En la categoría femenina han sobresalido la belga Nafi Thiam (1994), que realizó la mejor marca del año en el pentatlón, 4904 puntos, y la joven ucraniana Yaroslava Mahuchikh (2001), líder del año en salto de altura con 2.06 m, que ganó su prueba con 2.00 m, sin fallos, e intentó 2.07 m.
La actuación española fue muy positiva, con 5 medallas y un total de 13 finalistas, de un equipo de 36, 18 hombres y 18 mujeres. Hubo además 7 mejores marcas personales. el mejor español fue el palentino Oscar Husillos, que se impuso, con 46.22, su mejor marca del año, en una complicada final de 400 metros. Desde su descalificación en el Mundial bajo techo de 2018, Husillos parecía incómodo en la competición y en Toruń se ha reencontrado con el atleta que era. Muy meritorias han resultado las dos medallas de plata de la delegación española, pues fueron al cuello de dos atletas que habían tenido sendas temporadas invernales muy complicadas. El alicantino Jorge Ureña (1993) volvió a demostrar lo bien que se desenvuelve en sala y se proclamó subcampeón de Europa de heptatlón, tan solo detrás del inabordable Kevin Mayer, con 6158 puntos, a 91 puntos de su plusmarca española. Es su tercera medalla consecutiva en esta competición, tras el oro de 2019 y la plata de 2017. La gallega Ana Peleteiro (1995) no había competido mucho previamente y tan solo en una ocasión había sobrepasado los 14 metros, 14.21 m en el campeonato de España. En la clasificación consiguió la mínima exacta de 14.10 m en el segundo salto. En la final ocupaba la última posición, con 13.85 m, tras tres saltos, pero en el cuarto se fue a 14.34 m, a 1 cm del bronce. Tras un nulo en el quinto, un sexto salto de 14.52 m, le permitió ganar la plata. El oro fue para la portuguesa Patricia Mamona (1988), con 1 cm más. Las dos medallas restantes fueron dos bronces, en los 1500 y los 3000 m. Se sabía que el oro estaba muy caro en ambas pruebas, pero que los españoles Jesús Gómez e Ignacio Fontes, en 1500 m, y Adel Mechaal (1991) y Mohamed Katir (1998), en 3000 m, tenían serias opciones de podio. Así resultó, con los dos primeros tercero y cuarto en la prueba más corta, y los dos segundos ocupando las mismas posiciones en la más larga, donde el ganador hizo 2:21.90 en el último kilómetro.
La catalana Esther Guerrero (1990) era una de las favoritas en la final de 1500 m. La acompañaban en la final la soriana Marta Pérez (1993) y la segoviana Águeda Muñoz (1999), que en las semifinales había realizado con 4:09.93 su mejor marca personal. Pero, en una carrera muy lenta, Guerrero dio un cambio demasiado brusco, demasiado pronto y sucumbió en los últimos 100 m, pasando a la quinta plaza, justo por detrás de Marta Pérez. Sorprendentemente, en consonancia con las incoherencias de este campeonato, Águeda Muñoz resultó descalificada tras haber entrado séptima.
Una de las sorpresas más agradables en el equipo español fue la actuación del navarro Asier Martínez (2000), quien, después de plantarse por puestos en la final de los 60 m vallas, y tras una salida mejorable, remontó hasta la cuarta plaza, con plusmarca personal de 7.60. También hizo marca personal en la clasificación del salto de longitud la valenciana Fátima Diame (1996), con 6.62 m. Fue séptima en la final con 6.47 m. La gran alegría el primer día de la competición corrió a cargo de la gallega Belén Toimil (1994). La pupila de Carlos Burón mejoraba en el primer lanzamiento de la clasificación, con 18.64 m, la plusmarca española en pista cubierta por 70 cm. Este registro era también mínima olímpica y plusmarca española absoluta. En al final, con 18.01 m, su segunda mejor marca de siempre, ocupó la séptima posición. Otra finalista que mejoró su marca previa, y en dos ocasiones, fue la madrileña Lucía Rodríguez (1998), octava en los 3000 m con 8:53.90, tras realizar 8:56.71 en la semifinal.
En el lado menos positivo, hay que mencionar a una de las atletas más prometedoras del panorama nacional. La catalana María Vicente (2001) perdió la opción de superar su reciente plusmarca nacional de pentatlón al hacer tres nulos en el salto de longitud. Esto es algo que ocurre en las combinadas. En este mismo campeonato el suizo Simon Ehammer (2000) perdió toda opción cuando iba segundo e hizo tres nulos en salto con pértiga. El propio ganador, el francés Kevin Mayer, se quedó fuera del Europeo al aire libre de 2018 por tres nulos en el salto de longitud. Poco después superó la actual plusmarca mundial de decatlón.
En definitiva, el atletismo está de enhorabuena por la vuelta de la gran competición internacional, donde el atletismo español ha dejado un muy buen sabor de boca. Próxima estación: Tokio.
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