Sydney McLaughlin, la niña prodigio se hizo mayor

La limitación de los Juegos Olímpicos a tres atletas por país y por prueba hace que en algunas potencias atléticas el nivel de sus pruebas de selección sea mayor que el de los propios Juegos. Ocurre en las carreras de fondo en ciertos países africanos y en la mayoría de las pruebas explosivas en los Trials de Estados Unidos. Los de este año, que acaban de finalizar, han dejado cuartos clasificados con registros que acabarán entre los primeros del mundo este año. Algunos ejemplos, en hombres 9.89 en 100 m, 19.90 en 200, 13.21 en 110 m v o 48.55 en 400 m v, en mujeres 21.98 en 200 m, 1:58.55 en 800 m, 12.53 en 100 m v o 53.85 en 400 m v. Ha habido varias mejores marcas mundiales del año y dos extraordinarias plusmarcas mundiales, 23.37m en lanzamiento de peso masculino, a cargo de Ryan Crouser (1990) y 51.90 en 400 m vallas, a cargo de la ex niña prodigio Sydney McLaughin (1999). McLaughlin es una sobresaliente atleta que aúna talento, trabajo y capacidad competitiva. Con 21 años se ha convertido en la primera mujer en correr la distancia en menos de 52.00 y su proyección no atisba límites.

Sydney Michelle McLaughlin nació el 9 de agosto de 1999 en la pequeña localidad de Dunellen, Nueva Jersey. El atletismo estaba muy presente en su familia, pues su padre , Willie (1983) había corrido los 400 m en 45.30 en 1983. Su hermano mayor, Taylor (1997) registró 48.85 en 400 m vallas en 2019. Dotada de unas excepcionales condiciones para la práctica del atletismo, la joven Sydney comenzó a destacar en la escuela. En 2014 ya daba la vuelta a la pista con vallas en 55.63. En la temporada siguiente mejoró a 55.28 y fue campeona mundial juvenil (sub18). En 2016, tras haber realizado 54.46 tomó parte en las pruebas de selección olímpica, donde fue tercera con 54.14, detrás de Dalilah Muhammad (1990), 52.88, futura campeona olímpica, y de Ashley Spencer (1993), 54.02, que sería bronce en los Juegos.

La jovencísima Sydney, de 16 años, iba a convertirse en una de las atletas olímpicas más jóvenes de su país. En Río rindió algo por debajo de sus posibilidades. Consiguió clasificarse por tiempos para las semifinales, donde fue quinta en su serie con 56.22. En noviembre de ese 2016 comenzó a competir con la Universidad de Kentucky. Al año siguiente no consiguió clasificarse para el Campeonato del Mundo al aire libre de Londres. Pese a correr en 53.82, que sería la séptima marca mundial de ese año, solo pudo ocupar la sexta posición en el Campeonato de Estados Unidos (USTAF). En 2018 lideró la lista del año con 52.75, marca que le sirvió para ganar el Campeonato Universitario de su país (NCAA). Sería su última temporada como universitaria, pues ese octubre se hizo profesional al firmar con New Balance.

En 2019, el objetivo de McLaughlin era el oro en el Campeonato del Mundo de Doha, pero se encontró con la mejor versión de Dalilah Muhammad. Ambas se enfrentaron el la final del Campeonato de la USTAF el 28 de julio en Des Moines, Iowa. Pese a que McLaughlin corría en 52.88, su segunda mejor marca de siempre, Muhammad no dio opción y voló, con la pista mojada, hasta una nueva plusmarca mundial de 52.20, 0.14 más rápido que el anterior techo mundial de rusa Yuliya Pechonkina (1978) desde 2003. Ambas rivales estadounidenses se verían las caras en el Campeonato del Mundo.

Antes del Mundial, McLaughlin y Muhammad se enfrentaron el 29 de agosto en la reunión de Zúrich, que albergaba parte de la final de la Liga de Diamante. En esta ocasión MacLaughlin fue muy superior a su rival, que incluso se vio derrotada por otra estadounidense, Shamier Little (1995). Los tiempos fueron 52.85 para la ganadora, 53.86 para Little y 54.12 para Muhammad.

La prueba femenina de 400 metros vallas en el minuto 26:21

El 1 de octubre tuvieron lugar las series del Mundial de 400 m vallas. McLaughlin hizo el mejor tiempo con 54.45, mientras Muhammad registraba 54.87, el tercer tiempo. En las semifinales del 2 de octubre, McLaughlin volvía a ser la más rápida, 53.81, 0.10 menos que su rival. En la final, del 4 de octubre, McLaughlin ocupaba la calle 4 y Muhammad la 6. En la primera parte de la prueba ambas estaban muy igualadas, pero Muhammad comenzó a destacarse en la última curva, llegando primera a la recta. McLaughlin intentó remontar pero tan solo pudo mantener la distancia. Muhammad se impuso con una nueva plusmarca mundial de 52.16, mientras McLaughlin era segunda con 0.0.7 más, 52.23, convirtiéndose en la segunda atleta de la historia. Ambas atletas ganarían otra medalla, de oro, en el relevo 4 x 400, con 3:18.92, mejor marca mundial de 2019.

Tras no competir en 2020, McLaughlin reapareció el 6 de junio con 52.83, mostrándose en muy buena forma para el reto de las pruebas de selección olímpica. El 27 de junio tenía lugar la final. Su máxima rival volvía a ser Dalilah Muhammad, pero esta vez las cosas fueron muy diferentes. McLaughlin había marcado el mejor tiempo de las semifinales, con 53.03. La final no se resolvió hasta los últimos metros. Como en Doha, Muhammad entró primera en la recta de llegada, pero, esta vez, los últimos 100 m de McLaughlin fueron extraordinarios. Entró la primera con 51.90, nueva plusmarca mundial, 0.52 menos que su rival.

Muhammad tendrá una nueva oportunidad en la final olímpica. No le resultará nada fácil batir a esta antigua niña prodigio, que ha superado todas las expectativas y se ha convertido en una superlativa y completísima atleta, capaz además de correr los 100 m vallas en 12.65 y los 200 m en 22.39. La carrera femenina de los 400 m vallas será una de las pruebas estrella de los Juegos de Tokio.

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Vladimir Kuts, el expreso ucraniano

Esta entrada se publicó inicialmente en el número 10 de la revista Somos Atletismo, del mes de marzo de 2021.

El 29 de agosto de 1954, en Berna, con la final del campeonato de Europa de 5000 m a punto de comenzar, el checo, entonces checoslovaco, Emil Zátopek (1920-2000) afrontaba una carrera complicada. El 30 de mayo anterior había superado, por fin, la plusmarca mundial del sueco Gunder Hägg (1918-2004). Con 13:57.4, Zátopek se convertía en el tercer atleta en correr la distancia en menos de 14 minutos, tras el propio Hägg, 13:58.2, y el ruso, entonces soviético, Aleksandr Anufriyev (1926-1966), que el año anterior había registrado 13:58.8. Anufiyev no había ido a Berna, pero sí estaban el húngaro József Kovács (1926-1987), acreditado en 14:01.1, y el ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975), con una marca personal de 14:02.2 y que el año anterior había puesto en serios aprietos al checo en los Juegos de la Juventud. En Berna, Kuts había dado un serio aviso al imponerse en su serie semifinal con unos excelentes 14:18.8. A la hora de la verdad, la Locomotora humana se encontró con un expreso ucraniano, que no le dio opción. Al comenzar la segunda vuelta Kuts se colocó en cabeza y pasó el primer kilómetro en 2:44.0. Llegó a tener 120 metros de ventaja sobre sus rivales y finalmente venció con 13:56.6, la primera de las cinco plusmarcas mundiales que consiguió en cuatro temporadas. Zátopek solo pudo ser bronce, con 14:10.2, superado por el británico Chris Chataway (1931-2014), quien ese mayo, en la famosa carrera de Iffley Road, había ayudado a su amigo Roger Bannister (1929-2018) a correr la milla por debajo de 4 minutos.

Vladimir Pyotrowitsch Kuts (también conocido por la versión ucraniana de su nombre, Volodymyr Petrovych) nació en la localidad ucraniana de Aleksino el 7 de febrero de 1927. Durante la Segunda Guerra Mundial falsificó su edad para poder alistarse. Al terminar la contienda, se unió a la Marina, donde trabajó como artillero. Allí practicó remo, esquí, boxeo hasta que a los 22 años probó el atletismo. En 1950, con poco entrenamiento específico, se impuso en su primer 5000 con 15:34.8. En 1952 corría en 14:32.2 los 5000 m y en 31:02.4 los 10 000, buenos tiempos para su corta experiencia, pero muy alejado de los mejores. El punto de inflexión llegó al año siguiente. En julio mejoró hasta 30:12.0 y 14.14.6. En agosto tuvo su primer enfrentamiento con Zátopek, en el 5000 de los Juegos de la Juventud, una competición entre atletas de países del Este, carrera en la que también estaba Kovács. El ucraniano se colocó en cabeza e imprimió un ritmo rapidísimo, que distanció a sus rivales. Finalmente el checo pudo alcanzarlo y superarlo, con 14:03.0, su mejor marca entonces, frente a 14:04.0. Kovács fue tercero con 14:04.2. En los 10 000 m de los mismos Juegos, Kuts fue segundo con su mejor marca, 29:41.4, a 15.6 de Zátopek. Kuts terminó la temporada con 14:02.0, tercer atleta del año.

En 1954, tras el campeonato de Europa, el 3 de septiembre, Zátopek se quedaba a un suspiro de la nueva plusmarca mundial de 5000 m al correr en 13:57.0, pero el techo de la prueba duraría muy poco. El 13 de octubre se celebraba en el estadio White City de Londres un encuentro internacional entre Moscú y Londres ante 40 000 espectadores. En los 5000 m tomaban parte el campeón y el subcampeón de Europa, Vladimir Kuts y Chris Chataway, con otros dos atletas. Kuts, siempre fiel a su estilo, marcó 1:02.4 en la primera vuelta. Chataway no se despegó de él en toda la carrera y en una disputadísima última vuelta en 1:00.6 consiguió batirlo en los metros finales, 13:51.6 frente a 13:51.8. Era la primera carrera de la historia con dos atletas por debajo de 14 minutos. El británico era el nuevo plusmarquista mundial. Pero Kuts aún no había dicho su última palabra. Diez días más tarde, el 23 de octubre, en un encuentro en Praga entre la Unión Soviética y Checoslovaquia, volvió a imprimir un ritmo rapidísimo, con 59.4 la primera vuelta y 2:38.4 el primer kilómetro. Aún tuvo fuerzas para acabar los últimos 1000 m en 2:43.6 y la carrera en 13:51.2, nuevo tope universal. Zátopek ocupó la segunda plaza con 14:19.0. Esa temporada de 1954, Kuts también consiguió mejorar en 10 000 m hasta 29:21.4.

El 10 de septiembre de 1955, el húngaro Sándor Iharos (1930-1996), que ese julio con 3:40.8 había superado la plusmarca mundial de los 1500 m, mejoraba el tiempo de Kuts en 5000 m con 13:50.8. Tan solo 8 días después, en Belgrado, con un último kilómetro en 2:40.8, el ucraniano se iba a 13:46.8. Iharos esperó hasta el 23 de octubre. Ese día en Budapest volvió a colocarse en lo más alto con 13:40.6. Esa temporada Kuts, con 28:59.2, bajó por primera vez de 29 minutos en 10 000 m. Se quedó a menos de 5 segundos de la plusmarca mundial de Zátopek.

En 1956, el ucraniano estaba dispuesto a suceder a Zátopek como campeón olímpico en las dos pruebas de fondo en pista. El 19 de junio, en Bergen, intentó recuperar la plusmarca mundial de 5000 m. Cuatro días antes había mejorado su tiempo en 3000 m con 8:01.4. No correría solo, pues el espigado británico Gordon Pirie (1931-1991) lo acompañaría. Como siempre, el ucraniano marcó un ritmo infernal, con un minuto para la primera vuelta y 2:36 el primer kilómetro. Sin embargo, no consiguió marcharse del británico quien, con una última vuelta en 55 segundos, se hizo con una nueva plusmarca mundial de 13:36.8, 2.8 mejor que Kuts, y 25 segundos menos que su anterior mejor registro. En agosto, Kuts hacía el doblete en los campeonatos nacionales, con unos excelentes 28:57.8 y 13:42.2. El 11 de septiembre en Moscú, el ucraniano conseguía su única plusmarca mundial en 10 000 m, 28:30.4, 12.4 menos que el tiempo de Iharos de 2 meses antes. Marcó 2:42.5 en el primer kilómetro y 14:08 en la mitad de la carrera. Aún fue capaz de correr en 2:47.9 el último kilómetro.

Los Juegos Olímpicos tendrían lugar en Melbourne, a finales de noviembre. Kuts llegaba en la mejor forma de su vida. Su principal rival sería Pirie, tanto en los 10 000 como en los 5000 m. Finalmente Iharos no acudió a la cita olímpica. La final directa de 10 000 m tuvo lugar el 23 de noviembre. Kuts tomó la cabeza e impuso un ritmo frenético, que solo aguantó Pirie. Se pasó la primera mitad de la carrera en 14:06.8. El ucraniano confesaría más tarde que a falta de 3 vueltas estaba a punto de colapsarse, pero fue Pirie el que lo hizo. A duras penas pudo teminar 8º. Sin la oposición del británico, y con ventaja sobre el resto, Kuts se impuso con unos excelentes 28:45.6. Kovács fue segundo con 28:52.4 y el australiano Alan Lawrence (1930-2017) tercero con 28:53.6.

La final de 5000 m se celebraba el 28 de noviembre. Se había puesto en duda la participación de Kuts, pues había sufrido hematuria tras la carrera de 10 000 m, pero finalmente estaba en la línea de salida. Su estilo no varió: en cabeza, ritmo rapidísimo. Esta vez Pirie fue más conservador. Kuts se hizo con el oro igualando su mejor marca de 13:39.6. El británico fue un distante segundo con 13:50.6, 3.8 menos que su compatriota Derek Ibbotson (1932-2017), tercero.

Tras su éxito olímpico, a Kuts aún le quedaba una temporada en lo más alto. El 13 de octubre de 1957, en Roma, realizaba su quinta y última plusmarca mundial. Con pases de 2:37.8, 5:24.3 (2:46.5), 8:08.7 (2:44.4), 10:52.9 (2:44.2) y un último kilómetro en 2:42.1, mejoraba hasta 13:35.0.

Compitió dos temporadas más, pero apenas pudo disputar carreras. Tenía problemas gástricos, que se lo impidieron. Se retiró en 1959. En 1961 completó su formación como entrenador, pero progresivamente su salud se fue deteriorando, con obesidad, problemas cardíacos y adicciones a fármacos y alcohol. Falleció el 18 de agosto de 1975 a los 48 años de edad, oficialmente de infarto de miocardio.

La plusmarca mundial de 5000 m de Gunder Hägg duró casi 12 años, de 1942 a 1954. De 1954 a 1957 se superaron nada menos que nueve plusmarcas mundiales de la prueba por cinco atletas, con una mejoría de 23.2 segundos. El principal protagonista de este período fue Vladimir Kuts, un corredor valiente que siempre daba lo mejor de sí mismo. Solo estuvo cinco temporadas en la élite, de 1953 a 1957. Desde 1954 hasta 1957 únicamente resultó derrotado en tres ocasiones en pista, en un 1500 poco antes de los Juegos de Melbourne y en los dos 5000 que disputó contra Chataway y contra Pirie, que acabaron con sendas plusmarcas mundiales y con mejor marca personal para el ucraniano. Sus 13:35.0 se mantuvieron ocho años en lo más alto, hasta que en 1965 el australiano Ron Clarke (1937-2015) realizó 13:34.8. Sin duda, el ucraniano es uno de los mejores corredores de 5000 m de la historia.

Ryan Crouser destrona a Randy Barnes 31 años después

Las pruebas atléticas de selección olímpica de los Estados Unidos, los famosos Olympic Trials, siempre deparan grandes actuaciones y registros. La calidad de atletismo de este país es tan alta que, en ocasiones, hay carreras o concursos con mayor nivel medio que en los Juegos Olímpicos. Este año, las pruebas de selección están teniendo lugar en Hayward Field, el estadio de Eugene, Oregón, donde en 2022 tendrán lugar los Campeonatos del Mundo. Se esperaba con impaciencia la final del lanzamiento de peso, en la jornada inaugural del viernes 19 de junio. Ryan Crouser (1992) llevaba tiempo amenazando con superar la vieja plusmarca mundial que su compatriota Randy Barnes (1966) poseía desde 1990, 23.12 m. Crouser, campeón olímpico en 2016, había terminado 2020 con 22.91 m, su mejor lanzamiento hasta entonces. El 24 de enero de 2021, con 22.86 m, se convertía en plusmarquista mundial en sala. Al aire libre, el 18 de mayo había mejorado hasta 23.01 m. En ese mismo concurso realizó otro lanzamiento de 22.86 m. Y la prueba para la selección olímpica no defraudó. En la clasificación se fue a unos impresionantes 22.92 m, su segunda mejor marca de siempre. En sus tres primeros lanzamientos en la final registró 22.61 m, 22.55 m y 22.61 m. Reservó lo mejor para el cuarto. Tras soltar el peso se dio cuenta de que iba a hacer algo grande. La bola aterrizó a 23.37 m del punto de lanzamiento, 35 cm más que Randy Barnes. Siguió compitiendo con un nulo y un sexto intento de 22.62 m. Crouser habría ganado la competición con cualquiera de sus lanzamientos válidos. Segundo fue el campeón del mundo, Joseph Kovacs (1989) con 22.34 m y tercero Payton Otterdhal (1996), con 21.92 m, su mejor marca personal.

Ryan Crouser nació el 18 de diciembre de 1992 en Portland, Oregón, en una familia de lanzadores. Su padre, Mitch (1957), había sido cuarto en el lanzamiento de disco de las pruebas de selección olímpica de 1984 con 62.99. Su tío Brian (1962), olímpico en 1988 y 1992, llegó a lanzar 95.10 m con la antigua jabalina. Su tío Dean (1960) realizó unas mejores marcas de 21.09 m en peso y 65.88 m en disco en los primeros 80. Ryan comenzó a practicar atletismo a los 10 años. En 2009, con 16 años, fue campeón mundial juvenil (sub18) de lanzamiento de peso, 5 Kg, y subcampeón de lanzamiento de disco, 1.5 Kg. En 2011 se matriculó en la Universidad de Texas, donde permaneció hasta 2016, año en que terminó un máster en Finanzas. Durante esos 5 años fue 4 veces campeón nacional universitario, dos en sala, de lanzamiento de peso. Su mejor marca de esta época universitaria fue de 21.52 m, de 2014.

Tras terminar sus estudios en 2016, Crouser se hizo profesional. Poco antes de las pruebas de selección para los Juegos de Río mejoró a 21.85 m. En los Trials demostró ser el más fuerte y se impuso con 22.11 m, pasando por primera vez de 22 m. En la final olímpica volvió a mostrarse muy superior. Joe Kovacs se colocó líder en la primera ronda con 21.78 m, que a la postre le darían la plata, pero Crouser, a partir de la segunda ronda, resultó implacable, con 22.22, 22.26, 21.93, 22.52, nueva mejor marca personal y plusmarca olímpica, y 21.74. El bronce fue para el neozelandés Tom Walsh (1992), con 21.36 m.

En 2017, Crouser no pudo alcanzar la forma del año anterior y solo fue sexto en el Mundial al aire libre, mientras Walsh y Kovacs ganaban el oro y la plata. Los tres medallistas volvieron a encontrarse en plena forma dos años más tarde en la final del Mundial al aire libre de Doha, donde tuvo lugar la mejor competición de lanzamiento de peso de la historia. Walsh pareció romper la final con un primer lanzamiento de 22.90 m en la primera ronda, mientras Crouser se iba a 22.36 m. Kovacs, con 20.90, ocupaba la sexta plaza. El brasileño Darlan Romani (1991) pasaba a ser segundo en la segunda ronda con 22.53 m y Kovacs, con 21.63 m ascendía al cuarto puesto. En la mitad del concurso la clasificación era Walsh 22.90, Romani 22.53, Crouser 22.36, el estadounidense Darren Hill (1993) 21.65 y Kovacs 21.63. En la cuarta ronda, Crouser recuperaba la segunda posición con 22.71. Kovacs, con 21.95 escalaba a la cuarta posición. No hubo movimientos en la quinta ronda, en la que Walsh hizo su segundo lanzamiento válido, de 22.56 m. Pero todo cambió en el último intento. Kovacs realizó marca personal de 22.91 y se colocó en cabeza. Crouser se quedó muy cerca con 22.90, lo que, a la postre, le permitió ganar la plata, por un segundo lanzamiento mejor que el segundo de Walsh, quien hizo nulo en su última tentativa. Kovacs ganó el oro con 22.91 m, que igualaba la tercera mejor marca de siempre, compartida por Crouser, de unos meses antes, y el italiano Alessandro Andrei (1959), de 1987. Crouser y Walsh se quedaron a un solo centímetro del oro.

La nueva plusmarca mundial de Crouser extiende el dominio estadounidense en la prueba. De las 50 plusmarcas mundiales homologada establecidas, 38 corresponden a atletas de Estados Unidos. Jack Torrance (1912-1969) fue el primero en superar los 17.00 m, con 17.40 el 5 de agosto de 1934. Jim Fuchs (1927-2010) se acercó con 17.95 m a la barrera de los 18 m, el 22 de agosto de 1950, pero fue finalmente el legendario Parry O’Brien (1932-2007), quien con 18.00 el 9 de mayo de 1953, superó este límite. O’Brien fue uno de los mejores lanzadores de peso de la historia. Entre 1953 y 1959 realizó diez plusmarcas mundiales, hasta 19.30 m, convirtiéndose en el primer atleta en lanzar más de 19 m. Fue campeón olímpico en 1952 y 1956 y subcampeón en 1960. Los dos siguientes campeones olímpicos, Bill Nieder (1933), en 1960, y Dallas Long (1940), en 1964, mantuvieron una dura pugna por la plusmarca mundial de la prueba. Nieder, con 20.06 m el 12 de agosto de 1960, fue el primer lanzador por encima de los 20 m, si bien fue Long, más joven, quien acabó lanzando más lejos, 20.68 m el 25 de julio de 1964. Menos de un año después, Randy Matson (1945), el 9 de mayo de 1965, se fue casi a un metro más, 21.52 m, que mejoró el 23 de abril de 1967. Fue campeón olímpico en 1968. Su plusmarca mundial duró hasta el 5 de mayo de 1973 cuando Al Feuerbach (1948) hacía 21.86 m. Brian Oldfield (1945-2017), portentoso lanzador en las filas de la asociación profesional International Track Association (ITA), sorprendió al mundo atlético el 10 de mayo de 1975 con una serie de 21.94, 22.25 y 22.86 m, muy por encima de la plusmarca mundial oficial, pero no homologables por la Federación Internacional (IAAF, hoy World Athletics), al tratarse de un atleta profesional. Entonces el atletismo era oficialmente amateur. En 1984, con 39 años, y ya restituido en el seno de la IAAF, fue capaz de lanzar 22.19 m, a 3 cm de la entonces plusmarca mundial.

El lanzamiento de 22.86 m de Olfield no se superó hasta el 12 de agosto de 1987. Ese día un inspiradísimo Alessandro Andrei, campeón olímpico en 1984, lanzó en el mismo concurso 22.19, 22.37, 22.72, 22,84, 22.91 y 22.74 m. Los lanzamientos tercero, cuarto y quinto fueron plusmarcas mundiales. En su momento se cuestionó la validez del círculo de lanzamiento, pero los registros se acabaron homologando. En los años 70 hubo una pérdida del dominio estadounidense de la prueba. El primer lanzador en superar oficialmente los 22 m fue el ruso, entonces soviético, Aleksandr Baryshnikov (1948), con 22.00 m el 10 de junio de 1976. El alemán Udo Beyer (1955), campeón olímpico en 1976, llevó la plusmarca mundial hasta 22.64 m el 20 de agosto de 1986. Su compatriota Ulf Timmermann (1962) fue el primero en superar los 23 m , con 23.06 m el 22 de mayo de 1988. Sería campeón olímpico ese año. El 20 de mayo de 1990, Randy Barnes, con 23.12 m recuperó la plusmarca mundial para los Estados Unidos. Desgraciadamente ese mismo año dio positivo en un análisis de sustancias prohibidas, por lo que recibió una sanción de 27 meses. En 1998 fue reincidente, lo que le supuso una sanción a perpetuidad.

Treinta y un años después, otro estadounidense, Ryan Crouser, ha superado la plusmarca mundial más longeva de la historia. Tendrá oportunidad de mejorarla en los inminentes Juegos Olímpicos. Rivales de calidad no le van a faltar.

Evolución de la plusmarca mundial del lanzamiento de peso

15.54 m Ralph Rose (EUA) 21 agosto 1909 San Francisco, Estados Unidos
15.79 m Emil Hirschfeld (ALE) 6 mayo 1928 Breslau, Alemania
15.87 m John Kuck (EUA) 29 junio 1928 Amsterdam, Países Bajos
16.04 m Emil Hirschfeld (ALE) 26 agosto 1928 Bochum, Alemania
16.04 m František Douda (CHE) 4 October 1931 Brno, Checoslovaquia
16.05 m Zygmunt Heljasz (POL) 29 junio 1932 Poznań, Polonia
16.16 m Leo Sexton (EUA) 27 agosto 1932 Freeport, Estados Unidos
16.20 m František Douda (CHE) 24 septiembre 1932 Praga, Checoslovaquia
16.48 m John Lyman (EUA) 21 abril 1934 Palo Alto, Estados Unidos
16.80 m Jack Torrance (EUA) 27 abril 1934 Des Moines, Estados Unidos
16.89 m Jack Torrance (EUA) 30 junio 1934 Milwaukee, Estados Unidos
17.40 m Jack Torrance (EUA) 5 agosto 1934 Oslo, Noruega
17.68 m Charlie Fonville (EUA) 17 abril 1948 Lawrence, Estados Unidos
17.79 m Jim Fuchs (EUA) 28 julio 1949 Oslo, Noruega
17.82 m Jim Fuchs (EUA) 29 abril 1950 Los Ángeles, Estados Unidos
17.90 m Jim Fuchs (EUA) 20 agosto 1950 Visby, Suecia
17.95 m Jim Fuchs (EUA) 22 agosto 1950 Eskilstuna, Suecia
18.00 m Parry O’Brien (EUA) 9 mayo 1953 Fresno, Estados Unidos
18.04 m Parry O’Brien (EUA) 5 junio 1953 Compton, Estados Unidos
18.42 m Parry O’Brien (EUA) 8 mayo 1954 Los Ángeles, Estados Unidos
18.43 m Parry O’Brien (EUA) 21 mayo 1954 Los Ángeles, Estados Unidos
18.54 m Parry O’Brien (EUA) 11 junio 1954 Los Ángeles, Estados Unidos
18.62 m Parry O’Brien (EUA) 5 mayo 1956 Salt Lake City, Estados Unidos
18.69 m Parry O’Brien (EUA) 15 junio 1956 Los Ángeles, Estados Unidos
19.06 m Parry O’Brien (EUA) 3 septiembre 1956 Eugene, Estados Unidos
19.25 m Parry O’Brien (EUA) 1 noviembre 1956 Los Ángeles, Estados Unidos
19.25 m Dallas Long (EUA) 28 marzo 1959 Santa Bárbara, Estados Unidos
19.30 m Parry O’Brien (EUA) 1 agosto 1959 Albuquerque, Estados Unidos
19.38 m Dallas Long (EUA) 5 marzo 1960 Los Ángeles, Estados Unidos
19.45 m Bill Nieder (EUA) 19 marzo 1960 Palo Alto, Estados Unidos
19.67 m Dallas Long (EUA) 26 marzo 1960 Los Ángeles, Estados Unidos
19.99 m Bill Nieder (EUA) 2 abril 1960 Austin, Estados Unidos
20.06 m Bill Nieder (EUA) 12 agosto 1960 Walnut, Estados Unidos
20.08 m Dallas Long (EUA) 18 mayo 1962 Los Ángeles, Estados Unidos
20.10 m Dallas Long (EUA) 4 abril 1964 Los Ángeles, Estados Unidos
20.20 m Dallas Long (EUA) 29 mayo 1964 Los Ángeles, Estados Unidos
20.68 m Dallas Long (EUA) 25 julio 1964 Los Ángeles, Estados Unidos
21.52 m Randy Matson (EUA) 8 mayo 1965 College Station, Estados Unidos
21.78 m Randy Matson (EUA) 23 abril 1967 College Station, Estados Unidos
21.82 m Al Feuerbach (EUA) 5 mayo 1973 San José, Estados Unidos
*22.86 m Brian Oldfield (EUA) 10 mayo 1975 El Paso, United States
21.85 m Terry Albritton (EUA) 21 febrero 1976 Honolulu, Hawaii, Estados Unidos
22.00 m Aleksandr Baryshnikov (URS) 10 junio 1976 París, Francia
22.15 m Udo Beyer (RDA) 6 julio 1978 Gotemburgo, Suecia
22.22 m Udo Beyer (RDA) 25 junio 1983 Los Angeles, Estados Unidos
22.62 m Ulf Timmermann (RDA) 22 septiembre 1985 Berlín, Alemania
22.64 m Udo Beyer (RDA) 20 agosto 1986 Berlín, Alemania
22.72 m Alessandro Andrei (ITA) 12 agosto 1987 Viareggio, Italia
22.84 m Alessandro Andrei (ITA) 12 agosto 1987 Viareggio, Italia
22.91 m Alessandro Andrei (ITA) 12 agosto 1987 Viareggio, Italia
23.06 m Ulf Timmermann (RDA) 22 mayo 1988 Chania, Grecia
23.12 m Randy Barnes (EUA) 20 mayo 1990 Los Ángeles, Estados Unidos
23.37 m Ryan Crouser (EUA) 18 junio 2021 Eugene, Estados Unidos

*Marca no homologada por haberse conseguido fuera de la normativa de la IAAF

Dedico esta entrada a mi amigo Ángel Berruezo (@megapondio_v2), un entusiasta de los lanzamientos que, me consta, ha disfrutado sobremanera de esta plusmarca.

Esther Pedrosa y Raquel Suárez, cuando una conducta ejemplar acaba redundando en beneficio propio (y II)

Segunda parte de la entrevista a Esther Pedrosa y Raquel Suárez, publicada anteriormente en el número 12, del mes de mayo, de la revista Somos atletismo.

Raquel y la categoría máster

Tras retomar informalmente los entrenamientos para ayudar a Raquel, Esther se volvió a meter en el mundo de la competición y se ha convertido en una atleta máster de referencia. Tanto es así que en 2018 la RFEF le otorgó el premio a la mejor atleta de su categoría de ese año en España. Raquel volvió temporalmente a Santiago, tras licenciarse en Ciencias Geológicas en Oviedo. Cinco años después ninguna de sus antiguas compañeras de entrenamiento seguía en el atletismo.

P: Raquel, tu madre vuelve a practicar atletismo para ser tu compañera de entrenamientos y posteriormente acaba siendo tu entrenadora. ¿Cómo valoras eso?

R: Que me acompañara en los entrenos cuando volví de Oviedo lo agradecí muchísimo, porque había desconectado de todo el mundo y no tenía grupo de entreno. Lo de ser mi entrenadora… fue algo casual. Hace un par de años tuve que parar un año entero por lesión y cuando volví tuve que hacerlo adaptando entreno con el fisio. Había perdido motivación y no tenía ganas de entrenar, así que por no molestar a mi entrenador, Manolo Vigo, le pedía consejo a mi madre para ir haciendo cosillas, hasta que le pedí que me entrenara (que yo sé que era su gran ilusión, je, je). Es complicado porque donde hay confianza… ya se sabe. Pero la verdad es que está yendo mejor de lo esperado. En cuanto a la calidad como entrenadora estoy súper contenta porque mi madre es una persona que siempre está formándose y le encanta mejorar, así que siempre busca el mejor método para sacar el máximo rendimiento de las circunstancias, porque, como ella dice, si entreno como una cadete…, corro como una cadete.

P: Curiosamente tu presencia en el atletismo lleva a tu madre a convertirse en una de las mejores atletas de España en su categoría. ¿Cómo te sientes por haber sido la causa de su éxito?

R: Nunca me lo había planteado así. Estoy súper orgullosa de ella.

P: La categoría máster  ha subido mucho de nivel. Cada vez los atletas que compiten son más y mejores. ¿Cómo ves esta categoría y qué diferencias encuentras con otras?

R: La concepción que se tenía hace unos años del deporte máster era muy distinto al que hay actualmente y por eso me animé a participar. Cuando mi madre empezó a competir en máster entrenaban muy pocos y para mí eso desvirtuaba el trabajo de los que verdaderamente entrenan, por eso no me gusta que no haya mínimas para ciertos campeonatos. Me encanta que cada día haya más nivel porque ganar por no tener rival no tiene ningún mérito. La categoría máster me recuerda a la categoría cadete, que íbamos a las competiciones por ver a los amigos de otras ciudades, incluso al niño que te gustaba, y de paso competíamos.

P: ¿Has coincidido en alguna competición con tu madre? No te voy a preguntar el resultado. ¿Y en algún campeonato?

R: En ruta he competido muchísimo con mi madre y en algunas me ha ganado por supuesto. En pista coincidimos por primera vez en 2020 en mi primer campeonato máster en pista al aire libre. Con tal mala suerte que nos juntaron las categorías F 55 y F35. No nos gustó porque, obviamente, cada una quiere hacer su carrera y ver y dar ánimos a la otra y ahora que es mi entrenadora con más motivo. Además nos descentró mucho la expectación que se creó en el estadio por megafonía respecto de si ganaría la madre o la hija.

Esther y la categoría máster

Raquel señala que la categoría máster le recuerda a la categoría cadete por el ambiente de camaradería que se respira. Esther abunda sobre este punto.

R: He de decir que me llevé una gran sorpresa. Tenía otra idea de lo que era. Me encontré un ambiente magnífico. Me alegró mucho que estuviese Aurora Pérez, con la que había compartido club anteriormente. Los atletas máster disfrutan realmente de este deporte. No hay sentimientos negativos Nadie se presiona, ni sufre porque se obliga que ganar. Somos un grupo muy unido y muy alegre. A mí, que soy muy extrovertida, me encanta animar a todos, porque somos máster pero seguimos disfrutando del atletismo y del día a día. Una vez en un campeonato de Europa estaba mi hija Raquel en la grada y me vio animando a los atletas máster que estaban entre el público. Se quedó algo sorprendida, pero cuando vio cómo me animaban cuando competía se dio cuenta de la conexión que teníamos entre nosotros.

P: Dices que disfrutas mucho del atletismo y hablas de la ausencia de presiones. ¿Siempre fue así en tu primera etapa?

R: El que se presiona demasiado acaba mal con el atletismo. Es cierto que en mi primera etapa me ponía más nerviosa, aunque siempre he competido bien. De todos modos, al final acabé un poco saturada, pero fue porque elegí competir todos los fines de semana. Después lo dejé, pero no paré de hacer deporte. Cuando volví a entrenar de forma metódica, me di cuenta de que realmente echaba de menos estar todo el día cansada por el entrenamiento. No es fácil de explicar a alguien que no conoce el atletismo.

P: Tus éxitos en la categoría máster te han llevado a ser muy conocida. ¿Qué opinas de la cultura deportiva en España?

R: Creo que es bastante pobre. El público, incluso el que se interesa por el atletismo, ignora mayormente todo el trabajo que hay detrás de un atleta y lo difícil que es llegar a la élite. Ni siquiera el aficionado medio al fútbol, el deporte dominante, conoce realmente su deporte. Solo quiere que gane su equipo. En cuanto al atletismo, la mayoría solo se acuerdan cuando hay Juegos Olímpicos. Es cierto que de vez en cuando los medios hablan de atletas, como Ruth Beitia y ahora Ana Peleteiro, y acaban siendo conocidas, pero es un conocimiento superficial, basado en lo que dicen los medios.

P: Y ese es uno de los problemas, porque el atletismo español adolece de otros problemas, por ejemplo los entrenadores.

R: Sí, lo cierto es que el entrenador altruista es cada vez menos abundante, algo que es bastante comprensible. Aún quedan algunos, como Pepe Mareca o Jesús Montiel. Lo bueno de estos entrenadores románticos es que de alguna manera el atleta se siente en deuda con ellos, y eso es un motivo para seguir. En el caso de los entrenadores profesionales la clave está en la consecución del objetivo y tal vez se piensa menos en una trayectoria atlética. Habría que buscar románticos, pero que tuviesen una compensación, aparte de la satisfacción personal, por entrenar. De todas maneras no es solo cuestión de los entrenadores. En estos tiempos de pandemia, se habla mucho, con razón, del comercio y la hostelería, pero el mundo del deporte ha tenido un golpe brutal. Organizadores, médicos, fisioterapeutas, gimnasios, monitores, entrenadores, clubes… todos están sufriendo mucho y apenas se piensa en ellos. Los deportistas pierden la forma, pierden los patrocinadores. En el lado positivo, está la encomiable labor de la Federación, que fue capaz de organizar los campeonatos de España de todas las categorías. Yo estuve en el campeonato máster y la organización fue modélica. Eso sí, no nos podíamos ver fuera de la pista porque los circuitos estaban muy bien diseñados para que no coincidiésemos. Raúl Chapado está haciendo un gran trabajo. Está consiguiendo promocionar el atletismo, que estaba algo decaído.

El atletismo en Santiago de Compostela

Esther no está ligada al mundo del deporte solamente por ser atleta. Es técnico de deportes de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y, desde 2019, concejal de deportes del Ayuntamiento de Santiago. Esto le permite conocer de primera mano el estado del deporte en su ciudad.

P: Como nos has dicho, uno de tus logros fue hacer la mínima olímpica, aunque no resultaste seleccionada. ¿Por qué todavía no ha habido ningún deportista olímpico en Santiago?

R: Seguramente es una cuestión de falta de infraestructura, y no me refiero solo a instalaciones. En los años 80 y 90 la Universidad tenía un club y una escuela de atletismo. Había muchísimos atletas. Una tarde como la de hoy en el estadio se veían corredores de todas las modalidades, saltadores, lanzadores…  De la clase media sale lo excepcional y hubo atletas con posibilidades como Santiago Fraga, Manolo Gendra o, algo más tarde, Pedro Nimo. Hoy ya no existe el Club Universitario de Atletismo. La USC gestiona el atletismo a través de su Fundación, pero sus practicantes tienden a considerarla una actividad extraescolar. En el lado positivo, está el Club Atletismo Santiago que, con pocos medios, lo está haciendo muy bien.

P: Hace unos días el experiodista de El Correo Gallego Emilio Navaza denunciaba en su blog Vida atlética de Galicia el despropósito del Estadio Multiusos, cuyas pistas nunca se homologaron y apenas se han utilizado. ¿Cómo veis este problema desde el Ayuntamiento?

R: Había un proyecto para valorar una reforma que permitiese homologarlo, pero la pandemia lo frustró. En el momento en que se construyó el estadio el fútbol presionó muchísimo para que se acabase cuanto antes. Las pistas no se pudieron homologar por algunos problemas que se podrían haber resuelto en su momento, pero no hubo voluntad. Tengo mucho interés, tanto institucional como personal, para que las pistas tengan el uso que se merecen. No lo pierdo de vista. También el Estadio Universitario ha perdido la homologación, aunque esperamos que se recupere este mismo año.

Mariano García-Verdugo

Finalmente no podíamos dejar de hablar de quien ha conducido a Esther con mano sabia por el mundo del atletismo, su entrenador Mariano García Verdugo.

R: Mariano es mucho más que un entrenador para mí. Mi padre falleció cuando yo tenía veinte años y, de alguna manera, Mariano fue esa figura paterna ausente. Me encantó cuando se le hizo el homenaje sorpresa en 2012 con motivo de su jubilación. Creo que era necesario mostrarle lo mucho que le debemos los atletas. Mariano ha mejorado la vida de muchas personas. Es admirable su entusiasmo y su capacidad de trabajo. Cuando eres joven no lo valoras, pero las cosas no se hacen solas, un club, una escuela de atletismo. Detrás estaban las horas y horas que nos regalaba Mariano. Cuando hacíamos series en la Alameda, diluviando y con barro hasta las orejas, ahí estaba Mariano con su paraguas y su cronómetro animándonos. Uno de mis compañeros de trabajo fue lanzador de martillo y comenta a veces la de horas que se pasó con Mariano haciendo técnica. Y no es solo el momento de la técnica, sino las horas previas para adquirir el conocimiento que te permite saber que hay que corregir tres centímetros la posición del pie. Sorprende, a veces, el poco valor que le dan algunos atletas al entrenador. El buen entrenador te lleva a tu máximo potencial y sin entrenadores no hay atletismo. El entrenador te conoce. Es el pilar sobre el que se sustenta el atleta. Mariano me enseñó que el atletismo es el día a día y que solo si eres constante mejoras. También sabía perfectamente mi estado de forma en cada campeonato. Me decía que tenía que pasar en tiempos que no hacía en los entrenamientos. Y acertaba.

Terminamos la entrevista preguntando a Esther y a Raquel sobre el significado del atletismo en sus vidas.

Esther: El atletismo me ha dado tantas cosas que me resulta muy difícil imaginarme cómo habría sido mi vida sin él. Sin duda, peor. El atletismo me ha hecho mucho mejor como persona y me ha permitido conocer gente estupenda. Con las personas con las que entrenas y compites tienes una relación especial

Raquel: Es parte de mí como persona. Me ha enseñado grandes valores: responsabilidad, constancia, trabajo, sacrificio, empatía, compañerismo.

Esta es la historia de cómo el atletismo ha cambiado para mejor la vida de estas dos mujeres, de cómo Raquel, siguiendo el ejemplo de su madre, comenzó a practicar atletismo y cómo, tiempo después, la afición de Raquel arrastró a su madre, de nuevo, al mundo de la competición, donde está haciendo una labor superlativa.



Raquel en una competición reciente
Madre e hija con atuendos curiosos en una San Silvestre en Santiago

Esther Pedrosa y Raquel Suárez, cuando una conducta ejemplar acaba redundando en beneficio propio (I)

Esta entrevista se publicó inicialmente en el número 12, del mes de mayo, de la revista Somos atletismo. Agradezco a Esther la agradable conversación sobre atletismo que tuvimos durante una hora. Dado que se trata de una entrevista larga, en el blog ocupará dos entradas.

El atletismo es una parte integral de la vida de Esther Pedrosa Carrete (Santiago de Compostela, 19 de mayo 1961). Comenzó a practicar este deporte a los catorce años. Más de cuarenta y cinco años después continúa cosechando éxitos en la categoría máster.

Esther, cuya imagen no ha cambiado demasiado a lo largo de todos estos años, entrena seis días a la semana, los mismos que en sus mejores tiempos. Aunque resulta complicado saber si su mejor tiempo es el pasado o el presente. En los campeonatos de España absolutos, Esther fue oro en gran fondo (20 Km) en 1986 y bronce en 1985 y 1991, plata en 10 000 m en pista en 1986, 1987 y 1995, y en 3000 en sala en 1989 y 1990, y fue bronce en ruta 15 Km en 1989, maratón en 1987 y en 5000 m en pista en 1989. Se trata, sin duda, de un excelente palmarés, que completó con trece internacionalidades. Pero su carrera atlética tiene una segunda derivada. En 2009, tras ocho años de inactividad competitiva, no deportiva, Esther comenzó a entrenarse informalmente para acompañar a su hija Raquel Suárez Pedrosa (Santiago de Compostela, 11 de junio de 1982). Raquel, tras cinco años en Oviedo, donde se había licenciado en Ciencias Geológicas, volvió a Santiago y ya no tenía compañeras de entrenamiento.

Ese fue el inicio de una fructífera trayectoria en la categoría máster, en la que ostenta las plusmarcas españolas de 1500, 3000, milla, 10km y media maratón de categoría W55. Sus numerosos logros internacionales incluyen un oro en campo a través, una plata en 1500 y un bronce en 5000 pista aire libre en el Campeonato del mundo Málaga 2018, tricampeona de Europa en Madrid 2018en 1.500 y 3000 m en sala y en campo a través, plata en 1500, 3000 bajo techo y campo a través en Toruń 2019.

Raquel, por su parte, ha continuado compitiendo y ahora, entrenada por su madre, comparte con ella la categoría máster.

P: Esther, comienzas a entrenar a los catorce años, de la mano de tu profesora del Instituto Rosalía de Castro, María Luisa Peralta. Te lleva al Estadio Universitario, donde te presenta a su marido, Mariano García-Verdugo, quien sigue siendo tu entrenador. El atletismo es duro y los resultados no se consiguen inmediatamente. ¿Qué fue lo que motivó a aquella adolescente para que el atletismo acabase siendo fundamental en su vida?

R: En principio, el buen ambiente que había en el Estadio, entonces con una pista de ceniza de 333 m. Hice muy pronto un grupo de amigos, a los que vi crecer atléticamente conmigo. El salir a competir era otro motivo de alegría, el prepararse para un campeonato de España… Después, lo que me fascinó de este deporte fue el ver que el esfuerzo realmente merece la pena, porque te hace mejor. Si tienes paciencia, perseverancia, disciplina y trabajas duro acabas consiguiendo resultados impensables.

P: Porque tu principal rival en el atletismo…

R: …eres tú misma. Cada uno tiene un potencial que puede o no desarrollar, o hacerlo parcialmente. La mayor satisfacción es ver cómo te superas. Los buenos resultados en las competiciones son la consecuencia de la constancia, del esfuerzo diario. Y es muy interesante ver a dónde te lleva. Además el atletismo te da unos valores que puedes trasladar a muchas otras facetas vitales, para alcanzar la excelencia en tu profesión, para afrontar situaciones difíciles, para ponerle al mal tiempo buena cara… En definitiva, el deporte te hace más fuerte.

P: Sí, porque si el atletismo solo fuese trabajo duro, no sería tan complicado. También están las lesiones

R: Sí, gran fuente de frustraciones, pero saber gestionarlas también forma parte de este deporte. Las lesiones también te enseñan algo muy importante. Cuando estás parada por obligación, lo que más echas de menos no es ir a una gran competición y ganarla, sino poder volver a correr, aunque sea solo un poquito.

P: Empiezas a destacar muy joven, pero tu vida da un vuelco cuando en 1982, el año que se inauguran las pistas sintéticas del Estadio Universitario, nace Raquel y todo cambia.

R: Bueno, he de decir que tener a Raquel es lo mejor que me ha pasado en mi vida, pero cualquiera que sea madre o padre sabe que esto es así. Para mí fue un cambio tremendo. De repente pasé de ser niña a ser una señora. Pensaba que no estaría a la altura, pero no fue así y pude ser madre y atleta. De hecho, este cambio me hizo madurar. Me centré mucho más en el atletismo y menos en las conversaciones de grada pre y posentrenamiento. Entrené más y mejor y eso me hizo progresar.  Todo ello pese a que los primeros años de un niño son agotadores, pero los hijos sacan lo mejor de uno mismo.

P: Y tu hija se cría en el estadio. ¿Era inevitable que fuese atleta?

R: En realidad, yo nunca le dije que hiciese atletismo. Un día me dijo que quería empezar a entrenar y me pareció muy bien, pero me habría parecido lo mismo si hubiese decidido no hacerlo. Allá se fue con Pilar Veiga, la entrenadora de entonces. Una vez metida en el atletismo, me encanta que lo haya hecho. Después de todo, gracias a ella he vuelto a competir. Raquel ha tenido una trayectoria atlética desigual, porque su formación como geóloga y su posterior actividad laboral fueron bastante exigentes.

Raquel entra en escena

Raquel también ha tenido dos etapas en su carrera atlética, premáster y máster, donde continúa actualmente. En su primera etapa se dedicó sobre todo a los obstáculos, prueba en la que consiguió una medalla de bronce en el campeonato de España Universitario (2012) y 9º en el Nacional absoluto de 2006. En categoría máster ha sido tercera en el 2020 en el  Campeonato de España Máster F35 en la prueba de 1500 y octava en el 2021 en el Campeonato de España Master F35 de campo a través.

P: Raquel, desde muy pequeña acudías con tu madre al estadio. Era tu segunda casa. ¿Sentías que el atletismo era una parte de tu vida? ¿Lo integrabas en tu día a día con naturalidad?

R: Aprendí allí a caminar. Creo que con eso lo explico todo. La mayor parte de mis recuerdos son en el estadio de atletismo del campus universitario de Santiago de Compostela. Sentía y siento que el atletismo es la parte más importante de mi vida, de hecho no concibo mi vida sin practicar atletismo. Y no por el hecho de entrenar a muerte y competir y ser buena, cosa que nunca he sido, no, sino como parte de mi ser. La verdad es que no sé qué hace la gente en su tiempo libre si no entrena. Siempre ha sido una tragedia lesionarme y tener que parar un par de semanas, ya no por el hecho de perder la forma sino por no poder ir a entrenar. Lo cierto es que planifico mi día y mi año, vacaciones incluidas, en función del entreno y del calendario deportivo.

P: ¿Siendo muy niña, pensabas que todas las madres hacían atletismo?

R: No, sabía perfectamente que mi madre era muy especial. De hecho en ese momento pensaba que era la única madre del mundo que corría. Eran los años 80, las mamás iban con pintas de señora y por supuesto no usaban chándal.

P: ¿Era inevitable que fueses atleta?

R: Sin duda. Mi madre nunca jamás me dijo que entrenara. Sin embargo, sentía mucha presión por el entorno, porque todos me decían que de mayor tenía que ser como mi mamá y yo veía en casa que el atletismo era un deporte muy desagradecido y muy muy sufrido. Pero como era inevitable, con 13 años un día le pedí a mi madre si me podía apuntar a la escuela de atletismo del  Club Universitario de Santiago.

P: ¿Cómo te tomabas el atletismo? ¿Tenías la idea de igualar a tu madre o simplemente te gustaba correr con tu grupo de entrenamiento?

R: Nunca pensé en ser como mi madre. Simplemente iba a la pista a ver a mis amigos, entrenar, la verdad…, entrenaba muy poco. Afortunadamente siempre tuve entrenadores que nos trataron como a niños e íbamos a jugar. Y gracias a mis padres y mis entrenadores, que nunca me presionaron, ahora concibo este deporte como respirar, algo natural que tengo que hacer porque si no, me muero.

P: ¿Lo pasabas mal viendo correr a tu madre, cuando la veías sufrir, cuando le ganaban?

R: Fatal. En los maratones y medias maratones incluso lloraba al verla entrar en la meta. Ahora me sigue emocionando.

P: Cuando eras niña, ¿te preguntabas a ti misma para qué servía correr?

R: Jamás, al igual que nadie se pregunta para qué sirve darle patadas a un balón, cosa mucho más inútil, por cierto.

La expansión del fondo femenino

Esther vivió la época de expansión del fondo femenino, cuando en muy pocos años la prueba femenina oficial más larga pasó de ser el 1500 al maratón, con todas las distancias intermedias.

P: Esther, tú empezaste corriendo 1500 m, pero conforme las pruebas femeninas de fondo se iban alargando, tú te alargabas con ellas, hasta acabar corriendo maratón. ¿Cómo viviste ese cambio?

R: El 1500 se me quedaba algo corto. Mi entrenador me apretó todo lo que pudo por abajo y al llegar a los 21 años comencé a correr distancias cada vez más largas, que entonces eran una novedad en la categoría femenina. Pese a mis logros en la carretera (llegué a correr en 2h37:10), me gustaba más la pista. Además en Santiago es imposible encontrar un circuito llano y eso repercute en los ritmos. La prueba que más me gustaba eran los 5000 m, pero entonces se corría muy poquito. De hecho no fue olímpica hasta 1996. Entonces yo ya no estaba tan centrada en la pista. En 1988 y 1992, por paradójico que pueda parecer hoy día, las distancias femeninas de fondo en pista fueron los 3000 y los 10 000 m.

P: Hoy día eso resulta paradójico pero también es chocante que se pensase que las mujeres no podían correr distancias largas.

R: Yo creo que, equivocadamente, se trataba de proteger a la mujer. Se pensaba que éramos tan débiles que no podríamos correr largas distancias. Tampoco podíamos lanzar martillo, ni saltar pértiga, ni hacer triple salto, ni saltar obstáculos, ni marchar. También ha pasado en categoría máster hasta que hemos conseguido igualar los programas masculino y femenino. Evidentemente todas esas cautelas eran infundadas. No hay más que ver cómo hoy día el atletismo femenino se está aproximando a los 14 minutos en 5000 m y a los 29 en los 10 000. Es probable que en pocos años veamos campeonatos disputándose por debajo de esas marcas. En maratón la plusmarca femenina en carrera mixta está al filo de 2h14. Por cierto, a la World Athletics le falta cambiar en heptatlón femenino por el decatlón.

P: ¿Qué te ha faltado en el atletismo para lograr tu máximo potencial?

R: No creo que me haya faltado nada. Incluso llegué a hacer la mínima olímpica en 10 000 m para los Juegos de 1992 (33:40.32). Estoy muy satisfecha con lo conseguido, tanto en la primera como en esta segunda etapa.

P: Coincidiste con fondistas españolas de gran categoría como Pilar Fernández, Ana Isabel Alonso, Estela Estévez, Julia Vaquero… ¿Con cuál te quedas?

R: Sin ninguna duda con Julia. Además conozco cómo entrenaba en el INEF de La Coruña. En Galicia es complicado entrenar, por el terreno y las condiciones meteorológicas. Esa admirable su tesón y su pundonor. Y no lo tuvo nada fácil. Fue fantástica verla correr la final de 10 000 m de los Juegos de Atlanta.


Esther imponiéndose en el Europeo en sala de Madrid