Naftali Temu, el único campeón olímpico keniano de 10 000 m

En una emocionante y disputada final de 10 000 m, el etíope Selomon Barega (2000) se convirtió en el primer atleta campeón olímpico de los Juegos Olímpicos de Tokio, oficialmente de 2020. En un último 300 trepidante, derrotó a los ugandeses Joshua Cheptegei (1996), campeón del mundo y plusmarquista mundial (26:11.00), y Jakob Kiplimo (2000), campeón del mundo de medio maratón. La otrora poderosa armada keniana no tuvo ningún protagonismo en esta final, evidenciando un cierto retroceso de sus atletas en las pruebas de fondo. Rodgers Kwemoi (1997) fue séptimo, Rhonex Kipruto (1999) noveno y Weldon Langat (1998) vigésimo. Los atletas kenianos han mejorado la plusmarca mundial en seis ocasiones, han ganado el campeonato del mundo tres veces y se han hecho con ocho medallas olímpicas, pero solamente una de estas ha sido de oro. Sucedió en los Juegos Olímpicos de 1968. Naftali Temu conseguía la victoria en los 10 000 m y hacía historia al ser el primer atleta keniano campeón olímpico.

Nabiba Naftali Temu nació en el distrito keniano de Nyamira el 20 de abril de 1945. Comenzó a practicar atletismo a los catorce años. En 1964, con diecinueve, acudió a los primeros Juegos de Tokio, donde abandonó en los 10 000 m y fue 49º en el maratón, con 2h40:47. En 1965 fue segundo en 5000 m en los primeros Juegos Panafricanos, celebrados en Brazaville (Congo). Sus compañeros en el podio serían sus grandes rivales en los siguientes Juegos Olímpicos: el también keniano Kip Keino (1940), oro, y el etíope Mamo Wolde (1932-2002), bronce. Al año siguiente, en los Juegos de la Commonwealth, en la prueba de las 6 millas (9656 m), la última edición en que se disputaron las distancias imperiales, Temu batió sorprendentemente al australiano Ron Clarke (1937-2015), plusmarquista mundial de los 10 000 m. El keniano superó a Clarke en 25 segundos. Clarke había acreditado el año anterior unos estratosféricos 27:39.4. Nadie más había bajado de 28 minutos. En las tres millas, Clarke fue segundo, detrás de Keino, y Temu cuarto.

Los Juegos Olímpicos de 1968 tendrían lugar en México a más de 2200 metros de altitud. Entonces no se conocían muy bien los efectos de la altitud, pero se creía que beneficiaría a los corredores kenianos, criados en lugares también elevados. Clarke había realizado la mejor marca del año, 27:49.4. El alemán Jurgen Haase acreditaba 28:04.4, Keino 28:04.6 y Temu 28:27.4. También había que contar con otros dos grandes competidores, el tunecino Mohamed Gammoudi (1938) y con Wolde, segundo y cuarto respectivamente en la anterior final olímpica. La carrera, disputada el 13 de octubre, resultó muy lenta con un pase de 15:00.6 por la mitad. A falta de 8900 m, Keino abandonó, aquejado de dolores abdominales. Se diagnosticó de colecistitis, lo que no le impidió ser posteriormente plata en 5000 y oro en 1500 m. Cuando restaban 900 m, Temu tomó la cabeza, llevándose con él a Wolde, Gammoudi y Clarke. El australiano cedió cuando quedaba vuelta y media y el tunecino no pudo resistir el cambio de Wolde al comenzar la última vuelta. Temu sí aguantó el tirón y pasó al etíope a mitad de la recta de llegada. Con un último 400 en 57.5, Temu se impuso con 29:27.4 por 29:28.0 de Wolde.

Parte de la prensa achacó la victoria de Temu únicamente a la altitud y afirmó que en condiciones normales habría ganado Clarke. El keniano, molesto, replicó que a Clarke ya lo había derrotado dos años antes en los Juegos de la Commonwealth. El 15 de octubre, Temu ganaba la segunda de las tres series semifinales de 5000 m. En la final, el 17 de octubre, volvieron a coincidir los mismos protagonistas del 10 000, salvo Wolde, con Keino recuperado de sus problemas. Como en la otra carrera de fondo, esta prueba también resultó lentísima, con pasos cada kilómetro de 2:53.6, 5:44.0 (2:50.4), 8:38.8 (2:55.2) y 11:30.8 (2:52.0). Poco antes del cuarto kilómetro, Gammoudi se colocó en cabeza y fue aumentando progresivamente el ritmo hasta acabar el último 600 en 32.2, 28.0 y 26.8., rechazando una y otra vez los ataques de Keino y Temu, que finalmente no lo superaron y fueron segundo y tercero. El tiempo del tunecino fue 14:05.0, 0.2 menos que Keino y 1.4 menos que Temu.

Temu aún correría el maratón el 20 de octubre. Se mantuvo en el grupo de cabeza, con Mamo Wolde, pero a partir del kilómetro 30 fue perdiendo posiciones. Acabó 19º con 2h32:40, mejor marca personal, a 12:10 del etíope, ganador de la prueba. Tras los Juegos de México, el rendimiento de Temu no volvió a ser el mismo. Fue 9º en el primer 10 000 de los Juegos de la Commonwealth en 1970. En 1971 realizó sus mejores marcas de siempre en 5000 m, 13:36.6, y 10 000 m, 28:21.8. No pasó a la final olímpica de los Juegos de 1972. Se retiró en 1973. Falleció el 10 de marzo de 2003, a los 57 años por un cáncer de próstata, cuyo tratamiento se difirió al no poder pagar los 630$ que costaba. El Gobierno de Kenia acabó haciéndose cargo de los gastos pero ya era demasiado tarde.

Naftali Temu fue el primer campeón olímpico keniano y, al menos, por otros tres años más el único oro de su país en 10 000 m. Sucede lo mismo en los 5000 m, distancia en la que tan solo un keniano, John Ngugi (1962), ha subido a lo más alto del podio olímpico.

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La otra cara del deporte de alta competición

Simone Arianne Biles es una gimnasta de élite tejana de 24 años, que a lo largo de su carrera deportiva ha sido 4 veces campeona olímpica y 19 veces campeona del mundo. Posee uno de los mejores historiales de siempre de la gimnasia artística. Estos días ha saltado a la primera plana, no por un nuevo éxito, sino por la retirada de los Juegos Olímpicos debido a problemas de ansiedad.

Hablar de trastornos psiquiátricos sigue siendo tabú. Mucha gente lo sigue identificando con la caricatura del que se cree Napoleón o con la esquizofrenia, enfermedad grave, pero solo uno de los múltiples trastornos del universo mental. Y, sin embargo, los problemas de la mente son extraordinariamente frecuentes. No hay más que ver los datos de consumo de psicofármacos. Los “normales” somos neuróticos de baja intensidad, decía un profesor de Psiquiatría.

El mundo del deporte no es ajeno a estas alteraciones, pero es un tema del que apenas se habla. Drogas, ansiedad, depresión, mala gestión de la frustración, dificultad de adaptación tras la retirada… El deportista de alto nivel está sometido a una gran presión, tanto interna como externa. Dedica muchas horas a la consecución de un objetivo, con todas las renuncias que ello implica. Además le ocurre en un momento vital de corta experiencia, y eso significa menos recursos emocionales para lidiar con las dificultades. Hay deportistas que no pueden con la presión y abandonan, otros son capaces de llegar a la élite sin desarrollar todo su potencial, pero incluso deportistas que están entre los mejores de su especialidad resultan expuestos al agotamiento mental. Ahora le ha sucedido a Biles, pero también le ocurrió a Ronaldo Nazario o a Michael Phelps, por mencionar a dos de los más grandes. Saber manejar el estrés y las expectativas forma parte de las condiciones necesarias para llegar a la élite, pero desde un punto de vista humano, y con un mínimo conocimiento del día a día de un deportista de alto nivel, estas bajadas emocionales son totalmente comprensibles. Aunque la carrera de Biles se parase aquí, el peso de su historial seguiría siendo enorme.

Pero, lo que no tiene sentido es pasar de la empatía con la deportista afectada a una falsa admiración, en realidad un nada simulado desprecio por el deporte de alto nivel. Hoy Nolan Djokovic, quien en su momento hubo de tomarse un descanso mental, declaraba La presión es un privilegio. Sin presión no hay deporte profesional. Si ansías a ser el mejor en tu deporte debes aprender a hacer frente a esa presión, dentro y fuera de las pistas. El deporte de competición, no solo el de élite, es la búsqueda de la excelencia, individual o colectiva. El mayor rival de un deportista siempre es uno mismo, en la búsqueda constante de la mejora. Para una pequeña minoría de los deportistas de competición, la búsqueda de los límites personales es la búsqueda de los límites humanos, y así es como progresa el deporte. También esa es la manera cómo progresa una sociedad, porque hay un pequeño grupo que va más allá, en busca de los límites del conocimiento.

Los Juegos Olímpicos son el culmen del deporte de competición. El acontecimiento donde los mejores deportistas del mundo se reúnen para comprobar quién es el mejor. Biles es admirable por su historial. Lo que le ha sucedido es absolutamente comprensible, pero  declarar sin ningún rubor que ella es la verdadera medalla de oro solo puede denotar desconocimiento o mala intención. El deporte de élite no reparte medallas entre todos los participantes. Es la lucha de hombres y mujeres con mucho talento, mucha capacidad de trabajo y mucha resistencia física y mental. No permitamos que los que están degradando la sociedad degraden también el deporte.

Alain Mimoun, y finalmente pudo ganar el oro olímpico

El 8 julio de 2013 el Presidente de la República Francesa, François Hollande (1954) presidía en la explanada de los Inválidos, en París, un impresionante homenaje al atleta Alain Mimoun, fallecido 11 días antes a los 92 años de edad. Hollande habló de un soldado valiente, un excepcional deportista y un ferviente patriota, que había elegido ser francés. Los logros del Mimoun y su generosa actitud dentro y fuera de la competición le habían granjeado un enorme respeto y admiración en su país de adopción. Considerado el mejor atleta francés del siglo XX, otro grande, Michel Jazy (1936), con quien había compartido habitación en los Juegos Olímpicos de 1956, afirmó que había sido su fuente de inspiración.

Alain Mimoun nació como Ali Mimoun Ould Kacha el 1 de enero de 1921 en la localidad argelina de Telagh, en el seno de una modesta familia bereber. Pese a su condición de buen estudiante, las circunstancias lo obligaron a trabajar desde muy joven. En esa época comenzó a jugar al fútbol. En 1939, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el ejército. Al estallar la guerra se le destinó a la frontera franco-belga. Tras la derrota francesa en 1940, pasó a la Francia de Vichy, donde comenzó de casualidad a practicar atletismo. En 1943, tomó parte en la campaña del Túnez con los Aliados y posteriormente en Italia. A principios de 1944 resultó herido en la batalla de Montecassino. Pudo salvarse de la amputación de la pierna izquierda y se reincorporó a las operaciones de combate. Terminó la guerra formando parte del ejército que invadió Alemania.

Tras pasar un año en Alemania, Mimoun volvió a Argelia, pero enseguida se trasladó a París, donde continuó con el atletismo en el Racing Club de París, mientras trabajaba como camarero. Comenzó a destacar en el ámbito nacional con sus victorias en 5000 y 10 000 m en el campeonato de Francia de 1947. En 1948 consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres en 5000 y 10 000 m. En la final directa de los 10 000 m, Mimoun sorprendió con una inesperada medalla de plata, con 30:47.4, su mejor marca entonces. El campeón fue el checo, entonces checoslovaco, Emil Zátopek (1922-2000), con 29:59.6. En 5000 m, Mimoun no entraría en la final, pero había ganado una medalla y un amigo checo. En 1949, el francés se hizo con el primero de sus cuatro oros en el Cross de las Naciones, superando a su compatriota nacido en Huelva Raphaël Pujazon (1918-2000). Mimoun volvería a ganar en 1952, 1954 y 1956. Ese 1948, con 29:53.0 se convertía en el primer francés en correr los 10 000 m en menos de media hora. En 1950, en el campeonato de Europa, Mimoun consiguió sendas medallas de plata en los 5000 y los 10 000 m. En ambas distancias Zátopek se había mostrado muy superior, con 23 segundos y 1:09 de ventaja respectivamente. En 1951 Mimoun ganó los 5000 y 10 000 m en los primeros Juegos del Mediterráneo. Repetiría en 1955.

En 1952, con 31 años, Mimoun volvía a los Juegos Olímpicos, que se celebraban en Helsinki. Con mejores marcas de 14:26.0 y 29:38.2, esta última de ese mismo año, parecía inferior a Zátopek, acreditado en 14:03.0 y 29:02.6. En la final directa de 10 000 m del 20 de julio, el checo se impuso fácilmente, con 29:17.0, mientras el francés era segundo con su mejor marca personal, 29:32.8. Dos días depués, Mimoun se imponía en la primera semifinal de 5000 m, con plusmarca nacional francesa de 14:19.0, mientras Zátopek se clasificaba cómodamente con 14:26.0, tercero en la tercera semifinal. La final del día 24 fue la carrera en pista de alta competición en la que Mimoun estuvo más cerca de su gran rival. El británico Chris Chataway (1931-2014) dio paso a la primera vuelta en 1:05. Enseguida resultó relevado por el alemán Herbert Schade (1922-1994). Con diversos cambios en la cabeza de la carrera, a falta de 400 m había cinco atletas con opciones al oro, Chataway, Schade, Mimoun, Zátopek y otro británico, Gordon Pirie (1931-1991), con el checo en cabeza. En la contrarrecta, Chataway se colocó primero, llevándose con él a Mimoun y a Schade. Zátopek se pasó a la calle 3 en la última curva, en cuya mitad alcanzó de nuevo el liderato. Al entrar en la última recta, Chataway se cayó al suelo. Aun así, fue quinto. Zátopek se hizo con su segundo oro con 14:06.6, 0.8 menos que Mimoun, plata, y 2.0 menos que Schade, bronce. Con 14:07.4, el francés volvía a realizar su mejor marca personal, lo que muestra su gran capacidad competitiva. En Helsinki corrió tres carreras y en todas realizó su mejor prestación cronométrica. Sin embargo, había sido plata en una gran competición por cuarta y quinta vez, y siempre detrás del mismo rival. En los siguientes Juegos Olímpicos, que se celebrarían a finales de 1956 en Melbourne, tendría casi 36 años.

En el período interolímpico, Mimoun, como se ha señalado, se hizo con dos victorias, 1954 y 1956, en el Cross de las Naciones, y con el doblete de fondo en pista en los segundos Juegos del Mediterráneo, en 1955. Se perdió por lesión los campeonatos de Europa de 1954, donde nació una nueva estrella de las carreras de fondo, el ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975), oro en 5000 m con plusmarca mundial de 13:56.6. En el año olímpico de 1956, Mimoun había mejorado en 10 000 m hasta 29:13.4. Cuatro días más tarde Kuts llevaba el tope universal a 28:30.4, mejorando al húngaro Sándor Iharos (1930-1996) en 12.4. En la final olímpica, Mimoun ocupó una discreta 12ª posición, con 30:18.0, muy lejos de Kuts, gran vencedor con 28:45.6. Sin embargo, el verdadero objetivo de Mimoun era la carrera del maratón, que no había corrido nunca. El 1 de diciembre de 1956, a un mes de cumplir los 36, Mimoun tenía la última oportunidad de ganar el oro olímpico. El francés se separó del grupo cuando iban 25 Km de carrera. Pese a un pequeño bache entre el kilómetro 30 y el 35, consiguió mantener la primera posición y entrar en solitario en el estadio olímpico, con un tiempo de 2h25:00. El croata, entonces yugoslavo, Franjo Mihalić (1920-2015), fue segundo con 2h26:32 y el finlandés Veikko Karvonen (1926-2007) ocupó la tercera posición con 2h27:47. Finlandia, dominadora absoluta de las pruebas de fondo en el primer tercio del siglo XX, ganaba su primera medalla olímpica desde 1936. Lastrado por una reciente operación, Zátopek entraba en la sexta posición. Mimoun esperó la llegada del checo y lo abrazó calurosamente. Tras la muerte de Zátopek, el francés declararía que no había perdido a un rival. Había perdido a un hermano. Tras tres medallas de plata en dos Juegos, Mimoun era, por fin, campeón olímpico. El día anterior había recibido otra feliz noticia. Había sido padre de una niña, a la que pusieron de nombre Olimpia.

Mimoun volvió a Francia convertido en un héroe. En Orly había 15 000 personas esperando para saludarlo. El Presidente de la República, el General Charles de Gaulle (1890-1970) lo recibió en el Elíseo y le aseguró que ambos tenían algo en común, que eran duraderos. La carrera atlética de Mimoun continuó hasta los años 70, pues siguió compitiendo en la categoría de veteranos. Tras su victoria en Melbourne, ya no volvió a la élite internacional. En 1958 fue séptimo en los 10 000 m del campeonato de Europa, con 29:30,6, 0.8 menos que el español Antonio Amorós (1927-2004), octavo, primer finalista español en un Europeo y primer español en correr la distancia por debajo de media hora. En 1959 Mimoun realizó su mejor marca de siempre en el maratón, 2h23:03. En 1960 fue 34º en el maratón olímpico de Roma. Aún en 1966 fue campeón de Francia de maratón y en 1972, con 51 años, corrió en 2h34:36.2.

Mimoun recibió en cuatro ocasiones la Legión de Honor de Francia, por sus servicios en tiempos de guerra y por su extraordinaria carrera atlética. En 1955 se había convertido al catolicismo. En 1963, tras la independencia de Argelia, continuó conservando su nacionalidad francesa. Su muerte el 28 de junio de 2013 fue motivo de luto nacional. Mimoun fue un deportista brillante y generoso, cuya perseverancia lo acabó llevando a lo más alto del podio olímpico. Todo un símbolo del atletismo universal.

Michel Jazy, un francés plusmarquista mundial de la milla

Esta entrada se publicó anteriormente en el número de mayo de 2021 de la revista Somos Atletismo

Las actuales distancias atléticas derivan mayormente de la milla (1609.344 m), los 800 m de la media milla (880 yardas), los 400 del cuarto de milla (440 yardas), los 200 del octavo de milla (220 yardas), los 5000 m de las 3 millas y los 10 000 de las 6 millas. Hasta 1977 la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), hoy World Athletics, homologaba las plusmarcas mundiales de todas estas distancias no métricas, además de la milla y las dos millas. La única distancia atlética que no deriva de la milla son los 1500 m. Mientras en los países anglosajones las cuerdas de los primeros estadios eran de 440 yardas y cuatro vueltas hacían una milla, en la Europa Continental, sobre todo en Francia, había pistas de 500 m alrededor de los velódromos. Allí comenzaron las pruebas de los 1500 m. En la actualidad, la milla se disputa cada vez menos, pero durante muchos años fue una prueba de enorme prestigio entre los mediofondistas. El neozelandés Peter Snell (1938-2019), doble campeón olímpico de 800 m en 1960 y 1964 y de 1500 m en 1964, apenas disputaba las distancias métricas. En su año mágico de 1981, el británico Sebastian Coe (1956), oro olímpico en 1500 m en 1980 y 1984, prestó muy poca atención a los 1500 m y se centró en recortar tiempo a la plusmarca mundial de la milla. Por todo ello, no es de extrañar que hasta la llegada de los corredores norteafricanos, la inmensa mayoría de los plusmarquista mundiales de la milla fuesen de países anglosajones, o de influencia anglosajona, o nórdicos. Las únicas excepciones fueron dos franceses, Jules Ladoumègue (1906-1973) y Michel Jazy (1936).

Jules Ladoumègue era el principal candidato para el oro olímpico en 1928, pero resultó derrotado por el finlandés Henry Larva (1906-1980). De 1929 a 1931 permaneció imbatido. Rompió la barrera de los 3:50.0 en 1500 m, 3:49.2 (05 10 130), y de 4:10.0 en la milla, 4:09.2 (04 10 1931). Volvía a ser favorito para la victoria en los Juegos de 1932, pero la Federación Francesa decidió suspenderlo de por vida, tras aceptar pagos por correr, algo nada infrecuente en la época.

Treinta y cuatro años después de Ladoumègue, la plusmarca mundial de la milla volvió brevemente al atletismo francés, cuando el 9 de junio de 1965, en Rennes, Michel Jazy, en una carrera con otros ocho atletas franceses, rebajaba la plusmarca mundial de Pete Snell con 3:53.6. Sus pases cada cuarto fueron 57.5, 59.0, 60.9 y 56.2.

Michel Jazy nació el 13 de junio de 1936 en Oignies, ciudad próxima a la frontera belga y a Calais. Su abuelo, minero de profesión, como su padre, había emigrado desde Polonia tras la Primera Guerra Mundial. El joven Michel mostraba un gran interés por los deportes, especialmente por el fútbol, pero no prestaba gran atención a los estudios. Perdió a su padre por silicosis a los doce años. Poco después, la familia se trasladó a París, donde Michel comenzó a trabajar como ascensorista y posteriormente como aprendiz de tipógrafo. Continuó jugando al fútbol, pero, por medio de unos amigos, acabó descubriendo su talento atlético y empezó a practicar este deporte. Destacó ya en categorías inferiores, en pruebas de mediofondo y en campo a través. En 1956, con tan solo 20 años, resultó seleccionado para los Juegos Olímpicos de Melbourne, después de ganar el campeonato de Francia de 1500 m. Pese a mejorar, con 3:50.0, su marca personal, no pudo acceder a la final. No obstante, para Jazy el haber compartido habitación con Alain Mimoun (1921-2013), que sería oro en maratón, constituyó una experiencia deportiva y vital definitiva.

Jazy continuó progresando. En 1957 superaba su primera plusmarca francesa, con 3:44.0, que mejoró a 3:43.6 ese mismo año. Con ese tiempo acudió en agosto de 1958 al Europeo de Estocolmo, donde aspiraba al podio. El nivel fue altísimo. Hubo cuatro series semifinales, de las que se clasificaban los tres primeros. En la primera serie se superó la plusmarca de los campeonatos y en total se mejoraron siete plusmarcas nacionales. Jazy fue tercero, con 3:49.5, en la serie más lenta. En la final ocupó la décima plaza con 3:45.4. Unos días después, recuperaba la plusmarca francesa con 3:42.1, 0.1 menos del registro de Michel Bernard (1931-2019). Bernard recortó una décima al primado nacional en junio de 1960, pero este fue el año en que Jazy se incorporó de forma brillante a la élite mundial de los 1500 m. En Roma se celebraban los Juegos Olímpicos, a los que el francés acudía por segunda vez. El oro parecía reservado para el formidable corredor australiano de 22 años Herb Elliott (1938), imbatido en los 1500 m o en la milla. Poseía la plusmarca mundial de ambas distancias con 3:36.0 y 3:54.5. Las otras dos plazas del podio parecían más disputadas. La clasificación para la final resultó durísima. Había tres series semifinales y solamente entraban en la final los tres primeros. Jazy fue segundo en la última serie.

La final tuvo lugar el 6 de septiembre. Bernard encabezó el grupo con pases de 58.2 en el 400 y 1:57.8 en el 800. En ese momento Elliott, que estaba a 0.6 segundos de la cabeza, dio un fuerte tirón que solo Jazy y el húngaro explusmarquista mundial Istvan Rózsavölgyi (1929-2012) fueron capaces de seguir inicialmente. El australiano hizo el siguiente 400 en 55.6 y un último 300 en 41.6, lo que le supuso el oro, con 20 metros de ventaja sobre Jazy, y una nueva plusmarca mundial de 3:35.6. La brillante actuación de Jazy quedó ensombrecida por la hazaña de Elliott, pero el francés, plata, recortó, con 3:38.4, 3.7 segundos a su mejor marca personal, y se quedó a tan solo 0.3 de la plusmarca continental del checoslovaco Stanislav Jungwirth (1930-1986).

En 1961 Jazy formó parte del cuarteto francés que se hizo con la inusual plusmarca mundial de relevos 4 x 1500 m. En 1962 se estrenó como plusmarquista mundial individual con 5:01.6 en 2000 m, el 14 de junio, y 7:49.8 en 3000 m, el 27 de junio. En septiembre se proclamó campeón de Europa al aire libre con 3:40.9, nueva plusmarca de los campeonatos. En 1963 se hizo con la plusmarca europea de los 1500 m, al correr en 3:37.8. Unos días antes había establecido un nuevo techo mundial de las 2 millas con 8:29.8.

En 1964 volvían los Juegos Olímpicos, que se celebrarían en octubre en Tokio. El objetivo de Jazy era el oro olímpico. Inicialmente había decidido participar en los 1500 y los 5000 m, pero finalmente, debido a problemas de horario, se decidió por la prueba más larga, en la que su experiencia era más corta. Probablemente juzgó muy complicada la victoria en los 1500 m con la presencia del imponente Peter Snell. Jazy había acreditado ese mismo año unos buenos 13:46.8, algo lejos del mejor marquista del año, el estadounidense Bob Schul (1938), 13:38.0, registro este a 3 segundos de la plusmarca mundial del ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975). El pase a la final tampoco era fácil en esta ocasión, con 4 series semifinales de las que se clasificaban los tres primeros para la final. Jazy ganó la primera serie en 13:55.4.

La final se celebró en el medio de una incesante lluvia. El australiano Ron Clarke (1937-2015), bronce en 10 000, se colocó en cabeza desde el inicio, dando paso a los tres primeros kilómetros en 2:50.2, 5:39.4 y 8:22.2. Perdió el liderato justo al paso por los 4000 m, en los que Jazy marcó 11:15.6, con un grupo de otros ocho atletas. A falta de 600 m el estadounidense Bill Dellinger (1934) cambió de ritmo, pero Jazy recuperó la cabeza al comenzar la última vuelta, abriendo un hueco, que llegó a ser de 10 m. El francés, no obstante, calculó mal sus fuerzas y se vio superado por Schul, cuando faltaban 70 m para la meta, por el alemán Harald Norpoth (1942) cuando faltaban 30 m y por Dellinger en la línea de llegada. La tremenda decepción de Jazy contrastaba con el júbilo de Schul, que entró sonriendo, tras haber corrido los últimos 300 m en 38.7. El tiempo del vencedor, 13:48.8, Norpoth 13:49.6 y Dellinger 13:49.8, el mismo registro que Jazy.

La derrota en Tokio fue un tremendo golpe para Jazy, que se planteó muy seriamente dejar el deporte. Afortunadamente no lo hizo. Compitió otras dos temporadas con excelentes resultados. En 1965 logró la hazaña de superar en un mes cuatro plusmarcas europeas y cuatro mundiales. El 9 de junio realizó los ya citados 3:53.6 en la milla, una semana antes había establecido un nuevo primado europeo de la distancia con 3:55.5. El 23 de junio hacía 8:22.6 en las dos millas, con un pase de 7:49.0, también tope universal, en los 3000 m. Dos días después, con Jazy como relevista, Francia mejoraba hasta 14:49.0 la plusmarca mundial de 4 x 1500m. Pero además, en ese prolífico mes de junio, el francés superó en tres ocasiones la plusmarca europea de 5000 m con 13:34.4 el 6 de junio, 13:29.0 el 11 y, finalmente, 13:27.6 el 30 de junio en Helsinki, derrotando al keniano Kip Keino (1940) y a Ron Clarke, reciente nuevo plusmarquista mundial con 13:25.8, 26 días antes.

La temporada de 1966 fue la última en la élite de la fructífera carrera atlética de Jazy. Con el horizonte del campeonato de Europa al aire libre, el francés mejoró en dos ocasiones su plusmarca europea de 1500 m, 3:36.4 y 3:36.3. En el Europeo de Budapest fue plata en los 1500 m, tras el alemán Bodo Tümmler (1943) y oro en los 5000 m. Remató la temporada a lo grande con una excelente plusmarca mundial de 2000 m de 4:56.1. Aún compitió un año más pero con resultados discretos.

En su época de atleta, Jazy trabajaba como tipógrafo en el diario deportivo L’Equipe, donde le daban facilidades para entrenarse. Posteriormente trabajó como relaciones públicas de la empresa Perrier, en LeCoq Sportif y en Adidas, antes de ser gerente del Parque de los Príncipes.

Jazy fue un corredor tremendamente versátil, capaz de correr los 800 m en 1:47.1 y los 10 000 en 29:03.2, y de superar las plusmarcas mundiales o europeas en todas las distancias intermedias, aunque, curiosamente, no consiguió ninguna de las primeras en distancias olímpicas. Probablemente continúe siendo el mejor mediofondista francés de la historia.

Santiago Villalonga, cuando la clase media sorprende a la élite

Esta entrada se publicó anteriormente en el número 13, de junio 2021, de la revista Somos Atletismo.

Aunque para la mayoría del gran público solo existe el atletismo de élite, lo cierto es que se trata solo de una pequeña parte de este deporte. Inmediatamente detrás está la clase media. Igual que los países más dinámicos y prósperos son los que tienen una clase media pujante, de una gran clase media de atletas surgen los atletas excepcionales. A esta clase algunos logros suelen resultarle muy complicados. Sin embargo, en ocasiones lo extraordinario sucede. El 14 de agosto de 1988 un atleta no perteneciente a la élite obtenía una resonante victoria en el Campeonato de España de 1500 m.

En 1988 los 1500 m eran la prueba reina del atletismo español. A finales de los años 70 dos jóvenes mediofondistas comenzaban su camino para llevar el kilómetro y medio español a la cúspide mundial. El cántabro José Manuel Abascal (1958) y el toledano José Luis González (1957) se repartieron la plusmarca española de la distancia, ganaron medallas en grandes campeonatos y se codearon con los mejores. Abascal, aún en categoría junior (sub20), se convirtió en 1977, con 3:38.2, en el primer español en correr la distancia por debajo de 3:40.0. González se hizo con su primera plusmarca española en 1979. En 1981 corría en 3:34.41 y su marca en la milla, más valiosa, era 3:49.67. Abascal inició en 1982 su trienio mágico con un bronce en el Europeo al aire libre en 1982, una plusmarca española de 3:33.12, un quinto puesto en el Mundial al aire libre de 1983 y un brillante bronce olímpico en 1984. González recuperó el tope español en 1985 con 3:30.92, que resistió los ataques de Abascal de ese mismo año, 3:31.69, y del año siguiente, 3:31.13. González fue plata en el Mundial al aire libre de 1987.

La rivalidad entre González y Abascal dio lugar a un gran salto en la prueba en España. En 1984 hubo cinco atletas con mínima olímpica, 3:39.00. Además de los dos grandes, el castellonense Andrés Vera (1960), 3:37.53, el barcelonés Jaime López Egea (1965), 3:37.64, y el madrileño José Luis Carreira (1962), 3:38.79. Vera fue el elegido para ir a los Juegos y su actuación fue memorable. Ocupó la 7ª posición en la final, tras mejorar a 3:36.55 en las semifinales.

En 1988 se esperaba una gran competencia en los 1500 para ir a los Juegos Olímpicos de Seúl tras una década de éxitos. Sin embargo, la temporada en esta distancia resultó muy decepcionante. José Luis González, tras haber vencido fácilmente en los 3000 m del Europeo en sala, tuvo problemas físicos que lo hicieron renunciar a Seúl. Abascal arrastraba una lesión desde el año anterior, que acabaría forzando su retirada del atletismo al año siguiente. Carreira y Vera, que dos años antes habían corrido en 3:35.56 y 3:35.86 respectivamente, también estaban en muy baja forma. El 14 de agosto se celebraba la final del campeonato de España de 1500 m en Vigo. Aunque en ese momento había 8 atletas que habían corrido por debajo de 3:40.00, solo dos habían hecho la mínima olímpica de 3:38.50, José Luis González, 3:36.41, que se había lesionado, y el soriano Abel Antón (1962), 3:38.21, que correría los 5000 m en Seúl. Ese año, por primera y única vez, los cinco primeros de la lista española de ese año disputarían directamente la final. Se trataba, además de Antón, que se había decidido por esta distancia, del prometedor reusense Teófilo Benito (1966), 3:39.34, de Abascal, 3:39.39, del asturiano Adelino Hidalgo (1963), 3:39.46, y del barcelonés Ángel Fariñas (1967), 3:39.54. Por debajo de 3:40.00 también estaban el jienense Manuel Pancorbo (1966), 3:39.56 y el hermano de Adelino, Lorenzo Hidalgo (1965), con 3:39.66.

Las semifinales tuvieron lugar el 12 de agosto. Había dos series y se clasificaban los dos primeros y los tres mejores tiempos. Pancorbo ganó la primera, con el barcelonés Santiago Villalonga (1965) en segunda posición. Lorenzo Hidalgo se impuso en la segunda, seguida de otro barcelonés, Juan Ramón Moya (1965). Los tres clasificados por tiempos fueron de la primera serie, el madrileño Federico Gallego (1967) y los vascos Enrique Sánchez (1952) y Víctor Rojas (1968). Carreira y Vera se quedaron fuera. La final se celebraba el 14 de agosto, dos días después. No había un favorito claro. Era muy difícil correr por debajo de 3:38.50 en un campeonato. A priori, había muchísima igualdad entre los finalistas, con ligera ventaja cronométrica para Antón, y seis hombres con una mejor marca del año entre 3:39.34 y 3:39.66. La carrera resultó desesperadamente lenta. Se pasaron los 1000 m aproximadamente en 2:49.0. A falta de 250 m, Pancorbo y Benito se destacaron ligeramente, acompañados por Villalonga, cuya mejor marca era 3:42.8. En el último 100, Villalonga cambió de ritmo, adelantó a sus rivales metiéndose por dentro y sucedió lo imposible. Ante la incredulidad del público y de la prensa, que desconocía quién era, ganó el campeonato de España, con 3:55.48, 0.14 menos que Pancorbo y 0.54 menos que Benito.

Treinta y tres años después el propio Santi Villalonga recuerda aquel extraordinario momento de su carrera deportiva. Esa temporada estaba en muy buena forma. Había mejorado mi marca a 3:43.6 en junio y posteriormente a 3:42.8. Sin embargo, una semana antes del campeonato había sufrido un esguince de tobillo, por lo que no sabía cómo respondería. Me vi muy bien en la semifinal. El año anterior había sido el primero que no había entrado en la final. Mi objetivo era estar entre los ocho primeros. A falta de una vuelta, sucedió algo muy extraño. La mayor parte de mis rivales se fueron a las calles 2 y 3, con lo que me quedó un estupendo pasillo en la calle 1. Me acerqué a la cabeza y en el último 300 pude pasar por dentro a mi compañero Juanrra Moya. Me fui detrás de Pancorbo y Benito y vi que podía ganar el bronce, pero en la última recta me sentí con fuerzas, me coloqué primero y gané. Me costó un tiempo asimilarlo.

Seis días después, el 20 de agosto, en La Coruña, Villalonga mejoraba hasta 3:40.31, la que sería su mejor marca de siempre, a 1.81 de la mínima olímpica. Finalmente, no habría representación española en Seúl.

¿Pero, quién era este atleta catalán? ¿Cuál era su trayectoria? Santiago Villalonga Guitart había nacido el 1 de mayo de 1965 en Barcelona. Comenzó a practicar atletismo de manera informal en el colegio donde estudiaba, La Salle Bonanova. A los 16 años decidió entrenarse de forma más reglada, de la mano de Domingo López, que acabaría dirigiendo toda su carrera deportiva. Inicialmente se dedicó más a los 800 que a los 1500 metros. En 1982 fue sexto en esta prueba en el Campeonato de España Juvenil (sub18). En 1984, siendo junior (sub20) de segundo año, fue subcampeón nacional de la categoría en sala. Al aire libre realizó unos excelentes 1:50.43. Su rendimiento en el Campeonato de España no fue todo lo bueno que esperaba. Ocupó la quinta plaza. En 1985, en categoría absoluta, fue 5º en el Nacional bajo techo. En 1987, ya centrado en los 1500 m, hizo mejor marca de 3:46.83 en la semifinal del Campeonato de España y fue el más rápido que no se clasificó.

Tras su gran triunfo en 1988, en 1989 en la competición en que era campeón se impuso en la primera semifinal. En la final fue 7º con 3:42.11 El ganador fue un intratable atleta soriano llamado Fermín Cacho (1969), que, con 3:36.23 hizo plusmarca de los campeonatos. Villalonga, que terminó ese año con 3:40.6, continuó entrenando, pero a partir de 1990 su rendimiento ya no fue tan bueno como en los años anteriores. Licenciado en Educación Física, comenzó a trabajar en 1992 como profesor de Educación Física en la escuela Joan Pelegrí, de Barcelona, puesto en el que continúa en la actualidad. También ha seguido vinculado al atletismo. Presidió el Club de Atletismo de Viladecáns de 2013 a 2018. Ha continuado en la junta directiva desde entonces.

Aquella tarde en Vigo un atleta de clase media se impuso a la élite española. Para la historia quedan los 200 metros finales, en los que Villalonga no se amilanó y dio lo mejor de sí.

Y Karsten Warholm superó, por fin, a Kevin Young

El 6 de agosto de 1992, el vallista estadounidense Kevin Young (1966) sorprendía al mundo atlético al superar la plusmarca mundial de 400 m vallas en la final olímpica de Barcelona. Su tiempo de 46.78 borraba los 47.02 de su compatriota Edwin Moses (1955), probablemente el mejor vallista intermedio de la historia. En las semifinales, Young había mejorado su plusmarca personal a 47.64. Su anterior mejor registro era de 47.72, conseguido en 1988. El tiempo de 47.78, como era previsible, se mostró extraordinariamente resistente. Hasta 2018, ningún otro atleta había conseguido bajar de 47.00. Ese año el qatarí Abderramán Samba (1995) corría en 46.98. En 2019 por primera vez dos atletas rompían la barrera de los 47 en la misma carrera, el noruego Karsten Warholm (1996) y el estadounidense Rai Benjamin (1997) hacían respectivamente 46.92 y 46.98. Al año siguiente Warholm se acercaba más a Young con 46.87. Este 2021, en las pruebas olímpicas de Estados Unidos, Benjamin se iba a 46.83. Parecía que el tiempo de Young tenía los días contados, como así fue. El 1 de julio, en Oslo, cuatro días después de que la estadounidense Sydney McLaughlin (1999) hiciese lo mismo en la prueba femenina, Karsten Warholm se convertía en el nuevo plusmarquista mundial de 400 m vallas con 46.70. Kevin Young había aguantado casi 29 años en lo más alto de la lista mundial.

Karsten Warholm nació en Ulsteinsvik, una localidad noruega de 5700 habitantes 400 kilómetros al norte de Bergen, el 28 de febrero de 1996. Comenzó a practicar atletismo muy joven. Inicialmente hacía velocidad, vallas y saltos, lo que lo llevó a probar las combinadas. En 2013 fue campeón mundial juvenil (sub18) de octatlón, con 6451 puntos, marca personal. Entonces corría los 100 m en 10.86, los 400 en 48.09 y saltaba 2.02 m en altura. En 2014 fue décimo en el campeonato mundial junior (sub20) de decatlón y participó en los 400 m lisos del campeonato de Europa absoluto. En 2015 fue subcampeón de Europa junior (sub20) de decatlón y de 400 m lisos.

En 2016 decidió centrarse principalmente en los 400 m vallas y los resultados no se hicieron esperar. Superó en cuatro ocasiones la plusmarca nacional noruega, 49.62 el 4 de junio, 49.45 el 1 de julio, 49.84 el 7 de julio en la semifinal del campeonato de Europa, y 48.49 en la serie eliminatoria de los Juegos Olímpicos. En el campeonato de Europa fue 6º en la final con 49.82, mientras en los Juegos Olímpicos ocupó la 4ª plaza con 48.81. Se quedó a 0.17 de la final. Fue el 10º de la lista mundial de ese año. Sin duda, una excelente temporada para ser el primer año dedicado específicamente a las vallas intermedias.

En 2017, Warholm se instalaba en la élite mundial de los 400 m vallas, pese a que cronométricamente se quedó en 48.22, su mejor marca hasta entonces y quinta mundial del año. En julio se proclamó campeón de Europa sub23 de 400 m vallas, con 48.37, y subcampeón de 400 m lisos con 45.75. En agosto, en Londres, se hacía con una sorprendente victoria en los 400 m vallas del campeonato del Mundo. El noruego se clasificó por puestos al ser cuarto en su serie eliminatoria. Fue el segundo en la primera semifinal, con 48.43, a 0.08 del campeón olímpico el año anterior, el veterano estadounidense, nacido en Trinidad y Tobago, Kerron Clement (1985), campeón del mundo en 2007 y 2009. Clement parecía superior al resto. Estaba acreditado en 47.24 en 2005 y ese año había corrido en 48.02, segunda mejor marca mundial del año. En el medio de un importante aguacero, Warholm se colocó en cabeza desde el principio. En la última valla Clement y Abderramán Samba se acercaron peligrosamente, pero este tropezó y al estadounidense se le acabaron las fuerzas. El noruego se hizo con el oro con 48.35, mientras el turco, nacido cubano, Yasmani Copello (1987) relegaba a Clement a la tercera plaza, con 48.49 frente a 48.52.

En 2018 consiguió superar la barrera de los 48.00, con 47.82, 47.81, 47.65 y, finalmente, 47.64 en el campeonato de Europa, donde se llevó el oro, en una final de gran nivel. Copello, que llegó igualado con el noruego a la penúltima valla, fue segundo con 47.81 y el irlandés Thomas Barr (1992) tercero con 48.31. Siete atletas corrieron en menos de 49.00, entre ellos el español Sergio Fernández (1993), séptimo con 48.98.

En la siguiente temporada, la de 2019, tendría lugar en octubre el campeonato del Mundo al aire libre, en Doha. Warholm comenzó haciendo pista cubierta. Se proclamó campeón de Europa en sala, igualando la vieja plusmarca europea del alemán Thomas Schönlebe (1965) de 45.05. Al aire libre también comenzó con plusmarca europea, de los 400 m vallas, 47.33, 0.04 menos que el francés Stéphane Diagana (1969). Posteriormente realizó 47.12 y en agosto, en Zúrich, los 46.92 referidos, carrera en la que Benjamin marcó 46.98. Ambos anunciaban un gran duelo en la final del Mundial de Doha. Los dos ganaron sus respectivas semifinales, con 48.28 para el noruego y 48.52 para el estadounidense. En la final, este consiguió salir más rápido, pero al final de la contrarrecta ambos estaban igualados. Warholm entró destacado en la recta final y en ningún momento vio su victoria en peligro. Su tiempo final, 47.42. Benjamin fue plata con 47.66 y Abderramán Samba, tras una gran remontada, consiguió el bronce con 48.03.

En la atípica temporada de 2020, Warholm arañó unas centésimas a su marca, al hacer 46.87. El pasado 1 de julio, probablemente espoleado por los 46.83 de Benjamin, el noruego terminaba con el reinado de Kevin Young de casi 29 años, con una marca de 46.70, un tiempo de 400 m lisos. Como en la categoría femenina, con McLaughlin y Dalilah Muhammad (1990), el duelo olímpico en la categoría masculina entre Warholm y Benjamín será otro de los atractivos de Tokio. Los Juegos Olímpicos nunca decepcionan.