Tokio 1991, el mejor concurso de salto de longitud de la historia

Esta entrada se publicó anteriormente en el número 14, de julio de 2021, de la revista Somos Atletismo.

Las circunstancias han querido que los Juegos Olímpicos de Tokio se hayan celebrado casi treinta años después de los Campeonatos del Mundo de 1991, un número redondo. En aquel año, la capital de Japón albergó, en el viejo Estadio Olímpico demolido en 2015, la tercera edición de esta nueva competición mundialista, que había nacido en 1983 y hasta entonces tenía lugar cada cuatro años. Una de las pruebas más esperadas era el concurso de salto de longitud. El estadounidense Frederick Carlton Carl Lewis (Birmingham, Alabama, 1 de julio de 1961) dominaba esta especialidad con mano de hierro desde hacía una década. Su última derrota databa del 27 de febrero de 1981, en los campeonatos de Estados Unidos en pista cubierta, cuando Larry Myricks (1956) lo había batido por 5 cm, 8.13 frente a 8.08 m. Desde entonces, Lewis había ganado 64 concursos consecutivos. Poseía dos oros olímpicos, en 1984 y 1988, y se había impuesto en los anteriores Campeonatos del Mundo de 1983 y 1987. Antes de comenzar la final de Tokio poseía 15 de los 20 mejores saltos de longitud. Sin embargo, no había sido capaz de superar los míticos 8.90 m de Bob Beamon (1946) en los Juegos Olímpicos de México de 1968, un registro que estaba a punto de cumplir 23 años como plusmarca mundial. Su mejor salto era 8.79 m, realizado en dos ocasiones, el 19 de julio de 83 en Indianápolis y el 27 de enero de 1984 en Nueva York, en sala, ambos, sobre todo este último, de mayor valor intrínseco que la marca de Beamon. Se decía entonces, con cierta razón, que Lewis no prestaba suficiente atención a la longitud, ya que la hacía compatible con los 100 m, distancia en la que también era doble campeón olímpico y mundial, además de plusmarquista universal.

En Tokio, Carl Lewis demostró estar en mejor forma que nunca. El 25 de agosto, cinco días antes de la final del salto de longitud, se había proclamado campeón de 100 m, con plusmarca mundial de 9.86. En el salto de longitud, su rival más peligroso parecía su compatriota Michael Anthony Mike Powell (Filadelfia, Pensilvania, 10 de noviembre de 1963). Powell había sido subcampeón olímpico en 1988. En 1990 había saltado 8.66 m, su plusmarca personal. Ese 1991 había estado a punto de batir a Lewis en las pruebas de selección de su país, 8.64 frente a 8.63 m. Ya en Tokio, Powell se clasificó fácilmente para la final del Mundial con un salto de 8.19 m, en el primer intento, mientras Lewis, tras un nulo muy largo, realizó el mejor salto de los participantes, 8.56 m, plusmarca de los campeonatos.

La final tuvo lugar el 30 de agosto. Lewis era el gran favorito. Solo se dudaba de si superaría o no a Beamon. Powell inició la competición con unos discretos 7.85 m, mientras Lewis se iba a unos formidables 8.68 m. En la segunda ronda Powell se mostró fuerte, con 8.54 m, mientras Lewis realizaba un nulo. El tercer intento de Powell fue de 8.29 m, mientras Lewis con 8.83 m (+2.3 m/s) parecía cerrar la pugna por el oro. Solo quedaba por saber si realizaría la plusmarca mundial en los tres intentos que restaban. Powell abrió la cuarta ronda con nulo muy largo. Lewis por su parte superaba numéricamente a Beamon, con 8.91 m, pero ayudado por un viento excesivo de 2.9 m/s. A continuación, sucedió lo imposible. Mike Powell realizó el salto de su vida, un salto perfecto, con un perfecto talonamiento en el que solo se dejó 3 cm. Cuando aterrizó se dio cuenta de que había hecho algo grande. El viento era legal, de 0.3 m/s. La medición, 8.95 m. Se había superado la legendaria plusmarca mundial de Beamon, al nivel del mar y sin viento, y no lo había hecho Lewis, lo había hecho Powell. Lewis, sin embargo, no se dio por derrotado. En su quinto salto conseguía su mejor registro con viento legal, 8.87 m (-0.2 m/s). Probablemente superado por la catarata de emociones del momento, Powell hizo un último salto nulo y contuvo el aliento ante la postrera oportunidad de su rival, que volvió a tener un extraordinario comportamiento con 8.84 m (+1.7 m/s), magnífico pero insuficiente.

Terminado el concurso, Powell pudo dar rienda suelta a su enorme alegría por toda la pista. Lewis había hecho un excepcional concurso, el mejor de su vida, con cuatro saltos entre 8.83 y 8.91 m, entre ellos dos con viento legal, sus dos mejores marcas, de 8.84 y 8.87 m. Y, sin embargo, no ganó. Mientras Powell, con un solo salto mejor que el peor de Lewis se llevó la victoria y la gloria. Fue  un concurso de altísimo nivel, pleno de emoción, en absoluto comparable al de los Juegos de 1968, en el que Beamon, con sus estratosféricos 8.90 m, había cerrado la competición en la primera ronda. Larry Myricks, el viejo rival de Lewis, fue bronce, fuera de los focos, con 8.42 m.

La victoria de Powell no consiguió, sin embargo, cambiar las jerarquías en el concurso. En las pruebas de selección olímpica de 1992, volvió a derrotar a Lewis, 8.62 frente a 8.53 m. No obstante, en la final olímpica Lewis se hacía con su tercer oro consecutivo. Este, tras 8.68 m en la clasificación, realizó en la final un primer salto de 8.67 m, que no mejoró. Powell se fue superando en cada salto, hasta 8.64 m en la última ronda, que le dieron la plata. En 1993, sin Lewis, Powell repitió oro en el Mundial, con 8.59 m. En la siguiente edición, de 1995, solo pudo ser tercero, con 8.29 m, muy lejos de los 8.70 m de la emergente estrella cubana Iván Pedroso (1972). En las pruebas de selección olímpica de 1996, Powell batió a Lewis, que fue tercero, 8.39 frente a 8.30 m. A sus 32 años, el de Filadelfia buscaba su primer oro olímpico, y era su última oportunidad. Lastrado por una lesión, solo pudo ser quinto. Lewis, con 35 años, mostrando una vez más su gran capacidad competitiva, igualaba el logro de su compatriota discóbolo Al Oerter (1936-2007), con cuatro oros consecutivos en la misma prueba. El salto ganador de Lewis fue  8.50 m. Pedroso, también con problemas físicos, solo pudo ser 12º.

Los 8.95 m de Mike Powell van a cumplir 30 años en lo más alto de la lista. Ya hace siete que superaron en longevidad a la plusmarca mundial de Beamon. Desde aquella tarde de agosto en Tokio, tan solo hubo otros dos saltos, no legales, por encima de 8.95 m. En 1992 el propio Powell hizo en la estación alpina italiana de Sestriere 8.99 m, invalidados por un viento de +4.4 m. En 1995, en el mismo escenario, Iván Pedroso realizó 8.96 m, marca que generó mucha polémica, pero finalmente no se homologó por problemas de interferencias con el anemómetro. En 1991 se pensaba que la barrera de los 9 metros se rompería en poco tiempo. Treinta años después no se vislumbra quién pudiera hacerlo. El concurso de Tokio seguirá siendo, por muchos años, el mejor de la historia.

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Allyson Felix, la atleta olímpica más laureada

Los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, oficialmente 2020, han sido los quintos en los que participaba la estadounidense Allyson Felix (1985). Con su oro en el relevo 4 x 400 metros y su bronce en la prueba individual, Felix se ha convertido en la atleta olímpica más laureada, con 11 medallas, 7 de oro. En la historia del olimpismo tan solo un atleta, el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973), ha conseguido un mayor número de medallas, con 12, 9 de oro.

Allyson Michelle Felix nació en Los Ángeles el 18 de noviembre de 1985. Comenzó a practicar atletismo a los 14 años. Al año siguiente, en 2001, fue campeona del mundo juvenil (sub18) de 100 m y del relevo sueco (100+200+300+400 m). En 2002 fue quinta en el Mundial Junior (sub20) en los 200 m, pero en 2003 la categoría de menores de 20 se le había quedado pequeña. Tras unos sorprendentes 22.11 en México en 200 m, no homologados por falta de control antidrogas, fue segunda en el campeonato de Estados Unidos en la misma distancia y se ganó la selección para el Mundial , absoluto, de París, donde se quedó en los cuartos de final. En 2004, con 18 años, se impuso en las pruebas de selección olímpica con unos excelente 22.28 (-1.2 m/s). Se convertía así en una de las candidatas para el oro olímpico en Atenas. Felix se clasificó cómodamente para la final, tras resultar victoriosa en las tres rondas previas. En la final, pese a registrar 22.18, plusmarca mundial sub20 y su mejor marca oficial, no pudo superar a la jamaicana Veronica Campbell (1982), que ganó el oro con 22.05.

Pese al gran logro que fue la plata, Felix se sintió algo decepcionada. En 2005 se volvió a enfrentar a Campbell en la final del Mundial al aire libre En esta ocasión la derrotó ampliamente, pues la jamaicana solo pudo ser cuarta, mientras la estadounidense se hacía con la victoria. En el Mundial de 2007, Felix volvió a batir a Campbell, con su mejor marca de 21.81 por 22.34 de su rival, que fue segunda. Con 21 años, Felix se llevaba otros dos oros con las victorias estadounidenses en ambos relevos.

Tras sus dos victorias en los 200 m de los campeonatos del Mundo, llegó la temporada olímpica. El objetivo de Felix era el oro en la prueba de los 200 m. En las pruebas de selección olímpica obtuvo una cómoda victoria con 21.82v. Intentó clasificarse en los 100 m, distancia en que esa misma temporada había corrido en 10.93, pero ocupó la 5ª plaza con 10.96. En los Juegos, de nuevo su mayor rival era Veronica Campbell. A diferencia de los dos anteriores mundiales, esta vez la jamaicana no dio opción y se hizo brillantemente con el oro, haciendo su mejor marca, 21.74, mientras Felix era segunda con 21.93. Esta pudo consolarse relativamente con su contribución a la victoria estadounidense de 4 x 400 m, su primer título olímpico.

En 2009, Felix, con tan solo 23 años, conseguía su tercer título consecutivo de campeona mundial en 200 m. Otra vez su máxima rival fue Campbell, segunda con 22.35, frente a 22.02 de la estadounidense, que también fue oro en el relevo 4 x 400 m.

Dos años más tarde, en el mundial de 2011 en Daegu, Corea del Sur. Campbell volvía a los más alto del podio, derrotando a Felix, que fue bronce, superada también por su compatriota Carmelita Jeter (1979). En la misma competición, Felix fue plata en los 400 m, con 49.59, entonces su mejor marca, a 0.03 de la bostwanesa Amantle Montsho (1983). Felix, no obstante, pudo llevarse los dos oros de los relevos, con las victorias de Estados Unidos.

El año olímpico de 2012 se presentaba como la tercera oportunidad para Felix de vencer en los 200 m, tras tres títulos mundiales y dos platas olímpicas. En las pruebas de selección se impuso con 21.69, su mejor marca de siempre, a Carmelita Jeter, que había ganado los 100 m, y a Sanya Richards (1985), vencedora en los 400 m. Felix fue tercera en los 100 m, empatada con Jeneva Tarmoh (1989), en 11.07. La renuncia de esta permitió a Felix disputar también los 100 m en los Juegos. Además resultó seleccionada en los dos relevos. En los Juegos, en una final de 100 m de altísimo nivel, Felix realizó su mejor marca de siempre, 10.89. Aun así solo pudo ser 5ª. El podio fue para a jamaicana Shelley-Ann Fraser (1986), 10.75, Carmelita Jeter, 10.78, y Veronica Campbell, 10.81. Las tres, junto con Felix y Sanya Richards, unos días antes campeona olímpica de 400 m, estaban en la final de 200 m, como la de 100 de una enorme calidad. Pero esta vez Felix no dio opción, y se impuso claramente con 21.88 a Fraser, 22.09, Jeter, 22.14, Campbell, 22.38, y Richards, 22.39. En la final de 4 x 100 m, Felix realizó la segunda posta. El cuarteto estadounidense, formado además Tianna Madison (1985), Bianca Knight (1989) y Carmelita Jeter, superaba la vieja plusmarca de 41.37 de Alemania del Este con unos excelentes 40.90. Felix repitió oro en el relevo 4 x 400 m, con una segunda posta en 48.2.

Felix continuó con su carrera atlética en 2013, pero, por primera vez, una lesión le impidió subir al podio en un gran campeonato. En los 200 m del campeonato mundial de ese año, tras pasar a la final con el mejor tiempo de las participantes en la ronda previa, sufrió una lesión durante la carrera definitiva, que puso fin a su temporada. En el Mundial siguiente, en 2015, volvía a estar en gran forma. Debido a un problema de horarios, era muy difícil hacer compatibles en 200 y el 400, por lo que Felix se decidió por esta última distancia. En Pekín, en el Mundial, después de realizar el mejor tiempo, 49.89, en las semifinales, ganó el oro con cierta diferencia, haciendo su mejor marca de siempre, 49.26, 0.41 menos que la banameña Shaunae Miller (1994). No pudo repetir el oro en los relevos 4 x 100 y 4 x 400 m, pues Estados Unidos fue segundo en ambos. En el relevo largo se le cronometró una posta de 47.72.

El plan de Felix para el año olímpico era tratar de hacer doblete en los 200 y los 400 m, pero una lesión a principios de la temporada la dejó mermada para disputar las pruebas de selección olímpica. Venció en los 400 m con 49.68, pero en los 200 m fue 4ª, a 0.01 de la 3ª, por lo que no se clasificó en esta prueba para los Juegos. En los Juegos de Río, se mostró en gran forma. En la tercera semifinal realizó 49.67, su mejor marca del año y el tiempo más rápido de las semifinales, superando a Shaunae Miller, 49.91. En la final, sin embargo, sucumbió ante la banameña, que la batió en 49.44 por 49.51 de Felix. Esta repitió los dos oros en los relevos, con 41.01 en el corto, segunda mejor marca de siempre.

En 2017, Felix continuó su colección de medallas en el campeonato del Mundo. Se hizo con el bronce en los 400 m, algo decepcionante, pues esperaba defender el título con éxito, y con los oros en ambos relevos, su 15ª y 16ª medallas en estos campeonatos. Paró en 2018 para tener a su hija Camryn. Sin embargo, el embarazo se complicó debido a una preeclampsia, un trastorno en el que el embarazo provoca hipertensión arterial en la madre con alto riesgo de daño orgánico y daño al feto. En noviembre de ese año nació su hija por cesárea. El embarazo le generó otro problema a Felix, su ruptura con Nike, tras diferencias de criterio sobre los emolumentos de la atleta durante el embarazo. Su primera competición tras el embarazo fueron los campeonatos de Estados Unidos de 2019. Fue 6ª en la prueba de 400 m, lo que le permitió tomar parte, como reserva, en el relevo 4 x 400 m del Mundial al aire libre de Doha, y su inclusión en el equipo del relevo mixto, que se disputaba por primera vez, en que Estados Unidos ganó el oro. Felix continuo entrenando para tomar parte en sus quintos Juegos Olímpicos. En las pruebas de selección de 2021, con 35 años, fue segunda en los 400 m, con 50.02, detrás de Quanera Hayes (1992). Participaría en Tokio en los 400 y el relevo 4 x 400 m. En los Juegos, el nivel medio de la prueba individual fue altísimo. Felix ocupó la segunda plaza en la tercera semifinal, con 49.89, su mejor marca del año. Seis mujeres corrieron esta ronda más rápido que ella y la octava en 49.97. En la final Shanaue Miller fue muy superior, al ganar con 48.36, 6ª mejor marca de la historia, muy por delante de la dominicana Marileidy Paulino (1996), 49.20. Felix demostró que la experiencia es un grado, y con 49.46, a solo 0.20 de su plusmarca personal, se coló en el podio, en la tercera posición. Remató su actuación olímpica con el oro estadounidense del 4 x 400 m.

Allyson Felix ha entrado con todos los honores en la historia olímpica, con sus cinco presencias y sus once medallas. Toda una leyenda del atletismo y un ejemplo de trabajo, perseverancia y enorme capacidad competitiva.

¿Es Adrián Ben el mejor corredor español de 800 m de la historia?

El brillante quinto puesto obtenido por Adrián Ben (1998) en la final olímpica de Tokio de 800 m lo ha convertido en el único atleta español masculino en adquirir la condición de finalista olímpico en esta prueba. Hace dos años, en el Mundial de Doha al aire libre, el atleta de Viveiro sorprendió a propios y a extraños con un inesperado sexto puesto en la final de 800 m, en una temporada en la que parecía predestinado al título europeo sub23 de 1500 m. Una semifinal trampa lo apartó de la ronda definitiva en este Europeo, pero supo sobreponerse y en pocos días corría los 800 m en 1:45.78, mejor marca personal y mínima para el campeonato del Mundo. Llegó a Doha con la 61ª marca de los participantes. Mejoró hasta 1:44.97 en las semifinales, lo que le permitió entrar en la final por tiempos, carrera en la que, como se ha señalado, fue sexto, la mejor clasificación de un español en esta prueba de esta competición.

Tras una temporada 2020 con muchos problemas físicos, Ben volvió a la competición en el invierno de 2021 en la pista cubierta, con un 5º puesto en el campeonato de España y una mejor marca de 1:46.88. Consiguió, sin embargo, recuperarse y alcanzar un excelente estado de forma en la temporada al aire libre, con marca personal de 1:44.18 y victoria en el campeonato de España. En los Juegos de Tokio se confiaba en su gran capacidad competitiva, y acabó superando las expectativas. Fue 3º en su serie clasificatoria con 1:45.30, lo que le permitió pasar de ronda por puestos. En las complicadas semifinales, tres series con dos puestos y dos tiempos para la final, corrió la serie más rápida y fue 4º con 1:44.30. Pudo entrar en la final por tiempos. La final resultó muy lenta, con un pase de 53.76 en la mitad de la carrera. Ben se mantuvo siempre bien colocado y en la última recta fue capaz de escalar a la 5ª posición, completando una magnífica actuación.

El primer corredor español en bajar de 1:50.0 fue el barcelonés Tomás Barris (1930), el primer mediofondista española de talla internacional. Dio lo mejor de sí en los 1500 m, distancia que llegó a correr en 3:41.7, 13ª marca mundial de 1958. En los 800 m superó seis veces la plusmarca española, desde 1:52.4 en 1955 hasta 1:48.7 en 1959. El zaragozano Alberto Esteban (1943) mejoró a Barris en 1966 con 1:48.0. Esa misma temporada se convirtió en el primer mediofondista español finalista en un Europeo al aire libre, al ocupar la 7ª posición en el 800 de Europeo de Budapest, con 1:47.4, nueva plusmarca española. Este tiempo se mantuvo liderando la lista nacional hasta el campeonato de España de 1972, en cuya final el almeriense Antonio Fernández Ortiz (1948) realizaba 1:46.8. Segundo en esa carrera fue el pontevedrés Manuel Carlos Gayoso (1944), con 1:47.2. Gayoso había sido cuatro veces campeón de España de 400 m vallas y dos de 400 m lisos y era el plusmarquista español de esta última prueba, 46.2. Unos días antes se había quedado a una décima del primado nacional de la doble vuelta. Los dos acudieron a los Juegos de Munich, con desigual suerte. Mientras Fernández Ortiz resultó descalificado en su serie, por acceder a la calle libre antes de tiempo, Gayoso se clasificaba por puestos, al ser tercero en su serie con 1:47.52. En la semifinal ocupó la 5ª plaza con 1:47.73. Fue el mejor tiempo de los que no entraron en la final, oficialmente 9º en el global de la prueba. Durante unos minutos estuvo en la final. por descalificación del keniano Mike Boit (1949), pero las alegaciones de la federación de su país acabaron prosperando.

En el siguiente año olímpico de 1976, poco antes de los Juegos, el barcelonés Andreu Ballbé (1952) corrió en 1:46.69. No obstante, en la competición olímpica no superó la primera ronda. Ballbé fue testigo de la pérdida de su plusmarca española cuatro años más tarde, en 1980, unos días antes de los Juegos de Moscú, cuando el granadino Antonio Páez (1956) hacía 1:45.69. El catalán fue tercero con 1:49.5. Páez había sido campeón de Europa de pista cubierta al año anterior y repetiría en 1982, con una medalla de bronce en 1981. En los Juegos de Moscú superó la primera ronda y se quedó a 0.5 de entrar en la final. Hubo otro español en los 800 m olímpicos de ese año, el leonés Colomán Trabado (1958). Trabado acabó mostrando una enorme superioridad en el ámbito nacional, con 9 oros en 800 m en campeonatos de España al aire libre, 7 en pista cubierta y otro en 1500 m al aire libre. Fue campeón de Europa de pista cubierta en 1983, subcampeón en 1986 y ganador de los Juegos Mundiales en sala en 1985, competición antecesora del Mundial bajo techo. Superó a Páez en 1984 con 1:45.15.

Hubo que esperar hasta 1990 para que un español rompiese, y por poco, la barrera de 1:45.00. Ese año, tras conseguir la plata en el Europeo de pista cubierta, el cántabro Tomás de Teresa (1968), campeón de Europa junior (sub20) en 1987, hacía 1:44.99. En la misma carrera el asturiano José Arconada (1964) realizaba 0.03 más. El cántabro repitió plata en el Mundial en sala de 1991. En el Mundial al aire libre de ese mismo año, consiguió la que entonces fue la mejor clasificación de un atleta español en un campeonato de ámbito mundial. Fue segundo en su serie con 1:46.41 y tercero en su semifinal con 1:45.84, lo que le daba el pase a la final pues entraban los cuatro primeros de dos semifinales. En la final fue 8º con 1:47.65.

En los Juegos Olímpicos de 1992, de Teresa se quedó a 0.04 de entrar en la final. Fue cuarto en la primera de tres semifinales y no pudo entrar por tiempos. En el Europeo al aire libre de 1994 consiguió la única medalla del atletismo español de esta prueba en esta competición. Fue bronce, tras el italiano Andrea Benvenuti (1969) y del noruego Vebjørn Rodal (1972). Otro español, José Manuel Cerezo (1973), ocupó la 7ª posición.

De Teresa ganó el bronce en el Europeo cuando ya no era plusmarquista nacional. El año anterior de 1993, el madrileño Luis Javier González (1994) había corrido en 1:44.84. González fue campeón de Europa de pista cubierta en 1994, con Arconada en segunda posición, y subcampeón en 1994. La siguiente edición, en 1996, a partir de entonces los Europeos en sala son bienales, vio a otro campeón español, el joven y talentoso manchego Roberto Parra (1976). Campeón de Europa junior (sub20) el año anterior con 1:45.90, esa temporada al aire libre se impuso en la Superliga Europea con 1:44.97, plusmarca en aquel momento de la competición. Acudió a los Juegos Olímpicos con problemas físicos, que no dejaron de acompañarlo en los años siguientes y le impidieron desarrollar todo su potencial.

Nueve años duró Luis Javier González como plusmarquista español, hasta la irrupción en 2002 del sevillano Antonio Manuel Reina (1981). Reina registró 1:44.11 el 20 de agosto, y un mes después, el 21 de septiembre, obtuvo una resonante victoria en la Copa del Mundo, que se celebraba en Madrid, con 1:43.83, entonces plusmarca de esta competición.

Reina fue bronce en el Europeo de pista cubierta en 2002 y plata en 2005. Al aire libre su mejor resultado es un 4º puesto en el Europeo de 2012. En 2006, 12 años después del bronce de de Teresa, hubo un finalista español en los 800 m en el Europeo al aire libre. Fue el catalán Miguel Quesada (1979), 5º. Al año siguiente, en el Europeo bajo techo fue plata. Su mejor marca de siempre es 1:45.58. En 2010 volvió a haber presencia española en la final del Europeo al aire libre, con los sevillanos Kevin López (1990), 6º, y Luis Alberto Marco, 7º. López, campeón de Europa junior (sub20) en 2009, fue además bronce en el Continental en sala en 2011 y plata en 2013. En 2012 se convirtió, con 1:43.74 en plusmarquista nacional de la prueba. Marco había sido plata en el Europeo de pista cubierta en 2009. Su mejor marca es 1:45.14. En los dos últimos campeonatos de Europa al aire libre, 2016 y 2018, un mismo atleta español ocupó la misma posición en la final. El salmantino Álvaro de Arriba (1994), acreditado en 1:44.99, fue 7º en ambas ediciones. En el Continental bajo techo ganó el bronce en 2017 y el oro en 2019. Actualmente la plusmarca española pertenece al leonés Saúl Ordoñez (1994), con 1:43.65. bronce en el campeonato del Mundo en pista cubierta de 2018.

Pese a su juventud, acaba de cumplir 23, Adrián Ben ha sido el único español finalista olímpico en los 800 m. Su resultado en Tokio, la 5ª plaza, solo se ha superado por tres mediofondistas, todos en 1500 m, el soriano Fermín Cacho (1969), oro en 1992 y plata en 1996, el cántabro José Manuel Abascal (1958), bronce en 1984, y el burgalés Juan Carlos Higuero (1978), 4º en 2008. El atleta de Palamós, Adel Mechaal (1990), obtuvo el mismo puesto que Ben en Tokio en 1500 m. Además Ben es el ochocentista español mejor clasificado en un campeonato del Mundo al aire libre, 6º. Y tan solo lleva dos temporadas, la de 2020 no cuenta por lesión, dedicadas a los 800 m. No sería de extrañar que en breve compitiese tanto en 800 como en 1500 m.

Por tanto, respondiendo a la pregunta de si es Adrián Ben el mejor corredor español de 800 m de la historia, la respuesta es un rotundo sí. En segundo lugar, no hay muchas dudas para Tomás de Teresa y en tercero, para quien resto escribe, Antonio Reina.

El atletismo español en Tokio cerca del sobresaliente

El atletismo volvió de Río de Janeiro, tras los Juegos Olímpicos de 2016, con el fulgor de dos medallas, el oro de Ruth Beitia (1979) y la plata de Orlando Ortega (1991) en 110 m vallas. Sin embargo, solamente otros dos atletas consiguieron entrar entre los ocho primeros, David Bustos (1990), séptimo en 1500 m, y Beatriz Pascual (1982), octava en 20 Km marcha. Hubo, además, dos plusmarcas españolas, Bruno Hortelano (1991), 20.12 en 200 m, y Sergio Fernández (1993), 48.87 en 400 m vallas. El panorama no parecía demasiado halagüeño. Los medios en España son mucho menores que otros países de nuestro entorno. En Francia o en Italia los entrenadores de los atletas de alto nivel están pagados por sus respectivas administraciones. Italia, además, cuenta con el apoyo de la Policía y del Ejército, al que pertenecen gran parte de su élite atlética. En Tokio no ha habido tanto metal como en Río. Solamente se ha ganado una medalla de bronce, pero un análisis más detallado, basado en el número y en la clasificación de los finalistas, muestra que España ha tenido una de sus mejores actuaciones olímpicas de siempre. Ha habido 11 atletas entre los ocho primeros y nada menos que quince mejores marcas personales, entre ellas tres plusmarcas españolas, 14.77 y 14.87 de Ana Peleteiro (1995) en triple salto y los 3:13.29 del relevo mixto de 4 x 400 m. Tan solo en 2008 hubo más finalistas, 12, curiosamente sin ninguna medalla. En 1992 se ganaron 4 medallas, el máximo del atletismo español, pero solo hubo 6 finalistas en total. En la clasificación por puntos, que otorga de 8 a 1 puntos, del primero al octavo, España ha tenido 45 puntos. Nunca se había puntuado tan alto.

Además de a los atletas, por su enorme esfuerzo de años, y por lo bien que han sabido competir en el momento y en el lugar adecuado, hay que agradecer el trabajo, muchas veces poco reconocido de los entrenadores, y la labor de la RFEA (Real Federación Española de Atletismo), que la temporada pasada, en unas condiciones muy difíciles por la pandemia, consiguió que se celebrasen los campeonatos de España de todas las categorías, y esta temporada ha continuado con la misma política.

El viernes 30 de julio, primer día de competición, tuvo lugar la primera final, los 10 000 m, con la presencia del aragonés Carlos Mayo (1995), entrenado por José Luis Mareca. Mayo había conseguido de forma solvente la exigente mínima con una marca personal de 27:25.00, no muy lejos de la plusmarca española de Fabián Roncero (1970), 27:14.44 En una carrera muy complicada, en la que parecía condenado a los últimos puestos, consiguió entrar el 13º, tercer europeo, con 28:04.71, a algo más de 21 segundos del vencedor, el etíope Selemon Barega (2000). Ese mismo día 30 se habían celebrado las series del 5000 femenino. La madrileña Lucía Rodríguez (1998), entrenada por Arturo Martín, mejoraba su plusmarca personal hasta 15:26.19, si bien no conseguía clasificarse para la final. Otra prueba con una destacada actuación española fue el relevo mixto 4 x 400 m. El equipo formado por Samuel García (1991), Laura Bueno (1993), Aauri Bokesa (1988) y Bernat Erta (2001) hacía un registro de 3:13.29, nueva plusmarca nacional. Deberían haber disputado la final, por la descalificación de Estados Unidos. Pero, de forma injusta, se recalificó a este equipo, pese a haber entregado el testigo fuera de la zona.

El sábado 31 de julio se disputaron las semifinales de los 800 metros femeninos, con una agradable sorpresa, la presencia de la jienense Natalia Romero (1988), entrenada por Pedro Jiménez. Esta profesora universitaria de fisioterapia y antigua corredora de 400 m acudía a sus primeros Juegos con 32 años. Había superado la primera ronda por tiempos, con 2:01.16, 1.40 menos de su anterior plusmarca personal. En la semifinal no pudo evitar la última posición, pero corriendo casi como en la eliminatoria, 2:01.52.

El domingo 1 de agosto se celebraba la final de triple salto femenino, una prueba donde España tenía opción de medalla de la mano de la gallega Ana Peleteiro, entrenada por Iván Pedroso. Peleteiro se había clasificado para la final con 14.62 m, su mejor marca al aire libre. En la ronda definitiva mejoró hasta 14.77 y 14.87 m, sendas plusmarcas españolas, que la auparon a la tercera posición, en una concurso histórico donde la venezolana Yulimar Rojas (1995), superó la vieja plusmarca mundial con 15.67 m.

El lunes 2 de agosto el alicantino de Onil Eusebio Cáceres (1991), entrenado por Juan Carlos Álvarez, tenía un enorme rendimiento en el salto de longitud. Tras clasificarse con 7.98 m, Cáceres, con un último salto de 8.18 m se colocaba en la tercera posición Finalmente el griego Miltiades Tengorou (1998), que había estado muy por debajo de sus posibilidades, dio un brinco de 8.41 m, que le sirvió para ganar el oro y que desplazó a Cáceres a la cuarta posición. También hubo participación española en las series de 200 m femeninos, donde la joven catalana Jaël Bestué (2000), entrenada por Ricardo Diéguez, realizó 23.19, mejor marca personal que, no obstante, no fue suficiente para seguir.

El miércoles 4 de agosto tuvo lugar uno de los grandes momentos de estos Juegos para los aficionados españoles, la final de los 800 m. Tras su 6º puesto en el Mundial de Doha en 2019 y un año 2020 casi el blanco, el gallego Adrián Ben (1998), entrenado por Arturo Martín, se había convertido en el primer español en disputar una final olímpica de la doble vuelta a la pista. Ben, que acudía con una mejor marca personal de 1:44.12, entró en las semifinales por puestos con 1:45.30, tercero en su serie. Corrió la semifinal más rápida, la segunda, y fue 4º con 1:44.30, que le sirvió para entrar en la final por tiempos. En una final muy táctica, se supo colocar perfectamente, y peleó hasta el final por estar adelante. Su premio, la 5ª posición con 1:45.98, a 0.59 del bronce. Esa misma tarde se habían corrido las semifinales de 400 m femeninos. La madrileña Aauri Bokesa, entrenada por Laurent Meuwly, no pasaba a la final, pero realizaba con 51.57, a sus 32 años, la mejor marca de su vida.

El jueves 5 de agosto se acumularon las buenas actuaciones españolas. El día comenzó muy bien, con la final de los 110 m vallas. Se esperaba la presencia de Orlando Ortega, uno de los candidatos españoles a las medallas, pero Ortega, que había tenido una temporada muy complicada, se volvió a lesionar ya estando en Tokio. El joven navarro Asier Martínez (2000), entrenado por François Beoringyan, se quedaba como el único representante español en la prueba. Estaba en buena forma. En el campeonato de España había hecho plusmarca personal de 13.31, segunda española de siempre, con -2.0 de viento, y era el campeón de Europa sub23. Ganó su serie clasificatoria con 13.32. Superó su semifinal por tiempos con 13.27 y ocupó una excelente 6ª plaza en la final, con nueva mejor marca de 13.22. Los 20 Km marcha masculinos eran otra opción de medalla. Los españoles pelearon por el podio, pero finalmente se quedaron muy cerca, con el extremeño Álvaro Martín (1994), el campeón de Europa entrenado por José Antonio Carrillo, en cuarta posición y el madrileño Diego García Carrera (1996), entrenado por José Antonio Quintana, sexto.

El día 5 se terminó con la conclusión de las pruebas combinadas. En categoría femenina, la catalana María Vicente (2001), entrenada por Ramón Cid, ocupó el puesto 18º con 6117 puntos, algo alejada de su plusmarca española de 6304 puntos. No tuvo su mejor día en algunas pruebas, pero la experiencia olímpica le servirá para futuras competiciones. En categoría masculina, otro alicantino de Onil, Jorge Ureña (1993), entrenado por su padre José Antonio Ureña, realizó su mejor marca personal con 8322 puntos y la 9ª posición. Ureña, que ha mejorado mucho en los lanzamientos, probablemente tenga a tiro la vieja plusmarca española de Francisco Javier Benet (1968), 8526 puntos en 1998.

El viernes 6 de agosto se disputaban las otras dos pruebas de marcha, con opciones españolas. Los 50 Km marca contaban además con el atractivo de la octava participación olímpica de Jesús Ángel García Bragado (1969). El veteranísimo atleta llegó en el puesto 35 con 4h10:03. Por delante, el balear Marc Tur (1994), entrenado por José Antonio Quintana, terminaba en una excelente 4ª posición. En los 20 Km marcha femeninos, la granadina campeona de Europa María Pérez (1996), entrenada por Jacinto Garzón, tras pelear duramente por entrar en el podio, acabó también en la 4ª posición. En la pista del estadio olímpico, esa tarde, tenía lugar la final de 5000 m, con el murciano Mohamed Katir (1998), entrenado por Gabriel Lorente. Tras sus plusmarcas españolas de los 1500 m, 3.28.76, 3000 m, 7:27.64, y en 5000 m 12:50.79, se esperaba que luchase por una medalla. En su contra jugaban su corta experiencia internacional y su derrota en el campeonato de España de 5000 m, a manos de Carlos Mayo. Había dado muy buena impresión en la semifinal. Finalmente, en la prueba nunca tuvo opción a los primeros puestos. Fue 8º con 13:06.60. En la final femenina de 1500 m también había presencia española. La madrileña Marta Pérez (1993), entrenada por Antonio Serrano, había llegado a los Juegos en el mejor momento de su vida. Se clasificó para las semifinales por tiempos con 4:04.76, su mejor marca personal. Fue quinta en su semifinal con 4:01.69. En la final más rápida de la historia, ganada por la keniana Faith Kipyegon (1994), 3:53.11, y con ocho mujeres por debajo de 4:00.00, fue capaz de buscar su ritmo y terminar 9ª con 4:00.12, la segunda mejor marca española de siempre.

El sábado 7 de agosto vio en el Estadio Olímpico de Tokio una de las mejores finales de 1500 de la historia, en la que hubo dos españoles, uno de ellos con una actuación superlativa. El granadino Ignacio Fontes (1998), entrenado por Jesús Montiel, fue 5º en la primera semifinal con 3:34.49. En cuanto al atleta de Palamós Adel Mechaal (1991), entrenado por Antonio Serrano, 4º en el Mundial al aire libre de 2017, llegaba a Tokio con la marca de 2019, 3:33.91 y con el título de campeón de España. Tras una cómoda serie clasificatoria mejoró su marca en la semifinal, 3:32.19. En la rapidísima final buscó el paso que mejor le convenía y acabó tratando de luchar por el bronce, que se reveló carísimo. Acabó en un magnífico 5º puesto con 3:30.77. Fontes no se sintió cómodo y fue el 13º con 3:38.56.

El domingo 8 de agosto quedaba la prueba de maratón masculino y otra gran actuación española. El ilerdense de adopción Ayad Lamdassem (1981), entrenado por Antonio Cánovas, estuvo en el grupo que se formó tras la escapada de Eliud Kipchoge (1984). Solamente cedió en los últimos dos kilómetros. Finalmente entró en la 5ª posición, completando los once finalistas españoles.

Aunque hubo un buen número de atletas que rindieron a un gran nivel, también hubo actuaciones discretas. Tal vez la eliminación que resultó más dura para el aficionado fue la de la catalana Esther Guerrero (1990), entrenada por Joan Leonart. Guerrero es una excelente competidora que estaba en buena forma. Tiempo tendrán los atletas y los entrenadores de analizar su rendimiento y hacer modificaciones si así lo consideran.

No querría terminar sin recordar a una persona muy especial del atletismo, un entrenador de club volcado en este deporte y al que el atletismo español le debe mucho. Mariano Castiñeira tristemente nos dejó el año pasado. El atletismo lucense no sería lo mismo sin él. Fue el descubridor y primer entrenador de Adrián Ben, un excelente ejemplo de la importancia de la figura del entrenador.

Muchas gracias, atletismo español, por estos días en que nos habéis hecho vibrar con vuestro esfuerzo y vuestra búsqueda de los límites. Habéis estado cerca del sobresaliente. Nos vemos en Oregón.

Los mejores 1500 (bonus): final olímpica de Tokio 2020, Jakob Ingebrigtsen se doctora cum laude

Esta entrada enlaza con la serie Los mejores 1500 de la historia, en la que incluí las que, a mi juicio, eran las mejores pruebas del kilómetro y medio de siempre. Si la hubiese escrito hoy, habría descartado la reunión de Mónaco de 2015 y habría puesto, con letras muy grandes, esta final de Tokio.

La final olímpica de 1500 de 2016 había suscitado una gran expectación. Después de 17 años, un atleta se había acercado peligrosamente a la plusmarca mundial de 1500 m del marroquí Hicham El Guerrouj (1974) de 3:26.00. El atleta keniano Asbel Kiprop (1989) había corrido la distancia en 3:26.69 en 2015. Campeón olímpico en 2008, tras la descalificación del atleta de Bahrein Rashid Ramzi (1980), y mundial en 2011, 2013 y 2015 parecía destinado a convertirse en el segundo atleta, tras el británico Seb Coe (1956) en repetir oro en los 1500 m. Pero en una final desesperadamente lenta, ganada por el estadounidense Matt Centrowitz (1989) con 3:50.00, solo pudo ser sexto.

Río fue el comienzo de la caída de Kiprop, que tendría uno de los peores finales posibles. Al año siguiente, en el Mundial de Londres solo pudo ser noveno. El oro fue para su compatriota Elijah Manangoi (1993), 3:33.61. Segundo fue otro keniano, que pronto daría mucho que hablar, Timothy Cheruiyot (1995), 3:33.99. El noruego Filip Ingebrigtsen (1993) ganó el bronce, 3:34.53, por delante del español Adel Mechaal (1991), 3:34.71. En estos campeonatos, no pasó desapercibida la presencia del hermano menor de Filip Ingebrigtsen, Jakob (2000), de 16 años, en la prueba de los 3000 m obstáculos, donde había acreditado 8:26.81.

La caída definitiva de Kiprop ocurrió el 2 de mayo de 2018, cuando se hizo público que en un análisis de noviembre de 2017 había restos de eritropoyetina en su organismo. Finalmente recibió una sanción de 4 años que terminó con su carrera atlética. Esta caída del keniano coincidió con la emergencia de dos atletas que serían los siguiente dominadores de la prueba: Jakob Ingebrigten y Timothy Cheruiyot.

Jakob Ingebrigtsen nació el 19 de septiembre de 2000 en la localidad noruega de Sandnes, situada de 12 Km de Stavanger y a 305 de Oslo. Con 2 hermanos mediofondistas de alto nivel, Henrik (1991) y Filip, entrenados por su padre, Gjert (1966), el joven Jakob siguió la estela familiar. Comenzó a practicar atletismo con 7 años. En 2017 su progresión empezó a llamar la atención del mundo atlético, con registros de 3:56,29 en la milla, los reseñados 8:26.81 en obstáculos y 13:35.84 en 5000 m. Todo ello con 16 años. Su salto de calidad para la categoría absoluta tuvo lugar en 2018, con 17 años, cuando sus cronos pasaron a ser de categoría mundial, 3:31.18 en 1500 m, 3:52.28 en la milla y 13:17.02 en los 5000 m, y se convirtió en el único atleta de la historia en proclamarse campeón de Europa de 1500 y 5000 m en la misma edición. El británico Sydney Wooderson (1914-2006) lo había hecho en dos ediciones diferentes, 1500 en 1938 y 5000 en 1946. En 2019, mejoró hasta 3:30.16, segunda mejor marca de ese año, y 13:02.03. Tomaría parte en ambas pruebas en el Mundial de Doha.

Timothy Cheruiyot nació en la localidad keniana de Bornet el 25 de noviembre de 1995. En 2015, con 19 años, fue 6º en el 1500 del campeonato del Mundo. No se clasificó para los Juegos de 2016. No obstante, esa temporada realizó una plusmarca personal de 3:30.77. En 2017, como se señaló anteriormente, fue subcampeón del mundo de 1500 m. Esa temporada corrió en 3:29.10. En 2018 fue el líder del año con 3:28.41. En 2019 acudió al Mundial de Doha con 3:28.77, la mejor marca mundial del año.

El Mundial de Doha debió resultar algo decepcionante para Ingebrigtsen. Que un atleta sub20, acababa de cumplir los 19, sea quinto en los 5000 m y cuarto en los 1500 de un campeonato del mundo es un logro excepcional, pero el noruego esperaba, probablemente, entrar en las medallas, sobre todo en los 1500 m, donde era el segundo atleta más rápido de la temporada. En esta distancia, Cheruiyot hizo buenos los pronósticos y ganó el oro en una rapidísima carrera con 3:29.26, con una enorme ventaja sobre el argelino, campeón olímpico en 2012, Taoufik Makhloufi (1988), 3:31.38, y el polaco Marcin Lewandowski (1987), 3:31.46, que dejaba al joven Jakob, 3:31.70 fuera del podio.

Pese a las limitaciones de la pandemia, tanto Ingebrigtsen como Cheruiyot compitieron en 2020, con un gran rendimiento. El keniano seguía mostrándose superior al noruego, al que derrotó en dos ocasiones, en Mónaco, el 14 de agosto, 3:28.45, frente a 3:28.68, y en Estocolmo, el 23 de agosto, 3:30.25, frente a 3:30.74. Los 3:28.68 de Ingebrigtsen suponían una nueva plusmarca europea de la distancia. Esa temporada pudo correr también los 2000 m en 4:50.01, asimismo plusmarca europea, y los 3000 m en 7:27.05. El noruego, tras proclamarse campeón de Europa en sala de 1500 y 3000 m, comenzó la temporada 2021 al aire libre con una nueva plusmarca continental de 5000 m, el 10 de junio, 12:48.45. Poco después, una enfermedad infecciosa lo mantuvo varios días sin poder entrenar. En el 1500 de la reunión de Mónaco, el 9 de julio, algo mermado por sus problemas físicos, fue tercero con 3:29.25, detrás, una vez más, de Cheruiyot, que hacía su mejor marca personal, 3:28.28, y del español Mohamed Katir (1998), que superaba con 3:28.76 la plusmarca nacional de Fermín Cacho (1969), campeón olímpico en 1992. Con buen criterio, Ingebrigtsen decidió que en Tokio no doblaría 1500 y 5000 m y participaría únicamente en los 1500 m.

Las series del 1500 olímpico tuvieron lugar el 3 de agosto. No hubo sorpresas y todos los favoritos pasaron a las semifinales, del 5 de agosto. Se programaron dos series. Los cinco primeros y dos tiempos pasarían a la final. Nunca se había corrido tanto en unas semifinales. En la primera se impuso el británico Jake Wightman (1994), acreditado en 3:29.47 (2020), con 3:33.68, su mejor marca de este año. Los cuatro siguientes fueron el joven estadounidense Cole Hooker (2001), 3:33.87, plusmarca personal, Cheruiyot, 3:33.95, el australiano Oliver Hoare (1997), 3:34.35, y el español Ignacio Fontes (1998), 3:34.49. Se quedaban fuera el polaco Marcin Lewandowski, que no terminó la carrera, y el neozelandés, doble medallista olímpico, Nick Willis (1983).

Y si rápida fue la primera semifinal, la segunda lo fue mucho más, hasta el punto de que el ganador, el keniano Abel Kipsang (1996) superaba con 3:31.65, la plusmarca olímpica del keniano Noah Ngeny (1978), de 3:32.07, del año 2000. Segundo fue Ingebrigtsen, 3:32.13, tercero el británico Josh Kerr (1997), 3:32.18, cuarto Mechaal, con plusmarca personal de 3:32.19, y quinto el australiano Stewart McSweyn (1995), 3:32.54. Por tiempos entraron el británico Jake Heyward (1999), con plusmarca personal de 3:32.82, y el luxemburgués Charles Grethen (1992), con plusmarca nacional de 3:32.86. Luxemburgo cuenta con un campeón olímpico de 1500 m, Josy Barthel (1927-1992), en 1952. Matt Centrowitz se quedaba fuera de la final al ser noveno con 3:33.69, su mejor marca del año. En esta serie resultó recalificado para la final, por caída, el polaco Michał Rozmys (1995).

Los tiempos de las semifinales, junto con la presencia de dos atletas como Cheruiyot e Ingebrigtsen, a los que les gusta correr rápido, hacían esperar una final rápida. Pero la realidad superó todas las expectativas. El triunfo no parecía que se le pudiese escapar a alguno de estos dos atletas, con ventaja para el keniano, que siempre había derrotado al noruego. Otros hombres fuertes de la prueba eran a priori McSweyn, 3:29.51 este año, Kipsang, tras su brillante semifinal, y el británico Wightman, acreditado en 3:29.47 de 2020, que llevaba una temporada complicada, pero había hecho una buena semifinal. Tras la salida, con menos de 200 m de carrera Ingebrigtsen se colocó en cabeza y pasó el primer 400 en 56.14, ritmo rápido. Enseguida se vio relevado por Cheruiyot, que aceleró más el ritmo y puso al grupo en fila. El keniano cruzaba los 800 m en 1:51.74, Ingebrigtsen pisándole los talones, McSwey tercero, Wightman cuarto, con el grupo muy estirado. Al paso por el 1000, en 2:19.7 comenzaba a abrirse un pequeño hueco entre los tres primeros y el resto. Cheruiyot cruzaba los 1200 m en 2:47.24 y no conseguía despegar al noruego. Unos 5 metros más atrás Kipsang, Kerr y, un poco más adelante, Mechaal sobrepasaban a McSwey, que comenzaba a pagar su esfuerzo. A falta de 120 m, Ingebritsen se colocaba en cabeza. Por detrás, Kipsang y Kerr se acercaban peligrosamente a Cheruiyot, mientras Mechaal se mantenía en la quinta plaza. La recta final del noruego fue apoteósica, dando incluso la sensación de no correr al máximo. Consiguió imponerse claramente con nueva plusmarca olímpica y europea de 3:28.32. Cheruiyot mantenía el segundo puesto a duras penas, 3:29.01, resistiendo el durísimo ataque de Kerr, que se llevó como premio un bronce y una plusmarca personal de 3:29.05. Kipsang fue cuarto con 3:29.56, también plusmarca personal. Mechaal mantuvo una brillante quinta plaza, con su mejor marca de siempre, 3:30.77. Sexto fue el estadounidense de 20 años Hooker, con otra plusmarca personal, 3:31.40. McSwey ocupó la séptima posición con 3:31.91 y el polaco Rozmys, recalificado por caída, fue octavo con 3:32.67, casi dos segundos menos que su anterior registro.

La final de Tokio 2020 se ha convertido en una de las mejores carreras de 1500 m de la historia. Ingebrigtsen es el tercer corredor en lograr el campeonato de Europa al aire libre y el oro olímpico tras el italiano Luigi Beccali (1907-1990), en 1932 y 1934, y el español Fermín Cacho en 1992 y 1994. Como se ha señalado, es el único atleta ganador del 1500 y del 5000 en el campeonato de Europa en la misma edición. Y además es el actual plusmarquista europeo de 1500 y 5000 m. Su futuro se presenta espléndido. Está, sin duda, en condiciones de atacar la plusmarca mundial de 1500 de El Guerrouj. Pero el noruego no está solo. Cheruiyot tiene 25 años, Kerr, 23, Hooker, 20. Probablemente estamos ante el comienzo de una nueva edad de oro de la otrora prueba estrella del atletismo, que llevaba demasiados años, décadas ya, estancada.

Karsten Warholm y Sydney McLaughlin, oros olímpicos paralelos

La madrugada de ayer, 3 de agosto, la final masculina de los 400 metros vallas se convirtió en uno de esos momentos olímpicos históricos. El noruego Karsten Walholm (1996) conseguía el oro en Tokio, superando su reciente plusmarca mundial de 46.70, con una estratosférica marca de 45.94, un buen tiempo en lisos. La carrera no se decidió hasta los últimos metros, pues el estadounidense Rai Benjamin (1997) vendió cara su derrota, segundo con 46.17. El bronce fue para el joven brasileño Alison dos Santos (2000), con 46.72, tiempo que hace dos meses habría sido plusmarca mundial.

Los calificativos para la carrera se agotaron. Se ha dicho que es la mejor carrera de la historia. Sin embargo, tan solo 24 horas más tarde, la misma distancia en la categoría femenina se resolvió con un sorprendente paralelismo. La estadounidense Sydney McLaughlin (1999), también reciente plusmarquista mundial, 51.90, se impuso a su compatriota Dalilah Muhammad (1990) tras un cerradísimo duelo que, como en la categoría masculina, no se resolvió hasta los últimos metros. McLaughlin fue la ganadora con una nueva plusmarca de 51.46, mientras que Muhammad, como Benjamin en la carrera de hombre, realizaba unos excelentes 51.58 que, no obstante, la relegaron a la segunda posición. La neerlandesa Famke Bol (2000) fue bronce, con 52.03, que habría sido plusmarca mundial unas semanas atrás.

El cambio de guarismo, de 46 a 45 segundos, en la categoría masculina ha concitado una enorme atención. Sin embargo, si se analizan cuidadosamente ambas pruebas y las trayectorias recientes de ambos campeones, el rendimiento de McLaughlin es comparable al de Warholm. Al principio de la temporada las plusmarcas mundiales de la prueba eran 46.78, del estadounidense Kevin Young (1966) desde los Juegos de Barcelona, y 52.16, de Dalilah Muhammad, desde el Mundial de Doha en 2019. La mejoría de Warholm respecto a la anterior plusmarca fue de 0.08 al hacer 46.70 y 0.76 cuando mejoró a 45.94, total 0.84. Por su parte la progresión de McLaughlin fue de 0.26 con sus 51.90 y de 0.44 con sus 51.46, un total de 0.70. Es decir, respecto a las plusmarcas mundiales de principios de la temporada, Warholm ha mejorado 0.14 más que McLaughlin. No es una gran diferencia.

Otro tema que se ha destacado es que ambos registros serían buenas marcas en 400 m lisos. En estos momentos un tiempo de 45.94 en lisos sería la 35º marca de la lista europea del año. La mejor marca noruega del año en los 400 m lisos es de 46.50, de Andreas Haara Baketun (2001). Una marca similar a la de Warholm en 400 m vallas fue plusmarca mundial a principios de los años 50. El 22 de agosto de 150, el jamaicano George Rhoden (1926) superaba el primado universal de entonces con un tiempo de 45.8, aproximadamente equivalente a 45.94 automático. En otro tipo de pista y con otro material, el ser humano corría sin vallas lo que hoy corre con vallas. Rhoden fue campeón olímpico de la distancia dos años después en Helsinki, con un tiempo de 46.09, más lento que el de Warholm en Tokio. El tiempo del noruego también es más rápido que el de Charles Jenkins (1934), el ganador, 46.7, de la vuelta a la pista en 1956.

En categoría femenina tomando también como referencia la lista europea del año, un tiempo en lisos de 51.46 ocuparía el puesto 17 en estos momentos. En cuanto a los mejores registros mundiales, hay que venirse más cerca en el tiempo que en la categoría masculina, en concreto a los Juegos Olímpicos de 1968, ya con pistas sintéticas, para buscar un registro similar en lisos al de McLaughlin en vallas. La carismática velocista francesa Colette Benson (1946-2005) ganaba los 400 m lisos con 52.03. Al año siguiente, su compatriota Nicole Duclos (1947) llevaba la plusmarca mundial de la distancia a 51.72. En esa carrera Benson fue segunda con 51.74. Según la normativa de la época ambas compartieron la plusmarca mundial con 51.7. Todavía más lenta que el tiempo de McLaughlin.

Ayer se agotaron los calificativos para definir la final masculina de 400 m vallas. Se llegó a decir que era la mejor carrera de la historia. Es difícil decidirlo, porque hay mucho donde elegir. Si nos limitamos a finales olímpicas con plusmarca mundial, algunos ejemplos de grandes carreras son los 3:35.1 del australiano Herb Elliott (1938) en 1960, los 10.05 del estadounidense Bob Hayes (1942-2002) en 1964, las tres pruebas de velocidad con otros tres estadounidenses, Jim Hines (1946), 9.95, Tommy Smith (1944), 19.83, y Lee Evans (1947-2021), 43.86, en 1968, los 19.32 del estadounidense Michael Johnson (1967) en 1996, los 1:40.91 del keniano David Rudisha (1988) en 2012… Sin embargo, desde el punto de vista de mejoría de la plusmarca mundial, ha habido una final olímpica de 400 metros vallas que fue superior a la de Tokio. Probablemente pasó algo desapercibida ante la avalancha de registros históricos en estos Juegos. El 15 de octubre de 1968 se disputaba la final olímpica de 400 m vallas. Los aficionados al atletismo todavía no se habían repuesto de los resultados históricos de la final de 100 m, con el primer registro por debajo de 10.00. El favorito para el oro en la distancia de 400 metros vallas era el estadounidense  Geoff Vanderstock (1946). En las pruebas de selección de su país había marcado 48,94 (48,8), el primer tiempo de la historia sub 49,00. Sin embargo, no fue capaz de entrar el el podio. El británico David Hemery (1944), que hasta esa temporada corría 110 metros vallas, se proclamó campeón con un sorprendente tiempo de 48,12, 0.82 más rápido que la plusmarca mundial de Vanderstock, una diferencia mayor que la conseguida por Warholm, 0.76, sobre su propio registro anterior en la final de Tokio.

En cualquier caso, ambas finales de los 400 metros vallas han sido absolutamente superlativas y se permanecerán como dos grandes momentos olímpicos de la historia del atletismo, con el añadido de su sorprendente paralelismo. Las dos carreras se presentaban como pruebas estrella de los Juegos y consiguieron superar las expectativas. Dada la juventud de la mayoría de sus protagonistas, el futuro de ambas distancias se presenta de lo más prometedor. Probablemente hayamos entrado en una edad de oro en la que la enorme competencia hará que los tiempos continúen progresando tras, en el caso masculino, casi 30 años de estancamiento.

Elaine Thompson, el primer doble doble femenino de la velocidad olímpica

Con su victoria en los 200 m de los Juegos de Tokio, la jamaicana Elaine Thompson ha conseguido hacer historia, con el primer doble doble femenino en la velocidad olímpica. Thompson mostró, como ocurrió en los 100 m, una enorme superioridad sobre sus rivales. Si en los 100 metros registró 10.61, en los 200 se fue a 21.54, mejores marcas de siempre tras los registros de la malograda estadounidense Florence Griffith (1959-1998). La jamaicana ha conseguido revalidar ambos oros. Es la primera vez que una atleta lo consigue en unos Juegos Olímpicos. Antes de Thompson, otras tres mujeres habían conseguido dos victorias olímpicas en los 100 m, las estadounidenses Wyomia Tyus (1945), en 1964 y 1968, Gail Devers (1966), en 1992 y 1996, y su compatriota Shelly-Ann Fraser (1986), en 2008 y 2012. En 200 metros habían repetido oro la alemana del Este Bärbel Wöckel (1955), en 1976 y 1980, y otra jamaicana, Veronica Campbell (1982), en 2004 y 2008. Thompson aún tiene la oportunidad de ganar un tercer oro en el relevo 4 x 100 m, donde, sobre el papel, Jamaica parece muy superior. Ya había sido plata en los anteriores Juegos.

Elaine Thompson-Herah nació el 28 de junio de 1992 en la localidad jamaicana de Banana Ground, en la parroquia de Manchester. Comenzó a practicar atletismo en el instituto, aunque inicialmente no se adaptó a la disciplina de los entrenamientos, lo que se dejó sentir en su rendimiento. Su primera competición internacional fueron los Juegos de la Commonwealth de 2014. Con una mejor marca de 11.17 resultó seleccionada para el relevo 4 x 100. Corrió la semifinal, que ganó el cuarteto jamaicano. Jamaica se hizo con el oro, pero sin Thompson en la final. En 2015 bajó, con 10.92, por primera vez de 11.00 en 100 m. Esa misma temporada mejoró hasta 10.84. En 200 m había realizado 22.37. Su entrenador decidió que trataría de ganar una plaza para el Mundial en esta distancia. Thompson ganó el campeonato de su país. Posteriormente mejoró a 22.10. En el Mundial de Pekín tuvo un rendimiento magnífico, pese a su falta de experiencia internacional. Ganó su serie con 22.78 y su semifinal con 22.13. En la final no pudo con la neerlandesa Daphne Schippers (1992), que se impuso con unos excelentes 21.63. La jamaicana fue una brillante subcampeona con 21.66, tiempo que sería su marca personal hasta la final olímpica de Tokio.

En una sola temporada, Thompson había dado un enorme salto de calidad, que le permitió incorporarse a la élite mundial. El año olímpico de 2016 su progresión continuó con un registro en 100 m de 10.70, mejor marca del año. En el campeonato de Jamaica derrotó a Shelley-Ann Fraser. En los Juegos de Río tomaría parte en las dos pruebas de velocidad corta y en el relevo. Tras una cómoda serie clasificatoria, que ganó con 11.26, se impuso en la tercera semifinal con 10.88, el mismo tiempo que Fraser en la segunda, mientras en la primera vencía la estadounidense Tori Bowie (1990) con 10.90. En la final, Thompson se mostró muy superior, con 10.71, por delante de Bowie, 10.83, y Fraser, 10.86.

En los 200 m, Thompson comenzó con un segundo puesto en la cuarta serie, 22.63, detrás de la costamarfileña Marie-José Ta Lou (1988), 22.31. En la semifinal volvió a ser segunda, 22.13, tras Daphne Schippers, 21.96, a 0.03 de su propia mejor marca mundial del año. La neerlandesa parecía la favorita, pero Thompson fue capaz de superarla y ganar su segundo oro olímpico, con 21.78, 0.10 menos que Schippers.

Thompson aún ganó una tercera medalla, de plata, en los relevos 4 x 100. Con 24 años, parecía que la jamaicana ejercería su dominio en la velocidad mundial durante mucho tiempo. Sin embargo, lastrada por problemas físicos, su rendimiento se resintió en los años siguientes. En 2017 formó parte del equipo del relevo 4 x 200 m de Jamaica que superó la plusmarca mundial con 1:29.04. En el Mundial al aire libre de Londres de 100 m solo pudo ser quinta, 10.98. Dos años después, en Doha, ocupó la cuarta posición, 10.93. Pese a estos años complicados, después de un 2020 de transición, la jamaicana estaba decidida a defender sus títulos olímpicos. El comienzo de la temporada mostró a Shelley-Ann Fraser en la mejor forma de su vida. El 5 de junio hacía, con 34 años, su mejor marca de siempre, 10.63. El 25 del mismo mes en el campeonato de Jamaica derrotaba con contundencia a Thompson, que fue tercera. Fraser marcó 10.71, con Shericka Jackson (1994) segunda, 10.82, y Thompson 10.84. Sin embargo, Thompson enseguida se rehizo y el 6 de julio corría en 10.71.

Las tres jamaicanas volvían a verse en las eliminatorias de 100 m. Thompson se reveló en un gran momento. Ganó su serie con 10.82. Fraser hizo lo mismo en la suya, con 10.84. Pero la más rápida fue La Tou, con 10.78, plusmarca africana. Las semifinales fueron rapidísimas. Thompson ganó la primera con 10.76, La Tou la segunda con 10.79, el mismo tiempo que Shericka Jackson, y Fraser hacía el tiempo más rápido en la tercera con 10.73. La final se preveía muy disputada. Se esperaba una marca en torno a 10.60, como así fue. Thompson fue la tercera más lenta en salir, pero su progresión fue inapelable. Renovó su oro olímpico con 10.61, segunda mejor marca de siempre, muy por delante de Fraser, 10.74, y de Jackson, 10.76, que completó el triplete jamaicano.

Pletórica de moral tras su título en 100, Thompson sabía que podía ser la primera mujer en conseguir dos oros olímpicos consecutivos en las dos pruebas. La mejor marquista del año era la estadounidense Gabrielle Thomas (1996), vencedora de las pruebas de selección de su país. Thompson había resultado derrotada con 22.02 en el campeonato jamaicano por Fraser, 21.79, y Jackson, 21.82. Pero los Juegos fueron otra historia. Thompson no forzó en su serie y entró tercera con 22.86. En la semifinal ya mostró sus cartas al imponerse con 21.66, que igualaba su mejor marca de siempre. En la final no dio opción. Pese a ser la última en salir, venció de forma contundente con 21.53, segunda mejor marca de siempre, por delante de la joven namibia Christine Mboma (2003), 21.81, y de Gabrielle Thomas, 21.87.

Tras varias temporadas de dudas, Elaine Thompson ha demostrado que es una de las grandes velocistas de la historia, única en haber ganado cuatro oros olímpicos en las dos pruebas cortas de la velocidad. En Tokio no solo ha vencido, con bastante contundencia, sino que ha logrado los segundos mejores registros de la historia, tras Florence Griffith, cuya plusmarca de 10.49 continúa cuestionándose por la posible medición incorrecta del viento. Le queda el relevo, pero ya es, sin duda, uno de los referentes de estos extraños Juegos Olímpicos, que, como era de esperar, están teniendo un nivel altísimo.

Dedico esta entrada a mi genial (en el sentido más literal del término) amigo Juan Carlos Cobas, que me ha pedido una entrada sobre esta atleta. Tengo intención de escribir algo sobre Karsten Warholm y su estratosférica plusmarca mundial. Se me acumula el trabajo.

Ana Peleteiro, bronce olímpico en una final histórica de triple salto

Los registros previos de los atletas en una gran competición son una buena referencia, pero no la única referencia. No es lo mismo elegir el momento y el lugar para hacer una gran marca, que prepararse para dar lo mejor de uno mismo el día de la final olímpica, la competición más grande. En una final olímpica se reúnen los mejores atletas del planeta, hombre y mujeres absolutamente excepcionales que buscan hacer historia. La historia anterior no es garantía de nada.

Hoy, en la final femenina de triple salto, las tres atletas que han logrado ir más allá de sus límites personales han copado el podio. La venezolana Yulimar Rojas (1995) parecía muy superior al resto. Aun así, se planteó el reto de ganar el oro con la plusmarca mundial. La suramericana tenía una mejor marca de 15.43 m, de este año, a tan solo 7 cm del viejo primado universal de la ucraniana Inessa Kravets (1966). El triple salto femenino es una prueba relativamente joven. Kravets fue la segunda campeona mundial en 1995, con 15.50 m. Rojas nacería dos meses después. La ucraniana fue la primera campeona olímpica, en 1996, con 15.33 m, plusmarca olímpica. Pues bien, la venezolana comenzó con un salto de 15.41 m, que borraba de un plumazo la plusmarca olímpica de Kravets y terminó con 15.67 m, registro con el que destronaba a la ucraniana, veintiséis años después.

La medalla de plata fue para la portuguesa de treinta y dos años Patrícia Mamona (1988). Mamona había sido campeona de Europa en 2016 y sexta en los anteriores Juegos Olímpicos. Llegó a Tokio con una mejor marca de 14.66 m, de este año, quinta mejor de las participantes este temporada y novena de siempre. No parecía la mejor opción para una medalla. Pero la portuguesa hizo el mejor concurso de su vida, con un primer salto de 14.91 m, que la colocó en la segunda posición, de la que no se movería. Mejoró hasta 15.01 m en la cuarta ronda y terminó con unos excelentes 14.97 m. Impresionante actuación.

La española Ana Peleteiro (1995) fue la tercera mujer que dio lo mejor de sí, y se llevó, con todo merecimiento, el bronce. Es la tercera atleta española medallista olímpica, tras María Vasco (1975), bronce en 20 Km marcha en 2000, y Ruth Beitia (1979), bronce en 2012 y campeona olímpica de salto de altura en 2016. Peleteiro mostró enseguida su talento, con un campeonato mundial sub20 siendo sub18, pero su trayectoria no estuvo exenta de dificultades. Nunca es fácil el camino hacia el podio olímpico.

Ana Peleteiro Brion nació el 2 de diciembre de 1995 en la villa marinera gallega de Ribeira. Comenzó a entrenar muy joven en el grupo de la Asociación de Atletismo y Deportes del Barbanza, en la vecina localidad de Puebla del Caramiñal, de la mano de Abelardo Moure (1979). Enseguida mostró un enorme talento para los saltos horizontales y la velocidad En 2012, con 16 años, se proclamó campeona del mundo sub20 de triple salto con 14.17 m, mejor marca española absoluta de ese año.

La repercusión mediática de esa victoria fue enorme. Quizá eso influyó negativamente en la joven Ana, que no logró seguir progresando en los años siguientes. Fue tercera en el Europeo sub20 de 2013 y sexta en el Mundial de la categoría en 2014. Hizo varios cambios de entrenador y de residencia. Se lesionó el año olímpico de 2016. Esa misma temporada se unió al grupo del cubano Iván Pedroso (1972), campeón olímpico de salto de longitud en 2000, en Guadalajara, donde encontró la necesaria estabilidad deportiva y personal. Entrenar con una atleta como Yulimar Rojas ha sido fundamental para retomar su carrera, como la propia Peleteiro ha reconocido.

Los resultados no se hicieron esperar. En 2017, en pista cubierta, por fin mejoraba, con 14.20 m, la marca de 2012. Fue 5ª en el Europeo en sala, subcampeona de Europa sub23 al aire libre y 7ª en el Mundial, con 14.23 m, entonces su mejor marca. En 2018 fue bronce en el Mundial bajo techo, con 14.40 m. Al aire libre repitió bronce en el Europeo. Ese año mejoró hasta 14.55 m. En 2019 se encaramó definitivamente a la élite europea, con su oro en el continental de pista cubierta con 14.73, plusmarca española absoluta.

Al aire libre, tras muchos problemas físicos, ocupó una buena 6ª plaza en el campeonato del mundo, con 14.47 m. Tras un complicado 2020, volvió en la temporada invernal de 2021 con una medalla de plata en el Europeo de pista cubierta, 14.52 m. Quedaban unos meses clave para el objetivo de muchos años, el asalto al podio olímpico. Con pocas competiciones, pero bien elegidas, Peleteiro acudió a los Juegos con 14.61 m, conseguidos en el campeonato de España, su mejor de siempre al aire libre. El corte en la clasificación era de 14.40 m. La española saltó 14.34 m en el primer intento y 14.62 m en el segundo. En la final había seis atletas con mejor marca esta temporada. Pero probablemente ella misma no tenía eso en cuenta y sí su gran capacidad competitiva. Comenzó con un buen salto de 14.55 m, que la colocó quinta. La tercera, la cubana Liadagmis Povea (1996), 14.93 m este año, había hecho 14.70 m. En la segunda ronda, Peleteiro superaba su plusmarca española, con 14.77 m, y se colocaba provisionalmente en la tercera posición. No obstante, la jamaicana Shanieka Riketts (1992), subcampeona del mundo, 14.98 m esta temporada, se iba a 14.84 m, desplazando momentáneamente del podio a la española. Esta respondió con 14.87 m en la quinta ronda. Y las posiciones ya no se movieron.

No me volváis a decir que es un atleta muy bueno al que le falla la cabeza. Si le falla la cabeza, si el día que tiene que darlo todo, fracasa porque le puede la presión, entonces no es bueno, palabras del afamado técnico español Mariano García Verdugo (1948). Y así son las cosas. El atleta que es capaz de motivarse y de canalizar el estrés en su beneficio el día de la gran competición es el que triunfa y es el que hace disfrutar a los aficionados. Hoy estas tres mujeres, Yulimar Rojas, Patrícia Mamona y Ana Peleteiro han demostrado cómo hay que comportarse en unos Juegos Olímpicos, el acontecimiento supremo en la vida de un deportista.

Me gustaría añadir esta nota personal para mostrar mi alegría por la clasificación para la final de 800 m de Adrián Ben, otro enorme competidor. Adrián ha hecho historia. Es el primer corredor español que correrá una final olímpica de esta complicada prueba. Hoy me he acordado mucho de su primer entrenador, el Dr Mariano Castiñeira Vilaseca, que tristemente nos dejó el año pasado. Hoy estaría feliz con lo que ha hecho su atleta. Qué importantes son estos entrenadores de club, enamorados del atletismo. La labor que ha hecho Mariano por el atletismo lucense es impagable.