Karsten Warholm y Sydney McLaughlin, oros olímpicos paralelos

La madrugada de ayer, 3 de agosto, la final masculina de los 400 metros vallas se convirtió en uno de esos momentos olímpicos históricos. El noruego Karsten Walholm (1996) conseguía el oro en Tokio, superando su reciente plusmarca mundial de 46.70, con una estratosférica marca de 45.94, un buen tiempo en lisos. La carrera no se decidió hasta los últimos metros, pues el estadounidense Rai Benjamin (1997) vendió cara su derrota, segundo con 46.17. El bronce fue para el joven brasileño Alison dos Santos (2000), con 46.72, tiempo que hace dos meses habría sido plusmarca mundial.

Los calificativos para la carrera se agotaron. Se ha dicho que es la mejor carrera de la historia. Sin embargo, tan solo 24 horas más tarde, la misma distancia en la categoría femenina se resolvió con un sorprendente paralelismo. La estadounidense Sydney McLaughlin (1999), también reciente plusmarquista mundial, 51.90, se impuso a su compatriota Dalilah Muhammad (1990) tras un cerradísimo duelo que, como en la categoría masculina, no se resolvió hasta los últimos metros. McLaughlin fue la ganadora con una nueva plusmarca de 51.46, mientras que Muhammad, como Benjamin en la carrera de hombre, realizaba unos excelentes 51.58 que, no obstante, la relegaron a la segunda posición. La neerlandesa Famke Bol (2000) fue bronce, con 52.03, que habría sido plusmarca mundial unas semanas atrás.

El cambio de guarismo, de 46 a 45 segundos, en la categoría masculina ha concitado una enorme atención. Sin embargo, si se analizan cuidadosamente ambas pruebas y las trayectorias recientes de ambos campeones, el rendimiento de McLaughlin es comparable al de Warholm. Al principio de la temporada las plusmarcas mundiales de la prueba eran 46.78, del estadounidense Kevin Young (1966) desde los Juegos de Barcelona, y 52.16, de Dalilah Muhammad, desde el Mundial de Doha en 2019. La mejoría de Warholm respecto a la anterior plusmarca fue de 0.08 al hacer 46.70 y 0.76 cuando mejoró a 45.94, total 0.84. Por su parte la progresión de McLaughlin fue de 0.26 con sus 51.90 y de 0.44 con sus 51.46, un total de 0.70. Es decir, respecto a las plusmarcas mundiales de principios de la temporada, Warholm ha mejorado 0.14 más que McLaughlin. No es una gran diferencia.

Otro tema que se ha destacado es que ambos registros serían buenas marcas en 400 m lisos. En estos momentos un tiempo de 45.94 en lisos sería la 35º marca de la lista europea del año. La mejor marca noruega del año en los 400 m lisos es de 46.50, de Andreas Haara Baketun (2001). Una marca similar a la de Warholm en 400 m vallas fue plusmarca mundial a principios de los años 50. El 22 de agosto de 150, el jamaicano George Rhoden (1926) superaba el primado universal de entonces con un tiempo de 45.8, aproximadamente equivalente a 45.94 automático. En otro tipo de pista y con otro material, el ser humano corría sin vallas lo que hoy corre con vallas. Rhoden fue campeón olímpico de la distancia dos años después en Helsinki, con un tiempo de 46.09, más lento que el de Warholm en Tokio. El tiempo del noruego también es más rápido que el de Charles Jenkins (1934), el ganador, 46.7, de la vuelta a la pista en 1956.

En categoría femenina tomando también como referencia la lista europea del año, un tiempo en lisos de 51.46 ocuparía el puesto 17 en estos momentos. En cuanto a los mejores registros mundiales, hay que venirse más cerca en el tiempo que en la categoría masculina, en concreto a los Juegos Olímpicos de 1968, ya con pistas sintéticas, para buscar un registro similar en lisos al de McLaughlin en vallas. La carismática velocista francesa Colette Benson (1946-2005) ganaba los 400 m lisos con 52.03. Al año siguiente, su compatriota Nicole Duclos (1947) llevaba la plusmarca mundial de la distancia a 51.72. En esa carrera Benson fue segunda con 51.74. Según la normativa de la época ambas compartieron la plusmarca mundial con 51.7. Todavía más lenta que el tiempo de McLaughlin.

Ayer se agotaron los calificativos para definir la final masculina de 400 m vallas. Se llegó a decir que era la mejor carrera de la historia. Es difícil decidirlo, porque hay mucho donde elegir. Si nos limitamos a finales olímpicas con plusmarca mundial, algunos ejemplos de grandes carreras son los 3:35.1 del australiano Herb Elliott (1938) en 1960, los 10.05 del estadounidense Bob Hayes (1942-2002) en 1964, las tres pruebas de velocidad con otros tres estadounidenses, Jim Hines (1946), 9.95, Tommy Smith (1944), 19.83, y Lee Evans (1947-2021), 43.86, en 1968, los 19.32 del estadounidense Michael Johnson (1967) en 1996, los 1:40.91 del keniano David Rudisha (1988) en 2012… Sin embargo, desde el punto de vista de mejoría de la plusmarca mundial, ha habido una final olímpica de 400 metros vallas que fue superior a la de Tokio. Probablemente pasó algo desapercibida ante la avalancha de registros históricos en estos Juegos. El 15 de octubre de 1968 se disputaba la final olímpica de 400 m vallas. Los aficionados al atletismo todavía no se habían repuesto de los resultados históricos de la final de 100 m, con el primer registro por debajo de 10.00. El favorito para el oro en la distancia de 400 metros vallas era el estadounidense  Geoff Vanderstock (1946). En las pruebas de selección de su país había marcado 48,94 (48,8), el primer tiempo de la historia sub 49,00. Sin embargo, no fue capaz de entrar el el podio. El británico David Hemery (1944), que hasta esa temporada corría 110 metros vallas, se proclamó campeón con un sorprendente tiempo de 48,12, 0.82 más rápido que la plusmarca mundial de Vanderstock, una diferencia mayor que la conseguida por Warholm, 0.76, sobre su propio registro anterior en la final de Tokio.

En cualquier caso, ambas finales de los 400 metros vallas han sido absolutamente superlativas y se permanecerán como dos grandes momentos olímpicos de la historia del atletismo, con el añadido de su sorprendente paralelismo. Las dos carreras se presentaban como pruebas estrella de los Juegos y consiguieron superar las expectativas. Dada la juventud de la mayoría de sus protagonistas, el futuro de ambas distancias se presenta de lo más prometedor. Probablemente hayamos entrado en una edad de oro en la que la enorme competencia hará que los tiempos continúen progresando tras, en el caso masculino, casi 30 años de estancamiento.

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3 comentarios en “Karsten Warholm y Sydney McLaughlin, oros olímpicos paralelos

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