El atletismo volvió de Río de Janeiro, tras los Juegos Olímpicos de 2016, con el fulgor de dos medallas, el oro de Ruth Beitia (1979) y la plata de Orlando Ortega (1991) en 110 m vallas. Sin embargo, solamente otros dos atletas consiguieron entrar entre los ocho primeros, David Bustos (1990), séptimo en 1500 m, y Beatriz Pascual (1982), octava en 20 Km marcha. Hubo, además, dos plusmarcas españolas, Bruno Hortelano (1991), 20.12 en 200 m, y Sergio Fernández (1993), 48.87 en 400 m vallas. El panorama no parecía demasiado halagüeño. Los medios en España son mucho menores que otros países de nuestro entorno. En Francia o en Italia los entrenadores de los atletas de alto nivel están pagados por sus respectivas administraciones. Italia, además, cuenta con el apoyo de la Policía y del Ejército, al que pertenecen gran parte de su élite atlética. En Tokio no ha habido tanto metal como en Río. Solamente se ha ganado una medalla de bronce, pero un análisis más detallado, basado en el número y en la clasificación de los finalistas, muestra que España ha tenido una de sus mejores actuaciones olímpicas de siempre. Ha habido 11 atletas entre los ocho primeros y nada menos que quince mejores marcas personales, entre ellas tres plusmarcas españolas, 14.77 y 14.87 de Ana Peleteiro (1995) en triple salto y los 3:13.29 del relevo mixto de 4 x 400 m. Tan solo en 2008 hubo más finalistas, 12, curiosamente sin ninguna medalla. En 1992 se ganaron 4 medallas, el máximo del atletismo español, pero solo hubo 6 finalistas en total. En la clasificación por puntos, que otorga de 8 a 1 puntos, del primero al octavo, España ha tenido 45 puntos. Nunca se había puntuado tan alto.
Además de a los atletas, por su enorme esfuerzo de años, y por lo bien que han sabido competir en el momento y en el lugar adecuado, hay que agradecer el trabajo, muchas veces poco reconocido de los entrenadores, y la labor de la RFEA (Real Federación Española de Atletismo), que la temporada pasada, en unas condiciones muy difíciles por la pandemia, consiguió que se celebrasen los campeonatos de España de todas las categorías, y esta temporada ha continuado con la misma política.
El viernes 30 de julio, primer día de competición, tuvo lugar la primera final, los 10 000 m, con la presencia del aragonés Carlos Mayo (1995), entrenado por José Luis Mareca. Mayo había conseguido de forma solvente la exigente mínima con una marca personal de 27:25.00, no muy lejos de la plusmarca española de Fabián Roncero (1970), 27:14.44 En una carrera muy complicada, en la que parecía condenado a los últimos puestos, consiguió entrar el 13º, tercer europeo, con 28:04.71, a algo más de 21 segundos del vencedor, el etíope Selemon Barega (2000). Ese mismo día 30 se habían celebrado las series del 5000 femenino. La madrileña Lucía Rodríguez (1998), entrenada por Arturo Martín, mejoraba su plusmarca personal hasta 15:26.19, si bien no conseguía clasificarse para la final. Otra prueba con una destacada actuación española fue el relevo mixto 4 x 400 m. El equipo formado por Samuel García (1991), Laura Bueno (1993), Aauri Bokesa (1988) y Bernat Erta (2001) hacía un registro de 3:13.29, nueva plusmarca nacional. Deberían haber disputado la final, por la descalificación de Estados Unidos. Pero, de forma injusta, se recalificó a este equipo, pese a haber entregado el testigo fuera de la zona.
El sábado 31 de julio se disputaron las semifinales de los 800 metros femeninos, con una agradable sorpresa, la presencia de la jienense Natalia Romero (1988), entrenada por Pedro Jiménez. Esta profesora universitaria de fisioterapia y antigua corredora de 400 m acudía a sus primeros Juegos con 32 años. Había superado la primera ronda por tiempos, con 2:01.16, 1.40 menos de su anterior plusmarca personal. En la semifinal no pudo evitar la última posición, pero corriendo casi como en la eliminatoria, 2:01.52.
El domingo 1 de agosto se celebraba la final de triple salto femenino, una prueba donde España tenía opción de medalla de la mano de la gallega Ana Peleteiro, entrenada por Iván Pedroso. Peleteiro se había clasificado para la final con 14.62 m, su mejor marca al aire libre. En la ronda definitiva mejoró hasta 14.77 y 14.87 m, sendas plusmarcas españolas, que la auparon a la tercera posición, en una concurso histórico donde la venezolana Yulimar Rojas (1995), superó la vieja plusmarca mundial con 15.67 m.
El lunes 2 de agosto el alicantino de Onil Eusebio Cáceres (1991), entrenado por Juan Carlos Álvarez, tenía un enorme rendimiento en el salto de longitud. Tras clasificarse con 7.98 m, Cáceres, con un último salto de 8.18 m se colocaba en la tercera posición Finalmente el griego Miltiades Tengorou (1998), que había estado muy por debajo de sus posibilidades, dio un brinco de 8.41 m, que le sirvió para ganar el oro y que desplazó a Cáceres a la cuarta posición. También hubo participación española en las series de 200 m femeninos, donde la joven catalana Jaël Bestué (2000), entrenada por Ricardo Diéguez, realizó 23.19, mejor marca personal que, no obstante, no fue suficiente para seguir.
El miércoles 4 de agosto tuvo lugar uno de los grandes momentos de estos Juegos para los aficionados españoles, la final de los 800 m. Tras su 6º puesto en el Mundial de Doha en 2019 y un año 2020 casi el blanco, el gallego Adrián Ben (1998), entrenado por Arturo Martín, se había convertido en el primer español en disputar una final olímpica de la doble vuelta a la pista. Ben, que acudía con una mejor marca personal de 1:44.12, entró en las semifinales por puestos con 1:45.30, tercero en su serie. Corrió la semifinal más rápida, la segunda, y fue 4º con 1:44.30, que le sirvió para entrar en la final por tiempos. En una final muy táctica, se supo colocar perfectamente, y peleó hasta el final por estar adelante. Su premio, la 5ª posición con 1:45.98, a 0.59 del bronce. Esa misma tarde se habían corrido las semifinales de 400 m femeninos. La madrileña Aauri Bokesa, entrenada por Laurent Meuwly, no pasaba a la final, pero realizaba con 51.57, a sus 32 años, la mejor marca de su vida.
El jueves 5 de agosto se acumularon las buenas actuaciones españolas. El día comenzó muy bien, con la final de los 110 m vallas. Se esperaba la presencia de Orlando Ortega, uno de los candidatos españoles a las medallas, pero Ortega, que había tenido una temporada muy complicada, se volvió a lesionar ya estando en Tokio. El joven navarro Asier Martínez (2000), entrenado por François Beoringyan, se quedaba como el único representante español en la prueba. Estaba en buena forma. En el campeonato de España había hecho plusmarca personal de 13.31, segunda española de siempre, con -2.0 de viento, y era el campeón de Europa sub23. Ganó su serie clasificatoria con 13.32. Superó su semifinal por tiempos con 13.27 y ocupó una excelente 6ª plaza en la final, con nueva mejor marca de 13.22. Los 20 Km marcha masculinos eran otra opción de medalla. Los españoles pelearon por el podio, pero finalmente se quedaron muy cerca, con el extremeño Álvaro Martín (1994), el campeón de Europa entrenado por José Antonio Carrillo, en cuarta posición y el madrileño Diego García Carrera (1996), entrenado por José Antonio Quintana, sexto.
El día 5 se terminó con la conclusión de las pruebas combinadas. En categoría femenina, la catalana María Vicente (2001), entrenada por Ramón Cid, ocupó el puesto 18º con 6117 puntos, algo alejada de su plusmarca española de 6304 puntos. No tuvo su mejor día en algunas pruebas, pero la experiencia olímpica le servirá para futuras competiciones. En categoría masculina, otro alicantino de Onil, Jorge Ureña (1993), entrenado por su padre José Antonio Ureña, realizó su mejor marca personal con 8322 puntos y la 9ª posición. Ureña, que ha mejorado mucho en los lanzamientos, probablemente tenga a tiro la vieja plusmarca española de Francisco Javier Benet (1968), 8526 puntos en 1998.
El viernes 6 de agosto se disputaban las otras dos pruebas de marcha, con opciones españolas. Los 50 Km marca contaban además con el atractivo de la octava participación olímpica de Jesús Ángel García Bragado (1969). El veteranísimo atleta llegó en el puesto 35 con 4h10:03. Por delante, el balear Marc Tur (1994), entrenado por José Antonio Quintana, terminaba en una excelente 4ª posición. En los 20 Km marcha femeninos, la granadina campeona de Europa María Pérez (1996), entrenada por Jacinto Garzón, tras pelear duramente por entrar en el podio, acabó también en la 4ª posición. En la pista del estadio olímpico, esa tarde, tenía lugar la final de 5000 m, con el murciano Mohamed Katir (1998), entrenado por Gabriel Lorente. Tras sus plusmarcas españolas de los 1500 m, 3.28.76, 3000 m, 7:27.64, y en 5000 m 12:50.79, se esperaba que luchase por una medalla. En su contra jugaban su corta experiencia internacional y su derrota en el campeonato de España de 5000 m, a manos de Carlos Mayo. Había dado muy buena impresión en la semifinal. Finalmente, en la prueba nunca tuvo opción a los primeros puestos. Fue 8º con 13:06.60. En la final femenina de 1500 m también había presencia española. La madrileña Marta Pérez (1993), entrenada por Antonio Serrano, había llegado a los Juegos en el mejor momento de su vida. Se clasificó para las semifinales por tiempos con 4:04.76, su mejor marca personal. Fue quinta en su semifinal con 4:01.69. En la final más rápida de la historia, ganada por la keniana Faith Kipyegon (1994), 3:53.11, y con ocho mujeres por debajo de 4:00.00, fue capaz de buscar su ritmo y terminar 9ª con 4:00.12, la segunda mejor marca española de siempre.
El sábado 7 de agosto vio en el Estadio Olímpico de Tokio una de las mejores finales de 1500 de la historia, en la que hubo dos españoles, uno de ellos con una actuación superlativa. El granadino Ignacio Fontes (1998), entrenado por Jesús Montiel, fue 5º en la primera semifinal con 3:34.49. En cuanto al atleta de Palamós Adel Mechaal (1991), entrenado por Antonio Serrano, 4º en el Mundial al aire libre de 2017, llegaba a Tokio con la marca de 2019, 3:33.91 y con el título de campeón de España. Tras una cómoda serie clasificatoria mejoró su marca en la semifinal, 3:32.19. En la rapidísima final buscó el paso que mejor le convenía y acabó tratando de luchar por el bronce, que se reveló carísimo. Acabó en un magnífico 5º puesto con 3:30.77. Fontes no se sintió cómodo y fue el 13º con 3:38.56.
El domingo 8 de agosto quedaba la prueba de maratón masculino y otra gran actuación española. El ilerdense de adopción Ayad Lamdassem (1981), entrenado por Antonio Cánovas, estuvo en el grupo que se formó tras la escapada de Eliud Kipchoge (1984). Solamente cedió en los últimos dos kilómetros. Finalmente entró en la 5ª posición, completando los once finalistas españoles.
Aunque hubo un buen número de atletas que rindieron a un gran nivel, también hubo actuaciones discretas. Tal vez la eliminación que resultó más dura para el aficionado fue la de la catalana Esther Guerrero (1990), entrenada por Joan Leonart. Guerrero es una excelente competidora que estaba en buena forma. Tiempo tendrán los atletas y los entrenadores de analizar su rendimiento y hacer modificaciones si así lo consideran.
No querría terminar sin recordar a una persona muy especial del atletismo, un entrenador de club volcado en este deporte y al que el atletismo español le debe mucho. Mariano Castiñeira tristemente nos dejó el año pasado. El atletismo lucense no sería lo mismo sin él. Fue el descubridor y primer entrenador de Adrián Ben, un excelente ejemplo de la importancia de la figura del entrenador.
Muchas gracias, atletismo español, por estos días en que nos habéis hecho vibrar con vuestro esfuerzo y vuestra búsqueda de los límites. Habéis estado cerca del sobresaliente. Nos vemos en Oregón.
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