El 1500 femenino en España (V). Actualización. Esther Guerrero y Marta Pérez

Esta entrada es una actualización de la serie El 1500 femenino en España, cuya última entrada se publicó el 17 de julio de 2017.

Tras la retirada de la madrileña, nacida en Suiza, Nuria Fernández (1976) y de la tarraconense Natalia Rodríguez (1979), el 1500 femenino español se ha quedado en manos de la gerundense Esther Guerrero (1990) y de la soriana Marta Pérez (1993), que están rayando a gran altura y llevando la prueba de nuevo a un gran nivel.

Esther Guerrero Puigdevall (Bañolas, Gerona, 7 de febrero de 1990) comenzó dedicándose a los 800 m. Progresivamente ha ido cambiando a los 1500 m, sin perder de vista la prueba más corta. En los Juegos de Río dio una imagen inmejorable de luchadora en su serie eliminatoria de 800 m. Se quedó a 0.65 de su marca y a 0.20 de la clasificación, pero no fue por falta de esfuerzo. Hasta 2020, Guerrero también había participado, además de en los Juegos de 2016, en los Mundiales al aire libre de 2015, 2017 y 2019 y en los Europeos al aire libre de 2016 y 2018, año en que comenzó a centrarse más en los 1500 m. Su mejor clasificación fue 11º en el 1500 del Europeo de 2018. En pista cubierta fue sexta en los 800 de 2017 y 2019. Fue 12 veces campeona de España, 4 en 800 m al aire libre (2015, 2016, 2017, 2020), 4 en 800 m en pista cubierta (2015, 2016, 2017, 2018), 2 en 1500 m al aire libre (2019, 2020) y otras 2 en 1500 m en sala (2019, 2020). En 2020, pese a estar ya más centrada en los 1500 m, registró unos excelentes 1:59.22 en 800 m, tercera mejor marca española de siempre.

Marta Pérez Miguel (Soria, 19 de abril de 1993), tres años más joven que Guerrero, ganó su primer campeonato de España absoluto de 1500 m en 2016. Hasta esta temporada había tomado parte, siempre en los 1500 m, en los Mundiales al aire libre de 2017 y 2019, en los Europeos de 2016 y 2018, donde fue novena, en el Mundial de pista cubierta de 2018 y en el Europeo de 2019, donde ocupó la octava posición. También ganó el campeonato de España de pista cubierta y al aire libre en 2018. En el extraño año de 2020 probó los 5000 m y fue campeona de España.

Para el año 2021 ambas atletas tratarían de dar los mejor de sí, de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio. Las dos hicieron temporada en sala. En el campeonato de España, Guerrero se impuso claramente a Pérez con 4:07.48, a 0.01 de su mejor marca de siempre. Sin embargo, en el Europeo de Toruń, en una carrera muy táctica, la soriana fue cuarta, justo delante de la gerundense. En el campeonato de España al aire libre se repetía la historia, con Guerrero primera y Pérez segunda, aunque, a diferencia de la pista cubierta, en una carrera muy lenta. La mínima olímpica era 4:04.20, aunque habría una repesca según la lista mundial. La fecha límite, el 29 de junio. Poco antes del campeonato de España, el 20 de junio, Guerrero había hecho 4:03.67, a 0.54 de su marca personal del año anterior. El 4 de julio mejoró a 4:02.41 y cinco días más tarde hizo 4:02.53. Estaba en la mejor forma de su vida. Pérez, cuya mejor marca, 4:04.88, databa de 2018, había logrado una mejor marca de la temporada de 4:06.96, suficiente para ir a los Juegos por la lista mundial.

Se confiaba en que Guerrero podría estar cerca de la final. Pérez parecía menos fuerte. Pero los pronósticos se rompieron en los dos sentidos. El 4 de agosto se disputaban las series clasificatorias. Se habían programado tres. Las seis primeras pasarían a las semifinales, así como seis tiempos de repesca. Pérez estaría en la primera y Guerrero en la segunda. La soriana entraba séptima en la primera con marca personal de 4:04.76, a 0.21 de la clasificación directa. La ganadora fue la canadiense Gabriela DeBues Stafford (1995) con 4:03.70. La española tendía que esperar al desenlace de las otras dos series. En la segunda, ocurrió una sorpresa negativa. Esther Guerrero tan solo era octava con 4:07.08, a 1.59 de la sexta. En ese momento tenía el cuarto mejor tiempo para la repesca, pero la tercera serie fue, como suele suceder, la más rápida. Ganada por la keniana Faye Kipyegon (1994), oro en Río, con 4:01.40, hubo tres atletas cuyos tiempos superaron al de la española. Esther Guerrero estaba fuera de los Juegos.

Dos días más tarde, el 6 de agosto tenían lugar las dos series semifinales. Se clasificaban para la final las cinco primeras y dos tiempos de repesca. La primera semifinal fue rapidísima, con las cinco primeras por debajo de 4:00.00 y Faye Kipyegon primera con 3:56.80. Para clasificarse había que entrar entre las cinco primeras o correr en menos de 4:01.23. Marta Pérez lo tenía aparentemente imposible. Se pasó la primera vuelta en 1:05.03, con Pérez muy bien colocada en quinta posición. El tiempo de los 800 m fue de 2:11.65, con la española en el medio de un grupo compacto. En el 1200, 3:15.50, con el grupo más estirado Pérez era quinta, dando una magnífica sensación. La soriana entraba sexta en la recta final, en cuya mitad sobrepasaba a la canadiense Lucia Stafford (1998) y conseguía la quinta plaza, con marca personal de 4:01.69, en una semifinal ganada por la neerlandesa Sifan Hassan (1993), 4:00.23. Marta Pérez estaba en la final tras haber superado en dos ocasiones su mejor marca.

En la final, del 8 de agosto, Hassan, que buscaba un triple oro imposible en esta prueba, los 5000 y los 10 000 m, decidió imponer un ritmo rápido desde el inicio, con pases de 1:02.84, 2:07.00 y 3:09.39, pero no conseguía despegar a Kipyegon, ni a la escocesa Laura Muir (1993). Con 220 metros para la meta, la keniana daba un tremendo acelerón al que Hassan no podía responder. Tampoco pudo resistir el ataque de Laura Muir en mitad de la curva. Las posiciones ya no se movieron. Kipyegon, se hacía con su segundo oro, con plusmarca olímpica de 3:53.11. Laura Muir era segunda con plusmarca británica de 3:54.30 y Hassan era bronce con 3:55.86. Por detrás, nada menos que otras cinco mujeres conseguían correr en menos de 4:00.00. Marta Pérez ya había cumplido de sobra las expectativas entrando en la final con doble marca personal, pero, probablemente, ella misma tenía la idea de entrar entre las ocho primeras y acercarse a la plusmarca española de Natalia Rodríguez, 3:59.51. En otra formidable actuación, se quedó muy cerca de ambos objetivos. Hizo una excelente carrera, sin dejarse llevar por el ritmo rápido de las primeras. Fue capaz de ir a un paso constante de 1:04.0 aproximadamente cada vuelta y consiguió una brillante novena plaza, en una final de altísimo nivel, con una nueva plusmarca personal de 4:00.12, la segunda mejor marca española de siempre.



Marta Pérez Miguel, graduada en Medicina, tuvo la memorable actuación de una gran competidora. Fue capaz de dar lo mejor de siempre de sí misma en el mejor escenario. Llegó a los Juegos con una plusmarca personal de 4:04.88 y se marchó con 4.:00.12, y otras dos marcas personales en el medio. Tras Tokio, fue cuarta en las reuniones de Lausana, 4:03.79 y Zúrich, 4:01.94. Por su parte Esther Guerrero fue capaz de ser segunda en la reunión de Berlín, con 4:04.45. La amistosa rivalidad entre ambas llevará en los próximos años, sin duda, al 1500 español a la mejor etapa de su historia.

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El 1500 en España (X). Actualización. La explosión de 2021

Esta entrada en la continuación de la serie El 1500 en España, cuya novena y última parte se publicó el 8 de enero de 2017.

La temporada internacional posolímpica de 2017 comenzó con el Campeonato de Europa de Pista Cubierta, celebrado en Belgrado. Hubo dos españoles en la final de 1500 m, ganada por el polaco Marcin Lewandovski (1987). El barcelones Marc Alcalá (1994), campeón de España en sala ese año, ocupó la cuarta posición y el tarraconense de Tortosa Llorenç Salas (1988) fue noveno. Al aire libre, la gran competición de ese año era el Campeonato del Mundo de Londres. España contó con tres atletas en la prueba de 1500 m, Marc Alcalá, el mallorquín séptimo en los Juegos de Río David Bustos (1990) y el palamosimo de adopción Adel Mechaal (1990). Los dos primeros no pudieron superar la primera ronda. Mechaal, dio la sorpresa al ocupar la cuarta posición en la final, a 0.18 del bronce.

Adel Mechaal nació el 5 de noviembre de 1990 en la localidad marroquí de El Jehba. Cuando tenía cinco años se trasladó a vivir a Palamós, donde se había afincado su padre tras venir a España a trabajar en las obras de los Juegos Olímpicos de 1992. Comenzó a practicar atletismo en 2009, con 18 años. Consiguió bajar de 3:40.00 en 2013. Ese año acabó con una marca de 3:36.78. En 2015 fue campeón de España de 1500 y 5000 m, doblete que repetiría en 2017. En 2016 fue subcampeón de Europa de 5000 m y en 2017 campeón de Europa de 3000 m en sala. En la temporada al aire libre de 2017, Mechaal se mostró ya muy fuerte en junio, con dos mejores marcas personales de 3:35.31 y 3:34.70, tiempo este último con el que acudió al Mundial de Londres a mediados de agosto. Pasó a las semifinales por puestos, al ser sexto en la primera serie con 3:38.99, y a la final, también por puestos al ocupar la quinta posición en la primera semifinal con 3:40.60. El keniano Tim Cheruiyot (1995) dio paso al primer 400 en 1:01.59. Aceleró notablemente el ritmo, con una segunda vuelta en 55.96, y 1:57.55 en los 800 m, formando un grupo con su compatriotas Elijah Manangoi (1993) y Asbel Kiprop (1989), con unos 10 metros sobre un pelotón muy estirado. A falta de 600 m, Mechaal se colocaba en la quinta posición, detrás el noruego Filip Ingebigtsen (1993). Al toque de la campana, ambos conseguían conectar con la cabeza. Cheruiyot continuaba liderando la carrera al paso por los 1200 m en 2:53.65. A falta de 200 m, Kiprop cedía. Quedaban los otros dos kenianos, peleando por el oro, con el noruego y el español pisándoles los talones. En la última recta los dos atletas africanos consiguieron destacarse ligeramente, Cheruiyot cedía a falta de 30 m, con lo que Manangoi se hacía con la medalla de oro, 3:33.61 por 3:33.99. Por detrás, Mechaal trató infructuosamente de adelantar por dentro a Ingebrigtsen, que defendió muy bien la cuerda y el bronce, hasta acabar en el suelo por un contacto con el español. El tiempo del noruego, 3:34.53, con Mechaal 3:34.71.

Mechaal fue quinto en 3000 del Mundial bajo techo de 2018, en una final muy lenta ganada por el etíope Yomif Kejelcha (1997) en 8:14.41. No hubo ningún finalista español en la prueba de 1500 m, como tampoco los hubo en el Europeo al aire libre de Berlín. Mechaal optó por el 10 000, prueba en la que fue cuarto, y el 5000, donde abandonó tras clasificarse para la final. Este 2018 fue un año muy flojo para los 1500 m. El mejor marquista del año fue Lorenç Salas con 3:38.18, el tiempo más lento para un líder español del año desde 1978, cuando el cántabro José Manuel Abascal (1958) encabezara la lista nacional con 3:40.0. Abascal era entonces el plusmarquista español con 3:38.2 de 1977. El campeón de España en 2018 fue el sorprendente burgalés Jesús Gómez (1991). Gómez, que había empezado a practicar atletismo a los 22 años, había bajado ese año por primera vez de 3:40.00. Su tiempo en el nacional fue de 3:38.67, a 0.04 de su mejor marca.

Fue precisamente Jesús Gómez quien consiguió la siguiente medalla internacional para España. Tras imponerse en el campeonato de España, fue medallista de bronce en el Campeonato de Europa en Pista Cubierta de 2019. La prueba se planteó como un duelo entre el polaco Lewandowski y el pequeño de los hermanos Ingebrigtsen, Jakob (2000), campeón de 3000 el día anterior y doble campeón de Europa al aire libre de 1500 y 5000 el año anterior. El polaco batió al noruego, 3:42.85 frente a 3:43.35, con Gómez tercero 3:44.39.

Al aire libre, el campeón de España fue el sevillano Kevin López (1990), explusmarquista español de 800 m, con 1:43.74. Mechaal optó por los 5000 m, prueba en que fue tercero. Ambos lideraron la lista mundial del año con 3:33.91 para el segundo y 3:34.83 para el primero. El tercero fue Jesús Gómez, con 3:36.40. Los tres acudieron al Campeonato Mundial en Doha, pero no alcanzaron la final.

La pandemia del SARS-COV2, que todavía padecemos, impidió que se celebrasen el Mundial en sala de Nankin, el Europeo al aire libre de París y provocó al aplazamiento de los Juegos de Tokio. Aun así, la Federación Española consiguió que se celebrasen los campeonatos de España de todas las categorías. En pista cubierta, el campeón de España fue Jesús Gómez. Al aire libre, el oro fue para Kevin López, seguido del granadino Ignacio Fontes (1998) y de Jesús Gómez. Gómez fue el mejor español de año con una excelente marca personal de 3:33.07. Fontes fue segundo con 3:33.72. El granadino había sido campeón de Europa sub23 de la distancia el año anterior. El tercero de la temporada fue el berciano plusmarquista español de 800 m, 1:43.65, Saúl Ordóñez (1994), con 3:34.98. Tras haber tocado fondo en 2018, el 1500 español parecía haber vuelto por el buen camino, pero lo mejor estaba por llegar.

Y lo mejor llegó en una temporada 2021 histórica para la prueba. Pese a la pandemia, y con sus correspondientes restricciones, se mantuvo la mayoría del calendario atlético nacional e internacional, incluyendo los aplazados Juegos Olímpicos. La primera parada fue el Europeo en sala de la ciudad polaca de Toruń. El noruego Jakob Ingebrigtsen estaba decidido a hacer el doblete 1500/3000 que el polaco Lewandowski la había impedido dos años antes. La final de 1500 tuvo los mismos protagonistas que en la anterior edición, pero esta vez, en una carrera a buen ritmo, se impuso el noruego, 3:37.56, al polaco, 3:38.06, mientras el campeón de España Jesús Gómez era tercero, 3:38:47, y Fontes cuarto, 3:39.66.

Ingebrigtsen consiguió su objetivo, al repetir oro en los 3000 m, 7:48.20, con Mechaal bronce, 7:49.47, y otro español, Mohamed Katir, cuarto, 7:49.62. Mohamed Katir, nacido en la ciudad marroquí de Alcazarquivir el 17 de febrero de 1998, criado en Mula (Murcia) desde los cinco años y español desde 2019, protagonizó la gran sorpresa de 2021 con la consecución de tres plusmarcas españolas de enorme calidad. El 10 de julio, en Florencia, registraba 12:50.79 en 5000 m. El 9 de julio, en Mónaco, superaba la plusmarca española de 1500 de Fermín Cacho (1969) de 3:28.95 (1997), con 3:28.76, a 0.06 de la plusmarca europea de Jakob Ingebrigtsen, tercero en esta carrera, mientras Katir era segundo, tan solo superado por Tim Cheruiyot, 3:28.28. Finalmente, el 13 de julio, el español corría los 3000 m en 7:27.64. Esta misma temporada ya había realizado 3:33.62 y 13:08.52. Sus mejores marcas en temporadas anteriores eran 3:36.59, 7:44.14 y 13:50.19. En los Juegos Olímpicos optó por los 5000 m, donde ocupó la octava posición.

En el campeonato de España, Mechaal, que había logrado ponerse en forma en el último momento, tras haber tenido problemas físicos, se impuso a Fontes, que venía de correr en 3:33.84 y en unos días mejoraría a 3:33.37, y al salmantino estudiante en Estados Unidos, Mario García Romo (1999), que en unos días sería plata en el Europeo sub23. Mechaal, Fontes y Jesús Gómez, este limitado por una lesión, serían los representantes españoles en los Juegos de Tokio.

Y en Tokio tuvo lugar la prueba de 1500 m con el nivel más alto de la historia. Se superó dos veces la plusmarca olímpica y los españoles no desentonaron en absoluto. La primera ronda tuvo lugar el 3 de agosto. Ignacio Fontes fue octavo en la primera serie, con 3:36.95, a 0.95 de la cabeza. Jesús Gómez sufrió una caída en la segunda serie, y resultó recalificado. Mechaal logró la clasificación por puestos al ser sexto en la tercera y última serie con 3:36.74, a 0.60 del ganador. Finalmente Fontes pudo pasar por tiempos. Las semifinales del 5 de agosto resultaron trepidantes. El británico Jake Wighman (1994), acreditado en 3:29.47, se impuso en la primera con 3:33.48, mientras Fontes se clasificaba directamente al ocupar la quinta plaza con 3:34.49. Y si se había corrido muchísimo en esta primera semifinal, la segunda rompió cualquier expectativa. El keniano Abel Kipsang (1996) superaba con 3:31.65 la plusmarca olímpica de Noah Ngeny (1978) de 2000, 3:32.07. Segundo fue Ingebrigtsen, 3:32.13, tercero el británico Josh Kerr (1997), 3:32.18 y cuarto Mechaal, con plusmarca personal de 3:32.19. El marroquí Abdelatif Sadiki (1999) y el campeón en Río, el estadounidense Matt Centrowitz (1989), con 3:33.59 y 3:33.69, respectivamente, se quedaban fuera de la final. Jesús Gómez no pudo evitar la penúltima plaza.

Con una semifinales tan rápidas y con Cheruiyot en la final, se esperaba una prueba definitiva rapidísima, pero probablemente menos rápida de lo que finalmente resultó. Tras la salida, con menos de 200 m de carrera Ingebrigtsen se colocó en cabeza y pasó el primer 400 en 56.14. Enseguida se vio relevado por Cheruiyot, que aceleró más el ritmo y puso al grupo en fila. El keniano cruzaba los 800 m en 1:51.74, con Ingebrigtsen inmediatamente detrás y el grupo muy estirado. Cheruiyot seguía en cabeza al paso por los 1200 m, en 2:47.24 y no conseguía despegar al noruego. Unos 5 metros más atrás Kipsang, Kerr y Mechaal formaban el grupo perseguidos. A falta de 120 m, Ingebrigtsen se colocaba en cabeza. Por detrás, Kipsang y Kerr se acercaban peligrosamente a Cheruiyot, mientras Mechaal se mantenía en la quinta plaza. La recta final del noruego fue apoteósica, dando incluso la sensación de no correr al máximo. Consiguió imponerse claramente con nueva plusmarca olímpica y europea de 3:28.32. Cheruiyot mantenía el segundo puesto a duras penas, 3:29.01, resistiendo el durísimo ataque de Kerr, que se llevó como premio un bronce y una plusmarca personal de 3:29.05. Kipsang fue cuarto con 3:29.56, también plusmarca personal. Mechaal mantuvo una brillante quinta plaza, con su mejor marca de siempre y cuarta española de todos los tiempos, 3:30.77. Por detrás, Fontes pagaba el esfuerzo de las rondas previas y entraba el decimotercero.

Los Juegos de Tokio supusieron el culmen de la prueba de 1500 española. Aunque todavía quedaba temporada, ya no hubo más movimientos en la lista del año, una lista de enorme calidad, no solo por la plusmarca nacional y por la cuarta mejor marca de siempre, sino también porque hubo diecisiete atletas que corrieron por debajo de 3:40.00. Entre ellos están el ya mencionado estadounidense Mario García Romo, que mejoró este año hasta 3:35.79, el aragonés sub20 Pol Oriach (2002), 3:37.67, segunda mejor marca española de la categoría de siempre, o el gallego Adrián Ben (1998), 3:37.79, quinto en la final olímpica de 800 m, cuyo previsible recorrido en la prueba de 1500 probablemente será largo. Otro atleta destacado es el hispano-urugayo Santiago Catofre (1998), que este año ha mejorado hasta 3:35.20, si bien compite con Uruguay.

Si tras los Juegos de Río el panorama de la prueba en España, tras los Juegos de Tokio, el futuro se dibuja espléndido, coincidiendo además con una importante reactivación de la distancia en el ámbito mundial. Nos esperan tiempos interesantes.

Murray Halberg, un atleta paralímpico campeón olímpico

Esta entrada se publicó por primera vez en el número 16, y último, de la revista Somos Atletismo, del mes de octubre de 2021. 

El 2 de septiembre de 1960, el Estadio Olímpico de Roma fue testigo de la victoria en la final olímpica de 5000 m del neozelandés Murray Halberg. Halberg, que se había separado de sus rivales  falta de tres vueltas, mostraba una evidente alteración en el braceo izquierdo. Diez años antes una grave lesión durante un partido de rugby le había causado una importante limitación en la movilidad de ese brazo.

Murray Gordon Halberg nació en la pequeña localidad de Eketāhuna el 7 de julio de 1933. Siendo un niño se trasladó con su familia a Auckland, donde comenzó a practicar atletismo y rugby, hasta que en 1949 se vio obligado a dejar este último deporte por el complicado traumatismo recibido. Sufrió dos operaciones, dos meses de ingreso hospitalario e innumerables sesiones de rehabilitación con reaprendizaje motor. En cuanto se recuperó, con secuelas, retomó el atletismo. Su carrera atlética despegó cuando empezó a entrenar en 1951 con Arthur Lydiard (1917-2004), quien sería una de las grandes referencias mundiales del medio fondo y del fondo. En 1952, Halberg superaba la plusmarca de su país de la milla en categoría junior (sub20), con 4:17.2. En 1954 mejoró hasta 4:04.4, plusmarca nacional absoluta, en febrero, en una pista de hierba en Auckland. Resultó seleccionado para la milla de los Juegos del Imperio Británico y de la Commonwealth, que se celebrarían en Vancouver, distancia en la que tuvo lugar el gran duelo entre el británico Roger Bannister (1929-2018), primer atleta en bajar de 4 minutos en la distancia unas semanas antes, y el australiano John Landy (1930), plusmarquista de la distancia en ese momento. El oro fue para el británico, 3:58.8, en una de las grandes carreras de medio fondo de la historia, mientras Landy fue segundo, 3:59.6. Halberg, que había obtenido el tiempo más rápido en las semifinales, fue quinto con 4:07.2.

En 1956, Halberg dominaba con mano de hierro el medio fondo y fondo de su país, con una colección de plusmarcas nacionales que incluía las 1000 yardas, 2.08.4, la milla, 4:01.8, las 2 millas, 8:51.4 y las 3 millas 13:38.8. Terminó el año en los Juegos Olímpicos de Melbourne, donde ocupó la 11ª posición en los 1500 m, con 3:45.2. El ganador fue el irlandés Ron Delany (1935) con 3:41.2. En 1957, en una rara incursión en los 5000 m, Halberg prefería las 3 millas, registró 13:56.8, plusmarca continental. Esa temporada comenzó a alternar la milla y las tres millas, lo que lo llevó en 1958 a participar en ambas distancias en los Juegos de la Commonwealth. Venció en las 3 millas y repitió la 5ª posición de la anterior edición en la milla. Ganó el portentoso australiano Herb Elliott (1938), que unos días más tarde sería plusmarquista mundial, 3:54.5. Ese año Halberg se convirtió en el primer neozelandés en bajar de 4 minutos en la milla, 3:57.5 y también realizó una gran marca en los 1500 m, 3:38.8, segunda de ese año tras la plusmarca mundial de 3:36.0 de Elliott.

Para los Juegos Olímpicos de 1960, Halberg desechó los 1500 metros, y decidió concentrarse en los 5000 y en los 10 000 metros. En la primera distancia había mejorado a 13:55.5 y en la segunda había corrido en 28:48.0, la primera vez que hacía esta prueba, a 17.6 de la plusmarca mundial del ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975). Junto con su entrenador, Halberg decidió tratar de repetir en los 5000 m la exitosa táctica de su victoria en los Juegos de la Commonwealth, romper la carrera a falta de tres vueltas. Así lo hizo. Corrió la décima vuelta en 1:01 y abrió un hueco de más de 20 metros que se fue reduciendo progresivamente hasta 9 metros en la meta, suficiente para ganar el oro olímpico con 13:43.4, su mejor marca personal, 1.2 menos que el alemán Hans Grodotzki (1936). En la final de los 10 000 m, celebrada 6 días más tarde, Halberg prácticamente igualó su marca, pero el resto de los competidores mejoraron, algunos largamente, sus prestaciones. Los 28:48.6 del neozelandés le sirvieron para ser quinto. El ruso, entonces soviético, Piotr Bolotnikov (1930-2013) ganó el oro con 28:32.2, muy cerca de la plusmarca mundial de Kuts, con Grodoztki plata en 28:37.0. No hay que olvidar que era la segunda vez que Halberg corría los 10 000 metros.

La temporada de 1961 fue la de las plusmarcas mundiales para el neozelandés, todas ellas en distancias imperiales. El 14 de enero, 2 millas en pista cubierta, 8:34.3, el 7 de junio, 2 millas al aire libre, 8:30.0, el 17 de julio, relevo 4 x 1 milla, 16:23.8 y el 25 de julio, 3 millas 13:10.0, al paso de los 5000 m, que terminó en 13:35.2, a 0.2 del techo universal de Kuts. En 1962 revalidó su título de las 3 millas en los Juegos de la Commonwealth, batiendo al entonces poco conocido australiano Ron Clarke (1937-2015). Menos conocido era un keniano de 22 años, que terminó el 11º, llamado Kip Keino (1940). Daría mucho que hablar en poco tiempo. Halberg remató el año corriendo un maratón en 2h28:43.

Tras un año de 1963 de transición, Halberg comenzó 1964 mejorando en 10 000 metros hasta 28:36.8. Era la segunda mejor marca de la temporada de los 38 participantes de la final de 10 000 de los Juegos Olímpicos de Tokio, celebrada el 14 de octubre. El más rápido del año era Ron Clarke, con 28:36.4. El año anterior había superado la plusmarca mundial con 28:15.6. Los dos corredores oceánicos eran los favoritos. Sin embargo, los pronósticos no se cumplieron. El sorprendente estadounidense de origen sioux Billy Mills (1938) se impuso en una trepidante última vuelta al tunecino Mohamed Gammoudi (1938). Sus tiempos fueron 28.24.4 y 28:24.8. Ninguno de los dos había bajado previamente de 29 minutos. Clarke fue tercero con 28:25.8 y Halberg séptimo con 29:10.8. El neozelandés salió en su semifinal de 5000 m, pero no se pudo clasificar para la final por 0.6. Eran cuatro series y pasaban los tres primeros. Un mes después de los Juegos, registró 28:33.0 en 10 000 m, su mejor marca de siempre. El cierre de la temporada supuso la retirada de Halberg. A partir de entonces trabajó en el Halberg Trust, una institución que había fundado en 1963 dedicada a la integración en el deporte de niños con discapacidades. Por esta actividad, en 1987 se le nombró Caballero (Knight Bachelor) y en 2008 se le concedió la Orden de Honor de Nueva Zelanda.

Murray Halberg fue un atleta con un admirable espíritu de superación. Pese a su minusvalía fue capaz de convertirse en uno de los mejores corredores de fondo de su época y de alcanzar la gloria olímpica. Su negativa experiencia acabó transformándose en una oportunidad para la integración de niños con discapacidad, como lo fue él mismo.

En este documental titulado The Golden Hour se cuenta la historia de Arthur Lydiard y sus atletas. El título se refiere al espacio de una hora en los Juegos Olímpicos de Roma en que los dos mejores pupilos de Lydiard, Peter Snell (1938-2019) y Murray Halberg, ganaron el oro olímpico en 800 y 5000 m respetivamente.

Mariano García Verdugo, toda una vida dedicada al atletismo

Esta entrevista se publicó por primera vez en el número 16, y último, de la revista Somos Atletismo, del mes de octubre de 2021. Ha sido un auténtico placer colaborar con Carles Baronet y Joan Estruch en este ilusionante proyecto. Ojalá tengamos ocasión de volver a trabajar juntos.

Hablar de Mariano García-Verdugo Delmas (Madrid, 30 de agosto de 1948) es hacerlo de uno de los técnicos de referencia de medio fondo y fondo del panorama nacional. Corredor de obstáculos en su juventud, tras terminar su licenciatura en Educación Física, comenzó en los años 70 a trabajar como entrenador para el recién formado Club Universitario de Atletismo (CUA) de Santiago de Compostela y en el colegio La Salle, de la misma ciudad, como profesor de Educación Física. En 1988 accedió a la Dirección de Deportes de la Universidad de Santiago, lo que compatibilizó desde 1989 con el cargo de responsable nacional de medio fondo de la Federación Española de Atletismo (RFEA), puesto que ocupó hasta 2012 y que le permitió acudir a seis Juegos Olímpicos, dieciocho campeonatos del Mundo y diecisiete campeonatos de Europa. Ese 2012 también se jubiló de la USC y recibió un merecido homenaje al que acudieron decenas de sus antiguos atletas. Desde entonces ha continuado activo tanto físicamente, alterna a diario la carrera continua y la elíptica, como en su campo profesional, entrenando atletas, impartiendo clases en el Master de Alto Rendimiento de Comité Olímpico Español (COE) o escribiendo libros. Acaba de publicar sus dos últimas obras, sobre un tema que siempre le ha preocupado sobremanera, el entrenamiento de niños y adolescentes. Siempre es un placer conversar con Mariano, no solo por sus vastos conocimientos atléticos, sino, sobre todo, por el gran entusiasmo que muestra en todo lo que hace.

Los comienzos en Pontevedra

P: Mariano, cuando empezaste en los años 60 a practicar atletismo era un deporte desconocido, incomprendido y casi exótico. ¿Qué fue lo que te atrajo para que te acabases dedicando toda tu vida a esto?

R: Era tan exótico que muchas veces te insultaban si te veían corriendo. Mi padre había jugado al fútbol en un equipo de la Primera División de Marruecos, sin embargo, era un apasionado del atletismo, algo que me transmitió. Yo también jugaba al fútbol en el colegio, pero enseguida me di cuenta de que corría más que mis compañeros. Cuando yo tenía 10 años, por el trabajo de mi padre, nos afincamos en Pontevedra. Allí, con 12 años, me anotaron a una competición de campo a través y quedé tercero, me enganché y comencé a practicar atletismo en el club Cisne, en el estadio de la Juventud, y después en la Sociedad Gimnástica de Pontevedra, con José Luis Torrado, mi segundo padre, a quien debo mucho de lo que soy.

P: ¿Y cómo era el atletismo de entonces para el adolescente que eras tú?

R: Bueno, literalmente éramos cuatro locos que corrían. Había poco conocimiento y pocas fuentes de información, pero Torrado era un hombre muy inteligente e intuitivo y su método, mayormente autodidacta, funcionaba. Era capaz de sacar el máximo rendimiento a mi trabajo y yo confiaba plenamente en él. También nos ayudaba que el nivel del atletismo gallego era ya muy alto, con Carlos Pérez, Manuel Augusto Alonso, Javier Álvarez Salgado, Rafa García, Virgilio González Barbeitos… Más próximos a mí en edad son Manuel Carlos Gayoso, compañero de entrenamiento algún tiempo, y Ramón Magariños.

P: Y el atletismo hizo que te decantases por dirigirte profesionalmente al estudio del deporte.

R: La verdad es que no sabía muy bien qué hacer. No había ningún campo al margen del deporte que me llamase. Cuando abrió el Instituto Nacional de Educación Física en Madrid vi mi oportunidad. Me dieron una beca Blume y allá me fui.

P: Y nada más terminar te vienes a Santiago.

R: Pues sí. Ernesto Viéitez Cortizo era catedrático de Biología y delegado de deportes en la USC. Había implementado unas becas para atraer deportistas de alto nivel a la Universidad. Necesitaba un técnico, de modo que me enteré, le escribí una carta, me vino a ver a Madrid y me contrató. Estamos hablando de principios de los 70. El trabajo era a tiempo parcial. El resto del tiempo trabajaba como profesor de Educación Física en el Colegio La Salle, donde permanecí 18 años.

Mariano, el segundo por la izquierda, en una magnífica instantánea de una competición de obstáculos

En Santiago de Compostela, entrenador, gestor deportivo y profesor de Educación Física

P: Y en Santiago organizaste la escuela de atletismo.

R: La USC contaba con un estadio de atletismo, que entonces tenía una pista de ceniza de 333 m de cuerda. La instalación se había construido en la ladera de un montículo, sin tener en cuenta el viento Norte, tan frecuente en estas latitudes, pero era con lo que contábamos. Con los atletas becados, niños que conseguíamos interesar por el atletismo, mucho trabajo y mucha ilusión comenzamos a crear una escuela de atletismo a semejanza de la de Salamanca. Hacíamos de todo, trabajo técnico, de gestión.

P: Sí, porque aunque se te conoce principalmente como entrenador de medio fondo y fondo, dirigiste técnicamente a saltadores y lanzadores. Hiciste a José Luis Antas campeón de España promesa de salto de altura en 1987 o al añorado lanzador de martillo César González Fares medallista en el nacional absoluto. Esas pruebas tan técnicas requerían muchas horas con el atleta. ¿De dónde sacabas el tiempo?

R: No lo sé. El tiempo aparecía. En ese sentido tengo que dar las gracias a mi mujer, María Luisa Peralta, que, al ser ella misma entrenadora y profesora de Educación Física, comprendía perfectamente mi motivación. Como entrenador, lógicamente, disfruto viendo cómo el trabajo realizado con los atletas les permite progresar. Y las pruebas técnicas me encantan. Éramos un club pequeño y no podíamos especializarnos en un sector, así que todos hacíamos de todo, pero sí es cierto que dedicaba mucho al martillo y al salto de altura. Te puedo contar que un día me encontré en el colegio a un chaval superdotado para el lanzamiento de jabalina. Tenía una bola de medio kilo y pedía a los chicos que la lanzasen. Más o menos me colocaba por donde solía caer y este del que te hablo me sobrepasó 20 metros. Lo llevé a lanzar jabalina y de forma natural se fue a 56 metros (era la antigua jabalina). Una lástima que por circunstancias familiares no pudiese entrenar regularmente.

P: ¿Cómo era tu día a día de entonces?

R: Pues tenía 30 horas semanales de clase en La Salle, además de 5 horas cada semana de entrenamiento de niños que hacían atletismo. Terminaba a las 18 y me iba al estadio universitario, hasta las 21:30 y en los fines de semana había competiciones. Cuando eran fuera de Santiago había el añadido de las malas vías de comunicación en aquel momento.

P: ¿De qué manera influyó en tu trayectoria posterior tu experiencia en La Salle con niños y adolescentes?

R: Mi paso por La Salle fue globalmente muy positivo. Me permitió conocer de cerca los complejos problemas que hay en estas edades y la forma de resolverlos, algo que después pude aplicar yo mismo a los entrenamientos de mis atletas. Gracias a mi estancia en La Salle he podido publicar estos dos últimos libros. El colegio también fue una cantera de futuros atletas. Incluso habíamos ido a aquel programa de promoción del deporte de RTVE Torneo, presentado por Daniel Vindel. En el patio habíamos pintado un circuito de 300 m de perímetro y teníamos plusmarcas del colegio de diferentes distancias. De ahí, muchos chavales se pasaron al estadio universitario.

Mariano, formado parte del equipo español de maratón, en el medio de la fotografía, entre Gaston Roelants y Gaston Reiff, con Emil Zátopek a la derecha de Roelants, tres campeones olímpicos

Director de deportes de la USC y responsable nacional de medio fondo

P: A finales de los 80 tu carrera profesional da un vuelco cuando te nombran Director de Deportes de la USC y poco después responsable de medio fondo de la RFEA.

R: Sí, hubo dos grandes saltos cualitativos en mi carrera. Llegó un momento en que noté que me quedaba desfasado En ciudades grandes hay muchos técnicos especializados, pero en Santiago no. Así que decidí hacer el Máster de alto rendimiento deportivo del COE, del que he acabado siendo profesor. Doy dos asignaturas, Bases de la planificación deportiva y Programación del entrenamiento de resistencia. El segundo gran salto fue mi nombramiento de responsable nacional de medio fondo, porque me abrió infinitas posibilidades. No solo pude contemplar a los mejores mediofondistas españoles desde una atalaya privilegiada, sino que además pude convivir con la élite y adquirir muchísimos conocimientos hablando con técnicos de todo el mundo. Hay cosas que no están escritas. Acabas conociendo la aproximación al atletismo de los mejores entrenadores

P: Volviendo al tema de la universidad. La USC cuenta con unas instalaciones más que buenas. Sin embargo, la organización del deporte universitario sigue siendo mejorable.

R: La Ley del Deporte establece que las universidades pueden tener hasta un 5% de deportistas de alto nivel a los que debe facilitar hacer compatible el deporte y el estudio, pero después cada profesor es el que decide. Y desgraciadamente algunos de ellos directamente odian el deporte y basta que el estudiante sea deportista para que se lo pongan más difícil. Por otro lado, no hay muchas competiciones universitarias, más allá de lo que organiza cada universidad para consumo interno. En Estados Unidos, las competiciones universitarias impresionan, si bien entre el deporte universitario y el profesional no hay nada intermedio porque no hay clubes ni federaciones que lo fomenten. Aquí, el deportista universitario tiene que buscarse la vida porque falla la infraestructura.

P: Tu cargo de responsable nacional de medio fondo te permitió ver en directo a los mejores atletas del mundo. ¿Cuáles han sido los atletas que más te han llamado la atención?

R: Cuando empecé mi referencia era el francés Michel Jazy, y también Peter Snell y Ron Clarke. Posteriormente me pareció fantástica la rivalidad entre Coe y Ovett. De lo que yo viví, uno de los atletas que más me impresionó fue Fermín Cacho. Antes de la competición irradiaba tal seguridad, que solo con la mirada ya le absorbía la energía a tres o cuatro rivales. Y ello pese a que tácticamente no era especialmente bueno. Quien, cuando estaba en forma, leía las carreras como nadie era Reyes Estévez. En el ámbito internacional, me quedo con Hicham El Guerrouj, con cuyo entrenador tengo una estrecha relación. El Guerrouj mostró una tremenda superioridad durante casi una década. Sin embargo, por una concatenación de desgraciadas circunstancias, llegó a sus terceros Juegos, con casi 30 años, sin haber ganado el oro. Esa temporada se encontró con un rival que corría tan rápido como él y que en la final olímpica, a falta de 60 metros, lo sobrepasó ligeramente. Lo que pudo pasar por esa cabeza. Me pareció admirable cómo mantuvo la mente fría y cómo consiguió no crisparse y ser campeón olímpico.

Mariano con Hicham El Guerrouj, uno de los atletas que más ha admirado

Deporte, sociedad y cultura deportiva

P: Antes comentabas que en tu juventud alguna gente te insultaba cuando te veían correr por la calle. ¿Ha cambiado la percepción del deporte?

R: Afortunadamente sí, aunque te diría que no lo suficiente. En cualquier caso hemos pasado de que no se recomendase el deporte (y cuando era profesor tenía muchísimas exenciones en Educación física) y que se considerase una pérdida de tiempo, a que se haya convertido en fundamental para la mejoría de la salud. Como bien sabes, hoy hay datos de que el rendimiento intelectual es mejor en las personas que hacen deporte, pero hay otra dimensión que apenas se está empezando a considerar, la económica. Un país que hace deporte tiene mejor salud media y eso se traduce en un considerable ahorro en la factura sanitaria. Y están las cualidades que adquiere el deportista que ha competido que se pueden aplicar al campo profesional, como la capacidad de trabajo, la resistencia, la disciplina. Eso también significa riqueza. El deporte debería ser una parte fundamental en la formación integral del individuo. En mi opinión tendría que ser obligatorio.

P: ¿Y la cultura deportiva mejora?

R: Hay muy poca cultura deportiva, incluso en el fútbol. Aunque es, con diferencia, el deporte que más aficionados reúne, la mayoría se limita a querer que gane su equipo como sea. Ignoran absolutamente el trabajo técnico que requiere un equipo de alto nivel. La prensa tampoco contribuye, ya que la mayoría de los análisis son resultadistas o sesgados. Incluso, en ocasiones, se cuenta más la vida personal de los futbolistas.

P: A propósito de la cultura deportiva, tu viviste en primera persona el desastre del estadio municipal de San Lázaro, cuyas instalaciones atléticas nunca se pudieron homologar porque no cumplían las condiciones

R: Y tanto. Me habían nombrado coordinador de la organización para la final de la Copa de Europa de 1ª división que tendría lugar en Santiago, en el nuevo estadio. Se aceptó la entrega de la obra sin que las instalaciones atléticas cumpliesen las condiciones reglamentarias. El Consejo Superior de Deportes pagaba una parte con la condición de que fuese un estadio multiusos. Pero finalmente se quedó en un uso único. Y fue una lástima porque en ese estadio se podrían haber celebrado competiciones importantes.

P: El atletismo sigue siendo muy desconocido. ¿No debería ser la base del resto de los deportes, y más en estos tiempos en que la preparación física es fundamental?

R: La sensación muchas veces es que no solo los aficionados al deporte, sino también parte de la prensa deportiva, únicamente se acuerdan del atletismo cuando hay Juegos Olímpicos. Respecto a si el atletismo debería ser la base del resto de los deportes, era lo que pensaba yo hace años, pero con el tiempo me he dado cuenta de que el joven necesita una formación deportiva completa, inespecífica, que desarrolle cualidades como la fuerza, resistencia, velocidad, coordinación, flexibilidad que servirán para muchos deportes, incluido el atletismo.

P: El equipo español de atletismo acaba de hacer un papel muy notable en los Juegos Olímpicos, con un gran rendimiento general, pero si nos comparamos con los países de nuestro entorno salimos perdiendo claramente. ¿Qué falla?

R: Es cierto que hemos mejorado mucho. En los años 60, los objetivos eran los Juegos del Mediterráneo o la Westathletic y los equipos olímpicos eran muy poco numerosos, pero había algo que funcionaba muy bien. Eran los Juegos Escolares, que tenían varias fases, regional, sector y nacional. Si obviábamos un cierto trasfondo político, eran un medio excelente para la promoción del atletismo. Desaparecieron cuando el deporte escolar se transfirió a las autonomías. Ya hemos hablado del escaso papel de las universidades en el desarrollo del deporte. Y, por último, está el problema de los entrenadores. En España la mayoría son, somos, entusiastas que no tienen un reconocimiento económico acorde con su trabajo. Las escuelas de entrenadores en España son muy buenas, pero  la motivación tiende a disminuir si las condiciones para entrenar son precarias. En Francia los entrenadores de atletas de alto nivel son profesores de Educación Física en excedencia y cobran como tales. Aun así, en España siguen saliendo atletas, gracias al entusiasmo no solo de los entrenadores, sino también de directivos de clubes de atletismo, que, a veces son la misma persona, como me sucedió a mí con el CUA. En resumen, falta promoción del deporte, falta deporte universitario y falta profesionalización de los entrenadores.

P: Ya que hablas del papel del entrenador, absolutamente fundamental para que haya atletismo, a veces incluso el propio atleta no tiene claro su importancia.

R: Sí, y es muy triste. En ocasiones incluso el atleta parece que piensa que le hace un favor al entrenador dejando que lo entrene.

Mariano en el estudio de su casa, en la actualidad

El entrenamiento de niños y adolescentes

P: Acabas de publicar dos libros Las cualidades físicas y su evolución. Aplicación a niños y adolescentes y La formación del futuro deportista. Fundamentos del entrenamiento a largo plazo. Tratas un tema que siempre te ha interesado y preocupado como es la formación de los niños y adolescentes en el deporte.

R: Dices bien, la formación, porque a esas edades no basta con el entrenamiento. Hay que trabajar muchos más planos vitales. En estos momentos hay cuatro modalidades de técnicos de atletismo, el monitor, el entrenador de club, el entrenador nacional y el entrenador especialista. Hace tiempo que reivindico un entrenador especialista en niños y adolescentes. A estas edades hay aspectos muy específicos, no estrictamente deportivos, que hay que tratar. Hay que tener conocimientos de Pedagogía, de los procesos que ocurren en la adolescencia. Hay que saber cómo abordar al niño en cada momento vital. Pero además hay que saber lo suficiente de alto rendimiento para  trazar el camino atlético del niño, aplicando en cada momento las cargas físicas y psicológicas adecuadas. El desarrollo como atleta tiene que ir parejo al desarrollo personal. No tiene sentido evaluar la fuerza explosiva en un preadolescente, cuando aún no han llegado las hormonas. Tampoco se debe abusar de los clavos. De hecho en los últimos años hay una corriente que propone que los niños hagan más entrenamientos descalzos. Desde pequeños nos ponemos unas cajas en los pies y no desarrollamos correctamente la musculatura o la sensibilidad propioceptiva del pie.

P: A veces a esas edades hay demasiada obsesión con las marcas.

R: En edades tempranas no tiene ningún sentido. Si miras una lista de los mejores cadetes, la mayoría no continúan. Las marcas no deben ser un objetivo, sino una consecuencia del trabajo bien hecho. Lo que hay que hacer es preparar al niño o al adolescente para que en el futuro sea capaz de entrenar al límite, que tenga la capacidad y la fuerza de voluntad. Para ello debe irse mucho más allá de la preparación puramente física. Al joven hay que enseñarle qué es el deporte, su significado, el papel del esfuerzo diario, de la disciplina, del sacrificio, que los resultados cuestan, pero que con trabajo se consiguen muchas cosas, que formar a un deportista es una cuestión de muchos años, que el talento sin el trabajo duro no vale, que el día de la competición hay que dar lo mejor de uno mismo y eso solo se consigue con un gran dominio mental, que también hay que entrenar. En el caso del atletismo, el rival del atleta tiene que ser el mismo atleta. Es una cuestión de superación personal. Debemos diferenciar entre atletismo de élite y atletismo de alto rendimiento. Alto rendimiento consiste, mediante el entrenamiento planificado, en tratar de alcanzar el potencial de un atleta, sea, hablando de 1500 m masculinos, 4 minutos, 3:50, 3:40 o 3:30.

P: Pero la pedagogía del atletismo incluye muchas más cosas

R: Por supuesto. El joven ha de saber el papel fundamental del entrenador y todo el conocimiento que posee. También es muy importante prepararlo para el fracaso. Muchos cuerpos no resisten el esfuerzo que requiere el atletismo de alta competición. Hay que enseñarles el valor de jugar limpio, de respetar al rival, de no obsesionarse con las marcas. Y también han de formarse fuera de la pista y prepararse para el futuro. La falta de formación puede generar incertidumbre y condicionar negativamente el rendimiento. En definitiva se trata de un proceso de desarrollo formativo educativo que, como decía antes, requiere trabajar muchos aspectos, no solamente físicos.

P: ¿Y cómo se motiva a los niños para que hagan atletismo?

R: No es fácil. Esa es otra  de las características que debe tener un entrenador de niños. También es cierto que el niño se motiva en lo que destaca, como me pasó a mí cuando me di cuenta de que corría más que mis compañeros. Hay que hacer el atletismo atractivo, combinar el entrenamiento más exigente con juegos y conseguir que el estadio sea también un lugar de encuentro. Se pueden hacer actividades lúdicas relacionadas con el deporte, como ver películas o vídeos de atletismo y comentarlos, dar charlas sobre historias del atletismo… Los niños no tienen que entrenar todos los días pero es bueno que vayan todos los días a la instalación. Cuando estaba en La Salle recuerdo decir a mi grupo de entrenamiento que ese día no entrenaríamos. Ellos mismos, de forma espontánea, decidieron que quedarían en la puerta del estadio para decidir a dónde se irían. El estadio ya formaba parte de sus lugares favoritos

P: Por último, Mariano, ¿de qué atleta que hayas entrenado te sientes más orgulloso?

R: Me resulta imposible contestar a esa pregunta. Sí te puedo decir que me he sentido orgulloso de ver cómo atletas a los que he entrenado han mejorado gracias a la constancia, al trabajo y a la confianza en el entrenador. Y no necesariamente los que más talento tenían. Me he encontrado personas que me han agradecido que les hubiese cambiado la vida para mejor. Y entonces pienso que he cumplido el objetivo que me marqué cuando decidí dedicarme a esto.

El proceso de formación de los jóvenes deportistas

En su incesante estudio sobre el deporte en general y el atletismo en particular, Mariano acaba de publicar dos libros sobre un tema que siempre le ha interesado sobremanera, la formación de niños y adolescentes deportistas. Aunque su intención era escribir un solo volumen, finalmente han sido dos, donde Mariano refleja no solo su larguísima trayectoria como entrenador de atletismo, sino también sus valiosas experiencias como profesor de Educación Física en un colegio durante 18 años.

Las cualidades físicas y su evolución. Aplicación a niños y adolescentes es una obra más general, dedicado a las particularidades de los deportistas en proceso de formación. Muestra cómo mejorar en cada momento del proceso de desarrollo del joven, desde una perspectiva integral. Está dirigida no solo a entrenadores, sino también a maestros, profesores de Educación Física y padres.

LAS CUALIDADES FÍSICAS Y SU EVOLUCIÓN: APLICACIÓN A NIÑOS Y ADOLESCENTES

La formación del futuro deportista. Fundamentos del entrenamiento a largo plazo es un libro ya más específico para entrenadores, en el que se trata de cómo planificar al joven deportista para que acabe dando su máximo potencial. Se detalla cómo deben trabajarse las cualidades físicas en cada edad y también se incide notablemente en el aspecto psicológico. El deporte es un proceso a largo plazo y lo que se haga con el deportista en formación tiene una enorme incidencia en el futuro.

LA FORMACIÓN DEL FUTURO DEPORTISTA: FUNDAMENTOS DEL ENTRENAMIENTO A LARGO PLAZO