La barrera que se rompió dos veces… por primera vez

La prueba de 800 metros formó parte del programa olímpico la primera vez que el atletismo femenino fue olímpico, en 1928. La primera campeona olímpica fue la alemana Linda Radke (1903-1983), que se impuso con una nueva plusmarca mundial de 2:16.0. Tras la carrera hubo varias participantes que se tiraron al suelo, por un exceso de ácido láctico. Esta imagen sirvió para generar la opinión de que era una prueba demasiado larga para las mujeres. Hay que tener en cuenta que el programa olímpico femenino se había iniciado con no poca oposición, incluido la del propio Pierre de Coubertin (1863-1937), fundador de los Juegos Olímpicos modernos. No se impuso la lógica y finalmente el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió eliminar esta prueba de los Juegos. Pese a esta prohibición la prueba continuó disputándose en reuniones atlética y la plusmarca mundial continuó mejorando. En este sentido merece mencionarse a la rusa, entonces soviética, Nina Otkalenko (1928-2015), que llevó la plusmarca mundial desde 2:12.2 en 1951 hasta 2:05.0 en 1955.

Como sucedería 4 años después con los 400 m o 24 años más tarde con los 3000 m y los 400 m vallas, la Asociación Europea de Atletismo (EAA) fue mucho más innovadora que el COI e hizo oficial la prueba de 800 m en el campeonato de Europa de 1954. La primera campeona fue Otkalenko, que se impuso a la británica Diane Leather (1933-2018) y a su compatriota Lyudmila Lysenko (1934). Esta última sucedería a Otkalenko como plusmarquista mundial, que en 1960 se fue a 2:04.3.

En 1960, finalmente, la distancia de los 800 m regresaba a los Juegos Olímpicos. En Roma el oro fue para Lysenko, entonces conocida como Shevtsova, que igualaba su plusmarca mundial de 2:04.3 (2:04.50). Curiosamente, los 400 m no fueron olímpicos hasta la siguiente edición. La plusmarca mundial continuó progresando. La australiana Dixie Williams (1941), que en la final olímpica de 1960, se retiró a falta de 700 m cuando lideraba la prueba, registró en 1962 2:01.2, al paso por los 800 m de una carrera de 880 yardas en 2:02.0, ambas plusmarcas mundiales. La barrera de los 2 minutos ya se encontraba muy cerca.

Los dos minutos cayeron por primera vez mucho antes de lo esperado, pero, oficialmente, fue algo que no sucedió nunca. En 1960, la atleta norcoreana Shim Geum-dan (o Sin Kim-dan) (1938) corría los 400 m en 53.0, nueva plusmarca mundial que, sin embargo, no se homologó. Se trataba de una atleta rodeada de un halo de misterio, al que, sin duda, contribuía la situación de aislamiento internacional de su país. Nunca llegó a competir en Occidente. En 1962 mejoró hasta 51.9, que sí se homologó como plusmarca mundial. Al año siguiente tomó parte en los GANEFO (Games of the New Emerging Forces). Organizados en Yakarta, se invitó mayormente a países recientemente independizados, países no alineados y países del Bloque del Este. La IAAF no reconoció estos juegos y amenazó con sanciones a los atletas participantes. Shim, no obstante, tomó parte en los 200, los 400 y los 800 m. Fue oro en las tres distancias y, además, realizó 1:59.1 y 51.4 en días consecutivos, con lo que aparentemente mejoraba su plusmarca mundial de la vuelta a la pista y se convertía en la primera mujer en romper la barrera de los dos minutos en la doble vuelta. La IAAF, sin embargo, cumplió su amenaza. No homologó ninguno de los dos tiempos, como plusmarca mundial, ni tampoco los 51.2 y 1:58.0 realizados en Pyongyang al año siguiente. Además no permitió su participación en los Juegos de Olímpicos de 1964. Shim repitió su actuación de 1963 en los GANEFO de 1966.

Mientras tanto, en el mundo oficial, la británica Ann Packer (1942) se hacía con el oro olímpico de los 800 m en 1964, tras ser plata en los 400 m, con 2:01.1 nueva plusmarca mundial oficial. La barrera de los dos minutos tardó más tiempo del esperado en superarse por primera vez oficialmente. En 1967 la australiana Judy Pollock (1940) corría en 2:01.0 y al año siguiente la croata, entonces yugoslava, Vera Nikolić (1948-2021) realizaba 2:00.5. Era la gran favorita para hacerse con el oro en los Juegos Olímpicos de México pero, sorprendentemente, abandonó en la semifinal. La victoria fue para la estadounidense Madeline Manning (1948), que se quedó a 0.4 del tiempo de la croata.

Finalmente en 1971, la alemana Hildelgard Falck (1949) corría en 1:58.5 (1:58.45), rompiendo de forma oficial por primera vez la barrera de los 2 minutos. Su tiempo aún era inferior al de Shim. Falck fue campeona olímpica en 1972. Finalmente en 1973, la búlgara Svetla Zlateva (1952) mejoraba finalmente el tiempo de la coreana con 1:57.5. En pocos años, la plusmarca mundial mejoró notablemente. Es de destacar que en las dos siguientes ediciones de los Juegos Olímpicos las ganadoras de la prueba lo hicieron con plusmarca mundial. La rusa, entonces soviética, Tatyana Kazankina (1951) fue oro en 1976 con 1:54.9 (1:54.94). Su compatriota Nadezhda Olizarenko (1953-2017) realizó 1:53.5 (1:53.43) cuatro años después, en la final de los Juegos de Moscú. Este registro es en la actualidad la segunda mejor marca de siempre, pues resultó superada por los 1:53.28 de la checa Jarmila Kratochvílová (1951), quien en 1983 hizo 1:53.28, la plusmarca mundial más antigua del atletismo actual.

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El maravilloso Mal Whitfield, gran valedor del atletismo africano

Ya fuese en misiones aéreas sobre Corea, o ganando una medalla de oro tras otra en los Juegos Olímpicos, o sirviendo como embajador de buena voluntad a los jóvenes atletas africanos, usted lo ha dado todo. Este país está orgulloso de usted y muy agradecido. Estas son las palabras que el entonces Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan (1911-2004) dedicó al Maravilloso Mal Whitfield (1924-2015), aviador militar, tres veces campeón olímpico y uno de los grandes valedores del atletismo africano.

Malvin Greston Whitfield, conocido como Marvelous (Maravilloso) Mal, nació en Bay City, Texas, el 11 de octubre de 1924. Cuando tenía cuatro años se trasladó con su familia a Los Ángeles. Parece que en los Juegos Olímpicos de 1932 consiguió colarse en el Coliseum de LA y ver a su compatriota Eddie Tolan (1908-1967) ganar el oro en los 100 m lisos, lo que le hizo interesarse por el atletismo. No obstante eran tiempos convulsos, y en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, se unió a la Fuerza Aérea. Tras finalizar la guerra no dejó el Ejército, pero se matriculó en la Universidad Estatal de Ohio, donde comenzó a practicar atletismo. Como era muy frecuente en aquella época, Whitfield compatibilizó los 400 y los 800 m, o sus equivalentes en distancias imperiales, las 440 y las 880 yardas. En 1948 se impuso en las pruebas de selección olímpica en ambas distancias, con marca personal de 46.6 en la más corta. Resultó seleccionado en las dos distancias individuales y en el relevo 4 x 400 m. En los Juegos, celebrados en Londres, le tocó enfrentarse a la primera generación de grandes atletas jamaicanos. En los 800 m se clasificó sin dificultades para la final del 1 de agosto. El francés Robert Chef d’Hotel (1922-2019) pasó el primer 400 en 54.2. En ese momento Whitfield se colocó en cabeza y ya no salió de ahí, pese a los denodados esfuerzos el jamaicano Arthur Wint (1920-1992). El estadounidense se impuso con una nueva plusmarca olímpica de 1:49.2, 0.3 menos que su rival. Wint se tomó la revancha en los 400 m, cuya final tuvo lugar el 5 de agosto. El jamaicano se hizo con la victoria, 46.2, por delante de su compatriota Herbert McKinley (1922-2007), 46.4, y de Whitfield 46.9. Se preveía un cerrado duelo entre Jamaica y Estados Unidos en el relevo 4 x 400 m, pero una lesión de Wint en la tercera posta, permitió a Whitfield ganar fácilmente su segundo oro olímpico, formando parte del cuarteto estadounidense.

En 1950, Whitfield resultó movilizado para acudir a la guerra de Corea, donde realizó 27 misiones. No abandonó ni el atletismo ni la competición y en 1951 se hizo con los oros de 400, 800 y 4 x 400 m en los Juegos Panamericanos. Se licenció con honores en 1952, año olímpico en que se volvió a ganar la selección para los Juegos tras imponerse nuevamente en los 400 y los 800 m de las pruebas de selección. La final de 800 m de los Juegos, que se celebraron el Helsinki, tuvo lugar el 22 de julio y fue un calco de la de Londres. Esta vez fue Arthur Wint quien dio paso al primer 400, en 54.0, pero se vio superado por Whitfield en la contrarrecta, quien ganó en 1:49.2, el mismo tiempo que cuatro años antes, 0.2 menos que el jamaicano. Ni Wint, ni Whitfield tuvieron un papel destacado en la final de 400 m, donde hubo doblete jamaicano por parte de George Rhoden (1926), 45.9 (46.09), y Herbert McKenley, 45.9 (46.20). Wint fue quinto, 47.0 (47.24) y Whitfield sexto 47.1 (47.30). Les quedaba un tercer enfrentamiento, el relevo 4 x 400 m, donde Jamaica, en un día histórico para el deporte de este país, con Wint, Leslie Laing (1925-2021), McKenley y Rhoden se proclamó campeona olímpica del relevo con una nueva plusmarca mundial 3:03.9 (3:04.04), 0.1 menos que Estados Unidos, cuyo último relevista era Whitfield.

Whitfield siguió compitiendo hasta 1956. Ese año intentó clasificarse para sus terceros Juegos Olímpicos, pero solo pudo ser sexto en las pruebas de selección, con 1:49.3, muy lejos del ganador, Tom Courtney (1933), 1:46.2. Whitfield fue un gran competidor, que nunca se preocupó en exceso por las grandes marcas. De 1948 a 1955 ganó 66 de 69 carreras. Su mejor marca en 800 m fue 1:47.9, en 1953, al paso de una carrera de 880 yardas, en que hizo 1:48.6, plusmarca mundial, mucho más asequible que los imposibles 1:46.6 del alemán Rudolf Harbig (1913-1944) en la distancia métrica. No obstante, Whitfield tuvo una gran oportunidad de acercarse al alemán en 1950, cuando pasó la mitad de una carrera de 880 yardas en 50.5. Pese al bajón de la segunda vuelta pudo terminar en 1:49.2, igualando la plusmarca mundial de entonces de la distancia imperial.

En 1955, el Departamento de Estado nombró a Whitfield embajador de buena voluntad, en el seno del programa Intercambio Educativo. Esto le permitió viajar a varios países y ser uno de los primeros en darse cuenta del potencial del atletismo africano, hasta entonces, exceptuando algunos países del Magreb y la República Surafricana, considerado algo exótico. Tras su retirada, Whitfield se dedicó a viajar por África durante más de 40 años para asesorar atletas y federaciones. Entre los atletas a los que ofreció consejo se encuentran campeones olímpicos como los kenianos Kip Keino (1940) o Naftali Temu (1945-2003), los etíopes Mamo Wolde (1932-2002) o Miruts Yifter (1944-2016) o el ugandés John Akii-Bua (1949-1997).

Mal Whitfield murió el 19 de noviembre de 2015 a los 91 años, tras una vida completamente dedicada al atletismo.

Roger Moens y Tom Courtney, el duelo olímpico frustrado

El 3 de agosto de 1955, en el estadio Bislett de Oslo tenía lugar una carrera de 800 m que se esperaba histórica. El belga Roger Moens (1930) parecía en condiciones de acercarse a la mítica plusmarca mundial del alemán Rudolf Harbig (1913-1944). Harbig había corrido en Milán, el 15 de junio de 1939, en 1:46.6, nada menos que 1.8 menos que el anterior tope mundial del británico Sydney Wooderson (1914-2006). Moens había realizado el mes anterior 1:47.0 y tenía la competencia del noruego Audun Boysen (1929-2000), medalla de bronce en el Europeo de 1954, donde había realizado plusmarca personal de 1:47.4. La carrera contó con el noruego Finn Larsen (1932) para avivar el ritmo los primeros 400 m, que cruzó en 52.0, con Moens prácticamente a su altura y Boysen un poco más atrás en 52.6. El belga se colocó a continuación en cabeza. Manteniendo un buen ritmo terminó la segunda vuelta en 53.7, con lo que sumó un tiempo de 1.45.7, 0.9 menos que el registro de Harbig. Boysen hizo la segunda parte de la prueba más rápido que Moens, en 53.3, y acabó acercándose peligrosamente al nuevo plusmarquista mundial con 1:45.9.

La plusmarca de Harbig se consideró durante mucho tiempo uno de esos tiempos imposibles. Hasta 1953 ningún otro atleta había conseguido correr por debajo de 1:48.0. Ese año el campeón olímpico de 800 m en 1948 y 1952, el estadounidense Mal Whitfield (1924-2015), registró 1:47.9 de paso para la plusmarca mundial de las 880 yardas (804.672 m), 1:48.6, mucho más asequible que la de 800 m. Las cosas comenzaban a cambiar, como se confirmó en el campeonato de Europa de 1954. El favorito era Roger Moens, que había realizado unos días antes, en el campeonato de Bélgica, 1:47.5, segunda mejor marca de siempre en aquel momento. Moens había tomado parte en los 400 m de los Juegos Olímpicos de 1952. Su gran salto de calidad ocurrió al año siguiente, cuando mejoró desde 1:52.6 a 1:48.8. La final del Europeo resultó magnífica, pero no para Moens. Audun Boysen dio paso al primer 400 en 52.4, con cinco hombres en un pañuelo, Moens, su compatriota Lucien DeMuynck (1931-1999), el húngaro Lajos Szentgáli (1932-2005) y el británico Derek Johnson (1933-2004). La posiciones se mantuvieron hasta la última recta, donde los cinco pelearon duramente por la victoria, que acabó siendo para Szengáli, 1:47.1, por delante de DeMuynck, 1:47.3. Boysen fue bronce con el mismo tiempo que Johnson, 1:47.4, mientras Moens era quinto con 1:47.8. Los cuatro primeros se colocaban inmediatamente detrás de Harbig en la lista mundial de entonces.

En Estados Unidos, mientras tanto, los 800 m/880 y también se iban moviendo. El 26 de marzo de 1955 Lonnie Spurrier (1932-2015) corría la distancia imperial en 1:47.5, nueva plusmarca mundial equivalente a 1:46.8 en la distancia métrica. En los campeonatos de Estados Unidos de ese mismo año de 880 yardas, Spurrier no pudo pasar de la quinta plaza, en una carrera ganada por Arnie Sowell (1935) con 1:47.6, con Tom Courtney (1933) segundo, 1:48.0. Tras esta carrera, Courtney emprendió una gira de un mes por Europa, donde se encontró a Moens por primer vez, que lo derrotó. Unos días después mejoró en 800 m hasta 1:46.8.

El año olímpico de 1956 mostró la superioridad de Courtney en Estados Unidos. Se impuso en los 400 m de los campeonatos nacionales con 45.8 el 23 de junio. En las pruebas de selección, el 30 de junio, se encontró con un 800 rapidísimo en el que Sowell pasó los 400 m en 51.7. Tras un infructuoso ataque de Whitfield en la contrarrecta, la carrera se convirtió en un mano a mano entre Sowell y Courtney, con victoria de este y plusmarca estadounidense de 1:46.4, 0.5 menos que Sowell. Whitfield fue sexto.

Por su parte Moens, que el 1 de junio, había resultado derrotado por Courtney en una prueba de 880 yardas, ambos con 1:49.0, también se preparaba para los Juegos Olímpicos, con tiempos de 1:47.2 el 30 de junio, 1:47.3 el 5 de agosto y de nuevo 1:47.2 el 20 de agosto. La desgracia quiso, sin embargo, que poco antes de los Juegos de Melbourne se lesionase de gravedad en un pie, lo que le impidió intentar el oro olímpico. Aunque era el máximo favorito, no lo habría tenido nada fácil ante Courtney, Johnson, Boysen o Sowell. Los cuatro se clasificaron fácilmente para la final del 26 de noviembre, donde Sowell tomó la cabeza en 52.8. Los otros tres se mantuvieron cerca del estadounidense hasta la última curva, en que Courtney trató de sobrepasarlo, pero no lo consiguió hasta la última recta, donde daba un fuerte viento de cara. Los últimos metros fueron un tremendo mano a mano entre Courtney y Johnson, con victoria final para el primero, 1:47.7, frente a 1:47.8. Boysen, finalmente, consiguió dejar a Sowell fuera del podio, 1:48.1 frente a 1:48.3. Unos días después, Courtney, formando parte del cuarteto de su país, se hacía con su segunda medalla de oro olímpica, en el relevo 4 x 400.

Siempre quedará la duda de qué habría ocurrido si Moens hubiese estado en la final olímpica. El belga no volvió a correr como en 1955. No obstante en 1957 realizó 1:46.0 y 1:46.5 en 1960. Precisamente el tiempo de 1:46.0 le sirvió para derrotar a Courtney en la mejor temporada del estadounidense. Fue el 31 de julio en Oslo, donde Courtney sufrió una de sus escasas derrotas esa temporada, por 0.2. En mayo había hecho plusmarca mundial de las 880 yardas en 1:46.8 y unos días antes del duelo con Moens había mejorado en 800 m hasta 1:46.0. El 9 de agosto, nuevamente en Oslo, Courtney se quedó a un suspiro del primado mundial de Moens. Probablemente el paso demasiado rápido de la liebre, el estadounidense Reggie Pearman (1924-2012), de 50.7 en la mitad de la carrera le impidió conseguirlo. Aun así, Courtney corrió en 1:45.8, 0.1 más que Moens. Se repitió el podio de Melbourne, con Johnson segundo, 1:46.6, plusmarca personal, y Boysen tercero, 1:47.3. Courtney compitió la temporada de 1958 antes de retirarse. Ese año acreditó 1:46.8.

En cuanto a Moens, se perdió el Europeo de 1958 por lesión, pero se preparó a conciencia para los Juegos Olímpicos de 1960. Era el gran favorito para el oro. No dio ninguna importancia a un desconocido neozelandés de 21 años llamado Peter Snell (1938-2019), que lo sobrepasó en la semifinal haciendo marca personal de 1:47.2. A priori, el rival más duro para Moens parecía el jamaicano George Kerr (1937-2012), acreditado ese año en 1:46.4. En la final el suizo Christian Wägli (1934-2019) se colocó en cabeza desde el inicio, pasando en 51.9 por la mitad de la prueba, y se mantuvo hasta los últimos 100m, momento en que Moens lo sobrepasó. Parecía que por fin ganaría el oro olímpico, pero, a falta de 20 metros, Peter Snell se le echó encima por la cuerda y consiguió vencer inesperadamente, con nueva plusmarca personal, 1:46.3 (1:46.48), 0.2 menos que Moens.

Moens acabaría como un grande de su prueba sin el máximo galardón olímpico. Corrió una temporada más y se retiró. Tanto su plusmarca de 800 m, como la de Courtney de las 880 yardas cayeron el mismo día. El 3 de febrero, en la pista de hierba de Chistchurch, Peter Snell se hizo con la plusmarca mundial de las 880y, 1:45,1, y de paso pulverizó la de 800 m, al registrar al paso 1:44.3.

Veinte años después de ganar el oro olímpico, Courtney volvió al estadio de Melbourne donde resumió perfectamente lo que siente el atleta por su deporte:

Ya es un mundo perdido, pero aún disfruto yendo a correr a la pista de mi barrio e imaginándome cuando me falta media vuelta para terminar que estoy volviendo a correr los últimos 200 metros de la mejor época de mi vida.

Siempre quedará la duda de qué habría pasado esos últimos 200 metros de haber estado Roger Moens en la carrera, un gran duelo olímpico… frustrado.

Sara Simeoni, paradigma de competidora de gran altura

El principal objetivo de cualquier atleta es dar lo mejor de sí en la mayor competición a la que pueda aspirar. Uno de los mejores ejemplos en el atletismo de alto nivel es el de la saltadora de altura italiana Sara Simeoni (1953), que fue capaz de realizar su mejor registro en los campeonatos de Europa al aire libre de 1971, 1974 y 1978 y en los Juegos Olímpicos de 1972 y 1976. En total fue finalista olímpica en cuatro ocasiones y medallista en tres, incluyendo un oro. Ninguna otra saltadora ha igualado este palmarés. Incluso en los Juegos Olímpicos de 1984 saltó 2.00 m por primera vez en seis años, tras unas temporadas previas llenas de problemas físicos.

Sara Simeoni nació en Rivoli Veronese, provincia de Verona, el 19 de abril de 1953. Cuando era niña su primer interés fue el ballet, pero la desecharon por ser demasiado alta y tener los pies demasiado grandes. Enseguida transformó ese desventaja en ventaja, pues comenzó con el salto de altura. El 1966 saltó 1.25 m con un extraño estilo, que fue puliendo hasta terminar en la entonces reciente técnica de Fosbury. Su primera gran competición internacional fueron los Campeonatos de Europa Junior (entonces sub19 en categoría femenina) de 1970, donde ocupó la quinta posición con 1.70 m, su mejor marca. Ese año fue por primera vez campeona italiana al aire libre. Lo sería un total de catorce veces, además de una en pentatlón y diez en pista cubierta.

Con 18 años logró clasificarse para el campeonato de Europa absoluto al aire libre de 1971, donde fue 9º con 1.78 m, 2 cm más que su mejor marca previa. En 1972 se presentó en los Juegos Olímpicos con una mejor marca de 1.80 m. En la final del salto de altura terminó 6ª con 1.85 m, la misma marca que la 4ª clasificada y a 7 cm de la sorprendente ganadora, la alemana de 16 años Ulrike Meyfarth (1956), que se impuso con plusmarca mundial de 1.92 m.

En los años siguientes, no obstante, la alemana se estancó y estuvo muchos años fuera de la élite, mientras Simeoni continuaba progresando sin pausa. En el Europeo al aire libre, con un salto de 1.89 m, 3 cm mejor que su plusmarca personal previa, ganaba la medalla de bronce. La ganadora fue la plusmarquista mundial, la alemana Rosemarie Ackermann (1952), entonces conocida por su apellido de soltera, Witschas, quien con 1.95 m añadía 1 cm a su plusmarca mundial. Ackermann, que saltaba con rodillo ventral, había sido 7ª en los Juegos Olímpicos. Ulrike Meyfarth ocupaba una discreta 7ª posición. Después del campeonato, la italiana superaría por primera vez 1.90 m.

Ackermann llegó a los Juegos Olímpicos de 1976 siendo plusmarquista mundial con 1.96 m, 6 cm más que el mejor registro de Simeoni, que seguía en 1.90 m. Sin embargo, con una competidora como la italiana, la plusmarca mundial no era ningún seguro. La final olímpica fue tremendamente reñida. Ambas atletas saltaron 1.91 m a la primera, que en el caso de Simeoni era su mejor marca. La italiana estaba por delante, pues la alemana tenía un nulo en 1.89 m. También la búlgara Yordanka Blagoeva (1947) superó 1.91, pero a la segunda. De las tres, tan solo Ackermann se elevó por encima de 1.93 m, al segundo intento, y se llevó el oro olímpico, con Simeoni plata y Blagoeva bronce.

El 26 de agosto de 1977 Rosemarie Ackermann hacía historia al convertirse en la primera mujer en superar los 2.00 m en el salto de altura. Simeoni también mejoró esa temporada, hasta 1.93 m. Sin embargo, su gran salto cualitativo ocurriría la temporada de 1978, cuando el 4 de agosto mejoraba la plusmarca mundial de la alemana con 2.01 m, 8 cm mejor que su registro de la anterior temporada. Se esperaba un gran duelo entre ambas saltadoras en el Europeo al aire libre de ese mismo año. Y la competición no defraudó. Simeoni hizo un nulo en 1.97 m, mientras Ackermann superaba a la altura a la primera. Con el listón en 1.99 m ya no quedaban más saltadoras. Aquí se invirtieron los papeles, con ambas por encima de este registro, pero la alemana con un nulo. El título se jugó en 2.01 m, la plusmarca mundial de entonces. Simeoni consiguió igualar su mejor salto a la segunda, mientras Ackermann hacía tres nulos.

La alemana encabezó la lista mundial de 1979 con 1.99 m, 1 cm más que Simeoni. Su siguiente gran duelo tendría lugar en los Juegos Olímpicos de 1980, pero para entonces Ackermann ya no estaba en su mejor momento. La italiana conseguiría su mayor éxito deportivo con el oro olímpico en Moscú, saltando 1.97 m. La alemana solo pudo ser 4º con 1.91 m. Tras su victoria olímpica, los problemas físicos hicieron que el rendimiento de Simeoni se volviese irregular. Aun así, pudo ser bronce en el Europeo al aire libre de 1982, con 1.97 m, la misma altura que la segunda, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958). La victoria fue para una renacida Ulrike Meyfarth, que superó con 2.02 m la plusmarca mundial. En el primer Mundial al aire libre de 1983, Simeoni no pasó a la final, que ofreció un gran duelo entre Bykova y Meyfarth, con victoria de la primera. Bykova, que entre 1983 y 1984 estableció tres plusmarcas mundiales, 2.03, 2.04 y 2.05 m no pudo tomar parte en los Juegos Olímpicos de 1984 por el boicot del Bloque del Este. En estos Juegos, la final de salto de altura femenino se convirtió en una dura pugna entre Meyfarth y Simeoni. Ambas franquearon los 2.00 m al primer intento y se quedaron solas en el concurso. La italiana no superaba esta altura desde 1978. En ese momento esta ocupaba la primera posición, pues había hecho menos saltos, con el mismo número de nulos en la misma altura. Sin embargo Meyfarth fue la única que pudo con los 2.02 m y se hizo con el oro olímpico.

Simeoni siguió compitiendo hasta 1986, año en que aún pudo saltar 1.94 m, si bien no pasó de la clasificación en el Europeo al aire libre. Además fue campeona de Europa en sala en cuatro ocasiones, dos veces campeona mundial universitaria y otras dos veces vencedora en los Juegos del Mediterráneo. Siempre dando lo mejor de sí en la alta competición, sin duda Sara Simeoni es el ejemplo de cómo sacar el mejor partido de sí misma.

Armand Duplantis y los grandes del salto con pértiga

En 2018 el saltador de pértiga sueco, nacido en Estados Unidos, Armand Mondo Duplantis (Lafayette, Louisiana, 10 de noviembre de 1999) se proclamó campeón de Europa absoluto con una marca de 6.05 m. Ese año, el plusmarquista español de la prueba durante los años 80, el barcelonés Alberto Lobito Ruiz (1961), afirmaba que podría llegar a saltar 6.25 m. Desde entonces, Mondo ha ido cumpliendo expectativas y ya solo le faltan 5 cm para alcanzar esa altura estratosférica. Tras su gran temporada de 2018, en 2019 el sueco saltó 6 m y fue subcampeón mundial absoluto al aire libre en Doha, empatado con el vencedor, el estadounidense Sam Kendricks (1992), que ese año había hecho mejor marca personal 6.06 m. En el Mundial ambos saltaron 5.97 m a la primera, pero Duplantis tenía más nulos en la anterior altura. Ninguno superó 6.02 m. Desde el punto de vista competitivo, el año 2020 fue perfecto para el sueco. Pese a las restricciones por la pandemia fue el primero en las 16 competiciones en que tomó parte. Además estableció dos nuevas plusmarcas mundiales absolutas, superando los 6.16 m que el francés Renaud Lavillenie (1986) había saltado en 2014. El 8 de febrero, Duplantis se encaramaba a 6.17 y una semana después se iba a 6.18 m. Los Juegos Olímpicos se aplazaron a 2021. Antes, en marzo, se celebró el campeonato de Europa de pista cubierta donde se hizo con el oro. En los Juegos Olímpicos se impuso al estadounidense Chris Nielsen (1998) por 5 cm en 6.02 m. En lo que llevamos de 2022 Duplantis ya ha tenido tiempo para proclamarse campeón del mundo en sala con 6.20 m, que superaba por un centímetro su propia plusmarca mundial, realizada unos días antes. Su ventaja sobre el segundo, el campeón olímpico de 2016, el brasileño Thiago Braz (1993), fue de 25 cm.

El salto con pértiga es la especialidad atlética más sensible a la tecnología. Duplantis no podría saltar tan alto sin las modernas pértigas de hojas de fibra de vidrio, fibra de carbono y resina, que les confiere una perfecta combinación de resistencia y flexibilidad. Las pértigas se fabricaron sucesivamente de madera, bambú, aluminio, acero y fibra de vidrio. Estados Unidos dominó completamente la prueba hasta los años 70. De 1896 a 1968 los atletas de este país ganaron todos los oros olímpicos y un total de 33 medallas. Uno de los grandes de siempre, sin embargo, como les pasó a muchos atletas de su generación, no pudo disputar los Juegos Olímpicos. Cornelius Dutch Warmerdan (1915-2001), un estadounidense de padres neerlandeses, considerado el rey del bambú, llevó la plusmarca mundial de 4.54 a 4.77 m el 23 de mayo de 1942. Este salto se mantuvo en lo más alto de las listas mundiales durante 15 años. En 1957, su compatriota Bob Gutowski (1935-1960), registró un centímetro más. Gutowski había sido plata en los Juegos Olímpicos el año anterior, detrás de otro estadounidense, Bob Richards (1926), pastor protestante. Richards nunca consiguió una plusmarca mundial en la prueba, pero es el único atleta que ha ganado dos oros olímpicos en este concurso, en 1952 y en 1956. Además fue bronce en 1948.

La pértiga de aluminio, así como su sucesora, de acero, tuvieron un corto recorrido. A principios de los 60 irrumpió la pértiga de fibra de carbono, que revolucionó la prueba. El 2 de julio de 1961, Don Bragg (1935-2019), también estadounidense, realizó la única plusmarca mundial con pértiga de acero, 4.80 m. Meses después se proclamaría campeón olímpico. Desde ese día de 1961 hasta el 21 de junio de 1969, se superaron 16 plusmarcas mundiales, hasta 5.44 m. Todos los protagonistas, menos uno, el finlandés Pentti Nikula (1939) fueron estadounidenses. El primer atleta en superar los 5 metros fue Brian Sternberg (1943-2013), que en 1963 saltó 5.00 y 5.08 m, entonces no se iba de centímetro en centímetro. Su carrera atlética tuvo un trágico final, pues ese mismo año un accidente en sus entrenamientos le produjo tetraplejia. Sternberg perdió la plusmarca mundial a manos de John Pennel (1940-1993). Pennel se elevó unas semanas después hasta 5.13 y 5.20 m. En 1966 realizó 5.34 y en 1969 cerró la década con 5.44 m. No tuvo suerte en los Juegos Olímpicos. En 1964 con una lesión lumbar fue 11º y en 1968 saltó 5.40 m, que le habrían dado la plata, pero, según la regla de la época, abolida el año siguiente, si la pértiga pasaba por debajo del listón, como sucedió, el salto era nulo. Ocupó la quinta posición. Los campeones olímpicos de 1964 y 1968, Fred Hansen (1940) y Bob Seagren (1946) fueron los rivales de Pennel en la lucha por saltar más alto, con dos plusmarcas mundiales para el primero y tres para el segundo en esa década de los 60.

La enorme hegemonía estadounidense tocó a su fin a partir de la década de los 70. No obstante no desapareció de forma abrupta. Tanto en los Juegos Olímpicos de 1972 como en los de 1976, los plusmarquistas mundiales del momento eran de Estados Unidos, Bob Seagren que había saltado 5.63 m en 1972 y Dave Roberts (1951), que en junio de 1976 se había ido a 5.70 m. Pero el primero, al que la IAAF, hoy World Athletics, le prohibió el día anterior a la competición utilizar su nueva pértiga, resultó derrotado ante el alemán Wolfgang Nordwig (1943). Por su parte a Roberts, que solo intentó tres alturas, le perjudicó un nulo en 5.35 m, una táctica equivocada y un cambio súbito de tiempo atmosférico. Fue tercero, con 5.50 m, empatado con el ganador el polaco Tadeusz Ślusarski (1950-1998). Otro polaco, Władysław Kozakiewicz (1953) era el favorito, junto a los franceses Thierry Vigneron (1960) y Philippe Houvion (1957), para el oro olímpico en 1980. El polaco, en mayo de ese año, había superado la plusmarca mundial de Roberts con 5.72 m, pero resultó sobrepasado por Vigneron, 5.75 m en dos ocasiones, y Houvion, 5.77 m, unos días antes de los Juegos. A la hora de la verdad, Kozakiewicz demostró ser un excelente competidor y se hizo con el oro con 5.78 m, pese a la hostilidad del público de Moscú, al que le dedicó un expresivo gesto. Los franceses estuvieron por debajo de lo esperado con Houvion cuarto y Vigneron séptimo.

En 1983 se celebró en Helsinki el primer campeonato del mundo al aire libre. En el salto de pértiga se produjo la presentación internacional del que sería el mejor de la historia en esta modalidad, el ucraniano, entonces soviético, Sergei Bubka (1963). Bubka, que tenía 5.72 m como mejor marca, se hizo con el oro con 5.70 m. El plusmarquista mundial, 5.81 m, el ruso, entonces soviético, Vladimir Polyakov (1960) solo pudo ser décimo. Bubka inició en 1984 la serie de plusmarcas mundiales que realizaría durante una década. En total superó 17 plusmarcas al aire libre y 18 en pista cubierta, en varios casos estas fueron superiores a aquellas, pero entonces la IAAF no consideraba como absolutas las plusmarcas mundiales en sala. Comenzó el 15 de enero de 1984 con 5.81 m bajo techo. Al aire libre arrancó el 26 de mayo de ese año con 5.85 m. La barrera de los seis metros cayó pronto, el 13 de junio de 1985, en París. Sus topes fueron 6.15 m en sala el 21 de febrero de 1993 y 6.14 m al aire libre el 31 de julio de 1994. Hasta ese año, solamente el ruso Radion Gataullin (1965), con 6.02, y él mismo habían superado los seis metros. Fue seis veces campeón del mundo al aire libre. No le fue tan bien en los Juegos Olímpicos. No participó en 1984 por el boicot del bloque del Este, ganó el oro en 1988, en 1992 sorprendentemente hizo tres nulos seguidos, dos en 5.70 y unos en 5.75 m, en 1996 estaba lesionado y en 2000, ya lejos de sus mejores momentos, no pasó a la final.

Desde 1998 la IAAF considera plusmarcas mundiales absolutas las conseguidas en los concursos en pista cubierta si son superiores a las realizadas al aire libre, por tanto los 6.15i de Bubka se convirtieron en plusmarca absoluta. No se superó hasta el 15 de febrero de 2014, 21 años más tarde, cuando Lavillenie hizo 6.16 m. Lavillenie fue campeón olímpico en 2012 y subcampeón, tras Thiago Braz 2016. Desde 1968, tan solo dos estadounidenses han vuelto a ser campeones olímpicos de la prueba Nick Hysong (1971) en 2000 y Timothy Mack (1972) en 2004. Esta temporada al aire libre Duplantis tiene la ocasión de seguir acercándose a esos 6.25 m que pronosticó Lobito Ruiz hace cuatro años y de proclamarse campeón mundial al aire libre, el único título que, a sus 22 años, todavía no tiene.