Sara Simeoni, paradigma de competidora de gran altura

El principal objetivo de cualquier atleta es dar lo mejor de sí en la mayor competición a la que pueda aspirar. Uno de los mejores ejemplos en el atletismo de alto nivel es el de la saltadora de altura italiana Sara Simeoni (1953), que fue capaz de realizar su mejor registro en los campeonatos de Europa al aire libre de 1971, 1974 y 1978 y en los Juegos Olímpicos de 1972 y 1976. En total fue finalista olímpica en cuatro ocasiones y medallista en tres, incluyendo un oro. Ninguna otra saltadora ha igualado este palmarés. Incluso en los Juegos Olímpicos de 1984 saltó 2.00 m por primera vez en seis años, tras unas temporadas previas llenas de problemas físicos.

Sara Simeoni nació en Rivoli Veronese, provincia de Verona, el 19 de abril de 1953. Cuando era niña su primer interés fue el ballet, pero la desecharon por ser demasiado alta y tener los pies demasiado grandes. Enseguida transformó ese desventaja en ventaja, pues comenzó con el salto de altura. El 1966 saltó 1.25 m con un extraño estilo, que fue puliendo hasta terminar en la entonces reciente técnica de Fosbury. Su primera gran competición internacional fueron los Campeonatos de Europa Junior (entonces sub19 en categoría femenina) de 1970, donde ocupó la quinta posición con 1.70 m, su mejor marca. Ese año fue por primera vez campeona italiana al aire libre. Lo sería un total de catorce veces, además de una en pentatlón y diez en pista cubierta.

Con 18 años logró clasificarse para el campeonato de Europa absoluto al aire libre de 1971, donde fue 9º con 1.78 m, 2 cm más que su mejor marca previa. En 1972 se presentó en los Juegos Olímpicos con una mejor marca de 1.80 m. En la final del salto de altura terminó 6ª con 1.85 m, la misma marca que la 4ª clasificada y a 7 cm de la sorprendente ganadora, la alemana de 16 años Ulrike Meyfarth (1956), que se impuso con plusmarca mundial de 1.92 m.

En los años siguientes, no obstante, la alemana se estancó y estuvo muchos años fuera de la élite, mientras Simeoni continuaba progresando sin pausa. En el Europeo al aire libre, con un salto de 1.89 m, 3 cm mejor que su plusmarca personal previa, ganaba la medalla de bronce. La ganadora fue la plusmarquista mundial, la alemana Rosemarie Ackermann (1952), entonces conocida por su apellido de soltera, Witschas, quien con 1.95 m añadía 1 cm a su plusmarca mundial. Ackermann, que saltaba con rodillo ventral, había sido 7ª en los Juegos Olímpicos. Ulrike Meyfarth ocupaba una discreta 7ª posición. Después del campeonato, la italiana superaría por primera vez 1.90 m.

Ackermann llegó a los Juegos Olímpicos de 1976 siendo plusmarquista mundial con 1.96 m, 6 cm más que el mejor registro de Simeoni, que seguía en 1.90 m. Sin embargo, con una competidora como la italiana, la plusmarca mundial no era ningún seguro. La final olímpica fue tremendamente reñida. Ambas atletas saltaron 1.91 m a la primera, que en el caso de Simeoni era su mejor marca. La italiana estaba por delante, pues la alemana tenía un nulo en 1.89 m. También la búlgara Yordanka Blagoeva (1947) superó 1.91, pero a la segunda. De las tres, tan solo Ackermann se elevó por encima de 1.93 m, al segundo intento, y se llevó el oro olímpico, con Simeoni plata y Blagoeva bronce.

El 26 de agosto de 1977 Rosemarie Ackermann hacía historia al convertirse en la primera mujer en superar los 2.00 m en el salto de altura. Simeoni también mejoró esa temporada, hasta 1.93 m. Sin embargo, su gran salto cualitativo ocurriría la temporada de 1978, cuando el 4 de agosto mejoraba la plusmarca mundial de la alemana con 2.01 m, 8 cm mejor que su registro de la anterior temporada. Se esperaba un gran duelo entre ambas saltadoras en el Europeo al aire libre de ese mismo año. Y la competición no defraudó. Simeoni hizo un nulo en 1.97 m, mientras Ackermann superaba a la altura a la primera. Con el listón en 1.99 m ya no quedaban más saltadoras. Aquí se invirtieron los papeles, con ambas por encima de este registro, pero la alemana con un nulo. El título se jugó en 2.01 m, la plusmarca mundial de entonces. Simeoni consiguió igualar su mejor salto a la segunda, mientras Ackermann hacía tres nulos.

La alemana encabezó la lista mundial de 1979 con 1.99 m, 1 cm más que Simeoni. Su siguiente gran duelo tendría lugar en los Juegos Olímpicos de 1980, pero para entonces Ackermann ya no estaba en su mejor momento. La italiana conseguiría su mayor éxito deportivo con el oro olímpico en Moscú, saltando 1.97 m. La alemana solo pudo ser 4º con 1.91 m. Tras su victoria olímpica, los problemas físicos hicieron que el rendimiento de Simeoni se volviese irregular. Aun así, pudo ser bronce en el Europeo al aire libre de 1982, con 1.97 m, la misma altura que la segunda, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958). La victoria fue para una renacida Ulrike Meyfarth, que superó con 2.02 m la plusmarca mundial. En el primer Mundial al aire libre de 1983, Simeoni no pasó a la final, que ofreció un gran duelo entre Bykova y Meyfarth, con victoria de la primera. Bykova, que entre 1983 y 1984 estableció tres plusmarcas mundiales, 2.03, 2.04 y 2.05 m no pudo tomar parte en los Juegos Olímpicos de 1984 por el boicot del Bloque del Este. En estos Juegos, la final de salto de altura femenino se convirtió en una dura pugna entre Meyfarth y Simeoni. Ambas franquearon los 2.00 m al primer intento y se quedaron solas en el concurso. La italiana no superaba esta altura desde 1978. En ese momento esta ocupaba la primera posición, pues había hecho menos saltos, con el mismo número de nulos en la misma altura. Sin embargo Meyfarth fue la única que pudo con los 2.02 m y se hizo con el oro olímpico.

Simeoni siguió compitiendo hasta 1986, año en que aún pudo saltar 1.94 m, si bien no pasó de la clasificación en el Europeo al aire libre. Además fue campeona de Europa en sala en cuatro ocasiones, dos veces campeona mundial universitaria y otras dos veces vencedora en los Juegos del Mediterráneo. Siempre dando lo mejor de sí en la alta competición, sin duda Sara Simeoni es el ejemplo de cómo sacar el mejor partido de sí misma.

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