Los Ángeles 1984, los Juegos de Carl Lewis

El 8 de mayo de 1984, la Unión Soviética anunció que no acudiría a los Juegos Olímpicos que tendrían lugar ese verano en Los Ángeles. Oficialmente, la razón fue la seguridad de los deportistas de ese país. La opinión pública pensaba, no obstante, que el verdadero motivo era la respuesta, diferida, al boicot de 65 países, dirigido por Estados Unidos, cuatro años antes a los Juegos de Moscú. En total 18 países renunciaron a participar en los Juegos de 1984, la mayoría de la órbita soviética, además de la propia URSS, Bulgaria, Alemania del Este, Mongolia, Vietnam, Laos, Checoslovaquia, Afganistán, Hungría, Polonia, Yemen del Sur, Cuba, Etiopía, Corea del Norte y Angola. Otros tres no acudieron por otros motivos, Libia, Irán y Albania. Hubo tres países comunistas que no secundaron la llamada soviética, Rumanía, China y Yugoslavia. Pese al boicot, hubo 140 países participantes en Los Ángeles, el mayor número hasta entonces.

En atletismo, la ausencia de los países del Este, se dejó sentir sobre todo en la categoría femenina y en los lanzamientos masculinos. Un dato importante para poner en valor el atletismo de estos países son los resultados de los Campeonatos del mundo de 1983, donde los países ausentes en los Juegos obtuvieron en categoría masculina 28 medallas, 9 de oro, y 34 en categoría femenina, 12 de oro. Pese a tan importantes ausencias, los Juegos de los Ángeles resultaron un éxito tanto organizativo como deportivo. Hubo dos plusmarcas mundiales, en el relevo 4 x 100 m masculino y en el decatlón, esta igualada, y otras catorce olímpicas, ocho en carreras masculinas y seis en pruebas femeninas. Para la historia han quedado los cuatro oros del estadounidense Carl Lewis (1961), igualando el logro de su compatriota Jesse Owens (1913-1980) en 1936, la irrupción del joven brasileño Joaquim Cruz (1963) en los 800 m, la resurrección del británico Sebastian Coe (1956) en los 1500 m, la consolidación del marroquí Said Aouita (1959) en los 5000 m, el segundo oro del entonces invencible estadounidense Edwin Moses (1955) en 400 m vallas, el duelo en decatlón entre el británico Daley Thompson (1958) y el alemán Jürgen Hingsen (1958), la victoria de la veterana rumana Maricica Puică (1950) en los 3000 m, tras la caída de la gran favorita la local Mary Decker (1958) o el sorprendente doblete con excelentes registros de la estadounidense Valery Brisco-Hooks (1960) en 200 y 400 m.

Las pruebas de atletismo tuvieron lugar entre los días 3 y 12 de agosto en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, construido en 1923 y que previamente había albergado los Juegos Olímpicos de 1932. En 1984 tenía un aforo de 93 607 espectadores. El dominador absoluto del atletismo fue Estados Unidos con 40 medallas, 16 de oro, muy por delante de Alemania, 11 metales, 4 oros.

La gran estrella del atletismo en los Juegos de los Ángeles fue Carl Lewis. Lewis preparó la competición para igualar los cuatro oros olímpicos de Jesse Owens en Berlín en 1936, en las pruebas de 100, 200 m, salto de longitud y relevo 4 x 100 m. En el hectómetro tenía, con 9.97 del año anterior, el mejor registro al nivel del mar, tan solo superado por sus compatriotas Calvin Smith (1961), 9.93 el año anterior, y por el campeón olímpico de 1968 Jim Hines (1946), 9.95, tiempos ambos conseguidos a más de 2000 m de altitud. En el Mundial del año anterior, Lewis se había impuesto con mucha facilidad a Calvin Smith, que solo se había podido clasificar para los Juegos en el relevo. En los 200 m, Lewis se había prodigado menos, pero contaba con el segundo mejor tiempo de siempre, el mejor al nivel del mar, 19.75 y parándose, a 0.03 de la plusmarca mundial del italiano Pietro Mennea (1952-2013). En el salto de longitud, la superioridad de Lewis era aun mayor, con nada menos que seis saltos por encima de 8.70 m, dos de 8.79 m, uno en pista cubierta ese mismo 1984, uno de 8.76 m y otros tres de 8.71 m.. El estadounidense hizo buenos los pronósticos y se hizo con los cuatro oros, mostrando una gran superioridad. Ganó los 100 m con 9.99, 0.20 menos que su compatriota Sam Graddy (1964), en los 200 m superó, con 19.80, la plusmarca olímpica, con una ventaja de 0.16 sobre otro estadounidense, Kirk Baptiste (1962-2022). En el salto de longitud, pese a realizar solo dos saltos, se impuso con 8.54 m, 0.30 más que el australiano Gary Honey (1959) y el italiano Giovanni Evangelisti (1961). En el relevo 4 x 100 m, el equipo estadounidense con Sam Graddy, Ron Brown (1961), Calvin Smith y el propio Carl Lewis no dio opción y se hizo con la victoria con plusmarca mundial de 37.83, 0.89 menos que Jamaica. El último parcial, de Lewis, fue de 8.94.

En los 400 m se esperaba la victoria del estadounidense Antonio McKay (1964), ganador de las pruebas de selección olímpica con 44.71. Pero según fue transcurriendo el camino a la final, las cosas no parecían tan claras. McKay fue el mejor en los cuartos de final con 44.72, mientras su compatriota Alonzo Babers (1961) hacía marca personal de 44.75. En la segunda semifinal, McKay se vio sorprendido por el atleta de Costa de Marfil Gabriel Tiacoh (1963-1992), que ganó con 44.64, mientras McKay con 44.92 era tercero. Mención especial se merece la actuación del jamaicano Bert Cameron (1959), el campeón del mundo el año anterior. Con 150 m de carrera sufrió una lesión muscular que lo obligó a pararse, dudó pero decidió continuar con sus rivales a 10 m. Parecía imposible la remontada, pero sorprendentemente consiguió llegar cuarto, con 45.10 y clasificarse, si bien no pudo disputar la final, donde saltó la sorpresa con la victoria de Alonzo Babers. Babers corrió en unos excelentes 44.27, a 0.01 de la mejor marca al nivel del mar del cubano Alberto Juantorena (1950). Junto con Sunder Nix (1961) y Ray Armstead (1960), Babers y McKay formaron parte del equipo de Estados Unidos que ganó el relevo 4 x 400 m, con 2:57.91, segundo mejor tiempo de siempre en aquel momento y mejor marca al nivel del mar, con cuatro equipos por debajo de 3:00.00. Babers corrió la tercera posta en unos magníficos 43.75. Ingeniero aeronáutico militar de profesión, Babers dejó ese mismo año el atletismo para unirse a la fuerza aérea.

Tras dos años con problemas físicos graves, el plusmarquista mundial de los 800 m, 1:41.73, y campeón mundial de 1500 m, el británico Sebastian Coe, volvía a unos Juegos Olímpicos. Su estado de forma era una incógnita, aunque parecía recuperado. En los 800 m se mostró no demasiado lejos de su mejor versión. No obstante, no pudo hacer nada ante el fenómeno brasileño Joaquim Cruz. Cruz realizó una competición impecable con victorias en cada una de las rondas, cada vez con un tiempo más rápido 1:45.66, 1:44.84, 1:43.82 y finalmente plusmarca olímpica de 1:43.00 en la final. Coe lo intentó pero el poderío del brasileño resultó inabordable. Fue plata con 1:43.64. El anterior campeón olímpico, el también británico Steve Ovett (1955) terminó el último con problemas respiratorios. La buena actuación de Coe en las dos vueltas probablemente le dio una motivación extra para la prueba de 1500 m, donde su mayor rival era otro atleta de las Islas, el campeón de Europa y del mundo Steve Cram (1960). En una rápida final, rota por el plusmarquista español José Manuel Abascal (1958), la victoria de Coe fue incontestable, 3:32.53, nueva plusmarca olímpica. Sigue siendo el único atleta con dos oros olímpicos en esta prueba.

Los 5000 m fueron para la emergente estrella marroquí Said Aouita. Aouita era poseedor de las mejores marcas del año tanto en 1500 m, 3:31.54, como en 5000 m, 13:04.78. Optó por la prueba más larga, en la que obtuvo una gran victoria con 13:05.59, nueva plusmarca olímpica. En los 10 000 m se esperaba que el portugués Fernando Mamede (1951),que poco antes había hecho plusmarca mundial con 27:13.81, dejase atrás sus problemas en la alta competición, y confirmase en Los Ángeles su superioridad cronométrica. Pero, una vez más, esto no sucedió. Tras vencer cómodamente en su semifinal, abandonó en la mitad de la final, que se había pasado en 14:18.84. El ritmo en la segunda parte de la carrera cambió completamente con el acelerón del finlandés Martti Vainio (1950), que solo pudo resistir el italiano campeón de Europa y del mundo Alberto Cova (1958). Cova hizo valer su gran final y venció con 27:47.54, 3.56 menos que el finlandés. Este acabaría descalificado al descubrirse restos de anabolizantes en su orina. El portugués que no falló fue Carlos Lopes (1947). Subcampeón olímpico de 10 000 m en 1976 y campeón mundial de campo a través ese mismo 1976 y en 1984, ganó brillantemente el oro en maratón con plusmarca olímpica de 2h09:21. Aunque hoy es habitual, entonces llamó mucho la atención que un atleta de 37 años se pudiese mantener en lo más alto.

En las vallas altas el estadounidense Roger Kingdom (1962), que había sido tercero en las pruebas de selección, derrotó a su compatriota campeón del mundo Greg Foster (1958). En las vallas intermedias Edwin Moses obtuvo su segunda victoria olímpica, tras la de 1976. El boicot estadounidense a los Juegos de 1980 lo privó de otro oro seguro. Segundo fue el joven de 18 años Danny Harris (1965), que superó al campeón de Europa, el alemán Harald Schmid (1957). En una trepidante final de obstáculos, el acelerón final del keniano Julius Korir (1961) le permitió con 8:11.80 imponerse en la final.

Las pruebas de marcha fueron una fiesta mexicana con las victorias de Ernesto Canto (1959-2020) en los 20 Km, 1h23:13, y de Raúl González (1952) en los 50 Km, 3h47:26, tras haber sido segundo en la distancia más corta. Los tiempos en ambos casos fueron plusmarcas olímpicas.

En las carreras es probable que sin el boicot apenas hubiese habido modificaciones, no ya en los oros, sino en el podio. Tal vez la mejor opción entre los ausentes fuese la del obstaculista polaco Bogusław Mamiński (1955), subcampeón del mundo, que terminó esa temporada con segunda mejor marca del año, 8:09.18. En los concursos, los resultados, salvo en la longitud, probablemente habrían sido diferentes, si bien tan solo los entonces recientes plusmarquistas mundiales el ucraniano, entonces soviético, Sergei Bubka (1963), 5.90 m en salto con pértiga, el alemán del Este Uwe Hohn (1962), 104.80 m en el lanzamiento de jabalina (modelo antiguo) y el ruso, entonces soviético, Yuriy Sedykh (1955-2021), 86.34 m en el lanzamiento de martillo, parecían claramente superiores a los que finalmente fueron oro olímpico. En este último caso habría que añadir al resto de los lanzadores de martillo de élite soviéticos.

En el salto de altura tuvo lugar un gran duelo entre el plusmarquista mundial, 2.39 m, el chino Zhu Jianhua (1963), el alemán Dietmar Mögenburg (1961) y el sueco Patrick Sjöberg (1965), resuelto a favor del segundo con 2.35 m. En el salto con pértiga, ausente Bubka, se produjo un duelo francoestadounidense, resuelto a favor del francés Jean Pierre Quinon (1962-2011), con 5.75 m. En la final de triple salto hubo sorpresa. Sin rivales soviéticos, el gran favorito era el estadounidense Mike Conley (1962) , vencedor en las pruebas de selección con 17.50 m. Un primer salto de 17.36 m, a 0.03 m de la plusmarca olímpica, parecía dejar sin opciones a sus rivales. Sin embargo, el día de la final solo pudo llegar a 17.18 m, y se vio superado por su compatriota Al Joyner (1960), con 17.26 m, su mejor marca de entonces. En el lanzamiento de peso el italiano Alessandro Andrei (1959) derrotaba con 21.26 m a los estadounidenses Michael Carter (1960) y David Laut (1956-2009), sobre el papel superiores al italiano. Lo mismo sucedió en el lanzamiento de disco, donde el alemán Rolf Danneberg (1953) se imponía a los estadounidenses Mark Wilkins (1950) y John Powell (1947-2022), ambos acreditados por encima de 70 metros. En el lanzamiento de martillo, sin la escuela soviética, el oro fue para el finlandés Juha Tiainen (1955-2003), con 78.08 m. Otro finlandés, Arto Härkönen (1959), se llevó la victoria en el lanzamiento de jabalina, con 86.76 m.

En el decatlón, como había sucedido en el Europeo de 1982 y en el Mundial de 1983, tuvo lugar un gran duelo entre Daley Thompson y Jürgen Hingsen, que en aquel momento tenía la plusmarca mundial. Thompson volvió a derrotar a su rival, consiguiendo su segundo oro olímpico e igualando la mejor puntuación del alemán.

En la categoría femenina, respecto al programa de 1980 se añadieron tres pruebas, que ya se habían incluido en el Europeo de 1982 y en el Mundial de 1983, los 3000 m, el maratón y los 400 m vallas. En aquel momento, el atletismo femenino estaba dominado por los países del Este, la mayoría ausentes en Los Ángeles. Años después de confirmó lo que ya entonces se sospechaba, que había un programa estatal de uso de sustancias prohibidas. Como se vio cuatro años después, con la final olímpica de los Juegos de Seúl, el uso de esas sustancias no se limitaba, desgraciadamente, a un territorio geográfico. En cualquier caso, más de una atleta campeona olímpica en Los Ángeles es probable que no hubiese estado en el podio de haber tomado parte todos los países.

Sin la oposición de las alemanas del Este Marlies Göhr (1958) y Marita Koch (1957), la estadounidense Evelyn Ashford (1957) obtuvo una victoria relativamente cómoda en 100 m on 10.97, plusmarca olímpica. El año anterior su duelo con las alemanas en la final del Mundial se había frustrado por una lesión muscular de la estadounidense durante la carrera. Ashford era la plusmarquista mundial del hectómetro con 10.79, pero conseguida en altitud, mientras Göhr acreditaba 10.81. Las dudas quedaron disipadas en Zúrich poco después de la final olímpica. Ashford realizaba con 10.76 una nueva plusmarca mundial, con una ventaja de 0.08 sobre la alemana. Lo que entonces no sabía la estadounidense es que había corrido embarazada de su hija Raina Ashley Washington. Ashford ganó otro oro con el equipo de los Estados Unidos en el relevo 4 x 100 m, con 41.65.

En los 200 y los 400 m sorprendió el doblete de la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960), con sendas plusmarcas olímpicas. Hasta ese año de 1984 su rendimiento no hacía esperar su actuación en Los Ángeles. Su mejor previa a ese año en los 200 m era 23.10. Esa temporada decidió entrenarse también para 400 m. En las pruebas de selección ganó los 200 m con 22.16 y fue segunda, tras Chandra Cheeseborough (1959), con 49.79, mientras la ganadora hacía 49.28, plusmarca de Estados Unidos. En los Juegos se mostró muy superior con victorias en 21.81 en 200 m, a 0.10 de la plusmarca mundial de la alemana Marita Koch, y 48.83 en los 400 m, a 0.84 de la plusmarca mundial de la entonces checoslovaca Jarmila Kratochvilová (1951). Este tiempo la convertía en la cuarta mejor atleta de siempre en aquel momento. En el relevo 4 x 400 m Brisco consiguió su tercer oro, con un tiempo del equipo estadounidense de 3:18.29, nueva plusmarca olímpica. Cheeseborough también se hacía con su tercera medalla, tras su plata en 400 m y su oro en el relevo 4 x 100 m. Sin embargo, Brisco no volvió a tener un momento deportivo como en Los Ángeles. Ya en las reuniones posolímpicas resultó ampliamente derrotada por las alemanas del Este. No sabremos si Brisco habría podido plantarles cara en los Juegos. La subcampeona olímpica de 200 m, la también estadounidense Florence Griffith (1959-1998), sorprendería al mundo atlético cuatro años más tarde con unos registros estratosféricos.

La rumana Doina Melinte (1956) se impuso en los 800 m, con 1:57.60, 1.03 menos que la segunda clasificada, la estadounidense Kim Gallagher (1964-2002). Melinte, acreditada en 1:55.05 (1982), llegó a Los Ángeles con una mejor marca del año de 1:56.53, que acabó siendo la cuarta de esa temporada, superada por tres soviéticas. Fue además segunda en los 1500 m, batida por la italiana Gabriella Dorio (1957), acreditada en 3:58.65 (1982). Dorio había sido sexta en la final olímpica de 1976 y cuarta en la de 1980. En la final de 800 m de Los Ángeles también ocupó la cuarta posición. Ese 1984 no bajó de cuatro minutos, sin embargo, derrotó a dos atletas que sí lo habían hecho, la mencionada Doina Melinte y otra rumana, Maricica Puică (1950), que al día siguiente ganó un polémico 3000. Seis soviéticas correrían ese año en menos de cuatro minutos.

Maricica Puică se hizo con un inesperado, al menos para la prensa, oro olímpico en 3000 m. En esta distancia, olímpica por primera vez, participaba una de las atletas más mediáticas del momento, la estadounidense Mary Decker (1958). Doble campeona mundial de 1500 y 3000 m, había renunciado a la distancia más corta, donde había resultado derrotada en las pruebas de selección por Ruth Wysocki (1957). Decker acreditaba 8:29.71 (1982). A priori su gran rival parecía la joven surafricana, nacionalizada británcia, Zola Budd (1966), con una mejor marca personal, de ese año, de 8:37.5. A los 1700 m de carrera, con Budd en la cabeza, pero sin proteger la cuerda, Decker intentó adelantarla por dentro, pero tropezó y se cayó en la hierba. No pudo continuar. El público comenzó a abuchear a Budd, que realizó la última vuelta en 1:17 y acabó séptima, mientras Puica se iba rauda a la meta, hasta conseguir un gran triunfo en 8:35.96.

Otra distancia que se disputó en Los Ángeles por primera vez en unos Juegos fue el maratón, con una gran victoria de la estadounidense Joan Benoit (1957), con 2h24:52, por delante de la noruega Grete Waitz (1953-2011) y de la portuguesa Rosa Mota (1957). Pero tal vez la imagen de los Juegos fueron los últimos metros de la suiza Gaby Andersen (1945), que entró tambaleándose en el estadio, aquejada de un golpe de calor. Consiguió terminar en el puesto 37º, con 2h48:42

En los 100 m vallas, la ganadora, con 12.84, la estadounidense Benita Fitzgerald (1961) se vio superada en la lista mundial del año por diez atletas que no acudieron a los Juegos. En los primeros 400 m vallas olímpicos femeninos, tuvo lugar un hecho histórico, el primer oro de una mujer de un país musulmán, la marroquí Nawal El Moutawakel (1962) con 54.61. En la lista mundial del año la precedieron cinco soviéticas. El Moutawakel, que había estudiado en Estados Unidos, se convirtió en una celebridad en su país, donde acabó siendo Ministra de Deportes en 2007.

El salto de altura, ausente la campeona del mundo, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958), mostró un gran duelo entre dos campeonas olímpicas, la alemana Ulrike Meyfarth (1956), oro en 1972, y la italiana Sara Simeoni (1953), resuelto a favor de la primera por dos centímetros, en 2.02 m, nueva plusmarca olímpica. La rumana Anişoara Cuşmir (1962) ganó en el salto de longitud. Acreditada en 7.27 m ese año, tan solo resultó superada en la lista mundial por la alemana Heike Daute (1961), posteriormente Dreschler, y la eslovaca, entonces soviética, Galina Christyakova (1962), con 7,29 m. Tanto en el lanzamiento de peso como en el de disco, las ganadoras, la alemana Claudia Losch (1960) y la neerlandesa Ria Stalman (1951) habrían tenido muy complicada su presencia en el podio con las mejores en liza. En el lanzamiento de jabalina, ausente la alemana del Este Petra Felke (1959), mejor marquista del año, el oro parecía entre la finlandesa campeona del mundo Tiina Lillak (1961) y la británica Fatima Whitbread (1961), ambas acreditadas en más de 70 metros. Sin embargo, otra británica, Tessa Sanderson (1956) dio la sorpresa y obtuvo la victoria con 69.56 m, su mejor marca y plusmarca olímpica. En el heptatlón tampoco estuvieron las mejores. Se impuso la australiana Glynis Nunn (1960) a una entonces poco conocida atleta estadounidense llamada Jackie Joyner (1962), que daría mucho que hablar en los años siguientes.

Los boicots a los Juegos de 1980 y de 1984 hicieron temer lo peor para el Movimiento Olímpico. Afortunadamente en final de la Guerra Fría y los buenos oficios del presidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch (1920-2010) hicieron que las ausencias masivas de los Juegos se terminasen y que el Movimiento Olímpico continuase creciendo.

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Rosa Mota, triple corona y triple oro europeo en maratón

El 12 de septiembre tenía lugar en Atenas el primer maratón femenino en un campeonato de Europa. Cuando se llevaban 35 kilómetros, tres atletas lideraban la prueba, la noruega Ingrid Kristiansen (1956), acreditada en 2h30:08 y gran favorita, la italiana Laura Fogli (1959), con una mejor marca de 2h34:48 y una atleta portuguesa llamada Rosa Mota (1958), que nadie se esperaba que estuviese en el grupo de cabeza a esas alturas de la prueba. Era su primer maratón. La Federación de su país le había permitido participar con la condición de que lo hiciese también tres días antes en la final de los 3000 m, que también se celebraban por primera vez en un Europeo femenino. Mota había sido décimo segunda, con 9:04.82, a más de medio minuto de la ganadora, la rusa, entonces soviética, Svetlana Ulmasova (1953-2009).

Rosa María Correia dos Santos Mota había nacido en Foz, un suburbio de Oporto, el 29 de junio de 1958. Comenzó a practicar atletismo en la escuela en 1975. Se unió a un club local de Foz, donde no había pista. En 1980 conoció a José Pedrosa, médico de profesión, que sería su entrenador durante toda su carrera y, lógicamente, también se encargó de sus aspectos médicos. Fue precisamente Pedrosa, convencido de que Mota podría hacer un gran papel en el primer maratón de un Europeo, el que presionó a la Federación portuguesa para que permitieran que corriese la distancia. Había en Portugal un cierto miedo atávico al maratón desde los Juegos Olímpicos de 1912, en que el joven corredor portugués Francisco Lázaro (1891-1912) se murió de un golpe de calor mientras disputaba el maratón olímpico. En el kilómetro 35 del Europeo, Mota comenzó a darle la razón a su entrenador, cuando fue capaz de despegarse de Fogli y de Kristiansen. Consiguió llegar en solitario al estadio de Atenas, donde se proclamó campeona de Europa con 2h36:08, 25 segundos menos que la italiana y 35 menos que la noruega.

La victoria de Atenas fue el inicio de una exitosísima carrera deportiva en la prueba más larga. A lo largo de los siguientes nueve años, Mota tomaría parte en otros diecinueve maratones, de los que terminaría diecisiete y ganaría trece. En 1983 corrió tres maratones y en los tres hizo marca personal. En primavera fue primera en Rotterdam con 2h32:27. En agosto llegó a Helsinki, con la intención de entrar en el podio del maratón del primer campeonato del mundo. Realizó 2h31:50, pero ocupó la cuarta posición a 37 segundos de las medallas, en una carrera ganada brillantemente por la noruega Grete Waitz (1953-2011). Mota terminó el año con otra victoria en Chicago, con 2h31:19. No volvió a competir hasta el maratón olímpico de 1984, el 5 de agosto. Tres atletas parecían superiores a ella, la estadounidense Joan Benoit (1957), mejor marquista mundial (no se reconocieron plusmarcas mundiales en maratón hasta 2003) con 2h22:43 y las noruegas Grete Waitz e Ingrid Kristiansen. Benoit ganó brillantemente con 2h24:52, casi un minuto y medio mejor que Waitz, mientras Mota se colaba en el podio con mejor marca personal de 2h26:57, por delante de Kristensen. Ese otoño, la portuguesa volvía a mejorar hasta 2h26:01, al ganar el maratón de Chicago. A Chicago volvió en 1985 para disputar su séptimo maratón y mejorar por séptima vez, hasta 2h23:29, que sería su mejor marca de siempre. Pese a su gran tiempo se vio superada por Joan Benoit, que con 2h21:21 también hacía su mejor marca de siempre, y por la reciente mejor marquista mundial con 2h21:06, Ingrid Kristiansen, 2h23:05.

En 1986, tras hacer 2h27:15 e imponerse en el maratón de Tokio, acudió a su segundo Europeo. Su rival más peligrosa era Ingrid Kristiansen, pero optó por los 10 000 m, que se celebraban por primera vez en los campeonatos, donde obtuvo una fácil victoria. Ausente la noruega, no había nadie que le pudiese disputar el oro a Mota, que ganó con 2h28:38, 4:14 menos que Laura Fogli, que fue segunda. En 1987 siguió el mismo esquema competitivo, con triunfo en Boston en primavera, 2h25:21 y una resonante victoria en el campeonato del mundo de Roma, donde obtuvo el oro con 2h25:17, con más de siete minutos de ventaja sobre la segunda clasificada, la kazaja, entonces soviética, Zoya Ivanova (1952).

Rosa Mota había ganado dos Europeos y un Mundial. Ansiaba la triple corona con el oro olímpico. Y el oro llegó en los Juegos de Seúl de 1988. Anteriormente esa temporada había ganado el maratón de Boston, 2h24:30, si bien no era la mejor marca del año. La australiana Lisa Martin (1960) había realizado en Osaka 2h23:51. Las dos estaban, junto a la alemana Katrin Dörre (1961) en cabeza a falta de 5 kilómetros para la conclusión del maratón olímpico. En ese momento Mota cambió de ritmo y ninguna de sus rivales pudo seguirla. Cruzó la meta, y consiguió la triple corona, con 2h25:40, 13 segundos menos que Martin y 41 menos que Dörre.

En 1989 comenzaron a aparecer problemas físicos, que hasta entonces Mota había esquivado. En 1980 había tenido problemas respiratorios. La habían diagnosticado de asma de esfuerzo, pero adecuadamente tratada por Pedrosa, pudo seguir compitiendo y progresando. En ese año posolímpico comenzó con alteraciones del nervio ciático. Abandonó en el maratón de Osaka y fue segunda en Los Ángeles, con 2h35:27, su tiempo más lento desde su victoria en el Europeo de 1982. En 1989 consiguió recuperarse. Ganó en Osaka, 2h27:47, Boston 2h25:24, y consiguió su tercer oro europeo, 2h31:27, tan solo 5 segundos menos que la rusa, entonces soviética, Valentina Yegorova (1964).

En 1990 Rosa Mota, ya con 32 años, ganaba su último gran campeonato. En 1991 aún pudo ganarla Copa del Mundo, que entonces se celebraba independiente del Mundial, en Londres, con 2:26:14, pero poco después los problemas físicos ya no la abandonaron. No terminó en el Mundial de 1991 ni en el maratón de Londres de 1992. Su objetivo de participar en sus terceros Juegos Olímpicos no pudo materializarse. Ya no volvió a tomar parte en un maratón. Sus intentos por recuperarse fueron infructuosos.

Poco después, en 1995, resultó elegida para el Parlamento de Portugal. La retirada de Mota no dejó huérfano al fondo femenino portugués. Un buen grupo de corredoras siguió obteniendo buenos resultados en los grandes campeonatos. Así, Aurora Cunha (1959) fue capaz de correr la distancia en 2h28:11. Albertina Dias (1965) fue campeona mundial de campo a través en 1993. Manuela Machado (1963) fue campeona del mundo de maratón en 1995 y de Europa en 1994 y 1998. Fernanda Ribeiro (1969) fue campeona olímpica de 10 000 m en 1996, mundial en 1995 y europea en 1994, además de campeona del mundo de campo a través en 1996.

Como cuenta Emilio Navaza (1948) en su blog Vida atlética de Galicia y en su libro Más allá de la meta, Rosa Mota dejó un gran recuerdo en Santiago de Compostela. En 1980, siendo una desconocida, había sido tercera en la Carrera Popular de la ciudad. En 1981 ganó en la categoría femenina y repitió el triunfo en 1982, siendo ya campeona de Europa. Volvió en 1987, como campeona del mundo, y no tuvo rival. Mota también fue la vencedora de la San Silvestre de São Paulo de 1981 a 1986. Ningún atleta, hombre o mujer, aparte de Rosa Mota, ha ganado tres Europeos en maratón ni la triple corona. Con razón en su país es un auténtico mito.

Historia mundial de los 1500 metros, de Walter George a Jakob Ingebrigtsen

Cuando comencé este blog, allá por julio de 2016, lo hice con una serie de diez entradas, bastante prolijas, sobre las que entonces consideré las diez mejores carreras de 1500 o de la milla. Al final me acabó quedando una historia de estas pruebas desde 1954 hasta aquel momento. Añadiéndole las tres últimas entradas sobre estas distancias hasta los años 40, la de Gunder Hägg y Arne Andersson y la de la final de los Juegos de Tokio, ha quedado completa la historia de estas pruebas tan emblemáticas. He añadido algunos vídeos y he ampliado sobre las finales olímpicas de 1948 y 1952. De modo que si alguien quiere leer las entradas por orden cronológico, estos son los enlaces:

  1. Los primeros campeones olímpicos de 1500 m. Los primeros corredores de las distancias, con especial mención al británico Walter George y los primeros campeones olímpicos hasta los Juegos de 1920.
  2. El 1500 en los años 20. El dominio finlandés. Abarca desde 1921 hasta 1931, con Paavo Nurmi, Hari Larva, Otto Prenzler y Jules Ladoumègue.
  3. El 1500 en los años 30. Luigi Beccali, Glenn Cunningham y Jack Lovelock. Desde los Juegos de 1932 hasta el final de la década.
  4. Gunder Hägg, Arne Andersson y las diecinueve plusmarcas mundiales. La década de los 40 hasta los Juegos Olímpicos de 1948, con el gran duelo entre Hägg y Andersson, que significó 19 plusmarcas mundiales, y un duelo menos intenso, entre otros dos suecos Lennart Strand y Henry Eriksson, que se repartieron los oros en el Europeo y en los Juegos.
  5. Los mejores 1500 (I): Vancouver 1954. De 1950 a 1954, focalizados en la milla los 4 minutos y la de los Juegos de la Commonwealth de 1954, ambas ganadas por Roger Bannister.
  6. Los mejores 1500 (II). Roma 1960. Con especial dedicación a la victoria de Herb Elliott en el 1500 de los Juegos de 1960, esta entrada de extiende de 1956 a 1964.
  7. Los mejores 1500 (III): final de México 1968. De 1964 a 1973, con dos grandes protagonistas, Jim Ryun y Kip Keino.
  8. Los mejores 1500 (IV): Christchurch 1974. De 1974 a 1977, con otros dos grandes protagonistas, Filbert Bayi y John Walker.
  9. Los mejores 1500 (V): Copa del Mundo Düsseldorf 1977. La historia de Steve Ovett, con su mejor carrera de 1500 m.
  10. Los mejores 1500 (VI): final de Los Ángeles 1984. La historia de Seb Coe centrada en su segunda victoria olímpica.
  11. Los mejores 1500 (VII): reunión de Niza 1985. La segunda mitad de los años 80, con el enfrentamiento entre Steve Cram y Said Aouita en la carrera en que por primera vez se bajó de 3:30.00.
  12. Los mejores 1500 (VIII): final de Sidney 2000. La historia de la distancia en los años 90 hasta los Juegos de 2000, con Nourredine Morceli, Fermín Cacho, Hicham El Guerrouj y su sorprendente derrota en la final olímpica de 2000 por el keniano Noah Ngeny.
  13. Los mejores 1500 (IX): final de Atenas 2004. La historia de El Guerrouj hasta su doble oro olímpico en 2004.
  14. Los mejores 1500 (X). Reunión de Mónaco 2015. De 2005 a 2016 con las finales olímpicas de 2008, 2012 y 2016 y la gran carrera de la reunión de Mónaco en 2015 en donde seis atletas bajaron de 3:30.00.
  15. Los mejores 1500 (bonus): final olímpica de Tokio 2020, Jakob Ingebrigtsen se doctora cum laude. Los últimos años de la prueba con la irrupción de Jakob Ingebrigtsen y su brillante victoria olímpica en 2021.

Además he dedicado varias entradas a mediofondistas destacados, lo que puede ayudar a completar la historia anterior. Estas son las entradas: Paavo Nurmi, Sydney Wooderson, John Landy, Sándor Iháros, Peter Snell, Michel Jazy, David Moorcroft, Steve Cram, Said Aouita, Peter Rono y Jake Whightman.

Espero que disfrutéis leyendo tanto como lo he hecho yo escribiendo.

Bibliografía

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Butcher, Pat. The perfect distance. Ovett&Coe: the record breaking rivarly. Phoenix. Londres 2004.

Cruz, Ángel. Aouita: el rey moro conquista España. Atletismo Español. Noviembre 1987. Pág 33-36.

Lawson, Gerald. World record breakers in track & field athletics. Human Kinetics. Champaign (Illinois) 1997.

Luhtala, Seppo. Top distance runners of the century. Meyer & Meyer Sport. Oxford 2002.

Miller, David. Sebastian Coe born to run. The Bath press. Londres 1992.

Quercetani, Roberto L. Athletics. A history of modern track and field athletics (1860-2013). Edit Vallardi. Mestrino (Italia) 2014.

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Sandrock, Michael. Running with the legends. Human Kinetics. Champaign (Illinois) 1996.

Wallechinsky, David y Loucky Jaime. The complete Book of the Olympics. Aurum. Londres 2008.

Wasko, Janusz, Socha Andrzej. Athletics National Records’s evolution 1912-2006. Zamosc Santomierz 2007.

Whatman, Mel. All-time greats of British athletes. Sport books. Cheltenham (Reino Unido) 2006.

En la red:

Athletic archive index. http://www.todor66.com/athletics/

Track and field all time performance home page. http://www.alltime-athletics.com/

Track and field statistics. http://trackfield.brinkster.net/Logon.asp

The great distance runners. http://thegreatdistancerunners.de/

El 1500 en los años 30, Luigi Beccali, Glenn Cunningham y Jack Lovelock

La descalificación del gran favorito para el oro en 1500 en los Juegos de 1932, el francés plusmarquista mundial de esta prueba, la milla y los 2000 m Jules Ladoumègue (1906-1973), dejaba la pugna por el podio muy abierta. Entre un grupo de atletas muy sólidos destacaba el italiano Luigi Beccali (1907-1990). Beccali había comenzado a practicar atletismo con catorce años, pero al poco tiempo se cambió al ciclismo. No volvió al atletismo hasta 1926. En 1928 bajó por primera vez de 4 minutos en 1500 m, 3:59.6. El 15 de mayo de 1932 sorprendió al mundo atlético al rebajar, en la pista de 500 m de Milán, su mejor tiempo de 3:57.2 a 3:52.2, mejor marca del año. Estados Unidos contaba con un trío muy rápido. En las pruebas de selección olímpica, Norwood Hallowell (1909-1979) entró el ganador con 3:52.7 (3:52.58), por delante de Frank Crowley (1909-1980) y de Glenn Cunningham (1909-1988). El plusmarquista estadounidense, 3:52.6 ese mismo año, y gran favorito para la victoria Gene Venzke (1908-1992) solo pudo ser cuarto. A principios de ese temporada había corrido la milla en 4:10.0 en pista cubierta. La clasificación de Cunninghan fue especialmente meritoria. Cuando tenía ocho años sufrió graves quemaduras en las extremidades inferiores. Los médicos recomendaron amputación, que sus padres no autorizaron. Tardó dos años en volver a caminar.

Las series semifinales tuvieron lugar el 3 de agosto. Se celebraron tres series, de las que se clasificaban los cuatro primeros de cada una de ellas. Cunningham se impuso en la primera con 3:55.8, con más de cinco segundos de ventaja sobre el británico Jerry Cornes (1910-2001). La segunda serie fue para el neozelandés, estudiante de Medicina en Oxford, Jack Lovelock (1910-1949), acreditado en 4:12.0 en la milla, con 3:58.0. Beccali ganaba la tercera serie con 3:59.6. En la final, el 5 de agosto, al comenzar la tercera vuelta el canadiense Phil Edwards (1907-1971) decidió cambiar de ritmo. Edwards, nacido en Guyana, había sido medallista de bronce en el 4 x 400 m de los Juegos de 1928 y también bronce olímpico en los 800 m unos días antes en ese 1932. Solo Cunningham fue capaz de seguir inicialmente al canadiense. A la altura de los 1200 m, 3:07.0, ambos llevaban una ventaja de 20 metros. En ese momento Beccali y Cornes se lanzaron en persecución del dúo de cabeza. En la contrarrecta Edwards abrió un hueco de 5 metros. Beccalli, no obstante, pudo dar caza a Cunningham, en la entrada de la recta de llegada, y a Edwards a falta de unos 50 m. El italiano entraba el primero con 3:51.2, mientras Cornes, tras una gran última recta, era segundo con 3:52.6, 0.2 menos que Edwards, Cunningham era cuarto con 3:53.4. Edwards se haría con otro bronce en estos Juegos, en el relevo 4 x 400 metros. Por su parte Cornes fue el último medallista olímpico británico en la prueba hasta la victoria de Seb Coe (1956) en 1980. Tras retirarse del atletismo sirvió como funcionario británico en Palestina. En 1946 sobrevivió milagrosamente al atentado en el Hotel Rey David de Jerusalén.

Las plusmarcas mundiales de Jules Ladoumègue, que seguía compitiendo como profesional, de 3:49.2 en 1500 m y 4:09.2 en la milla no se mantuvieron más allá de 1933. El 15 de julio en la ciudad estadounidense de Princeton, un magnífico duelo en la milla entre Jack Lovelock y el estadounidense Bill Bonthron (1912-1983) dio como resultado una gran plusmarca mundial de 4:07.6 para el neozelandésm que corrió la última vuelta en 58.9, y unos excelentes 4:08.7 para su rival. El 9 de septiembre Lovelock se enfrentó a Beccali en la final de los 1500 metros de la Universiada, que tenía lugar en Turín. El italiano cambió de ritmo a falta de 500 m y, pese a los esfuerzos de Lovelock, mantuvo la cabeza hasta el final, imponiéndose con 3:49.2, tiempo que igualaba la plusmarca mundial. El neozelandés se quedó cerca, 3:49.8. El 17 de septiembre, en Milán, en un encuentro Italia-Gran Bretaña, Beccali corría en 3:49.0.

Los logros de Lovelock y de Beccali resultaron, no obstante, superados en la temporada de 1934, como consecuencia de la dura pugna entre Glenn Cunninghan y Bill Bonthron. En marzo Cunningham había hecho la mejor marca mundial en pista cubierta de la milla con 4:08.4. El 16 de junio en Princeton se hizo con la plusmarca mundial absoluta de la prueba, 4:06.7, con Bonthron segundo, 4:12.5. Sin embargo, las tornas cambiaron una semana después en el campeonato universitario, donde este ganó con 4:08.0, 1.7 menos que su rival. El 30 de junio en el campeonato de Estados Unidos, Bonthron superaba la plusmarca mundial de Beccali, con 3:48.8, 0.1 menos que Cunningham, con pases de 1:01.3, 2:01.8 y 3:06.0. Entretanto, al otro lado del Atlántico, Beccali había sufrido una contundente derrota ante el sueco Eric Ny (1909-1945), 3:50.4, frente a 3:54.3. Sin embargo, el italiano consiguió recuperarse y se convirtió en campeón de Europa, en la primera edición de esta competición, celebrada en Turín. Hasta la victoria del español Fermín Cacho (1969) en en Europeo de 1994, Beccali fue el único atleta campeón olímpico y de Europa de 1500 m.

La temporada de 1935 resultó anodina. Probablemente los atletas tenían la vista puesta en los Juegos de 1936, donde al comienzo de la temporada había al menos cuatro firmes candidatos al oro, Beccali, Lovelock, Cunningham y Bonthron. Este último no pudo alcanzar la forma de 1934 y ocupó la cuarta posición en las pruebas de selección olímpica, con lo que se quedó fuera de los Juegos. La prueba terminó con la apurada victoria de Cunningham con 3:49.9, el mismo tiempo que Archie San Romani (1912-1994). Gene Venzke fue tercero con 3:52.2.

Las series semifinales de los Juegos tuvieron lugar el 5 de agosto. Había cuatro series, en las que se clasificaban para la final los cuatro primeros. Eric Ny se impuso en la primera con 3:54.8, el mismo tiempo que Cunningham. Venzke fue el vencedor en la segunda, muy lenta, con 4:00.4, 0.2 menos que Cornes y Lovelock. Beccali ganó la tercera con 3:55.6, el mismo tiempo que el húngaro subcampeón de Europa de 1500 y campeón de 800 Miklós Szabó (1908-2000), y 0.6 menos que Phil Edwards, que el día anterior había ganado un nuevo bronce olímpico en 800 m. El francés Robert Goix (1906-1983) se hizo con la última serie, con marca personal de 3:54.0, 1.0 menos que San Romani. La final, celebrada el 6 de agosto, fue una de la mejores de la historia de los Juegos, con plusmarca mundial y cuatro marcas personales entre los seis primeros. Cornes marcó 1:01.5 el primer 400. Ny y Cunningham dieron paso a la segunda vuelta 2:05.2. El sueco aún cruzó el primero los 1200 m en 3:05.4, pero justo en ese momento se vio superado por Jack Lovelock, que se fue irresistible a la meta, pese a los esfuerzos de Cunningham. Un último 300 en 42.8 le permitió superar la plusmarca mundial de Bonthron por 1.0, con 3:47.8, 0.6 menos que Cunningham. Beccali fue tercero, con 3:49.2, que igualaba su segunda mejor marca de siempre. No corría tan rápido desde 1933. San Romani ocupó la cuarta posición con 3:50.0, 0.1 más que su plusmarca personal. Los medallistas de bronce y plata de 1932, Phil Edwards y Jerry Cornes, fueron respectivamente quinto y sexto con 3:50.4 y 3:51.4, marcas personales en ambos casos.

Tras su gran victoria olímpica, Lovelock se retiró ese mismo año. En 1949, falleció trágicamente en un accidente en Nueva York, donde trabajaba como médico. Cunnigham continuó compitiendo a un gran nivel. El 3 de marzo de 1938, en una pista cubierta de 239 metros, corrió la milla en 4:04.6, que mejoraba en más de dos segundos su propia plusmarca mundial absoluta. No se homologó como tal por haberse hecho en sala y por contar con ayuda de liebres con vuelta perdida. En 1940, en el campeonato de Estados Unidos realizó su mejor marca de siempre en 1500 m, 3:48.2, si bien se vio superado por Walter Mehl (1916-2005), 3:47.9, a 0.1 de la plusmarca mundial. Mehl correría al año siguiente la milla en 4:07.6 en pista cubierta. Como en el caso de tantos atletas, la Segunda Guerra Mundial cortó su progresión. No volvería a la competición atlética tras la Guerra, aunque se haría entrenador.

Uno de los pocos atletas que sobrevivió deportivamente a la Guerra fue el sucesor de Cunningham como plusmarquista mundial oficial de la milla, el británico Sydney Wooderson (1914-2006). El 28 de agosto de 1937 corría la milla en 4:06.4, con un pase de 3:50.3 en el 1500. En 1938 se hacía con las plusmarcas mundiales de los 800 m, 1:48.4, de las 880 yardas, 1:49.2. Ese año se proclamó campeón de Europa de 1500 m, donde Beccali fue tercero. Tras la Guerra, en el campeonato de Europa de 1946 se hizo con el oro en los 5000 m. En 1939 un joven sueco poco conocido llamado Arne Andersson (1917-2009) lideraba la lista mundial del año de 1500 m con 3:48.8. Al año siguiente, un compatriota suyo, llamado Gunder Hägg (1918-2004), realizaba la misma marca. Entre 1941 y 1945, mientras en mundo se desangraba por una terrible conflagración bélica, entre los dos atletas suecos superarían diecinueve plusmarcas mundiales en pruebas de mediofondo y fondo, pero esa es otra historia, que ya hemos contado.

El 1500 en los años 20. El dominio finlandés

Uno de los atletas destacados de los Juegos Olímpicos de 1920 fue el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973). Nurmi ganó los 10 000 m, la prueba individual y por equipos de campo a través y fue plata en los 5000 m. El finlandés fue un corredor tremendamente versátil, con grandes registros de 800 m, prueba en que fue campeón nacional en 1923, hasta los 40 Km. Durante su carrera deportiva se hizo con doce medallas olímpicas, nueve de oro, y estableció veintidós plusmarcas mundiales oficiales en distancias desde 1500 a 20 000 metros.

En el período entre los Juegos de 1920 y 1924 Nurmi prestó más atención al 1500 y a la milla. En 1921 ya corría esta última prueba en 4:13.9, a 1.3 de la plusmarca mundial del estadounidense Norman Taber (1891-1952). Dos años después, el 23 de agosto de 1923, en Estocolmo, se iba a unos magníficos 4:10.4. El paso por los 1500 m, de 3:53.0, también superaba el tope mundial del sueco John Zander (1890-1967), pero no se homologó. Para los Juegos de 1924, Nurmi decidió tomar parte en los 1500 y los 5000 m, cuyas finales se celebraban la misma tarde por ese orden. El 19 de junio de 1924, en Helsinki, el finlandés realizaba un ensayo con un 1500 y un 5000 con 50 minutos de diferencia. En la prueba más corta se superó a sí mismo y, por tanto, a Zander con 3:52.6. Menos de una hora más tarde mejoraba su propia plusmarca mundial de 5000 m con 14:28.2.

En los Juegos de 1924, Nurmi repitió el logro de Helsinki, con dos victorias en menos de una hora. En un 1500 muy rápido batió con 3:53.6 al suizo Willy Schärer (1903-1982), 3:55.0, y a los británicos Hyla Henry Stallard (1901-1973), 3:55.6, uno de los protagonistas de Carros de fuego, y el campeón olímpico de 800 unos días antes, Douglas Lowe (1902-1981). Menos de una hora después, los rivales de Nurmi en el 5000 trataron de avivar el ritmo, con la esperanza de que el esfuerzo anterior le pasase factura. No funcionó y el finlandés realizaba una hazaña irrepetible con un nuevo triunfo en la distancia más larga, en 14:31.2. En esos Juegos aún le faltaban otros tres oros, 3000 m por equipos, campo a través individual y por equipos.

Dos años después, el 11 de septiembre de 1926, Nurmi fue testigo de la pérdida de su plusmarca mundial de los 1500 m. En Berlín, se enfrentaba al alemán, médico de profesión, Otto Peltzer (1900-1970), plusmarquista mundial de los 800 m, 1:51.6, y al sueco, nacido finlandés, Edwin Wide (1896-1996), doble medallista olímpico de 5000 y 10 000 m. Nurmi dio paso al 1000 en 2:34.8, pero se vio derrotado por sus rivales. Ambos mejoraron la anterior plusmarca mundial, con Peltzer 3:51.0 y Wide 3:51.8, mientras Nurmi se quedaba muy cerca de su mejor tiempo con 3:52.8.

Ninguno de los tres protagonistas de la carrera de Berlín tuvo papel alguno en el 1500 de los Juegos Olímpicos de 1928. Peltzer, con problemas físicos, no llegó a la final. Wide fue bronce en 5000 y 10 000 m. Y Nurmi ganó el oro en 10 000 m y la plata en 5000 y 3000 m obstáculos. El favorito para el oro era el joven francés Jules Ladoumègue (1906-1973), que ese mismo año había pasado de ser un desconocido a encaramarse a la lista mundial de la temporada con 3:52.2, tiempo con el que ganó el campeonato nacional. Sus máximos rivales serían los finlandeses Harri Larva (1906-1980) y Eino Purje (1900-1984). El primero había batido al segundo en las pruebas de selección de su país, 3:52.6 frente a 3:53.1. En esa carrera Nurmi fue tercero, 3:57.0. Larva había comenzado a practicar atletismo hacía menos de cuatro años, tras ver una carrera posolímpica entre Nurmi y su gran oponente, su compatriota Ville Ritola (1896-1992).

La final olímpica resultó un mano a mano entre Larva y Ladoumègue. El francés cambió de ritmo a falta de 200 metros, pero Larva consiguió sobrepasarlo en los últimos 20 metros, 3:53.2 por 3:53.8. Purje fue tercero con 3:56.4. Entre los atletas que no pasaron a la final, carísima pues eran seis series, de las que pasaban los dos primeros, estaba un italiano de 20 años llamado Luigi Beccali (1907-1990), quien en poco tiempo se convertiría en uno de los grandes de la época. Tras los Juegos, Larva se acercó a la plusmarca mundial de la milla, con 4:11.0 y mejoró hasta 3:52.0 en 1500 m. Pese a su juventud, nunca mejoró la forma y los resultados de 1928. Compitió hasta 1932. En los Juegos Olímpicos de ese año fue décimo y último en la final de 1500 m.

Ladoumègue tuvo su mejor época en el bienio 1930-31, en que se dedicó a mejorar plusmarcas mundiales una tras otra, especialmente en el estadio Jean Bouin de París, que entonces tenía una cuerda de 450 m. En total, se hizo con cinco plusmarcas mundiales. El 5 de octubre de 1930 se convertía en el primer atleta en correr los 1500 m por debajo de 3:50.0, al hacer 3:49.2, con tiempos intermedios de 58.6, 2:00.6 y 3:04.4. El 19 del mismo mes mejoraba la plusmarca mundial de 1000 m con 2:23.6. El 2 de julio de 1931 hacía lo mismo en los 2000 m, 5:21.8. El 13 de septiembre, única plusmarca conseguida fuera del Jean Bouin, en Colombes, corría los 3/4 de milla en 3:00.6, batiendo apuradamente a Eino Purje, que obtuvo en mismo tiempo. Finalmente el 4 de octubre rompía la barrera de los 4:10.0 en la milla, 4:09.2, con pases de 1:00.8, 2:04.2 y 3:08.0, con un 1500 en 3:52.2. Era el gran favorito para el oro olímpico en los Juegos de Los Ángeles de 1932, pero el tremendo celo con el profesionalismo de los directivos de la época acabó con su carrera deportiva poco antes de los Juegos. Sin embargo, llegaba una generación de atletas que pronto lo superaría.

Feliz Año Nuevo a todos los lectores del blog.