El 26 de abril de 1931 el Comité Olímpico Internacional (COI) se reunía en Barcelona para designar la sede de los Juegos Olímpicos de verano de 1936. Era la segunda y última vez que el COI se reunía en una ciudad candidata para organizar los Juegos, puesto que Barcelona era la ciudad favorida para hacerse con la designación. Contaba con el moderno estadio de Montjuic, inaugurado en 1929, con una capacidad para 60 000 espectadores, solo superada en aquel momento por el estadio londinense de Wembley. Su única contrincante era la ciudad de Berlín, previamente encargada de los Juegos de 1916 que no se celebraron por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Contra pronóstico, la capital de Alemania ganó holgadamente la votación, 43-16. Quizá el que España hubiese cambiado de régimen unos días antes tuviese algo que ver. En Alemania, la República de Weimar estaba agonizando. El 30 de enero de 1933, el líder del Partido Nacional Socialista, Adolf Hitler (1889-1945) se hacía con la cancillería de la República, que llevó progresivamente a su defunción y su sustitución por un régimen totalitario. Pese al ascenso de los nazis al poder, el COI mantuvo la sede de los Juegos, luego de que Hitler asegurase que no habría discriminación a los deportistas judíos, algo que ya empezaban a hacer en Alemania. El atletismo tendría lugar en un nuevo estadio con capacidad para 100 000 espectadores. Los Juegos se celebrarían del 1 al 16 de agosto.
En estas circunstancias, el SS Manhattan, un moderno crucero, zarpaba de Nueva York el 15 de julio de 1936, con los 382 deportistas estadounidenses que tomarían parte en los Juegos de Berlín, entre ellos Jesse Owens (1913-1980), que esperaba colgarse las medallas de oro de los 100, los 200 m y el salto de longitud. Nueve días más tarde, el 24 de julio, el barco atracaba en Bremerhaven, en el mar del Norte. Unas horas más tarde la expedición estadounidense se encontraba en Berlín. La tarea que aguardaba a Owens era titánica. Inicialmente en cuatro días tendría que disputar cuatro rondas de 100 m, cuatro rondas de 200 m, junto con la ronda previa y la final de salto de longitud. Al principio no sabía que tendría que disputar también el relevo 4 x 100 m. La clasificación de longitud estaba separada 15 minutos de las series de 200 m, y los cuartos de final de 200 m, 45 minutos de la final de salto de longitud.
El 2 de agosto comenzaba el periplo de Owens en los Juegos de Berlín con la primera ronda de los 100 m. Se impuso en la duodécima y última serie con 10.3, que igualaba la plusmarca olímpica. La tarde de ese día registró 10.2 ventosos, también mejor tiempo de la ronda. Al día siguiente, a las 15:30, se hacía con la primera semifinal, 10.4 ventosos, mientras su compatriota Ralph Metcalfe (1910-1978) ganaba la segunda con 10.5. En la final, a las 17:00, Owens, por la calle 1 no dio opción. Hizo la salida más rápida y, aunque Metcalfe fue remontando, no pudo alcanzar la primera posición. El tiempo de Owens, 10.3, fue 0.1 mejor que Metcalfe.
El 4 de agosto, a las 10:30, tenía lugar la clasificación del salto de longitud. La distancia para acceder a la final era 7.15 m, sobre el papel muy fácil para Owens. Pero las cosas se le complicaron. Pensando que todavía estaba en el calentamiento, un salto que él creía de prueba se contó como nulo. Su segundo intento resultó también nulo. Se encontraba en un serio problema. Se cuenta la historia, apócrifa, de que entonces se le acercó el alemán Lutz Long (1913-1943), quien le aconsejó que retrasase la batida. Owens se clasificó con unos excelentes 7.64 m, el mejor salto con diferencia de los participantes. La final, el mismo 4 de agosto por la tarde, fue un magnífico duelo entre Owens y Long. Al terminar la tercera ronda. El estadounidense ocupaba la primera posición con 7.87 m, pero el alemán estaba muy cerca, 7.84 m. Tras un nulo de Owens en la cuarta ronda, Long igualaba a Owens en el quinto intento, y se colocaba líder al tener un mejor segundo salto. Owens respondió con 7.94 m, a falta de un intento. Long cerraba la competición con un nulo, mientras Owens, ya campeón, se iba a 8.06 m, ventosos. Long fue el primero en felicitar calurosamente a Owens. Los dos atletas desarrollaron una honda y sincera amistad. El estadounidense siempre valoró que su rival se mostrase tan cercano a él en la Alemania de la discriminación racial. Ambos se cartearon hasta la muerte de Long, en 1943 en el frente de Italia en la Segunda Guerra Mundial. Owens sintió profundamente la muerte de su amigo y siguió en contacto con su familia.
Los 200 m fueron la prueba que Owens ganó con más autoridad. Las dos primeras rondas se mezclaron con la clasificación y la final de salto de longitud el 4 de agosto. Aun así realizó 21.1 y 21.1v en las series y los cuartos de final, en ambos casos mejor marca de los participantes y plusmarca olímpica. El 5 de agosto a las 15:05 se corrieron las semifinales. El estadounidense Mack Robinson (1914-2000) ganó la primera con 21.1, mientras Owens se imponía en la segunda con 21.3. En la final, ese mismo día a las 18:00 Owens fue muy superior. Ganó el oro con 20.7, 0.4 menos que Robinson.
La participación de Owens tendría que haber terminado ese 5 de agosto. Ese día, preguntado el entrenador del relevo estadounidense Lawson Robertson (1883-1951) si se incluiría a Owens en el cuarteto de 4 x 100, dejó claro que Owens ya había ganado suficientes medallas y que los componentes del relevo serían los que habían entrenado para ello, es decir, Sam Stroller (1915-1985), Marty Glickman (1917-2001), Frank Wykoff (1909-1980) y la duda entre Foy Draper (1911-1943) y Ralph Metcalfe. Dos días después Robertson había cambiado de opinión y excluyó a Stroller y Glickman del equipo, dando entrada a Owens y Metcalfe. Alegó que las otras delegaciones querían ver a los mejores en el relevo, algo que él mismo no puso en práctica en el relevo 4 x 400 m. Probablemente la verdadera razón fue que los atletas sustituidos eran judíos y la organización alemana recomendaba que los deportistas de esta etnia no tomasen parte en los Juegos. De esta manera, haciendo el primer relevo, tanto en la serie como en la final, Owens ganó su cuarto oro. En la serie los estadounidenses, con 40.0 igualaron la plusmarca mundial. En la final se superaron con 39.2.
Otra historia apócrifa es que, tras haber saludado a los vencedores de las pruebas anteriores, Hitler salió del estadio para no saludar a Owens en la final de 100 m. Los nazis consideraban que los atletas de raza negra eran subhumanos y no acababan de entender que los estadounidenses contasen con ellos. Sin embargo, ese día Hitler no había saludado a ninguno de los ganadores. De hecho, Owens se ganó al público alemán y se sintió bien tratado en Alemania. Fue mucho más crítico con la discriminación legal en su país y con que el presidente Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) ni le enviase un telegrama de felicitación.
Pese a que se convirtió en una celebridad, la carrera atlética de Owens terminó abruptamente cuando su federación lo sancionó por no ir con el equipo estadounidense a un encuentro en Suecia. Owens prefirió volver a Estados Unidos para tomar parte en actividades más lucrativas. Tuvo numerosos trabajos, que combinaba con exhibiciones en que corría contra caballos, perros y motocicletas. Trabajó en la campaña del candidato republicano Alf Landon (1887-1987) a la presidencia de Estados Unidos en 1936. No encontró estabilidad financiera hasta que en los años 50 abrió una agencia de publicidad. En 1955 el presidente Dwight David Eisenhower (1890-1969) lo nombró embajador de buena voluntad para promover los valores del deporte por todo el mundo. En 1968 no apoyó en la forma las reivindicaciones de Tommie Smith (1944) y John Carlos (1945) sobre la discriminación racial en el deporte en el podio olímpico de los 200 m, si bien rectificó en 1972. Murió el 31 de marzo de 1980 de un cáncer de pulmón. En 1984, su compatriota Carl Lewis (1961) conseguía en los Juegos de 1984 repetir la hazaña de Owens en Berlín. Preguntado por su predecesor, Lewis contestó que él solo era un hombre, mientras que Owens era un mito.
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