Shirley Strickland, Marjorie Jackson y Betty Cuthbert, el trío olímpico australiano de oro

Hasta 1952 Australia había ganado cuatro oros olímpicos en once ediciones de los Juegos. Edwin Flack (1873-1935), entonces perteneciente a la colonia británica de Victoria, fue el primer campeón olímpico de 800 y 1500 m. Nick Winter (1894-1955) se impuso en el triple salto en los Juegos de 1924. Y John Winter (1924-2007) fue el campeón de salto de altura en los Juegos de 1948. Entre 1952 y 1964, Australia se hizo con nueve medallas de oro olímpicas. A excepción de Herb Elliott (1938), campeón olímpico de 1500 m en 1960, los otros ocho títulos fueron para tres mujeres velocistas, Shirley Strickland (1925-2004), Marjorie Jackson (1931) y Betty Cuthbert (1938-2017).

Shirley Barbara de la Hunty, conocida durante su carrera atlética por su nombre de soltera, Shirley Strickland, nació el 18 de julio de 1925 en Guidford, en las afueras de Perth. Su padre había practicado atletismo y fútbol australiano. La joven Shirley comenzó a hacer atletismo en el Instituto. En 1948 consiguió el título nacional de 80 m vallas. Acudió a los Juegos Olímpicos de Londres, donde fue bronce en 100m y en 80 m vallas y plata en el relevo 4 x 100 m. Oficialmente ocupó la cuarta posición en los 200 m. Años después se revisó la photo finish y se vio que tendría que haber ganado la medalla de bronce, si bien el resultado final no se cambió. Tras ganar tres oros en los Juegos de la Commonwealth de 1950, Strickhand volvió a los Juegos Olímpicos, en 1952. En Helsinki fue campeona de 80 m vallas, igualando la plusmarca mundial de la neerlandesa Fanny Blankers-Koen (1918-2004), 11.0 en las series. En la final mejoró hasta 10.9. En la semifinal había realizado 10.8 con excesivo viento a favor. En los 100 m fue bronce, en una carrera ganada por su compatriota Marjorie Jackson. Una mala entrega en el relevo 4 x 100 m le impidió pelear por otro oro. Sin embargo tuvo una nueva oportunidad en 1956, en los Juegos de Melbourne, donde renovó su título en 80 m vallas y fue también oro en el relevo 4 x 100. En 1954 se había perdido los Juegos de la Commonwealth por baja forma. Al año siguiente fue plusmarquista mundial de 100 m con 11.3. Tras los Juegos de 1956 se retiró. Siguió ligada al atletismo como directiva y entrenadora. También se dedicó a la política. Falleció el 11 de febrero de 2004.

Marjorie Jackson-Nelson nació en Coffs Harbour, Nueva Gales del Sur, el 13 de septiembre de 1931. Tuvo una carrera más corta que Strickland, pero muy intensa. Saltó a la fama con 17 años al derrotar en dos ocasiones a Fanny Blankers-Koen, en una gira que había hecho a Australia. Tras ganar cuatro oros en los Juegos de la Commonwealth de 1950, acudió a los Juegos Olímpicos de 1952, donde fue campeona en 100 m, con plusmarca mundial igualada de 11.5, y en los 200 m, donde igualó la plusmarca mundial en la primera ronda, 23.6, y la mejoró en la semifinal, 23.4. La posibilidad de otro oro en el relevo, como ya se ha mencionado, se esfumó por una mala entrega. Esa misma temporada mejoró en 100 m hasta 11.4. Se retiró tras ganar tres oros en los Juegos de la Commonwealth de 1954. De 2001 a 2007 fue gobernadora general del estado de Australia Meridional.

Elizabeth Alysse Betty Cuthbert nació el 20 de abril de 1938 en Merrylands, Nueva Gales del Sur. Con tan solo 18 años fue olímpica en 1956. Esa misma temporada había mejorado con 23.2 la plusmarca mundial de Marjorie Jackson, por 0.2. En Melbourne sorprendió con un triple oro en 100, 200 y relevo 4 x 100 m. Su logro tuvo una enorme repercusión mediática, que no favoreció a la joven Betty. En los Juegos de la Commonwealth de 1958 fue cuarta en las 100 yardas y segunda en las 220 yardas. La vencedora de ambas carreras fue su compatriota Marlene Mathews (1934), que había sido doble bronce olímpico en 100 y 200 m. En 1960, sin embargo, parecía que había recuperado la forma. En marzo de ese año un tiempo de 23.2 en las 220 yardas (201.17 m) se homologó como plusmarca mundial igualada de 200 m. En los Juegos de 1960, sin embargo, se lesionó en las eliminatorias de 100 m. Decidió retirarse pero volvió en 1962. Formó parte del equipo australiano que ganó el oro en el relevo 4 x 110 yardas. En 1959 había corrido los 400 m, que por entonces no formaban parte del programa olímpico femenino, en 54.0. En los Juegos de 1964 se disputaría por primera vez esta distancia en la categoría femenina. Cuthbert decidió prepararla. En 1963 fue capaz de registrar 52.9, segunda mejor marca de esa temporada.

La plusmarquista mundial de 400 m en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1964 era la norcoreana Sin Kim-dan (1938). En 1962 había corrido la distancia en 51.9. Al año siguiente participó en los GANEFO (Games of the Emerging Forces), una competición organizada por Indonesia en la que participaban países independizados recientemente. Sin ganó los 200, los 400 y los 800 m, estas dos últimas pruebas con sendas plusmarcas mundiales de 51.4 y 1:59.1, primer tiempo por debajo de 2 minutos, pero la IAAF (hoy World Athletics) no reconoció la competición ni las plusmarcas. En 1964, la coreana mejoró hasta 51.2 y 1:58.0, pero la IAAF había suspendido a los participantes en los GANEFO, por lo que no reconoció los tiempos ni permitió su participación en los Juegos.

Ausente Sin, la mayor rival para Cuthbert en el 400 olímpico era la británica Ann Packer (1942), que acreditaba 53.6 del año anterior. La primera ronda tuvo lugar el 15 de octubre. Mientras la australiana fue tercera en la primera serie con 56.0, Packer se impuso en la tercera con 53.1, nueva plusmarca olímpica. Ambas se encontraron en la primera semifinal al día siguiente. Packer volvió a ganar con 52.7 con Cuthbert segunda, 53.8. La otra semifinal fue para otra australiana, Judy Amoore (1940), con 53.3. El 17 de octubre se esperaba una final muy rápida, como así sucedió. En lo que Cuthbert calificó como una carrera perfecta, se proclamó la primera campeona olímpica de la distancia con 52.0 (52.01), por delante de Packer, 52.2 (52.20) y de Amoore (53.4). Con esta victoria en 400 m, la australiana obtenía en único triple oro de la historia de los Juegos en 100, 200 y 400 m. En 1896, en estadounidense Thomas Burke (1875-1929) había ganado los 100 y los 400 m. No se habían disputado los 200 m en estos primeros Juegos. Packer ganaría los 800 m en estos mismos Juegos con 2:01.1, oficialmente plusmarca mundial, que superaría Amoore por 0.1 tres años después. Esta no volvió a los Juegos hasta 1976, donde en la semifinal realizó su mejor marca de siempre, 1:59.93, insuficientes para llegar a la final.

Cuthbert se retiró tras los Juegos de 1964. En 1969 se le diagnosticó esclerosis múltiple. Desde entonces se dedicó a difundir el conocimiento de esta enfermedad entre el público y a la búsqueda de recursos para la investigación. Murió el 6 de agosto de 2017.

Entre 1952 y 1964 las atletas australianas consiguieron ocho medallas de oro en pruebas de velocidad y vallas. Desde entonces otras cuatro australianas han sido campeonas olímpicas en alguna de estas dos modalidades, Maureen Caird (1951) en 80 m vallas en 1968, Debbie Flintoff-King (1960) en 400 m vallas en 1988, Cathy Freeman (1973) en 400 m en 2000 y Sally Pearson (1986) en 400 m vallas en 2012. Seguramente todas ellas encontraron inspiración en Strickland, Jackson y Cuthbert, protagonistas de la edad de oro de la velocidad y las vallas femeninas australianas.

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Allyson Felix, la atleta olímpica más laureada

Los recientes Juegos Olímpicos de Tokio, oficialmente 2020, han sido los quintos en los que participaba la estadounidense Allyson Felix (1985). Con su oro en el relevo 4 x 400 metros y su bronce en la prueba individual, Felix se ha convertido en la atleta olímpica más laureada, con 11 medallas, 7 de oro. En la historia del olimpismo tan solo un atleta, el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973), ha conseguido un mayor número de medallas, con 12, 9 de oro.

Allyson Michelle Felix nació en Los Ángeles el 18 de noviembre de 1985. Comenzó a practicar atletismo a los 14 años. Al año siguiente, en 2001, fue campeona del mundo juvenil (sub18) de 100 m y del relevo sueco (100+200+300+400 m). En 2002 fue quinta en el Mundial Junior (sub20) en los 200 m, pero en 2003 la categoría de menores de 20 se le había quedado pequeña. Tras unos sorprendentes 22.11 en México en 200 m, no homologados por falta de control antidrogas, fue segunda en el campeonato de Estados Unidos en la misma distancia y se ganó la selección para el Mundial , absoluto, de París, donde se quedó en los cuartos de final. En 2004, con 18 años, se impuso en las pruebas de selección olímpica con unos excelente 22.28 (-1.2 m/s). Se convertía así en una de las candidatas para el oro olímpico en Atenas. Felix se clasificó cómodamente para la final, tras resultar victoriosa en las tres rondas previas. En la final, pese a registrar 22.18, plusmarca mundial sub20 y su mejor marca oficial, no pudo superar a la jamaicana Veronica Campbell (1982), que ganó el oro con 22.05.

Pese al gran logro que fue la plata, Felix se sintió algo decepcionada. En 2005 se volvió a enfrentar a Campbell en la final del Mundial al aire libre En esta ocasión la derrotó ampliamente, pues la jamaicana solo pudo ser cuarta, mientras la estadounidense se hacía con la victoria. En el Mundial de 2007, Felix volvió a batir a Campbell, con su mejor marca de 21.81 por 22.34 de su rival, que fue segunda. Con 21 años, Felix se llevaba otros dos oros con las victorias estadounidenses en ambos relevos.

Tras sus dos victorias en los 200 m de los campeonatos del Mundo, llegó la temporada olímpica. El objetivo de Felix era el oro en la prueba de los 200 m. En las pruebas de selección olímpica obtuvo una cómoda victoria con 21.82v. Intentó clasificarse en los 100 m, distancia en que esa misma temporada había corrido en 10.93, pero ocupó la 5ª plaza con 10.96. En los Juegos, de nuevo su mayor rival era Veronica Campbell. A diferencia de los dos anteriores mundiales, esta vez la jamaicana no dio opción y se hizo brillantemente con el oro, haciendo su mejor marca, 21.74, mientras Felix era segunda con 21.93. Esta pudo consolarse relativamente con su contribución a la victoria estadounidense de 4 x 400 m, su primer título olímpico.

En 2009, Felix, con tan solo 23 años, conseguía su tercer título consecutivo de campeona mundial en 200 m. Otra vez su máxima rival fue Campbell, segunda con 22.35, frente a 22.02 de la estadounidense, que también fue oro en el relevo 4 x 400 m.

Dos años más tarde, en el mundial de 2011 en Daegu, Corea del Sur. Campbell volvía a los más alto del podio, derrotando a Felix, que fue bronce, superada también por su compatriota Carmelita Jeter (1979). En la misma competición, Felix fue plata en los 400 m, con 49.59, entonces su mejor marca, a 0.03 de la bostwanesa Amantle Montsho (1983). Felix, no obstante, pudo llevarse los dos oros de los relevos, con las victorias de Estados Unidos.

El año olímpico de 2012 se presentaba como la tercera oportunidad para Felix de vencer en los 200 m, tras tres títulos mundiales y dos platas olímpicas. En las pruebas de selección se impuso con 21.69, su mejor marca de siempre, a Carmelita Jeter, que había ganado los 100 m, y a Sanya Richards (1985), vencedora en los 400 m. Felix fue tercera en los 100 m, empatada con Jeneva Tarmoh (1989), en 11.07. La renuncia de esta permitió a Felix disputar también los 100 m en los Juegos. Además resultó seleccionada en los dos relevos. En los Juegos, en una final de 100 m de altísimo nivel, Felix realizó su mejor marca de siempre, 10.89. Aun así solo pudo ser 5ª. El podio fue para a jamaicana Shelley-Ann Fraser (1986), 10.75, Carmelita Jeter, 10.78, y Veronica Campbell, 10.81. Las tres, junto con Felix y Sanya Richards, unos días antes campeona olímpica de 400 m, estaban en la final de 200 m, como la de 100 de una enorme calidad. Pero esta vez Felix no dio opción, y se impuso claramente con 21.88 a Fraser, 22.09, Jeter, 22.14, Campbell, 22.38, y Richards, 22.39. En la final de 4 x 100 m, Felix realizó la segunda posta. El cuarteto estadounidense, formado además Tianna Madison (1985), Bianca Knight (1989) y Carmelita Jeter, superaba la vieja plusmarca de 41.37 de Alemania del Este con unos excelentes 40.90. Felix repitió oro en el relevo 4 x 400 m, con una segunda posta en 48.2.

Felix continuó con su carrera atlética en 2013, pero, por primera vez, una lesión le impidió subir al podio en un gran campeonato. En los 200 m del campeonato mundial de ese año, tras pasar a la final con el mejor tiempo de las participantes en la ronda previa, sufrió una lesión durante la carrera definitiva, que puso fin a su temporada. En el Mundial siguiente, en 2015, volvía a estar en gran forma. Debido a un problema de horarios, era muy difícil hacer compatibles en 200 y el 400, por lo que Felix se decidió por esta última distancia. En Pekín, en el Mundial, después de realizar el mejor tiempo, 49.89, en las semifinales, ganó el oro con cierta diferencia, haciendo su mejor marca de siempre, 49.26, 0.41 menos que la banameña Shaunae Miller (1994). No pudo repetir el oro en los relevos 4 x 100 y 4 x 400 m, pues Estados Unidos fue segundo en ambos. En el relevo largo se le cronometró una posta de 47.72.

El plan de Felix para el año olímpico era tratar de hacer doblete en los 200 y los 400 m, pero una lesión a principios de la temporada la dejó mermada para disputar las pruebas de selección olímpica. Venció en los 400 m con 49.68, pero en los 200 m fue 4ª, a 0.01 de la 3ª, por lo que no se clasificó en esta prueba para los Juegos. En los Juegos de Río, se mostró en gran forma. En la tercera semifinal realizó 49.67, su mejor marca del año y el tiempo más rápido de las semifinales, superando a Shaunae Miller, 49.91. En la final, sin embargo, sucumbió ante la banameña, que la batió en 49.44 por 49.51 de Felix. Esta repitió los dos oros en los relevos, con 41.01 en el corto, segunda mejor marca de siempre.

En 2017, Felix continuó su colección de medallas en el campeonato del Mundo. Se hizo con el bronce en los 400 m, algo decepcionante, pues esperaba defender el título con éxito, y con los oros en ambos relevos, su 15ª y 16ª medallas en estos campeonatos. Paró en 2018 para tener a su hija Camryn. Sin embargo, el embarazo se complicó debido a una preeclampsia, un trastorno en el que el embarazo provoca hipertensión arterial en la madre con alto riesgo de daño orgánico y daño al feto. En noviembre de ese año nació su hija por cesárea. El embarazo le generó otro problema a Felix, su ruptura con Nike, tras diferencias de criterio sobre los emolumentos de la atleta durante el embarazo. Su primera competición tras el embarazo fueron los campeonatos de Estados Unidos de 2019. Fue 6ª en la prueba de 400 m, lo que le permitió tomar parte, como reserva, en el relevo 4 x 400 m del Mundial al aire libre de Doha, y su inclusión en el equipo del relevo mixto, que se disputaba por primera vez, en que Estados Unidos ganó el oro. Felix continuo entrenando para tomar parte en sus quintos Juegos Olímpicos. En las pruebas de selección de 2021, con 35 años, fue segunda en los 400 m, con 50.02, detrás de Quanera Hayes (1992). Participaría en Tokio en los 400 y el relevo 4 x 400 m. En los Juegos, el nivel medio de la prueba individual fue altísimo. Felix ocupó la segunda plaza en la tercera semifinal, con 49.89, su mejor marca del año. Seis mujeres corrieron esta ronda más rápido que ella y la octava en 49.97. En la final Shanaue Miller fue muy superior, al ganar con 48.36, 6ª mejor marca de la historia, muy por delante de la dominicana Marileidy Paulino (1996), 49.20. Felix demostró que la experiencia es un grado, y con 49.46, a solo 0.20 de su plusmarca personal, se coló en el podio, en la tercera posición. Remató su actuación olímpica con el oro estadounidense del 4 x 400 m.

Allyson Felix ha entrado con todos los honores en la historia olímpica, con sus cinco presencias y sus once medallas. Toda una leyenda del atletismo y un ejemplo de trabajo, perseverancia y enorme capacidad competitiva.

Elaine Thompson, el primer doble doble femenino de la velocidad olímpica

Con su victoria en los 200 m de los Juegos de Tokio, la jamaicana Elaine Thompson ha conseguido hacer historia, con el primer doble doble femenino en la velocidad olímpica. Thompson mostró, como ocurrió en los 100 m, una enorme superioridad sobre sus rivales. Si en los 100 metros registró 10.61, en los 200 se fue a 21.54, mejores marcas de siempre tras los registros de la malograda estadounidense Florence Griffith (1959-1998). La jamaicana ha conseguido revalidar ambos oros. Es la primera vez que una atleta lo consigue en unos Juegos Olímpicos. Antes de Thompson, otras tres mujeres habían conseguido dos victorias olímpicas en los 100 m, las estadounidenses Wyomia Tyus (1945), en 1964 y 1968, Gail Devers (1966), en 1992 y 1996, y su compatriota Shelly-Ann Fraser (1986), en 2008 y 2012. En 200 metros habían repetido oro la alemana del Este Bärbel Wöckel (1955), en 1976 y 1980, y otra jamaicana, Veronica Campbell (1982), en 2004 y 2008. Thompson aún tiene la oportunidad de ganar un tercer oro en el relevo 4 x 100 m, donde, sobre el papel, Jamaica parece muy superior. Ya había sido plata en los anteriores Juegos.

Elaine Thompson-Herah nació el 28 de junio de 1992 en la localidad jamaicana de Banana Ground, en la parroquia de Manchester. Comenzó a practicar atletismo en el instituto, aunque inicialmente no se adaptó a la disciplina de los entrenamientos, lo que se dejó sentir en su rendimiento. Su primera competición internacional fueron los Juegos de la Commonwealth de 2014. Con una mejor marca de 11.17 resultó seleccionada para el relevo 4 x 100. Corrió la semifinal, que ganó el cuarteto jamaicano. Jamaica se hizo con el oro, pero sin Thompson en la final. En 2015 bajó, con 10.92, por primera vez de 11.00 en 100 m. Esa misma temporada mejoró hasta 10.84. En 200 m había realizado 22.37. Su entrenador decidió que trataría de ganar una plaza para el Mundial en esta distancia. Thompson ganó el campeonato de su país. Posteriormente mejoró a 22.10. En el Mundial de Pekín tuvo un rendimiento magnífico, pese a su falta de experiencia internacional. Ganó su serie con 22.78 y su semifinal con 22.13. En la final no pudo con la neerlandesa Daphne Schippers (1992), que se impuso con unos excelentes 21.63. La jamaicana fue una brillante subcampeona con 21.66, tiempo que sería su marca personal hasta la final olímpica de Tokio.

En una sola temporada, Thompson había dado un enorme salto de calidad, que le permitió incorporarse a la élite mundial. El año olímpico de 2016 su progresión continuó con un registro en 100 m de 10.70, mejor marca del año. En el campeonato de Jamaica derrotó a Shelley-Ann Fraser. En los Juegos de Río tomaría parte en las dos pruebas de velocidad corta y en el relevo. Tras una cómoda serie clasificatoria, que ganó con 11.26, se impuso en la tercera semifinal con 10.88, el mismo tiempo que Fraser en la segunda, mientras en la primera vencía la estadounidense Tori Bowie (1990) con 10.90. En la final, Thompson se mostró muy superior, con 10.71, por delante de Bowie, 10.83, y Fraser, 10.86.

En los 200 m, Thompson comenzó con un segundo puesto en la cuarta serie, 22.63, detrás de la costamarfileña Marie-José Ta Lou (1988), 22.31. En la semifinal volvió a ser segunda, 22.13, tras Daphne Schippers, 21.96, a 0.03 de su propia mejor marca mundial del año. La neerlandesa parecía la favorita, pero Thompson fue capaz de superarla y ganar su segundo oro olímpico, con 21.78, 0.10 menos que Schippers.

Thompson aún ganó una tercera medalla, de plata, en los relevos 4 x 100. Con 24 años, parecía que la jamaicana ejercería su dominio en la velocidad mundial durante mucho tiempo. Sin embargo, lastrada por problemas físicos, su rendimiento se resintió en los años siguientes. En 2017 formó parte del equipo del relevo 4 x 200 m de Jamaica que superó la plusmarca mundial con 1:29.04. En el Mundial al aire libre de Londres de 100 m solo pudo ser quinta, 10.98. Dos años después, en Doha, ocupó la cuarta posición, 10.93. Pese a estos años complicados, después de un 2020 de transición, la jamaicana estaba decidida a defender sus títulos olímpicos. El comienzo de la temporada mostró a Shelley-Ann Fraser en la mejor forma de su vida. El 5 de junio hacía, con 34 años, su mejor marca de siempre, 10.63. El 25 del mismo mes en el campeonato de Jamaica derrotaba con contundencia a Thompson, que fue tercera. Fraser marcó 10.71, con Shericka Jackson (1994) segunda, 10.82, y Thompson 10.84. Sin embargo, Thompson enseguida se rehizo y el 6 de julio corría en 10.71.

Las tres jamaicanas volvían a verse en las eliminatorias de 100 m. Thompson se reveló en un gran momento. Ganó su serie con 10.82. Fraser hizo lo mismo en la suya, con 10.84. Pero la más rápida fue La Tou, con 10.78, plusmarca africana. Las semifinales fueron rapidísimas. Thompson ganó la primera con 10.76, La Tou la segunda con 10.79, el mismo tiempo que Shericka Jackson, y Fraser hacía el tiempo más rápido en la tercera con 10.73. La final se preveía muy disputada. Se esperaba una marca en torno a 10.60, como así fue. Thompson fue la tercera más lenta en salir, pero su progresión fue inapelable. Renovó su oro olímpico con 10.61, segunda mejor marca de siempre, muy por delante de Fraser, 10.74, y de Jackson, 10.76, que completó el triplete jamaicano.

Pletórica de moral tras su título en 100, Thompson sabía que podía ser la primera mujer en conseguir dos oros olímpicos consecutivos en las dos pruebas. La mejor marquista del año era la estadounidense Gabrielle Thomas (1996), vencedora de las pruebas de selección de su país. Thompson había resultado derrotada con 22.02 en el campeonato jamaicano por Fraser, 21.79, y Jackson, 21.82. Pero los Juegos fueron otra historia. Thompson no forzó en su serie y entró tercera con 22.86. En la semifinal ya mostró sus cartas al imponerse con 21.66, que igualaba su mejor marca de siempre. En la final no dio opción. Pese a ser la última en salir, venció de forma contundente con 21.53, segunda mejor marca de siempre, por delante de la joven namibia Christine Mboma (2003), 21.81, y de Gabrielle Thomas, 21.87.

Tras varias temporadas de dudas, Elaine Thompson ha demostrado que es una de las grandes velocistas de la historia, única en haber ganado cuatro oros olímpicos en las dos pruebas cortas de la velocidad. En Tokio no solo ha vencido, con bastante contundencia, sino que ha logrado los segundos mejores registros de la historia, tras Florence Griffith, cuya plusmarca de 10.49 continúa cuestionándose por la posible medición incorrecta del viento. Le queda el relevo, pero ya es, sin duda, uno de los referentes de estos extraños Juegos Olímpicos, que, como era de esperar, están teniendo un nivel altísimo.

Dedico esta entrada a mi genial (en el sentido más literal del término) amigo Juan Carlos Cobas, que me ha pedido una entrada sobre esta atleta. Tengo intención de escribir algo sobre Karsten Warholm y su estratosférica plusmarca mundial. Se me acumula el trabajo.

¿Es Carl Lewis el mejor atleta de la historia?

Hace unos días, en el grupo de aficionados al atletismo que nos seguimos en Twitter, surgió el tema de la figura de Carl Lewis (1961). El atleta de Birmingham (Alabama) ha levantado pasiones encontradas. Por un lado, sus inconmensurables méritos atléticos lo hacen acreedor de un lugar muy privilegiado en la historia del atletismo, pero hay una cara B. Su actitud un tanto displicente con los rivales, la prensa y los aficionados sigue generando mucho rechazo. En esta entrada se obviarán todas las cuestiones extradeportivas y se tratarán exclusivamente sus logros atléticos, que se compararán con otros grandes de la historia para tratar de responder a la pregunta de si Lewis es el mejor atleta de la historia.

Comparar atletas de una época con otra siempre resulta muy difícil. Los progresos en los métodos de entrenamiento, Medicina del Deporte, Fisioterapia, material, condiciones económicas, incremento en el número de practicantes hacen que marcas que en su momento parecían imposibles, como los 4 minutos en la milla, hoy sean habituales. Sin embargo, los mejores en cada momento de la historia eran los que más corrían, saltaban o lanzaban, en igualdad de condiciones con sus rivales. Para comparar épocas, probablemente los dos parámetros más sólidos sean el palmarés olímpico y las plusmarcas mundiales conseguidas, con alguna salvedad, puesto que por un lado el programa olímpico masculino anterior a 1928 era diferente y por otro el número de pruebas atléticas para hacer plusmarcas se ha ido reduciendo.

En cuanto al primer parámetro, el historial olímpico, Carl Lewis ha ganado 10 medallas, en cuatro pruebas diferentes, 9 de oro, en cuatro ediciones de los Juegos, de 1984 a 1996. Lewis fue campeón olímpico de 100 m en 1984 y 1988, de 200 m en 1984, de salto de longitud en 1984, 1988, 1992 y 1996 y de relevos 4 x 100 en 1984 y 1992. Además ganó la medalla de plata en los 200 m en 1988. Hay dos atletas con un palmarés semejante, el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973) y el jamaicano Usain Bolt (1986).

Paavo Nurmi es el atleta con mejor historial olímpico. En tres ediciones de los Juegos, de 1920 a 1928, se hizo con 12 medallas, 9 de oro y 3 de plata. En 1920 ganó los 10 000 m, el campo a través en su modalidad individual y por equipos y fue plata en 5000 m. En 1924 fue campeón en 1500 m, 5000 m, 3000 m por equipos y el campo a través en ambas modalidades. Finalmente en 1928 se hizo con el oro en los 10 000 m y fue plata en 5000 m y 3000 m obstáculos. Aparentemente es un palmarés superior al de Lewis, pero hay que tener en cuenta que la doble medalla en campo a través lo fue por una sola prueba. Sería como si en 1984 y 1988 hubiese habido una clasificación por países en los 100 m y Lewis hubiese obtenido otras dos medallas de oro. Por este detalle, los nueve oros de Lewis parecen de más valor que los de Nurmi, pues este los consiguió en siete pruebas, mientras en estadounidense lo hizo en nueve.

Usain Bolt posee ocho oros olímpicos, en 100 m (2008, 2012, 2016), 200 m (2008, 2012, 2016) y relevos 4×100 m (2012, 2016). Bolt es el único velocista que ha hecho doblete en las dos pruebas individuales en tres ocasiones, lo que indica una superioridad y una longevidad que resultarán difíciles de igualar en el futuro. Inicialmente Bolt tenía nueve oros olímpicos, pues Jamaica había ganado el relevo en 2008, pero en 2017 un reanálisis de la muestra almacenada de Nesta Carter (1985), miembro del equipo ganador del relevo, encontró restos de la sustancia prohibida metilhexaneamina, lo que significó la descalificación del atleta y la pérdida del oro por parte de Jamaica. El resultado de la prueba no habría cambiado sin Carter, pero esto supuso que Bolt perdió el oro que lo igualaba con Lewis y con Nurmi. En cualquier caso, el palmarés de Lewis seguiría siendo ligeramente superior, pues, incluso sin la descalificación de Nesta, tendría una medalla más y oros en cuatro pruebas, por tres del jamaicano. En lo que Bolt supera a Lewis es en títulos mundiales al aire libre. El estadounidense prestó algo menos de atención a los Mundiales que a los Juegos y además hasta 1991 los campeonatos del Mundo se celebraban cada cuatro años. Entre 2007 y 2017 Bolt ganó 14 medallas, 11 de oro (3 en 100, 4 en 200 y 4 en el relevo). Lewis, entre 1983 y 1993 se hizo con 8 oros (3 en 100, 3 en relevo y 2 en longitud), una plata, en longitud, y un bronce, en 200 m. Dado que los Mundiales comenzaron a disputarse en 1983 no hay comparación posible con Nurmi.

La distribución de los 9 oros de Lewis le permitió igualar otros dos grandes logros olímpicos, más victorias en una sola edición de los Juegos con el formato actual y más triunfos consecutivos en la misma prueba. El objetivo de Lewis en su primera participación olímpica, en Los Ángeles 1984, era igualar a Jesse Owens (1913-1980) en los Juegos de Berlín. Owens, también nacido en Alabama, había logrado los títulos olímpicos en los 100, los 200 m, el relevo x 100 y el salto de longitud. Lewis consiguió en Los Ángeles el mismo resultado 48 años después. Nurmi, en 1924, había ganado 5 oros, pero dos de ellos fueron en la misma prueba, el campo a través, individual y por países. En los mismos Juegos, su compatriota Villie Ritola se había hecho 4 oros, pero uno fue el de campo a través por países. En 1900 el estadounidense Al Kraenzlein (1876-1928) había ganado en 60 m, 110 m vallas, 200 m y salto de longitud. Desde 1984, en categoría masculina, el atleta que ha obtenido más títulos olímpicos en una sola edición ha sido el mencionado Bolt, en 100, 200 y 4 x 100 en 2012 y 2016.

El otro logro olímpico igualado por Carl Lewis fueron cuatro triunfos consecutivos en la misma prueba. Lewis se hizo con los oros de salto de longitud en 1984, 1988, 1992 y 1996, igualando las cuatro victorias de Al Oerter (1936-2007), en lanzamiento de disco en 1956, 1960, 1964 y 1968. Otros dos atletas se han quedado cerca de este logro, el triplista georgiano, representante de la Unión Soviética, Viktor Saneyev (1945), oro en 1968, 1972, 1976 y plata en 1980, esta con la inestimable ayuda de los jueces de Moscú, y el jabalinista checo Jan Železný (1966), plata en 1988 y oro en 1992, 1996 y 2000.

En cuanto al parámetro de las plusmarcas mundiales, puede resultar complejo y confuso, pues en el pasado se disputaban distancias en las que hoy apenas se compite como las 100 yardas o las 3 millas. Por ello solo se van a considerar pruebas olímpicas, con lo que también queda excluida la pista cubierta. Con estas condiciones el atleta que más plusmarcas mundiales ha realizado es el pertiguista ucraniano Sergei Bubka (1962), con 17 al aire libre. Alguna de sus 18 en sala fue en su momento superior a su registro al aire libre. El historial olímpico de Bubka es, sin embargo, escaso para su enorme categoría, con un oro en 1988. A Nurmi se le homologaron 22 plusmarcas mundiales, aunque si solo se incluyen las distancias olímpicas fueron cinco. Bolt ha tenido ocho topes universales en pruebas olímpicas (3 en 100 m, 3 en 200 y 2 en el relevo), los últimos tres vigentes. En cuanto a Lewis, aunque nunca mostró demasiado interés en encabezar las listas de siempre, se le han homologado 8 plusmarcas mundiales, 4 en 100 m y 4 en el relevo. Pese a su gran dominio del salto de longitud, no ha conseguido nunca la plusmarca mundial, si bien posee desde 1984 el mejor registro de siempre en sala., con 8.79 m.

Con todos estos datos, para quien esto escribe, el palmarés de Lewis es ligeramente superior al de Bolt y al de Nurmi, lo que, de la forma más objetiva posible, lo convertiría en el mejor atleta de la historia. Pero en estas cuestiones también hay una parte subjetiva y, sin duda, la actitud de Lewis y alguna otra sombra hacen que en muchos casos este formidable atleta no provoque en el aficionado la reacción emocional que sí sucede con otros, no tan superlativos, pero con otras cualidades valorables.

Wilma Rudolph, la reina de Roma

Esta entrada se publicó por primera vez en el número 9 de la revista Somos atletismo del mes de febrero de 2021.

El atletismo femenino se convirtió en olímpico en los Juegos de Amsterdam de 1928. Sin embargo, el programa olímpico de las mujeres se encontraba en 1960, 32 años más tarde, muy lejos del de los hombres. En los Juegos de ese año, celebrados en Roma, tan solo tuvieron lugar 10 pruebas femeninas: 100, 200, 800 m lisos, 80 m vallas, el relevo 4 x 100 m, los saltos de altura y longitud y los lanzamientos de peso, disco y jabalina. Respecto a la edición anterior, se habían añadido los 800 m. Los de Roma fueron unos Juegos de hombres extraordinarios como Amin Hary (1937), Ottis Davis (1932), Carl Kauffman (1936-2008), Peter Snell (1938-2019), Herb Elliott (1938), Abebe Bikila (1932-1973), Rafer Johnson (1934-2020), Ralph Boston (1939), Al Oerter (1936-2007)…, pero también de una mujer extraordinaria, la gran reina de la competición, la velocista estadounidense Wilma Rudolph.

Wilma Gloelan Rudolph nació el 23 de julio de 1940 en Saint Bethlehem, Tennessee. Era la vigésima de los 22 hijos de Ed Rudolph. Fue prematura y de pequeña sufrió diversas enfermedades, de las que la poliomielitis fue la más grave, pues le limitó la movilidad de la extremidad inferior izquierda. Desde los 6 años necesitó una ortesis. Posteriormente cambió la ortesis por calzado ortopédico, lo que le permitió empezar a jugar al baloncesto, siguiendo los pasos de sus hermanos. A los 11 años ella misma decidió que ya no necesitaba calzado ortopédico. Siendo una joven espigada, llegaría a medir 1.80 m, continuó jugando al baloncesto en la escuela, con mucho éxito. Cuando Wilma tenía 14 años, el entrenador de atletismo femenino de la Universidad Estatal de Tennessee, Ed Temple (1927-2016), la vio en un partido de baloncesto. Se quedó impresionado por sus condiciones y la invitó a su programa de entrenamiento de verano en la Universidad. Una vez allí, Wilma se mostró tan superior al resto de las atletas que decidió cambiarse de deporte.

Enseguida se vio que había tomado la mejor decisión. El 25 de agosto de 1956 fue segunda en los 200 m de las pruebas de selección olímpica, celebradas en Washington. Con 16 años se convertía en la atleta más joven en conseguir una plaza olímpica. Tomaría parte en los 200 m y en el relevo 4 x 100 de los Juegos, que tendrían lugar en Melbourne a finales de noviembre. En los 200 m fue tercera en su serie con 24.6 y no pudo continuar, mientras que en el relevo realizó la tercera posta del equipo estadounidense que consiguió la medalla de bronce con 44.9, tras haber hecho 45.4 en las series. Terminó ese año con 11.7 en 100 y 24.2 en 200 m. Las plusmarcas mundiales eran entonces 11.3 y 23.2.

Sin duda, los excelentes resultados de los Juegos de 1956 animaron a Rudolph para continuar entrenando duramente en busca del oro olímpico de 1960. En 1958 hubo de interrumpir sus entrenamientos para dar a luz a su primera hija, Yolanda. Su padre fue un compañero del instituto, Robert Eldridge, con quien se casaría en 1963, tras un breve matrimonio previo. Poco después de tener a su hija, se matriculó en la Universidad Estatal de Tennessee. En 1959 se hizo con el oro en los 100 m y en el relevo 4 x 100 en los Juegos Panamericanos.

En 1960 su estado de forma era excelente. En las pruebas de selección olímpica, celebradas el 15 y 16 de julio en Abilene, Texas, ganó los 100 m con 11.5, igualando su propia plusmarca nacional, y los 200 m, con 23.9. La semana anterior en el campeonato de Estados Unidos (AAU) había conseguido su primera plusmarca mundial, al realizar 22.9 en los 200 m, la primera vez que una mujer corría por debajo de los 23 segundos.

En los Juegos Olímpicos de Roma no dio opción a sus rivales. Los 100 m se celebraron los días 1 y 2 de septiembre. Rudolph realizó el mejor tiempo en la primera ronda, 11.5 (11.65*), en los cuartos de final, 11.5 (11.70) y en la semifinal, 11:3 (11.41), igualando la plusmarca mundial. En la final, una gran salida la colocó en primera posición desde el inicio. Su progresión fue irresistible. Ganó con 11.0 (11.18), muy por delante de la británica Dorothy Hyman (1941), 11.3 (11.43), y de la italiana Giuseppina Leone (1934), 11.3 (11.48). El viento de 2.8 m/s impidió legalizar los tiempos de la final.

Al día siguiente, 3 de septiembre, Rudolph estaba de nuevo en la pista para disputar la primera ronda de los 200 m, cuya final tendría lugar el día 5. Como en los 100 m, se impuso con el mejor tiempo en todas sus carreras. En la primera ronda consiguió, con 23.2 (23.30), igualar la plusmarca olímpica. La semifinal y la final se celebraron el día 5, con lluvia y viento en contra, lo que perjudicó las marcas. Rudolph volvió a ser la mejor en la semifinal, con 23.7 (23.79). En la final de nuevo se mostró muy superior. Entró la primera con 24.0 (24.13), con una considerable ventaja sobre la alemana Jutta Heine (1940), 24.4 (24.58) y sobre Dorothy Hyman, 24.7 (24.82).

Tras sus dos oros individuales, a Rudolph le quedaba el relevo 4 x 100 m, que compartiría con tres compañeras de la Universidad de Tennessee, Martha Hudson (1939), Lucinda Williams (1937) y Barbara Jones (1937). En la semifinal, el 7 de septiembre, se impusieron con nueva plusmarca mundial de 44.4 (44.50). La final resultó algo más complicada, pues Jones entregó Rudolph en segundo lugar, pero esta, tras algún titubeo, fue capaz de superar a la alemana Heine, y conseguir su tercer oro, con un tiempo de 44.5 (44.72). Se convertía así en la primera mujer estadounidense que ganaba tres medallas de oro olímpicas.

Tras su actuación en Roma, Wilma Rudolph se transformó en una celebridad mundial. La prensa internacional rindió tributo a la mujer más rápida, El Tornado, La Gacela Negra, La Perla Negra. Su historia de superación, tras su mala salud infantil, se volvió una fuente de inspiración. De vuelta Clarksville, Tennessee, su lugar de residencia, se le preparó un gran homenaje. Las leyes de segregación continuaban vigentes en los Estados del Sur. Ante la insistencia de Wilma, se autorizó por primera vez en la historia de la ciudad un acto integrado.

Rudolph continuó compitiendo dos temporadas más. En 1961 estableció con 11.2 una nueva plusmarca mundial de 100 m. Se retiró con tan solo 22 años en 1962. No encontró motivación para intentar repetir el triplete olímpico en 1964. En 1963 se graduó en Educación Infantil y Primaria. Tras dejar la competición trabajó como profesora y entrenadora, y dedicó especial atención a la promoción del atletismo, sobre todo para la mujer y para las minorías. Falleció el 7 de noviembre de 1994 a causa de un tumor cerebral.

La historia de superación personal de Wilma Rudolph y sus logros olímpicos la han convertido en una referencia no solo del atletismo, sino del deporte. Una muchachita procedente de un medio desfavorecido, con graves problemas físicos, que acabó siendo la mejor velocista del mundo, la reina de Roma.

*Se muestra el tiempo oficial, manual, y el tiempo automático no oficial

El verdadero Harold Abrahams

Esta entrada se publicó por primera vez en el número 8 de la revista Somos Atletismo, de enero de 2021.

Uno de los campeones olímpicos que más éxito cinematográfico ha tenido es, sin duda, el británico Harold Abrahams (1899-1978), protagonista de la excelente y aclamada película Carros de fuego (Hugh Hudson, 1981). La cinta no solo se centra en los logros atléticos de Abrahams, sino también en la psicología del personaje, magníficamente interpretado por el recientemente fallecido Ben Cross (1947-2020). En una entrevista de 2012, el propio Cross calificaba a Abrahams como un hombre motivado por una mezcla de prejuicio y paranoia. Y es que parece que Abrahams, judío, corría no solo como reivindicación personal ante el antisemitismo de la época, sino también para superar a sus dos hermanos mayores, que, como él, habían sido atletas.

Harold Maurice Abrahams nació el 15 de diciembre de 1899 en Bedford, 74 Km al norte de Londres. Su padre, nacido Isaac Klonimus, era un judío que había huido de la Polonia ocupada por Rusia en los años 70 del siglo XIX. Se cambió el apellido a Abrahams y prosperó como financiero. Se casó con Esther Isaacs, judía galesa, con la que tuvo cuatro hijos, de los que, además de Harold, otros dos, Adolphe (1883-1967) y Sidney (1885-1957), fueron atletas. Adolphe Abrahams, después de haber practicado atletismo, fue uno de los pioneros de la Medicina del Deporte, y ejerció como médico del equipo olímpico británico desde 1912 hasta 1948. Sidney Abrahams, por su parte, tuvo una fructífera carrera atlética. Fue 5º en salto de longitud en los Juegos Intercalados de 1906, 11º en los Juegos Olímpicos de 1912 y campeón británico en 1913. Posteriormente ejerció de Juez Supremo en diversas colonias británicas.

El pequeño Harold, sin duda influido por sus hermanos, comenzó a practicar atletismo a los 10 años. A los 14 se quedó impresionado cuando, durante los campeonatos británicos de 1914, vio a Willie Applegrath (1890-1958) superar, con unos entonces estratosféricos 21.2, la plusmarca mundial de 220 yardas (201.08 m). Este tiempo se mantuvo en lo más alto de las tablas mundiales hasta 1928 y de las británicas hasta 1958. Abrahams tuvo la oportunidad de conocerlo y de competir contra él durante su estancia en el ejército en 1919, donde había obtenido el grado de teniente, mientras Applegrath era sargento.

El mismo 1919, Abrahams comenzó a estudiar Derecho en Cambridge. Un tiempo de 10.0 en 100 yardas (91.4 m) le permitió acudir a los Juegos Olímpicos de 1920, que se celebraban en la ciudad belga de Amberes. Resultó eliminado en los 100 y los 200 m en la segunda ronda, fue 20º en salto de longitud y 4º en el relevo 4 x 100 m.

En Cambridge, Abrahams formó parte de numerosos clubes sociales y deportivos, entre ellos el Achiles Club, un club atlético formado por miembros de Cambridge y de Oxford, del que fue fundador, junto con el mediofondista Evelyn Aubrey Montague (1900-1948) que, a diferencia de lo que se muestra en Carros de fuego, era de Oxford y no de Cambridge.

Abrahams continuó entrenando durante su estancia en la Universidad. En 1923 consiguió mejorar hasta 7.19 m en salto de longitud, plusmarca nacional, y 21.6 en 220 yardas en línea recta. Sin embargo, no había podido ganar en los campeonatos nacionales, ni en 100 ni en 220 yardas. Con los Juegos Olímpicos de París a un año vista, Abrahams decidió contratar los servicios de un entrenador profesional, Sam Mussabini (1867-1927), que había sido el técnico de campeones olímpicos como el surafricano Reggie Walker (1889-1951), oro en 100 m en 1908, o el británico, doble campeón olímpico en 1920 de 800 y 1500 m, Albert Hill (1889-1969). El que Mussabini fuese profesional, en un mundo de estrictas reglas amateur, provocó a Abrahams no pocos quebraderos de cabeza.

Mussabini decidió que su pupilo se dedicaría preferentemente a los 100 m, incrementó a tres los días de la semana de entrenamiento, algo inédito entonces, y se centró en la mecánica de carrera, especialmente en la zancada. Los concienzudos entrenamientos del invierno y primavera de aquella temporada de 1924 dieron sus frutos. En junio superó su propia plusmarca británica de salto de longitud con 7.38 m. e igualó la plusmarca mundial de 100 yardas, 9.6, si bien en pista con desnivel y con viento a favor. En los campeonatos británicos se impuso en las 100 yardas, 9.9, y en el salto de longitud, 6.92 m. Abrahams resultó seleccionado para los 100, 200 m, el relevo 4 x 100 m y el salto de longitud. Un escrito anónimo en el diario Daily Express, criticando que eran demasiadas pruebas para un solo hombre, hizo que los federativos limitasen la participación del atleta a la velocidad. Tiempo después se supo que el autor de la carta había sido el propio Abrahams.

En París tendría la formidable oposición de dos velocistas estadounidenses, considerados entonces los mejores del mundo, el campeón olímpico en 1920, acreditado en 10.2 en 110 yardas (100.54 m), Charles Paddock (1900-1943), y Jackson Scholtz (1897-1986), oro en 4 x 100 m en los anteriores Juegos. Los 100 m en París tendrían 4 rondas, que se celebrarían el 6, las dos primeras, y el 7 de julio, la semifinal y la final. Abrahams ganó cómodamente su serie de la primera ronda con 11.0. En los cuartos de final, el mismo día, igualaba la plusmarca olímpica con 10.6. En la semifinal, al día siguiente, repitió los 10.6 y superó a Paddock, mientras Scholtz se había impuesto en la primera serie con 10.8. Tras correr la semifinal, Abrahams se dio cuenta de que podía ganar y, según sus palabras, se sintió como un condenado esperando a subir al patíbulo. En la final, 45 minutos más tarde, Abrahams salió a la pista con lo que le había dicho su entrenador rondándole la cabeza. Piensa solo en dos cosas, el disparo y la cinta de llegada. Cuando oigas la primera, corre como alma que persigue el diablo hasta alcanzar la segunda. A la mitad de la carrera estaban cuatro corredores bastante igualados, pero finalmente Abrahams emergió como ganador, nuevamente con 10.6, Scholtz fue segundo con 10.7, y el neozelandés estudiante de Medicina en Oxford, Arthur Porritt (1900-1994), tercero. Porritt, que en Carros de fuego sale como Tom Watson, llegó a ser Gobernador General de Nueva Zelanda. Hasta la muerte de Abrahams, todos los 7 de julio, a las 19, día y hora de la final de los 100 m, acudía a la casa de este a cenar.

Tras su éxito en los 100 m, primer campeón olímpico europeo de 100 o 200 m, a Abrahams aún le quedaban los 200 y los relevos 4 x 100 m. En el doble hectómetro, tras registrar en su semifinal unos buenos 21.9, fue último en la final con 22.3. Ocuparon el podio Scholtz, Paddock y el escocés Eric Liddell (1902-1945), otro de los protagonistas de Carros de fuego, que ganaría brillantemente el oro en los 400 m. En el relevo, Abrahams participó haciendo la primera posta en las tres rondas. El equipo británico superó la plusmarca mundial, con 42.0 en la primera ronda. Mejoraron a 41.8 en la segunda semifinal, pero en la primera los estadounidenses habían hecho 41.0. Estos repitieron registro en la final, ganando el oro, con los británicos segundos a 0.2.

Abrahams abandonó el atletismo al año siguiente, tras una fractura saltando longitud. Trabajó como abogado, periodista deportivo, comentarista de la BBC y estadístico. Desde 1926 hasta su muerte, en 1978 fue miembro de la Federación Británica de Atletismo (la AAA, Amateur Athletics Association), que presidió en 1976. También fue miembro de la IAAF (hoy World Athletics), donde se dedicó mayormente a temas normativos. En 1934 se casó con la cantante de ópera Sybil Evers (1904-1963). En la película Carros de fuego, se relaciona a Abrahams erróneamente con otra cantante, Sybil Gordon (1902-1981), a la que habría conocido antes de los Juegos de París. Abrahams murió el 14 de enero de 1978, después de una vida casi completamente dedicada al atletismo. Aunque ya era una figura conocida y respetada en el mundo atlético, el éxito de la película de Hugh Hudson redobló su fama, hasta convertirlo, junto con Eric Liddell, en un icono del atletismo.

Los velocistas estadounidenses de los años 80

Esta entrada se publicó inicialmente en el número de septiembre de la revista Somos Atletismo.

La formidable exhibición de los velocistas estadounidenses de 100 y 200 m en los Juegos Olímpicos de 1964 y, sobre todo, en la pista sintética de Ciudad de México de los Juegos de 1968, a más de 2000 m de altitud, no tuvo continuidad en la siguiente década, la de los 70. Entre los Juegos de 1972 y de 1976, los estadounidenses no ganaron ninguna medalla de oro en los 100 o los 200 m. Se tuvieron que conformar con tres platas y un bronce. Incluso se quedaron fuera del podio de los 100 m en 1976, algo que solamente había sucedido en 1928. Por otro lado, la plusmarca mundial de 9.95 en los 100 m, conseguida por Jim Hines (1946) en la final de México, parecía imbatible. Aunque hubo muchos 9.9 manuales durante la década de los 70, el único tiempo automático por debajo de 10.00 fueron los 9.98 del cubano Silvio Leonard (1955) en altitud, en 1977. El mejor registro realizado por un estadounidense en esos años fue de 10.05 por Steve Riddick (1951) en 1975. En 200 m el italiano Pietro Mennea (1952-2013) superaba en 1979, con 19.72, en Ciudad de México, la plusmarca mundial del estadounidense Tommie Smith (1944), 19.83, conseguida en la final olímpica de 1968. Previamente, en 1971, el jamaicano Don Quarrie (1971) se había quedado muy cerca del tiempo de Smith, con 19.86 en altitud. La mejor marca de un estadounidense en los años 70 fue 20.03 de Clancy Edwards (1955) en 1978.

La década de los 80 tampoco comenzó bien para los deportistas de Estados Unidos. El Presidente James Carter (1924) decidió boicotear los Juegos Olímpicos que se celebrarían en Moscú en 1980. El año anterior los soviéticos habían invadido Afganistán. Eran tiempos de la Guerra Fría. En las pruebas de selección olímpica, que fueron simbólicas, pues entonces ya se conocía el boicot, un joven de 19 años llamado Carl Lewis (1961) había ocupado la cuarta plaza en los 100 m, lo que le habría dado derecho a participar en el relevo 4 x 100 m. Lewis dominaría de forma casi apabullante la velocidad mundial en los años 80 y más allá. Fue oro olímpico en 100 m en 1984 y 1988, en 200 en 1984, en el relevo corto en 1984 y 1992, y oro en 100 m y en el relevo en los Mundiales de 1983, 1987 y 1991. Compatibilizaba esta especialidad con el salto de longitud, concurso en el que fue tetracampeón olímpico. La plusmarca de Hines cayó en 1983, cuando Calvin Smith (1961), otro longevo velocista, realizó en altitud 9.93. Unas semanas antes, Lewis había corrido en 9.97 al nivel del mar. A finales de la década, la plusmarca mundial eran los 9.92 con que Lewis había ganado la final olímpica de 1988. Entonces, las marcas por debajo de 10.00 ya no eran una rareza.

De 1985 a 1988, el dominio de Lewis se vio amenazado por el canadiense Ben Johnson (1961), bronce olímpico en 100 m en 1984, que había derrotado al estadounidense en la final de 100 m del Mundial de 1987, con 9.83, y en la final olímpica de 1988, con 9.79. Ambos tiempos habrían sido sendas plusmarcas mundiales. Unos días después de esta última carrera se descubrió que el canadiense había consumido anabolizantes. Él mismo confesó unos meses después que llevaba desde 1981 utilizándolos, por lo que se le desposeyó también de su título mundial y de los tiempos conseguidos entonces. Desgraciadamente, fue una época en que se cometieron demasiados excesos.

En cuanto a Calvin Smith, también tuvo una carrera deportiva bastante larga, aunque no tanto como Lewis. Fue campeón mundial de 200 m en 1983 y 1987, subcampeón mundial de 100 m en 1983, oro en 4×100 en el Mundial de 1983 y en los Juegos de 1984 y bronce en 100 m en los Juegos de 1988.

Pese al mal comienzo con el boicot a los Juegos de Moscú, los años 80 fueron sin duda los de la recuperación de la velocidad estadounidense. En los Juegos de 1984 y de 1988 Estados Unidos se llevó los 4 oros, y ganó un total de 9 medallas. En los campeonatos del mundo de 1983 y 1987 también se hizo con todos los oros y tres medallas más. Lewis y, en menor medida, Calvin Smith fueron sus estandartes, pero hubo numerosísimos velocistas, de inmensa calidad, que se vieron ensombrecidos por estos dos grandes. Algunos ganaron medallas olímpicas o mundiales. Otros realizaron grandes registros, pero no pudieron llegar a la gran competición, al no superar las exigentes pruebas de selección de su país. También el fútbol americano se llevó a unos cuantos de estos velocistas. Esta es la historia de algunos de ellos.

James Sandford (1957) ganó los 100 m de la Copa del Mundo en 1979. En 1980 corrió en 10.02, que acabaría siendo la mejor marca mundial de ese año, pero se lesionó y no pudo disputar las pruebas de selección olímpica. El ganador de estas pruebas, Stanley Floyd  (1961), llegó a registrar 10.03 en 1982. No disputó ningún gran campeonato. En 1983 aceptó una oferta de la NFL (National Football Association). No tuvo mucho éxito y volvió al atletismo en 1987. El segundo en esta carrera fue Harvey Glance (1957). Glance había sido campeón olímpico del relevo 4×100 m en 1976 y cuarto en la prueba individual. Su carrera atlética se extendió hasta 1987, año que fue campeón mundial de 4×100 m. En 1985 corrió su 100 más rápido, en  10.05. Mel Lattany (1959) ocupó el tercer puesto de esta prueba de selección. En 1984 realizó, con 9.96, su mejor tiempo de siempre y el mejor mundial del año. No consiguió, sin embargo, el pasaporte olímpico. En 1981, con 20.21, se impuso en el 200 de la Copa del Mundo. En 1985 hizo una prueba para los Dallas Cowboys de la NFL, pero no resultó exitosa. Cualquiera de estos tres atletas habría sido un rival formidable para el campeón olímpico ese año, el escocés Alan Wells (1952).

Vídeo sobre Mel Lattany

En los 200 m de estas pruebas de selección se impuso James Butler (1960), quien haría su mejor marca, 20.23, en 1982. Aunque corrió hasta finales de la década nunca pudo clasificarse para un gran campeonato. El gran derrotado en esta distancia en las pruebas clasificatorias fue LaMonte King (1959), que tenía la mejor marca, 20.08 y ocupó la cuarta posición. Acreditaba además 8.22 m en longitud. Tampoco llegaría a disputar ningún gran campeonato.

La velocidad corta del primer campeonato del Mundo, celebrado en Helsinki en 1983, fue un festival estadounidense. Solo dejaron escapar el bronce de los 200 m, que fue para Pietro Mennea. En 100 hubo triplete con Lewis, Smith y Emmit King (1959). Ellos tres, junto con Willie Gault (1960), ganaron además el oro en el relevo 4×100 m, con plusmarca mundial de 37.86. King siguió compitiendo hasta 1988, año en que hizo 10.04, su mejor registro, pero no volvió a ningún gran campeonato. En cuanto a Willie Gault, compatibilizaba esta prueba con los 110 m vallas. Realizó en 1982 con 10.10 y 13.26 sus mejores marcas. Tras proclamarse campeón del mundo en el relevo, comenzó a jugar en la NFL. Ya había practicado el fútbol americano previamente.

En los 200 m de Helsinki hubo doblete estadounidense con Calvin Smith y Elliot Quow (1962). Quow tuvo ese 1983 como su año dorado de una corta carrera atlética. Hizo también su mejor marca de 20.16, cuarta de ese año, precedido por Lewis con 19.75, Smith con 19.99 y el saltador de longitud Larry Myricks (1956), acreditado entonces en 8.52 m, con 20.03. Lewis se quedó a 0.03 de la plusmarca mundial, frenándose antes de llegar a la meta. Sería esta su mejor marca de siempre.

En los Juegos Olímpicos de 1984 se repitió la superioridad estadounidense en los 100 y 200 m. Tan solo dejaron de ganar el bronce en el 100. Lewis se convirtió en la estrella de los Juegos, al igualar el logro de Jesse Owens (1913-1980) de 1936 con los oros en 100, 200, 4×100 y salto de longitud. En la prueba corta se vio acompañado un peldaño por debajo del podio por Sam Graddy (1964). El tercer estadounidense, Ron Brown (1961), ocupó la cuarta posición. Los tres, junto con Calvin Smith, se hicieron con el oro en el relevo, con una nueva plusmarca mundial de 37.83. Graddy corrió ese año en 10.09. Brown había hecho 10.06 el año anterior. Ambos acabaron jugando en la NFL, el primero en 1987 y el segundo ese mismo 1984.

En la final olímpica de 200 m hubo triplete estadounidense. Lewis, que había ganado en 19.80, se vio escoltado por Kirk Baptiste (1963), con 19.96, y Thomas Jefferson (1962), con 20.26. Baptiste, que se convertía en el cuarto atleta más rápido de siempre, tuvo una carrera deportiva corta, que solo se prolongó por dos años más. Jefferson también alcanzó su cénit en Los Ángeles, si bien siguió compitiendo con altibajos hasta 1991, año en que hizo su mejor marca, 20.21. De los que no se clasificaron para los Juegos, destaca Albert Robinson (1964), que había corrido semanas antes de las pruebas de selección en 20.07. En 1988 hizo 20.05 y quedó cuarto en las pruebas para los Juegos. Consiguió clasificarse en el relevo 4×100 m, pero el equipo estadounidense resultó descalificado en su serie.

En 1989 se desposeyó del título y de la plusmarca mundial, conseguidos en Roma en 1987, a Ben Johnson, con lo que Lewis pasó a ser campeón del mundo y, retrospectivamente, pues entonces ya había mejorado esa marca, coplusmarquista mundial con 9.93, el mismo tiemo que Calvin Smith, si bien este lo había conseguido en altitud. Smith renovó en Roma su oro en 200 m. El sexto en esta final fue otro estadounidense, Floyd Heard (1966), que ese año había corrido en 19.95. Heard tuvo una larga carrera, hasta 2002. Hizo su mejor marca, 19.88, en 2000. Sin embargo, como tantos otros, no pudo clasificarse para ningún otro gran campeonato. El también estadounidense, Lee McRae (1966) fue sexto en los 100 m de este mundial y campeón del relevo 4×100. Es más conocido por la plusmarca mundial de 6.50 en 1987 en 60 m bajo techo.

Para los Juegos Olímpicos de 1988 volvieron a clasificarse los clásicos Carl Lewis, que ganó el 100 y fue, sorprendentemente, segundo en 200, y Calvin Smith, que fue tercero en 100 m. El segundo en los 100 m, Dennis Mitchell (1966), corrió ese año en 10.03 y ocupó el cuarto lugar en la final olímpica. Llegaría a realizar 9.91. En el último tramo de su carrera tuvo problemas por consumo de sustancias prohibidas. La sorpresa de los 200 m fue Joe DeLoach (1967), que no solo derrotó a Lewis en las pruebas de selección, sino que lo hizo también en la final olímpica, llevándose el oro con 19.75, 0.04 menos que su rival. Ese año realizó también 10.03 en 100 m. No volvió, sin embargo, a alcanzar el nivel de esa temporada y se retiró cuatro años más tarde, acuciado por interminables problemas físicos.  El tercer estadounidense fue Roy Martin (1966), acreditado en 20.05 de ese año. No pasó a la final, ni tuvo continuidad atlética. De los no clasificados destaca Lorenzo Daniel (1966), que había acreditado 19.87 antes de las pruebas de selección, pero se lesionó. Nunca tomó parte en un gran campeonato.

La descalificación de Ben Johnson en la final de 100 m, dio el oro a Lewis y el bronce a Calvin Smith. Los 9.92 de Lewis esta carrera acabaron siendo plusmarca mundial, tras anularse al año siguiente, como ya se ha indicado, los 9.83 de Johnson de la final de Roma. Lewis aún mejoraría esta plusmarca cuando se proclamó campeón mundial en 1991 con 9.86. La plusmarca de 200 m de Mennea sobrevivió hasta 1996, cuando Michael Johnson (1966) corrió en 19.66. Cuatro años antes, en la semifinal de los Juegos de 1992, Mike Marsh (1967) había realizado, parándose, 19.73

A finales de la década comenzaron a aparecer en las listas mundiales atletas que destacarían notablemente en la década siguiente como Leroy Burrell (1967), André Cason (1969), Mike Marsh o Michael Johnson. Sin duda, Estados Unidos en los 80 volvió a ser un país pródigo en grandes velocistas, pero la durísima competencia impidió a la mayoría brillar con continuidad, lo que añade un enorme mérito a los que sí consiguieron mantenerse en lo más alto durante varias temporadas.

Bobby Morrow, el velocista blanco del triplete olímpico

Ayer nos dejaba el velocista estadounidense Bobby Morrow. Morrow se hizo con el triplete olímpico en 1956, al ganar el oro en los 100, los 200 m y el relevo 4 x 100 m. Solamente otros tres atletas han conseguido semejante hazaña, los dos primeros con el añadido del oro en el salto de longitud, los estadounidenses Jesse Owens (1913-1980) en 1936 y Carl Lewis (1961) en 1984, y el jamaicano Usain Bolt (1986) en 2012 y 2016. Morrow fue también el último velocista estadounidense blanco en poseer la plusmarca mundial de 100 m y en ganar el oro olímpico.

Robert Joseph Bobby Joe Morrow nació el 15 de octubre de 1935 en la localidad texana de Harlinger y se crio en una granja cerca de la vecina San Benito, en el lado estadounidense del río Grande. Tras iniciarse en el fútbol americano, comenzó a practicar velocidad en el Instituto de San Benito y, a continuación, en la Universidad Cristiana de Abilene, en el propio estado de Texas. En 1955 sorprendió en una competición en Abilene con tiempos de 9.1 en 100 y 20.6 en 220 yardas, ambos con viento a favor. En las semifinales había corrido en 9.4. Las plusmarcas mundiales eran de 9.3 y 20.6. Ese mismo año fue campeón de la AAU (Amateur Athletics Union) en la distancia más corta.

El año olímpico de 1956 fue el gran año de Morrow, que contaba entonces con 20 años. Igualó en tres ocasiones la plusmarca mundial de 100 m de 10.2. En los campeonatos universitarios de Estados Unidos (NCAA), obtuvo el doblete en los 100 y en los 200 m, con 10.4 y 20.6 respectivamente. En esta segunda prueba se lesionó uno de sus principales rivales, Dave Sime (1936-2016), que había corrido en 9.3 y 20.0 las 100 yardas y las 220 en línea recta. Sime no se pudo recuperar para las pruebas de selección olímpica. Cuatro años más tarde fue plata olímpica en 100 m en Roma. Morrow volvió a ganar los 100 y los 200 metros en las pruebas de selección con 10.3 (con un 10.28 dudoso automático) y 20.6. Acudiría a Melbourne con el objetivo de repetir los tres oros en velocidad de Jesse Owens.

Los Juegos tendrían lugar a finales de noviembre. Unos días antes una inoportuna infección intestinal estuvo a punto de terminar con el sueño olímpico de Morrow. Afortunadamente pudo recuperarse y el 23 de noviembre estaba en la línea de salida de su serie de los 100 m, que ganó con 10.4 (10.90 cronometraje automático no oficial). También se impuso en su serie de cuartos de final con 10.3 (10.55) y en su semifinal, al día siguiente, con 10.3 (10.52). En la final del 24 de noviembre Morrow, en gran forma, seguramente pensaba, además de en el oro olímpico, en la plusmarca mundial que tenía desde agosto su compatriota Ira Murchison (1933-1994), uno de sus rivales en la final, con 10.1. El tercer estadounidense, Thane Baker (1931), acreditado en 10.2, tampoco se lo pondría fácil al velocista de San Benito. El cuarto en discordia era el atleta local Hec Hogan (1931-1960), que también había corrido en 10.2. Un viento en contra de 2.5 m/s arruinó la posibilidad de una gran marca. Morrow se hizo con su primer oro con un tiempo de 10.5 (10.62), por delante de Baker, 10.5 (10.77), Hogan, 10.6 (10.77) y Murchison, 10.6 (10.79).

Los 200 m se iniciaron el 26 de noviembre. Se celebrarían 4 rondas. Morrow ganó su serie de la primera ronda con 21.8 (21.95). Se impuso también en su serie de cuartos de final, 21.9 (22.03), y fue segundo en la primera semifinal, 21.3 (21.43), tras Baker. En la final del 27 de noviembre, sus máximos rivales eran el anterior campeón olímpico, el también estadounidense Andy Stanfield (1927-1985), y Baker. Ambos eran coplusmarquistas mundiales con 20.6. Morrow los había derrotado en las pruebas de selección precisamente con 20.6, pero su marca no se homologó como plusmarca mundial, al no poder acreditarse el viento. No perdonó en la final olímpica y los volvió a batir, otra vez con 20.6 (20.75), con viento legal, de modo que igualaba la plusmarca mundial. Stanfield fue plata, 20.7 (20.97), y Thane bronce, 20.9 (21.03).

El último reto de Morrow eran los relevos 4 x 100 m, que tuvieron lugar entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre, con tres rondas. Estados Unidos utilizó el mismo cuarteto y en el mismo orden con Baker, Leamon King (1936-2001), Morrow y Murchison. Se hicieron con el oro en la final, con una nueva plusmarca mundial de 39.5, superando a la Unión Soviética y al Equipo Unificado de Alemania.

Morrow volvió a los Estados Unidos convertido en una celebridad. Fue portada de las revistas Life, Sport y Sports Illustrated. Esta última le concedió el galardón de mejor deportista del año. En la primavera de 1959, tras igualar su marca de 10.2 en 100 m y tras haber sido el año anterior campeón de la AAU de 220 yardas, decidió retirarse, pero retomó el atletismo al año siguiente para intentar ser de nuevo olímpico. Enseguida se puso en forma corriendo en 10.2, pero se lesionó y no pudo acudir a las pruebas de selección olímpica. Con 24 años se retiró definitivamente. Se trasladó a Houston y se dedicó a los negocios, pero acabó volviendo a San Benito. Fue muy crítico con la hipocresía del atletismo formalmente amateur, en que los beneficios que se generaban no iban a parar a los atletas. Falleció en su casa de San Benito el 30 de mayo de 2020

Fanny Blankers-Koen, la estrella que esperó doce años para brillar

En 1936 una jovencísima atleta neerlandesa tomaba parte en los Juegos Olímpicos de Berlín, donde vio a Jesse Owens (1913-1980) ganar 4 medallas de oro. El antílope de ébano se convirtió en la referencia de Francina Koen, a quien todos llamaban Fanny. Poco imaginaba esta adolescente que en los siguientes Juegos ella sería la estrella y que igualaría la hazaña de Owens, pero quizá aun imaginaba menos que los siguientes Juegos no tendrían lugar hasta 12 años después. En ese tiempo el mundo se sumiría en la mayor locura de la historia.

Francina Elsje Blankers-Koen había nacido en el pequeño pueblo de Lage Vuursche, en provincia de Utrecht, el 29 de abril de 1918. En su casa se respiraba deporte, pues su padre había sido lanzador de disco y de peso. Antes de comenzar a practicar atletismo específicamente probó con numerosos deportes, natación, gimnasia, tenis… Para todos ellos mostraba un enorme talento. Finalmente en 1935 se decidió por el atletismo. Parece que tuvo que ver en ello su entrenador de natación, quien, pese a que Fanny era una excelente nadadora, le vio más futuro en el atletismo. Un antiguo saltador de triple, llamado Jan Blankers (1904-1977), que en 1940 se convertiría en su marido, comenzó a entrenarla de forma regular. Empezó en los 800 m, distancia en la que registró 2:29.0, plusmarca nacional, pero enseguida se pasó a la velocidad y a los concursos. Con tan solo un año de entrenamiento acudió a los Juegos Olímpicos de Berlín donde ocupó el sexto y el quinto puesto en las finales de salto de altura y del relevo 4 x 100 m respectivamente. En 1938 se celebró el primer campeonato de Europa femenino al aire libre. Fue la única ocasión en que hubo diferentes sedes para el Europeo masculino, París, y femenino, Viena. Koen, que había superado ese año su primera plusmarca mundial, 11.0 en 100 yardas,  fue tercera en los 100 y en los 200 m, en ambos casos precedida por la polaca Stanisława Walasiewicz (1911-1980), de quien tras su muerte se descubrió que padecía un estado intersexual, y por la alemana Käthe Krauss (1910-1970). Koen esperaba brillar en los Juegos de 1940, pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió que se celebrasen la edición de ese año y la de 1944.

La guerra fue especialmente dura para los Países Bajos, que sufrieron la ocupación alemana desde 1940, tan solo dos semanas después del compromiso de boda de Fanny con su entrenador, hasta 1945. La ocupación terminó con una terrible hambruna, el último invierno antes de la liberación, debido al bloqueo de suministros decretado por el agonizante régimen nacionalsocialista. Pese a ello Blankers-Koen continuó entrenando, se casó y tuvo un hijo durante ese durísimo período. Superó 6 plusmarcas mundiales, de salto de altura, 1.71 m, salto de longitud, 6.25 m, 80 m vallas, 11.3, 100 yardas, 10.8,  4 x 110 yardas y 4 x 200 m.

En la primera competición tras la guerra, los campeonatos de Europa de 1946, celebrados en Oslo, la neerlandesa se volvió con 2 oros, en 80 m vallas y el relevo 4 x 100, pero con un sabor agridulce. Durante la final del salto de altura tuvo que hacer una pausa para disputar la semifinal de 100 m. No se clasificó pues sufrió una caída, que la afectó el resto de la competición de altura, donde fue cuarta. En cualquier caso hay que tener en cuenta que en febrero de ese mismo año había tenido una hija. En 1947 ganó los títulos nacionales en 6 disciplinas, 100, 200 , 80 m vallas, salto de longitud, salto de altura y lanzamiento de peso. Para los Juegos Olímpicos de Londres, en 1948, decidió tomar parte en 4 pruebas 100, 200 m, 80 m vallas y relevos 4 x 100. Un sector de la prensa la criticó por no estar en casa cuidando a sus hijos, otro decía que con 30 años era demasiado mayor para ganar un oro olímpico. Y no solo la prensa. También recibió muchas cartas personales criticando su decisión de ir a Londres.

En la castigada capital del Reino Unido, la primera prueba que disputó fueron los 100 m, cuya final tuvo lugar el 2 de agosto. Blankers-Koen se hizo con su primera victoria con 11.9, batiendo a la británica Dorothy Manley (1927) y a la australiana Shirley Strickland (1925-2004), que daría mucho que hablar en las dos siguientes ediciones de los Juegos. Al día siguiente comenzaron los 80 metros vallas. Tuvo que enfrentarse a la favorita local, la británica Maureen Gardner (1928-1974), a la que consiguió batir por centímetros en la final del 4 de agosto, ambas con 11.2. Shirley Strickland repitió bronce. El 6 de agosto, Blankers-Koen se hacía con su tercer oro en la final de los 200 m, con 24.4, la primera vez que se disputaba esta prueba en los Juegos en categoría femenina. La tercera, la estadounidense Audrey Patterson (1926-1996), se convirtió en la primera mujer de raza negra en ganar una medalla olímpica. El 8 de agosto Blankers-Koen recibía el testigo de forma defectuosa en la carrera de relevos 4 x 100 para la última posta en cuarta posición. Una grandísima remontada le permitió hacerse con su cuarta victoria e igualar a su admirado Jesse Owens. Había corrido 11 carreras en 8 días.

La neerlandesa se convirtió en la heroína de los Juegos y en una celebridad mundial. La prensa, tras haberla criticado duramente, se rindió a sus pies. Ahora resaltaban su edad y su condición de madre, mamá voladora, holandesa voladora… Su fama le permitió convertirse en embajadora del deporte femenino, entonces aún muy cuestionado. Su carrera atlética, no obstante, continuaba. En el Europeo de 1950 de Bruselas casi igualó su gesta olímpica con oros en 100, 200 m, 80 m vallas y plata en el relevo 4 x 100 m. En 1952 acudió a Helsinki, su tercera cita olímpica, en los 100 m y los 80 m vallas. Una infección cutánea la obligó a no presentarse en su semifinal de 100 m. En la final de vallas sufrió una caída que la dejó fuera de la carrera. Aún compitió hasta 1955, año en que ganó 58º título nacional, en lanzamiento de peso.

Además de las plusmarcas mundiales reseñadas anteriormente también consiguió igualar la de 100 yardas, 10.8 en 1948, otra vez 80 m vallas, 11.0, también en 1948, 11.5 en 100 m, plusmarca mundial igualada, el mismo año, 24.2 en 220 yardas en 1950 y 4691 puntos en pentatlón en 1951.

Tras su retirada trabajó con la federación de su país hasta 1968. En 1999 la entonces IAAF, hoy World Athletics, la nombró la mejor atleta femenina del siglo XX. Murió el 25 de enero de 2004. En sus últimos años padeció enfermedad de Alzheimer.

Fanny Blankers-Koen fue una amante del deporte a quien una terrible guerra y una no menos terrible hambruna no le impidieron perseguir su sueño olímpico. Fue una estrella que tuvo que esperar doce años para poder brillar con todo su esplendor.

Irena Szewińska, la dama de la velocidad

Hace unos días nos dejó la exatleta polaca Irena Szewińska. Szewińska fue una de las mejores velocistas de todos los tiempos, ganadora de siete medallas olímpicas, 3 de oro, y plusmarquista mundial, aunque no simultáneamente, de 100, 200 y 400 m. Ningún otro atleta, hombre o mujer, ha podido conseguir este monopolio de la velocidad.

Irena Szewińska nació como Irena Kirszestein en Leningrado (hoy San Petersburgo) el 24 de mayo de 1946. Su padre, de Varsovia, y su madre, de Kiev, se habían conocido en Samarkanda (Uzbekistán) donde ambos estudiaban. En 1947, tras el fallecimiento de su padre, la familia se trasladó a Varsovia. Adoptó el apellido de su marido, el exvallista y fotógrafo deportivo Januzs Szewińska, cuando se casó en 1967. Szewińska comenzó a practicar atletismo a los 7 años. En 1960 el triple oro olímpico en 100, 200 y 4 x 100 de la estadounidense Wilma Rudolph (1940-1994), una mujer procedente de un entorno absolutamente desfavorecido, le sirvió como inspiración para su fructífera futura carrera atlética. No tardaría mucho en emularla, pues 4 años después, acudió a los Juegos de Tokio para tomar parte en las pruebas de 200 m, salto de longitud y relevos 4 x 100. Su actuación fue excelente. Ganó la plata en los 200 m, con marca personal y plusmarca europea de 23,1 (23,13), superada por la estadounidense Edith McGuire (1944), 23,0 (23,05).  En la longitud también se hizo con la plata con mejor marca personal de 6,60, por detrás de la británica Mary Rand (1940), quien con 6,76 m se convertía en la nueva plusmarquista mundial. En el relevo consiguió mejorar sus actuaciones individuales. El equipo polaco formado por ella misma junto con Teresa Ciepły (1937 – 2006), Halina Górecka (1938) y Ewa Kłobukowska (1946) batió al estadounidense en la final con una nueva plusmarca mundial de 43,6 (43,69). Posteriormente la plusmarca se anularía, aunque se mantuvo el oro olímpico. Kłobukowska tenía una anomalía genética, un raro mosaicismo XX/XXY. Algunas de su células albergaban un cromosoma masculino. Entonces se consideraba motivo suficiente para dudar de la feminidad de una atleta y Kłobukowska resultó suspendida de por vida y sus plusmarcas anuladas. Esta anulación no se extendió a sus actuaciones en campeonatos.

Con tan solo 18 años, la joven Irena salía de Tokio con tres medallas olímpicas. Al año siguiente, 1965, conseguía su primera plusmarca mundial individual. El 9 de julio en Praga corría los 100 m en 11,1, superando los 11,2 de Wyomia Tyus (1945) de la final olímpica de Tokio. En la carrera de Praga, Ewa Kłobukowska consiguió el mismo tiempo que Szewińska, posteriormente anulado. Poco después, el 8 de agosto, se celebró en Varsovia un encuentro internacional entre Polonia y Estados Unidos. Szewińska derrotó en la carrera de 200 m a las campeonas olímpicas de 200, Edith McGuire, y de 100 m, Wyona Tyus, con un nuevo tope mundial de 22,7. Ese año fue doble campeona mundial universitaria de 100 y 200 m.

En 1966 se celebraban los campeonatos de Europa en Budapest. En la capital húngara, Szewińska, con 20 años, tuvo otra magnífica actuación, con las victorias en 200 m, salto de longitud y relevos 4 x 100 m. Tan solo se le escapó el oro en los 100 m, prueba en la que la derrotó Kłobukowska. Tras un año de 1967 sin grandes campeonatos, Szewińska acudió a los Juegos de México de 1968 con la intención de disputar los 4 oros en las pruebas de velocidad corta, el relevo corto y el salto de longitud. Las cosas no resultaron como ella había previsto. Pese que, con 6,67 m, había mejorado poco antes de los Juegos su plusmarca personal, no pasó de la fase de clasificación con unos pobres 6,19 y dos nulos. La última atleta en entrar en la final había saltado 6,30 m. Mejoró notablemente en los 100 m, donde hizo marca personal de 11,1 (11,19), pero fue insuficiente para superar a las estadounidenses Tyus, 11,0 (11,08) y Barbara Ferrell, 11,1 (11,15). La juvenil australiana Raelena Boyle (1951) fue 4ª con 11,1 (11,20). A Szewińska le quedaban los 200 m como última oportunidad de oro individual y no la desaprovechó. Su victoria con nueva plusmarca mundial de 22,5 (22,58) fue inapelable, con Boyle, plata, 22,7 (22,74), y su compatriota Jennifer Lamy (1949), bronce, 22,8 (22,88). Ferrell y Tyus fueron 4ª y 6ª. La prueba tuvo un nivel altísimo con cuatro mujeres por debajo de los 23,00.

Pese a este enorme oro en 200 m, es probable que los Juegos de México dejasen en la polaca un sabor agridulce. Tras la decepción de la longitud, aún quedaba la del relevo, en el que el equipo polaco no pudo defender su título olímpico por un mal cambio con caída del testigo en las semifinal. En 1969 la Asociación Europea de Atletismo trató de hacer los campeonatos de Europa al aire libre bienales. Se celebraron ese año y en 1971, pero en 1974 se volvió a los campeonatos cuatrienales, hasta 2010. Szewińska no tomó parte en los campeonatos de Europa de ese año y se retiró temporalmente en 1970 para dar a luz a su primer hijo,  Andrzej, que posteriormente sería jugador internacional de balonvolea. Volvió a la actividad atlética en 1971. En el Europeo de Helsinki fue bronce en 200 m, 5ª en salto de longitud y 6ª en 100. La vencedora en ambas pruebas fue el nuevo fenómeno de la velocidad femenina, la alemana Renate Stecher (1950). Stecher repetiría el doblete en los Juegos Olímpicos de Múnich al año siguiente. Szewińska, que no pudo llegar a la final de los 100 m, fue bronce en 200. Con 26 años y tres participaciones olímpicas, parecía que sus mejores días ya habían pasado. Nada más lejos de la realidad. La polaca aún tenía reservadas actuaciones memorables.

En 1973 mantuvo un buen tono con registros de la temporada de 11,1 y 22,7. Ese año Stecher se convertía en la primera mujer en correr por debajo de 11,0, con plusmarcas mundiales de 10,9 y 10,8, mientras en 200 se iba a 22,1 (22,38). La polaca no parecía rival para ella. Pero esa era una impresión equivocada. El 13 de junio de 1974, en Postdam, ambas atletas se enfrentaron en la distancia de 200 m, prueba en la que la alemana llevaba 4 años imbatida. Szewińska no solo ganó, sino que superó, con 22,0 (22,21) la plusmarca mundial de la alemana. El 1 de enero de 1977, este registro de 22,21 se convirtió en la primera plusmarca mundial eléctrica, únicas válidas a partir de entonces. Unos días después, el 29 de junio en Varsovia, Szewińska mejoraba en 100 m hasta 10,9. Menos de un mes después, el 22 de julio, en la misma capital polaca, Szewińska superaba por más de un segundo la plusmarca mundial de 400 m con 49,9, primer registro sub50,0 de la historia. En los campeonatos de Europa, la polaca no dio opción a Stecher y la batió tanto en los 100, 11,13 frente a 11,23, como en los 200 m, 22,51 frente a 22,58. La alemana tuvo que conformarse con dos platas.

 

Szewińska tenía intención de correr los 200 y los 400 m en los Juegos de Montreal, pero como el horario no era compatible eligió la distancia más larga. El 9 de mayo de 1976, perdió la plusmarca mundial de 400 m a manos de la alemana Christina Brehmer (1958) con un tiempo de 49,77. Poco antes de los Juegos, el 22 de junio en Bydgoszcz, Szewińska la recuperaba con un registro de 49,75. Se vislumbraba un gran duelo en la final olímpica entre la polaca de 30 años y la alemana de 18. Sin embargo, a la hora de la verdad, la experiencia de Szewińska resultó decisiva y el duelo lo fue menos. Brehmer lideró la prueba durante más de la mitad del recorrido, pero en la última recta emergió la polaca, quien no dio opción y se llevó el oro con una nueva plusmarca mundial de 49,29. Siete finalistas corrieron por debajo de 51,00.

La final olímpica de 400 de 1976 a partir de 1:25

El 1977 volvió a liderar las listas mundiales de 200 y 400 m, pruebas en las que venció en la primera Copa del Mundo, derrotando respectivamente a las pujantes alemanas Barbara Eckert (1955) y Marita Koch (1957). Esta última prueba resultó especialmente competida con las dos atletas por debajo de 50,00, 49,52 frente a 49,76. La alemana, en cabeza hasta los últimos 20 m, acabó cediendo ante el acoso de la polaca. Ese año también hizo una incursión en los 400 m vallas, entonces novedosa en categoría femenina. Realizó 56,62, 4º mejor registro de ese año, a 0,99 de la plusmarca mundial.

Szewińska aún fue bronce en los 400 m en sus últimos campeonatos de Europa, en 1978, poniendo fin a su racha de 34 victorias consecutivas en la prueba desde 1974. Fue olímpica por quinta vez en Moscú, en 1980, pero no pudo llegar a la final de la vuelta a la pista. Se retiró ese mismo año, tras 16 años en la élite mundial. Comenzó su carrera atlética enfrentándose a Wyomia Tyus y acabó haciéndolo con Marita Koch. Siempre fue capaz de dar lo mejor de sí misma con la presión de la alta competición. En 1970 se había licenciado en Administración de Empresas en la Universidad de Varsovia. Fue Presidente de la Federación Polaca de Atletismo de 1997 a 2009 y miembro de la IAAF desde 1998 hasta su fallecimiento, ocurrido el 29 de junio de 2018. Fue sin duda una de las grandes de siempre y una dama del atletismo durante y después de su época competitiva.