Moscú 1980: Ovett y Coe salvan los Juegos. ¿Y qué habría ocurrido si…?

En abril de 1978, el Partido Popular Democrático de Afganistán daba un golpe de estado contra el Presidente Mohammed Daoud Khan (1909-1978) e instauraba un régimen prosoviético, que provocó una guerra de guerrillas contra los muyaidines, musulmanes anticomunistas, y una gran inestabilidad. En diciembre de 1979, la Unión Soviética decidió invadir el país para apuntalar al gobierno, lo que produjo un enorme conflicto diplomático internacional. Los Estados Unidos, presididos por James Carter (1924), que apoyaban desde el principio a los muyaidines, decidieron incluir entre las múltiples sanciones a la Unión Soviética el boicot a los Juegos Olímpicos, que tendrían lugar en Moscú el mes de julio de 1980. El 24 de mayo expiraba el plazo que Estados Unidos había dado a las autoridades soviéticas para que se retirasen de Afganistán. Ese día se hizo oficial el boicot, al que se unieron numerosos países. En total hubo 65 ausencias entre los invitados por el COI (Comité Olímpico Internacional). De los países con mayor potencial atlético, además de Estados Unidos, destacaban Alemania Occidental y Kenia. Para el COI, tras el boicot africano de los anteriores Juegos, el golpe era brutal, si bien resultó algo mitigado por la decisión del Comité Olímpico Británico (British Olympic Association, BOA) de acudir a los Juegos, pese a la recomendación en contra del Gobierno presidido por Margaret Thatcher (1925-2013). Al menos el doble duelo entre Steve Ovett (1955) y Sebastian Coe (1956), cuya rivalidad había traspasado el ámbito atlético, incluso el deportivo, sí tendría lugar.

En el atletismo, la ausencia de Estados Unidos se haría notar sobre todo en las carreras masculinas y en algunos concursos. Sin embargo, en aquellos primeros años 80, su nivel atlético aún no había conseguido acercarse al de los años 60. En los Juegos 1964 y 1968 encabezaron el medallero de forma indiscutible con 24, 14 de oro, y 25 medallas, 15 de oro, respectivamente. Sin embargo, en 1972 fueron terceros con 22 medallas, 6 de oro, por detrás de la Unión Soviética y la República Democrática de Alemania, y en 1976 fueron segundos, con igual cosecha de medallas, por detrás de Alemania del Este. Para hacernos una idea del potencial atlético actual de los Estados Unidos, en los últimos Juegos, en 2016, encabezaron el medallero con 32 preseas, 13 de oro, muy por delante de Kenia, con 13, 6 de oro. No se debe olvidar que en la actualidad se disputa un mayor número de pruebas debido al equiparamiento del atletismo femenino.

¿Qué habría pasado si en los Juegos Olímpicos de 1980 no hubiese habido boicot? ¿Cuántos de los campeones lo habrían sido con todos en liza? Se trata de atletismo ficción. Aunque el Comité Olímpico Estadounidense (USOC), organizó las pruebas de selección, fueron simbólicas, pues tuvieron lugar del 21 al 29 de junio, cuando ya se sabía que no acudirían a los Juegos. Es difícil, por tanto, juzgar el rendimiento de unos atletas que sabían que su objetivo olímpico se había frustrado. Sin embargo, sí pueden valorarse las trayectorias de las temporadas anteriores y, especialmente, el resultado de la Copa del Mundo del año anterior, donde se celebraron duelos que no se pudieron repetir el año olímpico.

El musculoso escocés Alan Wells (1952) ganó el oro en los 100 m, tras haber mejorado en los cuartos de final su plusmarca personal hasta 10.11, tercera mejor marca ese año. En una reunión posolímpica en Coblenza (RFA) superó a casi todos los mejores velocistas estadounidenses, con un tiempo de 10.19, por 10.21 de Stanley Floyd (1961), que en mayo había corrido en 10.07, 10.25 de Mel Lattany (1959), 10.30 de Carl Lewis (1961) y 10.31 de Harvey Glance (1957). Faltaba James Sanford (1957), ganador el año anterior de la Copa del Mundo, acreditado en 10.02 ese mismo año, entonces mejor marca al nivel del mar, que se lesionó antes de las pruebas de selección. Wells, no obstante, había resultado derrotado por Floyd en dos ocasiones ese verano.

En los 200 m, el campeón, el italiano Pietro Mennea (1952-2013) era el plusmarquista mundial con 19.72A. Ese año, tras los Juegos, registró 19.96 al nivel del mar, mejor marca mundial del año. El mejor estadounidense ese año había sido LaMonte King (1959), con 20.08, si bien no había entrado entre los tres primeros en las pruebas de selección. Wells ganó la plata en Moscú con 20.21, tercera mejor marca mundial del año. Difícilmente habría perdido Mennea el oro en cualquier circunstancia.

Tras haber ganado 13 de los 18 oros en liza de la prueba de 400 m en todos los Juegos anteriores, los corredores estadounidenses habían caído en una importante crisis, tras la derrota de Fred Newhouse (1948), pese a realizar 44.40, ante el cubano Alberto Juantorena (1950), que hizo 44.26. En los cuatro años siguientes ningún estadounidense logró correr por debajo de 44.70, y solo dos lo hicieron por debajo de 45.00, por lo que no es probable que hubiesen podido superar al exultante siberiano Viktor Markin (1957), campeón con plusmarca europea de 44.60.

Aunque, en mi opinión, ni Coe ni Ovett se enfrentaron a la mejor versión de su rival, pues el primero hizo una de las peores carreras de su vida en la final de 800 m y el segundo parecía desmotivado en la de 1500 m, no es previsible que no se hubiesen repartido los oros de mediofondo en cualquier caso. Sin embargo, el boicot impidió que ambas carreras tuviesen el nivel que se merecían. En 800 m faltaron los estadounidentes Don Paige (1956), que derrotó a Coe después de los Juegos, y James Robinson (1954), acreditados ese año en 1:44.53 y 1:45.47 respectivamente, o el alemán Willi Wuelbeck (1954), 1:44.96. Mientras en 1500 m no estuvieron los alemanes Thomas Wessinghage (1952), que en agosto haría 3:31.58, en la carrera en que Ovett hizo plusmarca mundial 3:31.36, su compatriota Harald Hudak (1957), 3:31.97, tercero en la misma carrera, el neozelandés John Walker (1952), 3:33.31, o el estadounidense Steve Scott (1956), 3:33.33.

Los 5000 y los 10 000 m vieron una verdadera explosión del etíope Miruts Yifter (1944-2016), perfectamente coordinado con el equipo de su país. Aunque había algunas ausencias sonadas, como la del plusmarquista mundial de ambas distancias, el keniano Henry Rono (1952), 13:08.4 y 27:22.47, y la del estadounidense Craig Virgin, 27:29.16 ese año, difícilmente habrían superado al etíope, capaz de acabar en 54.4 y ganar con 27:42.69, o en 54.9 y hacerse con el oro con 13:20.91.

En maratón, el mejor marquista del año, el neerdandés Gerard Nijboer (1955), 2h09:01, fue segundo, detrás del alemán Waldemar Cierpinski (1950), que repetía el oro de 4 años antes. Las ausencias más importantes fueron las de los japoneses Toshihiko Seko (1956), 2h09:45 ese año, y Takeshi So (1953), 2h09:49.

En las vallas, tanto las altas como las intermedias, el boicot permitió la victoria olímpica de dos atletas que, en condiciones normales, podrían haberse quedado fuera del podio. El campeón de 110 metros vallas, el alemán campeón de Europa Thomas Munkelt (1952), oro con 13.39, su mejor marca ese año, parecía inferior a los estadounidenses Renaldo Nehemiah (1959), 13.21 ese año, Greg Foster (1958), 13.27, y Dedy Cooper (1956), 13.34. Otro alemán del Este, el campeón de 400 m vallas con 48.70, Volker Beck (1956), probablemente habría aspirado al bronce en una carrera con el plusmarquista mundial, el estadounidense Edwin Moses (1955), 47.90 ese año, y con el alemán campeón de Europa Harald Schmid (1957), 48.05. En los 3000 m obstáculos, el campeón, el polaco Bronislaw Malinovski (1951-1981), realizó con 8:09.70 la mejor marca del año.

Los saltos de altura y pértiga se saldaron con sendas plusmarcas mundiales para los campeones olímpicos, el alemán Gerd Wessig (1959), 2.36 m, y el polaco Władysław Kozakievicz (1953), 5.78 m, quien dedicó un expresivo gesto al público, que no había parado de abuchearlo. En el triple salto, los jueces privaron del oro al brasileño plusmarquista mundial João Carlos de Oliveira (1954-1999), decretando saltos válidos como nulos, en favor de los locales Jaak Uudmäe (1954) y Viktor Saneyev (1954). Los triplistas estadounidenses de entonces parecían inferiores a estos tres atletas. En el salto de longitud, el alemán Lutz Dombrovski (1959), oro con plusmarca europea de 8.54 m, habría tenido un duro rival en el estadounidense Larry Myricks (1956), que lo había derrotado el año anterior en la Copa del Mundo con su mejor marca de 8.52 m.

En los lanzamientos hubo plusmarca mundial de 81.80 m en lanzamiento de martillo por el soviético Yuri Sedykh (1955). En el lanzamiento de disco, el campeón, el soviético Viktor Rashchupkin (1950) no entró ese año entre los 10 mejores, lista dominada por los estadounidenses, con cuatro atletas, entre ellos el anterior campeón olímpico, Mac Wilkins (1950), 70.98 m, plusmarca mundial, y el mítico Al Oerter (1936-2007), 69.46 m. En el lanzamiento de jabalina, el campeón, el soviético Dainis Küla (1959), 91.20 m, probablemente lo habría sido con todos en liza. En cuanto al lanzamiento de peso, el estadounidense Brian Oldfield (1945) fue con 21.82 m el segundo mejor marquista del año, por delante del campeón, el soviético Vladimir Kiselyov (1957-2021), que hizo su plusmarca personal, 21.35 m, en Moscú.

El británico Daley Thompson (1958) se llevó el oro del decatlón y no parece probable que los alemanes Guido Kratschmer (1953) o Jürgen Hingsen (1958) lo hubiesen podido derrotar.

En la marcha, tanto el italiano Maurizio Damilano (1953), oro en 20 Km, como el alemán Hartwig Gauder (1954-2020) eran los mejores en cualquier circunstancia.

En los relevos, con los estadounidenses en liza, habrían sido estos los favoritos para el oro en ambas pruebas.

En categoría femenina se disputaron 14 pruebas. No se incluyeron ni los 3000 m, ni los 400 m vallas, que ya se habían disputado en el campeonato de Europa de 1978 y en la Copa del Mundo de 1979. En esta categoría el boicot apenas se dejó sentir. Con las atletas ausentes en liza probablemente los resultados apenas habrían variado, incluyendo el podio. De las 12 campeonas olímpicas individuales, tan solo tres no lideraron la lista mundial del año. Fueron, la soviética campeona de 100 m vallas, con 12.56, Vera Komisova (1953), la cubana campeona de jabalina, con 68.40 m, María Caridad Colón (1958), y la alemana campeona de disco, con 69.96 m, Evelyn Jahl (1956), que repetía título. El resto de los oros olímpicos, con la marca realizada en Moscú, fueron 100 m Lyudmila Kondratyeva (1958) URSS 11.06, 200 m Bärbel Wöckel (1955) 22.03, 400 m Marita Koch (1957) RDA 48.88, 800 m Nadezhda Olizarenko (1953-2017) URRS 1:53.43 WR, 1500 m Tatiana Kazankina (1951) URSS 3:56.53, salto de altura Sara Simeoni (1953) ITA 1.97 m, salto de longitud Tatiana Kolpakova (1959) URSS 7.06, lanzamiento de peso Ilona Slupianek (1956) RDA 22.41, pentatlón Nadezhda Tkachenko (1948) URSS 5083 WR.

Probablemente la única atleta ausente que habría podido disputar el oro en 100 y 200 m había sido la estadounidense Evelyn Ashford (1957), acreditada entonces en 10.97 y 21.83, que no habría podido ir a Moscú en cualquier caso, pues se perdió la temporada por lesión.

Aunque ciertamente el boicot hizo que el nivel medio del atletismo en los Juegos bajase de forma considerable, la mayor parte de los campeones probablemente lo habrían sido de todas maneras. En categoría femenina, presumiblemente apenas se habrían modificado los podios. En categoría masculina, sí se habrían modificado, pero en cuanto a los campeones, los únicos que no lo habrían sido seguro son los vallistas Thomas Munkelt y Volker Beck. Wells lo habría tenido complicado con Sanford, pero podría haberle ganado. Mennea, Markin, Ovett, Coe, Yifter, Cierpinski, Malinovski, Wessig, Kozakievicz, Sedykh, Küla, Thompson, Damilano y Gauder habrían sido campeones casi con toda seguridad con todos en competición. El triple salto se adulteró. Probablemente Rashchupkin no habría ganado el disco. Kyselov, que compitió muy bien, habría peleado por el oro en peso. En salto de longitud habríamos tenido un magnífico duelo entre Dombrovski y Myricks.

Pero todo esto es atletismo ficción. El COI aún tuvo que soportar el boicot de los países del Este a los Juegos de Los Ángeles 1984. Afortunadamente, los buenos oficios del entonces presidente Juan Antonio Samaranch (1920-2010) consiguieron conjurar el peligro de que el movimiento olímpico se terminase. Ahora les toca lidiar con la pandemia y con la incertidumbre de la celebración de los Juegos de Tokio.

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¿Y si la final olímpica de 1500 en 1968 hubiese sido al nivel del mar?

La mañana de ayer, mi amigo Juan Botella me lanzó un reto a propósito de un tuit del doble medallista olímpico de 1500 m Nick Willis (1983).

Prometí hacer un hilo, pero después pensé que el tema daba para una entrada de este blog, que, por cierto, acaba de superar las 60 000 vistas (muchas gracias a todos). Creí que me llevaría menos tiempo. De hecho, había asegurado a Juan que lo terminaría el día de ayer. En cualquier caso, después de haber escrito si el mejor Coe habría podido ganar al mejor Cruz en 1984 y de la marca que podría haber hecho Seb Coe en 1500 en el año mágico de 1981, esta será la tercera entrada de atletismo-ficción.

Dediqué una entrada muy amplia a la final olímpica de 1500 de México, centrándome en la trayectoria de sus dos protagonistas, Kip Keino (1940) y Jim Ryun (1947), que aparecen en esta reciente fotografía con Juan Botella.

Keino, Juan, Ryun
Kip Keino, Juan Botella y Jim Ryun

Aunque la mejor prueba de ambos atletas era el 1500 (o la milla), su aproximación a la distancia era justamente opuesta. El estadounidense era un mediofondista puro, poseedor de las plumarcas mundiales de las 880 yardas, 1:44.9 (equivalente a 1:44.2 en 800 m, más rápido que el tope mundial de 1:44.3), los 1500 m, 3:33.1, y la milla, 3:51.1. Keino, por su parte, hacía compatibles los 1500 m con distancias más largas. Había sido plusmarquista mundial de los 5000, 13:24.2 en 1965, distancia en la que había ocupado la 5ª plaza en la final olímpica de 1964. Además era entonces el vigente poseedor del primado universal de los 3000 m, 7:39.6. En 10 000 m había realizado el excelente registro de 28:06.4. Acreditaba 3:36.7 en los 1500 m, al paso de una milla, y 3:53.1 en la milla a 1131 metros de altitud. Evidentemente su valía real en ambas pruebas era mejor y se desenvolvía muy bien en altitud.

El año anterior de 1967, Keino había resultado derrotado de forma contundente en el 1500 de un encuentro entre Estados Unidos y la Commonwealth  en Los Ángeles, en una pista de tierra. Sabedor de que el estadounidense tenía un final rapidísimo, tras un pase de 1:00.9 la primera vuelta, el keniano imprimió un ritmo durísimo, con pases de 1:56.0 y 2:53.5, momento en que Ryun tomó la cabeza y acabó en unos extraordinarios 3:33.1. Keino, desfondado, solo pudo hacer 3:37.6.

Poco después en Londres, el keniano volvió a resultar derrotado en una milla. Ryun era capaz de mantener ritmos muy intensos y acabar más fuerte que sus rivales. Los tiempos fueron 3:56.02 y 3:57.36. Parecía el claro favorito para el oro olímpico, pero la Ciudad de México estaba a 2250 m y Keino ya había mostrado que podía correr mucho en lugares muy altos. En aquel momento se desconocía el efecto de la altitud sobre el rendimiento atlético. Hoy sabemos que la menor resistencia al aire y la disminución de la aceleración de la gravedad favorecen las pruebas explosivas y, por el contrario, la menor presión parcial de oxígeno dificulta las pruebas de largo alcance. Probablemente en los 800 m ambos factores se compensan, mientras que en distancias superiores el efecto negativo es dominante.

En las pruebas de selección olímpica de su país, Ryun intentó clasificarse para los 800 y los 1500 m, pero algo disminuido físicamente por una reciente mononucleosis infecciosa, solo consiguió la clasificación para la prueba más larga. Keino llegó a México con el objetivo de mejorar a Paavo Nurmi (1897-1970), capaz de ganar el oro olímpico en 1500, 5000 y 10 000, si bien en Juegos diferentes, y se inscribió en estas tres distancias. La primera en disputarse fueron los 10 000 m. Tuvo que abandonar a falta de 3 vueltas, aquejado de fuertes dolores abdominales. Le diagnosticaron una colecistitis y le recomendaron no correr. No siguió el consejo médico, y tras ganar la medalla de plata en 5000 m, alcanzó la final de 1500 m, tras haberse clasificado fácilmente. Esta fue su trayectoria previa:

Final de 10 000 m abandonó a falta de 3 vueltas
Semifinal de 5000 m 1º 14:20.4
Final de 5000 m 2º 14:05.2
Serie de 1500 m 1º 3:46.96
Semifinal de 1500 m 2º 3:51.50 (detrás de Ryun)

El estadounidense, por su parte, estaba mucho más descansado. Había ganado su serie en 3:45.80 y su semifinal en 3:51.25. No perdía una carrera de 1500 m o de la milla desde 1965 y era el plusmarquista mundial en ambas distancias. Ryun calculaba que se ganaría con 3:39. La realidad fue muy distinta pues él mismo hizo 3:37,89 y no ganó. Esta marca era muy buena. Además de Keino y el propio Ryun, en aquel momento solamente ocho hombres más habían corrido más rápido.

Tras sus derrotas previas, Keino sabía que para ganar necesitaba una carrera muy rápida. De modo que, ayudado por su compatriota Ben Jipcho (1943), pasó el 400 en 56,6 y el 800, ya en solitario, en 1:55,3, con Ryun algo más 3 segundos por detrás en sexta posición. Es probable que el estadounidense pensase que Keino se desfondaría. Pero no sucedió así, pues el keniano dio paso al 1200 en 2:53,4. Ryun recuperó terreno mínimamente con 2:56,0, aún en cuarta posición, pero incluso en el último 300 fue más rápido el keniano, que se proclamó brillantemente campeón olímpico con 3:34,91, su mejor marca personal, casi 3 segundos por delante de Ryun, 3:37,89. Tercero fue el alemán Bodo Tümmler (1943) con 3:39,08.

Los resultados completos fueron:

1 Kip Keino KEN 3:34,91 OR
2 Jim Ryun USA 3:37,89
3 Bodo Tümmler RFA 3:39,08
4 Harald Norpoth RFA 3:42,57
5 John Whetton GB 3:43,90
6 Jacky Boxberger FRA 3:46,65
7 Henryk Szordykowski POL 3:46,69
8 Josef Odložil CHE 3:48,69
9 Tom Von Ruden USA 3:49,27
10 Ben Jipcho KEN 3:51,22
11 André Dehertoghe BEL 3:53,63
12 Marty Liquori USA 4:18,22

Bien, hasta aquí, los hechos. A partir de ahora entraré en el terreno de la especulación. En primer lugar, y aunque Nick Williams no lo pregunta en el tuit, habría que plantear lo que habría podido hacer Keino si hubiese corrido como en México, empleando la misma energía, al nivel del mar. Hay que tener en cuenta que el keniano nunca mejoró la marca de México. En el número de octubre-noviembre de 1968 de la revista Atletismo Español, puede leerse un estudio firmado por Antonio Hoyos en el que trata de corregir el valor de los registros conseguidos en los Juegos si hubiesen tenido lugar al nivel del mar. Cree que Keino habría podido correr en 3:31.5. Se basa en la diferencia entre la actuación de otros atletas en la final y sus marcas previas. Sin embargo, son muy pocos casos y la respuesta a la altitud es muy individual. Hoy tenemos más datos. En la siguiente tabla se muestran los mejores 1500 m en altitud y se comparan con la mejor marca al nivel del mar.

1500 altitud

Se trata de los mejores 1500 realizados en altitud, junto con la mejor marca del atleta y la diferencia entre ambos registros. Salvo el caso de Keino, el resto de los atletas, todos kenianos, realizaron su mejor marca en altitud en Nairobi, a 1795 m sobre el nivel del mar, donde se corría muy rápido pese a esta limitación La media de la diferencia entre los dos 1500 es de 2.94. Para aproximar más la pérdida en altitud se podría considerar la mejor marca del atleta el mismo año, pero dado que son 21 corredores, un buen número, tal vez se podría dar como buena esa pérdida de casi 3 segundos. Es decir, Keino podría haber estado en el entorno de los 3:31 largos, casi lo que le atribuían en el artículo antes reseñado. El rendimiento del keniano fue sorprendente, pues no solo llevaba muchas carreras encima, sino que su salud tampoco era la mejor para estar ganando un oro olímpico. Por cierto, la mejor marca mundial de 1500 m en altitud de Keino duró hasta 1992, año en que el obstaculista Moses Kiptanui (1970) hizo 3:34.0 en Nairobi, curiosamente su mejor marca de siempre en la distancia.

En cuanto a Ryun, como se señaló anteriormente, su marca de 3:37.89 fue muy buena. De hecho fue su segundo mejor 1500 de siempre entonces, aunque tenía dos pasos en la milla más rápidos. En la final, tal vez pudo haber corrido algo más rápido. Probablemente pensaba que Keino reventaría e inicialmente fue muy conservador. Su táctica no fue buena. Además, a Ryun la altitud le perjudicó, pues nunca tuvo opción de ganar el oro a un atleta inferior a él sobre el papel. La pista sintética pudo ayudarlo, pero no compensó la altitud. Para analizar la valía del estadounidense, hay que tener en cuenta que había conseguido la plusmarca mundial en una pista de tierra y con un pase del primer 400 en 1 minuto. Tal vez, con un ritmo más sostenido, podría haber hecho ese día menos de 3:32.5 y sustituyendo la tierra por material sintético quizá un segundo menos. En 1968 no había corrido tan rápido como el año anterior, el de la plusmarca mundial. Probablemente su entrenamiento iba dirigido al oro olímpico, no a mejorar las marcas. No hay que olvidar que había sufrido algunas semanas antes de los Juegos una mononucleosis infecciosa.

Ahora, para terminar el atletismo-ficción, hay que contestar la pregunta del título ¿Qué habría ocurrido si la final olímpica hubiese sido al nivel del mar? Si hubiese sido hoy, emulando lo que se hará (esperemos que se pueda) en Tokio, se habrían llevado las pruebas más largas de 800 a Acapulco. Pues bien, en una final al nivel del mar, si Keino hubiese corrido exactamente igual, Ryun se habría pegado a él, como en Los Ángeles, y la carrera habría acabado en 3:31. Sé que hay alguien que estuvo allí que me dirá lo contrario, pero Keino aquel día estaba en estado de gracia y creo que habría ganado igualmente, aunque por mucho menos que en la carrera real. Por supuesto, en ese hipotético 3:31 de Keino, si Ryun hubiese corrido como en México, tampoco lo habría alcanzado y probablemente habría estado en 3:34. Y con esto respondo a la pregunta de Willis sobre la equivalencia de los 3:37.82 del estadounidense en México.

¿Realmente valió alguna vez Sebastian Coe 3:28?

En la última entrada de su blog (lástima que no escriba más) Dosis de atletismo, el gerente de la SD Correcaminos y un gran experto en historia del atletismo, Juan Manuel Botella, escribe sobre la cena oficial de la organización que tuvo lugar el día anterior al Campeonato del Mundo de medio maratón de Valencia. En esta cena, Juan compartió mesa y mantel con Sebastian Coe (1956), dos veces campeón olímpico de 1500 m y actual presidente de la IAAF. Aunque el lord británico no estaba muy por la labor de hablar de su pasado atlético, Juan finalmente consiguió que rememorase sus años mágicos de atletismo, especialmente el año 1981. Dijo Coe que aquel año podría haber hecho 3:28, si la liebre no hubiese ido tan rápido.

Se refería Coe al único 1500 que corrió esa temporada, en la que se centró en los 800 m y en la milla. Esta solitaria incursión en el kilómetro y medio tuvo lugar el 7 de julio. El británico había conseguido el mes anterior una estratosférica plusmarca de 800 m, 1:41,73. El objetivo en Estocolmo eran los 3:31,36 que Steve Ovett (1955) tenía como plusmarca mundial, desde al año anterior. Para ello los organizadores contrataron comoe liebre a James Robinson (1954), ochocentista acreditado entonces en 1:44,70 y 5 veces campeón de Estados Unidos. Parecía el perfecto marcapasos, pero desde el inicio impuso un ritmo exageradamente rápido El estadounidense cruzó en 51,5 los primeros 400 m y 1:47,4 las dos vueltas, momento en que abandonó. Coe, pese a seguirlo a cierta distancia, hizo 52,43 y 1:49,18. Ya en solitario marcó 2:18,81 en el kilómetro y 2:48,32 en el 1200. Le bastaba 43,03 en los últimos 300 m, pero, desfondado, realizó 43,63. Falló en su objetivo, pese a hacer marca personal de 3:31,95.

Coe estaba en estado de gracia.  Cuatro días después en Oslo corría el kilómetro en otra sobresaliente plusmarca mundial de 2:12,18. La última parte de la temporada la dedicó a competir, a distancia, con Steve Ovett por la plusmarca mundial de la milla. El primer tope universal de Coe en esta distancia fue de 3:48,95 (homologada 3:49,0) en 1979. Al año siguiente, la IAAF consideró con los 3:48,8 de Ovett eran superiores al tiempo de Coe. El 19 de agosto, en Zúrich, Coe con 3:48,53 recuperaba la plusmarca mundial de la milla. Una semana después en Coblenza, Ovett se iba a 3:48,40. Tan solo dos días más tarde en Bruselas, Coe zanjaba la lucha con 3:47,33. El 4 de septiembre cerraba la temporada con victoria en los 800 m de la Copa del Mundo de Roma, justo delante de James Robinson.

La temporada de 1981 fue perfecta para Coe. De un total de 39 carreras disputadas, incluyendo 5 relevos, tan solo sufrió una derrota individual, en una carrera de 200 m de ámbito regional. Estuvo en plena forma 3 meses, junio, julio y agosto. Probablemente con un ritmo más razonable en el 1500 de Estocolmo habría superado la plusmarca mundial de 3:31,36 y, tal vez, habría roto la barrera de los 3:31,00 o, incluso, acercado a 3:30,00, pero, ¿realmente valía 3:28? En un entorno hipercompetitivo y, sin duda, muy motivante por la rivalidad con Ovett, Coe realizó una entonces excepcional marca de 3:47,33, 1,07 menos que la reciente plusmarca de Ovett. Según las tablas de la IAAF, equivale a 3:30,64. En 1985, Steve Cram (1960) y Said Aouita (1959) mejoraron la marca de Coe con 3:46,32 y 3:46,92. Esa misma temporada sus marcas de 1500 m fueron respectivamente 3:29,67 y 3:29,46, en el caso del británico, prácticamente clavando las equivalencias de la IAAF (3:46,28 equivale a 3:29,66). Tendrían que pasar 7 años para que un atleta corriese en 3:28. Lo hizo el argelino Nourredine Morceli (1970) el 6 de septiembre de 1992, al marcar en Rieti 3:28,86, tiempo equivalente a 3:45,45 en la milla. El argelino realizó al año siguiente 3:44,39 en la distancia británica. No parece que Coe estuviese en condiciones de correr tan rápido en 1981.

Según sigue contando Juan Botella, otro argumento que da el actual presidente de la IAAF a favor de esos hipotéticos 3:28 es que consiguió su mejor marca personal de 1500 m, 3:29,77, en 1986, cuando ya no era su mejor versión. Sin embargo, que suceda esto no es infrecuente. En ocasiones, atletas de calidad excepcional son capaces de hacer una gran carrera, aunque ya no sean regulares en la competición. El propio Ovett hizo su mejor 1500, 3:30,77, en un año relativamente discreto, en el que no fue capaz siquiera de subirse al podio en el Mundial de 1983. También Steve Cram corrió en 1987 en 3:31,43 y en 3:30,95 en 1988, en el segundo caso mejor marca de ese año, y se quedó fuera de los puestos de honor en el Mundial de Roma y en los Juegos de Seúl.

Quizá el paso del tiempo y los tiempos posteriores de los 1500 m llevaron a Coe a sobrevalorar su propia capacidad en 1981, año en el que pensar en correr en 3:28 semejaba la velocidad de la luz.

¿Habría podido el mejor Coe con el Cruz de Los Ángeles 84?

Tras la publicación de la segunda parte de la entrada sobre Joaquim Cruz, surgió un pequeño debate sobre lo que habría podido ocurrir si el brasileño se hubiese enfrentado al mejor Sebastian Coe, el de 1981. El deportista, no solo en el de alto nivel, pone el cuerpo al límite. Es habitual que lo pague en forma de lesiones, por lo que no es fácil mantener una continuidad. Seb Coe parecía invencible en 1981, pero en 1982, aquejado de una enfermedad seria, entonces no diagnosticada, ya no era el mismo. Pudo recuperarse para los Juegos Olímpicos de 1984. Su actuación fue magnífica, con la plata en 800 m y el oro en 1500 m, pero en la primera prueba no estaba como en 1981. Se enfrentó a un formidable Joaquim Cruz, que hizo, de largo, de 1984 la mejor temporada de su vida. ¿Habría podido el Coe de 1981 con el brasileño?

Sebastian Newbold Coe (Londres, 29 de septiembre de 1956) fue, en cierta manera, el producto atlético de su padre, Peter Coe (1919-2008). Es probable que esto condicionase sobremanera su primera etapa atlética, cuando, en alguna ocasión, le pudo su necesidad de ganar. Peter era un ingeniero al que preocupaba la biomecánica de su hijo, mal entrenada a su juicio, por lo que él mismo decidió dirigir la carrera atlética del joven Seb. Este comenzó sus éxitos internacionales en 1975. En Atenas se celebraba el campeonato de Europa Junior (sub20). Entonces Seb se dedicaba preferentemente al 1500, prueba en la que consiguió la medalla de bronce con 3:45,2, su mejor marca personal.

En 1976 consiguió bajar de 4 minutos en la milla por primera vez, 3:58,35, además de mejorar en 800 m hasta 1:47,7. En los dos años siguientes se dedicó casi exclusivamente a los 800 m, con alguna incursión en la milla. En 1977 se proclamó campeón de Europa de 800 m en sala. Al aire libre se convirtió en plusmarquista nacional con 1:44,95. En 1978 acudió al Europeo al aire libre de Praga con la mejor marca de los participantes, 1:44,25. Era el favorito, pero su inexperiencia en la alta competición le pasó factura. Se colocó en cabeza y dio paso al 400 en 49,56. Se acabó agotando y a duras penas consiguió entrar en el podio, 3º con 1:44,76. Poco después mejoró su marca hasta 1:43,97.

El año siguiente, 1979, Coe realizó una temporada superlativa. No compitió excesivamente, y básicamente se centró en los 800 m. Tan solo disputó una carrera de la milla y una de 1500 m. En ambas superó las plusmarcas mundiales con 3:48,95 y 3:32,03 respectivamente. En el campeonato británico fue segundo en los 400 m mejor marca personal de 46,87. En la prueba de las dos vueltas, el 5 de julio, en Oslo, consiguió una plusmarca mundial estratosférica de 1:42,33, 1,11 menos que el anterior tope universal, del cubano Alberto Juantorena (1950).

Ese año no hubo campeonatos importantes. Entonces no había Mundiales. No obstante, Coe disputó el 800 de la Copa de Europa, donde se enfrentó a rivales importante como los alemanes Willi Wülbeck (1954), 4º en los Juegos de Montreal, Olaf Beyer (1957), campeón de Europa en año anterior, o el italiano Carlo Grippo (1955), mejor marquista mundial en sala. Después de su actuación en Praga, donde aplicó una táctica equivocada, resultaba interesante ver a Coe en una prueba sin liebres con rivales de categoría. El británico no dio opción. En una carrera muy lenta, se mantuvo cómodo en posiciones secundarias hasta la última recta, momento en que con una gran aceleración se hizo con la victoria sin aparentar emplearse a tope.

En 1980 tendrían lugar los Juegos Olímpicos de Moscú. Tras el boicot decretado por el Presidente de Estados Unidos James Carter (1924), como represalia por al invasión soviética de Afganistán el año anterior, el Comité Olímpico Británico decidió ir a Moscú con bandera olímpica. Se había salvado el doble duelo en el medio fondo entre las dos estrellas británicas Seb Coe y Steve Ovett (1955). Ovett, que ya había sido 5º en los 800 m en los Juegos anteriores y 2º en el Europeo de 1978, había dejado esta prueba en un segundo plano para centrarse en los 1500 m y la milla. Parecía ligeramente superior a Coe en la prueba más larga, mientras que la superioridad de Seb en la doble vuelta semejaba incontestable. Poco antes de los Juegos había realizado con 2:13,40 la plusmarca mundial de 1000 m, tiempo equivalente a 1:43,39, en aquel momento solo al alcance del propio Coe. A la hora de la verdad sin embargo, su actuación en la doble vuelta de los Juegos fue muy deficiente. De sus siete rivales en la final, tan solo el francés José Marajó (1954) había bajado de 1:44,0 (1,43,9 en 1979). En una carrera muy lenta, Seb se mostró nervioso y dubitativo. Se quedó muy atrás y finalmente tan solo pudo salvar la plata. Ovett consiguió una sorprendente fácil victoria. A Coe le volvió a poder la necesidad de ganar.

Coe pudo sacudirse sus demonios con el oro en el kilómetro y medio. Su expresión facial al hacerse con la victoria lo decía todo. No prolongó demasiado esa agridulce temporada que terminó con una inesperada derrota ante el estadounidense Don Paige (1955), 1:45,04, frente a 1:45,07 del británico.

La temporada de 1981 de Seb Coe fue el epítome de la perfección. Pocas veces un atleta ha conseguido en una campaña lo que hizo el británico ese año. Como en 1981 seleccionó muy bien las carreras, centrándose más en los 800 m. Tan solo tomó parte en una carrera de 1500 m y en dos de la milla. En estas dos últimas superó con 3:48,53 y 3:47,33 las anteriores plusmarcas mundiales, en ambos casos en posesión de Steve Ovett. En el 1500 las liebres fueron demasiado rápidas. No obstante hizo mejor marca personal, 3:31,95, a 0,59 de la plusmarca mundial de Ovett. En total Coe intentó 5 plusmarcas mundiales y consiguió 4. El 10 de julio, en Florencia, mejoraba en los 800 m hasta unos asombrosos 1:41,73. El tiempo se calculó con dos células fotoeléctricas, ya que falló en cronometraje electrónico.

Poco después, el 11 de julio, el británico realizaba otro impensable registro, mejorando hasta 2:12,18 (1:44,56+) su plusmarca mundial del kilómetro, equivalente a 1:42,45 en los 800 m.

Esta superioridad se vio reflejada en la final de la Copa de Europa, donde Coe volvía a tener como principales rivales a Beyer, Wülbeck y Grippo, junto al bielorruso, entonces soviético, bronce en Moscú, Nikolai Kirov (1957) En una carrera muy lenta, como en 1979, Coe mostró una absoluta superioridad con un perfecto sentido táctico y un último 100 en 11,9.

Coe cerró su temporada superlativa con la victoria en los 800 m de la Copa del Mundo, donde se enfrentó a rivales de menos de 1:45,0, entre los que destacaban el estadounidense James Robinson (1954) y un joven brasileño de 18 años, plusmarquista mundial junior con 1:44,3, llamado Joaquim Cruz (1963). Tampoco en esta ocasión el británico dejó margen alguno. Como en la Copa de Europa, controló perfectamente una carrera lenta y acabó muy por delante de sus rivales en una última recta rapidísima.

En 3 años Coe había superado 8 plusmarcas mundiales y solamente había cosechado dos derrotas en 800 m. Lo malo es que una de ellas fue en la final olímpica. En 1979 había mostrado una total superioridad en la prueba pero en 1980 fracasó en los Juegos. En 1981 parecía un atleta mucho más fuerte, en todos los aspectos. Pero lo que cambiaría completamente la actitud de Coe ante la competición fue lo sucedido en los dos años siguientes, en los que pasó de lo más alto a ver peligrar seriamente su carrera atlética y su salud. Tras un importante deterioro en su rendimiento atlético, que le llevó a perder, otra vez, el oro en el 800 del Europeo de 1982, se descubrió que padecía una enfermedad, que inicialmente se diagnosticó como una mononucleosis infecciosa. Posteriormente el diagnóstico se cambió a toxoplasmosis, una enfermedad parasitaria más grave. Se perdió el Mundial de 1983, pero pudo volver para disputar los Juegos de Los Ángeles, aunque su forma era una incógnita. En cualquier caso, su actitud ante la competición era muy diferente a la de 4 años antes. Ganar ya no es cuestión de vida o muerte para mí, había declarado. Coe tuvo una actuación excelente. En 800 m corrió una final tácticamente impecable, pero Joaquim Cruz fue superior. En 1500 m se hizo con su segundo oro olímpico.

Es probable que con la actitud de 1984 hubiese hecho el doblete en 1980 pero ¿habría podido con Cruz con la forma de 1981? Cruz en 1984 cronométricamente valía lo mismo que Coe, pues acabó haciendo 1:41,77. Ese año corrió en 4 ocasiones en 1:43,0 o menos, Coe lo hizo también en 4 ocasiones, si incluimos su 1000 m de 2:12,18, pero en toda su carrera atlética. Cierto es que el británico dosificaba muy bien sus competiciones. El brasileño estaba en 1984 en el mismo estado de gracia que Coe en 1981 y ambos corrían en ritmos parecidos. Habría sido un enorme espectáculo verlos en una final olímpica en igualdad de condiciones. Tal como se desarrolló la carrera es probable que la táctica de ambos no hubiese variado demasiado. Coe previsiblemente habría esperado hasta la recta final para dar un hachazo como los de 1981. El resultado, no obstante, es historia alternativa. Tal vez Cruz habría resistido. Pero solo es mi opinión.