1960-1963, el trienio mágico del salto de altura con John Thomas y Valeri Brúmel

Entre el 30 de abril de 1960 y el 21 de julio de 1963, poco más de tres años, se mejoró la plusmarca mundial de salto de altura en nada menos que 12 centímetros. Nunca en la historia de la prueba se había dado una progresión tan importante en tan poco tiempo. Ese trienio coincidieron dos saltadores excepcionales, el estadounidense John Thomas (1941-2013) y el ucraniano, entonces soviético, Valeri Brúmel (1942-2002). Ambos tenían un dominio magistral de la técnica predominante de salto entonces, el rodillo ventral, y, sin duda se beneficiaron de la sustitución de la arena por la colchoneta en la caída.

John Curtis Thomas nació el 3 de marzo de 1941 en Boston. Con 1.96 m de estatura, comenzó a destacar muy joven en el salto de altura. En 1958 ya se elevaba por encima de 2.10 m. En 1959 sorprendió al mundo atlético con unos registros magníficos en pista cubierta, que entonces no se homologaban como plusmarcas mundiales, ni siquiera en sala. En un período de 42 días saltó 2.11, 2.125, tres veces 2.13 y 2.165 m, marca esta ligeramente superior a la plusmarca mundial absoluta. Se perdió la temporada al aire libre por un accidente en un pie en el hueco de un ascensor. Regresó muy fuerte en 1960, primero en pista cubierta con dos veces 2.17, 2.18 y 2.195 m, registros ya superiores al techo mundial, pero no homologables. Esto lo solucionó al aire libre, con cuatro plusmarcas mundiales oficiales en el espacio de dos meses. El 30 de abril superó 2.171 (2.17) m, un centímetro más que la anterior plusmarca mundial del ruso, entonces soviético, Yuri Stépanov (1932-1965). Stépanov había realizado este registro con un alza en la zapatilla de 5 cm. Aunque la marca se homologó, a partir de entonces solo se permitieron alzas de 13 mm como máximo. El 21 de mayo, Thomas repitió los 2.17 m, en realidad 2.178 m. El 24 de junio se fue a 2.184 (2.18) m. En Stanford, en las pruebas de selección olímpica , el 1 de julio, hizo su mejor competición se siempre. Saltó a la primera 2.195 y 2.232 m, pero la burocracia no consideró la primera marca y restó un centímetro a la segunda. Hasta el 1 de enero de 1963 se homologaban marcas de saltos y lanzamientos tanto en el Sistema Internacional como en pies y pulgadas. La medición en este último sistema del salto de Thomas fue 7’3 7/8 (7 pies, 3 pulgadas y 7/8, es decir, 2.232 m). El reglamento no permitía fracciones de octavos de pulgadas, de modo que hubo de redondearse a cuartos de pulgadas 7’3 3/4 o 2.229 m. A partir de 1963 solo se consideraron válidas las marcas en el Sistema Internacional, por lo que el salto de Thomas se redondeó al centímetro inferior, convirtiéndose en 2.22 m. El segundo y el tercero de las pruebas de selección fueron Joe Faust (1942), 2.134 m y Charlie Dumas (1937-2004), 2.108 m, el anterior campeón olímpico que acompañarían a Thomas a los Juegos Olímpicos de Roma.

Desde 1896, Estados Unidos solo había dejado de ganar el oro en salto de altura en 1948. En Roma pensaban continuar con la racha, pese al potente equipo soviético con el ruso Viktor Bolshov (1939), que en dos años había pasado de 1.95 a 2.15 m, el georgiano Robert Shavlakadze (1933-2020), acreditado en 2.13 m, y, sobre todo, el joven ucraniano de 18 años Valeri Brúmel, plusmarquista soviético con 2.17 m. La final olímpica de salto de altura tuvo lugar el 1 de septiembre, en una calurosísima tarde. Faust y Dumas, con problemas físicos, no pudieron dar lo mejor de sí. El primero ocupó la 17ª y última plaza con 1.95 m, mientras Dumas fue 6º con 2.03 m. Los soviéticos, sin embargo, tuvieron un rendimiento competitivo magnífico. Con el listón situado a 2.14 m Thomas se había quedado solo con los tres soviéticos. Lideraba Shavlakadze, que había saltado la altura a la primera, marca personal. Tanto Bolshov, como Brúmel, como Thomas lo habían hecho al segundo intento. Thomas era segundo por menos saltos previos. Sin embargo no pudo con 2.16 m, cosa que sí hicieron Shavlakadze, a la primera, y Brúmel a la segunda. Shavlakadze se proclamaba sorprendentemente campeón olímpico, con dos marcas personales, mientras Brúmel demostraba también una gran capacidad competitiva pese a su juventud. El contrapunto fue John Thomas, también muy joven, al que su bronce supo a poco. La reacción de los aficionados estadounidenses fue tan desfavorable que llevó a Thomas a declarar Esta fue la primera vez que me di cuenta de que a la gente no le gustaba yo, le gustaban los ganadores. Thomas había saltado por encima de 2.16 m diez veces.

John Thomas no volvió a alcanzar la forma de 1960, si bien se mantuvo regularmente en 2.18 o 2.19 m. En 1964 volvió a los Juegos Olímpicos tras haberse impuesto en las pruebas de selección. Allí se enfrentaría a un Valeri Brúmel, que ya no era un joven inexperto, sino el plusmarquista mundial con unos superlativos 2.28 m.

Valeri Nikoláievich Brúmel nació en la localidad siberiana de Razvedki el 14 de abril de 1942, en el seno de una familia de geólogos que estaban explorando la zona. Siendo Valeri muy joven, se trasladaron a la ciudad ucraniana de Lugansk. Con 16 años ya saltaba 2 m. En 1960, tras su medalla de plata en Roma, realizó tres plusmarcas europeas en seis semanas, 2.18, 2.19 y 2.202 (2.20) m. En enero de 1961, en pista cubierta, superó a Thomas al saltar 2.25 m, que no se homologaron Oficialmente su primera plusmarca mundial fue el 18 de junio de 1961, cuando saltó en Moscú 2.236 (2.23) m. Continuó el 16 de julio con 2.243 (2.24) m y con 2.25 m el 31 de agosto en la Universiada de Sofía (Bulgaria). Continuó mejorando en 1962. El 22 de julio, en Palo Alto, en el encuentro entre Estados Unidos y la Unión Soviética realizaba 2.26 m. Un desconocido John Thomas ocupaba la última posición con 2.05 m. Este encuentro entre los dos superpotencias tuvo lugar entre 1958 y 1985, con periodicidad variable y en aquellos años 60, en plena Guerra Fría, se le daba mucho valor. El 9 de septiembre en Moscú subía hasta 2.27 m. En el medio de las dos plusmarcas mundiales se proclamó campeón de Europa al aire libre 2.21 m, 8 cm más que el segundo, el sueco Stig Petterson (1935). Tercero fue Robert Shavlakadze. La última plusmarca mundial de Brumel tuvo lugar el 21 de julio de 1963, en Moscú, durante el encuentro Unión Soviética-Estados Unidos. Se elevó hasta 2.28 m. El líder soviético Nikita Jruschov (1894-1971), presente en el palco, no pudo evitar abrazar efusivamente al diplomático estadounidense Averrel Harriman (1891-1986).

En 1964 se volvía a encontrar a John Thomas en la final olímpica de salto de altura. La diferencia entre ambos parecía insalvable. Brúmel había saltado 2.28 el año anterior y 2.24 m ese año. Los 2.22 m (en realidad 2.23) de Thomas eran de 1960. En 1964 llegó a los Juegos de Tokio con 2.18 m, aunque había saltado 2.20 en pista cubierta. A la hora de la verdad, la prestación de ambos fue muy pareja. En la clasificación, el ucraniano se mostró inseguro. Estuvo a punto de quedarse fuera en 2.03 m, si bien pasó 2.06 m, marca para la final, a la primera. En la final, con 2.14 quedaban cinco atletas. Brúmel, Thomas, otro estadounidense de nombre cinematográfico, John Rambo (1941-2013) y los medallistas europeos Stig Petterson y Robert Shavlakadze. Rambo se colocó en cabeza al superar la altura a la primera. Petterson necesitó dos intentos y los otros tres también pasaron, a la tercera tentativa. En la siguiente altura, 2.16 m, Petterson y Shavlakadze resultaron eliminados. Brúmel saltó la altura en el primer intento, Thomas en el segundo y Rambo en el tercero. Este no pudo con 2.18 m, que los otros dos superaron en el primer intento. Ambos derribaron tres veces el listón situado en 2.20 m. Brumel era campeón con más apuros de lo esperado.

En 1965, Brúmel se quedó en una mejor marca de 2.19 m. Este fue su último año en la elite. Todo terminó bruscamente el 4 de octubre de ese año, cuando sufrió una fractura complicada de la tibia derecha tras un accidente de motocicleta. Pocos días después recibía un telegrama con el siguiente texto A veces parece que un giro del destino quiere poner a prueba la fuerza de carácter de un hombre. No te dejes derrotar. Confío sinceramente en volverte a ver saltar. John Thomas. Pese a las circunstancias, ambos saltadores habían desarrollado una sincera admiración y amistad. Después de 20 operaciones, en 1970, Brúmel fue capaz de saltar 2.06 m. Posteriormente hizo una tesis doctoral en Psicología del deporte, escribió cuatro obras de teatro, una novela y el guion de una película. Murió el 26 de enero de 2022. Thomas, por su parte, siguió compitiendo hasta 1967. Posteriormente trabajó en el departamento de ventas de la compañía de teléfonos Bell. Fue algo más longevo que Brúmel. Falleció el 15 de enero de 2013.

La plusmarca de Brúmel de 2.28 m duró oficialmente hasta el 3 de julio de 1971, cuando el estadounidense Pat Matzdorf (1949) saltó 2.29 m. Sin embargo, unos meses antes, el 8 de noviembre de 1970), el chino Ni Zhiqin (1942), que había nacido el mismo día que Brúmel, había realizado la misma marca que Matzdorf, pero entonces la República Popular China estaba excluida del ámbito de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics). El salto de altura había comenzado a cambiar con la victoria del estadounidense Dick Fosbury (1947) en los Juegos Olímpicos de 1968, con su entonces particular estilo que acabó llevando su nombre. El 11 de julio de 1973 el también estadounidense Dwight Stones (1953) se convertía con 2.30 m en el primer plusmarquista mundial con estilo Fosbury. Nunca se sabrá qué habría sucedido si Brumel hubiese estado en buenas condiciones en los Juegos de México y hubiese batido a Fosbury. ¿Se habría adoptado el nuevo estilo con la misma rapidez?

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Ruth Beitia, la atleta española más laureada

El 11 de agosto de 2012 fue una fecha clave en la carrera deportiva de la saltadora de altura cántabra Ruth Beitia (1979). La atleta de Santander disputaba la final olímpica de los Juegos de Londres, con muchas opciones de estar en el podio, tras su oro en el campeonato de Europa al aire libre una semanas antes. Con 33 años eran sus terceros Juegos Olímpicos. En Pekín, cuatro años antes, había sido cuarta. Su mejor registro, plusmarca española, era de 2.02 m, conseguidos en 2007. Había acudido a Londres con un mejor salto de 2 metros esa temporada. En la competición olímpica repitió esta marca en la final, al primer intento. Tenía un nulo en la altura anterior, 1.97 m. En ese momento del concurso quedaban otras tres atletas en liza las rusas Anna Chicherova (1982) y Svetlana Shkolina (1986), que no tenían nulos, y la estadounidense Brigetta Barrett (1990), acreditada en 2.01 m, y que había saltado 2.00 m a la segunda. La siguiente altura, 2.03 m, no fue obstáculo para Chicherova, la única en superarla a la primera. Barrett dio la gran sorpresa al pasar el listón al segundo intento mientras Shkolina lo hacía en el tercero. Chicherova aún mejoró con 2.05 m, mientras que Barrett y Shkolina terminaban su participación en 2.03 m con la plata y el bronce olímpicos. Beitia se quedaba fuera del podio en una de sus mejores competiciones, presuntamente la última de su vida atlética. La decepción fue enorme. Sin embargo, pese a haber pasado de largo la treintena, tras unos meses de reflexión decidió continuar hasta los siguientes Juegos. No quería terminar su carrera deportiva sin haberse subido al podio olímpico. Una sabia decisión, pues lo mejor estaba por llegar. Y de qué manera.

Ruth Beitia Vila nació en Santander el 1 de abril de 1979. Comenzó a practicar atletismo muy joven. Cuando tenía once años se cruzó en su vida atlética la persona que iba a ser fundamental en su carrera deportiva, el entrenador Ramón Torralbo (1954), un antiguo jugador de balonvolea y atleta, 2.01 m en salto de altura y 14.45 m en triple salto, que entrenaba al hermano mayor de Ruth, José Antonio. Torralbo dirigiría la carrera de Ruth los siguientes 27 años y la convertiría en la atleta española más laureada. Accedió rápido a la elite española. En 1998, con 19 años, igualaba con 1.89 m, la plusmarca española de la exbaloncestista Carlota Castrejana (1973), quien se acabaría dedicando con mucho éxito al triple salto. En estos primeros años de su carrera atlética, Beitia mantuvo una dura pugna con la navarra Marta Mendía (1975). Ambas elevaron la plusmarca española hasta 1.94 m, en 2001, en el campeonato de España de pista cubierta en el que se impuso Mendía. A partir de entonces, Beitia seguiría progresando en solitario.

En el ámbito internacional, no obstante, el camino de Beitia hasta la cumbre fue más largo. Su primer éxito llegó precisamente en 2001, cuando se proclamó campeona de Europa sub23, con 1.87 m. En 2003, en el transcurso del Campeonato de España de Federaciones Autonómicas, la cántabra superaba la barrera de los 2 m. Tras elevarse por encima de 1.97 m, que ya era plusmarca española, pidió subir el listón a los 2 m y lo sobrepasó al tercer intento. No obstante, unos días después, en el Mundial al aire libre ocupaba la 11ª posición. En 2004 participó en sus primeros Juegos Olímpicos, si bien no alcanzó la final. Los éxitos internacionales comenzaron a llegar en pista cubierta. Fue segunda en el Europeo de 2005, tercera en el Mundial de 2006, tercera en el Europeo de 2007. Ese año 2007 establecía dos nuevas plusmarcas españolas, 2.01 m, en pista cubierta, y 2.02 m al aire libre. En los campeonatos, en esta última modalidad, se acercaba al podio. Fue sexta en el Mundial de 2007 y cuarta en los Juegos Olímpicos de 2008. En pista cubierta continuó abonada el segundo puesto, con platas en los Europeos de 2009 y 2011 y en el Mundial de 2010. Al aire libre volvió a ser cuarta en el Mundial de 2009. Se quedaba a las puertas del oro en sala y a las puertas del podio al aire libre, pero esto iba a cambiar.

La Asociación Europea de Atletismo (EAA) había decidido transformar el Campeonato de Europa de atletismo en bienal, en lugar de cuatrienal. De esta manera, uno de cada dos campeonatos tendría lugar en año olímpico. El de 2012 fue el primero que coincidía con los Juegos. Eso hizo que hubiese numerosas ausencias. En el salto de altura, Beitia consiguió su primera medalla en un campeonato al aire libre y fue de oro. Estaba también decidida a estrenar su medallero olímpico particular, pero, como se comentó más arriba, aparentemente se quedó a las puertas. Esa tremenda decepción hizo que cambiase sus planes de retirarse y la siguiente olimpíada, es decir, el tiempo hasta los siguientes Juegos Olímpicos, fue la más fructífera de su carrera atlética.

En 2013 se proclamaba campeona de Europa en pista cubierta y, otra vez aparentemente, bronce en el Mundial al aire libre, por detrás de Shkolina, de Barrett y empatada con Chicherova. En 2014 fue bronce en el Mundial en sala y brillante campeona de Europa al aire libre. Con las mejores en liza, Beitia se encaramó a la primera posición con un salto de 2.01 m, entonces mejor marca del año, 2 cm más que la rusa María Kuchina, ahora Lasitskene, (1993).

Bajó algo su rendimiento en 2015, con sendos quintos puestos en el Europeo en sala y el Mundial al aire libre. Se recuperó con fuerza en 2016, al ser plata en el Mundial en sala y oro en el Europeo al aire libre, curiosamente en Amsterdam, donde 15 años antes había ganado el Europeo sub23. Pocas semana después llegó el momento por el que Beitia llevaba cuatro años esperando, los Juegos Olímpicos de Río. Eran los cuartos en los que participaba la cántabra y sería su tercera final olímpica. El concurso de altura no se resolvió con grandes registros, pero sí con gran emociòn. Las cuatro primeras atletas saltaron la misma altura, 1.97 m. Todas ellas hicieron tres nulos en 2.00 m. Beitia se coronó campeona olímpica por menor número de nulos, por delante de la búlgara Mirela Demireva (1989) y de una de las mejores saltadoras de la historia, que volvía tras numerosos problemas físicos, la croata Blanka Vlašić (1983), acreditada en 2.08 m en 2009. Cuarta fue la estadounidense Chaunté Lowe (1984).

Por tercera vez, España ocupaba lo más alto del podio en el atletismo olímpico. Antes de Beitia solo lo habían conseguido el barcelonés Daniel Plaza (1966) en los 20 Km marcha y el soriano Fermín Cacho (1969) en los 1500 m, ambos en 1992. La decepción de Londres se transformó para la saltadora cántabra en una oportunidad, cuyo resultado no pudo ser mejor, con dos oros en el Europeo al aire libre, un oro en el Europeo de pista cubierta, un bronce y una plata en el Mundial en sala, un aparente bronce en el Mundial al aire libre y el oro olímpico de Río. En estos cuatro años, de 2013 a 2016 superó el palmarés de toda su anterior carrera. Aún ganaría una plata en el Mundial bajo techo en 2017, antes de retirarse por problemas físicos. Su última competición fue el Mundial de 2017, donde llegó a la final pero, lesionada, no pudo evitar la última posición. En el momento de su retirada de la media luna de saltos el público le tributó un merecidísimo homenaje.

Diplomada en Fisioterapia y Técnico en Actividades Físicas y Animación Deportiva, es profesora de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la Universidad Europea del Atlántico (Santander). Fue diputada en el Parlamento Regional de Cantabria de 2008 a 2019. La historia podría haber terminado aquí, pero queda aún una parte muy importante. En 2019, la rusa Svetlana Shkolina, bronce olímpico en 2012 y campeona mundial en 2013, era desposeída de todos sus logros atléticos entre 2012 y 2014 por haberse detectado sustancias prohibidas de forma diferida en una de sus muestras. Dos años más tarde, Beitia era reconocida oficialmente como bronce olímpico en los Juegos de 2012 y subcampeona mundial al aire libre en 2013. Siempre se dice que es bueno devolver lo que corresponde al atleta, pero que nada compensa la gloria del podio perdido. Probablemente si Ruth hubiese tenido la gloria en el escalón más bajo del podio, se habría retirado y nunca habría disfrutado de estar en lo más alto y de convertirse en la atleta española más laureada.

Sara Simeoni, paradigma de competidora de gran altura

El principal objetivo de cualquier atleta es dar lo mejor de sí en la mayor competición a la que pueda aspirar. Uno de los mejores ejemplos en el atletismo de alto nivel es el de la saltadora de altura italiana Sara Simeoni (1953), que fue capaz de realizar su mejor registro en los campeonatos de Europa al aire libre de 1971, 1974 y 1978 y en los Juegos Olímpicos de 1972 y 1976. En total fue finalista olímpica en cuatro ocasiones y medallista en tres, incluyendo un oro. Ninguna otra saltadora ha igualado este palmarés. Incluso en los Juegos Olímpicos de 1984 saltó 2.00 m por primera vez en seis años, tras unas temporadas previas llenas de problemas físicos.

Sara Simeoni nació en Rivoli Veronese, provincia de Verona, el 19 de abril de 1953. Cuando era niña su primer interés fue el ballet, pero la desecharon por ser demasiado alta y tener los pies demasiado grandes. Enseguida transformó ese desventaja en ventaja, pues comenzó con el salto de altura. El 1966 saltó 1.25 m con un extraño estilo, que fue puliendo hasta terminar en la entonces reciente técnica de Fosbury. Su primera gran competición internacional fueron los Campeonatos de Europa Junior (entonces sub19 en categoría femenina) de 1970, donde ocupó la quinta posición con 1.70 m, su mejor marca. Ese año fue por primera vez campeona italiana al aire libre. Lo sería un total de catorce veces, además de una en pentatlón y diez en pista cubierta.

Con 18 años logró clasificarse para el campeonato de Europa absoluto al aire libre de 1971, donde fue 9º con 1.78 m, 2 cm más que su mejor marca previa. En 1972 se presentó en los Juegos Olímpicos con una mejor marca de 1.80 m. En la final del salto de altura terminó 6ª con 1.85 m, la misma marca que la 4ª clasificada y a 7 cm de la sorprendente ganadora, la alemana de 16 años Ulrike Meyfarth (1956), que se impuso con plusmarca mundial de 1.92 m.

En los años siguientes, no obstante, la alemana se estancó y estuvo muchos años fuera de la élite, mientras Simeoni continuaba progresando sin pausa. En el Europeo al aire libre, con un salto de 1.89 m, 3 cm mejor que su plusmarca personal previa, ganaba la medalla de bronce. La ganadora fue la plusmarquista mundial, la alemana Rosemarie Ackermann (1952), entonces conocida por su apellido de soltera, Witschas, quien con 1.95 m añadía 1 cm a su plusmarca mundial. Ackermann, que saltaba con rodillo ventral, había sido 7ª en los Juegos Olímpicos. Ulrike Meyfarth ocupaba una discreta 7ª posición. Después del campeonato, la italiana superaría por primera vez 1.90 m.

Ackermann llegó a los Juegos Olímpicos de 1976 siendo plusmarquista mundial con 1.96 m, 6 cm más que el mejor registro de Simeoni, que seguía en 1.90 m. Sin embargo, con una competidora como la italiana, la plusmarca mundial no era ningún seguro. La final olímpica fue tremendamente reñida. Ambas atletas saltaron 1.91 m a la primera, que en el caso de Simeoni era su mejor marca. La italiana estaba por delante, pues la alemana tenía un nulo en 1.89 m. También la búlgara Yordanka Blagoeva (1947) superó 1.91, pero a la segunda. De las tres, tan solo Ackermann se elevó por encima de 1.93 m, al segundo intento, y se llevó el oro olímpico, con Simeoni plata y Blagoeva bronce.

El 26 de agosto de 1977 Rosemarie Ackermann hacía historia al convertirse en la primera mujer en superar los 2.00 m en el salto de altura. Simeoni también mejoró esa temporada, hasta 1.93 m. Sin embargo, su gran salto cualitativo ocurriría la temporada de 1978, cuando el 4 de agosto mejoraba la plusmarca mundial de la alemana con 2.01 m, 8 cm mejor que su registro de la anterior temporada. Se esperaba un gran duelo entre ambas saltadoras en el Europeo al aire libre de ese mismo año. Y la competición no defraudó. Simeoni hizo un nulo en 1.97 m, mientras Ackermann superaba a la altura a la primera. Con el listón en 1.99 m ya no quedaban más saltadoras. Aquí se invirtieron los papeles, con ambas por encima de este registro, pero la alemana con un nulo. El título se jugó en 2.01 m, la plusmarca mundial de entonces. Simeoni consiguió igualar su mejor salto a la segunda, mientras Ackermann hacía tres nulos.

La alemana encabezó la lista mundial de 1979 con 1.99 m, 1 cm más que Simeoni. Su siguiente gran duelo tendría lugar en los Juegos Olímpicos de 1980, pero para entonces Ackermann ya no estaba en su mejor momento. La italiana conseguiría su mayor éxito deportivo con el oro olímpico en Moscú, saltando 1.97 m. La alemana solo pudo ser 4º con 1.91 m. Tras su victoria olímpica, los problemas físicos hicieron que el rendimiento de Simeoni se volviese irregular. Aun así, pudo ser bronce en el Europeo al aire libre de 1982, con 1.97 m, la misma altura que la segunda, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958). La victoria fue para una renacida Ulrike Meyfarth, que superó con 2.02 m la plusmarca mundial. En el primer Mundial al aire libre de 1983, Simeoni no pasó a la final, que ofreció un gran duelo entre Bykova y Meyfarth, con victoria de la primera. Bykova, que entre 1983 y 1984 estableció tres plusmarcas mundiales, 2.03, 2.04 y 2.05 m no pudo tomar parte en los Juegos Olímpicos de 1984 por el boicot del Bloque del Este. En estos Juegos, la final de salto de altura femenino se convirtió en una dura pugna entre Meyfarth y Simeoni. Ambas franquearon los 2.00 m al primer intento y se quedaron solas en el concurso. La italiana no superaba esta altura desde 1978. En ese momento esta ocupaba la primera posición, pues había hecho menos saltos, con el mismo número de nulos en la misma altura. Sin embargo Meyfarth fue la única que pudo con los 2.02 m y se hizo con el oro olímpico.

Simeoni siguió compitiendo hasta 1986, año en que aún pudo saltar 1.94 m, si bien no pasó de la clasificación en el Europeo al aire libre. Además fue campeona de Europa en sala en cuatro ocasiones, dos veces campeona mundial universitaria y otras dos veces vencedora en los Juegos del Mediterráneo. Siempre dando lo mejor de sí en la alta competición, sin duda Sara Simeoni es el ejemplo de cómo sacar el mejor partido de sí misma.

Armand Duplantis y los grandes del salto con pértiga

En 2018 el saltador de pértiga sueco, nacido en Estados Unidos, Armand Mondo Duplantis (Lafayette, Louisiana, 10 de noviembre de 1999) se proclamó campeón de Europa absoluto con una marca de 6.05 m. Ese año, el plusmarquista español de la prueba durante los años 80, el barcelonés Alberto Lobito Ruiz (1961), afirmaba que podría llegar a saltar 6.25 m. Desde entonces, Mondo ha ido cumpliendo expectativas y ya solo le faltan 5 cm para alcanzar esa altura estratosférica. Tras su gran temporada de 2018, en 2019 el sueco saltó 6 m y fue subcampeón mundial absoluto al aire libre en Doha, empatado con el vencedor, el estadounidense Sam Kendricks (1992), que ese año había hecho mejor marca personal 6.06 m. En el Mundial ambos saltaron 5.97 m a la primera, pero Duplantis tenía más nulos en la anterior altura. Ninguno superó 6.02 m. Desde el punto de vista competitivo, el año 2020 fue perfecto para el sueco. Pese a las restricciones por la pandemia fue el primero en las 16 competiciones en que tomó parte. Además estableció dos nuevas plusmarcas mundiales absolutas, superando los 6.16 m que el francés Renaud Lavillenie (1986) había saltado en 2014. El 8 de febrero, Duplantis se encaramaba a 6.17 y una semana después se iba a 6.18 m. Los Juegos Olímpicos se aplazaron a 2021. Antes, en marzo, se celebró el campeonato de Europa de pista cubierta donde se hizo con el oro. En los Juegos Olímpicos se impuso al estadounidense Chris Nielsen (1998) por 5 cm en 6.02 m. En lo que llevamos de 2022 Duplantis ya ha tenido tiempo para proclamarse campeón del mundo en sala con 6.20 m, que superaba por un centímetro su propia plusmarca mundial, realizada unos días antes. Su ventaja sobre el segundo, el campeón olímpico de 2016, el brasileño Thiago Braz (1993), fue de 25 cm.

El salto con pértiga es la especialidad atlética más sensible a la tecnología. Duplantis no podría saltar tan alto sin las modernas pértigas de hojas de fibra de vidrio, fibra de carbono y resina, que les confiere una perfecta combinación de resistencia y flexibilidad. Las pértigas se fabricaron sucesivamente de madera, bambú, aluminio, acero y fibra de vidrio. Estados Unidos dominó completamente la prueba hasta los años 70. De 1896 a 1968 los atletas de este país ganaron todos los oros olímpicos y un total de 33 medallas. Uno de los grandes de siempre, sin embargo, como les pasó a muchos atletas de su generación, no pudo disputar los Juegos Olímpicos. Cornelius Dutch Warmerdan (1915-2001), un estadounidense de padres neerlandeses, considerado el rey del bambú, llevó la plusmarca mundial de 4.54 a 4.77 m el 23 de mayo de 1942. Este salto se mantuvo en lo más alto de las listas mundiales durante 15 años. En 1957, su compatriota Bob Gutowski (1935-1960), registró un centímetro más. Gutowski había sido plata en los Juegos Olímpicos el año anterior, detrás de otro estadounidense, Bob Richards (1926), pastor protestante. Richards nunca consiguió una plusmarca mundial en la prueba, pero es el único atleta que ha ganado dos oros olímpicos en este concurso, en 1952 y en 1956. Además fue bronce en 1948.

La pértiga de aluminio, así como su sucesora, de acero, tuvieron un corto recorrido. A principios de los 60 irrumpió la pértiga de fibra de carbono, que revolucionó la prueba. El 2 de julio de 1961, Don Bragg (1935-2019), también estadounidense, realizó la única plusmarca mundial con pértiga de acero, 4.80 m. Meses después se proclamaría campeón olímpico. Desde ese día de 1961 hasta el 21 de junio de 1969, se superaron 16 plusmarcas mundiales, hasta 5.44 m. Todos los protagonistas, menos uno, el finlandés Pentti Nikula (1939) fueron estadounidenses. El primer atleta en superar los 5 metros fue Brian Sternberg (1943-2013), que en 1963 saltó 5.00 y 5.08 m, entonces no se iba de centímetro en centímetro. Su carrera atlética tuvo un trágico final, pues ese mismo año un accidente en sus entrenamientos le produjo tetraplejia. Sternberg perdió la plusmarca mundial a manos de John Pennel (1940-1993). Pennel se elevó unas semanas después hasta 5.13 y 5.20 m. En 1966 realizó 5.34 y en 1969 cerró la década con 5.44 m. No tuvo suerte en los Juegos Olímpicos. En 1964 con una lesión lumbar fue 11º y en 1968 saltó 5.40 m, que le habrían dado la plata, pero, según la regla de la época, abolida el año siguiente, si la pértiga pasaba por debajo del listón, como sucedió, el salto era nulo. Ocupó la quinta posición. Los campeones olímpicos de 1964 y 1968, Fred Hansen (1940) y Bob Seagren (1946) fueron los rivales de Pennel en la lucha por saltar más alto, con dos plusmarcas mundiales para el primero y tres para el segundo en esa década de los 60.

La enorme hegemonía estadounidense tocó a su fin a partir de la década de los 70. No obstante no desapareció de forma abrupta. Tanto en los Juegos Olímpicos de 1972 como en los de 1976, los plusmarquistas mundiales del momento eran de Estados Unidos, Bob Seagren que había saltado 5.63 m en 1972 y Dave Roberts (1951), que en junio de 1976 se había ido a 5.70 m. Pero el primero, al que la IAAF, hoy World Athletics, le prohibió el día anterior a la competición utilizar su nueva pértiga, resultó derrotado ante el alemán Wolfgang Nordwig (1943). Por su parte a Roberts, que solo intentó tres alturas, le perjudicó un nulo en 5.35 m, una táctica equivocada y un cambio súbito de tiempo atmosférico. Fue tercero, con 5.50 m, empatado con el ganador el polaco Tadeusz Ślusarski (1950-1998). Otro polaco, Władysław Kozakiewicz (1953) era el favorito, junto a los franceses Thierry Vigneron (1960) y Philippe Houvion (1957), para el oro olímpico en 1980. El polaco, en mayo de ese año, había superado la plusmarca mundial de Roberts con 5.72 m, pero resultó sobrepasado por Vigneron, 5.75 m en dos ocasiones, y Houvion, 5.77 m, unos días antes de los Juegos. A la hora de la verdad, Kozakiewicz demostró ser un excelente competidor y se hizo con el oro con 5.78 m, pese a la hostilidad del público de Moscú, al que le dedicó un expresivo gesto. Los franceses estuvieron por debajo de lo esperado con Houvion cuarto y Vigneron séptimo.

En 1983 se celebró en Helsinki el primer campeonato del mundo al aire libre. En el salto de pértiga se produjo la presentación internacional del que sería el mejor de la historia en esta modalidad, el ucraniano, entonces soviético, Sergei Bubka (1963). Bubka, que tenía 5.72 m como mejor marca, se hizo con el oro con 5.70 m. El plusmarquista mundial, 5.81 m, el ruso, entonces soviético, Vladimir Polyakov (1960) solo pudo ser décimo. Bubka inició en 1984 la serie de plusmarcas mundiales que realizaría durante una década. En total superó 17 plusmarcas al aire libre y 18 en pista cubierta, en varios casos estas fueron superiores a aquellas, pero entonces la IAAF no consideraba como absolutas las plusmarcas mundiales en sala. Comenzó el 15 de enero de 1984 con 5.81 m bajo techo. Al aire libre arrancó el 26 de mayo de ese año con 5.85 m. La barrera de los seis metros cayó pronto, el 13 de junio de 1985, en París. Sus topes fueron 6.15 m en sala el 21 de febrero de 1993 y 6.14 m al aire libre el 31 de julio de 1994. Hasta ese año, solamente el ruso Radion Gataullin (1965), con 6.02, y él mismo habían superado los seis metros. Fue seis veces campeón del mundo al aire libre. No le fue tan bien en los Juegos Olímpicos. No participó en 1984 por el boicot del bloque del Este, ganó el oro en 1988, en 1992 sorprendentemente hizo tres nulos seguidos, dos en 5.70 y unos en 5.75 m, en 1996 estaba lesionado y en 2000, ya lejos de sus mejores momentos, no pasó a la final.

Desde 1998 la IAAF considera plusmarcas mundiales absolutas las conseguidas en los concursos en pista cubierta si son superiores a las realizadas al aire libre, por tanto los 6.15i de Bubka se convirtieron en plusmarca absoluta. No se superó hasta el 15 de febrero de 2014, 21 años más tarde, cuando Lavillenie hizo 6.16 m. Lavillenie fue campeón olímpico en 2012 y subcampeón, tras Thiago Braz 2016. Desde 1968, tan solo dos estadounidenses han vuelto a ser campeones olímpicos de la prueba Nick Hysong (1971) en 2000 y Timothy Mack (1972) en 2004. Esta temporada al aire libre Duplantis tiene la ocasión de seguir acercándose a esos 6.25 m que pronosticó Lobito Ruiz hace cuatro años y de proclamarse campeón mundial al aire libre, el único título que, a sus 22 años, todavía no tiene.

Ulrike Meyfarth, dos oros olímpicos separados por doce años

Un caso sorprendente en el atletismo es el de la saltadora de altura alemana Ulrike Meyfarth (1956). Meyfarth sorprendió al mundo atlético ganando la medalla de oro olímpica en 1972 en el salto de altura, con tan solo dieciséis años. Continúa siendo la campeona olímpica más joven en una prueba individual de atletismo. Tras su inesperada victoria olímpica, su progresión se cortó de raíz. Resurgió con fuerza a principios de los 80 y terminó su carrera siendo de nuevo campeona olímpica en 1984, dieciséis años después. En aquel momento fue la ganadora olímpica de salto de altura de más edad de la historia.

Ulrike Nasse-Meyfarth nació el 4 de mayo de 1956 en Frankfurt. Con quince años, en 1971, ya saltaba 1.80 m, con estilo Fosbury. Ese año fue segunda en el campeonato de Alemania. En 1972 mejoró hasta 1.85 m y consiguió la clasificación para los Juegos Olímpicos. Ante su público, en Múnich, la joven Ulrike, que entonces medía 1.84 m (llegaría a 1.88), se clasificó sin problemas para la final al saltar a la primera la mínima de 1.76 m. Hubo nada menos que 23 atletas que superaron la altura para estar en la final. La alemana comenzó a saltar en 1.71 m y fue pasando a la primera 1.71, 1.76, 1.79. 1.82, 1.85 y 1.88 m. Con este registro ya solo quedaban otras dos atletas, la búlgara Yordanka Blagoeva (1947) y la austríaca Ilona Gusenbauer (1947), plusmarquista mundial con 1.92 m, que llevaba varios nulos, uno de ellos en 1.88 m. Solamente Meyfarth, a la segunda, pudo superar la siguiente altura, 1.90 m, con lo que se convirtió en campeona olímpica. Ya sola en la competición igualó, 1.92 m, la plusmarca mundial de Gusenbauer, pero no pudo deshacer el empate pues hizo tres nulos en 1.94 m. La alemana ganaba el oro olímpico igualando la plusmarca mundial, una marca 7 centímetros mejor que la suya de antes de los Juegos.

La joven Ulrike se convirtió en una celebridad. Con 16 años es muy complicado digerir la fama y esto acabó pasándole factura. Al año siguiente, en el campeonato de Europa junior, entonces sub19 para mujeres, solo pudo ser segunda, con 1.80 m. La campeona, su compatriota Elena Murdinger (1955), había sido décima en la final olímpica del año anterior. Meyfarth no consiguió mejorar hasta 1978, cuando saltó 1.95 m el 12 de agosto. Había sido 7ª en el Europeo al aire libre de 1974 y no se había clasificado para la final de los Juegos Olímpicos de 1976. Entretanto la alemana del Este Rosemarie Ackerman (1952), campeona olímpica en 1976, había llevado la plusmarca mundial a 2.00 m en 1977. En el Europeo al aire libre de 1978. Ackerman vio como la italiana Sara Simeoni (1953) se iba hasta 2.01 m, mientras ella era segunda con 1.99 m. Meyfarth fue quinta, con 1.91 m.

El boicot de Alemania Occidental a los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, no permitió a Meyfarth disputar sus terceros Juegos. En el verano de 1981 conseguía, con 1.96 m, una nueva marca personal con la que se impuso en la Copa del Mundo. En 1982, la alemana volvía definitivamente a la élite de la prueba de altura. En el Europeo de pista cubierta se llevó la victoria con 1.99 m, que mejoraba por 3 cm su marca al aire libre. En la temporada estival se superó hasta 2.00 m. En el Europeo al aire libre se impuso con una nueva plusmarca mundial de 2.02 m, 5 centímetros más que las otras dos medallistas, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958) y Sara Simeoni. Bykova consiguió derrotar a Meyfarth el año siguiente en el primer Mundial al aire libre, 2.01 frente a 1.99 m. Unos días después, el 21 de agosto, en Londres, ambas compartían la plusmarca mundial con 2.03 m. El empate duró 5 días, pues el 26 de agosto, Bykova saltaba 2.04 m y el 22 de junio de 1984 se iba a 2.05 m. Un mes después, la búlgara Lyudmila Andonova (1960) mejoraba en 4 cm su marca personal, con una nueva plusmarca mundial de 2.07 m.

El boicot de los países del Este frustró el duelo en los Juegos Olímpicos de 1984 entre Bykova, Andonova y Meyfarth, que había ganado por segunda vez el oro en el Europeo en pista cubierta de ese año. La mayor rival de Meyfarth en los Juegos de Los Ángeles era Sara Simeoni. Ambas pasaron 1.90 m para estar en la final. Las dos saltaron 2.00 m a la primera, con el mismo número de nulos previos. En 2.02 m, que para la italiana habría supuesto marca personal, mientras Meyfarth superaba el listón a la primera, Simeoni hizo tres nulos. Doce años después de su oro en Múnich, la alemana volvía a lo más alto de un podio olímpico. La italiana también hizo historia, pues era su cuarta final olímpica. Había estado en 1972, donde fue 6ª, en 1976 ganó la plata, el 1980 el oro y en 1984 la plata. No había vuelto a saltar 2.00 m o más desde 1978.

Con una diplomatura en Deportes, Meyfarth, que se retiró tras los Juegos de 1984, siguió vinculada al atletismo dando clases de Educación Física o como entrenadora de atletismo. Para la posteridad queda su doble victoria olímpica separada por doce años.

Viktor Saneyev, una trayectoria de oro

El comienzo de este 2022 nos ha dejado una noticia triste. El día 3 de enero fallecía Viktor Saneyev (1945-2022), el atleta georgiano de origen ruso que consiguió tres medallas de oro olímpicas en triple salto. En realidad su recorrido atlético ha sido incluso más amplio. Entre campeonatos de Europa al aire libre, en pista cubierta y Juegos Olímpicos, en catorce finales en que tomó parte, ganó once medallas de oro y tres de plata.

Viktor Danilovich Saneyev nació el 3 de octubre de 1945 en el seno de una modesta familia rusa en la ciudad georgiana de Sujumi, hoy capital de la no reconocida República de Abjasia. Comenzó a practicar atletismo a los once años, prestando más atención al salto de altura. En 1963 decidió concentrarse en el triple salto, tras un registro de 14.88 m. Se dio a conocer internacionalmente con su victoria en la final de la Copa de Europa de 1967, con un salto de 16.67, su mejor marca, representando a la Unión Soviética. Ese año también saltó 7.90 m en longitud. En 1968 mejoró hasta 16.87 m, cerca de la plusmarca mundial del polaco Józef Szmidt (1935), 17.03 m. Con ese salto, Saneyev se convertía en uno de los favoritos para el oro en los Juegos de México. Sobre el papel, sus principales rivales serían el finlandés Pertti Pousi (1946), con 17.00 m, y el italiano Giuseppe Gentile (1943), con 16.74m.

La competición de triple salto en México fue la mejor de la historia. La fase de clasificación tuvo lugar el 16 de octubre. La mínima para entrar en la final se estableció en 16.10 m. Saneyev hizo un primer salto de 16.22 m y se fue a la ducha. Gentile necesitó un segundo salto, tras un primer nulo. Se fue a 17.10 m, nueva plusmarca mundial, a las 11:10 de la mañana. Pousi se quedó fuera de la final con unos pobres 15.84 m. Al día siguiente por la tarde se celebraba la final. Gentile pareció cerrar la competición con un salto de 17.22 m en el primer intento. El segundo mejor salto de esa primera ronda fueron los 16.71 m del senegalés Mansour Dia (1940). Pero lo mejor estaba por llegar. Saneyev, que se había quedado en 16.49 m en su primer intento, mejoró hasta 16.84 m en la segunda ronda. Al término de esta tanda ocupaba la tercera posición, tras Gentile y el brasileño Nelson Prudêncio (1944-2012), que mejoraba largamente con 17.05 m, sus mejor marca previa de 16.32 m. Todo cambió en la tercera ronda. Saneyev se colocaba en cabeza con la segunda plusmarca mundial de la tarde, 17.23 m. Entretanto, Gentile seguía con un solo salto válido. Saneyev hizo unos buenos 17.02 m en la cuarta ronda, en la que no hubo cambios. La quinta tanda supuso un nuevo vuelco, con otra plusmarca mundial, cuando Prudêncio se fue a 17.27 m. La réplica de Saneyev fue muy corta, 16.81 m. Le quedaba un intento. Gentile solo había sido capaz de hacer un salto válido más, el quinto, de 16.54 m, Prudêncio hizo unos buenos 17.15 m. Saneyev no desaprovechó la oportunidad y cerró la competición con la cuarta plusmarca mundial de la tarde, 17.39 m. Szmidt, campeón olímpico en las dos anteriores ediciones, fue séptimo, con 16.89 m, y vio cómo los cinco primeros habían superado los 17.03 m, que tenía como tope universal hasta el día anterior. No cabe duda de que la altitud y el tartán desempeñaron un papel clave en la mejora de los registros, pero México supuso un punto de inflexión para la prueba. A partir de entonces saltar más lejos de 17 metros comenzó a ser la norma en las grandes competiciones.

Para Saneyev, México fue el primero de una serie de éxitos que durarían más de una década. En 1969 se impuso en el Europeo al aire libre con 17.34 m, muy cerca de su plusmarca mundial, casi medio metro más que el segundo. En 1970 ganó su primer oro europeo en sala. Repetiría en 1971, 1972, 1975, 1976 y 1977. En 1971 resultó derrotado en el Europeo al aire libre por el alemán Jörg Drehmel (1945), 17.16 frente a 17.10 m, en ambos casos con viento a favor excesivo. En 1972, el georgiano renovaba su oro olímpico conseguido cuatro años antes, esta vez con menos dificultad. Un salto inicial de 17.35 m ya no lo apeó de la cabeza. Además realizó un tercero de 17.19. En la quinta ronda Drehmel, con 17.31 m, se le acercó peligrosamente, pero el alemán no fue capaz de ir más allá. Tercero fue Nelson Prudêncio, con 17.05 m. Tras los Juegos, el 17 de octubre, en Sujumi, su ciudad natal, al nivel del mar, recuperaba la plusmarca mundial con 17.44 m. El año anterior el cubano Pedro Pérez (1952-2018) había saltado en la altitud de Cali, Colombia, 17.40 m.

Los éxitos continuaron para Saneyev, absoluto dominador de la prueba en la mayor parte de los años 70. En 1974 se proclamó por segunda vez campeón de Europa con 17.23 m, 55 cm más que el segundo clasificado. En 1975 perdió definitivamente la plusmarca mundial, cuando el brasileño João Carlos de Oliveira (1954-1999), en México, se fue a 17.89 m. No pudo, sin embargo, Oliveira, superar a Saneyev en los Juegos Olímpicos de 1976. El georgiano se colocó en cabeza en la tercera ronda con 17.06 m, el primer salto de todos los participantes por encima de los 17 metros. En la siguiente tanda, sin embargo, el estadounidense James Butts (1950) lo superaba con 17.18 m. Este se repuso en la quinta ronda, con un salto ganador de 17.29 m. De Oliveira fue bronce con 16.90 m.

El dominio de Saneyev comenzó a declinar a partir de 1977. En 1978, ya con 32 años, aún fue capaz de ganar la medalla de planta en el campeonato de Europa al aire libre. En una final sin saltos por encima de 17 metros, se quedó, con 16.93 m, a 1 cm del ganador, el serbio, entonces yugoslavo, Miloš Srejović (1956). El cierre de la carrera deportiva de Saneyev llegó en 1980, con los Juegos Olímpicos de Moscú. El boicot de los países occidentales no afectó demasiado a la prueba de triple salto, aunque no estaba el estadounidense Willie Banks (1956), acreditado en 17.23 m el año anterior el México. Las autoridades deportivas soviéticas estaban decididas a conseguir que Saneyev igualase los cuatro oros olímpicos en al misma prueba del discóbolo estadounidense Al Oerter (1936-2007). El prestigio del georgiano era tal, que resultó el elegido para entrar con la antorcha en el estadio olímpico, algo que, normalmente, se reserva para deportistas retirados. Desgraciadamente la gestión excesiva de los federativos locales dio lugar a una final bochornosa. Los encargados de controlar la prueba fueron jueces exclusivamente soviéticos. De los doce saltos de Oliveira y del australiano Ian Campbell (1957) dieron solamente tres válidos. Los saltos anulados injustamente habrían permitido a ambos copar las dos primeras plazas del podio, con marcas probables de alrededor de 17.90 m para el brasileño y 17.60 m para Campbell. Sin embargo, ni aun así consiguieron que la victoria fuese para Saneyev. El ganador fue el estonio, representando a la Unión Soviética, Jaak Uudmäe (1954), que se fue a 17.35 m en su tercer salto. Saneyev acreditó 17.24 m en su último salto, su mejor prestación desde 1976, lo que le permitió sobrepasar por dos centímetros a de Oliveira.

Saneyev se retiró ese mismo año olímpico de 1980. Desde entonces, tan solo el estadounidense Carl Lewis (1961), con cuatro oros en el salto de longitud, lo ha superado. El jabalinista checo Jan Železný (1966) fue capaz de igualar la prestación de Saneyev, con una plata y tres oros olímpicos, si bien el puesto real del exsoviético en sus últimos Juegos fue probablemente el cuarto. Saneyev, ingeniero agrónomo de profesión, trabajó como técnico de atletismo para el equipo nacional soviético y para su club, el Dinamo de Tblisi. Tras la disolución de la Unión Soviética, tuvo serios problemas económicos, por lo que emigró con su familia a Australia, donde trabajó hasta de repartidos de pizzas, antes de encontrar trabajo como profesor de Educación Física y posteriormente como entrenador de saltos. Murió el su casa de Sídney el 3 de enero de 2022

Tokio 1991, el mejor concurso de salto de longitud de la historia

Esta entrada se publicó anteriormente en el número 14, de julio de 2021, de la revista Somos Atletismo.

Las circunstancias han querido que los Juegos Olímpicos de Tokio se hayan celebrado casi treinta años después de los Campeonatos del Mundo de 1991, un número redondo. En aquel año, la capital de Japón albergó, en el viejo Estadio Olímpico demolido en 2015, la tercera edición de esta nueva competición mundialista, que había nacido en 1983 y hasta entonces tenía lugar cada cuatro años. Una de las pruebas más esperadas era el concurso de salto de longitud. El estadounidense Frederick Carlton Carl Lewis (Birmingham, Alabama, 1 de julio de 1961) dominaba esta especialidad con mano de hierro desde hacía una década. Su última derrota databa del 27 de febrero de 1981, en los campeonatos de Estados Unidos en pista cubierta, cuando Larry Myricks (1956) lo había batido por 5 cm, 8.13 frente a 8.08 m. Desde entonces, Lewis había ganado 64 concursos consecutivos. Poseía dos oros olímpicos, en 1984 y 1988, y se había impuesto en los anteriores Campeonatos del Mundo de 1983 y 1987. Antes de comenzar la final de Tokio poseía 15 de los 20 mejores saltos de longitud. Sin embargo, no había sido capaz de superar los míticos 8.90 m de Bob Beamon (1946) en los Juegos Olímpicos de México de 1968, un registro que estaba a punto de cumplir 23 años como plusmarca mundial. Su mejor salto era 8.79 m, realizado en dos ocasiones, el 19 de julio de 83 en Indianápolis y el 27 de enero de 1984 en Nueva York, en sala, ambos, sobre todo este último, de mayor valor intrínseco que la marca de Beamon. Se decía entonces, con cierta razón, que Lewis no prestaba suficiente atención a la longitud, ya que la hacía compatible con los 100 m, distancia en la que también era doble campeón olímpico y mundial, además de plusmarquista universal.

En Tokio, Carl Lewis demostró estar en mejor forma que nunca. El 25 de agosto, cinco días antes de la final del salto de longitud, se había proclamado campeón de 100 m, con plusmarca mundial de 9.86. En el salto de longitud, su rival más peligroso parecía su compatriota Michael Anthony Mike Powell (Filadelfia, Pensilvania, 10 de noviembre de 1963). Powell había sido subcampeón olímpico en 1988. En 1990 había saltado 8.66 m, su plusmarca personal. Ese 1991 había estado a punto de batir a Lewis en las pruebas de selección de su país, 8.64 frente a 8.63 m. Ya en Tokio, Powell se clasificó fácilmente para la final del Mundial con un salto de 8.19 m, en el primer intento, mientras Lewis, tras un nulo muy largo, realizó el mejor salto de los participantes, 8.56 m, plusmarca de los campeonatos.

La final tuvo lugar el 30 de agosto. Lewis era el gran favorito. Solo se dudaba de si superaría o no a Beamon. Powell inició la competición con unos discretos 7.85 m, mientras Lewis se iba a unos formidables 8.68 m. En la segunda ronda Powell se mostró fuerte, con 8.54 m, mientras Lewis realizaba un nulo. El tercer intento de Powell fue de 8.29 m, mientras Lewis con 8.83 m (+2.3 m/s) parecía cerrar la pugna por el oro. Solo quedaba por saber si realizaría la plusmarca mundial en los tres intentos que restaban. Powell abrió la cuarta ronda con nulo muy largo. Lewis por su parte superaba numéricamente a Beamon, con 8.91 m, pero ayudado por un viento excesivo de 2.9 m/s. A continuación, sucedió lo imposible. Mike Powell realizó el salto de su vida, un salto perfecto, con un perfecto talonamiento en el que solo se dejó 3 cm. Cuando aterrizó se dio cuenta de que había hecho algo grande. El viento era legal, de 0.3 m/s. La medición, 8.95 m. Se había superado la legendaria plusmarca mundial de Beamon, al nivel del mar y sin viento, y no lo había hecho Lewis, lo había hecho Powell. Lewis, sin embargo, no se dio por derrotado. En su quinto salto conseguía su mejor registro con viento legal, 8.87 m (-0.2 m/s). Probablemente superado por la catarata de emociones del momento, Powell hizo un último salto nulo y contuvo el aliento ante la postrera oportunidad de su rival, que volvió a tener un extraordinario comportamiento con 8.84 m (+1.7 m/s), magnífico pero insuficiente.

Terminado el concurso, Powell pudo dar rienda suelta a su enorme alegría por toda la pista. Lewis había hecho un excepcional concurso, el mejor de su vida, con cuatro saltos entre 8.83 y 8.91 m, entre ellos dos con viento legal, sus dos mejores marcas, de 8.84 y 8.87 m. Y, sin embargo, no ganó. Mientras Powell, con un solo salto mejor que el peor de Lewis se llevó la victoria y la gloria. Fue  un concurso de altísimo nivel, pleno de emoción, en absoluto comparable al de los Juegos de 1968, en el que Beamon, con sus estratosféricos 8.90 m, había cerrado la competición en la primera ronda. Larry Myricks, el viejo rival de Lewis, fue bronce, fuera de los focos, con 8.42 m.

La victoria de Powell no consiguió, sin embargo, cambiar las jerarquías en el concurso. En las pruebas de selección olímpica de 1992, volvió a derrotar a Lewis, 8.62 frente a 8.53 m. No obstante, en la final olímpica Lewis se hacía con su tercer oro consecutivo. Este, tras 8.68 m en la clasificación, realizó en la final un primer salto de 8.67 m, que no mejoró. Powell se fue superando en cada salto, hasta 8.64 m en la última ronda, que le dieron la plata. En 1993, sin Lewis, Powell repitió oro en el Mundial, con 8.59 m. En la siguiente edición, de 1995, solo pudo ser tercero, con 8.29 m, muy lejos de los 8.70 m de la emergente estrella cubana Iván Pedroso (1972). En las pruebas de selección olímpica de 1996, Powell batió a Lewis, que fue tercero, 8.39 frente a 8.30 m. A sus 32 años, el de Filadelfia buscaba su primer oro olímpico, y era su última oportunidad. Lastrado por una lesión, solo pudo ser quinto. Lewis, con 35 años, mostrando una vez más su gran capacidad competitiva, igualaba el logro de su compatriota discóbolo Al Oerter (1936-2007), con cuatro oros consecutivos en la misma prueba. El salto ganador de Lewis fue  8.50 m. Pedroso, también con problemas físicos, solo pudo ser 12º.

Los 8.95 m de Mike Powell van a cumplir 30 años en lo más alto de la lista. Ya hace siete que superaron en longevidad a la plusmarca mundial de Beamon. Desde aquella tarde de agosto en Tokio, tan solo hubo otros dos saltos, no legales, por encima de 8.95 m. En 1992 el propio Powell hizo en la estación alpina italiana de Sestriere 8.99 m, invalidados por un viento de +4.4 m. En 1995, en el mismo escenario, Iván Pedroso realizó 8.96 m, marca que generó mucha polémica, pero finalmente no se homologó por problemas de interferencias con el anemómetro. En 1991 se pensaba que la barrera de los 9 metros se rompería en poco tiempo. Treinta años después no se vislumbra quién pudiera hacerlo. El concurso de Tokio seguirá siendo, por muchos años, el mejor de la historia.

Ana Peleteiro, bronce olímpico en una final histórica de triple salto

Los registros previos de los atletas en una gran competición son una buena referencia, pero no la única referencia. No es lo mismo elegir el momento y el lugar para hacer una gran marca, que prepararse para dar lo mejor de uno mismo el día de la final olímpica, la competición más grande. En una final olímpica se reúnen los mejores atletas del planeta, hombre y mujeres absolutamente excepcionales que buscan hacer historia. La historia anterior no es garantía de nada.

Hoy, en la final femenina de triple salto, las tres atletas que han logrado ir más allá de sus límites personales han copado el podio. La venezolana Yulimar Rojas (1995) parecía muy superior al resto. Aun así, se planteó el reto de ganar el oro con la plusmarca mundial. La suramericana tenía una mejor marca de 15.43 m, de este año, a tan solo 7 cm del viejo primado universal de la ucraniana Inessa Kravets (1966). El triple salto femenino es una prueba relativamente joven. Kravets fue la segunda campeona mundial en 1995, con 15.50 m. Rojas nacería dos meses después. La ucraniana fue la primera campeona olímpica, en 1996, con 15.33 m, plusmarca olímpica. Pues bien, la venezolana comenzó con un salto de 15.41 m, que borraba de un plumazo la plusmarca olímpica de Kravets y terminó con 15.67 m, registro con el que destronaba a la ucraniana, veintiséis años después.

La medalla de plata fue para la portuguesa de treinta y dos años Patrícia Mamona (1988). Mamona había sido campeona de Europa en 2016 y sexta en los anteriores Juegos Olímpicos. Llegó a Tokio con una mejor marca de 14.66 m, de este año, quinta mejor de las participantes este temporada y novena de siempre. No parecía la mejor opción para una medalla. Pero la portuguesa hizo el mejor concurso de su vida, con un primer salto de 14.91 m, que la colocó en la segunda posición, de la que no se movería. Mejoró hasta 15.01 m en la cuarta ronda y terminó con unos excelentes 14.97 m. Impresionante actuación.

La española Ana Peleteiro (1995) fue la tercera mujer que dio lo mejor de sí, y se llevó, con todo merecimiento, el bronce. Es la tercera atleta española medallista olímpica, tras María Vasco (1975), bronce en 20 Km marcha en 2000, y Ruth Beitia (1979), bronce en 2012 y campeona olímpica de salto de altura en 2016. Peleteiro mostró enseguida su talento, con un campeonato mundial sub20 siendo sub18, pero su trayectoria no estuvo exenta de dificultades. Nunca es fácil el camino hacia el podio olímpico.

Ana Peleteiro Brion nació el 2 de diciembre de 1995 en la villa marinera gallega de Ribeira. Comenzó a entrenar muy joven en el grupo de la Asociación de Atletismo y Deportes del Barbanza, en la vecina localidad de Puebla del Caramiñal, de la mano de Abelardo Moure (1979). Enseguida mostró un enorme talento para los saltos horizontales y la velocidad En 2012, con 16 años, se proclamó campeona del mundo sub20 de triple salto con 14.17 m, mejor marca española absoluta de ese año.

La repercusión mediática de esa victoria fue enorme. Quizá eso influyó negativamente en la joven Ana, que no logró seguir progresando en los años siguientes. Fue tercera en el Europeo sub20 de 2013 y sexta en el Mundial de la categoría en 2014. Hizo varios cambios de entrenador y de residencia. Se lesionó el año olímpico de 2016. Esa misma temporada se unió al grupo del cubano Iván Pedroso (1972), campeón olímpico de salto de longitud en 2000, en Guadalajara, donde encontró la necesaria estabilidad deportiva y personal. Entrenar con una atleta como Yulimar Rojas ha sido fundamental para retomar su carrera, como la propia Peleteiro ha reconocido.

Los resultados no se hicieron esperar. En 2017, en pista cubierta, por fin mejoraba, con 14.20 m, la marca de 2012. Fue 5ª en el Europeo en sala, subcampeona de Europa sub23 al aire libre y 7ª en el Mundial, con 14.23 m, entonces su mejor marca. En 2018 fue bronce en el Mundial bajo techo, con 14.40 m. Al aire libre repitió bronce en el Europeo. Ese año mejoró hasta 14.55 m. En 2019 se encaramó definitivamente a la élite europea, con su oro en el continental de pista cubierta con 14.73, plusmarca española absoluta.

Al aire libre, tras muchos problemas físicos, ocupó una buena 6ª plaza en el campeonato del mundo, con 14.47 m. Tras un complicado 2020, volvió en la temporada invernal de 2021 con una medalla de plata en el Europeo de pista cubierta, 14.52 m. Quedaban unos meses clave para el objetivo de muchos años, el asalto al podio olímpico. Con pocas competiciones, pero bien elegidas, Peleteiro acudió a los Juegos con 14.61 m, conseguidos en el campeonato de España, su mejor de siempre al aire libre. El corte en la clasificación era de 14.40 m. La española saltó 14.34 m en el primer intento y 14.62 m en el segundo. En la final había seis atletas con mejor marca esta temporada. Pero probablemente ella misma no tenía eso en cuenta y sí su gran capacidad competitiva. Comenzó con un buen salto de 14.55 m, que la colocó quinta. La tercera, la cubana Liadagmis Povea (1996), 14.93 m este año, había hecho 14.70 m. En la segunda ronda, Peleteiro superaba su plusmarca española, con 14.77 m, y se colocaba provisionalmente en la tercera posición. No obstante, la jamaicana Shanieka Riketts (1992), subcampeona del mundo, 14.98 m esta temporada, se iba a 14.84 m, desplazando momentáneamente del podio a la española. Esta respondió con 14.87 m en la quinta ronda. Y las posiciones ya no se movieron.

No me volváis a decir que es un atleta muy bueno al que le falla la cabeza. Si le falla la cabeza, si el día que tiene que darlo todo, fracasa porque le puede la presión, entonces no es bueno, palabras del afamado técnico español Mariano García Verdugo (1948). Y así son las cosas. El atleta que es capaz de motivarse y de canalizar el estrés en su beneficio el día de la gran competición es el que triunfa y es el que hace disfrutar a los aficionados. Hoy estas tres mujeres, Yulimar Rojas, Patrícia Mamona y Ana Peleteiro han demostrado cómo hay que comportarse en unos Juegos Olímpicos, el acontecimiento supremo en la vida de un deportista.

Me gustaría añadir esta nota personal para mostrar mi alegría por la clasificación para la final de 800 m de Adrián Ben, otro enorme competidor. Adrián ha hecho historia. Es el primer corredor español que correrá una final olímpica de esta complicada prueba. Hoy me he acordado mucho de su primer entrenador, el Dr Mariano Castiñeira Vilaseca, que tristemente nos dejó el año pasado. Hoy estaría feliz con lo que ha hecho su atleta. Qué importantes son estos entrenadores de club, enamorados del atletismo. La labor que ha hecho Mariano por el atletismo lucense es impagable.

¿Es Carl Lewis el mejor atleta de la historia?

Hace unos días, en el grupo de aficionados al atletismo que nos seguimos en Twitter, surgió el tema de la figura de Carl Lewis (1961). El atleta de Birmingham (Alabama) ha levantado pasiones encontradas. Por un lado, sus inconmensurables méritos atléticos lo hacen acreedor de un lugar muy privilegiado en la historia del atletismo, pero hay una cara B. Su actitud un tanto displicente con los rivales, la prensa y los aficionados sigue generando mucho rechazo. En esta entrada se obviarán todas las cuestiones extradeportivas y se tratarán exclusivamente sus logros atléticos, que se compararán con otros grandes de la historia para tratar de responder a la pregunta de si Lewis es el mejor atleta de la historia.

Comparar atletas de una época con otra siempre resulta muy difícil. Los progresos en los métodos de entrenamiento, Medicina del Deporte, Fisioterapia, material, condiciones económicas, incremento en el número de practicantes hacen que marcas que en su momento parecían imposibles, como los 4 minutos en la milla, hoy sean habituales. Sin embargo, los mejores en cada momento de la historia eran los que más corrían, saltaban o lanzaban, en igualdad de condiciones con sus rivales. Para comparar épocas, probablemente los dos parámetros más sólidos sean el palmarés olímpico y las plusmarcas mundiales conseguidas, con alguna salvedad, puesto que por un lado el programa olímpico masculino anterior a 1928 era diferente y por otro el número de pruebas atléticas para hacer plusmarcas se ha ido reduciendo.

En cuanto al primer parámetro, el historial olímpico, Carl Lewis ha ganado 10 medallas, en cuatro pruebas diferentes, 9 de oro, en cuatro ediciones de los Juegos, de 1984 a 1996. Lewis fue campeón olímpico de 100 m en 1984 y 1988, de 200 m en 1984, de salto de longitud en 1984, 1988, 1992 y 1996 y de relevos 4 x 100 en 1984 y 1992. Además ganó la medalla de plata en los 200 m en 1988. Hay dos atletas con un palmarés semejante, el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973) y el jamaicano Usain Bolt (1986).

Paavo Nurmi es el atleta con mejor historial olímpico. En tres ediciones de los Juegos, de 1920 a 1928, se hizo con 12 medallas, 9 de oro y 3 de plata. En 1920 ganó los 10 000 m, el campo a través en su modalidad individual y por equipos y fue plata en 5000 m. En 1924 fue campeón en 1500 m, 5000 m, 3000 m por equipos y el campo a través en ambas modalidades. Finalmente en 1928 se hizo con el oro en los 10 000 m y fue plata en 5000 m y 3000 m obstáculos. Aparentemente es un palmarés superior al de Lewis, pero hay que tener en cuenta que la doble medalla en campo a través lo fue por una sola prueba. Sería como si en 1984 y 1988 hubiese habido una clasificación por países en los 100 m y Lewis hubiese obtenido otras dos medallas de oro. Por este detalle, los nueve oros de Lewis parecen de más valor que los de Nurmi, pues este los consiguió en siete pruebas, mientras en estadounidense lo hizo en nueve.

Usain Bolt posee ocho oros olímpicos, en 100 m (2008, 2012, 2016), 200 m (2008, 2012, 2016) y relevos 4×100 m (2012, 2016). Bolt es el único velocista que ha hecho doblete en las dos pruebas individuales en tres ocasiones, lo que indica una superioridad y una longevidad que resultarán difíciles de igualar en el futuro. Inicialmente Bolt tenía nueve oros olímpicos, pues Jamaica había ganado el relevo en 2008, pero en 2017 un reanálisis de la muestra almacenada de Nesta Carter (1985), miembro del equipo ganador del relevo, encontró restos de la sustancia prohibida metilhexaneamina, lo que significó la descalificación del atleta y la pérdida del oro por parte de Jamaica. El resultado de la prueba no habría cambiado sin Carter, pero esto supuso que Bolt perdió el oro que lo igualaba con Lewis y con Nurmi. En cualquier caso, el palmarés de Lewis seguiría siendo ligeramente superior, pues, incluso sin la descalificación de Nesta, tendría una medalla más y oros en cuatro pruebas, por tres del jamaicano. En lo que Bolt supera a Lewis es en títulos mundiales al aire libre. El estadounidense prestó algo menos de atención a los Mundiales que a los Juegos y además hasta 1991 los campeonatos del Mundo se celebraban cada cuatro años. Entre 2007 y 2017 Bolt ganó 14 medallas, 11 de oro (3 en 100, 4 en 200 y 4 en el relevo). Lewis, entre 1983 y 1993 se hizo con 8 oros (3 en 100, 3 en relevo y 2 en longitud), una plata, en longitud, y un bronce, en 200 m. Dado que los Mundiales comenzaron a disputarse en 1983 no hay comparación posible con Nurmi.

La distribución de los 9 oros de Lewis le permitió igualar otros dos grandes logros olímpicos, más victorias en una sola edición de los Juegos con el formato actual y más triunfos consecutivos en la misma prueba. El objetivo de Lewis en su primera participación olímpica, en Los Ángeles 1984, era igualar a Jesse Owens (1913-1980) en los Juegos de Berlín. Owens, también nacido en Alabama, había logrado los títulos olímpicos en los 100, los 200 m, el relevo x 100 y el salto de longitud. Lewis consiguió en Los Ángeles el mismo resultado 48 años después. Nurmi, en 1924, había ganado 5 oros, pero dos de ellos fueron en la misma prueba, el campo a través, individual y por países. En los mismos Juegos, su compatriota Villie Ritola se había hecho 4 oros, pero uno fue el de campo a través por países. En 1900 el estadounidense Al Kraenzlein (1876-1928) había ganado en 60 m, 110 m vallas, 200 m y salto de longitud. Desde 1984, en categoría masculina, el atleta que ha obtenido más títulos olímpicos en una sola edición ha sido el mencionado Bolt, en 100, 200 y 4 x 100 en 2012 y 2016.

El otro logro olímpico igualado por Carl Lewis fueron cuatro triunfos consecutivos en la misma prueba. Lewis se hizo con los oros de salto de longitud en 1984, 1988, 1992 y 1996, igualando las cuatro victorias de Al Oerter (1936-2007), en lanzamiento de disco en 1956, 1960, 1964 y 1968. Otros dos atletas se han quedado cerca de este logro, el triplista georgiano, representante de la Unión Soviética, Viktor Saneyev (1945), oro en 1968, 1972, 1976 y plata en 1980, esta con la inestimable ayuda de los jueces de Moscú, y el jabalinista checo Jan Železný (1966), plata en 1988 y oro en 1992, 1996 y 2000.

En cuanto al parámetro de las plusmarcas mundiales, puede resultar complejo y confuso, pues en el pasado se disputaban distancias en las que hoy apenas se compite como las 100 yardas o las 3 millas. Por ello solo se van a considerar pruebas olímpicas, con lo que también queda excluida la pista cubierta. Con estas condiciones el atleta que más plusmarcas mundiales ha realizado es el pertiguista ucraniano Sergei Bubka (1962), con 17 al aire libre. Alguna de sus 18 en sala fue en su momento superior a su registro al aire libre. El historial olímpico de Bubka es, sin embargo, escaso para su enorme categoría, con un oro en 1988. A Nurmi se le homologaron 22 plusmarcas mundiales, aunque si solo se incluyen las distancias olímpicas fueron cinco. Bolt ha tenido ocho topes universales en pruebas olímpicas (3 en 100 m, 3 en 200 y 2 en el relevo), los últimos tres vigentes. En cuanto a Lewis, aunque nunca mostró demasiado interés en encabezar las listas de siempre, se le han homologado 8 plusmarcas mundiales, 4 en 100 m y 4 en el relevo. Pese a su gran dominio del salto de longitud, no ha conseguido nunca la plusmarca mundial, si bien posee desde 1984 el mejor registro de siempre en sala., con 8.79 m.

Con todos estos datos, para quien esto escribe, el palmarés de Lewis es ligeramente superior al de Bolt y al de Nurmi, lo que, de la forma más objetiva posible, lo convertiría en el mejor atleta de la historia. Pero en estas cuestiones también hay una parte subjetiva y, sin duda, la actitud de Lewis y alguna otra sombra hacen que en muchos casos este formidable atleta no provoque en el aficionado la reacción emocional que sí sucede con otros, no tan superlativos, pero con otras cualidades valorables.

Ralph Boston, un gigante entre dos colosos

Esta entrada se publicó en el número 6, de noviembre de 2020, de la revista Somos Atletismo.

El salto de longitud es la prueba atlética que menos plusmarquistas mundiales ha tenido. El primer registro homologado como plusmarca mundial fueron los 7.61 m del irlandés, entonces británico, Peter O’Connor (1872-1957), el 5 de agosto de 1901. Desde entonces hasta la actualidad, tan solo doce atletas han formado parte de esta selecta lista. Y solamente dos de ellos han repetido. Ha sido el salto de longitud una prueba de plusmarcas mundiales muy longevas, con algunas de ellas que han trascendido más allá del ámbito atlético, incluso del deportivo. Precisamente el salto de O’Connor tardó veinte años en superarse. Lo hizo el estadounidense Edward Gourdin (1897-1966) el 23 de julio de 1921, 7.69. Siguió siendo plusmarca nacional irlandesa hasta 1990. Pero tal vez los dos saltos más famosos de la historia fueron los 8.13 m del tetracampeón olímpico en Berlín Jesse Owens (1913-1980), el 25 de mayo de 1935, y los 8.90 m del también estadounidense Bob Beamon (1946) en los Juegos de México, el 18 de octubre de 1968.

Jesse Owens había realizado sus 8.13 m, que mejoraban en 15 cm los 7.98 m que el japonés Chuhei Nambu (1904-1997) tenía como tope universal, en el llamado día de los días en la universidad de Ann Arbor, Michigan. Ese día Owens superó además las plusmarcas mundiales de las 220 yardas lisas (201.17 m), 20.3, las 220 yardas con vallas, 22.6, ambas en línea recta, e igualó, con 9.4, la de las 100 yardas (91.40 m). Con ese salto de 8.13 m, el único que realizó en la jornada, se convertía en el primer atleta en franquear la barrera de los 8 metros.

La plusmarca mundial de Owens duró 25 años, superando en 5 años a la de O’Connor. El 12 de agosto de 1960 el estadounidense Ralph Boston saltaba 8.21 m, que mejoraban el mítico salto de Owens. Probablemente el propio Boston nunca habría podido sospechar que otro salto mítico acabaría con su propio dominio de la especialidad. Hasta entonces, hasta la actuación de Beamon en México, Boston se convertiría en el saltador de longitud con mayor número de plusmarcas mundiales superadas o igualadas, con un total de seis. Su dominio no fue plácido, pues encontró un duro rival en el ucraniano, entonces soviético, Igor Ter-Ovanesyan (1938), que consiguió en dos ocasiones poner su nombre en lo más alto de la tabla de la prueba.

Ralph Harold Boston nació el 9 de mayo de 1939 en Laurel, Mississippi, en una familia de granjeros. Era el más joven de diez hermanos. Comenzó a destacar en 1959, cuando saltó 7.69 m. Al año siguiente, representando a la Universidad de Tenessee, se proclamó campeón universitario de Estados Unidos (NCAA) y poco después en Walnut, California, conseguía con un quinto salto de 8.21 m derribar la legendaria plusmarca mundial de Jesse Owens. Su serie fue 7.26 – 7.94 – 8.07 – 7.91 – 8.21 – 0.  El 1 de julio, Boston se hacía con la primera posición en las pruebas de selección olímpica con 8.09v. Era máximo candidato al oro olímpico en los Juegos de Roma, cuya final se celebraría el 2 de septiembre. Cumpliría con el pronóstico, pero el camino no le resultó nada fácil. La prueba tendría un nivel altísimo.

Boston se clasificó fácilmente para la final con un único salto de 7.60 m. Se había establecido el corte en 7.40. Ocupó la sexta posición. El mejor fue su compatriota Bo Roberson (1935-2001) con 7.81 m.  En la final, tras el primer salto, Boston era segundo, con 7.81 m, tras Ter Ovanesyan, 7.91 m. En la segunda ronda, Roberson superaba a ambos con 8.03 m. Boston, con 8.12 m en la tercera ronda, se colocaba en cabeza. Ya no mejoró este salto, que le permitió ganar el oro. En la última ronda todos sus rivales se superaron. Roberson, con 8.11 m, estuvo a punto de hacerse con la victoria. Ter-Ovanesyan se fue a 8.04 m. Y el alemán Manfred Steinbach (1933) completaba con 8.00 m una final con cuatro atletas por encima de 8 metros, la primera de la historia.

Boston continuó en los años siguientes mostrando una gran consistencia sobre los 8 metros, que lo llevó a realizar otras cinco plusmarcas mundiales. El 27 de mayo de 1961 en Modesto, California, mejoraba hasta 8.24 m. Poco después, el 16 de julio, en un encuentro en Moscú contra la Unión Soviética saltaba 8.28 m, derrotando a su rival Ter-Ovanesyan, que se quedó en 8.01 m. Este se hizo con el primado mundial el 10 de junio de 1962, 8.31 en Yereván, Armenia. Boston tardó dos años en recuperar el trono del salto de longitud. El año 1964 era olímpico, y el estadounidense se preparó duramente para tratar de ser el primer campeón olímpico que retenía su título. El 15 de agosto, en Kingston, Jamaica, igualaba el soviético, y lo superaba el 12 de septiembre en las pruebas de selección olímpica en Los Ángeles. Boston hizo un mejor salto legal de 8.34 m, con una excepcional serie de 8.49v – 8.21 – 8.34 – 8.11 – 8.14 – 0.

El concurso de salto de longitud en los Juegos Olímpicos tuvo lugar el 18 de octubre, con la clasificación por la mañana y la final por la tarde. Boston hizo el mejor salto en la clasificación, 8.03 m. Su máximo rival parecía Ter-Ovanesyan, que también se había clasificado fácilmente con un único salto de 7.78 m. La marca mínima era 7.60 m. La final se celebró a partir de las 15, esa tarde, con un tiempo muy lluvioso y ventoso. Ter-Ovanesyan hizo, con 7.78 m, el mejor salto de la primera ronda, pero Boston se colocó en cabeza con 7.85 m en la segunda, y mejoró hasta 7.88 m en su cuarto salto. Todo cambió en la quinta ronda. El galés Lynn Davis (1942) se hacía con el liderato al registrar su mejor marca de entonces, 8.07 m. Por su parte, Ter-Ovanesyan, con 7.99 m también superaba a Boston, que hizo salto nulo. El estadounidense realizó 8.03 m en la sexta y definitiva ronda, insuficiente para alcanzar el oro, pero que le permitió hacerse con la plata, en una actuación inferior a la esperada.

En 1965, Boston añadió un centímetro a su primado universal, el 29 de mayo en Modesto, con otra superlativa serie de 8.15 – 8.26 – 8.24 – 8.06 – 8.35 – 0. Esta fue su última plusmarca mundial. Ter-Ovanesyan, ayudado por la altitud de Cuidad de México, igualó a su rival el 19 de octubre de 1967. En 1968 Boston estaba nuevamente dispuesto a pelear por el oro olímpico. En las pruebas de selección fue segundo detrás de un joven de 22 años llamado Bob Beamon, acreditado en 8.33 m de ese año, que saltó 8.39v por 8.26v de Boston. Boston entrenaba a Beamon de forma extraoficial y siempre hablaba muy positivamente de su enorme calidad.

Lo sucedido el 20 de octubre de 1968 en Ciudad de México superó con mucho al atletismo y al propio deporte. Boston se había clasificado con el mejor salto de los participantes, 8.27 m, que era plusmarca olímpica y su mejor marca de ese año. Beamon había necesitado tres saltos, tras hacer nulos los dos primeros. Fue el segundo mejor con 8.19 m. En la final saltaba en cuarto lugar. Tomó carrerilla y dio un brinco que lo llevó lejísimos. Tras una detallada medida, los jueces indicaron un estratosférico registro de 8.90 m, 55 cm por encima de la plusmarca mundial. Boston se lo transformó en pies y pulgadas, pues Beamon no entendía el sistema métrico. Beamon sugirió que Boston lo superaría, pero este le dijo que ese salto tardaría muchos años en mejorarse, como así fue. Boston, probablemente algo descentrado, fue tercero, con 8.16 m, tras el sorprendente alemán Klaus Beer (1942), que realizó su mejor marca, 8.19 m. Ter-Ovanesyan fue cuarto con 8.12 m.

Boston se retiró tras los Juegos de México. Trabajó posteriormente como comentarista y como coordinador de las minorías y vicedecano de estudiantes en su universidad, la Universidad de Tennessee, donde había obtenido un grado en Bioquímica. En la actualidad, con 81 años, vive en Atlanta.

Ralph Boston fue un auténtico gigante, ensombrecido por dos colosos, uno que le precedió y otro que lo siguió. Además de ser el atleta que más veces ha superado o igualado la plusmarca mundial de salto de longitud, fue, hasta la irrupción de Carl Lewis (1961), el saltador de longitud con mejor palmarés olímpico, en una prueba en que los competidores duraban poco tiempo en la élite.

Progresión de la plusmarca mundial de salto de longitud

MarcaVientoAtletaLugarFecha
  7.61  Peter O’Connor (IRE)Dublín, Irlanda 05 08 1901
  7.69  Edward Gourdin (EUA)Cambridge, EUA 23 07 1921
  7.76  Robert LeGrende (USA)París, Francia 07 07 1924
  7.89 William DeHart Hubbard (USA)Chicago, EUA 13 06 1925
  7.90  Edward Hamm (USA)Cambridge, EUA 07 07 1928
  7.930.0 Sylvio Cator (HAI)París, Francia 09 09 1928
  7.980.5 Chuhei Nambu (JPN)Tokio, Japón 27 10 1931
  8.13 1.5 Jesse Owens (EUA)Ann Arbor, EUA 25 05 1935
  8.21 0.0 Ralph Boston (EUA)Walnut, EUA 12 08 1960
  8.24 1.8 Ralph Boston (EUA)Modesto, EUA 27 05 1961
  8.281.2 Ralph Boston (EUA)Moscú, Rusia 16 07 1961
  8.31 −0.1 Igor Ter-Ovanesyan (URS)Yereván, Armenia 10 06 1962
  8.31 0.0 Ralph Boston (EUA)Kingston, Jamaica 15 08 1964
  8.34 1.0 Ralph Boston (EUA)Los Ángeles, EUA 12 09 1964
  8.35 m0.0Ralph Boston (EUA)Modesto, EUA29 05 1965
  8.35 A0.0 Igor Ter-Ovanesyan (URS)Ciudad de México19 10 1967
  8.90 A2.0 Bob Beamon (EUA)Ciudad de México 18 10 1968
  8.95 0.3Mike Powell (EUA)Tokio, Japón30 08 1991