Ralph Boston, un gigante entre dos colosos

Esta entrada se publicó en el número 6, de noviembre de 2020, de la revista Somos Atletismo.

El salto de longitud es la prueba atlética que menos plusmarquistas mundiales ha tenido. El primer registro homologado como plusmarca mundial fueron los 7.61 m del irlandés, entonces británico, Peter O’Connor (1872-1957), el 5 de agosto de 1901. Desde entonces hasta la actualidad, tan solo doce atletas han formado parte de esta selecta lista. Y solamente dos de ellos han repetido. Ha sido el salto de longitud una prueba de plusmarcas mundiales muy longevas, con algunas de ellas que han trascendido más allá del ámbito atlético, incluso del deportivo. Precisamente el salto de O’Connor tardó veinte años en superarse. Lo hizo el estadounidense Edward Gourdin (1897-1966) el 23 de julio de 1921, 7.69. Siguió siendo plusmarca nacional irlandesa hasta 1990. Pero tal vez los dos saltos más famosos de la historia fueron los 8.13 m del tetracampeón olímpico en Berlín Jesse Owens (1913-1980), el 25 de mayo de 1935, y los 8.90 m del también estadounidense Bob Beamon (1946) en los Juegos de México, el 18 de octubre de 1968.

Jesse Owens había realizado sus 8.13 m, que mejoraban en 15 cm los 7.98 m que el japonés Chuhei Nambu (1904-1997) tenía como tope universal, en el llamado día de los días en la universidad de Ann Arbor, Michigan. Ese día Owens superó además las plusmarcas mundiales de las 220 yardas lisas (201.17 m), 20.3, las 220 yardas con vallas, 22.6, ambas en línea recta, e igualó, con 9.4, la de las 100 yardas (91.40 m). Con ese salto de 8.13 m, el único que realizó en la jornada, se convertía en el primer atleta en franquear la barrera de los 8 metros.

La plusmarca mundial de Owens duró 25 años, superando en 5 años a la de O’Connor. El 12 de agosto de 1960 el estadounidense Ralph Boston saltaba 8.21 m, que mejoraban el mítico salto de Owens. Probablemente el propio Boston nunca habría podido sospechar que otro salto mítico acabaría con su propio dominio de la especialidad. Hasta entonces, hasta la actuación de Beamon en México, Boston se convertiría en el saltador de longitud con mayor número de plusmarcas mundiales superadas o igualadas, con un total de seis. Su dominio no fue plácido, pues encontró un duro rival en el ucraniano, entonces soviético, Igor Ter-Ovanesyan (1938), que consiguió en dos ocasiones poner su nombre en lo más alto de la tabla de la prueba.

Ralph Harold Boston nació el 9 de mayo de 1939 en Laurel, Mississippi, en una familia de granjeros. Era el más joven de diez hermanos. Comenzó a destacar en 1959, cuando saltó 7.69 m. Al año siguiente, representando a la Universidad de Tenessee, se proclamó campeón universitario de Estados Unidos (NCAA) y poco después en Walnut, California, conseguía con un quinto salto de 8.21 m derribar la legendaria plusmarca mundial de Jesse Owens. Su serie fue 7.26 – 7.94 – 8.07 – 7.91 – 8.21 – 0.  El 1 de julio, Boston se hacía con la primera posición en las pruebas de selección olímpica con 8.09v. Era máximo candidato al oro olímpico en los Juegos de Roma, cuya final se celebraría el 2 de septiembre. Cumpliría con el pronóstico, pero el camino no le resultó nada fácil. La prueba tendría un nivel altísimo.

Boston se clasificó fácilmente para la final con un único salto de 7.60 m. Se había establecido el corte en 7.40. Ocupó la sexta posición. El mejor fue su compatriota Bo Roberson (1935-2001) con 7.81 m.  En la final, tras el primer salto, Boston era segundo, con 7.81 m, tras Ter Ovanesyan, 7.91 m. En la segunda ronda, Roberson superaba a ambos con 8.03 m. Boston, con 8.12 m en la tercera ronda, se colocaba en cabeza. Ya no mejoró este salto, que le permitió ganar el oro. En la última ronda todos sus rivales se superaron. Roberson, con 8.11 m, estuvo a punto de hacerse con la victoria. Ter-Ovanesyan se fue a 8.04 m. Y el alemán Manfred Steinbach (1933) completaba con 8.00 m una final con cuatro atletas por encima de 8 metros, la primera de la historia.

Boston continuó en los años siguientes mostrando una gran consistencia sobre los 8 metros, que lo llevó a realizar otras cinco plusmarcas mundiales. El 27 de mayo de 1961 en Modesto, California, mejoraba hasta 8.24 m. Poco después, el 16 de julio, en un encuentro en Moscú contra la Unión Soviética saltaba 8.28 m, derrotando a su rival Ter-Ovanesyan, que se quedó en 8.01 m. Este se hizo con el primado mundial el 10 de junio de 1962, 8.31 en Yereván, Armenia. Boston tardó dos años en recuperar el trono del salto de longitud. El año 1964 era olímpico, y el estadounidense se preparó duramente para tratar de ser el primer campeón olímpico que retenía su título. El 15 de agosto, en Kingston, Jamaica, igualaba el soviético, y lo superaba el 12 de septiembre en las pruebas de selección olímpica en Los Ángeles. Boston hizo un mejor salto legal de 8.34 m, con una excepcional serie de 8.49v – 8.21 – 8.34 – 8.11 – 8.14 – 0.

El concurso de salto de longitud en los Juegos Olímpicos tuvo lugar el 18 de octubre, con la clasificación por la mañana y la final por la tarde. Boston hizo el mejor salto en la clasificación, 8.03 m. Su máximo rival parecía Ter-Ovanesyan, que también se había clasificado fácilmente con un único salto de 7.78 m. La marca mínima era 7.60 m. La final se celebró a partir de las 15, esa tarde, con un tiempo muy lluvioso y ventoso. Ter-Ovanesyan hizo, con 7.78 m, el mejor salto de la primera ronda, pero Boston se colocó en cabeza con 7.85 m en la segunda, y mejoró hasta 7.88 m en su cuarto salto. Todo cambió en la quinta ronda. El galés Lynn Davis (1942) se hacía con el liderato al registrar su mejor marca de entonces, 8.07 m. Por su parte, Ter-Ovanesyan, con 7.99 m también superaba a Boston, que hizo salto nulo. El estadounidense realizó 8.03 m en la sexta y definitiva ronda, insuficiente para alcanzar el oro, pero que le permitió hacerse con la plata, en una actuación inferior a la esperada.

En 1965, Boston añadió un centímetro a su primado universal, el 29 de mayo en Modesto, con otra superlativa serie de 8.15 – 8.26 – 8.24 – 8.06 – 8.35 – 0. Esta fue su última plusmarca mundial. Ter-Ovanesyan, ayudado por la altitud de Cuidad de México, igualó a su rival el 19 de octubre de 1967. En 1968 Boston estaba nuevamente dispuesto a pelear por el oro olímpico. En las pruebas de selección fue segundo detrás de un joven de 22 años llamado Bob Beamon, acreditado en 8.33 m de ese año, que saltó 8.39v por 8.26v de Boston. Boston entrenaba a Beamon de forma extraoficial y siempre hablaba muy positivamente de su enorme calidad.

Lo sucedido el 20 de octubre de 1968 en Ciudad de México superó con mucho al atletismo y al propio deporte. Boston se había clasificado con el mejor salto de los participantes, 8.27 m, que era plusmarca olímpica y su mejor marca de ese año. Beamon había necesitado tres saltos, tras hacer nulos los dos primeros. Fue el segundo mejor con 8.19 m. En la final saltaba en cuarto lugar. Tomó carrerilla y dio un brinco que lo llevó lejísimos. Tras una detallada medida, los jueces indicaron un estratosférico registro de 8.90 m, 55 cm por encima de la plusmarca mundial. Boston se lo transformó en pies y pulgadas, pues Beamon no entendía el sistema métrico. Beamon sugirió que Boston lo superaría, pero este le dijo que ese salto tardaría muchos años en mejorarse, como así fue. Boston, probablemente algo descentrado, fue tercero, con 8.16 m, tras el sorprendente alemán Klaus Beer (1942), que realizó su mejor marca, 8.19 m. Ter-Ovanesyan fue cuarto con 8.12 m.

Boston se retiró tras los Juegos de México. Trabajó posteriormente como comentarista y como coordinador de las minorías y vicedecano de estudiantes en su universidad, la Universidad de Tennessee, donde había obtenido un grado en Bioquímica. En la actualidad, con 81 años, vive en Atlanta.

Ralph Boston fue un auténtico gigante, ensombrecido por dos colosos, uno que le precedió y otro que lo siguió. Además de ser el atleta que más veces ha superado o igualado la plusmarca mundial de salto de longitud, fue, hasta la irrupción de Carl Lewis (1961), el saltador de longitud con mejor palmarés olímpico, en una prueba en que los competidores duraban poco tiempo en la élite.

Progresión de la plusmarca mundial de salto de longitud

MarcaVientoAtletaLugarFecha
  7.61  Peter O’Connor (IRE)Dublín, Irlanda 05 08 1901
  7.69  Edward Gourdin (EUA)Cambridge, EUA 23 07 1921
  7.76  Robert LeGrende (USA)París, Francia 07 07 1924
  7.89 William DeHart Hubbard (USA)Chicago, EUA 13 06 1925
  7.90  Edward Hamm (USA)Cambridge, EUA 07 07 1928
  7.930.0 Sylvio Cator (HAI)París, Francia 09 09 1928
  7.980.5 Chuhei Nambu (JPN)Tokio, Japón 27 10 1931
  8.13 1.5 Jesse Owens (EUA)Ann Arbor, EUA 25 05 1935
  8.21 0.0 Ralph Boston (EUA)Walnut, EUA 12 08 1960
  8.24 1.8 Ralph Boston (EUA)Modesto, EUA 27 05 1961
  8.281.2 Ralph Boston (EUA)Moscú, Rusia 16 07 1961
  8.31 −0.1 Igor Ter-Ovanesyan (URS)Yereván, Armenia 10 06 1962
  8.31 0.0 Ralph Boston (EUA)Kingston, Jamaica 15 08 1964
  8.34 1.0 Ralph Boston (EUA)Los Ángeles, EUA 12 09 1964
  8.35 m0.0Ralph Boston (EUA)Modesto, EUA29 05 1965
  8.35 A0.0 Igor Ter-Ovanesyan (URS)Ciudad de México19 10 1967
  8.90 A2.0 Bob Beamon (EUA)Ciudad de México 18 10 1968
  8.95 0.3Mike Powell (EUA)Tokio, Japón30 08 1991
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México 1968, los mejores Juegos de siempre

Cada vez que oigo decir en las ceremonias de clausura de los Juegos Olímpicos aquello de que han sido los mejores Juegos de la historia, no puedo evitar una sonrisa. Al margen de los aspectos organizativos y del nivel deportivo general, los aficionados al atletismo sabemos que no ha habido Juegos como los de México, celebrados en 1968, de los que estos días se cumplen 49 años.

La Ciudad de México ganó la organización de los Juegos en 1963. Su proyecto había resultado el más convincente, si bien había cierta preocupación por los 2240 m sobre el nivel del mar de la urbe. Entonces apenas se conocían los efectos de la altitud en el esfuerzo. Hubo quien llegó a decir que podría poner el peligro la vida de los deportistas. Diez días antes del inicio de la competición sucedió algo que pudo haber terminado con los Juegos antes de empezar. Una manifestación de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de la capital mexicana terminó con la intervención policial y más de 2 centenares de muertos. El presidente del COI, el octogenario Avery Brundage (1887-1975) se apresuró a decir que era un asunto que no tenía que ver con los Juegos.

El atletismo se celebró entre el 13 y el 20 de octubre. Fueron 8 días en que se lograron 18 plusmarcas mundiales y se igualó otra. De las 36 finales, en 26 de ellas los ganadores superaron la anterior plusmarca olímpica, en algunos casos conseguida minutos antes o en las pruebas de clasificación. Para la consecución de estos logros se reunieron varios factores. La altitud fue clave para las pruebas explosivas o de esfuerzos cortos y el cambio de la ceniza al material sintético en la pista resultó fundamental. Pero el nivel no habría sido tan alto si no hubiese habido una magnífica generación de velocistas de raza negra, principalmente estadounidenses, junto con la primera gran hornada de corredores africanos. Los atletas europeos, pese a verse en algunos casos perjudicados por la altitud, también tuvieron un papel relevante.

Si hubiese que elegir una imagen de estos Juegos, no habría ninguna duda de que seleccionaríamos esta:

Los 8,90 metros del estadounidense Bob Beamon (1945) superan con mucho el ámbito mediático del atletismo y están considerados uno de los grandes hitos de la historia del deporte. La competición se terminó con este primer salto de Beamon, que continúa siendo la segunda mejor marca de la historia.

La velocidad en México sufrió una auténtica revolución. Surgió una nueva promoción de velocistas estadounidenses que llevó las plusmarcas a límites impensables. Jim Hines (1946), en una final de 100 monocolor, inédita hasta entonces, rompió por primera vez con 9,95 la barrera de 10,00. Tommie Smith (1944) hizo lo propio con la de 20,00 en 200 m, 19,83, al menos oficialmente pues su compatriota John Carlos (1945) había corrido en 19,92 en las pruebas de selección, marca no homologada por la IAAF por haberse hecho con zapatillas no reglamentarias. Lee Evans (1947), por su parte, se fue en 400 m a unos asombrosos 43,86. Hines y Evans lideraron los relevos corto y largo que con 38,23 y 2:56,16 también superaron las respectivas plusmarcas mundiales. El incidente de Smith y Carlos protestando en el podio contra la segregación racial y su posterior expulsión se convirtió en un símbolo eterno.

En el otro salto horizontal, el triple, también se hizo historia, pero por una razón diferente, pues se superó la plusmarca mundial nada menos que 5 veces. Comenzó en la clasificación el italiano Giuseppe Gentile (1943) con 17,10 m. Al día siguiente con un primer salto de 17,22 m parecía que dejaba el concurso visto para sentencia. Pero aún quedaba mucha competición. En la tercera ronda el georgiano, entonces soviético, Viktor Saneyev (1945), se iba a 17,23. En la quinta ronda surgió el brasileño Nelson Prudencio (1944-2012) quien con 17,27 pareció dar por finiquitada la prueba. Pero Saneyev dejó lo mejor para el último salto, en el que con 17,39 m ganó la primera de sus tres medallas de oro olímpicas.

Además de grandes registros, otro hito de los Juegos sucedió en el salto de altura. El estilo de salto de entonces era el rodillo ventral o, algo menos, el rodillo californiano. El estadounidense Dick Fosbury (1947) no se adaptaba a ninguno de ellos y comenzó a desarrollar su estilo propio, que acabó llevando su nombre. Cuando ganó el oro en México con 2,24 m el mundo atlético se quedó asombrado. Si bien Fosbury ya llevaba años practicándolo, con los medios de comunicación de entonces la repercusión de su estilo era muy limitada fuera de su ámbito.

En salto con pértiga,  el estadounidense Bob Seagren (1946) se quedó a 1 cm de su plusmarca mundial de 5,41 m, con los 11 primeros, incluido el español Ignacio Sola (1944), 9º, por encima de la anterior plusmarca olímpica. En lanzamiento de disco el también estadounidense Al Oerter (1936-2007) ganaba su cuarto oro. Su compatriota Randy Matson (1945) se hacía con el oro en peso, tras su plata 4 años antes. La jabalina fue para el letón, entonces soviético, Janis Lusis (1939) y el martillo para el húngaro Gyula Zsivótzky (1937-2007), que había sido plata en las dos ediciones anteriores.

La plusmarca mundial igualada fue la de 800 m. Se esperaba que el keniano Wilson Kiprugut (1938), bronce 4 años antes, se hiciese con el oro, pero en una rapidísima carrera se vio superado a falta de 50 m por el australiano Ralph Doubell (1945) que ganó con 1:44,40, marca homologada en 1:44,3, que igualaba la plusmarca mundial del neozelandés Peter Snell (1937)

En mediofondo y fondo uno de los grandes protagonistas fue el keniano Kip Keino (1940), uno de los mejores de todos los tiempos. Se planteó el reto de tres oros en 10000, 5000 y 1500 m. Abandonó en la primera distancia por un cólico biliar, prueba que ganó su compatriota Naftali Temu (1945-2003), el único keniano con un oro olímpico en 10 Km, seguido del etíope Mamo Wolde (1932-2002), que ganaría el maratón, y del tunecino Mohamed Gammoudi (1938), plata en la anterior edición. Gammoudi superó a Keino en una apretada llegada en el 5000, con Temu tercero. En las pruebas de fondo la altitud también se dejó notar, en sentido negativo, con registros de los ganadores de 14:05,01, 29:27,40 y 2h20:27. El plusmarquista mundial del 5, 13:16,6, y 10 Km, 27:39,4, el australiano Ron Clarke (1937-2015),  tampoco se adaptó a la altitud y solo pudo ser 5º y 6º. También fue lento el 3000 obstáculos, distancia en que se impuso por primera vez en la historia un keniano, Amos Biwott (1947), con 8:51,02. A Keino le quedaba el 1500, en el que se enfrentaría al plusmarquista mundial, el joven estadounidense Jim Ryun (1947), acreditado en 3:33,1. Sin embargo, en uno de los mejores 1500 de la historia olímpica, el keniano no dio opción y se impuso con 3:34,91. Incluso al nivel del mar, Ryun lo habría tenido muy complicado.

En los 110 m vallas se impuso el estadounidense William Davenport (1943-2002), con 13,33, probablemente mejor que la plusmarca mundial del Martin Lauer (1937) de 13,2. En 400 m vallas, la victoria fue para el británico David Hemery (1944) con unos magníficos 48,12, plusmarca mundial por 0,7.

El programa femenino en 1968 estaba aún muy lejos del masculino. Se celebraron 11 pruebas, las carreras de 100, 200, 400, 800 y 80 m vallas, el relevo 4 x 100, los saltos de altura y longitud, los lanzamientos de peso, jabalina y disco y la combinada de entonces que era el pentatlón. Hubo en total 5 plusmarcas mundiales. La estadounidense Wyomia Tyus (1945) fue la primera velocista que defendió con éxito el título olímpico de 100 m, esta vez con plusmarca mundial de 11,08. Formó parte del relevo estadounidense de 4 x 100 que ganó el oro también con tope mundial 42,88.

La polaca Irena Szewinska (1946), una de las grandes velocistas de la historia, se llevó la victoria en 200 m con plusmarca mundial de 22,58, tras ser bronce en 100 m. En 400 m se produjo un gran duelo entre la ganadora, la francesa Collete Besson (1946-2005) y la malograda británica Lillian Board (1948-1970). El tiempo de Besson, 52,03, fue probablemente superior que la plusmarca mundial de 51,9 de la coreana Sin Kim-dan (1938).

Las otras dos plusmarcas mundiales femeninas fueron en salto de longitud, a cargo de la rumana Viorica Viscopoleanu (1939), 6,82 m, y en lanzamiento de peso, 19,61 de la alemana del Este Margitta Gummel (1941).

En México finalmente se demostró que la altitud unido a las mejoras técnicas y a una excepcional generación de atletas dio lugar a una catarata de plusmarcas mundiales, difícilmente repetible, porque difícilmente se repetirán las tres circunstancias juntas. Quienes lo vivieron en directo fueron unos privilegiados.

¿Y si los 8,90 de Bob Beamon hubiesen sido realmente 8,90v?

Los Juegos Olímpicos de México son probablemente los mejores de la historia en lo que se refiere a atletismo. La altitud, el material sintético y una excelente generación de atletas dieron lugar a una catarata de plusmarcas mundiales nunca vista y que no ha vuelto a suceder. De todos los acontecimientos ocurridos en México en el otoño de 1968, tal vez el más emblemático haya sido el salto de Bob Beamon (1946) de 8,90 metros, 55 cm más que el anterior tope mundial, que compartían el estadounidense oro olímpico en 1960 Ralph Boston (1939) y el entonces soviético Igor Ter Ovanesyan (1939), si bien este en altitud. Para hacernos una idea de lo que supuso el famoso salto es como si hoy alguien alcanzase 9,50 metros.

Robert Beamon (South Jamaica, Queens, Nueva York, 29 de agosto de 1946) era, pese a su inexperiencia, uno de los grandes favoritos para hacerse con el oro olímpico. El año de los Juegos ganó 22 de las 23 competiciones en las que había tomado parte. Tenía una mejor marca de 8,33 metros, y otro registro más de 8,39v. Ralph Boston, que lo entrenaba no oficialmente, había dicho de él que podría saltar 9 metros. En la clasificación Boston hizo 8,27 en el primer salto, nueva plusmarca olímpica. Pero Beamon, como Jesse Owens (1913-1980) 32 años antes, hizo dos nulos. Tras un intercambio de palabras con Boston, realizó algunas correcciones y llegó a 8,19. Quien también tuvo problemas en esta fase fue campeón olimpico en Tokio, el galés Lynn Davis (1942), que tras 2 nulos se clasificó con 7,94. La organización no previó la ayuda de la altitud y estableció el punto de corte en 7,65 metros. En la final hubo 17 competidores. El nivel era muy alto, con los dos anteriores campeones olímpicos, uno de ellos coplusmarquista mundial, y el otro coplusmarquista mundial, además de Beamon, líder del año. Beamon saltaba en cuarto lugar. Los tres primeros saltadores hicieron sendos nulos. Beamon tomó carrerilla y realizó un salto prodigioso. El sistema automático de medición no llegaba tan lejos y hubo de cuantificarse manualmente. El resultado, estratosférico, 8 metros y 90 centímetros. Beamon no entendió la magnitud del salto hasta que se lo transformaron a pies y pulgadas, 29-2,5.

El logro del estadounidense hizo perder la concentración para el resto de la competición tanto al propio atleta como a sus rivales. Además, poco después del salto, la lluvia hizo acto de presencia. Beamon solo llevó a cabo un intento más, en que aterrizó en 8,04 m Boston fue 3º con 8,16 en su primer salto. La plata fue sorprendentemente para el alemán Klaus Beer (1942) que hizo el mejor concurso de su vida, con plusmarca personal de 8,19.

Tras su oro olímpico Beamon sufrió algo parecido a lo que le sucedió al dramaturgo francés Edmond Rostand (1868-1918). Rostand alcanzó la fama a los 28 años con su magnífica obra Cyrano de Bergerac. Sin embargo Cyrano, según afirmó el mismo autor, lo sobrepasó emocionalmente y nunca fue capaz de superarse literariamente. Beamon no volvió a saltar más de 8,20 m. Se retiró en 1973.

Los 8,90 m de Beamon siguen siendo la segunda mejor marca de la historia y plusmarca olímpica 48 años después. Se ha calculado que al nivel del mar y sin viento el salto podría haber sido de 8,50-8,60 m, un registro excelente de cualquier manera. El viento oficial fue de 2,0 m/s. Este valor, sin embargo, sigue siendo objeto de controversia. Algunos autores como Roberto Quercetani, en su libro Historia del atletismo mundial, se sorprenden de que nada menos que el 41% de las plusmarcas mundiales realizadas en México lo fueron con 2,0 m/s. Gerald Lawson en World Record Breakers in Trakc&Field Athletics también resalta este hecho. En la final de triple salto se superó 4 veces la plusmarca mundial. En tres ocasiones, separadas la primera y la última por 1 hora, el viento fue exactamente 2,0 m/s. Un testigo presencial de la final de salto de longitud me dijo que el viento pudo ser superior al permitido. Estaba a punto de estallar una tormenta y había viento racheado. De hecho la medición no se mostró inmediatamente sino que tardó en anunciarse más de lo habitual. Si los 8,90 hubiesen sido en realidad 8,90v. ¿cómo habría evolucionado la plusmarca mundial de salto de longitud? Esto es lo que habría sucedido:

8,35 Josef Schwarz RFA 1941 Stuttgart 15 julio 1970. Este alemán igualó la antigua plusmarca de Boston y Ter Ovanesyan. Tuvo una carrera corta sin ninguna actuación destacable en grandes campeonatos.

8,45 Nenad Stekic YUG 1951 Montreal 25 julio 1975. Stekic superó con este salto la plusmarca europea de Ter Ovanesyan y Schwarz. Fue subcampeón de Europa en 1974 y 1978 y 6º en los Juegos de Montreal

8,52 Larry Myricks USA 1956 Montreal 26 agosto 1979. Myricks fue un excelente saltador que coincidió con Carl Lewis. Era también un gran corredor de 200 m, con 20,03 de plusmarca personal. Fue bronce en los Juegos de Seúl y 4º en LA84. También fue bronce en los Mundiales de 1983 y 1987.

8,54 Lutz Dombrowski RDA 1959 Moscú 28 07 1980. Uno de los grandes saltadores europeos pese a su corto recorrido. Consiguió su plusmarca personal y europea ganando el oro en Moscú. No lo habrían tenido fácil los estadounidenses. Posteriormente ganó el campeonato de Europa en 1982, por delante del entonces plusmarquista español Antonio Corgos (1960), que se fue a 8,19.

8,62 Carl Lewis USA 1961 1 julio 1981. El mejor saltador de todos los tiempos, con 4 oros olímpicos. Su condición de velocista tal vez hizo que no prestase al salto de longitud la atención necesaria para superar a Beamon

8,76 Carl Lewis USA 1961 Indianápolis 24 julio 1982

8,79 Carl Lewis USA 1961 Indianápolis 19 junio 1983

8,86A Robert Emmyan URS 1965 Tsaghkadzor 22 mayo 1987. Este es un salto muy controvertido, en una competición menor y casi de forma clandestina. Sin embargo Emmyan era un saltador muy solvente. Su segunda mejor marca, al nivel del mar, es 8,61. Sus actuaciones más destacadas fueron el oro en el Europeo de Stuttgart y plata en el Mundial de Roma.

La plusmarca de Beamon se superó por fin en la final del Mundial de Tokio de 1991, con el duelo entre Mike Powell (1963) y Carl Lewis, que protagonizaron el mejor concurso de la historia, resuelto a favor del primero con 8,95. Lewis pese a hacer su mejor marca de 8,87 (y 8,91v) no pudo con su compatriota. Sobre este enfrentamiento hay una excelente entrada en el blog de Soy Cobarde.

Nunca sabremos si el viento era o no legal. Quizá los jueces no se atrevieron a romper la magia del salto anunciando la verdadera velocidad del viento, o quizá el salto fue realmente legal y esta entrada solo es el producto de un autor descreído.