Esther Pedrosa y Raquel Suárez, cuando una conducta ejemplar acaba redundando en beneficio propio (y II)

Segunda parte de la entrevista a Esther Pedrosa y Raquel Suárez, publicada anteriormente en el número 12, del mes de mayo, de la revista Somos atletismo.

Raquel y la categoría máster

Tras retomar informalmente los entrenamientos para ayudar a Raquel, Esther se volvió a meter en el mundo de la competición y se ha convertido en una atleta máster de referencia. Tanto es así que en 2018 la RFEF le otorgó el premio a la mejor atleta de su categoría de ese año en España. Raquel volvió temporalmente a Santiago, tras licenciarse en Ciencias Geológicas en Oviedo. Cinco años después ninguna de sus antiguas compañeras de entrenamiento seguía en el atletismo.

P: Raquel, tu madre vuelve a practicar atletismo para ser tu compañera de entrenamientos y posteriormente acaba siendo tu entrenadora. ¿Cómo valoras eso?

R: Que me acompañara en los entrenos cuando volví de Oviedo lo agradecí muchísimo, porque había desconectado de todo el mundo y no tenía grupo de entreno. Lo de ser mi entrenadora… fue algo casual. Hace un par de años tuve que parar un año entero por lesión y cuando volví tuve que hacerlo adaptando entreno con el fisio. Había perdido motivación y no tenía ganas de entrenar, así que por no molestar a mi entrenador, Manolo Vigo, le pedía consejo a mi madre para ir haciendo cosillas, hasta que le pedí que me entrenara (que yo sé que era su gran ilusión, je, je). Es complicado porque donde hay confianza… ya se sabe. Pero la verdad es que está yendo mejor de lo esperado. En cuanto a la calidad como entrenadora estoy súper contenta porque mi madre es una persona que siempre está formándose y le encanta mejorar, así que siempre busca el mejor método para sacar el máximo rendimiento de las circunstancias, porque, como ella dice, si entreno como una cadete…, corro como una cadete.

P: Curiosamente tu presencia en el atletismo lleva a tu madre a convertirse en una de las mejores atletas de España en su categoría. ¿Cómo te sientes por haber sido la causa de su éxito?

R: Nunca me lo había planteado así. Estoy súper orgullosa de ella.

P: La categoría máster  ha subido mucho de nivel. Cada vez los atletas que compiten son más y mejores. ¿Cómo ves esta categoría y qué diferencias encuentras con otras?

R: La concepción que se tenía hace unos años del deporte máster era muy distinto al que hay actualmente y por eso me animé a participar. Cuando mi madre empezó a competir en máster entrenaban muy pocos y para mí eso desvirtuaba el trabajo de los que verdaderamente entrenan, por eso no me gusta que no haya mínimas para ciertos campeonatos. Me encanta que cada día haya más nivel porque ganar por no tener rival no tiene ningún mérito. La categoría máster me recuerda a la categoría cadete, que íbamos a las competiciones por ver a los amigos de otras ciudades, incluso al niño que te gustaba, y de paso competíamos.

P: ¿Has coincidido en alguna competición con tu madre? No te voy a preguntar el resultado. ¿Y en algún campeonato?

R: En ruta he competido muchísimo con mi madre y en algunas me ha ganado por supuesto. En pista coincidimos por primera vez en 2020 en mi primer campeonato máster en pista al aire libre. Con tal mala suerte que nos juntaron las categorías F 55 y F35. No nos gustó porque, obviamente, cada una quiere hacer su carrera y ver y dar ánimos a la otra y ahora que es mi entrenadora con más motivo. Además nos descentró mucho la expectación que se creó en el estadio por megafonía respecto de si ganaría la madre o la hija.

Esther y la categoría máster

Raquel señala que la categoría máster le recuerda a la categoría cadete por el ambiente de camaradería que se respira. Esther abunda sobre este punto.

R: He de decir que me llevé una gran sorpresa. Tenía otra idea de lo que era. Me encontré un ambiente magnífico. Me alegró mucho que estuviese Aurora Pérez, con la que había compartido club anteriormente. Los atletas máster disfrutan realmente de este deporte. No hay sentimientos negativos Nadie se presiona, ni sufre porque se obliga que ganar. Somos un grupo muy unido y muy alegre. A mí, que soy muy extrovertida, me encanta animar a todos, porque somos máster pero seguimos disfrutando del atletismo y del día a día. Una vez en un campeonato de Europa estaba mi hija Raquel en la grada y me vio animando a los atletas máster que estaban entre el público. Se quedó algo sorprendida, pero cuando vio cómo me animaban cuando competía se dio cuenta de la conexión que teníamos entre nosotros.

P: Dices que disfrutas mucho del atletismo y hablas de la ausencia de presiones. ¿Siempre fue así en tu primera etapa?

R: El que se presiona demasiado acaba mal con el atletismo. Es cierto que en mi primera etapa me ponía más nerviosa, aunque siempre he competido bien. De todos modos, al final acabé un poco saturada, pero fue porque elegí competir todos los fines de semana. Después lo dejé, pero no paré de hacer deporte. Cuando volví a entrenar de forma metódica, me di cuenta de que realmente echaba de menos estar todo el día cansada por el entrenamiento. No es fácil de explicar a alguien que no conoce el atletismo.

P: Tus éxitos en la categoría máster te han llevado a ser muy conocida. ¿Qué opinas de la cultura deportiva en España?

R: Creo que es bastante pobre. El público, incluso el que se interesa por el atletismo, ignora mayormente todo el trabajo que hay detrás de un atleta y lo difícil que es llegar a la élite. Ni siquiera el aficionado medio al fútbol, el deporte dominante, conoce realmente su deporte. Solo quiere que gane su equipo. En cuanto al atletismo, la mayoría solo se acuerdan cuando hay Juegos Olímpicos. Es cierto que de vez en cuando los medios hablan de atletas, como Ruth Beitia y ahora Ana Peleteiro, y acaban siendo conocidas, pero es un conocimiento superficial, basado en lo que dicen los medios.

P: Y ese es uno de los problemas, porque el atletismo español adolece de otros problemas, por ejemplo los entrenadores.

R: Sí, lo cierto es que el entrenador altruista es cada vez menos abundante, algo que es bastante comprensible. Aún quedan algunos, como Pepe Mareca o Jesús Montiel. Lo bueno de estos entrenadores románticos es que de alguna manera el atleta se siente en deuda con ellos, y eso es un motivo para seguir. En el caso de los entrenadores profesionales la clave está en la consecución del objetivo y tal vez se piensa menos en una trayectoria atlética. Habría que buscar románticos, pero que tuviesen una compensación, aparte de la satisfacción personal, por entrenar. De todas maneras no es solo cuestión de los entrenadores. En estos tiempos de pandemia, se habla mucho, con razón, del comercio y la hostelería, pero el mundo del deporte ha tenido un golpe brutal. Organizadores, médicos, fisioterapeutas, gimnasios, monitores, entrenadores, clubes… todos están sufriendo mucho y apenas se piensa en ellos. Los deportistas pierden la forma, pierden los patrocinadores. En el lado positivo, está la encomiable labor de la Federación, que fue capaz de organizar los campeonatos de España de todas las categorías. Yo estuve en el campeonato máster y la organización fue modélica. Eso sí, no nos podíamos ver fuera de la pista porque los circuitos estaban muy bien diseñados para que no coincidiésemos. Raúl Chapado está haciendo un gran trabajo. Está consiguiendo promocionar el atletismo, que estaba algo decaído.

El atletismo en Santiago de Compostela

Esther no está ligada al mundo del deporte solamente por ser atleta. Es técnico de deportes de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y, desde 2019, concejal de deportes del Ayuntamiento de Santiago. Esto le permite conocer de primera mano el estado del deporte en su ciudad.

P: Como nos has dicho, uno de tus logros fue hacer la mínima olímpica, aunque no resultaste seleccionada. ¿Por qué todavía no ha habido ningún deportista olímpico en Santiago?

R: Seguramente es una cuestión de falta de infraestructura, y no me refiero solo a instalaciones. En los años 80 y 90 la Universidad tenía un club y una escuela de atletismo. Había muchísimos atletas. Una tarde como la de hoy en el estadio se veían corredores de todas las modalidades, saltadores, lanzadores…  De la clase media sale lo excepcional y hubo atletas con posibilidades como Santiago Fraga, Manolo Gendra o, algo más tarde, Pedro Nimo. Hoy ya no existe el Club Universitario de Atletismo. La USC gestiona el atletismo a través de su Fundación, pero sus practicantes tienden a considerarla una actividad extraescolar. En el lado positivo, está el Club Atletismo Santiago que, con pocos medios, lo está haciendo muy bien.

P: Hace unos días el experiodista de El Correo Gallego Emilio Navaza denunciaba en su blog Vida atlética de Galicia el despropósito del Estadio Multiusos, cuyas pistas nunca se homologaron y apenas se han utilizado. ¿Cómo veis este problema desde el Ayuntamiento?

R: Había un proyecto para valorar una reforma que permitiese homologarlo, pero la pandemia lo frustró. En el momento en que se construyó el estadio el fútbol presionó muchísimo para que se acabase cuanto antes. Las pistas no se pudieron homologar por algunos problemas que se podrían haber resuelto en su momento, pero no hubo voluntad. Tengo mucho interés, tanto institucional como personal, para que las pistas tengan el uso que se merecen. No lo pierdo de vista. También el Estadio Universitario ha perdido la homologación, aunque esperamos que se recupere este mismo año.

Mariano García-Verdugo

Finalmente no podíamos dejar de hablar de quien ha conducido a Esther con mano sabia por el mundo del atletismo, su entrenador Mariano García Verdugo.

R: Mariano es mucho más que un entrenador para mí. Mi padre falleció cuando yo tenía veinte años y, de alguna manera, Mariano fue esa figura paterna ausente. Me encantó cuando se le hizo el homenaje sorpresa en 2012 con motivo de su jubilación. Creo que era necesario mostrarle lo mucho que le debemos los atletas. Mariano ha mejorado la vida de muchas personas. Es admirable su entusiasmo y su capacidad de trabajo. Cuando eres joven no lo valoras, pero las cosas no se hacen solas, un club, una escuela de atletismo. Detrás estaban las horas y horas que nos regalaba Mariano. Cuando hacíamos series en la Alameda, diluviando y con barro hasta las orejas, ahí estaba Mariano con su paraguas y su cronómetro animándonos. Uno de mis compañeros de trabajo fue lanzador de martillo y comenta a veces la de horas que se pasó con Mariano haciendo técnica. Y no es solo el momento de la técnica, sino las horas previas para adquirir el conocimiento que te permite saber que hay que corregir tres centímetros la posición del pie. Sorprende, a veces, el poco valor que le dan algunos atletas al entrenador. El buen entrenador te lleva a tu máximo potencial y sin entrenadores no hay atletismo. El entrenador te conoce. Es el pilar sobre el que se sustenta el atleta. Mariano me enseñó que el atletismo es el día a día y que solo si eres constante mejoras. También sabía perfectamente mi estado de forma en cada campeonato. Me decía que tenía que pasar en tiempos que no hacía en los entrenamientos. Y acertaba.

Terminamos la entrevista preguntando a Esther y a Raquel sobre el significado del atletismo en sus vidas.

Esther: El atletismo me ha dado tantas cosas que me resulta muy difícil imaginarme cómo habría sido mi vida sin él. Sin duda, peor. El atletismo me ha hecho mucho mejor como persona y me ha permitido conocer gente estupenda. Con las personas con las que entrenas y compites tienes una relación especial

Raquel: Es parte de mí como persona. Me ha enseñado grandes valores: responsabilidad, constancia, trabajo, sacrificio, empatía, compañerismo.

Esta es la historia de cómo el atletismo ha cambiado para mejor la vida de estas dos mujeres, de cómo Raquel, siguiendo el ejemplo de su madre, comenzó a practicar atletismo y cómo, tiempo después, la afición de Raquel arrastró a su madre, de nuevo, al mundo de la competición, donde está haciendo una labor superlativa.



Raquel en una competición reciente
Madre e hija con atuendos curiosos en una San Silvestre en Santiago

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Esther Pedrosa y Raquel Suárez, cuando una conducta ejemplar acaba redundando en beneficio propio (I)

Esta entrevista se publicó inicialmente en el número 12, del mes de mayo, de la revista Somos atletismo. Agradezco a Esther la agradable conversación sobre atletismo que tuvimos durante una hora. Dado que se trata de una entrevista larga, en el blog ocupará dos entradas.

El atletismo es una parte integral de la vida de Esther Pedrosa Carrete (Santiago de Compostela, 19 de mayo 1961). Comenzó a practicar este deporte a los catorce años. Más de cuarenta y cinco años después continúa cosechando éxitos en la categoría máster.

Esther, cuya imagen no ha cambiado demasiado a lo largo de todos estos años, entrena seis días a la semana, los mismos que en sus mejores tiempos. Aunque resulta complicado saber si su mejor tiempo es el pasado o el presente. En los campeonatos de España absolutos, Esther fue oro en gran fondo (20 Km) en 1986 y bronce en 1985 y 1991, plata en 10 000 m en pista en 1986, 1987 y 1995, y en 3000 en sala en 1989 y 1990, y fue bronce en ruta 15 Km en 1989, maratón en 1987 y en 5000 m en pista en 1989. Se trata, sin duda, de un excelente palmarés, que completó con trece internacionalidades. Pero su carrera atlética tiene una segunda derivada. En 2009, tras ocho años de inactividad competitiva, no deportiva, Esther comenzó a entrenarse informalmente para acompañar a su hija Raquel Suárez Pedrosa (Santiago de Compostela, 11 de junio de 1982). Raquel, tras cinco años en Oviedo, donde se había licenciado en Ciencias Geológicas, volvió a Santiago y ya no tenía compañeras de entrenamiento.

Ese fue el inicio de una fructífera trayectoria en la categoría máster, en la que ostenta las plusmarcas españolas de 1500, 3000, milla, 10km y media maratón de categoría W55. Sus numerosos logros internacionales incluyen un oro en campo a través, una plata en 1500 y un bronce en 5000 pista aire libre en el Campeonato del mundo Málaga 2018, tricampeona de Europa en Madrid 2018en 1.500 y 3000 m en sala y en campo a través, plata en 1500, 3000 bajo techo y campo a través en Toruń 2019.

Raquel, por su parte, ha continuado compitiendo y ahora, entrenada por su madre, comparte con ella la categoría máster.

P: Esther, comienzas a entrenar a los catorce años, de la mano de tu profesora del Instituto Rosalía de Castro, María Luisa Peralta. Te lleva al Estadio Universitario, donde te presenta a su marido, Mariano García-Verdugo, quien sigue siendo tu entrenador. El atletismo es duro y los resultados no se consiguen inmediatamente. ¿Qué fue lo que motivó a aquella adolescente para que el atletismo acabase siendo fundamental en su vida?

R: En principio, el buen ambiente que había en el Estadio, entonces con una pista de ceniza de 333 m. Hice muy pronto un grupo de amigos, a los que vi crecer atléticamente conmigo. El salir a competir era otro motivo de alegría, el prepararse para un campeonato de España… Después, lo que me fascinó de este deporte fue el ver que el esfuerzo realmente merece la pena, porque te hace mejor. Si tienes paciencia, perseverancia, disciplina y trabajas duro acabas consiguiendo resultados impensables.

P: Porque tu principal rival en el atletismo…

R: …eres tú misma. Cada uno tiene un potencial que puede o no desarrollar, o hacerlo parcialmente. La mayor satisfacción es ver cómo te superas. Los buenos resultados en las competiciones son la consecuencia de la constancia, del esfuerzo diario. Y es muy interesante ver a dónde te lleva. Además el atletismo te da unos valores que puedes trasladar a muchas otras facetas vitales, para alcanzar la excelencia en tu profesión, para afrontar situaciones difíciles, para ponerle al mal tiempo buena cara… En definitiva, el deporte te hace más fuerte.

P: Sí, porque si el atletismo solo fuese trabajo duro, no sería tan complicado. También están las lesiones

R: Sí, gran fuente de frustraciones, pero saber gestionarlas también forma parte de este deporte. Las lesiones también te enseñan algo muy importante. Cuando estás parada por obligación, lo que más echas de menos no es ir a una gran competición y ganarla, sino poder volver a correr, aunque sea solo un poquito.

P: Empiezas a destacar muy joven, pero tu vida da un vuelco cuando en 1982, el año que se inauguran las pistas sintéticas del Estadio Universitario, nace Raquel y todo cambia.

R: Bueno, he de decir que tener a Raquel es lo mejor que me ha pasado en mi vida, pero cualquiera que sea madre o padre sabe que esto es así. Para mí fue un cambio tremendo. De repente pasé de ser niña a ser una señora. Pensaba que no estaría a la altura, pero no fue así y pude ser madre y atleta. De hecho, este cambio me hizo madurar. Me centré mucho más en el atletismo y menos en las conversaciones de grada pre y posentrenamiento. Entrené más y mejor y eso me hizo progresar.  Todo ello pese a que los primeros años de un niño son agotadores, pero los hijos sacan lo mejor de uno mismo.

P: Y tu hija se cría en el estadio. ¿Era inevitable que fuese atleta?

R: En realidad, yo nunca le dije que hiciese atletismo. Un día me dijo que quería empezar a entrenar y me pareció muy bien, pero me habría parecido lo mismo si hubiese decidido no hacerlo. Allá se fue con Pilar Veiga, la entrenadora de entonces. Una vez metida en el atletismo, me encanta que lo haya hecho. Después de todo, gracias a ella he vuelto a competir. Raquel ha tenido una trayectoria atlética desigual, porque su formación como geóloga y su posterior actividad laboral fueron bastante exigentes.

Raquel entra en escena

Raquel también ha tenido dos etapas en su carrera atlética, premáster y máster, donde continúa actualmente. En su primera etapa se dedicó sobre todo a los obstáculos, prueba en la que consiguió una medalla de bronce en el campeonato de España Universitario (2012) y 9º en el Nacional absoluto de 2006. En categoría máster ha sido tercera en el 2020 en el  Campeonato de España Máster F35 en la prueba de 1500 y octava en el 2021 en el Campeonato de España Master F35 de campo a través.

P: Raquel, desde muy pequeña acudías con tu madre al estadio. Era tu segunda casa. ¿Sentías que el atletismo era una parte de tu vida? ¿Lo integrabas en tu día a día con naturalidad?

R: Aprendí allí a caminar. Creo que con eso lo explico todo. La mayor parte de mis recuerdos son en el estadio de atletismo del campus universitario de Santiago de Compostela. Sentía y siento que el atletismo es la parte más importante de mi vida, de hecho no concibo mi vida sin practicar atletismo. Y no por el hecho de entrenar a muerte y competir y ser buena, cosa que nunca he sido, no, sino como parte de mi ser. La verdad es que no sé qué hace la gente en su tiempo libre si no entrena. Siempre ha sido una tragedia lesionarme y tener que parar un par de semanas, ya no por el hecho de perder la forma sino por no poder ir a entrenar. Lo cierto es que planifico mi día y mi año, vacaciones incluidas, en función del entreno y del calendario deportivo.

P: ¿Siendo muy niña, pensabas que todas las madres hacían atletismo?

R: No, sabía perfectamente que mi madre era muy especial. De hecho en ese momento pensaba que era la única madre del mundo que corría. Eran los años 80, las mamás iban con pintas de señora y por supuesto no usaban chándal.

P: ¿Era inevitable que fueses atleta?

R: Sin duda. Mi madre nunca jamás me dijo que entrenara. Sin embargo, sentía mucha presión por el entorno, porque todos me decían que de mayor tenía que ser como mi mamá y yo veía en casa que el atletismo era un deporte muy desagradecido y muy muy sufrido. Pero como era inevitable, con 13 años un día le pedí a mi madre si me podía apuntar a la escuela de atletismo del  Club Universitario de Santiago.

P: ¿Cómo te tomabas el atletismo? ¿Tenías la idea de igualar a tu madre o simplemente te gustaba correr con tu grupo de entrenamiento?

R: Nunca pensé en ser como mi madre. Simplemente iba a la pista a ver a mis amigos, entrenar, la verdad…, entrenaba muy poco. Afortunadamente siempre tuve entrenadores que nos trataron como a niños e íbamos a jugar. Y gracias a mis padres y mis entrenadores, que nunca me presionaron, ahora concibo este deporte como respirar, algo natural que tengo que hacer porque si no, me muero.

P: ¿Lo pasabas mal viendo correr a tu madre, cuando la veías sufrir, cuando le ganaban?

R: Fatal. En los maratones y medias maratones incluso lloraba al verla entrar en la meta. Ahora me sigue emocionando.

P: Cuando eras niña, ¿te preguntabas a ti misma para qué servía correr?

R: Jamás, al igual que nadie se pregunta para qué sirve darle patadas a un balón, cosa mucho más inútil, por cierto.

La expansión del fondo femenino

Esther vivió la época de expansión del fondo femenino, cuando en muy pocos años la prueba femenina oficial más larga pasó de ser el 1500 al maratón, con todas las distancias intermedias.

P: Esther, tú empezaste corriendo 1500 m, pero conforme las pruebas femeninas de fondo se iban alargando, tú te alargabas con ellas, hasta acabar corriendo maratón. ¿Cómo viviste ese cambio?

R: El 1500 se me quedaba algo corto. Mi entrenador me apretó todo lo que pudo por abajo y al llegar a los 21 años comencé a correr distancias cada vez más largas, que entonces eran una novedad en la categoría femenina. Pese a mis logros en la carretera (llegué a correr en 2h37:10), me gustaba más la pista. Además en Santiago es imposible encontrar un circuito llano y eso repercute en los ritmos. La prueba que más me gustaba eran los 5000 m, pero entonces se corría muy poquito. De hecho no fue olímpica hasta 1996. Entonces yo ya no estaba tan centrada en la pista. En 1988 y 1992, por paradójico que pueda parecer hoy día, las distancias femeninas de fondo en pista fueron los 3000 y los 10 000 m.

P: Hoy día eso resulta paradójico pero también es chocante que se pensase que las mujeres no podían correr distancias largas.

R: Yo creo que, equivocadamente, se trataba de proteger a la mujer. Se pensaba que éramos tan débiles que no podríamos correr largas distancias. Tampoco podíamos lanzar martillo, ni saltar pértiga, ni hacer triple salto, ni saltar obstáculos, ni marchar. También ha pasado en categoría máster hasta que hemos conseguido igualar los programas masculino y femenino. Evidentemente todas esas cautelas eran infundadas. No hay más que ver cómo hoy día el atletismo femenino se está aproximando a los 14 minutos en 5000 m y a los 29 en los 10 000. Es probable que en pocos años veamos campeonatos disputándose por debajo de esas marcas. En maratón la plusmarca femenina en carrera mixta está al filo de 2h14. Por cierto, a la World Athletics le falta cambiar en heptatlón femenino por el decatlón.

P: ¿Qué te ha faltado en el atletismo para lograr tu máximo potencial?

R: No creo que me haya faltado nada. Incluso llegué a hacer la mínima olímpica en 10 000 m para los Juegos de 1992 (33:40.32). Estoy muy satisfecha con lo conseguido, tanto en la primera como en esta segunda etapa.

P: Coincidiste con fondistas españolas de gran categoría como Pilar Fernández, Ana Isabel Alonso, Estela Estévez, Julia Vaquero… ¿Con cuál te quedas?

R: Sin ninguna duda con Julia. Además conozco cómo entrenaba en el INEF de La Coruña. En Galicia es complicado entrenar, por el terreno y las condiciones meteorológicas. Esa admirable su tesón y su pundonor. Y no lo tuvo nada fácil. Fue fantástica verla correr la final de 10 000 m de los Juegos de Atlanta.


Esther imponiéndose en el Europeo en sala de Madrid