Renuncias a los Europeos de pista cubierta

Esta semana ha habido un pequeño revuelo en el universo tuitero atlético por la noticia de la renuncia a participar en los campeonatos de Europa de los dos mejores mediofondistas españoles del momento, Mohamed Katir (1998), bronce mundialista en 1500 m y subcampeón de Europa de 5000 m, y Mario García Romo (1999), cuarto en el Mundial y bronce europeo al aire libre, también en 1500 m. Ambos han acreditado una gran forma en esta temporada invernal. Katir ha corrido los 1500 m en 3:35.48, tercera mejor marca mundial del año, si bien la World Athletics no ha incluido pases de la milla más rápidos, mientras Romo batió hace unas horas la vieja plusmarca española de la milla de José Manuel Abascal (1958), de 1983, con 3:51.79, 0.97 menos que el cántabro, con un pase de 3:35.98 en los 1500 m. Además ha registrado 7:34.74 en 3000 m. tercer mejor tiempo europeo del año. Es comprensible la decepción de los aficionados, al tratarse de dos atletas candidatos al podio. Sin embargo, la pista cubierta en general, y el campeonato de Europa en particular, no suelen ser un fin en sí mismo para la mayoría de los atletas. El gran campeonato por antonomasia en atletismo y en la mayoría de los deportes son los Juegos Olímpicos, y un peldaño por debajo los Campeonatos del Mundo al aire libre. Para los atletas europeos, el campeonato continental al aire libre probablemente se encuentra en el tercer lugar, pese a haber bajado mucho en el contexto mundial, sobre todo en las carreras. En tiempos, algunas pruebas de un Europeo tenían un nivel casi olímpicos, como los 10 000 de los campeonatos de 1971 y de 1978, con sendas victorias de atletas finlandeses, Juha Väätäinen (1941) y Martti Vainio (1950), respectivamente.

Ha habido grandes atletas que apenas han tocado la pista cubierta. Por reducirlo solo al ámbito del medio fondo, dos de los grandes de siempre, los británicos Steve Ovett (1955) y Steve Cram (1960) no tomaron parte en ningún Europeo en sala. Sí lo hizo su compatriota Seb Coe (1956), campeón en 800 m en 1977, cuando aún era poco conocido. No compitió en ninguna edición más, si bien llegó a realizar dos mejores marcas mundiales, entonces no se consideraban plusmarcas mundiales, en 800 y una en 1000 m. Tampoco el español Fermín Cacho (1969) se prodigó demasiado bajo techo. Fue subcampeón de Europa en 1990 y mundial en 1991 en 1500 m, cuando aún no estaba entre los mejores. Tan solo volvió en una ocasión al Mundial, sexto en 1995.

Dado que los protagonistas de la renuncia son mediofondistas, vamos a tomar como referencia los campeones de Europa en sala en su prueba, los 1500 m. Desde 1970 se han celebrado treinta y seis ediciones. La competición fue anual hasta 1990. Al aire libre, la competición continental comenzó en 1934. Inicialmente fue cuatrienal. Hubo un primer intento de hacerla bienal con las ediciones de 1969 y 1971, pero se volvió a cuatrienal hasta 2010. Desde entonces es bienal. Tan solo cuatro atletas han ganado la medalla de oro en ambas competiciones. El alemán Thomas Wessinghage (1952), un clásico de la pista cubierta, fue campeón en 1975, 1980, 1981 y 1983. Al aire libre se llevó en oro en los 5000 m del Europeo de 1982. Su compatriota Jens Peter Herold (1965) se hizo con la victoria en ambos campeonatos el mismo año, 1990. El obstaculista francés Mahiedine Mekhissi-Benabbad (1985) dominó esta distancia en los Europeos con cuatro oros en 2010, 2012, 2016 y 2018. El logro pudo ser mayor si no se hubiese quitado la camiseta cuando entró ganador en 2014, pero resultó descalificado. Precisamente ese año participó también en el 1500 del Europeo al aire libre, donde se hizo con la victoria. En 2015 había ganado en continental en sala. Finalmente el noruego Jakob Ingebrigtsen (2000), fue doble campeón de Europa al aire libre de 1500 y 5000 m en 2018 y 2022, así como oro bajo techo en 2021 en 1500 y 3000 m y también dos años antes en esta última distancia.

Ha habido atletas que han dado el mismo valor a la pista cubierta que al aire libre, otros han tomado parte en estos campeonatos de forma intermitente, otros lo han hecho en las primeras etapas de sus carreras deportivas… Ha habido de todo. La Federación Española (RFEA) no obliga a acudir a las competiciones invernales en pista. Es una buena política. El sitio que dejan los mejores siempre se puede ocupar con otros, sobre todo los que están empezando, para los que estos campeonatos sí tienen importancia.

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Aquella tarde mágica de Milán en 1982

Los Campeonatos de Europa de pista cubierta comenzaron a disputarse en 1970, con la primera edición celebrada en Viena y periodicidad anual. De 1966 a 1969 tuvieron lugar las cuatro ediciones de la competición predecesora, los Juegos Europeos de pista cubierta. A España le fue bien en Viena, con tres medallas, una plata para el madrileño Juan Borraz (1946) y dos bronces, para el vigués Javier Álvarez Salgado (1943) en 3000 m y para el valenciano Rafael Blanquer (1945) en el salto de longitud. Hubo que esperar 10 años, hasta la edición de 1979, que se celebraba de nuevo en Viena, para que España volviese al medallero, con un oro para el granadino Antonio Páez (1956) en los 800 m. En 1980 el número de metales para España fue también de uno, bronce en 60 vallas para el oscense Javier Moracho (1957). Moracho se mantuvo en el medallero en 1981 con una plata en 50 m vallas, el mismo metal que el barcelonés Antonio Corgos (1960) en el salto de longitud. Hubo, además, un bronce para Antonio Páez en 800 m.

De esta manera, España llegaba a la edición de Milán en 1982 habiendo ganado seis medallas en toda la historia de la competición. Acudió con un equipo de 17 atletas, 16 hombres y la catalana Montserrat Pujol (1961), quien finalmente no pudo participar por problemas físicos. Pues bien, en 45 minutos se quedaron a punto de igualar el número histórico de metales. A las 17:05 del 7 de marzo tenía lugar la final de 400 m. El Palacio de Deportes de Milán solo tenía cuatro calles, por lo que solo había cuatro finalistas, entre ellos el madrileño Benjamín González (1958-2011), que se había clasificado por 0.01 para la prueba definitiva. Consiguió remontar un puesto en la última recta y alcanzar el bronce, con 47.41, a 0.37 del vencedor, el ruso, entonces soviético. Pavel Konovalov (1960). A las 17:30 se disputaba otra final, con doble representación española, los 1500 m, donde tanto el cántabro José Manuel Abascal (1958), que el día anterior había hecho plusmarca española en sala, 3:40.14, como el toledano José Luis González (1957) estaban en condiciones de subirse al podio. Tendrían dos rivales muy duros, el alemán Thomas Wessinhage (1952), campeón en 1975, 1980 y 1981, y el finlandés Antti Loikkanen (1955), ganador en 1978. En una carrera rápida, los dos españoles acabaron desbordando a Wessinhage, que había atacado a falta de 200 m y acabó fuera de las medallas. González ganaba el primero de sus cinco oros en pista cubierta un una nueva plusmarca española de 3:38.70, 0.21 menos que Abascal, plata, mientras Loikkanen era bronce con 3:39.62. Y aún quedaba otra final para rematar el medallero español, los 800 m, cuya salida se daba a las 17:25. Estaba Antonio Páez, que ya había ganado un oro y un bronce en esta competición, y el leonés Colomán Trabado (1958). Este cambió de ritmo a falta de 200 m, pero el granadino pudo superarlo en la última curva. Trabado perdía también la segunda posición a manos del alemán Klaus Peter Nabein (1960-2009). Mantuvo el bronce, con 1:48.35, a 0.33 del campeón, Antonio Páez. Este, que ya era el primer atleta español con dos medallas en esta competición, se convirtió en el primero con dos oros.

Hubo otros puestos destacados de atletas españoles. El alicantino Javier Arqués (1960) fue sexto en 60 m, tras haber hecho plusmarca española en las semifinales, 6.66. El granadino Francisco Sánchez Vargas (1958) fue quinto, con 7:57.82, en un 3000 de muy alto nivel donde el obstaculista alemán Patriz Illg (1957) pudo derrotar con 7:53.50, al italiano Alberto Cova (1958), 7:54.12, y al ruso, entonces soviético, Valeri Abramov (1956-2016), 7:54.46. Y el guipuzcoano de adopción Roberto Cabrejas (1952-2001) ocupó la quinta posición en el salto de altura con 2.22 m.

España terminó quinta en el medallero, en una actuación magnífica. La progresión del atletismo español se confirmó con las cinco medallas del Europeo al aire libre de Atenas ese año, si bien solo Abascal repitió en el podio.

Nota: Agradezco la magnífica crónica de Ángel Cruz del número 322, de abril de 1982, páginas 15-17, de donde he obtenido parte de la información para esta entrada.