Mariano García Verdugo, toda una vida dedicada al atletismo

Esta entrevista se publicó por primera vez en el número 16, y último, de la revista Somos Atletismo, del mes de octubre de 2021. Ha sido un auténtico placer colaborar con Carles Baronet y Joan Estruch en este ilusionante proyecto. Ojalá tengamos ocasión de volver a trabajar juntos.

Hablar de Mariano García-Verdugo Delmas (Madrid, 30 de agosto de 1948) es hacerlo de uno de los técnicos de referencia de medio fondo y fondo del panorama nacional. Corredor de obstáculos en su juventud, tras terminar su licenciatura en Educación Física, comenzó en los años 70 a trabajar como entrenador para el recién formado Club Universitario de Atletismo (CUA) de Santiago de Compostela y en el colegio La Salle, de la misma ciudad, como profesor de Educación Física. En 1988 accedió a la Dirección de Deportes de la Universidad de Santiago, lo que compatibilizó desde 1989 con el cargo de responsable nacional de medio fondo de la Federación Española de Atletismo (RFEA), puesto que ocupó hasta 2012 y que le permitió acudir a seis Juegos Olímpicos, dieciocho campeonatos del Mundo y diecisiete campeonatos de Europa. Ese 2012 también se jubiló de la USC y recibió un merecido homenaje al que acudieron decenas de sus antiguos atletas. Desde entonces ha continuado activo tanto físicamente, alterna a diario la carrera continua y la elíptica, como en su campo profesional, entrenando atletas, impartiendo clases en el Master de Alto Rendimiento de Comité Olímpico Español (COE) o escribiendo libros. Acaba de publicar sus dos últimas obras, sobre un tema que siempre le ha preocupado sobremanera, el entrenamiento de niños y adolescentes. Siempre es un placer conversar con Mariano, no solo por sus vastos conocimientos atléticos, sino, sobre todo, por el gran entusiasmo que muestra en todo lo que hace.

Los comienzos en Pontevedra

P: Mariano, cuando empezaste en los años 60 a practicar atletismo era un deporte desconocido, incomprendido y casi exótico. ¿Qué fue lo que te atrajo para que te acabases dedicando toda tu vida a esto?

R: Era tan exótico que muchas veces te insultaban si te veían corriendo. Mi padre había jugado al fútbol en un equipo de la Primera División de Marruecos, sin embargo, era un apasionado del atletismo, algo que me transmitió. Yo también jugaba al fútbol en el colegio, pero enseguida me di cuenta de que corría más que mis compañeros. Cuando yo tenía 10 años, por el trabajo de mi padre, nos afincamos en Pontevedra. Allí, con 12 años, me anotaron a una competición de campo a través y quedé tercero, me enganché y comencé a practicar atletismo en el club Cisne, en el estadio de la Juventud, y después en la Sociedad Gimnástica de Pontevedra, con José Luis Torrado, mi segundo padre, a quien debo mucho de lo que soy.

P: ¿Y cómo era el atletismo de entonces para el adolescente que eras tú?

R: Bueno, literalmente éramos cuatro locos que corrían. Había poco conocimiento y pocas fuentes de información, pero Torrado era un hombre muy inteligente e intuitivo y su método, mayormente autodidacta, funcionaba. Era capaz de sacar el máximo rendimiento a mi trabajo y yo confiaba plenamente en él. También nos ayudaba que el nivel del atletismo gallego era ya muy alto, con Carlos Pérez, Manuel Augusto Alonso, Javier Álvarez Salgado, Rafa García, Virgilio González Barbeitos… Más próximos a mí en edad son Manuel Carlos Gayoso, compañero de entrenamiento algún tiempo, y Ramón Magariños.

P: Y el atletismo hizo que te decantases por dirigirte profesionalmente al estudio del deporte.

R: La verdad es que no sabía muy bien qué hacer. No había ningún campo al margen del deporte que me llamase. Cuando abrió el Instituto Nacional de Educación Física en Madrid vi mi oportunidad. Me dieron una beca Blume y allá me fui.

P: Y nada más terminar te vienes a Santiago.

R: Pues sí. Ernesto Viéitez Cortizo era catedrático de Biología y delegado de deportes en la USC. Había implementado unas becas para atraer deportistas de alto nivel a la Universidad. Necesitaba un técnico, de modo que me enteré, le escribí una carta, me vino a ver a Madrid y me contrató. Estamos hablando de principios de los 70. El trabajo era a tiempo parcial. El resto del tiempo trabajaba como profesor de Educación Física en el Colegio La Salle, donde permanecí 18 años.

Mariano, el segundo por la izquierda, en una magnífica instantánea de una competición de obstáculos

En Santiago de Compostela, entrenador, gestor deportivo y profesor de Educación Física

P: Y en Santiago organizaste la escuela de atletismo.

R: La USC contaba con un estadio de atletismo, que entonces tenía una pista de ceniza de 333 m de cuerda. La instalación se había construido en la ladera de un montículo, sin tener en cuenta el viento Norte, tan frecuente en estas latitudes, pero era con lo que contábamos. Con los atletas becados, niños que conseguíamos interesar por el atletismo, mucho trabajo y mucha ilusión comenzamos a crear una escuela de atletismo a semejanza de la de Salamanca. Hacíamos de todo, trabajo técnico, de gestión.

P: Sí, porque aunque se te conoce principalmente como entrenador de medio fondo y fondo, dirigiste técnicamente a saltadores y lanzadores. Hiciste a José Luis Antas campeón de España promesa de salto de altura en 1987 o al añorado lanzador de martillo César González Fares medallista en el nacional absoluto. Esas pruebas tan técnicas requerían muchas horas con el atleta. ¿De dónde sacabas el tiempo?

R: No lo sé. El tiempo aparecía. En ese sentido tengo que dar las gracias a mi mujer, María Luisa Peralta, que, al ser ella misma entrenadora y profesora de Educación Física, comprendía perfectamente mi motivación. Como entrenador, lógicamente, disfruto viendo cómo el trabajo realizado con los atletas les permite progresar. Y las pruebas técnicas me encantan. Éramos un club pequeño y no podíamos especializarnos en un sector, así que todos hacíamos de todo, pero sí es cierto que dedicaba mucho al martillo y al salto de altura. Te puedo contar que un día me encontré en el colegio a un chaval superdotado para el lanzamiento de jabalina. Tenía una bola de medio kilo y pedía a los chicos que la lanzasen. Más o menos me colocaba por donde solía caer y este del que te hablo me sobrepasó 20 metros. Lo llevé a lanzar jabalina y de forma natural se fue a 56 metros (era la antigua jabalina). Una lástima que por circunstancias familiares no pudiese entrenar regularmente.

P: ¿Cómo era tu día a día de entonces?

R: Pues tenía 30 horas semanales de clase en La Salle, además de 5 horas cada semana de entrenamiento de niños que hacían atletismo. Terminaba a las 18 y me iba al estadio universitario, hasta las 21:30 y en los fines de semana había competiciones. Cuando eran fuera de Santiago había el añadido de las malas vías de comunicación en aquel momento.

P: ¿De qué manera influyó en tu trayectoria posterior tu experiencia en La Salle con niños y adolescentes?

R: Mi paso por La Salle fue globalmente muy positivo. Me permitió conocer de cerca los complejos problemas que hay en estas edades y la forma de resolverlos, algo que después pude aplicar yo mismo a los entrenamientos de mis atletas. Gracias a mi estancia en La Salle he podido publicar estos dos últimos libros. El colegio también fue una cantera de futuros atletas. Incluso habíamos ido a aquel programa de promoción del deporte de RTVE Torneo, presentado por Daniel Vindel. En el patio habíamos pintado un circuito de 300 m de perímetro y teníamos plusmarcas del colegio de diferentes distancias. De ahí, muchos chavales se pasaron al estadio universitario.

Mariano, formado parte del equipo español de maratón, en el medio de la fotografía, entre Gaston Roelants y Gaston Reiff, con Emil Zátopek a la derecha de Roelants, tres campeones olímpicos

Director de deportes de la USC y responsable nacional de medio fondo

P: A finales de los 80 tu carrera profesional da un vuelco cuando te nombran Director de Deportes de la USC y poco después responsable de medio fondo de la RFEA.

R: Sí, hubo dos grandes saltos cualitativos en mi carrera. Llegó un momento en que noté que me quedaba desfasado En ciudades grandes hay muchos técnicos especializados, pero en Santiago no. Así que decidí hacer el Máster de alto rendimiento deportivo del COE, del que he acabado siendo profesor. Doy dos asignaturas, Bases de la planificación deportiva y Programación del entrenamiento de resistencia. El segundo gran salto fue mi nombramiento de responsable nacional de medio fondo, porque me abrió infinitas posibilidades. No solo pude contemplar a los mejores mediofondistas españoles desde una atalaya privilegiada, sino que además pude convivir con la élite y adquirir muchísimos conocimientos hablando con técnicos de todo el mundo. Hay cosas que no están escritas. Acabas conociendo la aproximación al atletismo de los mejores entrenadores

P: Volviendo al tema de la universidad. La USC cuenta con unas instalaciones más que buenas. Sin embargo, la organización del deporte universitario sigue siendo mejorable.

R: La Ley del Deporte establece que las universidades pueden tener hasta un 5% de deportistas de alto nivel a los que debe facilitar hacer compatible el deporte y el estudio, pero después cada profesor es el que decide. Y desgraciadamente algunos de ellos directamente odian el deporte y basta que el estudiante sea deportista para que se lo pongan más difícil. Por otro lado, no hay muchas competiciones universitarias, más allá de lo que organiza cada universidad para consumo interno. En Estados Unidos, las competiciones universitarias impresionan, si bien entre el deporte universitario y el profesional no hay nada intermedio porque no hay clubes ni federaciones que lo fomenten. Aquí, el deportista universitario tiene que buscarse la vida porque falla la infraestructura.

P: Tu cargo de responsable nacional de medio fondo te permitió ver en directo a los mejores atletas del mundo. ¿Cuáles han sido los atletas que más te han llamado la atención?

R: Cuando empecé mi referencia era el francés Michel Jazy, y también Peter Snell y Ron Clarke. Posteriormente me pareció fantástica la rivalidad entre Coe y Ovett. De lo que yo viví, uno de los atletas que más me impresionó fue Fermín Cacho. Antes de la competición irradiaba tal seguridad, que solo con la mirada ya le absorbía la energía a tres o cuatro rivales. Y ello pese a que tácticamente no era especialmente bueno. Quien, cuando estaba en forma, leía las carreras como nadie era Reyes Estévez. En el ámbito internacional, me quedo con Hicham El Guerrouj, con cuyo entrenador tengo una estrecha relación. El Guerrouj mostró una tremenda superioridad durante casi una década. Sin embargo, por una concatenación de desgraciadas circunstancias, llegó a sus terceros Juegos, con casi 30 años, sin haber ganado el oro. Esa temporada se encontró con un rival que corría tan rápido como él y que en la final olímpica, a falta de 60 metros, lo sobrepasó ligeramente. Lo que pudo pasar por esa cabeza. Me pareció admirable cómo mantuvo la mente fría y cómo consiguió no crisparse y ser campeón olímpico.

Mariano con Hicham El Guerrouj, uno de los atletas que más ha admirado

Deporte, sociedad y cultura deportiva

P: Antes comentabas que en tu juventud alguna gente te insultaba cuando te veían correr por la calle. ¿Ha cambiado la percepción del deporte?

R: Afortunadamente sí, aunque te diría que no lo suficiente. En cualquier caso hemos pasado de que no se recomendase el deporte (y cuando era profesor tenía muchísimas exenciones en Educación física) y que se considerase una pérdida de tiempo, a que se haya convertido en fundamental para la mejoría de la salud. Como bien sabes, hoy hay datos de que el rendimiento intelectual es mejor en las personas que hacen deporte, pero hay otra dimensión que apenas se está empezando a considerar, la económica. Un país que hace deporte tiene mejor salud media y eso se traduce en un considerable ahorro en la factura sanitaria. Y están las cualidades que adquiere el deportista que ha competido que se pueden aplicar al campo profesional, como la capacidad de trabajo, la resistencia, la disciplina. Eso también significa riqueza. El deporte debería ser una parte fundamental en la formación integral del individuo. En mi opinión tendría que ser obligatorio.

P: ¿Y la cultura deportiva mejora?

R: Hay muy poca cultura deportiva, incluso en el fútbol. Aunque es, con diferencia, el deporte que más aficionados reúne, la mayoría se limita a querer que gane su equipo como sea. Ignoran absolutamente el trabajo técnico que requiere un equipo de alto nivel. La prensa tampoco contribuye, ya que la mayoría de los análisis son resultadistas o sesgados. Incluso, en ocasiones, se cuenta más la vida personal de los futbolistas.

P: A propósito de la cultura deportiva, tu viviste en primera persona el desastre del estadio municipal de San Lázaro, cuyas instalaciones atléticas nunca se pudieron homologar porque no cumplían las condiciones

R: Y tanto. Me habían nombrado coordinador de la organización para la final de la Copa de Europa de 1ª división que tendría lugar en Santiago, en el nuevo estadio. Se aceptó la entrega de la obra sin que las instalaciones atléticas cumpliesen las condiciones reglamentarias. El Consejo Superior de Deportes pagaba una parte con la condición de que fuese un estadio multiusos. Pero finalmente se quedó en un uso único. Y fue una lástima porque en ese estadio se podrían haber celebrado competiciones importantes.

P: El atletismo sigue siendo muy desconocido. ¿No debería ser la base del resto de los deportes, y más en estos tiempos en que la preparación física es fundamental?

R: La sensación muchas veces es que no solo los aficionados al deporte, sino también parte de la prensa deportiva, únicamente se acuerdan del atletismo cuando hay Juegos Olímpicos. Respecto a si el atletismo debería ser la base del resto de los deportes, era lo que pensaba yo hace años, pero con el tiempo me he dado cuenta de que el joven necesita una formación deportiva completa, inespecífica, que desarrolle cualidades como la fuerza, resistencia, velocidad, coordinación, flexibilidad que servirán para muchos deportes, incluido el atletismo.

P: El equipo español de atletismo acaba de hacer un papel muy notable en los Juegos Olímpicos, con un gran rendimiento general, pero si nos comparamos con los países de nuestro entorno salimos perdiendo claramente. ¿Qué falla?

R: Es cierto que hemos mejorado mucho. En los años 60, los objetivos eran los Juegos del Mediterráneo o la Westathletic y los equipos olímpicos eran muy poco numerosos, pero había algo que funcionaba muy bien. Eran los Juegos Escolares, que tenían varias fases, regional, sector y nacional. Si obviábamos un cierto trasfondo político, eran un medio excelente para la promoción del atletismo. Desaparecieron cuando el deporte escolar se transfirió a las autonomías. Ya hemos hablado del escaso papel de las universidades en el desarrollo del deporte. Y, por último, está el problema de los entrenadores. En España la mayoría son, somos, entusiastas que no tienen un reconocimiento económico acorde con su trabajo. Las escuelas de entrenadores en España son muy buenas, pero  la motivación tiende a disminuir si las condiciones para entrenar son precarias. En Francia los entrenadores de atletas de alto nivel son profesores de Educación Física en excedencia y cobran como tales. Aun así, en España siguen saliendo atletas, gracias al entusiasmo no solo de los entrenadores, sino también de directivos de clubes de atletismo, que, a veces son la misma persona, como me sucedió a mí con el CUA. En resumen, falta promoción del deporte, falta deporte universitario y falta profesionalización de los entrenadores.

P: Ya que hablas del papel del entrenador, absolutamente fundamental para que haya atletismo, a veces incluso el propio atleta no tiene claro su importancia.

R: Sí, y es muy triste. En ocasiones incluso el atleta parece que piensa que le hace un favor al entrenador dejando que lo entrene.

Mariano en el estudio de su casa, en la actualidad

El entrenamiento de niños y adolescentes

P: Acabas de publicar dos libros Las cualidades físicas y su evolución. Aplicación a niños y adolescentes y La formación del futuro deportista. Fundamentos del entrenamiento a largo plazo. Tratas un tema que siempre te ha interesado y preocupado como es la formación de los niños y adolescentes en el deporte.

R: Dices bien, la formación, porque a esas edades no basta con el entrenamiento. Hay que trabajar muchos más planos vitales. En estos momentos hay cuatro modalidades de técnicos de atletismo, el monitor, el entrenador de club, el entrenador nacional y el entrenador especialista. Hace tiempo que reivindico un entrenador especialista en niños y adolescentes. A estas edades hay aspectos muy específicos, no estrictamente deportivos, que hay que tratar. Hay que tener conocimientos de Pedagogía, de los procesos que ocurren en la adolescencia. Hay que saber cómo abordar al niño en cada momento vital. Pero además hay que saber lo suficiente de alto rendimiento para  trazar el camino atlético del niño, aplicando en cada momento las cargas físicas y psicológicas adecuadas. El desarrollo como atleta tiene que ir parejo al desarrollo personal. No tiene sentido evaluar la fuerza explosiva en un preadolescente, cuando aún no han llegado las hormonas. Tampoco se debe abusar de los clavos. De hecho en los últimos años hay una corriente que propone que los niños hagan más entrenamientos descalzos. Desde pequeños nos ponemos unas cajas en los pies y no desarrollamos correctamente la musculatura o la sensibilidad propioceptiva del pie.

P: A veces a esas edades hay demasiada obsesión con las marcas.

R: En edades tempranas no tiene ningún sentido. Si miras una lista de los mejores cadetes, la mayoría no continúan. Las marcas no deben ser un objetivo, sino una consecuencia del trabajo bien hecho. Lo que hay que hacer es preparar al niño o al adolescente para que en el futuro sea capaz de entrenar al límite, que tenga la capacidad y la fuerza de voluntad. Para ello debe irse mucho más allá de la preparación puramente física. Al joven hay que enseñarle qué es el deporte, su significado, el papel del esfuerzo diario, de la disciplina, del sacrificio, que los resultados cuestan, pero que con trabajo se consiguen muchas cosas, que formar a un deportista es una cuestión de muchos años, que el talento sin el trabajo duro no vale, que el día de la competición hay que dar lo mejor de uno mismo y eso solo se consigue con un gran dominio mental, que también hay que entrenar. En el caso del atletismo, el rival del atleta tiene que ser el mismo atleta. Es una cuestión de superación personal. Debemos diferenciar entre atletismo de élite y atletismo de alto rendimiento. Alto rendimiento consiste, mediante el entrenamiento planificado, en tratar de alcanzar el potencial de un atleta, sea, hablando de 1500 m masculinos, 4 minutos, 3:50, 3:40 o 3:30.

P: Pero la pedagogía del atletismo incluye muchas más cosas

R: Por supuesto. El joven ha de saber el papel fundamental del entrenador y todo el conocimiento que posee. También es muy importante prepararlo para el fracaso. Muchos cuerpos no resisten el esfuerzo que requiere el atletismo de alta competición. Hay que enseñarles el valor de jugar limpio, de respetar al rival, de no obsesionarse con las marcas. Y también han de formarse fuera de la pista y prepararse para el futuro. La falta de formación puede generar incertidumbre y condicionar negativamente el rendimiento. En definitiva se trata de un proceso de desarrollo formativo educativo que, como decía antes, requiere trabajar muchos aspectos, no solamente físicos.

P: ¿Y cómo se motiva a los niños para que hagan atletismo?

R: No es fácil. Esa es otra  de las características que debe tener un entrenador de niños. También es cierto que el niño se motiva en lo que destaca, como me pasó a mí cuando me di cuenta de que corría más que mis compañeros. Hay que hacer el atletismo atractivo, combinar el entrenamiento más exigente con juegos y conseguir que el estadio sea también un lugar de encuentro. Se pueden hacer actividades lúdicas relacionadas con el deporte, como ver películas o vídeos de atletismo y comentarlos, dar charlas sobre historias del atletismo… Los niños no tienen que entrenar todos los días pero es bueno que vayan todos los días a la instalación. Cuando estaba en La Salle recuerdo decir a mi grupo de entrenamiento que ese día no entrenaríamos. Ellos mismos, de forma espontánea, decidieron que quedarían en la puerta del estadio para decidir a dónde se irían. El estadio ya formaba parte de sus lugares favoritos

P: Por último, Mariano, ¿de qué atleta que hayas entrenado te sientes más orgulloso?

R: Me resulta imposible contestar a esa pregunta. Sí te puedo decir que me he sentido orgulloso de ver cómo atletas a los que he entrenado han mejorado gracias a la constancia, al trabajo y a la confianza en el entrenador. Y no necesariamente los que más talento tenían. Me he encontrado personas que me han agradecido que les hubiese cambiado la vida para mejor. Y entonces pienso que he cumplido el objetivo que me marqué cuando decidí dedicarme a esto.

El proceso de formación de los jóvenes deportistas

En su incesante estudio sobre el deporte en general y el atletismo en particular, Mariano acaba de publicar dos libros sobre un tema que siempre le ha interesado sobremanera, la formación de niños y adolescentes deportistas. Aunque su intención era escribir un solo volumen, finalmente han sido dos, donde Mariano refleja no solo su larguísima trayectoria como entrenador de atletismo, sino también sus valiosas experiencias como profesor de Educación Física en un colegio durante 18 años.

Las cualidades físicas y su evolución. Aplicación a niños y adolescentes es una obra más general, dedicado a las particularidades de los deportistas en proceso de formación. Muestra cómo mejorar en cada momento del proceso de desarrollo del joven, desde una perspectiva integral. Está dirigida no solo a entrenadores, sino también a maestros, profesores de Educación Física y padres.

LAS CUALIDADES FÍSICAS Y SU EVOLUCIÓN: APLICACIÓN A NIÑOS Y ADOLESCENTES

La formación del futuro deportista. Fundamentos del entrenamiento a largo plazo es un libro ya más específico para entrenadores, en el que se trata de cómo planificar al joven deportista para que acabe dando su máximo potencial. Se detalla cómo deben trabajarse las cualidades físicas en cada edad y también se incide notablemente en el aspecto psicológico. El deporte es un proceso a largo plazo y lo que se haga con el deportista en formación tiene una enorme incidencia en el futuro.

LA FORMACIÓN DEL FUTURO DEPORTISTA: FUNDAMENTOS DEL ENTRENAMIENTO A LARGO PLAZO

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Esther Pedrosa y Raquel Suárez, cuando una conducta ejemplar acaba redundando en beneficio propio (y II)

Segunda parte de la entrevista a Esther Pedrosa y Raquel Suárez, publicada anteriormente en el número 12, del mes de mayo, de la revista Somos atletismo.

Raquel y la categoría máster

Tras retomar informalmente los entrenamientos para ayudar a Raquel, Esther se volvió a meter en el mundo de la competición y se ha convertido en una atleta máster de referencia. Tanto es así que en 2018 la RFEF le otorgó el premio a la mejor atleta de su categoría de ese año en España. Raquel volvió temporalmente a Santiago, tras licenciarse en Ciencias Geológicas en Oviedo. Cinco años después ninguna de sus antiguas compañeras de entrenamiento seguía en el atletismo.

P: Raquel, tu madre vuelve a practicar atletismo para ser tu compañera de entrenamientos y posteriormente acaba siendo tu entrenadora. ¿Cómo valoras eso?

R: Que me acompañara en los entrenos cuando volví de Oviedo lo agradecí muchísimo, porque había desconectado de todo el mundo y no tenía grupo de entreno. Lo de ser mi entrenadora… fue algo casual. Hace un par de años tuve que parar un año entero por lesión y cuando volví tuve que hacerlo adaptando entreno con el fisio. Había perdido motivación y no tenía ganas de entrenar, así que por no molestar a mi entrenador, Manolo Vigo, le pedía consejo a mi madre para ir haciendo cosillas, hasta que le pedí que me entrenara (que yo sé que era su gran ilusión, je, je). Es complicado porque donde hay confianza… ya se sabe. Pero la verdad es que está yendo mejor de lo esperado. En cuanto a la calidad como entrenadora estoy súper contenta porque mi madre es una persona que siempre está formándose y le encanta mejorar, así que siempre busca el mejor método para sacar el máximo rendimiento de las circunstancias, porque, como ella dice, si entreno como una cadete…, corro como una cadete.

P: Curiosamente tu presencia en el atletismo lleva a tu madre a convertirse en una de las mejores atletas de España en su categoría. ¿Cómo te sientes por haber sido la causa de su éxito?

R: Nunca me lo había planteado así. Estoy súper orgullosa de ella.

P: La categoría máster  ha subido mucho de nivel. Cada vez los atletas que compiten son más y mejores. ¿Cómo ves esta categoría y qué diferencias encuentras con otras?

R: La concepción que se tenía hace unos años del deporte máster era muy distinto al que hay actualmente y por eso me animé a participar. Cuando mi madre empezó a competir en máster entrenaban muy pocos y para mí eso desvirtuaba el trabajo de los que verdaderamente entrenan, por eso no me gusta que no haya mínimas para ciertos campeonatos. Me encanta que cada día haya más nivel porque ganar por no tener rival no tiene ningún mérito. La categoría máster me recuerda a la categoría cadete, que íbamos a las competiciones por ver a los amigos de otras ciudades, incluso al niño que te gustaba, y de paso competíamos.

P: ¿Has coincidido en alguna competición con tu madre? No te voy a preguntar el resultado. ¿Y en algún campeonato?

R: En ruta he competido muchísimo con mi madre y en algunas me ha ganado por supuesto. En pista coincidimos por primera vez en 2020 en mi primer campeonato máster en pista al aire libre. Con tal mala suerte que nos juntaron las categorías F 55 y F35. No nos gustó porque, obviamente, cada una quiere hacer su carrera y ver y dar ánimos a la otra y ahora que es mi entrenadora con más motivo. Además nos descentró mucho la expectación que se creó en el estadio por megafonía respecto de si ganaría la madre o la hija.

Esther y la categoría máster

Raquel señala que la categoría máster le recuerda a la categoría cadete por el ambiente de camaradería que se respira. Esther abunda sobre este punto.

R: He de decir que me llevé una gran sorpresa. Tenía otra idea de lo que era. Me encontré un ambiente magnífico. Me alegró mucho que estuviese Aurora Pérez, con la que había compartido club anteriormente. Los atletas máster disfrutan realmente de este deporte. No hay sentimientos negativos Nadie se presiona, ni sufre porque se obliga que ganar. Somos un grupo muy unido y muy alegre. A mí, que soy muy extrovertida, me encanta animar a todos, porque somos máster pero seguimos disfrutando del atletismo y del día a día. Una vez en un campeonato de Europa estaba mi hija Raquel en la grada y me vio animando a los atletas máster que estaban entre el público. Se quedó algo sorprendida, pero cuando vio cómo me animaban cuando competía se dio cuenta de la conexión que teníamos entre nosotros.

P: Dices que disfrutas mucho del atletismo y hablas de la ausencia de presiones. ¿Siempre fue así en tu primera etapa?

R: El que se presiona demasiado acaba mal con el atletismo. Es cierto que en mi primera etapa me ponía más nerviosa, aunque siempre he competido bien. De todos modos, al final acabé un poco saturada, pero fue porque elegí competir todos los fines de semana. Después lo dejé, pero no paré de hacer deporte. Cuando volví a entrenar de forma metódica, me di cuenta de que realmente echaba de menos estar todo el día cansada por el entrenamiento. No es fácil de explicar a alguien que no conoce el atletismo.

P: Tus éxitos en la categoría máster te han llevado a ser muy conocida. ¿Qué opinas de la cultura deportiva en España?

R: Creo que es bastante pobre. El público, incluso el que se interesa por el atletismo, ignora mayormente todo el trabajo que hay detrás de un atleta y lo difícil que es llegar a la élite. Ni siquiera el aficionado medio al fútbol, el deporte dominante, conoce realmente su deporte. Solo quiere que gane su equipo. En cuanto al atletismo, la mayoría solo se acuerdan cuando hay Juegos Olímpicos. Es cierto que de vez en cuando los medios hablan de atletas, como Ruth Beitia y ahora Ana Peleteiro, y acaban siendo conocidas, pero es un conocimiento superficial, basado en lo que dicen los medios.

P: Y ese es uno de los problemas, porque el atletismo español adolece de otros problemas, por ejemplo los entrenadores.

R: Sí, lo cierto es que el entrenador altruista es cada vez menos abundante, algo que es bastante comprensible. Aún quedan algunos, como Pepe Mareca o Jesús Montiel. Lo bueno de estos entrenadores románticos es que de alguna manera el atleta se siente en deuda con ellos, y eso es un motivo para seguir. En el caso de los entrenadores profesionales la clave está en la consecución del objetivo y tal vez se piensa menos en una trayectoria atlética. Habría que buscar románticos, pero que tuviesen una compensación, aparte de la satisfacción personal, por entrenar. De todas maneras no es solo cuestión de los entrenadores. En estos tiempos de pandemia, se habla mucho, con razón, del comercio y la hostelería, pero el mundo del deporte ha tenido un golpe brutal. Organizadores, médicos, fisioterapeutas, gimnasios, monitores, entrenadores, clubes… todos están sufriendo mucho y apenas se piensa en ellos. Los deportistas pierden la forma, pierden los patrocinadores. En el lado positivo, está la encomiable labor de la Federación, que fue capaz de organizar los campeonatos de España de todas las categorías. Yo estuve en el campeonato máster y la organización fue modélica. Eso sí, no nos podíamos ver fuera de la pista porque los circuitos estaban muy bien diseñados para que no coincidiésemos. Raúl Chapado está haciendo un gran trabajo. Está consiguiendo promocionar el atletismo, que estaba algo decaído.

El atletismo en Santiago de Compostela

Esther no está ligada al mundo del deporte solamente por ser atleta. Es técnico de deportes de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y, desde 2019, concejal de deportes del Ayuntamiento de Santiago. Esto le permite conocer de primera mano el estado del deporte en su ciudad.

P: Como nos has dicho, uno de tus logros fue hacer la mínima olímpica, aunque no resultaste seleccionada. ¿Por qué todavía no ha habido ningún deportista olímpico en Santiago?

R: Seguramente es una cuestión de falta de infraestructura, y no me refiero solo a instalaciones. En los años 80 y 90 la Universidad tenía un club y una escuela de atletismo. Había muchísimos atletas. Una tarde como la de hoy en el estadio se veían corredores de todas las modalidades, saltadores, lanzadores…  De la clase media sale lo excepcional y hubo atletas con posibilidades como Santiago Fraga, Manolo Gendra o, algo más tarde, Pedro Nimo. Hoy ya no existe el Club Universitario de Atletismo. La USC gestiona el atletismo a través de su Fundación, pero sus practicantes tienden a considerarla una actividad extraescolar. En el lado positivo, está el Club Atletismo Santiago que, con pocos medios, lo está haciendo muy bien.

P: Hace unos días el experiodista de El Correo Gallego Emilio Navaza denunciaba en su blog Vida atlética de Galicia el despropósito del Estadio Multiusos, cuyas pistas nunca se homologaron y apenas se han utilizado. ¿Cómo veis este problema desde el Ayuntamiento?

R: Había un proyecto para valorar una reforma que permitiese homologarlo, pero la pandemia lo frustró. En el momento en que se construyó el estadio el fútbol presionó muchísimo para que se acabase cuanto antes. Las pistas no se pudieron homologar por algunos problemas que se podrían haber resuelto en su momento, pero no hubo voluntad. Tengo mucho interés, tanto institucional como personal, para que las pistas tengan el uso que se merecen. No lo pierdo de vista. También el Estadio Universitario ha perdido la homologación, aunque esperamos que se recupere este mismo año.

Mariano García-Verdugo

Finalmente no podíamos dejar de hablar de quien ha conducido a Esther con mano sabia por el mundo del atletismo, su entrenador Mariano García Verdugo.

R: Mariano es mucho más que un entrenador para mí. Mi padre falleció cuando yo tenía veinte años y, de alguna manera, Mariano fue esa figura paterna ausente. Me encantó cuando se le hizo el homenaje sorpresa en 2012 con motivo de su jubilación. Creo que era necesario mostrarle lo mucho que le debemos los atletas. Mariano ha mejorado la vida de muchas personas. Es admirable su entusiasmo y su capacidad de trabajo. Cuando eres joven no lo valoras, pero las cosas no se hacen solas, un club, una escuela de atletismo. Detrás estaban las horas y horas que nos regalaba Mariano. Cuando hacíamos series en la Alameda, diluviando y con barro hasta las orejas, ahí estaba Mariano con su paraguas y su cronómetro animándonos. Uno de mis compañeros de trabajo fue lanzador de martillo y comenta a veces la de horas que se pasó con Mariano haciendo técnica. Y no es solo el momento de la técnica, sino las horas previas para adquirir el conocimiento que te permite saber que hay que corregir tres centímetros la posición del pie. Sorprende, a veces, el poco valor que le dan algunos atletas al entrenador. El buen entrenador te lleva a tu máximo potencial y sin entrenadores no hay atletismo. El entrenador te conoce. Es el pilar sobre el que se sustenta el atleta. Mariano me enseñó que el atletismo es el día a día y que solo si eres constante mejoras. También sabía perfectamente mi estado de forma en cada campeonato. Me decía que tenía que pasar en tiempos que no hacía en los entrenamientos. Y acertaba.

Terminamos la entrevista preguntando a Esther y a Raquel sobre el significado del atletismo en sus vidas.

Esther: El atletismo me ha dado tantas cosas que me resulta muy difícil imaginarme cómo habría sido mi vida sin él. Sin duda, peor. El atletismo me ha hecho mucho mejor como persona y me ha permitido conocer gente estupenda. Con las personas con las que entrenas y compites tienes una relación especial

Raquel: Es parte de mí como persona. Me ha enseñado grandes valores: responsabilidad, constancia, trabajo, sacrificio, empatía, compañerismo.

Esta es la historia de cómo el atletismo ha cambiado para mejor la vida de estas dos mujeres, de cómo Raquel, siguiendo el ejemplo de su madre, comenzó a practicar atletismo y cómo, tiempo después, la afición de Raquel arrastró a su madre, de nuevo, al mundo de la competición, donde está haciendo una labor superlativa.



Raquel en una competición reciente
Madre e hija con atuendos curiosos en una San Silvestre en Santiago

Esther Pedrosa y Raquel Suárez, cuando una conducta ejemplar acaba redundando en beneficio propio (I)

Esta entrevista se publicó inicialmente en el número 12, del mes de mayo, de la revista Somos atletismo. Agradezco a Esther la agradable conversación sobre atletismo que tuvimos durante una hora. Dado que se trata de una entrevista larga, en el blog ocupará dos entradas.

El atletismo es una parte integral de la vida de Esther Pedrosa Carrete (Santiago de Compostela, 19 de mayo 1961). Comenzó a practicar este deporte a los catorce años. Más de cuarenta y cinco años después continúa cosechando éxitos en la categoría máster.

Esther, cuya imagen no ha cambiado demasiado a lo largo de todos estos años, entrena seis días a la semana, los mismos que en sus mejores tiempos. Aunque resulta complicado saber si su mejor tiempo es el pasado o el presente. En los campeonatos de España absolutos, Esther fue oro en gran fondo (20 Km) en 1986 y bronce en 1985 y 1991, plata en 10 000 m en pista en 1986, 1987 y 1995, y en 3000 en sala en 1989 y 1990, y fue bronce en ruta 15 Km en 1989, maratón en 1987 y en 5000 m en pista en 1989. Se trata, sin duda, de un excelente palmarés, que completó con trece internacionalidades. Pero su carrera atlética tiene una segunda derivada. En 2009, tras ocho años de inactividad competitiva, no deportiva, Esther comenzó a entrenarse informalmente para acompañar a su hija Raquel Suárez Pedrosa (Santiago de Compostela, 11 de junio de 1982). Raquel, tras cinco años en Oviedo, donde se había licenciado en Ciencias Geológicas, volvió a Santiago y ya no tenía compañeras de entrenamiento.

Ese fue el inicio de una fructífera trayectoria en la categoría máster, en la que ostenta las plusmarcas españolas de 1500, 3000, milla, 10km y media maratón de categoría W55. Sus numerosos logros internacionales incluyen un oro en campo a través, una plata en 1500 y un bronce en 5000 pista aire libre en el Campeonato del mundo Málaga 2018, tricampeona de Europa en Madrid 2018en 1.500 y 3000 m en sala y en campo a través, plata en 1500, 3000 bajo techo y campo a través en Toruń 2019.

Raquel, por su parte, ha continuado compitiendo y ahora, entrenada por su madre, comparte con ella la categoría máster.

P: Esther, comienzas a entrenar a los catorce años, de la mano de tu profesora del Instituto Rosalía de Castro, María Luisa Peralta. Te lleva al Estadio Universitario, donde te presenta a su marido, Mariano García-Verdugo, quien sigue siendo tu entrenador. El atletismo es duro y los resultados no se consiguen inmediatamente. ¿Qué fue lo que motivó a aquella adolescente para que el atletismo acabase siendo fundamental en su vida?

R: En principio, el buen ambiente que había en el Estadio, entonces con una pista de ceniza de 333 m. Hice muy pronto un grupo de amigos, a los que vi crecer atléticamente conmigo. El salir a competir era otro motivo de alegría, el prepararse para un campeonato de España… Después, lo que me fascinó de este deporte fue el ver que el esfuerzo realmente merece la pena, porque te hace mejor. Si tienes paciencia, perseverancia, disciplina y trabajas duro acabas consiguiendo resultados impensables.

P: Porque tu principal rival en el atletismo…

R: …eres tú misma. Cada uno tiene un potencial que puede o no desarrollar, o hacerlo parcialmente. La mayor satisfacción es ver cómo te superas. Los buenos resultados en las competiciones son la consecuencia de la constancia, del esfuerzo diario. Y es muy interesante ver a dónde te lleva. Además el atletismo te da unos valores que puedes trasladar a muchas otras facetas vitales, para alcanzar la excelencia en tu profesión, para afrontar situaciones difíciles, para ponerle al mal tiempo buena cara… En definitiva, el deporte te hace más fuerte.

P: Sí, porque si el atletismo solo fuese trabajo duro, no sería tan complicado. También están las lesiones

R: Sí, gran fuente de frustraciones, pero saber gestionarlas también forma parte de este deporte. Las lesiones también te enseñan algo muy importante. Cuando estás parada por obligación, lo que más echas de menos no es ir a una gran competición y ganarla, sino poder volver a correr, aunque sea solo un poquito.

P: Empiezas a destacar muy joven, pero tu vida da un vuelco cuando en 1982, el año que se inauguran las pistas sintéticas del Estadio Universitario, nace Raquel y todo cambia.

R: Bueno, he de decir que tener a Raquel es lo mejor que me ha pasado en mi vida, pero cualquiera que sea madre o padre sabe que esto es así. Para mí fue un cambio tremendo. De repente pasé de ser niña a ser una señora. Pensaba que no estaría a la altura, pero no fue así y pude ser madre y atleta. De hecho, este cambio me hizo madurar. Me centré mucho más en el atletismo y menos en las conversaciones de grada pre y posentrenamiento. Entrené más y mejor y eso me hizo progresar.  Todo ello pese a que los primeros años de un niño son agotadores, pero los hijos sacan lo mejor de uno mismo.

P: Y tu hija se cría en el estadio. ¿Era inevitable que fuese atleta?

R: En realidad, yo nunca le dije que hiciese atletismo. Un día me dijo que quería empezar a entrenar y me pareció muy bien, pero me habría parecido lo mismo si hubiese decidido no hacerlo. Allá se fue con Pilar Veiga, la entrenadora de entonces. Una vez metida en el atletismo, me encanta que lo haya hecho. Después de todo, gracias a ella he vuelto a competir. Raquel ha tenido una trayectoria atlética desigual, porque su formación como geóloga y su posterior actividad laboral fueron bastante exigentes.

Raquel entra en escena

Raquel también ha tenido dos etapas en su carrera atlética, premáster y máster, donde continúa actualmente. En su primera etapa se dedicó sobre todo a los obstáculos, prueba en la que consiguió una medalla de bronce en el campeonato de España Universitario (2012) y 9º en el Nacional absoluto de 2006. En categoría máster ha sido tercera en el 2020 en el  Campeonato de España Máster F35 en la prueba de 1500 y octava en el 2021 en el Campeonato de España Master F35 de campo a través.

P: Raquel, desde muy pequeña acudías con tu madre al estadio. Era tu segunda casa. ¿Sentías que el atletismo era una parte de tu vida? ¿Lo integrabas en tu día a día con naturalidad?

R: Aprendí allí a caminar. Creo que con eso lo explico todo. La mayor parte de mis recuerdos son en el estadio de atletismo del campus universitario de Santiago de Compostela. Sentía y siento que el atletismo es la parte más importante de mi vida, de hecho no concibo mi vida sin practicar atletismo. Y no por el hecho de entrenar a muerte y competir y ser buena, cosa que nunca he sido, no, sino como parte de mi ser. La verdad es que no sé qué hace la gente en su tiempo libre si no entrena. Siempre ha sido una tragedia lesionarme y tener que parar un par de semanas, ya no por el hecho de perder la forma sino por no poder ir a entrenar. Lo cierto es que planifico mi día y mi año, vacaciones incluidas, en función del entreno y del calendario deportivo.

P: ¿Siendo muy niña, pensabas que todas las madres hacían atletismo?

R: No, sabía perfectamente que mi madre era muy especial. De hecho en ese momento pensaba que era la única madre del mundo que corría. Eran los años 80, las mamás iban con pintas de señora y por supuesto no usaban chándal.

P: ¿Era inevitable que fueses atleta?

R: Sin duda. Mi madre nunca jamás me dijo que entrenara. Sin embargo, sentía mucha presión por el entorno, porque todos me decían que de mayor tenía que ser como mi mamá y yo veía en casa que el atletismo era un deporte muy desagradecido y muy muy sufrido. Pero como era inevitable, con 13 años un día le pedí a mi madre si me podía apuntar a la escuela de atletismo del  Club Universitario de Santiago.

P: ¿Cómo te tomabas el atletismo? ¿Tenías la idea de igualar a tu madre o simplemente te gustaba correr con tu grupo de entrenamiento?

R: Nunca pensé en ser como mi madre. Simplemente iba a la pista a ver a mis amigos, entrenar, la verdad…, entrenaba muy poco. Afortunadamente siempre tuve entrenadores que nos trataron como a niños e íbamos a jugar. Y gracias a mis padres y mis entrenadores, que nunca me presionaron, ahora concibo este deporte como respirar, algo natural que tengo que hacer porque si no, me muero.

P: ¿Lo pasabas mal viendo correr a tu madre, cuando la veías sufrir, cuando le ganaban?

R: Fatal. En los maratones y medias maratones incluso lloraba al verla entrar en la meta. Ahora me sigue emocionando.

P: Cuando eras niña, ¿te preguntabas a ti misma para qué servía correr?

R: Jamás, al igual que nadie se pregunta para qué sirve darle patadas a un balón, cosa mucho más inútil, por cierto.

La expansión del fondo femenino

Esther vivió la época de expansión del fondo femenino, cuando en muy pocos años la prueba femenina oficial más larga pasó de ser el 1500 al maratón, con todas las distancias intermedias.

P: Esther, tú empezaste corriendo 1500 m, pero conforme las pruebas femeninas de fondo se iban alargando, tú te alargabas con ellas, hasta acabar corriendo maratón. ¿Cómo viviste ese cambio?

R: El 1500 se me quedaba algo corto. Mi entrenador me apretó todo lo que pudo por abajo y al llegar a los 21 años comencé a correr distancias cada vez más largas, que entonces eran una novedad en la categoría femenina. Pese a mis logros en la carretera (llegué a correr en 2h37:10), me gustaba más la pista. Además en Santiago es imposible encontrar un circuito llano y eso repercute en los ritmos. La prueba que más me gustaba eran los 5000 m, pero entonces se corría muy poquito. De hecho no fue olímpica hasta 1996. Entonces yo ya no estaba tan centrada en la pista. En 1988 y 1992, por paradójico que pueda parecer hoy día, las distancias femeninas de fondo en pista fueron los 3000 y los 10 000 m.

P: Hoy día eso resulta paradójico pero también es chocante que se pensase que las mujeres no podían correr distancias largas.

R: Yo creo que, equivocadamente, se trataba de proteger a la mujer. Se pensaba que éramos tan débiles que no podríamos correr largas distancias. Tampoco podíamos lanzar martillo, ni saltar pértiga, ni hacer triple salto, ni saltar obstáculos, ni marchar. También ha pasado en categoría máster hasta que hemos conseguido igualar los programas masculino y femenino. Evidentemente todas esas cautelas eran infundadas. No hay más que ver cómo hoy día el atletismo femenino se está aproximando a los 14 minutos en 5000 m y a los 29 en los 10 000. Es probable que en pocos años veamos campeonatos disputándose por debajo de esas marcas. En maratón la plusmarca femenina en carrera mixta está al filo de 2h14. Por cierto, a la World Athletics le falta cambiar en heptatlón femenino por el decatlón.

P: ¿Qué te ha faltado en el atletismo para lograr tu máximo potencial?

R: No creo que me haya faltado nada. Incluso llegué a hacer la mínima olímpica en 10 000 m para los Juegos de 1992 (33:40.32). Estoy muy satisfecha con lo conseguido, tanto en la primera como en esta segunda etapa.

P: Coincidiste con fondistas españolas de gran categoría como Pilar Fernández, Ana Isabel Alonso, Estela Estévez, Julia Vaquero… ¿Con cuál te quedas?

R: Sin ninguna duda con Julia. Además conozco cómo entrenaba en el INEF de La Coruña. En Galicia es complicado entrenar, por el terreno y las condiciones meteorológicas. Esa admirable su tesón y su pundonor. Y no lo tuvo nada fácil. Fue fantástica verla correr la final de 10 000 m de los Juegos de Atlanta.


Esther imponiéndose en el Europeo en sala de Madrid

Mariano García-Verdugo en su 70 cumpleaños

Santiago de Compostela, Estadio de la Residencia, una tarde cualquiera de primavera de los años 80, decenas de atletas se aplicaban a entrenar en las entonces renovadas instalaciones del Estadio. No había modalidad atlética que no tuviese participantes. Y allí, a cambio de nada o casi nada, en su tiempo libre, los entrenadores Javier Marcos (1952), Ricardo Gurriarán (1953) María Luisa Peralta (1951) y Mariano García-Verdugo (1948) hacían posible la apuesta de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) por el atletismo. Todos ellos ejercían de profesores de Educación Física en centros escolares, desde donde promocionaban el atletismo invitando a los chavales a practicar este deporte de forma reglada.

A finales de los años 60 la USC, por medio del catedrático de Fisiología Vegetal, entonces encargado de la sección de deportes y que posteriormente sería alcalde de Santiago, Ernesto Viéitez Cortizo (1921-2013),  había creado el Club Universitario de Atletismo (CUA). Con el fin de atraer deportistas se habían dotado una serie de becas para universitarios. Algunos ilustres atletas de entonces fueron los velocistas Ramón Magariños (1948) y Manuel Carlos Gayoso (1944), el triplista Francisco Castrillo (1952), el futuro preparador físico de la selección española de baloncesto Pepe Casal (1950) o el que sería Presidente del Gobierno Gallego, Fernando González Laxe (1952). El atletismo federado compostelano había tenido un precedente en la entonces joven Sociedad  Deportiva Compostela, donde militaron José María Caneda (1947), que acabaría presidiendo el club, ya sin sección de atletismo, o el periodista Emilio Navaza (1948), autor del blog Vida atlética de Galicia y durante muchos años reportero no oficial del CUA. En cualquier caso, la consolidación del atletismo universitario necesitaba de una infraestructura y para crearla Viéitez se fijó en un corredor de obstáculos que estaba terminado Educación Física llamado Mariano García-Verdugo.

Mariano García-Verdugo Delmas había nacido en Madrid el 30 de agosto de 1948. Hijo de un empleado de los Paradores Nacionales, pasó su infancia en diferentes localidades de la Península hasta que finalmente recaló en Pontevedra. Allí comenzó a practicar atletismo en el club Cisne y, poco después, se encontró con el que años más tarde Mariano definiría como su segundo padre, José Luis Torrado (1935), el Brujo, quien comenzó a entrenarlo de forma más metódica, ya en la Sociedad Gimnástica. Posteriormente sus aptitudes atléticas valieron a Mariano una beca en la Residencia Blume, donde simultaneó los entrenamientos con sus estudios en el recién inaugurado Instituto Nacional de Educación Física (INEF). De esa primera etapa como atleta son sus mejores marcas en 800 m, 1:53,2, 1500 m, 3:51,8, y 3000 m obstáculos, 9:10,4, prueba esta en la que representó a España en un encuentro internacional contra Italia en 1970.

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Mariano en su época de corredor de obstáculos

En 1972, recién licenciado en la segunda promoción del INEF, se trasladó a Santiago de Compostela, con el encargo de la Universidad para hacer una escuela de atletismo. Durante 15 años, Mariano simultaneó el trabajo en la USC con el de profesor de Educación Física en el colegio compostelano de La Salle, que se convirtió en una importante cantera del CUA. En 1988, con su nombramiento como Director del Área de Deportes de la USC, Mariano pudo dedicarse laboralmente a la USC a tiempo completo.

En la actualidad el Estadio de la Residencia de la USC se ubica en el llamado Campus Vida (antiguo Campus Sur). En los años 30, con diseño del arquitecto vigués Jenaro de la Fuente (1891-1963), había comenzado la construcción de un complejo de edificios, que inicialmente se iban a dedicar a residencia de estudiantes y profesores. Uno de los edificios del proyecto era un estadio multiusos, que incluía una pista de atletismo. El estadio, cuya fachada es de los años 50, no se acondicionó hasta 1966, con un campo de fútbol rodeado de unas pistas de ceniza de 333 m de perímetro, junto con fosos de saltos y jaulas de lanzamientos. Es esa situación, y compartiendo las instalaciones con el fútbol, Mariano y su mujer María Luisa, entre otros, sentaron las bases de la escuela de atletismo compostelana, inspirándose en el modelo de Salamanca. Entretanto, Mariano no se había olvidado de su condición de atleta. Dejó los obstáculos y se centró en el maratón, distancia que llegó a correr en 2h25:50 en 1979 y en la que también consiguió la internacionalidad.

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Los componentes del equipo español de maratón del Gran Premio de Europa de 1979 con Emil Zatopek, Gaston Roelans y Gaston Reiff. Mariano en el medio entre las dos leyendas belgas

Las facilidades para la práctica del atletismo mejoraron notablemente cuando en 1982 se remodeló el estadio de atletismo, dotándolo de pistas sintéticas de 400 m de perímetro y eliminando el campo de fútbol. En aquellos años, Mariano entrenaba una treintena de atletas, fundamentalmente medio fondistas y fondistas, pero también marchadores, lanzadores y saltadores. Trabajador incansable y con una enorme motivación por el deporte, tras terminar su labor en La Salle, a las 18, Mariano se dirigía al Estadio, donde supervisaba las series de los corredores, hacía la técnica con los saltadores de altura y, finalmente, se iba a la zona de lanzamientos para hacer la técnica con los lanzadores de martillo. No volvía a casa antes de las 21. Muchos fines de semana tocaba competición, por aquellas carreteras de los años 80. Un viaje Santiago Lugo (105 Km) era una odisea de dos horas. A todo ello había que sumar la labor de gestión del club, diseño de planes de entrenamiento y estudio de las cambiantes ciencias del deporte.

El mismo año de 1988 en que lo nombraron Director de Deportes de la USC, Mariano hizo su última incursion en el atletismo de competición, cuando preparó y terminó los 100 Km de Madrid en 7h32:52. Al año siguiente su carrera profesional dio un enorme salto. El flamante presidente de la Real Federación Española de Atletismo, José María Odriozola (1939) lo nombró responsable nacional del medio fondo. Mariano ocupó el cargo hasta 2012, lo que le permitió vivir en primera persona las principales competiciones atléticas de esos años y ensanchar sus ya vastos conocimientos sobre técnicas de entrenamiento. En total, acudió a 6 Juegos Olímpicos, 18 Campeonatos del Mundo y 17 Campeonatos de Europa. Con el tiempo, se fue centrando más en el medio fondo y el fondo y se convirtió en una referencia en este campo, sobre el que ha publicado numerosos libros.

Mariano fue entrenador de varios atletas internacionales, sobre todo medio fondistas y fondistas, Esther Pedrosa (1961), Pilar Barreiro (1971), Javier Fernández Feijoo (1959), Manuel García Gendra (1962), Jesús de la Fuente (1970)…, pero también hizo a José Luis Antas (1968), campeón de España sub21 de salto de altura en 1987, o guio los pasos del añorado lanzador de martillo (y jugador de balonmano) César González Fares (1960-2011). Esto, no obstante, fue solo la punta del iceberg. La principal labor de Mariano fue la que no salía del ámbito local, incluso personal.  Consiguió inculcar el gusto por el atletismo a muchas personas y que diesen lo mejor de ellos mismos, ya fuese haciendo 3:45, 3:50 o 3:55 por poner el ejemplo del 1500 m. Logró, sobre todo, que muchos jóvenes comprendiesen la esencia del atletismo: trabajo, sacrificio, disciplina y resultados diferidos.

Toda una vida dedicada al atletismo se merecía un reconocimiento. En 2012 con motivo de la jubilación de Mariano como Director de Deportes de la USC, cuatro de sus antiguos discípulos organizaron un homenaje secreto. Mariano se pensaba que iba a cenar con ellos cuatro, cuando se encontró sorpresivamente a 84 exatletas, colegas y amigos, otros 16 no habían podido acudir, que, en una cena muy emotiva, le expresaron su enorme agradecimiento por lo que había supuesto en sus vidas.

Tras su jubilación, Mariano continúa muy activo, tanto física como profesionalmente. Alterna la carrera con la elíptica, actividad a la que dedica dos horas diarias y continúa escribiendo, dando conferencias y atendiendo su página web.

Querido Mariano, te deseo un muy feliz cumpleaños, que cumplas muchos más y muchas gracias por haber mejorado la vida de tantas personas a las que enseñaste a amar el atletismo y a las que regalaste tantas horas de tu tiempo.