Sara Simeoni, paradigma de competidora de gran altura

El principal objetivo de cualquier atleta es dar lo mejor de sí en la mayor competición a la que pueda aspirar. Uno de los mejores ejemplos en el atletismo de alto nivel es el de la saltadora de altura italiana Sara Simeoni (1953), que fue capaz de realizar su mejor registro en los campeonatos de Europa al aire libre de 1971, 1974 y 1978 y en los Juegos Olímpicos de 1972 y 1976. En total fue finalista olímpica en cuatro ocasiones y medallista en tres, incluyendo un oro. Ninguna otra saltadora ha igualado este palmarés. Incluso en los Juegos Olímpicos de 1984 saltó 2.00 m por primera vez en seis años, tras unas temporadas previas llenas de problemas físicos.

Sara Simeoni nació en Rivoli Veronese, provincia de Verona, el 19 de abril de 1953. Cuando era niña su primer interés fue el ballet, pero la desecharon por ser demasiado alta y tener los pies demasiado grandes. Enseguida transformó ese desventaja en ventaja, pues comenzó con el salto de altura. El 1966 saltó 1.25 m con un extraño estilo, que fue puliendo hasta terminar en la entonces reciente técnica de Fosbury. Su primera gran competición internacional fueron los Campeonatos de Europa Junior (entonces sub19 en categoría femenina) de 1970, donde ocupó la quinta posición con 1.70 m, su mejor marca. Ese año fue por primera vez campeona italiana al aire libre. Lo sería un total de catorce veces, además de una en pentatlón y diez en pista cubierta.

Con 18 años logró clasificarse para el campeonato de Europa absoluto al aire libre de 1971, donde fue 9º con 1.78 m, 2 cm más que su mejor marca previa. En 1972 se presentó en los Juegos Olímpicos con una mejor marca de 1.80 m. En la final del salto de altura terminó 6ª con 1.85 m, la misma marca que la 4ª clasificada y a 7 cm de la sorprendente ganadora, la alemana de 16 años Ulrike Meyfarth (1956), que se impuso con plusmarca mundial de 1.92 m.

En los años siguientes, no obstante, la alemana se estancó y estuvo muchos años fuera de la élite, mientras Simeoni continuaba progresando sin pausa. En el Europeo al aire libre, con un salto de 1.89 m, 3 cm mejor que su plusmarca personal previa, ganaba la medalla de bronce. La ganadora fue la plusmarquista mundial, la alemana Rosemarie Ackermann (1952), entonces conocida por su apellido de soltera, Witschas, quien con 1.95 m añadía 1 cm a su plusmarca mundial. Ackermann, que saltaba con rodillo ventral, había sido 7ª en los Juegos Olímpicos. Ulrike Meyfarth ocupaba una discreta 7ª posición. Después del campeonato, la italiana superaría por primera vez 1.90 m.

Ackermann llegó a los Juegos Olímpicos de 1976 siendo plusmarquista mundial con 1.96 m, 6 cm más que el mejor registro de Simeoni, que seguía en 1.90 m. Sin embargo, con una competidora como la italiana, la plusmarca mundial no era ningún seguro. La final olímpica fue tremendamente reñida. Ambas atletas saltaron 1.91 m a la primera, que en el caso de Simeoni era su mejor marca. La italiana estaba por delante, pues la alemana tenía un nulo en 1.89 m. También la búlgara Yordanka Blagoeva (1947) superó 1.91, pero a la segunda. De las tres, tan solo Ackermann se elevó por encima de 1.93 m, al segundo intento, y se llevó el oro olímpico, con Simeoni plata y Blagoeva bronce.

El 26 de agosto de 1977 Rosemarie Ackermann hacía historia al convertirse en la primera mujer en superar los 2.00 m en el salto de altura. Simeoni también mejoró esa temporada, hasta 1.93 m. Sin embargo, su gran salto cualitativo ocurriría la temporada de 1978, cuando el 4 de agosto mejoraba la plusmarca mundial de la alemana con 2.01 m, 8 cm mejor que su registro de la anterior temporada. Se esperaba un gran duelo entre ambas saltadoras en el Europeo al aire libre de ese mismo año. Y la competición no defraudó. Simeoni hizo un nulo en 1.97 m, mientras Ackermann superaba a la altura a la primera. Con el listón en 1.99 m ya no quedaban más saltadoras. Aquí se invirtieron los papeles, con ambas por encima de este registro, pero la alemana con un nulo. El título se jugó en 2.01 m, la plusmarca mundial de entonces. Simeoni consiguió igualar su mejor salto a la segunda, mientras Ackermann hacía tres nulos.

La alemana encabezó la lista mundial de 1979 con 1.99 m, 1 cm más que Simeoni. Su siguiente gran duelo tendría lugar en los Juegos Olímpicos de 1980, pero para entonces Ackermann ya no estaba en su mejor momento. La italiana conseguiría su mayor éxito deportivo con el oro olímpico en Moscú, saltando 1.97 m. La alemana solo pudo ser 4º con 1.91 m. Tras su victoria olímpica, los problemas físicos hicieron que el rendimiento de Simeoni se volviese irregular. Aun así, pudo ser bronce en el Europeo al aire libre de 1982, con 1.97 m, la misma altura que la segunda, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958). La victoria fue para una renacida Ulrike Meyfarth, que superó con 2.02 m la plusmarca mundial. En el primer Mundial al aire libre de 1983, Simeoni no pasó a la final, que ofreció un gran duelo entre Bykova y Meyfarth, con victoria de la primera. Bykova, que entre 1983 y 1984 estableció tres plusmarcas mundiales, 2.03, 2.04 y 2.05 m no pudo tomar parte en los Juegos Olímpicos de 1984 por el boicot del Bloque del Este. En estos Juegos, la final de salto de altura femenino se convirtió en una dura pugna entre Meyfarth y Simeoni. Ambas franquearon los 2.00 m al primer intento y se quedaron solas en el concurso. La italiana no superaba esta altura desde 1978. En ese momento esta ocupaba la primera posición, pues había hecho menos saltos, con el mismo número de nulos en la misma altura. Sin embargo Meyfarth fue la única que pudo con los 2.02 m y se hizo con el oro olímpico.

Simeoni siguió compitiendo hasta 1986, año en que aún pudo saltar 1.94 m, si bien no pasó de la clasificación en el Europeo al aire libre. Además fue campeona de Europa en sala en cuatro ocasiones, dos veces campeona mundial universitaria y otras dos veces vencedora en los Juegos del Mediterráneo. Siempre dando lo mejor de sí en la alta competición, sin duda Sara Simeoni es el ejemplo de cómo sacar el mejor partido de sí misma.

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Viktor Saneyev, una trayectoria de oro

El comienzo de este 2022 nos ha dejado una noticia triste. El día 3 de enero fallecía Viktor Saneyev (1945-2022), el atleta georgiano de origen ruso que consiguió tres medallas de oro olímpicas en triple salto. En realidad su recorrido atlético ha sido incluso más amplio. Entre campeonatos de Europa al aire libre, en pista cubierta y Juegos Olímpicos, en catorce finales en que tomó parte, ganó once medallas de oro y tres de plata.

Viktor Danilovich Saneyev nació el 3 de octubre de 1945 en el seno de una modesta familia rusa en la ciudad georgiana de Sujumi, hoy capital de la no reconocida República de Abjasia. Comenzó a practicar atletismo a los once años, prestando más atención al salto de altura. En 1963 decidió concentrarse en el triple salto, tras un registro de 14.88 m. Se dio a conocer internacionalmente con su victoria en la final de la Copa de Europa de 1967, con un salto de 16.67, su mejor marca, representando a la Unión Soviética. Ese año también saltó 7.90 m en longitud. En 1968 mejoró hasta 16.87 m, cerca de la plusmarca mundial del polaco Józef Szmidt (1935), 17.03 m. Con ese salto, Saneyev se convertía en uno de los favoritos para el oro en los Juegos de México. Sobre el papel, sus principales rivales serían el finlandés Pertti Pousi (1946), con 17.00 m, y el italiano Giuseppe Gentile (1943), con 16.74m.

La competición de triple salto en México fue la mejor de la historia. La fase de clasificación tuvo lugar el 16 de octubre. La mínima para entrar en la final se estableció en 16.10 m. Saneyev hizo un primer salto de 16.22 m y se fue a la ducha. Gentile necesitó un segundo salto, tras un primer nulo. Se fue a 17.10 m, nueva plusmarca mundial, a las 11:10 de la mañana. Pousi se quedó fuera de la final con unos pobres 15.84 m. Al día siguiente por la tarde se celebraba la final. Gentile pareció cerrar la competición con un salto de 17.22 m en el primer intento. El segundo mejor salto de esa primera ronda fueron los 16.71 m del senegalés Mansour Dia (1940). Pero lo mejor estaba por llegar. Saneyev, que se había quedado en 16.49 m en su primer intento, mejoró hasta 16.84 m en la segunda ronda. Al término de esta tanda ocupaba la tercera posición, tras Gentile y el brasileño Nelson Prudêncio (1944-2012), que mejoraba largamente con 17.05 m, sus mejor marca previa de 16.32 m. Todo cambió en la tercera ronda. Saneyev se colocaba en cabeza con la segunda plusmarca mundial de la tarde, 17.23 m. Entretanto, Gentile seguía con un solo salto válido. Saneyev hizo unos buenos 17.02 m en la cuarta ronda, en la que no hubo cambios. La quinta tanda supuso un nuevo vuelco, con otra plusmarca mundial, cuando Prudêncio se fue a 17.27 m. La réplica de Saneyev fue muy corta, 16.81 m. Le quedaba un intento. Gentile solo había sido capaz de hacer un salto válido más, el quinto, de 16.54 m, Prudêncio hizo unos buenos 17.15 m. Saneyev no desaprovechó la oportunidad y cerró la competición con la cuarta plusmarca mundial de la tarde, 17.39 m. Szmidt, campeón olímpico en las dos anteriores ediciones, fue séptimo, con 16.89 m, y vio cómo los cinco primeros habían superado los 17.03 m, que tenía como tope universal hasta el día anterior. No cabe duda de que la altitud y el tartán desempeñaron un papel clave en la mejora de los registros, pero México supuso un punto de inflexión para la prueba. A partir de entonces saltar más lejos de 17 metros comenzó a ser la norma en las grandes competiciones.

Para Saneyev, México fue el primero de una serie de éxitos que durarían más de una década. En 1969 se impuso en el Europeo al aire libre con 17.34 m, muy cerca de su plusmarca mundial, casi medio metro más que el segundo. En 1970 ganó su primer oro europeo en sala. Repetiría en 1971, 1972, 1975, 1976 y 1977. En 1971 resultó derrotado en el Europeo al aire libre por el alemán Jörg Drehmel (1945), 17.16 frente a 17.10 m, en ambos casos con viento a favor excesivo. En 1972, el georgiano renovaba su oro olímpico conseguido cuatro años antes, esta vez con menos dificultad. Un salto inicial de 17.35 m ya no lo apeó de la cabeza. Además realizó un tercero de 17.19. En la quinta ronda Drehmel, con 17.31 m, se le acercó peligrosamente, pero el alemán no fue capaz de ir más allá. Tercero fue Nelson Prudêncio, con 17.05 m. Tras los Juegos, el 17 de octubre, en Sujumi, su ciudad natal, al nivel del mar, recuperaba la plusmarca mundial con 17.44 m. El año anterior el cubano Pedro Pérez (1952-2018) había saltado en la altitud de Cali, Colombia, 17.40 m.

Los éxitos continuaron para Saneyev, absoluto dominador de la prueba en la mayor parte de los años 70. En 1974 se proclamó por segunda vez campeón de Europa con 17.23 m, 55 cm más que el segundo clasificado. En 1975 perdió definitivamente la plusmarca mundial, cuando el brasileño João Carlos de Oliveira (1954-1999), en México, se fue a 17.89 m. No pudo, sin embargo, Oliveira, superar a Saneyev en los Juegos Olímpicos de 1976. El georgiano se colocó en cabeza en la tercera ronda con 17.06 m, el primer salto de todos los participantes por encima de los 17 metros. En la siguiente tanda, sin embargo, el estadounidense James Butts (1950) lo superaba con 17.18 m. Este se repuso en la quinta ronda, con un salto ganador de 17.29 m. De Oliveira fue bronce con 16.90 m.

El dominio de Saneyev comenzó a declinar a partir de 1977. En 1978, ya con 32 años, aún fue capaz de ganar la medalla de planta en el campeonato de Europa al aire libre. En una final sin saltos por encima de 17 metros, se quedó, con 16.93 m, a 1 cm del ganador, el serbio, entonces yugoslavo, Miloš Srejović (1956). El cierre de la carrera deportiva de Saneyev llegó en 1980, con los Juegos Olímpicos de Moscú. El boicot de los países occidentales no afectó demasiado a la prueba de triple salto, aunque no estaba el estadounidense Willie Banks (1956), acreditado en 17.23 m el año anterior el México. Las autoridades deportivas soviéticas estaban decididas a conseguir que Saneyev igualase los cuatro oros olímpicos en al misma prueba del discóbolo estadounidense Al Oerter (1936-2007). El prestigio del georgiano era tal, que resultó el elegido para entrar con la antorcha en el estadio olímpico, algo que, normalmente, se reserva para deportistas retirados. Desgraciadamente la gestión excesiva de los federativos locales dio lugar a una final bochornosa. Los encargados de controlar la prueba fueron jueces exclusivamente soviéticos. De los doce saltos de Oliveira y del australiano Ian Campbell (1957) dieron solamente tres válidos. Los saltos anulados injustamente habrían permitido a ambos copar las dos primeras plazas del podio, con marcas probables de alrededor de 17.90 m para el brasileño y 17.60 m para Campbell. Sin embargo, ni aun así consiguieron que la victoria fuese para Saneyev. El ganador fue el estonio, representando a la Unión Soviética, Jaak Uudmäe (1954), que se fue a 17.35 m en su tercer salto. Saneyev acreditó 17.24 m en su último salto, su mejor prestación desde 1976, lo que le permitió sobrepasar por dos centímetros a de Oliveira.

Saneyev se retiró ese mismo año olímpico de 1980. Desde entonces, tan solo el estadounidense Carl Lewis (1961), con cuatro oros en el salto de longitud, lo ha superado. El jabalinista checo Jan Železný (1966) fue capaz de igualar la prestación de Saneyev, con una plata y tres oros olímpicos, si bien el puesto real del exsoviético en sus últimos Juegos fue probablemente el cuarto. Saneyev, ingeniero agrónomo de profesión, trabajó como técnico de atletismo para el equipo nacional soviético y para su club, el Dinamo de Tblisi. Tras la disolución de la Unión Soviética, tuvo serios problemas económicos, por lo que emigró con su familia a Australia, donde trabajó hasta de repartidos de pizzas, antes de encontrar trabajo como profesor de Educación Física y posteriormente como entrenador de saltos. Murió el su casa de Sídney el 3 de enero de 2022

Alberto Juantorena, el doblete inédito de «El Caballo»

A lo largo de la historia del atletismo, tan solo algunos atletas han sido capaces de hacer compatibles las pruebas de 400 y 800 m. En la primera mitad del siglo XX, al menos 5 corredores de alto nivel tuvieron éxito en ambas pruebas. El estadounidense Edward Ted Meredith (1892 – 1957) fue plusmarquista mundial en ambas distancias con 47,4 y 1:51,9. Fue oro olímpico en 1912 en las dos vueltas y en el relevo largo. Su compatriota Ben Eastman (1911 – 2002) también consiguió el tope universal en las dos pruebas, 46,4 y 1:49,8. Fue plata olímpica en 400 m en 1932. Hasta la fecha el último plusmarquista mundial de ambas pruebas fue el alemán Rudolf Harbig (1913 – 1944), con 46,0 y 1:46,6. La Segunda Guerra Mundial, que acabó con su vida, le impidió asaltar el oro olímpico. Los Juegos se reanudaron en 1948, con el doble duelo en 400 y 800 m entre el jamaicano Arthur Wint (1920 – 1992) y el estadounidense Mal Whitfield (1924 – 2012). El isleño fue oro en 400 m y plata en 800, mientras su rival se hizo con el oro en 800 m y en el relevo largo y el bronce en 400. En 1952 se repitió el resultado en los 800 m. En la prueba individual de 400 m Wint fue 5º y Whitfield 6º. Ambos formaron parte del relevo 4 x 400 m de su país, prueba en la que se impuso brillantemente Jamaica a los Estados Unidos.

Tras los Juegos de 1952, los mejores corredores de 800 fueron cambiando de forma de entrenar, prestando más atención a las condiciones aerobias, lo que fue convirtiendo la prueba de las dos vueltas en más compatible con la milla y los 1500 m. Aún en los 50 y primeros 60, el estadounidense Tom Courtney (1933), oro olímpico en 1956 en 800 m, lo fue también en 4 x 400, el jamaicano George Kerr ( (1937 – 2012) fue bronce olímpico en 400 y 800 m, y el belga Roger Moens (1930) plusmarquista mundial de 800 m, 1:45,7, y plata olímpica en 1960 había sido varias veces campeón nacional de 400 m. Pero el corredor de 800 m estaba cambiando, con la irrupción del neozelandés Peter Snell (1938), primer doblete olímpico en 800 y 1500 m, en 1960, desde 1920. Snell ya había sido campeón olímpico de las dos vueltas en 1960 y tenía las plusmarcas mundiales de esta prueba, 1:44,3, y de la milla, 3:54,1. Los 800 m se estaban convirtiendo en patrimonio de milleros. Y era un millero, el estadounidense Rick Wohlhuter (1948), el favorito para hacerse con el oro olímpico en 1976. Tras imponerse brillantemente en las pruebas de selección de su país, Wohlhuter, estaba decidido a intentar el doblete en las dos distancias de medio fondo. Era el plusmarquista mundial de las 880 yardas, con 1:44,1, equivalente a 1:43,4 en 800 m, superior a los 1:43,7 que el italo-surafricano Marcello Fiasconaro (1949) tenía oficialmente como plusmarca mundial. Además, el estadounidense había corrido en 3:36,4 los 1500 m y en 3:53,3 la milla. Era el gran favorito en los 800 m, donde nadie pareció reparar en un cubano, excelente corredor de 400 m y ex jugador de baloncesto, pese a que ya había acreditado 1:44,9 ese mismo año.

Alberto Juantorena Danger había nacido en Santiago de Cuba el 21 de noviembre de 1950. Con 1,88 m de estatura, comenzó simultaneando el baloncesto con el atletismo, con preferencia por el primero. Su rendimiento en el deporte de la canasta, sin embargo, no fue bueno. En 1971, en entrenador polaco Zygmunt Zabierzowski (1916 – 1978) lo convenció para dedicarse a los 400 m. El joven Alberto aceptó y tan solo un año después corría en 45,94 y era semifinalista en los Juegos Olímpicos de 1972. En 1973 fue, con 45,36, campeón mundial universitario y, en 1975, plata en los Juegos Panamericanos, con su mejor marca de 44,80, por detrás del estadounidense Ronnie Ray (1954), 44,45.

Zabierzowski logró convencer a un reticente Juantorena para tomar parte, además de en los 400, en los 800 m de los Juegos de Montreal. Como se dijo anteriormente se presentó en la capital de Québec con 1:44,9 de ese mismo año, un gran crono, que nadie tuvo muy en cuenta por su falta de experiencia en la prueba. De los favoritos se había caído el keniano Mike Boit (1949). Boit, que acreditaba 1:43,79 del año anterior, marca probablemente mejor que la plusmarca de Fiasconaro, no pudo tomar parte en los Juegos por el boicot que realizaron a los Juegos la mayoría de los países africanos. La primera ronda de los 800 m tuvo lugar el 23 de julio. Había tres rondas en tres días. Wohlhuter impresionó con 1:45,71 en la primera serie. Juantorena ganó la 4ª con 1:47,15. En las semifinales, al día siguiente, Juantorena se impuso en la primera con 1:45,88 y el estadounidense en la segunda con 1:46,72. Les acompañaban en la final el belga Ivo van Damme (1954), 1:45,07 de ese año, el campeón de Europa, el entonces yugoslavo, hoy croata, Luciano Sušanj (1948), el subcampeón de Europa, el británico Steve Ovett (1955), el alemán Willie Wülbeck (1954), el italiano Carlo Grippo (1955) y el indio Sriram Singh (1948). La final, el 25 de julio, se inició muy rápido, con los atletas por calles los primeros 300 m. En la calle libre, Juantorena se colocaba momentáneamente en la primera posición, pero se vio sobrepasado por Singh, que dio paso al primer 400 en 50,85. A falta de 300 m, Juantorena recuperaba la cabeza con Wohlhuter y van Damme detrás de él. Wohlhuter trató de igualar el cubano en la última curva pero no pudo con su empuje y acabó perdiendo al segunda plaza en favor de van Damme. Con su potente zancada, Juantorena cruzó la meta en 1:43,50, nueva plusmarca mundial. van Damme fue plata con 1:43,86 y Wohlhuter bronce con 1:44,12.

Sin tiempo para recuperarse, Juantorena se enfrentaba al día siguiente, en sesiones de mañana y tarde, a las dos primera rondas de los 400 m, prueba en la que poco antes de los Juegos, había acreditado 44,70, su plusmarca personal. Reservando fuerzas se clasificó sin problemas para la semifinal del 28 de julio, que ganó con 45,10. Sus principales rivales en la final serían los estadounidenses Fred Newhouse (1948), Herman Frazier (1954) y Maxie Parks (1951) y el británico David Jenkins (1952), todos con mejores marcas por debajo de 45,00. La final del 29 de julio era la 7ª carrera del cubano en 6 días, pero esto no le pesó en absoluto. Corriendo por la calle 2, entró segundo en la recta final, pero acabó imponiéndose en 44,26, 3ª mejor marca de la historia y mejor marca de siempre al nivel del mar. Newhouse fue plata, 44,40, y Frazier bronce, 44,95.

Juantorena consiguió un doblete inédito. En su momento se habló incluso de hazaña imposible, en dos distancias fisiológicamente incompatibles. La actuación del cubano fue ciertamente superlativa, con dos oros, una plusmarca mundial y otra mejor marca oficiosa al nivel del mar. También es cierto que desde entonces ningún corredor de élite ha hecho compatibles ambas pruebas. Sin embargo, como ya se ha señalado al principio de este artículo, sí hubo otros atletas que se quedaron muy cerca de conseguir los oros olímpicos de estas dos pruebas.

El cubano dio por terminada la temporada con un 7º puesto en la final olímpica de 4 x 400. Wohlhuter y van Damme sí tomaron parte en varias carreras de las reuniones posolímpicas del circuito europeo, donde se vieron sorprendidos por un apabullante Mike Boit. El keniano mostró que estaba en condiciones de haber disputado el oro olímpico a Juantorena, pues consiguió dos victorias, en Zúrich el 18 de agosto, derrotando a los dos medallistas olímpicos, y en Berlín el 20, con 1:43,90 y 1:43,57 respectivamente. El año se cerró con una terrible noticia. El 29 de diciembre Ivo van Damme se dejaba la vida en la carretera a los 22 años. Plata olímpica en 800 y 1500 m, sin duda la historia del mediofondo de finales de los 70 y principios de los 80 se habría escrito de forma diferente con él.

Boit tuvo la oportunidad de enfrentarse a Juantorena al año siguiente, en 1977, en dos ocasiones. Antes, el 21 de agosto, Juantorena había arañado unas centésimas a su plusmarca mundial, al imponerse en los 800 m de la Universiada con 1:43,44. Tres días después, en Zúrich, el keniano y el cubano protagonizaron un excelente duelo. Juantorena superó a la liebre y pasó la primera vuelta en 49,6. Boit se le acercó en la contrarrecta pero no pudo seguirlo mucho más. El campeón olímpico consiguió la victoria con 1:43,64, 1 segundo exacto menos que su rival. El segundo enfrentamiento tuvo lugar en Düsseldorf, donde se celebraba la primera Copa del Mundo. Como en Montreal el año anterior, el indio Sriram Singh encabezó la primera vuelta, en 52,31, con Juantorena inmediatamente detrás y Boit en tercera posición. A falta de 300 m, Juantorena se colocó primero, pero Boit no le perdió la rueda. La recta final resultó disputadísima. A falta de 30 m parecía que el keniano podía superar al cubano, pero este resistió y se impuso en 1:44,04, 0,1 menos que su rival. Dos días después, Juantorena se hacía también la victoria en los 400 m.

La temporada de 1978 fue la última en la que el cubano rayó a gran altura. Se proclamó campeón de 400 y 800 m de los Juegos Centroamericanos y del Caribe celebrados en la ciudad colombiana de Medellín, donde consiguió su segunda mejor marca de siempre en 400 m, 44,27A. En 800 m registró 1:44,38, tiempo superado en la lista mundial del año por el alemán Olaf Beyer (1957) y dos jóvenes británicos que darían mucho que hablar Steve Ovett y Seb Coe (1956).

A partir de 1979, los continuos problemas físicos de Juantorena hicieron que su rendimiento descendiese mucho. Fue 4º en la final olímpica de 400 m de 1980, sin atletas estadounidenses, en la que el entonces soviético, hoy ruso, Viktor Markin (1957) se impuso con plusmarca europea de 44,60, mejor marca mundial de ese año. En 1982 volvió a vencer en los 800 m de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. En 1983 se lesionó tras haberse clasificado para la semifinal del primer campeonato del mundo de 800 m. Se retiró al año siguiente, tras haberse proclamado vencedor de los Juegos de la Amistad, la competición con la que los países del Este contraprogramaron los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, que habían boicoteado. Su despidió de la alta competición tomando parte en varias reuniones del circuito europeo.

Licenciado en Económicas y bien integrado en el régimen cubano, Juantorena ha ocupado varios cargos de gestión deportiva tanto en el Gobierno de su país con en su federación de atletismo. Es también directivo de la IAAF y del Comité Olímpico Internacional. Su hazaña en los Juegos de Montreal con su amplia zancada persiste en la memoria de los aficionados. Es habitual ver la imponente figura del cubano entre el público de los grandes campeonatos, donde sigue firmando autógrafos y posando para fotos con admiradores.

Irena Szewińska, la dama de la velocidad

Hace unos días nos dejó la exatleta polaca Irena Szewińska. Szewińska fue una de las mejores velocistas de todos los tiempos, ganadora de siete medallas olímpicas, 3 de oro, y plusmarquista mundial, aunque no simultáneamente, de 100, 200 y 400 m. Ningún otro atleta, hombre o mujer, ha podido conseguir este monopolio de la velocidad.

Irena Szewińska nació como Irena Kirszestein en Leningrado (hoy San Petersburgo) el 24 de mayo de 1946. Su padre, de Varsovia, y su madre, de Kiev, se habían conocido en Samarkanda (Uzbekistán) donde ambos estudiaban. En 1947, tras el fallecimiento de su padre, la familia se trasladó a Varsovia. Adoptó el apellido de su marido, el exvallista y fotógrafo deportivo Januzs Szewińska, cuando se casó en 1967. Szewińska comenzó a practicar atletismo a los 7 años. En 1960 el triple oro olímpico en 100, 200 y 4 x 100 de la estadounidense Wilma Rudolph (1940-1994), una mujer procedente de un entorno absolutamente desfavorecido, le sirvió como inspiración para su fructífera futura carrera atlética. No tardaría mucho en emularla, pues 4 años después, acudió a los Juegos de Tokio para tomar parte en las pruebas de 200 m, salto de longitud y relevos 4 x 100. Su actuación fue excelente. Ganó la plata en los 200 m, con marca personal y plusmarca europea de 23,1 (23,13), superada por la estadounidense Edith McGuire (1944), 23,0 (23,05).  En la longitud también se hizo con la plata con mejor marca personal de 6,60, por detrás de la británica Mary Rand (1940), quien con 6,76 m se convertía en la nueva plusmarquista mundial. En el relevo consiguió mejorar sus actuaciones individuales. El equipo polaco formado por ella misma junto con Teresa Ciepły (1937 – 2006), Halina Górecka (1938) y Ewa Kłobukowska (1946) batió al estadounidense en la final con una nueva plusmarca mundial de 43,6 (43,69). Posteriormente la plusmarca se anularía, aunque se mantuvo el oro olímpico. Kłobukowska tenía una anomalía genética, un raro mosaicismo XX/XXY. Algunas de su células albergaban un cromosoma masculino. Entonces se consideraba motivo suficiente para dudar de la feminidad de una atleta y Kłobukowska resultó suspendida de por vida y sus plusmarcas anuladas. Esta anulación no se extendió a sus actuaciones en campeonatos.

Con tan solo 18 años, la joven Irena salía de Tokio con tres medallas olímpicas. Al año siguiente, 1965, conseguía su primera plusmarca mundial individual. El 9 de julio en Praga corría los 100 m en 11,1, superando los 11,2 de Wyomia Tyus (1945) de la final olímpica de Tokio. En la carrera de Praga, Ewa Kłobukowska consiguió el mismo tiempo que Szewińska, posteriormente anulado. Poco después, el 8 de agosto, se celebró en Varsovia un encuentro internacional entre Polonia y Estados Unidos. Szewińska derrotó en la carrera de 200 m a las campeonas olímpicas de 200, Edith McGuire, y de 100 m, Wyona Tyus, con un nuevo tope mundial de 22,7. Ese año fue doble campeona mundial universitaria de 100 y 200 m.

En 1966 se celebraban los campeonatos de Europa en Budapest. En la capital húngara, Szewińska, con 20 años, tuvo otra magnífica actuación, con las victorias en 200 m, salto de longitud y relevos 4 x 100 m. Tan solo se le escapó el oro en los 100 m, prueba en la que la derrotó Kłobukowska. Tras un año de 1967 sin grandes campeonatos, Szewińska acudió a los Juegos de México de 1968 con la intención de disputar los 4 oros en las pruebas de velocidad corta, el relevo corto y el salto de longitud. Las cosas no resultaron como ella había previsto. Pese que, con 6,67 m, había mejorado poco antes de los Juegos su plusmarca personal, no pasó de la fase de clasificación con unos pobres 6,19 y dos nulos. La última atleta en entrar en la final había saltado 6,30 m. Mejoró notablemente en los 100 m, donde hizo marca personal de 11,1 (11,19), pero fue insuficiente para superar a las estadounidenses Tyus, 11,0 (11,08) y Barbara Ferrell, 11,1 (11,15). La juvenil australiana Raelena Boyle (1951) fue 4ª con 11,1 (11,20). A Szewińska le quedaban los 200 m como última oportunidad de oro individual y no la desaprovechó. Su victoria con nueva plusmarca mundial de 22,5 (22,58) fue inapelable, con Boyle, plata, 22,7 (22,74), y su compatriota Jennifer Lamy (1949), bronce, 22,8 (22,88). Ferrell y Tyus fueron 4ª y 6ª. La prueba tuvo un nivel altísimo con cuatro mujeres por debajo de los 23,00.

Pese a este enorme oro en 200 m, es probable que los Juegos de México dejasen en la polaca un sabor agridulce. Tras la decepción de la longitud, aún quedaba la del relevo, en el que el equipo polaco no pudo defender su título olímpico por un mal cambio con caída del testigo en las semifinal. En 1969 la Asociación Europea de Atletismo trató de hacer los campeonatos de Europa al aire libre bienales. Se celebraron ese año y en 1971, pero en 1974 se volvió a los campeonatos cuatrienales, hasta 2010. Szewińska no tomó parte en los campeonatos de Europa de ese año y se retiró temporalmente en 1970 para dar a luz a su primer hijo,  Andrzej, que posteriormente sería jugador internacional de balonvolea. Volvió a la actividad atlética en 1971. En el Europeo de Helsinki fue bronce en 200 m, 5ª en salto de longitud y 6ª en 100. La vencedora en ambas pruebas fue el nuevo fenómeno de la velocidad femenina, la alemana Renate Stecher (1950). Stecher repetiría el doblete en los Juegos Olímpicos de Múnich al año siguiente. Szewińska, que no pudo llegar a la final de los 100 m, fue bronce en 200. Con 26 años y tres participaciones olímpicas, parecía que sus mejores días ya habían pasado. Nada más lejos de la realidad. La polaca aún tenía reservadas actuaciones memorables.

En 1973 mantuvo un buen tono con registros de la temporada de 11,1 y 22,7. Ese año Stecher se convertía en la primera mujer en correr por debajo de 11,0, con plusmarcas mundiales de 10,9 y 10,8, mientras en 200 se iba a 22,1 (22,38). La polaca no parecía rival para ella. Pero esa era una impresión equivocada. El 13 de junio de 1974, en Postdam, ambas atletas se enfrentaron en la distancia de 200 m, prueba en la que la alemana llevaba 4 años imbatida. Szewińska no solo ganó, sino que superó, con 22,0 (22,21) la plusmarca mundial de la alemana. El 1 de enero de 1977, este registro de 22,21 se convirtió en la primera plusmarca mundial eléctrica, únicas válidas a partir de entonces. Unos días después, el 29 de junio en Varsovia, Szewińska mejoraba en 100 m hasta 10,9. Menos de un mes después, el 22 de julio, en la misma capital polaca, Szewińska superaba por más de un segundo la plusmarca mundial de 400 m con 49,9, primer registro sub50,0 de la historia. En los campeonatos de Europa, la polaca no dio opción a Stecher y la batió tanto en los 100, 11,13 frente a 11,23, como en los 200 m, 22,51 frente a 22,58. La alemana tuvo que conformarse con dos platas.

 

Szewińska tenía intención de correr los 200 y los 400 m en los Juegos de Montreal, pero como el horario no era compatible eligió la distancia más larga. El 9 de mayo de 1976, perdió la plusmarca mundial de 400 m a manos de la alemana Christina Brehmer (1958) con un tiempo de 49,77. Poco antes de los Juegos, el 22 de junio en Bydgoszcz, Szewińska la recuperaba con un registro de 49,75. Se vislumbraba un gran duelo en la final olímpica entre la polaca de 30 años y la alemana de 18. Sin embargo, a la hora de la verdad, la experiencia de Szewińska resultó decisiva y el duelo lo fue menos. Brehmer lideró la prueba durante más de la mitad del recorrido, pero en la última recta emergió la polaca, quien no dio opción y se llevó el oro con una nueva plusmarca mundial de 49,29. Siete finalistas corrieron por debajo de 51,00.

La final olímpica de 400 de 1976 a partir de 1:25

El 1977 volvió a liderar las listas mundiales de 200 y 400 m, pruebas en las que venció en la primera Copa del Mundo, derrotando respectivamente a las pujantes alemanas Barbara Eckert (1955) y Marita Koch (1957). Esta última prueba resultó especialmente competida con las dos atletas por debajo de 50,00, 49,52 frente a 49,76. La alemana, en cabeza hasta los últimos 20 m, acabó cediendo ante el acoso de la polaca. Ese año también hizo una incursión en los 400 m vallas, entonces novedosa en categoría femenina. Realizó 56,62, 4º mejor registro de ese año, a 0,99 de la plusmarca mundial.

Szewińska aún fue bronce en los 400 m en sus últimos campeonatos de Europa, en 1978, poniendo fin a su racha de 34 victorias consecutivas en la prueba desde 1974. Fue olímpica por quinta vez en Moscú, en 1980, pero no pudo llegar a la final de la vuelta a la pista. Se retiró ese mismo año, tras 16 años en la élite mundial. Comenzó su carrera atlética enfrentándose a Wyomia Tyus y acabó haciéndolo con Marita Koch. Siempre fue capaz de dar lo mejor de sí misma con la presión de la alta competición. En 1970 se había licenciado en Administración de Empresas en la Universidad de Varsovia. Fue Presidente de la Federación Polaca de Atletismo de 1997 a 2009 y miembro de la IAAF desde 1998 hasta su fallecimiento, ocurrido el 29 de junio de 2018. Fue sin duda una de las grandes de siempre y una dama del atletismo durante y después de su época competitiva.

Mo Farah iguala con 4 oros a Lasse Virén

Mohamed Muktar Jama Farah (1983) ha cumplido sus objetivos de ganar los oros en 5 y 10 Km en estos Juegos y de convertirse en el segundo atleta en repetir título en ambas pruebas. Farah nos tenía acostumbrados a carreras lentísimas. El año pasado en el Mundial de Pekín corrió el 5000 en 13:50,38, la marca ganadora más lenta de las 15 ediciones del campeonato, haciendo el último 1000 a ritmo de 1500, en 2:19,80. El 21 de agosto en Río hizo la mejor marca de las competiciones que ganó, 13:03,30, acabando otra vez rapidísimo, en 2:23,92. El incombustible Bernard Lagat (1974), que ya fuera bronce en 1500 en 2000, ocupó la 5ª plaza con 13:06,78. Y también cabe destacar como excelente la 6ª plaza del británico Andrew Butchart (1991), con marca personal de 13:08,61. Hacía 24 años que un británico de origen no africano no entraba entre los 8 primeros en un 5000 olímpico.

Con este resultado Farah iguala al finlandés Lasse Artturi Virén (Myrskilä, 22 de julio de 1949), que en 1972 y 1976 fue oro en 5 y 10 000m. Antes que Virén, otro finlandés, Paavo Nurmi (1897-1973), había sido 2 veces campeón de 10 000 (1920 y 1928), 1 vez de 5000 (1924) y 2 veces subcampeón de 5000 (1920 y 1928). Nurmi ganó otros 6 oros, 1 en 1500m (1924) y 5 en pruebas que ya no se disputan (cross y 3000m por equipos) . El checo Emil Zatopek (1922-2000) fue dos veces campeón de 10 000m (1948 y 1952) y una de 5000m (1952). En 1948 había ganado la plata en los 5 Km. En 1952 fue además campeón olímpico de maratón. Virén era un corredor capaz de soportar ritmos muy altos (fue plusmarquista mundial en las 2 distancias) y de acabar muy rápido. En Múnich superó sus mejores marcas personales previas a los Juegos en ambas distancias, en 10 000m con plusmarca mundial. Esta carrera ya la hemos contado en Mo Farah gana con caída como Lasse Virén.

Tras su oro en el 10000 de Múnich, con caída y plusmarca mundial de 27:38,35, Virén salió en el 5000 con intención de repetir su triunfo. Para ello tendría que pelear con el btitánico Dave Bedford (1949), que acreditaba la mejor marca de los participantes, 13:17,2, el estadounidense Steve Prefontaine (1951-1975), 13:22,8 y el campeón en México, el tunecino Mohamed Gammoudi (1938). Los primeros 3000m se corrieron no muy rápido en 8:20,2 (2:46,4, 5:32,6). Cuando iban 3400m el estadounidense Prefontaine rompía la carrera con 400 sucesivos en 1:02,5, 1:01,2 y 1:00,3. A falta de 1000m se había seleccionado un grupo formado por el propio Prefontaine, Virén, el británico Ian Stewart (1949), el belga Emiel Puttemans (1947) y Gammoudi. En la última vuelta cambió Viren que se colocó en cabeza, llevándose consigo Gammoudi, que lo sobrepasó en la cotrarrecta. Prefontaine aguantaba en la cabeza, que ya se había separado del resto de los corredores. En la última recta Virén aceleró con fuerza y se hizo con el oro, por delante de Gammoudi y de Stewart, que adelantó a falta de 20m a un desfallecido Prefontaine. Virén cubrió el último 1500 en 3:44,6, el último 1000 en 2:26,2 y la última vuelta en 56,0.

1. Lasse Viren FIN 13:26.4
2. Mohamed Gammoudi TUN 13:27.4
3. Ian Steward GBR 13:27,6
4. Steve Prefontaine USA 13:28,4
5. Emiel Puttemans BEL 13:30,8
6. Harald Norpoth RFA 13:32,6
7. Per Halle NOR 13:34,4
8. Nikola Sviridov URS 13:39,4
9. Frank Eisenberg RDA 13:40,8
10 Javier Álvarez Salgado ESP 13:41,8
11.lan McCafferty GBR 13:43,2
12.David Bedford GBR 13:43,2
13.Juha V¤¤t¤inen FIN 13:53,8
-. Mariano Haro ESP NS

Tras los Juegos Virén hizo 13:16,4, plusmarca mundial, que perdió 6 días después cuando Puttemans, que había sido 5º en la final de Múnich, realizó 13:13,0. Los años siguientes a Múnich fueron complicados para el finlándes, aquejado por numerosos problemas físicos. En el Europeo de 1974 fue bronce en 5000m y 7º en 10 000m. Sus mejores marcas en los años interolímpicos fueron 13:24,57 y 28:11,4. Sin embargo, pudo recuperarse para los Juegos de Montreal. Un mes antes realizó su segundo mejor 10000 de siempre con 27:42,95. De modo que llegó a la capital de Quebec con la idea de repetir los éxitos de Múnich. Un rival peligroso, el etíope Miruts Yifter (1944), no participaba por el boicot a los Juegos de los países africanos. Los 10 000 metros resultaron menos complicados para Virén que 4 años antes. Cuando iban 3200m de carrera, el portugués Carlos Lopes (1947), campeón del mundo de cross, se colocó en cabeza, dando paso al 5000 en 14:08,94. Fue descolgando a todos los rivales, menos al finlandés, que lo sobrepasó a falta de 440m y se hizo con la victoria en 27:40,38.

1. Lasse Viren FIN 27:40,38
2. Carlos Lopes POR 27:45,17
3. Brendan Foster GBR 27:54,92
4. Anthony Simmons GBR 27:56,26
5. Ilie Floroiu ROM 27:59,93
6. Mariano Haro ESP 28:00,28
7. Marcus Smet BEL 28:02,80
8. Bernard Ford GBR 28:17,78
9. Jean-Paul Gomez FRA 28:24,07
10.Jos Hermens HOL 28:25,04
11.Karel Lismont BEL 28:26,48
12.Christopher Wardlaw AUS 28:29,91
13.Garry Bjorklund USA 28:38,08
14.David Fitzsimons AUS 29:17,74
-.Knut Boro NOR Ab
-.Emiel Puttemans BEL Ab

 

El 5000, sin embargo, no resultó tan plácido. En la tercera serie semifinal, se había impuesto el británico campeón de Europa Brendan Foster (1948), con 13:20,34, nueva plusmarca olímpica, superada también por los siguientes 7 atletas, de los que 2 se quedarían fuera de la final. Virén no había bajado de 13:20,0 desde 1972. En la final de 5000m nada menos que 7 atletas habían corrido en menos de ese tiempo: los neozelandeses Dick Quax (1948), 13:13,10 y Rod Dixon (1950), 13:17,27, el alemán Klaus-Peter Hildebrand (1952), 13:13,69, Foster, 13:14,6, Puttemans, 13:14,51, y los soviéticos Enn Sellik (1954), 13:17,2, y Boris Kuznetsov (1947), 13:18,0. No estaba Prefontaine, trágicamente desaparecido en un accidente de tráfico el año anterior. Como era previsible, la carrera resultó muy competida, con una última vuelta trepidante. Los 3 primeros kilómetros fueron algo más rápidos que en  Múnich, con un parcial de 8:16,3 (2:41,2, 5:36,3). A continuación, Foster y Hildebrand avivaron el paso. Virén tomó la cabeza a falta de 1100m y dio paso al 4º km en 10:55,5. El finlandés fue incrementando progresivamente el ritmo. En la contrarrecta de la última vuelta resistió sucesivamente los ataques de Foster, Hildebrand y finalmente, en la curva, el de Quax. Virén mantuvo la cabeza y se hizo con la victoria en 13:24,76, su cuarto oro. Había corrido el último kilómetro en 2:29,3 y la última vuelta en 55,4.

1. Lasse Viren FIN 13:24,76
2. Dick Quax NZL 13:25,16
3. Klaus-Peter Hildebrand RFA 13:25,38
4. Rod Dixon NZL 13:25,50
5. Brendan Foster GBR 13:26,19
6. Willy Polleunis BEL 13:26,99
7. Ian Stewart GBR 13:27,65
8. Aniceto Simoes POR 13:29,38
9. Knut Kvalheim NOR 13:30,33
10.Detlef Uhlemann RFA 13:31,07
11.Enn Sellik URS 13:36,72
12.Paul Geis USA 13:42,51
13.Pekka Paivarinta FIN 13:46,61
-.Boris Kuznetsov URS Ab

Virén intentó emular a Zatopek y salió en el maratón, donde obtuvo una meritoria 5ª plaza. Siguió compitiendo hasta los Juegos de Moscú 1980, donde fue 5º en el 10000 y abandonó el maratón. Posteriormente fue parlamentario en Finlandia.

Antes de Farah, Kenenisa Bekele (1982) pudo haber repetido el logro del finlandés, ya que fue oro olímpico de 10000 en 2004 y 2008 y de 5000 en 2008. En el 5000 de 2004 se encontró a un Hicham El Guerrouj (1974) pletórico tras su título de 1500m que no le dio opción.

Virén siempre se vio envuelto en la sombra de una duda. Ya durante los Juegos de Montreal se le acusó abiertamente de practicar autotransfusiones de su propia sangre, previamente almacenada congelada, para aumentar el hematocrito en los períodos próximos a la competición. Esta técnica no fue ilegal hasta 1985. El finlandés siempre negó categóricamente esta acusación. Un compatriota suyo, Kaarlo Maaninka (1953), sorprendente plata en 10 000m y bronce en 5000m en los Juegos de Moscú 1980, acabó, sin embargo, reconociendo que había recurrido a las autotransfusiones. En los Juegos de Los Ángeles 1984 otro finlandés, Martti Vainio (1950), dio positivo para anabolizantes tras haber quedado segundo en 10 000m. Más tarde se supo que eran restos de lo que había consumido meses antes, cuando se había extraído sangre. Al reinfundirse su sangre, se introdujeron también los restos de anabolizantes. Todos estos datos ponen en entredicho las actuaciones no solo de Virén, sino de todos los atletas finlandeses durante los años 70.

La gran diferencia entre Viren y Farah es que el británico en los últimos años solo ha perdido el 5000 de Daegu. Las demás competiciones las ha ganado todas: 10000 Mundial 2011, 5000m Europeo 2012, 5000m y 10000m Juegos Olímpicos, 5000 y 10000m Mundial 2013, 5000 y 10000m Europeo 2014, 5000 y 10000m Mundial 2015 y 5000 y 10000m Juegos Olímpicos 2016. Farah ha conseguido una absoluta superioridad en las carreras de fondo en pista, relegando a los kenianos a un papel secundario. Veremos por cuánto tiempo se extiende el dominio del británico.