Femke Bol, la elegancia sobre las vallas

Probablemente la atleta más destacada, en ambas categorías, del reciente campeonato de Europa de Múnich haya sido la neerlandesa Femke Bol (2000), con su triple oro en los 400 m lisos, los 400 m vallas y el relevo 4 x 400 m. Incluyendo todas las rondas, Bol disputó un total de cinco carreras. Además de por su indudable calidad, sin duda también destaca sobremanera por su elegancia y educación con el resto de las rivales. Fuera del continente, pese a tener una mejor marca de 52.03, la tercera de siempre, la estadounidense Sydney McLaughlin (1999) es, de momento, inabordable. Su plusmarca mundial de 50.68 parece más un tiempo de 400 m lisos.

Femke Bol nació en la ciudad neerlandesa de Amersfoort, en el centro del país, el 23 de febrero de 2000. Comenzó a practicar atletismo a los siete años. A partir de los quince se centró en los 400 m lisos. En 2015 disputó su primera competición internacional, el Festival Europeo de la Juventud, en la vuelta a la pista, pero no pasó de las series. En 2017 conseguía ser semifinalista en el Europeo sub20 también en los 400 m lisos. No comenzó con los 400 m vallas hasta 2019, y los resultados fueron excelentes. Se proclamó campeona de Europa sub20 y llegó a las semifinales del Mundial absoluto, con una mejor marca de 55.32 en las series. Apenas compitió en lisos. Aun así realizó 52.98.

En la temporada 2020, pese a la pandemia por SARS COV 2, Bol continuó progresando notablemente. En las vallas se fue a 53.79, mejor marca mundial del año, en un año en que no compitieron ni Dalilah Muhammad (1990) ni Sydney McLaughlin, campeona y subcampeona del mundo en 2019, con 52.16, plusmarca mundial, y 52.23, respectivamente. Bol también se superó en los lisos con 51.13.

El año 2021 arrancó con la incertidumbre de si habría Juegos Olímpicos, inicialmente pospuestos para el mes de julio y que finalmente se celebraron sin público. Las dos estadounidenses parecían muy superiores a Bol. La neerlandesa se preparó a conciencia y ya en la temporada de invierno se mostró muy fuerte al imponerse en los 400 m lisos del campeonato de Europa en pista cubierta con 50.63, que superaba su tiempo al aire libre. En la temporada estival, apenas prestó atención a los lisos, aunque bajó a 50.37. En las vallas disputó doce carreras y tan solo perdió en la final olímpica. Llegó a Tokio con 52.37, segunda mejor marca del año, tras la plusmarca mundial de McLaughlin, 51.90, en las pruebas de selección olímpica. Tras imponerse en su serie y en su semifinal, Bol hizo en la final unos magníficos 52.03, que habrían sido plusmarca mundial unas semanas antes. Sin embargo, las estadounidenses fueron superiores. McLaughlin ganó el oro con 51.46 y Muhammad segunda con 51.58.

Tras consolidarse como una de las mejores vallistas de siempre, Bol planificó la temporada de 2022, con tres objetivos, el Mundial en pista cubierta de Belgrado, el Mundial al aire libre de Eugene y los Europeos al aire libre de Múnich, donde intentaría el triple oro en los 400 m lisos, 400 m vallas y el relevo 4 x 400. En sala llegó al Mundial con una mejor marca de 50.30. Se llevó sendas platas. En la prueba individual cedió ante la doble campeona olímpica, la banameña Shaunae Miller Uibo (1994), mientras en el relevo el cuarteto neerlandés resultó superado por las jamaicanas.

Al aire libre, en los 400 m vallas tuvo un resultado similar al del año anterior. Disputó once pruebas con una sola derrota, la del Mundial de Eugene. Acudió con la segunda mejor marca del año, 52.27, tras la nueva plusmarca mundial de McLaughlin, 51.41. En la final, la estadounidense no dio opción. Ganó con 50.68. Bol igualaba su mejor tiempo de la temporada y era segunda, a una considerable distancia.

El Mundial de Eugene solo era media temporada para Bol. Su gran objetivo era hacer triplete en el Europeo de Múnich, en 400 m lisos, 400 m vallas y el relevo 4 x 400 m. Una nueva norma dejaba exentos a los mejores de la lista del año de la primera ronda, por lo que la neerlandesa solo tuvo que disputar una ronda previa en ambas pruebas individuales, mientras en el relevo la reservaron para la final. Bol había participado en un único 400 lisos antes del Europeo, en el que había realizado marca personal de 49.75. En la final de Múnich se impuso con 49.44.

Dos días más tarde, obtuvo una victoria relativamente sencilla en los 400 m vallas, con 53.67, 0.73 menos que la ucraniana Viktoriya Tkachuk (1994).

La final del relevo 4 x 400 m tuvo lugar al día siguiente. Bol realizó una extraordinaria última posta en 48.52, definitivo para que las neerlandesas ganasen con unos excelentes 3:20.87.

Bol cerró una gran temporada con dos victorias en los 400 m vallas en las reuniones de Lausana y de Zúrich. Aunque McLaughlin parece imbatible, Bol solo tiene 22 años. Le queda mucho recorrido y el atletismo da muchas vueltas. Los 400 m vallas han entrado en una nueva dimensión. Estaremos atentos a su evolución.

Anuncio publicitario

Eugene 2022, un gran Mundial posolímpico

Esta madrugada en España, tarde en la Costa Oeste de Estados Unidos, tuvo lugar la última jornada del Campeonato del Mundo al aire libre 2022, celebrado en Eugene (Oregón), ciudad de origen de la multinacional Nike. Pese a ser un Mundial posolímpico, el nivel de la competición ha sido altísimo, con la consecución de tres plusmarcas mundiales y otras diez, incluyendo las dos nuevas pruebas de 35 Km marcha, plusmarcas de los campeonatos. Estados Unidos ha sido el absoluto dominador con 33 medallas, 13 de oro, y 318 puntos en la clasificación por puntos. Segundo, a considerable distancia, ha sido el potente equipo etíope, con 10 metales, 4 de oro.

Probablemente la gran estrella de este Mundial ha sido la vallista estadounidense Sydney McLaughlin (1999). McLaughlin, que ya había superado con 51.41 en las pruebas de selección su propia plusmarca mundial, corrió la final de 400 m vallas en unos tremendos 50.68, registro con el que habría sido séptima en la final de la distancia sin vallas. Redondeó su actuación con una última posta del relevo 4 x 400 m en 47.91, que le dio el oro a Estados Unidos.

En la prueba corta con vallas, la nigeriana Tobi Amusan (1997) se hizo con el primado universal al correr su semifinal en 12.12. Amusan, que había sido cuarta en la final olímpica de Tokio, mejoró hasta 12.06 en la final, pero la marca no fue válida por un viento de +2.5 m/s. La barrera de 12.00 no está tan lejos.

La tercera plusmarca mundial sucedió en el salto con pértiga. Desde su victoria en el Campeonato de Europa al aire libre de 2018 con 18 años, el sueco Armand Duplantis (1999) solo ha dejado de ganar, fue segundo, el Mundial al aire libre de 2019. Fue campeón de Europa en sala en 2021, olímpico en 2021 y del mundo en sala en 2022. En Eugene consiguió su quinta plusmarca mundial, con 6.21 m, y su 49º salto por encima de 6.00 m.

La velocidad masculina estuvo dominada por Estados Unidos con triplete en 100 m, con victoria de Fred Kerley (1995), subcampeón olímpico, con 9.86 (9.79 en series), y en 200 m, con el oro para Noah Lyles (1997), con 19.31. En el relevo, sin embargo, Estados Unidos, con muchos problemas técnicos, sucumbió ante el equipo canadiense. En la velocidad femenina sucedió algo similar con Jamaica, que hizo triplete en 100 m, donde se impuso la veterana Shelly-Ann Fraser-Pryce (1986), su décimo oro en esta competición, con 10.67, a Shericka Jackson (1994). Esta ganó el 200 con 21.45, segunda mejor marca de siempre, con Fraser-Pryce segunda. No fueron, sin embargo, las jamaicanas capaces de ganar el relevo, donde no pudieron con Estados Unidos.

Los 400 m masculinos fueron para el estadounidense Michael Norman (1997). El plusmarquista mundial, el surafricano Wayde van Niekerk (1992) volvía a la competición después de cinco años, tras una grave lesión. Fue quinto con 44.97. Estados Unidos se llevó el relevo. En categoría femenina se impuso la doble campeona olímpica, la bahameña Shaunae Miller-Uibo (1994), con 49.11. Como se indicó anteriormente, Estados Unidos, que no contó con ninguna atleta en la final de la prueba individual, ganó el relevo, con la inestimable colaboración de Sydney McLaughlin. En los 800 m masculinos, el keniano Emmanuel Korir añadió el título mundial al olímpico con 1:43.71. En categoría femenina se repitieron los dos primeros puestos de la final olímpica, con una disputadísima recta final entre dos veinteañeras, la estadounidense Athing Mu (2002), 1:56.30, y la británica Kelly Hodgkinson (2002), 1:56.38.

Un inglés, Jake Wightman (1994), que compite con Escocia, y un escocés, Josh Kerr (1997), han vuelto a poner el 1500 británico en el mapa mundial tras muchos años de ausencia. El primero había ganado el bronce en el Europeo al aire libre de 2018. Ambos obtuvieron sendos puestos de finalistas en el anterior mundial de 2019 con Wightman quinto y Kerr sexto. Este fue bronce olímpico el pasado año. En Eugene fue quinto, mientras el inglés, en una rapidísima carrera se proclamó brillante campeón del mundo, con mejor marca personal de 3:29.23, doblegando al gran favorito, el noruego Jakob Ingebrigtsen (2000). Los españoles tuvieron una gran actuación, con Mohamed Katir (1998), bronce, 3:29.90, y Mario García Romo (1999) cuarto con 3:30.20. En categoría femenina la keniana Faye Kipyegon (1994) se hizo con el oro con una gran marca de 3:52.96, por delante de la etíope Gudaf Tsegay (1997), 3:54.52. Probablemente la keniana esté en condiciones de asaltar la barrera de 3:50.00.

Curiosamente, los dos subcampeones de 1500, obtuvieron el oro en los 5000 m, en ambos casos en dos pruebas no demasiado rápidas, Jakob Ingebrigtsen en categoría masculina, 13:09.24, y Gudaf Tsegay en categoría femenina, 14:46.29. En ambos casos, los dos campeones de 10 000 m tuvieron una discreta actuación, tras ganar brillantemente sus oros. El ugandés Joshua Cheptegei (1996), que se había proclamado campeón mundial de 10 000 m en 27:27.23, con un gran acelerón final, solo pudo ser noveno en el 5000. Mientras la etíope Letesenbet Gidey (1998), que también había ganado el oro en 10 000 en la última recta con 30:09.94, ocupó la quinta plaza en los 5000 m. En el maratón se pudieron ver las dos mejores pruebas de la historia de esta competición, con sendas plusmarcas de los campeonatos a cargo de dos etíopes, Tamirat Tola (1991), 2h05:36, y Gotytom Gebreslase (1995), 2h18:11.

La final de los 110 m vallas resultó muy accidentada por la lesión en el calentamiento del campeón olímpico, el jamaicano Hansle Parchment (1990) y la descalificación del estadounidense Devon Allen (1994). Venció otro estadounidense, Grant Holloway (1997), 13.03, con una enorme actuación del español Asier Martínez (2000), bronce con mejor marca personal de 13.17. En los 400 m vallas había la duda de si el noruego campeón olímpico y plusmarquista mundial Karsten Warholm (1996) estaría recuperado de su lesión. Dio la sensación de que sí, pues lideró la final hasta la séptima valla, pero a partir de ahí se quedó sin fuerzas y acabó séptimo, 48.42, mientras el brasileño Alison dos Santos (2000), bronce olímpico, batía al estadounidense Rai Benjamin (1997), plata olímpica, con unos magníficos 46.29. En una carrera táctica masculina de obstáculos el marroquí Soufiane El Bakkali (1996) unió a su oro olímpico el mundial, 8:25.13. En categoría femenina ganó la kazaja, nacida keniana, Norah Jeruto (1995) con unos excelentes 8:53.02.

Los ganadores en las pruebas de marcha fueron en categoría masculina el japonés Toshikazu Yamanishi (1996) en 20 Km, 1h19:03, y el italiano Massimo Stano (1992) en la nueva prueba de 35 Km, 2h23:14. En categoría femenina el podio estuvo formado por las mismas atletas con la doble victoria de la peruana Kimberly García (1993), 1h26:58 y 2h39:16.

En el salto de altura se impusieron el qatarí Mutaz Essa Barshim (1991), campeón olímpico, con 2.37 m, mejor marca del año, y la australiana Eleanor Patterson (1996), con 2.02 m, plusmarca de Oceanía. La estadounidense oro olímpico en Tokio Katie Nageotte (1991) venció en el salto con pértiga. El oro en salto de longitud fue para el chino Wang Jianan (1996), con 8.36 m, y para la alemana Malaika Mihambo (1994), con 7.12 m. En triple salto masculino continuó el dominio del portugués Pedro Pablo Pichardo (1993), con mejor marca mundial del año, 17.97 m, y de la venezolana Yulimar Rojas (1995), con 15.47 m, 58 cm más que la segunda.

En el lanzamiento de peso masculino volvió a darse una dura pugna entre los estadounidenses Ryan Crouser (1992), plusmarquista mundial y campeón olímpico, y Joe Kovacs (1989), que lo había batido en el Mundial de pista cubierta. Se impuso el primero por 5 cm con 22.94 m. En categoría femenina la ganadora fue la también estadounidense Chase Ealey (1994), 20.49 m. En el lanzamiento de disco masculino hubo duelo de jóvenes, con el triunfo del esloveno de 23 años Kristjan Čeh (1999), 71.13 m, sobre el lituano de 19 Mikolas Aleknas (2002), hijo del doble campeón olímpico Virgilijus Aleknas (1972). La china Feng Bin (1994) venció en la categoría femenina, 69.12 m. En el lanzamiento de jabalina masculina repitió oro el atleta de Granada Anderson Peters (1997), 90.54 m. En categoría femenina también se impuso la anterior campeona mundial, la australiana Kelsey-Lee Barber (1991), 66.91 m. En el lanzamiento de martillo tampoco hubo cambio de campeón, con la victoria del polaco Paweł Fajdek (1989). La estadounidense Brooke Andersen (1995) conseguía su primer gran título con el oro en el lanzamiento de martillo femenino, 78.96 m, la primera vez que entraba en una gran final.

En el decatlón, tras una accidentada e irregular prueba, el francés plusmarquista mundial Kevin Mayer (1992) se hacía con la victoria, 8816 puntos. No hubo sorpresas en la categoría femenina con el triunfo de la belga doble campeona olímpica Naffisatou Tiam (1994), 6947 puntos.

En el relevo mixto la victoria fue para Estados Unidos y habría servido como despedida de la competición atlética de la velocista estadounidense Allyson Felix (1985), la atleta olímpica más laureada, con una nueva medalla de oro. Sin embargo, aún ganaría un nuevo oro, en el 4 x 400 femenino, al tomar parte en la semifinal.

España mejoró respecto a Doha, pero tuvo una actuación algo peor que en los Juegos de Tokio. En total hubo dos medallas, de bronce, y ocho finalistas en total. En la clasificación por finalistas España ha ocupado el puesto 17. Además de los citados Martínez, Katir y García Romo, una de las grandes alegrías del atletismo español fue el quinto puesto del relevo 4 x 100 femenino. El cuarteto formado por Sonia Molina Prados (1993), Jaël Bestué (2000), Paula Sevilla (1997) y Maribel Pérez (1993) tuvo que superar la plusmarca española para entrar en la final. Fueron segundas en su serie con 42.61. Mejoraron en la final con 42.51. La inmensa alegría de las relevistas españolas contrastaba con la decepción de las jamaicanas, segundas. En los 35 Km marcha femeninos Raquel González (1989) y Laura García Caro (1995) fueron quinta y sexta respectivamente con 2h42:27 y 2h42:45. En los 20 Km marcha masculino, Álvaro Martín (1994) fue séptimo. Finalmente Eusebio Cáceres (1991) ocupó la octava plaza en el salto de longitud. Al margen de los finalistas hubo otras buenas actuaciones. Claudia Conte (1999) fue novena en el heptatlón con marca personal de 6194 puntos. El marchador Alberto Amezcua (1992) ocupó la misma posición en los 20 Km. El veterano Miguel Ángel López (1988) fue décimo en los 35 Km marcha. Ignacio Fontes (1998) llegó a la final de los 1500, donde fue undécimo con mejor marca del año 3:34.71. También los obstaculistas Daniel Arce (1992) y Sebastián Martos (1989) estuvieron en la final de 3000 m obstáculos, donde fueron noveno y décimo cuarto respectivamente. Carlos Mayo (1995) repitió su decimotercer puesto de la final olímpica en un 10 000 de gran nivel. Las obtaculistas Irene Sánchez Escribano (1992) y Carolina Robles (1991) no entraron en la final pero ambas mejoraron sus plusmarca personales con 9:23.94 y 9:28.24 respectivamente. Otra actuación destacada fue la de Sara Gallego (2000), semifinalista en 400 m vallas con 54.49, a 0.15 de su plusmarca española.

Dado que este Mundial se aplazó del año pasado a este, en 2023 habrá un nuevo Mundial. Será en Budapest, del 19 al 27 de agosto. Pero la temporada continúa y el Europeo de Múnich está esperando. Será del 15 al 21 de agosto. Una nueva oportunidad para seguir disfrutando del atletismo.

Los mejores atletas de 2021

Tras no pocas dudas, en esta temporada atlética 2021, que está dando sus últimos coletazos, se pudieron celebrar los Juegos Olímpicos de 2021, sin público, pero con los atletas en una excelente forma. El rendimiento general en esta temporada ha sido francamente bueno, con siete plusmarcas mundiales en pruebas olímpicas, tres de ellas conseguidas en los Juegos, a saber: el noruego Karsten Warholm (1996), 46.70 y 45.94 en los 400 m vallas, el estadounidense Ryan Crouser (1992), 23.37 m en lanzamiento de peso, la neerlandesa Sifan Hassan (1993), 29:06.82 en 10 000 m, la etíope Letesenbet Gidey (1998), 29:01.03 en la misma distancia, la estadounidense Sydney McLaughlin (1999), 51.90 y 51.46 en los 400 m vallas, la venezolana Yulimar Rojas (1995), 15.67 m en triple salto, y la china Jang Yiayu (1996), 1h23:49 en los 20 Km marcha. Además de las tres plusmarcas reseñadas, 400 m vallas en ambas categorías, y triple salto femenino, en la competición olímpica se superaron otras ocho plusmarcas olímpicas, en categoría masculina, 1500 m en dos ocasiones, lanzamiento de peso y decatlón, en categoría femenina 100 m, 1500 m y 100 m vallas, y el relevo mixto 4 x 400 m.

Con estos magníficos mimbres, decidir quiénes han sido los mejores de la temporada no es una tarea fácil. No resulta sencillo comparar unas pruebas con otras. Además de los parámetros objetivos, plusmarcas, victorias, medallas, promedio de marcas, hay un componente subjetivo, emocional, del que ningún analista se puede abstraer, aunque diga lo contrario. De modo que este análisis tiene un componente personal inevitable, aunque intente basarse mayormente en los logros de cada atleta.

En la categoría masculina hay dos atletas que destacan por encima del resto, Ryan Crouser y Karsten Warholm. El estadounidense ha hecho una temporada perfecta, con su oro olímpico y su plusmarca mundial de 23.37 m, que borraba el anterior tope universal de su compatriota Randy Barnes (1966), 23.12 m en 1990. Barnes tuvo una trayectoria salpicada por consumo de sustancias ilegales, por lo que siempre hubo muchas dudas acerca de su lanzamiento. Incluyendo las competiciones en sala, Crouser ha disputado esta temporada dieciséis pruebas, con dieciséis victorias, una de ellas el oro olímpico. En total ha lanzado en 34 ocasiones más de 22.50 m, distancia que este año solamente su compatriota Joe Kovacs (1989) ha superado, dos veces.

Karsten Warholm ha tenido una temporada con muy pocas competiciones, dirigida a la consecución del oro olímpico, algo que no tenía nada fácil. Con 46.87 del año anterior, el noruego poseía, al comenzar la temporada al aire libre, la segunda mejor marca de siempre en los 400 m vallas. El 26 de junio se vio superado cronométricamente por su gran rival, el estadounidense Rai Benjamin (1997), que en las pruebas de selección olímpica de su país realizó 46.83. Warholm respondió unos días después, el 1 de julio, con una nueva plusmarca mundial de 46.70. La final olímpica superó todas las expectativas. El noruego rompió el cronómetro con unos estratosféricos 45.94, pero Benjamin no se lo puso nada fácil, segundo con 46.17, mientras el brasileño Alison dos Santos (2000) era tercero con 46.72. Warholm solamente ha corrido siete 400 vallas esta temporada. En todos ellos ocupó la primera posición. Comenzó con la plusmarca mundial de 46.70, en Oslo, en Mónaco realizó 47.08, en Tokio 48.65, 47.30 y 45.94, en Zúrich 47.35 y finalmente en Berlín 48.08.. A principios de junio hizo un 300 vallas en 33.26. Participó además en un 400 lisos, el 26 de agosto en Lausana. Se esperaba un registro alrededor de 44.00, pero sorprendentemente se quedó en 45.51 y la cuarta posición.

Otro atleta que ha destacado sobremanera ha sido el noruego veinteañero Jakob Ingebrigtsen (2000). Sin haber cumplido los 21, Ingebrigtsen es plusmarquista europeo de 1500 y 5000 m, campeón de Europa de ambas distancias y campeón olímpico de 1500 m, con plusmarca olímpica. Comenzó la temporada con plusmarca europea de 1500 m bajo techo, 3:31.80, y doble oro continental en 1500 y 3000 m. El 10 de junio hizo 12:48.45, plusmarca europea de 5000 m y mejor marca del año. Sin embargo, una enfermedad respiratoria lo mantuvo unos días fuera de combate. Un tercer puesto en el 1500 de Mónaco le hizo cambiar sus planes olímpicos y centrarse solo en este distancia. En un mano a mano con su gran rival, el keniano Timothy Cheruiyot (1995), la final olímpica, uno de los mejores 1500 de la historia, parecía una carrera de reunión. El noruego se impuso con 3:28.32, nueva plusmarca europea y olímpica. Tras los Juegos, Ingebrigtsen ganó la milla de Eugene, con mejor marca de 3:47.25, los 3000 m de Lausana, y resultó derrotado por Cheruiyot en Zúrich, con 3:31.45, 0.08 más que el keniano. Cerró la temporada con un 1500 en 3:33.26 en el campeonato de Noruega, corriendo solo.

También han sobresalido el pertiguista sueco Armand Duplantis (1999), oro olímpico en pértiga y con solo dos competiciones este año en las que no fue primero. En invierno fue campeón europeo en sala. El decatleta canadiense Damian Warner (1989) con su victoria en Tokio se convirtió en el cuarto primo de Supermán, según la terminología del exdecatleta británico Daily Thompson (1958), para referirse a los registros superiores a 9000 puntos, con 9018 puntos, plusmarca olímpica. Al fondista ugandés Joshua Cheptegei (1996) le faltó decisión, probablemente debido a una lesión previa, para cambiar de ritmo en los 10 000 m olímpicos, prueba en la que fue segundo, pero se mostró intratable en los 5000 m. Finalmente el maratoniano keniano Eliud Kipchoge (1984) consiguió su objetivo de convertirse el doble campeón olímpico.

En categoría femenina tampoco es fácil elegir. Probablemente hay tres atletas por encima del resto, la velocista jamaicana Elaine Thompson-Herah (1992), Sydney McLaughlin y Yulimar Rojas. La jamaicana, con sus oros olímpicos en los 100 y los 200 m se ha convertido en la primera mujer en realizar un doble doble olímpico en velocidad, es decir, repetir oro en los 100 y en los 200 m. Fue también campeona en el relevo de 4 x 100 m. Ha realizado 10.54 y 21.53. Tan solo la estadounidense Florence Griffith (1959-1998) ha corrido más rápido, pero sus registros están muy cuestionados, no solo por el viento. Esta temporada ha bajado de 10.80 nueve veces y ha tenido en su compatriota Shelley Ann Fraser-Pryce (1986) una durísima rival, que este año ha hecho su mejor marca personal, 10.60.

Los paralelismos de esta temporada entre los 400 m vallas masculinos y los femeninos son sorprendentes. Como Warholm, Sydney McLaughlin llegó a Tokio como reciente plusmarquista mundial, 51.90, pero con una rival muy pareja, su compatriota Dalillah Muhammad (1990). La competencia entre ambas en la final olímpica dio lugar a un nuevo tope universal, 51.46, para McLaughlin, y unos excelentes 51.58 para Muhammad. La pujante neerlandesa Femke Bol (2000) fue bronce con 52.03, plusmarca europea. Las dos estadounidenses ganaron otro oro, en el relevo 4 x 400 m. McLaughlin apenas compitió en los 400 m vallas. Tan solo disputó una carrera, a principios de temporada, además del campeonato de Estados Unidos y los Juegos Olímpicos, tres rondas cada uno. Previamente, durante los meses de abril y mayo se dedicó a los 100 m vallas, distancia en la que mejoró hasta 12.65. Dio por cerrada su temporada tras los Juegos.

La portentosa saltadora Yulimar Rojas llegó a los Juegos en el mejor momento de su vida. Su superioridad era tal, que casi se daba el oro olímpico por descontado. Se dudaba si habría o no plusmarca mundial. Finalmente, en el último salto, se fue a 15.67 m, 17 cm más que el anterior techo universal. Esta temporada ha superado los 15.00 m en 16 ocasiones. Tan solo otra atleta, la portuguesa Patrícia Mamona (1988), ha saltado más de 15 metros esta temporada, 15.01 m. Obviando las absurdas normas de los saltos en la Liga de Diamante, la venezolana ha tomado parte en 9 concursos de triple salto y ha obtenido nueve victorias.

Hubo otras tres atletas que también realizaron una gran temporada. Sifan Hassan, además de su breve plusmarca mundial de 10 000 m, fue doble campeona olímpica de 5000 y 10 000 m. Intentó un triplete inédito que incluía el 1500, pero en esta distancia resultó derrotada y fue bronce. Su próximo reto probablemente sea, junto a Gidey, las barreras de 14 y 29 minutos. Por su parte la jovencísima estadounidense Athing Mu (2002) sorprendió en las pruebas de selección olímpica con una victoria en 800 con 1:56.07. En Tokio mejoró hasta 1:55.21, que le sirvió para ganar el oro. Repitió metal en el relevo 4 x 400 m. Tras los Juegos, rebajó su marca a 1:55.04. Siendo aún sub20, el futuro tanto en la vuelta como en las dos vueltas parece suyo. Finalmente la keniana Faith Kipyegon (1994) impidió el triplete de Hassan, y de paso se llevó su segundo oro en 1500 m, por segunda vez en la historia de la categoría femenina. Este año realizó su mejor marca, 3:51.07, lo que la convierte en una muy seria candidata a ser la primera mujer en correr la distancia en menos de 3:50.00.

Hasta aquí lo objetivo, ahora toca lo subjetivo. Para quien esto escribe, que será diferente de lo que decida la World Athletics, estos son los mejores:

Hombres

  1. Ray Crouser
  2. Karsten Warholm
  3. Jakob Ingebrigtsen (aquí bien podría estar también Armand Duplantis)

Mujeres

  1. Elaine Thompson-Herah
  2. Sydney McLaughlin
  3. Yulimar Rojas

Karsten Warholm y Sydney McLaughlin, oros olímpicos paralelos

La madrugada de ayer, 3 de agosto, la final masculina de los 400 metros vallas se convirtió en uno de esos momentos olímpicos históricos. El noruego Karsten Walholm (1996) conseguía el oro en Tokio, superando su reciente plusmarca mundial de 46.70, con una estratosférica marca de 45.94, un buen tiempo en lisos. La carrera no se decidió hasta los últimos metros, pues el estadounidense Rai Benjamin (1997) vendió cara su derrota, segundo con 46.17. El bronce fue para el joven brasileño Alison dos Santos (2000), con 46.72, tiempo que hace dos meses habría sido plusmarca mundial.

Los calificativos para la carrera se agotaron. Se ha dicho que es la mejor carrera de la historia. Sin embargo, tan solo 24 horas más tarde, la misma distancia en la categoría femenina se resolvió con un sorprendente paralelismo. La estadounidense Sydney McLaughlin (1999), también reciente plusmarquista mundial, 51.90, se impuso a su compatriota Dalilah Muhammad (1990) tras un cerradísimo duelo que, como en la categoría masculina, no se resolvió hasta los últimos metros. McLaughlin fue la ganadora con una nueva plusmarca de 51.46, mientras que Muhammad, como Benjamin en la carrera de hombre, realizaba unos excelentes 51.58 que, no obstante, la relegaron a la segunda posición. La neerlandesa Famke Bol (2000) fue bronce, con 52.03, que habría sido plusmarca mundial unas semanas atrás.

El cambio de guarismo, de 46 a 45 segundos, en la categoría masculina ha concitado una enorme atención. Sin embargo, si se analizan cuidadosamente ambas pruebas y las trayectorias recientes de ambos campeones, el rendimiento de McLaughlin es comparable al de Warholm. Al principio de la temporada las plusmarcas mundiales de la prueba eran 46.78, del estadounidense Kevin Young (1966) desde los Juegos de Barcelona, y 52.16, de Dalilah Muhammad, desde el Mundial de Doha en 2019. La mejoría de Warholm respecto a la anterior plusmarca fue de 0.08 al hacer 46.70 y 0.76 cuando mejoró a 45.94, total 0.84. Por su parte la progresión de McLaughlin fue de 0.26 con sus 51.90 y de 0.44 con sus 51.46, un total de 0.70. Es decir, respecto a las plusmarcas mundiales de principios de la temporada, Warholm ha mejorado 0.14 más que McLaughlin. No es una gran diferencia.

Otro tema que se ha destacado es que ambos registros serían buenas marcas en 400 m lisos. En estos momentos un tiempo de 45.94 en lisos sería la 35º marca de la lista europea del año. La mejor marca noruega del año en los 400 m lisos es de 46.50, de Andreas Haara Baketun (2001). Una marca similar a la de Warholm en 400 m vallas fue plusmarca mundial a principios de los años 50. El 22 de agosto de 150, el jamaicano George Rhoden (1926) superaba el primado universal de entonces con un tiempo de 45.8, aproximadamente equivalente a 45.94 automático. En otro tipo de pista y con otro material, el ser humano corría sin vallas lo que hoy corre con vallas. Rhoden fue campeón olímpico de la distancia dos años después en Helsinki, con un tiempo de 46.09, más lento que el de Warholm en Tokio. El tiempo del noruego también es más rápido que el de Charles Jenkins (1934), el ganador, 46.7, de la vuelta a la pista en 1956.

En categoría femenina tomando también como referencia la lista europea del año, un tiempo en lisos de 51.46 ocuparía el puesto 17 en estos momentos. En cuanto a los mejores registros mundiales, hay que venirse más cerca en el tiempo que en la categoría masculina, en concreto a los Juegos Olímpicos de 1968, ya con pistas sintéticas, para buscar un registro similar en lisos al de McLaughlin en vallas. La carismática velocista francesa Colette Benson (1946-2005) ganaba los 400 m lisos con 52.03. Al año siguiente, su compatriota Nicole Duclos (1947) llevaba la plusmarca mundial de la distancia a 51.72. En esa carrera Benson fue segunda con 51.74. Según la normativa de la época ambas compartieron la plusmarca mundial con 51.7. Todavía más lenta que el tiempo de McLaughlin.

Ayer se agotaron los calificativos para definir la final masculina de 400 m vallas. Se llegó a decir que era la mejor carrera de la historia. Es difícil decidirlo, porque hay mucho donde elegir. Si nos limitamos a finales olímpicas con plusmarca mundial, algunos ejemplos de grandes carreras son los 3:35.1 del australiano Herb Elliott (1938) en 1960, los 10.05 del estadounidense Bob Hayes (1942-2002) en 1964, las tres pruebas de velocidad con otros tres estadounidenses, Jim Hines (1946), 9.95, Tommy Smith (1944), 19.83, y Lee Evans (1947-2021), 43.86, en 1968, los 19.32 del estadounidense Michael Johnson (1967) en 1996, los 1:40.91 del keniano David Rudisha (1988) en 2012… Sin embargo, desde el punto de vista de mejoría de la plusmarca mundial, ha habido una final olímpica de 400 metros vallas que fue superior a la de Tokio. Probablemente pasó algo desapercibida ante la avalancha de registros históricos en estos Juegos. El 15 de octubre de 1968 se disputaba la final olímpica de 400 m vallas. Los aficionados al atletismo todavía no se habían repuesto de los resultados históricos de la final de 100 m, con el primer registro por debajo de 10.00. El favorito para el oro en la distancia de 400 metros vallas era el estadounidense  Geoff Vanderstock (1946). En las pruebas de selección de su país había marcado 48,94 (48,8), el primer tiempo de la historia sub 49,00. Sin embargo, no fue capaz de entrar el el podio. El británico David Hemery (1944), que hasta esa temporada corría 110 metros vallas, se proclamó campeón con un sorprendente tiempo de 48,12, 0.82 más rápido que la plusmarca mundial de Vanderstock, una diferencia mayor que la conseguida por Warholm, 0.76, sobre su propio registro anterior en la final de Tokio.

En cualquier caso, ambas finales de los 400 metros vallas han sido absolutamente superlativas y se permanecerán como dos grandes momentos olímpicos de la historia del atletismo, con el añadido de su sorprendente paralelismo. Las dos carreras se presentaban como pruebas estrella de los Juegos y consiguieron superar las expectativas. Dada la juventud de la mayoría de sus protagonistas, el futuro de ambas distancias se presenta de lo más prometedor. Probablemente hayamos entrado en una edad de oro en la que la enorme competencia hará que los tiempos continúen progresando tras, en el caso masculino, casi 30 años de estancamiento.

Sydney McLaughlin, la niña prodigio se hizo mayor

La limitación de los Juegos Olímpicos a tres atletas por país y por prueba hace que en algunas potencias atléticas el nivel de sus pruebas de selección sea mayor que el de los propios Juegos. Ocurre en las carreras de fondo en ciertos países africanos y en la mayoría de las pruebas explosivas en los Trials de Estados Unidos. Los de este año, que acaban de finalizar, han dejado cuartos clasificados con registros que acabarán entre los primeros del mundo este año. Algunos ejemplos, en hombres 9.89 en 100 m, 19.90 en 200, 13.21 en 110 m v o 48.55 en 400 m v, en mujeres 21.98 en 200 m, 1:58.55 en 800 m, 12.53 en 100 m v o 53.85 en 400 m v. Ha habido varias mejores marcas mundiales del año y dos extraordinarias plusmarcas mundiales, 23.37m en lanzamiento de peso masculino, a cargo de Ryan Crouser (1990) y 51.90 en 400 m vallas, a cargo de la ex niña prodigio Sydney McLaughin (1999). McLaughlin es una sobresaliente atleta que aúna talento, trabajo y capacidad competitiva. Con 21 años se ha convertido en la primera mujer en correr la distancia en menos de 52.00 y su proyección no atisba límites.

Sydney Michelle McLaughlin nació el 9 de agosto de 1999 en la pequeña localidad de Dunellen, Nueva Jersey. El atletismo estaba muy presente en su familia, pues su padre , Willie (1983) había corrido los 400 m en 45.30 en 1983. Su hermano mayor, Taylor (1997) registró 48.85 en 400 m vallas en 2019. Dotada de unas excepcionales condiciones para la práctica del atletismo, la joven Sydney comenzó a destacar en la escuela. En 2014 ya daba la vuelta a la pista con vallas en 55.63. En la temporada siguiente mejoró a 55.28 y fue campeona mundial juvenil (sub18). En 2016, tras haber realizado 54.46 tomó parte en las pruebas de selección olímpica, donde fue tercera con 54.14, detrás de Dalilah Muhammad (1990), 52.88, futura campeona olímpica, y de Ashley Spencer (1993), 54.02, que sería bronce en los Juegos.

La jovencísima Sydney, de 16 años, iba a convertirse en una de las atletas olímpicas más jóvenes de su país. En Río rindió algo por debajo de sus posibilidades. Consiguió clasificarse por tiempos para las semifinales, donde fue quinta en su serie con 56.22. En noviembre de ese 2016 comenzó a competir con la Universidad de Kentucky. Al año siguiente no consiguió clasificarse para el Campeonato del Mundo al aire libre de Londres. Pese a correr en 53.82, que sería la séptima marca mundial de ese año, solo pudo ocupar la sexta posición en el Campeonato de Estados Unidos (USTAF). En 2018 lideró la lista del año con 52.75, marca que le sirvió para ganar el Campeonato Universitario de su país (NCAA). Sería su última temporada como universitaria, pues ese octubre se hizo profesional al firmar con New Balance.

En 2019, el objetivo de McLaughlin era el oro en el Campeonato del Mundo de Doha, pero se encontró con la mejor versión de Dalilah Muhammad. Ambas se enfrentaron el la final del Campeonato de la USTAF el 28 de julio en Des Moines, Iowa. Pese a que McLaughlin corría en 52.88, su segunda mejor marca de siempre, Muhammad no dio opción y voló, con la pista mojada, hasta una nueva plusmarca mundial de 52.20, 0.14 más rápido que el anterior techo mundial de rusa Yuliya Pechonkina (1978) desde 2003. Ambas rivales estadounidenses se verían las caras en el Campeonato del Mundo.

Antes del Mundial, McLaughlin y Muhammad se enfrentaron el 29 de agosto en la reunión de Zúrich, que albergaba parte de la final de la Liga de Diamante. En esta ocasión MacLaughlin fue muy superior a su rival, que incluso se vio derrotada por otra estadounidense, Shamier Little (1995). Los tiempos fueron 52.85 para la ganadora, 53.86 para Little y 54.12 para Muhammad.

La prueba femenina de 400 metros vallas en el minuto 26:21

El 1 de octubre tuvieron lugar las series del Mundial de 400 m vallas. McLaughlin hizo el mejor tiempo con 54.45, mientras Muhammad registraba 54.87, el tercer tiempo. En las semifinales del 2 de octubre, McLaughlin volvía a ser la más rápida, 53.81, 0.10 menos que su rival. En la final, del 4 de octubre, McLaughlin ocupaba la calle 4 y Muhammad la 6. En la primera parte de la prueba ambas estaban muy igualadas, pero Muhammad comenzó a destacarse en la última curva, llegando primera a la recta. McLaughlin intentó remontar pero tan solo pudo mantener la distancia. Muhammad se impuso con una nueva plusmarca mundial de 52.16, mientras McLaughlin era segunda con 0.0.7 más, 52.23, convirtiéndose en la segunda atleta de la historia. Ambas atletas ganarían otra medalla, de oro, en el relevo 4 x 400, con 3:18.92, mejor marca mundial de 2019.

Tras no competir en 2020, McLaughlin reapareció el 6 de junio con 52.83, mostrándose en muy buena forma para el reto de las pruebas de selección olímpica. El 27 de junio tenía lugar la final. Su máxima rival volvía a ser Dalilah Muhammad, pero esta vez las cosas fueron muy diferentes. McLaughlin había marcado el mejor tiempo de las semifinales, con 53.03. La final no se resolvió hasta los últimos metros. Como en Doha, Muhammad entró primera en la recta de llegada, pero, esta vez, los últimos 100 m de McLaughlin fueron extraordinarios. Entró la primera con 51.90, nueva plusmarca mundial, 0.52 menos que su rival.

Muhammad tendrá una nueva oportunidad en la final olímpica. No le resultará nada fácil batir a esta antigua niña prodigio, que ha superado todas las expectativas y se ha convertido en una superlativa y completísima atleta, capaz además de correr los 100 m vallas en 12.65 y los 200 m en 22.39. La carrera femenina de los 400 m vallas será una de las pruebas estrella de los Juegos de Tokio.