Andrés Vera, finalista olímpico en LA84

Uno de los recuerdos más nítidos que tengo del verano de 1984 son las mañanas olímpicas. Debido a las 9 horas de diferencia entre California y España, resultaba complicado ver las pruebas atléticas de los Juegos de Los Ángeles en directo, de modo que aquel adolescente que era yo entonces se plantaba delante de la TV por las mañanas, sin tener ni idea de los resultados. Entonces Internet era una curiosidad inventada por el Ejército estadounidense, que no había salido de los ámbitos militares. Una de las pruebas que suscitaba mayor interés a los aficionados españoles eran los 1500 m. En aquellos años 80, la rivalidad entre los británicos Steve Ovett (1955) y Sebastian Coe (1956) había convertido esta carrera en la distancia reina del atletismo. En España, otra pugna, la mantenida por el toledano José Luis González (1957) y el cántabro José Manuel Abascal (1958), había llevado a ambos a la élite mundial. En la ciudad californiana se esperaba que estuviesen en la final luchando, tal vez, por el bronce. El tirón que ambos habían dado al kilómetro y medio en España había arrastrado a otros atletas. Por primera vez había cinco hombres con mínima olímpica. Además de Abascal y González, habían bajado de 3:39.00 el castellonense Andrés Vera Llorens (31 de diciembre de 1960), 3:37.53, el barcelonés Jaime López Egea (1956), 3:37.54, y el madrileño José Luis Carreira (1962), 3:38.79. Finalmente, la Federación se decidió por Vera, para el presunto papel de español convidado de piedra en el 1500.

Vera estaba indiscutiblemente en buena forma, pero su experiencia internacional era escasa. Había participado en el Europeo al aire libre dos años antes en 800 m y había sido 4º en la Universiada en 1500 m el año anterior. El estado de Abascal y de González arrojaba algunas dudas. El cántabro no decidió su participación hasta que un tiempo de 5:01.1 en 2000 m poco antes de viajar a Los Ángeles lo convenció de que estaba en condiciones, mientras el toledano había tenido algunos problemas físicos. En cualquier caso, no se esperaban incidencias en la primera ronda, que tendría lugar el 9 de agosto. Sin embargo, ocurrió la gran sorpresa. En la primera serie, un desconocido y bloqueado González se despedía de los Juegos, con unos pobres 3:47.01, a más de 8 segundos de la cabeza. Vera, haciendo gala de un potente final, entró 3º en la 2ª serie, con 3:45.44. Y Abascal se impuso en la 5ª serie con el mejor tiempo global de 3:37.68.

La eliminación de González supuso un enorme jarro de agua fría para la delegación española. Se perdía una de las opciones más claras de medalla. En el lado positivo, Abascal había demostrado muy buena forma y Vera se había desenvuelto como un veterano, aunque la final estaba cara. Las semifinales tuvieron lugar al día siguiente, 10 de agosto. El cántabro confirmó su excelente puesta a punto, ganando la primera semifinal, con unos excelentes 3:35.70, su mejor marca del año.

Era el turno de Andrés Vera. El castellonense lo tenía francamente difícil. En su serie estaban el campeón mundial, el británico Steve Cram (1960) y el plusmarquista mundial, Steve Ovett. Pasaban a la final los 4 primeros y 4 tiempos. Había que correr en menos de 3:38.12 para entrar por tiempos. Pero Andrés hizo la mejor carrera de su vida en el mejor momento. Un enorme sentido táctico y poderosísimo final lo colocaron en la final por puestos. Desde el inicio se vio que en esta segunda semifinal también se quería correr rápido, con una primera vuelta en 55.96 y el español bien colocado en 6ª posición. Se ralentizó el ritmo al paso por los 800 m, 1:57.88, con Vera algo encerrado en la 8ª posición. El italiano Stefano Mei (1963) tomó la cabeza en la mitad de la recta principal y dio paso al 1200 en 2:55.86. A falta de 200 m Cram se colocó líder y dio su tirón final. Vera era 7º a falta de 200 m y 6ª al iniciarse la recta final, momento en que sacó a relucir su fuerte cambio y escaló hasta la 3ª posición. El castellonense, con un último 400 en 53.8, hacía su mejor marca personal, 3:36.55, a 0.25 del ganador, Cram, y delante de Ovett, con el mismo tiempo. Recuerdo perfectamente cómo me había levantado del sillón diciendo se clasifica, se clasifica y dando un salto de alegría cuando se confirmó que Vera estaría en la final.

Así que en la carrera definitiva sí habría dos españoles, pero no los dos que se pensaba. Andrés Vera no acababa de creerse que estaba entre los 12 mejores. Poco antes de que la prueba se iniciase dijo a Abascal Menos mal que estás tú aquí, si no, me muero de miedo. Pero supo controlar perfectamente ese miedo En una de las finales míticas de la historia del 1500, Abascal puso muy caras las medallas con un gran acelerón a falta de 600 m. Se vio superado por Coe y por Cram en la última curva, pero pudo mantener el bronce, mientras los dos británicos copaban el oro y la plata. El castellonense hizo una carrera muy inteligente, siempre entre el 9º y el 10º puesto, con una última vuelta en 55,9, que le permitió llegar 7º, con 3:37.02, convirtiéndose en el 17º finalista olímpico español y el 2º en la prueba de los 1500 m.

Vera había sido campeón de España de 800 m en 1983. En 1984 un tropezón le impidió pelear por el oro del Nacional de 1500 m, que parecía para él. Apenas pudo competir en la temporada posolímpica por diversas lesiones. En 1986 realizó 3:35.86, su mejor marca de siempre, pero Abascal, González y Carreira le cerraron el paso al Europeo al aire libre de ese año. En 1987 fue 6º en el Europeo en sala, se proclamó campeón de España de 1500 m al aire libre y acudió al Mundial de Roma. En 1988 fue 8º en el Europeo en bajo techo, pero las lesiones acabaron apartándolo de la alta competición. Licenciado en Administración de Empresas y MBA del Instituto de Empresas, en la actualidad dirige la filial española de United Heroes, una empresa que promociona la actividad física reglada entre los empleados de corporaciones medianas y grandes, con el objetivo de mejorar el rendimiento laboral. Desde 2019 es también el director de relaciones institucionales del club de su ciudad natal Playas de Castellón.

Para la historia queda su actuación superlativa en aquella segunda semifinal de 1500 de LA84, que hizo dar un brinco a aquel jovencito tan entusiasmado como hoy por el atletismo.

Manolo Martínez, un lanzador español en la élite mundial

El 5 de marzo de 2013 fue un día histórico para el atletismo español. El lanzador de peso leonés Manolo Martínez se hacía oficialmente con la medalla de bronce olímpica de lanzamiento de peso de 2004. Todo había comenzado en Olimpia, casi nueve años antes. El 18 de agosto de 2004 a las 18:00 comenzaba la final de lanzamiento de peso de los Juegos Olímpicos de Atenas. Por razones históricas se había elegido como sede para esta modalidad el yacimiento arqueológico del antiguo estadio de Olimpia, donde se celebraban los Juegos de la Antigüedad

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Yacimiento arqueológico del antiguo estadio de Olimpia (By Dwaipayanc – Own work, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2437438)

Manolo Martínez se había clasificado esa mañana para la final, con 20.37 m, el séptimo mejor registro de los participantes. La competición comenzó bien para él. Tras la primera ronda era tercero con 20.70 m, por detrás del estadounidense Adam Nelson (1975), 21.16 m, y del ucraniano Yuriy Bilonoh (1974), 21.15 m. Se mantuvo en posición de bronce, sin mejorar su primer lanzamiento, hasta la tercera ronda, en que el danés Joachim Olsen (1977), que se fue a 21.07 m. Martínez mejoró a 20.78 m en el cuarto lanzamiento y a 20.84 en el quinto. Su sexto lanzamiento fue nulo. El leonés acabó en la cuarta posición. Nelson, que no volvió a realizar un lanzamiento válido, perdió la primera posición en la ronda final, cuando Bilonoh igualó sus 21.16 m y se quedó en cabeza por su segundo mejor lanzamiento. Olsen fue tercero. Pero el final aún no estaba escrito. El 5 de diciembre de 2012, la World Athletics anunció que un nuevo análisis de las muestras de Bilonoh de Atenas había mostrado restos de oxandrolona, un esteroide anabolizante. Su posterior descalificación hizo que Manolo Martínez se convirtiese en medallista olímpico de bronce.

Manuel Martínez Gutiérrez nació el 7 de diciembre de 1974. Cuando era un estudiante de Bachillerato su camino se cruzó con el de Carlos Burón, uno de los mayores estudiosos de los lanzamientos en España. Esta asociación resultó de lo más fructífera. El primer éxito internacional llegó pronto. En 1992, Martínez se proclamaba, con 18.14 m, subcampeón mundial junior (sub20). Entonces en esta categoría se lanzaba con el artefacto de 7.256 Kg.

Al leonés aún le quedaba un año más en la categoría junior, pero su inmensa calidad lo convirtió ya en 1993 en el mejor español de siempre en categoría absoluta. Ese año consiguió las cinco primeras de las 22 plusmarcas españolas absolutas, incluyendo registros en sala, que superó durante su carrera. El tope nacional pertenecía al zamorano Martín Vara (1956), 18.40 m en 1980. Martínez hizo 18.67 m el 10 de abril de ese año. El 24 de julio, con 19.17 m, rompía por primera vez la barrera de los 19 m. Ese año acabó lanzando 19.53 m. Superó los 20 metros el 28 de mayo de 1994, 20.16 m, y los 21 el 13 de mayo de 2001, 21.04 m. Su mejor lanzamiento, vigente plusmarca española, es de 21.47 m, conseguido en Salamanca el 10 de julio de 2002. También ese año 1993 fue campeón de España absoluto por primera vez, tanto en sala como al aire libre. En total consiguió 32 oros en los nacionales absolutos, bajo techo consecutivamente de 1993 a 2008, y al aire libre de 1993 a 2009, con la excepción de 1999. En ese 1993 su campeonato era el Europeo sub20, y no decepcionó. Se proclamó campeón. También tomó parte en su primer mundial al aire libre.

Aparte de la medalla olímpica de 2004, Manuel Martínez fue otras cuatro veces finalista en grandes campeonatos al aire libre: 6º en los Juegos Olímpicos de 2000, 4º en el Mundial de 2001, 7º en el Europeo de 1998 y 5º en el de 2002.

Pero donde realmente el leonés tuvo un rendimiento competitivo excepcional fue en la pista cubierta, modalidad en la que se hizo con los máximos entorchados mundial y continental. El Mundial en sala se le dio bien desde el principio. Fue 4º en 1995, 5º en 1997 y otra vez 5º en 1999. En 2001 ganó su primera medalla en esta competición, de bronce. Martínez se situó 3º con 20.10 m en la segunda ronda. Cuando iba a lanzar por 6ª vez se encontraba 5º. Un lanzamiento de 20.67 m lo devolvió al podio, detrás de los estadounidenses John Godina (1972) y Adam Nelson. Con Godina mantuvo un cerradísimo duelo por el oro en el Mundial de 2003. Martínez se colocó en cabeza en la segunda ronda con 21.14 m, pero en la tercera, el estadounidense, que había hecho dos nulos, se fue a 21.23 m. El español, que llevaba una serie magnífica de 20.73, 21.14, 21.07, 21.01 y 20.70, llegaba a la última ronda en segunda posición. Un tiro de 21.24 m y una insuficiente respuesta de Godina de 20.66 m dieron a Martínez la victoria más importante de su carrera deportiva. Aún fue otras dos veces finalista, 5º en 2004 y 6º en 2006.

En el Europeo en sala, su rendimiento fue también excelente, con tres medallas, una de cada color, y otros cuatro puestos de finalista. Esta fue su trayectoria: 4º en 1994, 7º en 1996, 6º en 1998, plata en 2000, oro en 2002, bronce en 2005 y 6º en 2009. En Gante, en 2000, consiguió su primera medalla continental. Un tiro de 20.38 m en la 4ª ronda le permitió terminar segundo, detrás del finlandés Timo Aaltonen (1969). Dos años después, en Viena, realizó un concurso impecable. Se colocó líder en la primera ronda con 20.68 m y ya no se movió de esa posición. Mejoró a 20.95 m en la cuarta ronda y a 21.26 m, su mejor marca de siempre bajo techo, en la quinta. El danés Joachin Olsen se le acercó en la sexta ronda con 21.23 m, pero solo le sirvió para ser segundo. Este se proclamó campeón de la siguiente edición, en 2005 en Madrid, mientras el leonés conseguía el bronce.

Martínez continuó activo hasta que en 2011 anunció su retirada. Ese día, Carlos Burón resumió lo que Manolo Martínez había supuesto para el atletismo español Con Manolo se va una persona buena y honesta que llegó a ser campeón, pero también un reclamo muy grande. Hace años, los de los lanzamientos éramos los malos, los humildes, la familia pobre del atletismo español, los que hacíamos que perdiéramos puntos. Había miedo. Faltaba información. Se veía como si fuera cosa de otros países… y llegó Manolo y demostró esa frase que ahora es tan célebre. El Yes we can. Fue la señal de que podíamos y consiguió cosas impensables. Y tan impensables como que un lanzador español fuese campeón del mundo.

Siendo un hombre con inquietudes, Manolo Martínez ha hecho escultura y también ha sido actor. En la probablemente infravalorada El Capitán Trueno y el Santo Grial, sobre el mítico personaje de Víctor Mora (1931-2016), Manolo se puso en la piel de Goliath, el tragaldabas compañero de fatigas del Capitán.

Un grande, sin duda, del atletismo español, el hombre que puso en el mapa internacional el lanzamiento de peso español. Tras su retirada, la especialidad ha quedado en manos del gigante, 2.04 m, malagueño Borja Vivas (1984), 21.07 m, subcampeón de Europa al aire libre en 2014, y del cántabro Carlos Tobalina (1985), 20.57 m.

Esta es una entrevista reciente a Manolo Martínez en Radio Nacional de España.

https://www.rtve.es/alacarta/audios/mitos-del-deporte/mitos-del-deporte-manolo-martinez-27-01-20/5493543/