Asier Martínez, la maestría competitiva

Mariano García Verdugo (1948), ilustre entrenador, suele contar una frase de Josep Marín (1950), el mítico marchador y posteriormente entrenador. Dice Marín que hay los grandes atletas son los que consiguen llevar la tensión competitiva de aquí (golpe de pecho) a aquí (golpe de espalda). Sin duda Asier Martínez (2000) es uno de ellos, pues tiene la buena costumbre de realizar siempre su mejor marca en el mejor lugar, en la gran competición.

Asier Martínez Echarte nació el 22 de abril de 2000 en la localidad navarra de Zizur Mayor, a 5 Km de Pamplona, donde ha desarrollado toda su carrera deportiva. Teniendo una familia de deportistas, su madre había sido vallista, comenzó a practicar atletismo en 2015. En 2016 se encontró con el entrenador de su vida, François Beoringyan (1974), un francés antiguo saltador de altura de 2.20 m, nacido en Chad. El joven Asier alternó inicialmente las vallas y el salto de altura, modalidad en la que sería campeón de España sub18 en 2017, mientras en la misma competición en las vallas, de 0.915) era segundo, detrás del valenciano Luis Salort (1999), 13.62, por 13.94. Esa temporada hizo su mejor marca de salto de altura de siempre, 2.04 m. En 2018 apenas compitió en altura y se dedicó a los 110 m vallas. Con las vallas a 99 cm, fue tercero en el campeonato de España sub20, por detrás de Salort, 13.43, y de otro valenciano, Enrique Llopis (2000), 13.50. Estos dos atletas eran entonces muy superiores a Martínez. Llopis volvió a derrotar a Martínez en el campeonato de España sub20 de 2019, 13.43 frente a 13.60. Ambos fueron al Europeo de la categoría donde el primero ocupó la cuarta plaza y el segundo no entró en la final. En las vallas de categoría absoluta, Martínez bajaba por primera vez de 14.00 al hacer 13.93.

En 2020, muy limitado por la pandemia, Martínez logró el oro en el campeonato de España sub23 con 13.70, su mejor marca entonces. Su salto de calidad llegó en 2021. En pista cubierta consiguió su primer campeonato de España absoluto, con 7.63, su mejor marca. En el Europeo en sala fue cuarto, con 7.60. Comenzó la temporada al aire libre con 13.58 y 13.34. La mínima olímpica era 13.32. La consiguió en el campeonato de España, 13.31, lo que le valió el segundo puesto tras Orlando Ortega (1991), 13.30. En el campeonato de Europa sub23 se proclamó campeón, con 13.34, con Enrique Llopis bronce, 13.44. Sobre el papel esta era su competición. Se suponía que iría a los Juegos de Tokio a aprender, pero aprendió muy rápido y su competición acabó siendo la olímpica. Comenzó ganando su serie clasificatoria con 13.32. Fue tercero en la primera semifinal con 13.27, el mejor tiempo de la repesca. Contra todo pronóstico se plantaba en la final. Y una vez allí, no se relajó, sino todo lo contrario, y volvió a hacer la mejor carrera de su vida, 13.22 y sexto.

Martínez había dado un enorme salto de calidad cronométrico, de 13.70 la temporada anterior a 13.22, pero lo más impresionante es que tanto en el campeonato de España, como dos veces en los Juegos Olímpicos había hecho plusmarca personal. Y los éxitos continuaron en 2022. En pista cubierta mejoró su tiempo de 60 m vallas a 7.55. Se quedó cerca, tanto al ganar el campeonato de España, 7.56, como al quedar cuarto en el mundial en sala, 7.57. Este resultado lo consolidaba como uno de los vallistas del momento. Su rendimiento al aire libre, sin embargo, dejó muy atrás su resultado bajo techo. Demostró una gran forma con un nuevo oro en el campeonato de España de 110 m vallas y 13.15 ventosos. En el Mundial se impuso en su serie con 13.37 y fue segundo en su semifinal con 13.26. La medalla parecía, no obstante, casi imposible, con cuatro atletas muy superiores. Pero la mala fortuna quiso que el jamaicano campeón olímpico Hansle Parchment (1990) se lesionase y que el mejor marquista del año, 12.84, el estadounidense Devon Allen (1994) hiciese una salida nula en el límite. Martínez aprovechó la oportunidad y consiguió la medalla de bronce, haciendo honor a su hábito de mejorar en las grandes ocasiones. Esta vez fue 13.17.

Martínez hizo lo que tenía que hacer, mejorar en la final y obtuvo su premio. Pero aún quedaba otro premio. En un año extraño con Mundial y Europeo al aire libre, faltaba el Europeo, donde, esta vez sí, el español era favorito. Se habló de que hasta entonces siempre había superado las expectativas y algunos pensaban si no le pesaría la condición de candidato al título. Pues tampoco. Exento de disputar la serie, hizo 13.25, el tiempo más rápido de las semifinales y volvió a hacer marca personal en la final, 13.14 y oro por una sola milésima.

Estudiante de Ciencias Políticas, si le respetan las lesiones, su enorme capacidad competitiva lo podría conducir a un historial sin precedentes en el atletismo español. Es un valor seguro, un maestro de la competición.

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Femke Bol, la elegancia sobre las vallas

Probablemente la atleta más destacada, en ambas categorías, del reciente campeonato de Europa de Múnich haya sido la neerlandesa Femke Bol (2000), con su triple oro en los 400 m lisos, los 400 m vallas y el relevo 4 x 400 m. Incluyendo todas las rondas, Bol disputó un total de cinco carreras. Además de por su indudable calidad, sin duda también destaca sobremanera por su elegancia y educación con el resto de las rivales. Fuera del continente, pese a tener una mejor marca de 52.03, la tercera de siempre, la estadounidense Sydney McLaughlin (1999) es, de momento, inabordable. Su plusmarca mundial de 50.68 parece más un tiempo de 400 m lisos.

Femke Bol nació en la ciudad neerlandesa de Amersfoort, en el centro del país, el 23 de febrero de 2000. Comenzó a practicar atletismo a los siete años. A partir de los quince se centró en los 400 m lisos. En 2015 disputó su primera competición internacional, el Festival Europeo de la Juventud, en la vuelta a la pista, pero no pasó de las series. En 2017 conseguía ser semifinalista en el Europeo sub20 también en los 400 m lisos. No comenzó con los 400 m vallas hasta 2019, y los resultados fueron excelentes. Se proclamó campeona de Europa sub20 y llegó a las semifinales del Mundial absoluto, con una mejor marca de 55.32 en las series. Apenas compitió en lisos. Aun así realizó 52.98.

En la temporada 2020, pese a la pandemia por SARS COV 2, Bol continuó progresando notablemente. En las vallas se fue a 53.79, mejor marca mundial del año, en un año en que no compitieron ni Dalilah Muhammad (1990) ni Sydney McLaughlin, campeona y subcampeona del mundo en 2019, con 52.16, plusmarca mundial, y 52.23, respectivamente. Bol también se superó en los lisos con 51.13.

El año 2021 arrancó con la incertidumbre de si habría Juegos Olímpicos, inicialmente pospuestos para el mes de julio y que finalmente se celebraron sin público. Las dos estadounidenses parecían muy superiores a Bol. La neerlandesa se preparó a conciencia y ya en la temporada de invierno se mostró muy fuerte al imponerse en los 400 m lisos del campeonato de Europa en pista cubierta con 50.63, que superaba su tiempo al aire libre. En la temporada estival, apenas prestó atención a los lisos, aunque bajó a 50.37. En las vallas disputó doce carreras y tan solo perdió en la final olímpica. Llegó a Tokio con 52.37, segunda mejor marca del año, tras la plusmarca mundial de McLaughlin, 51.90, en las pruebas de selección olímpica. Tras imponerse en su serie y en su semifinal, Bol hizo en la final unos magníficos 52.03, que habrían sido plusmarca mundial unas semanas antes. Sin embargo, las estadounidenses fueron superiores. McLaughlin ganó el oro con 51.46 y Muhammad segunda con 51.58.

Tras consolidarse como una de las mejores vallistas de siempre, Bol planificó la temporada de 2022, con tres objetivos, el Mundial en pista cubierta de Belgrado, el Mundial al aire libre de Eugene y los Europeos al aire libre de Múnich, donde intentaría el triple oro en los 400 m lisos, 400 m vallas y el relevo 4 x 400. En sala llegó al Mundial con una mejor marca de 50.30. Se llevó sendas platas. En la prueba individual cedió ante la doble campeona olímpica, la banameña Shaunae Miller Uibo (1994), mientras en el relevo el cuarteto neerlandés resultó superado por las jamaicanas.

Al aire libre, en los 400 m vallas tuvo un resultado similar al del año anterior. Disputó once pruebas con una sola derrota, la del Mundial de Eugene. Acudió con la segunda mejor marca del año, 52.27, tras la nueva plusmarca mundial de McLaughlin, 51.41. En la final, la estadounidense no dio opción. Ganó con 50.68. Bol igualaba su mejor tiempo de la temporada y era segunda, a una considerable distancia.

El Mundial de Eugene solo era media temporada para Bol. Su gran objetivo era hacer triplete en el Europeo de Múnich, en 400 m lisos, 400 m vallas y el relevo 4 x 400 m. Una nueva norma dejaba exentos a los mejores de la lista del año de la primera ronda, por lo que la neerlandesa solo tuvo que disputar una ronda previa en ambas pruebas individuales, mientras en el relevo la reservaron para la final. Bol había participado en un único 400 lisos antes del Europeo, en el que había realizado marca personal de 49.75. En la final de Múnich se impuso con 49.44.

Dos días más tarde, obtuvo una victoria relativamente sencilla en los 400 m vallas, con 53.67, 0.73 menos que la ucraniana Viktoriya Tkachuk (1994).

La final del relevo 4 x 400 m tuvo lugar al día siguiente. Bol realizó una extraordinaria última posta en 48.52, definitivo para que las neerlandesas ganasen con unos excelentes 3:20.87.

Bol cerró una gran temporada con dos victorias en los 400 m vallas en las reuniones de Lausana y de Zúrich. Aunque McLaughlin parece imbatible, Bol solo tiene 22 años. Le queda mucho recorrido y el atletismo da muchas vueltas. Los 400 m vallas han entrado en una nueva dimensión. Estaremos atentos a su evolución.

Shirley Strickland, Marjorie Jackson y Betty Cuthbert, el trío olímpico australiano de oro

Hasta 1952 Australia había ganado cuatro oros olímpicos en once ediciones de los Juegos. Edwin Flack (1873-1935), entonces perteneciente a la colonia británica de Victoria, fue el primer campeón olímpico de 800 y 1500 m. Nick Winter (1894-1955) se impuso en el triple salto en los Juegos de 1924. Y John Winter (1924-2007) fue el campeón de salto de altura en los Juegos de 1948. Entre 1952 y 1964, Australia se hizo con nueve medallas de oro olímpicas. A excepción de Herb Elliott (1938), campeón olímpico de 1500 m en 1960, los otros ocho títulos fueron para tres mujeres velocistas, Shirley Strickland (1925-2004), Marjorie Jackson (1931) y Betty Cuthbert (1938-2017).

Shirley Barbara de la Hunty, conocida durante su carrera atlética por su nombre de soltera, Shirley Strickland, nació el 18 de julio de 1925 en Guidford, en las afueras de Perth. Su padre había practicado atletismo y fútbol australiano. La joven Shirley comenzó a hacer atletismo en el Instituto. En 1948 consiguió el título nacional de 80 m vallas. Acudió a los Juegos Olímpicos de Londres, donde fue bronce en 100m y en 80 m vallas y plata en el relevo 4 x 100 m. Oficialmente ocupó la cuarta posición en los 200 m. Años después se revisó la photo finish y se vio que tendría que haber ganado la medalla de bronce, si bien el resultado final no se cambió. Tras ganar tres oros en los Juegos de la Commonwealth de 1950, Strickhand volvió a los Juegos Olímpicos, en 1952. En Helsinki fue campeona de 80 m vallas, igualando la plusmarca mundial de la neerlandesa Fanny Blankers-Koen (1918-2004), 11.0 en las series. En la final mejoró hasta 10.9. En la semifinal había realizado 10.8 con excesivo viento a favor. En los 100 m fue bronce, en una carrera ganada por su compatriota Marjorie Jackson. Una mala entrega en el relevo 4 x 100 m le impidió pelear por otro oro. Sin embargo tuvo una nueva oportunidad en 1956, en los Juegos de Melbourne, donde renovó su título en 80 m vallas y fue también oro en el relevo 4 x 100. En 1954 se había perdido los Juegos de la Commonwealth por baja forma. Al año siguiente fue plusmarquista mundial de 100 m con 11.3. Tras los Juegos de 1956 se retiró. Siguió ligada al atletismo como directiva y entrenadora. También se dedicó a la política. Falleció el 11 de febrero de 2004.

Marjorie Jackson-Nelson nació en Coffs Harbour, Nueva Gales del Sur, el 13 de septiembre de 1931. Tuvo una carrera más corta que Strickland, pero muy intensa. Saltó a la fama con 17 años al derrotar en dos ocasiones a Fanny Blankers-Koen, en una gira que había hecho a Australia. Tras ganar cuatro oros en los Juegos de la Commonwealth de 1950, acudió a los Juegos Olímpicos de 1952, donde fue campeona en 100 m, con plusmarca mundial igualada de 11.5, y en los 200 m, donde igualó la plusmarca mundial en la primera ronda, 23.6, y la mejoró en la semifinal, 23.4. La posibilidad de otro oro en el relevo, como ya se ha mencionado, se esfumó por una mala entrega. Esa misma temporada mejoró en 100 m hasta 11.4. Se retiró tras ganar tres oros en los Juegos de la Commonwealth de 1954. De 2001 a 2007 fue gobernadora general del estado de Australia Meridional.

Elizabeth Alysse Betty Cuthbert nació el 20 de abril de 1938 en Merrylands, Nueva Gales del Sur. Con tan solo 18 años fue olímpica en 1956. Esa misma temporada había mejorado con 23.2 la plusmarca mundial de Marjorie Jackson, por 0.2. En Melbourne sorprendió con un triple oro en 100, 200 y relevo 4 x 100 m. Su logro tuvo una enorme repercusión mediática, que no favoreció a la joven Betty. En los Juegos de la Commonwealth de 1958 fue cuarta en las 100 yardas y segunda en las 220 yardas. La vencedora de ambas carreras fue su compatriota Marlene Mathews (1934), que había sido doble bronce olímpico en 100 y 200 m. En 1960, sin embargo, parecía que había recuperado la forma. En marzo de ese año un tiempo de 23.2 en las 220 yardas (201.17 m) se homologó como plusmarca mundial igualada de 200 m. En los Juegos de 1960, sin embargo, se lesionó en las eliminatorias de 100 m. Decidió retirarse pero volvió en 1962. Formó parte del equipo australiano que ganó el oro en el relevo 4 x 110 yardas. En 1959 había corrido los 400 m, que por entonces no formaban parte del programa olímpico femenino, en 54.0. En los Juegos de 1964 se disputaría por primera vez esta distancia en la categoría femenina. Cuthbert decidió prepararla. En 1963 fue capaz de registrar 52.9, segunda mejor marca de esa temporada.

La plusmarquista mundial de 400 m en vísperas de los Juegos Olímpicos de 1964 era la norcoreana Sin Kim-dan (1938). En 1962 había corrido la distancia en 51.9. Al año siguiente participó en los GANEFO (Games of the Emerging Forces), una competición organizada por Indonesia en la que participaban países independizados recientemente. Sin ganó los 200, los 400 y los 800 m, estas dos últimas pruebas con sendas plusmarcas mundiales de 51.4 y 1:59.1, primer tiempo por debajo de 2 minutos, pero la IAAF (hoy World Athletics) no reconoció la competición ni las plusmarcas. En 1964, la coreana mejoró hasta 51.2 y 1:58.0, pero la IAAF había suspendido a los participantes en los GANEFO, por lo que no reconoció los tiempos ni permitió su participación en los Juegos.

Ausente Sin, la mayor rival para Cuthbert en el 400 olímpico era la británica Ann Packer (1942), que acreditaba 53.6 del año anterior. La primera ronda tuvo lugar el 15 de octubre. Mientras la australiana fue tercera en la primera serie con 56.0, Packer se impuso en la tercera con 53.1, nueva plusmarca olímpica. Ambas se encontraron en la primera semifinal al día siguiente. Packer volvió a ganar con 52.7 con Cuthbert segunda, 53.8. La otra semifinal fue para otra australiana, Judy Amoore (1940), con 53.3. El 17 de octubre se esperaba una final muy rápida, como así sucedió. En lo que Cuthbert calificó como una carrera perfecta, se proclamó la primera campeona olímpica de la distancia con 52.0 (52.01), por delante de Packer, 52.2 (52.20) y de Amoore (53.4). Con esta victoria en 400 m, la australiana obtenía en único triple oro de la historia de los Juegos en 100, 200 y 400 m. En 1896, en estadounidense Thomas Burke (1875-1929) había ganado los 100 y los 400 m. No se habían disputado los 200 m en estos primeros Juegos. Packer ganaría los 800 m en estos mismos Juegos con 2:01.1, oficialmente plusmarca mundial, que superaría Amoore por 0.1 tres años después. Esta no volvió a los Juegos hasta 1976, donde en la semifinal realizó su mejor marca de siempre, 1:59.93, insuficientes para llegar a la final.

Cuthbert se retiró tras los Juegos de 1964. En 1969 se le diagnosticó esclerosis múltiple. Desde entonces se dedicó a difundir el conocimiento de esta enfermedad entre el público y a la búsqueda de recursos para la investigación. Murió el 6 de agosto de 2017.

Entre 1952 y 1964 las atletas australianas consiguieron ocho medallas de oro en pruebas de velocidad y vallas. Desde entonces otras cuatro australianas han sido campeonas olímpicas en alguna de estas dos modalidades, Maureen Caird (1951) en 80 m vallas en 1968, Debbie Flintoff-King (1960) en 400 m vallas en 1988, Cathy Freeman (1973) en 400 m en 2000 y Sally Pearson (1986) en 400 m vallas en 2012. Seguramente todas ellas encontraron inspiración en Strickland, Jackson y Cuthbert, protagonistas de la edad de oro de la velocidad y las vallas femeninas australianas.

Karsten Warholm y Sydney McLaughlin, oros olímpicos paralelos

La madrugada de ayer, 3 de agosto, la final masculina de los 400 metros vallas se convirtió en uno de esos momentos olímpicos históricos. El noruego Karsten Walholm (1996) conseguía el oro en Tokio, superando su reciente plusmarca mundial de 46.70, con una estratosférica marca de 45.94, un buen tiempo en lisos. La carrera no se decidió hasta los últimos metros, pues el estadounidense Rai Benjamin (1997) vendió cara su derrota, segundo con 46.17. El bronce fue para el joven brasileño Alison dos Santos (2000), con 46.72, tiempo que hace dos meses habría sido plusmarca mundial.

Los calificativos para la carrera se agotaron. Se ha dicho que es la mejor carrera de la historia. Sin embargo, tan solo 24 horas más tarde, la misma distancia en la categoría femenina se resolvió con un sorprendente paralelismo. La estadounidense Sydney McLaughlin (1999), también reciente plusmarquista mundial, 51.90, se impuso a su compatriota Dalilah Muhammad (1990) tras un cerradísimo duelo que, como en la categoría masculina, no se resolvió hasta los últimos metros. McLaughlin fue la ganadora con una nueva plusmarca de 51.46, mientras que Muhammad, como Benjamin en la carrera de hombre, realizaba unos excelentes 51.58 que, no obstante, la relegaron a la segunda posición. La neerlandesa Famke Bol (2000) fue bronce, con 52.03, que habría sido plusmarca mundial unas semanas atrás.

El cambio de guarismo, de 46 a 45 segundos, en la categoría masculina ha concitado una enorme atención. Sin embargo, si se analizan cuidadosamente ambas pruebas y las trayectorias recientes de ambos campeones, el rendimiento de McLaughlin es comparable al de Warholm. Al principio de la temporada las plusmarcas mundiales de la prueba eran 46.78, del estadounidense Kevin Young (1966) desde los Juegos de Barcelona, y 52.16, de Dalilah Muhammad, desde el Mundial de Doha en 2019. La mejoría de Warholm respecto a la anterior plusmarca fue de 0.08 al hacer 46.70 y 0.76 cuando mejoró a 45.94, total 0.84. Por su parte la progresión de McLaughlin fue de 0.26 con sus 51.90 y de 0.44 con sus 51.46, un total de 0.70. Es decir, respecto a las plusmarcas mundiales de principios de la temporada, Warholm ha mejorado 0.14 más que McLaughlin. No es una gran diferencia.

Otro tema que se ha destacado es que ambos registros serían buenas marcas en 400 m lisos. En estos momentos un tiempo de 45.94 en lisos sería la 35º marca de la lista europea del año. La mejor marca noruega del año en los 400 m lisos es de 46.50, de Andreas Haara Baketun (2001). Una marca similar a la de Warholm en 400 m vallas fue plusmarca mundial a principios de los años 50. El 22 de agosto de 150, el jamaicano George Rhoden (1926) superaba el primado universal de entonces con un tiempo de 45.8, aproximadamente equivalente a 45.94 automático. En otro tipo de pista y con otro material, el ser humano corría sin vallas lo que hoy corre con vallas. Rhoden fue campeón olímpico de la distancia dos años después en Helsinki, con un tiempo de 46.09, más lento que el de Warholm en Tokio. El tiempo del noruego también es más rápido que el de Charles Jenkins (1934), el ganador, 46.7, de la vuelta a la pista en 1956.

En categoría femenina tomando también como referencia la lista europea del año, un tiempo en lisos de 51.46 ocuparía el puesto 17 en estos momentos. En cuanto a los mejores registros mundiales, hay que venirse más cerca en el tiempo que en la categoría masculina, en concreto a los Juegos Olímpicos de 1968, ya con pistas sintéticas, para buscar un registro similar en lisos al de McLaughlin en vallas. La carismática velocista francesa Colette Benson (1946-2005) ganaba los 400 m lisos con 52.03. Al año siguiente, su compatriota Nicole Duclos (1947) llevaba la plusmarca mundial de la distancia a 51.72. En esa carrera Benson fue segunda con 51.74. Según la normativa de la época ambas compartieron la plusmarca mundial con 51.7. Todavía más lenta que el tiempo de McLaughlin.

Ayer se agotaron los calificativos para definir la final masculina de 400 m vallas. Se llegó a decir que era la mejor carrera de la historia. Es difícil decidirlo, porque hay mucho donde elegir. Si nos limitamos a finales olímpicas con plusmarca mundial, algunos ejemplos de grandes carreras son los 3:35.1 del australiano Herb Elliott (1938) en 1960, los 10.05 del estadounidense Bob Hayes (1942-2002) en 1964, las tres pruebas de velocidad con otros tres estadounidenses, Jim Hines (1946), 9.95, Tommy Smith (1944), 19.83, y Lee Evans (1947-2021), 43.86, en 1968, los 19.32 del estadounidense Michael Johnson (1967) en 1996, los 1:40.91 del keniano David Rudisha (1988) en 2012… Sin embargo, desde el punto de vista de mejoría de la plusmarca mundial, ha habido una final olímpica de 400 metros vallas que fue superior a la de Tokio. Probablemente pasó algo desapercibida ante la avalancha de registros históricos en estos Juegos. El 15 de octubre de 1968 se disputaba la final olímpica de 400 m vallas. Los aficionados al atletismo todavía no se habían repuesto de los resultados históricos de la final de 100 m, con el primer registro por debajo de 10.00. El favorito para el oro en la distancia de 400 metros vallas era el estadounidense  Geoff Vanderstock (1946). En las pruebas de selección de su país había marcado 48,94 (48,8), el primer tiempo de la historia sub 49,00. Sin embargo, no fue capaz de entrar el el podio. El británico David Hemery (1944), que hasta esa temporada corría 110 metros vallas, se proclamó campeón con un sorprendente tiempo de 48,12, 0.82 más rápido que la plusmarca mundial de Vanderstock, una diferencia mayor que la conseguida por Warholm, 0.76, sobre su propio registro anterior en la final de Tokio.

En cualquier caso, ambas finales de los 400 metros vallas han sido absolutamente superlativas y se permanecerán como dos grandes momentos olímpicos de la historia del atletismo, con el añadido de su sorprendente paralelismo. Las dos carreras se presentaban como pruebas estrella de los Juegos y consiguieron superar las expectativas. Dada la juventud de la mayoría de sus protagonistas, el futuro de ambas distancias se presenta de lo más prometedor. Probablemente hayamos entrado en una edad de oro en la que la enorme competencia hará que los tiempos continúen progresando tras, en el caso masculino, casi 30 años de estancamiento.

Y Karsten Warholm superó, por fin, a Kevin Young

El 6 de agosto de 1992, el vallista estadounidense Kevin Young (1966) sorprendía al mundo atlético al superar la plusmarca mundial de 400 m vallas en la final olímpica de Barcelona. Su tiempo de 46.78 borraba los 47.02 de su compatriota Edwin Moses (1955), probablemente el mejor vallista intermedio de la historia. En las semifinales, Young había mejorado su plusmarca personal a 47.64. Su anterior mejor registro era de 47.72, conseguido en 1988. El tiempo de 47.78, como era previsible, se mostró extraordinariamente resistente. Hasta 2018, ningún otro atleta había conseguido bajar de 47.00. Ese año el qatarí Abderramán Samba (1995) corría en 46.98. En 2019 por primera vez dos atletas rompían la barrera de los 47 en la misma carrera, el noruego Karsten Warholm (1996) y el estadounidense Rai Benjamin (1997) hacían respectivamente 46.92 y 46.98. Al año siguiente Warholm se acercaba más a Young con 46.87. Este 2021, en las pruebas olímpicas de Estados Unidos, Benjamin se iba a 46.83. Parecía que el tiempo de Young tenía los días contados, como así fue. El 1 de julio, en Oslo, cuatro días después de que la estadounidense Sydney McLaughlin (1999) hiciese lo mismo en la prueba femenina, Karsten Warholm se convertía en el nuevo plusmarquista mundial de 400 m vallas con 46.70. Kevin Young había aguantado casi 29 años en lo más alto de la lista mundial.

Karsten Warholm nació en Ulsteinsvik, una localidad noruega de 5700 habitantes 400 kilómetros al norte de Bergen, el 28 de febrero de 1996. Comenzó a practicar atletismo muy joven. Inicialmente hacía velocidad, vallas y saltos, lo que lo llevó a probar las combinadas. En 2013 fue campeón mundial juvenil (sub18) de octatlón, con 6451 puntos, marca personal. Entonces corría los 100 m en 10.86, los 400 en 48.09 y saltaba 2.02 m en altura. En 2014 fue décimo en el campeonato mundial junior (sub20) de decatlón y participó en los 400 m lisos del campeonato de Europa absoluto. En 2015 fue subcampeón de Europa junior (sub20) de decatlón y de 400 m lisos.

En 2016 decidió centrarse principalmente en los 400 m vallas y los resultados no se hicieron esperar. Superó en cuatro ocasiones la plusmarca nacional noruega, 49.62 el 4 de junio, 49.45 el 1 de julio, 49.84 el 7 de julio en la semifinal del campeonato de Europa, y 48.49 en la serie eliminatoria de los Juegos Olímpicos. En el campeonato de Europa fue 6º en la final con 49.82, mientras en los Juegos Olímpicos ocupó la 4ª plaza con 48.81. Se quedó a 0.17 de la final. Fue el 10º de la lista mundial de ese año. Sin duda, una excelente temporada para ser el primer año dedicado específicamente a las vallas intermedias.

En 2017, Warholm se instalaba en la élite mundial de los 400 m vallas, pese a que cronométricamente se quedó en 48.22, su mejor marca hasta entonces y quinta mundial del año. En julio se proclamó campeón de Europa sub23 de 400 m vallas, con 48.37, y subcampeón de 400 m lisos con 45.75. En agosto, en Londres, se hacía con una sorprendente victoria en los 400 m vallas del campeonato del Mundo. El noruego se clasificó por puestos al ser cuarto en su serie eliminatoria. Fue el segundo en la primera semifinal, con 48.43, a 0.08 del campeón olímpico el año anterior, el veterano estadounidense, nacido en Trinidad y Tobago, Kerron Clement (1985), campeón del mundo en 2007 y 2009. Clement parecía superior al resto. Estaba acreditado en 47.24 en 2005 y ese año había corrido en 48.02, segunda mejor marca mundial del año. En el medio de un importante aguacero, Warholm se colocó en cabeza desde el principio. En la última valla Clement y Abderramán Samba se acercaron peligrosamente, pero este tropezó y al estadounidense se le acabaron las fuerzas. El noruego se hizo con el oro con 48.35, mientras el turco, nacido cubano, Yasmani Copello (1987) relegaba a Clement a la tercera plaza, con 48.49 frente a 48.52.

En 2018 consiguió superar la barrera de los 48.00, con 47.82, 47.81, 47.65 y, finalmente, 47.64 en el campeonato de Europa, donde se llevó el oro, en una final de gran nivel. Copello, que llegó igualado con el noruego a la penúltima valla, fue segundo con 47.81 y el irlandés Thomas Barr (1992) tercero con 48.31. Siete atletas corrieron en menos de 49.00, entre ellos el español Sergio Fernández (1993), séptimo con 48.98.

En la siguiente temporada, la de 2019, tendría lugar en octubre el campeonato del Mundo al aire libre, en Doha. Warholm comenzó haciendo pista cubierta. Se proclamó campeón de Europa en sala, igualando la vieja plusmarca europea del alemán Thomas Schönlebe (1965) de 45.05. Al aire libre también comenzó con plusmarca europea, de los 400 m vallas, 47.33, 0.04 menos que el francés Stéphane Diagana (1969). Posteriormente realizó 47.12 y en agosto, en Zúrich, los 46.92 referidos, carrera en la que Benjamin marcó 46.98. Ambos anunciaban un gran duelo en la final del Mundial de Doha. Los dos ganaron sus respectivas semifinales, con 48.28 para el noruego y 48.52 para el estadounidense. En la final, este consiguió salir más rápido, pero al final de la contrarrecta ambos estaban igualados. Warholm entró destacado en la recta final y en ningún momento vio su victoria en peligro. Su tiempo final, 47.42. Benjamin fue plata con 47.66 y Abderramán Samba, tras una gran remontada, consiguió el bronce con 48.03.

En la atípica temporada de 2020, Warholm arañó unas centésimas a su marca, al hacer 46.87. El pasado 1 de julio, probablemente espoleado por los 46.83 de Benjamin, el noruego terminaba con el reinado de Kevin Young de casi 29 años, con una marca de 46.70, un tiempo de 400 m lisos. Como en la categoría femenina, con McLaughlin y Dalilah Muhammad (1990), el duelo olímpico en la categoría masculina entre Warholm y Benjamín será otro de los atractivos de Tokio. Los Juegos Olímpicos nunca decepcionan.

Sydney McLaughlin, la niña prodigio se hizo mayor

La limitación de los Juegos Olímpicos a tres atletas por país y por prueba hace que en algunas potencias atléticas el nivel de sus pruebas de selección sea mayor que el de los propios Juegos. Ocurre en las carreras de fondo en ciertos países africanos y en la mayoría de las pruebas explosivas en los Trials de Estados Unidos. Los de este año, que acaban de finalizar, han dejado cuartos clasificados con registros que acabarán entre los primeros del mundo este año. Algunos ejemplos, en hombres 9.89 en 100 m, 19.90 en 200, 13.21 en 110 m v o 48.55 en 400 m v, en mujeres 21.98 en 200 m, 1:58.55 en 800 m, 12.53 en 100 m v o 53.85 en 400 m v. Ha habido varias mejores marcas mundiales del año y dos extraordinarias plusmarcas mundiales, 23.37m en lanzamiento de peso masculino, a cargo de Ryan Crouser (1990) y 51.90 en 400 m vallas, a cargo de la ex niña prodigio Sydney McLaughin (1999). McLaughlin es una sobresaliente atleta que aúna talento, trabajo y capacidad competitiva. Con 21 años se ha convertido en la primera mujer en correr la distancia en menos de 52.00 y su proyección no atisba límites.

Sydney Michelle McLaughlin nació el 9 de agosto de 1999 en la pequeña localidad de Dunellen, Nueva Jersey. El atletismo estaba muy presente en su familia, pues su padre , Willie (1983) había corrido los 400 m en 45.30 en 1983. Su hermano mayor, Taylor (1997) registró 48.85 en 400 m vallas en 2019. Dotada de unas excepcionales condiciones para la práctica del atletismo, la joven Sydney comenzó a destacar en la escuela. En 2014 ya daba la vuelta a la pista con vallas en 55.63. En la temporada siguiente mejoró a 55.28 y fue campeona mundial juvenil (sub18). En 2016, tras haber realizado 54.46 tomó parte en las pruebas de selección olímpica, donde fue tercera con 54.14, detrás de Dalilah Muhammad (1990), 52.88, futura campeona olímpica, y de Ashley Spencer (1993), 54.02, que sería bronce en los Juegos.

La jovencísima Sydney, de 16 años, iba a convertirse en una de las atletas olímpicas más jóvenes de su país. En Río rindió algo por debajo de sus posibilidades. Consiguió clasificarse por tiempos para las semifinales, donde fue quinta en su serie con 56.22. En noviembre de ese 2016 comenzó a competir con la Universidad de Kentucky. Al año siguiente no consiguió clasificarse para el Campeonato del Mundo al aire libre de Londres. Pese a correr en 53.82, que sería la séptima marca mundial de ese año, solo pudo ocupar la sexta posición en el Campeonato de Estados Unidos (USTAF). En 2018 lideró la lista del año con 52.75, marca que le sirvió para ganar el Campeonato Universitario de su país (NCAA). Sería su última temporada como universitaria, pues ese octubre se hizo profesional al firmar con New Balance.

En 2019, el objetivo de McLaughlin era el oro en el Campeonato del Mundo de Doha, pero se encontró con la mejor versión de Dalilah Muhammad. Ambas se enfrentaron el la final del Campeonato de la USTAF el 28 de julio en Des Moines, Iowa. Pese a que McLaughlin corría en 52.88, su segunda mejor marca de siempre, Muhammad no dio opción y voló, con la pista mojada, hasta una nueva plusmarca mundial de 52.20, 0.14 más rápido que el anterior techo mundial de rusa Yuliya Pechonkina (1978) desde 2003. Ambas rivales estadounidenses se verían las caras en el Campeonato del Mundo.

Antes del Mundial, McLaughlin y Muhammad se enfrentaron el 29 de agosto en la reunión de Zúrich, que albergaba parte de la final de la Liga de Diamante. En esta ocasión MacLaughlin fue muy superior a su rival, que incluso se vio derrotada por otra estadounidense, Shamier Little (1995). Los tiempos fueron 52.85 para la ganadora, 53.86 para Little y 54.12 para Muhammad.

La prueba femenina de 400 metros vallas en el minuto 26:21

El 1 de octubre tuvieron lugar las series del Mundial de 400 m vallas. McLaughlin hizo el mejor tiempo con 54.45, mientras Muhammad registraba 54.87, el tercer tiempo. En las semifinales del 2 de octubre, McLaughlin volvía a ser la más rápida, 53.81, 0.10 menos que su rival. En la final, del 4 de octubre, McLaughlin ocupaba la calle 4 y Muhammad la 6. En la primera parte de la prueba ambas estaban muy igualadas, pero Muhammad comenzó a destacarse en la última curva, llegando primera a la recta. McLaughlin intentó remontar pero tan solo pudo mantener la distancia. Muhammad se impuso con una nueva plusmarca mundial de 52.16, mientras McLaughlin era segunda con 0.0.7 más, 52.23, convirtiéndose en la segunda atleta de la historia. Ambas atletas ganarían otra medalla, de oro, en el relevo 4 x 400, con 3:18.92, mejor marca mundial de 2019.

Tras no competir en 2020, McLaughlin reapareció el 6 de junio con 52.83, mostrándose en muy buena forma para el reto de las pruebas de selección olímpica. El 27 de junio tenía lugar la final. Su máxima rival volvía a ser Dalilah Muhammad, pero esta vez las cosas fueron muy diferentes. McLaughlin había marcado el mejor tiempo de las semifinales, con 53.03. La final no se resolvió hasta los últimos metros. Como en Doha, Muhammad entró primera en la recta de llegada, pero, esta vez, los últimos 100 m de McLaughlin fueron extraordinarios. Entró la primera con 51.90, nueva plusmarca mundial, 0.52 menos que su rival.

Muhammad tendrá una nueva oportunidad en la final olímpica. No le resultará nada fácil batir a esta antigua niña prodigio, que ha superado todas las expectativas y se ha convertido en una superlativa y completísima atleta, capaz además de correr los 100 m vallas en 12.65 y los 200 m en 22.39. La carrera femenina de los 400 m vallas será una de las pruebas estrella de los Juegos de Tokio.

Sven Nylander, la mejor actuación en el mejor lugar

No sin cierta ironía, el vallista sueco de los 80 y los 90, Sven Nylander (1962), decidió titular su autobiografía El cuarto hombre. Nylander formó parte de la élite mundial de los 400 m vallas durante 15 temporadas. Se codeó con grandísimos especialistas como el inigualable Edwin Moses (1955), el alemán Harald Schmid (1957), los estadounidenses Danny Harris (1965), André Phillips (1959), Kevin Young (1966) o Derrick Adkins (1970), el senegalés Amadou Dia Ba (1958) o el zambiano Samuel Matete (1968), todos ellos superiores al sueco cronométricamente. Nylander eligió el título de sus memorias por los cuatro cuartos puestos que consiguió en dos Juegos Olímpicos, separados 16 años, y dos campeonatos del mundo. En los campeonatos de Europa ganó tres medallas, dos platas y un bronce. El mejor logro de Nylander probablemente no sea, no obstante, el haberse mantenido tantos años entre los mejores del mundo, sino el haber realizado sus 9 mejores plusmarcas personales en competiciones oficiales. Si el objetivo del atletismo es la superación personal, sin duda el culmen es hacerlo en la mejor competición.

Sven Olof Nylander nació el 1 de enero de 1962 en Varberg, una ciudad 75 Km al sur de Gotemburgo. Comenzó dedicándose a los 110 metros vallas, prueba en la que fue 6º en el Campeonato de Europa Júnior (sub20) de 1979. Sin embargo, se cambió a las vallas intermedias, donde pronto mostró su calidad. El 5 de agosto de 1982 conseguía, en el campeonato nacional, bajar por primera vez de 50.00, al registrar 49.64. El 8 de septiembre, sin apenas experiencia internacional, se metía en la final del campeonato de Europa. Mejoró hasta 49.64, tiempo que le permitió ocupar la 7ª posición, en una trepidante carrera, con oro para Harald Schmid con plusmarca europea de 47.48.

Nylander continuó progresando en 1983. El 3 de junio se hacía con el oro en el Campeonato Universitario de Estados Unidos (NCAA). El sueco estudiaba en la South Methodist University, de Texas. Su tiempo fue una nueva plusmarca personal de 48.88. El 9 de agosto se quedaba, con 49.06, a 0.03 del bronce en el primer Campeonato del Mundo celebrado el Helsinki. Edwin Moses se hizo con la victoria con cierta facilidad.

No mejoró en el año olímpico de 1984, pero fue capaz de repetir el 4º puesto de Helsinki, con 48.97, su mejor marca de esa temporada. Por delante de él se situaron los inabordables Moses, Harris y Schmid. Un puesto por detrás de Nylander se colocó Amadou Dia Ba, que sería el siguiente subcampeón olímpico.

Tras una discreta temporada de 1985, Nylander volvió a la alta competición en 1986. El mayor objetivo de ese año era el Europeo al aire libre, que se celebraba en la ciudad alemana de Stuttgart. Sin los estadounidenses, la probabilidad de medalla era muy alta. En la segunda semifinal, volvió a superarse al ocupar la segunda posición con 48.83, a 0.03 del bielorruso, entonces soviético, Aleksandr Vasilyev (1961), acreditado en 47.92. En la final, disputada bajo una torrencial lluvia, Nylander se hacía con su primera medalla, bronce, detrás de Schmid, que conseguía su tercer oro consecutivo, y de Vasilyev. Los tiempos de los medallistas fueron 48.65, 48.76 y 49.38. La lluvia no permitió correr más rápido.

En la siguiente parada competitiva, el Mundial de 1987, celebrado en Roma, Nylander supo, una vez más, estar a la altura y volvió a dar lo mejor de sí, en dos ocasiones. La final de Roma, que tendría lugar el 1 de septiembre, era una acontecimiento especial. Tras más de 9 años invicto, Edwin Moses había resultado derrotado, por Danny Harris, en Madrid el 4 de junio de ese año, 47.56 frente a 47.69. En Roma, por primera vez en más de una década, Moses no era el claro favorito en una competición. El 31 de agosto, en la primera semifinal, Nylander ocupaba la 3ª posición con nueva plusmarca personal de 48.46. En la final del día siguiente habría dos carreras, la de Moses contra Harris, con Schmid como convidado de piedra, y la del resto. La carrera no decepcionó. En una disputadísima última recta, Moses consiguió ganar por apenas 0.02, con un tiempo de 47.46, mientras Harris derrotaba por milésimas a Schmid, ambos en 47.48. En la carrera de los demás, Nylander se imponía también por milésimas a Dia Ba, ambos en 48.37, nueva mejor marca para el sueco.

Diversos problemas físicos impidieron a Nylander disputar los Juegos Olímpicos de 1988 e hicieron que se perdiese la temporada de 1989. En 1990 se disputaba nuevamente el Campeonato de Europa. Retirado Harald Schmid, el oro era posible. Sin embargo, la victoria acabó en las manos del británico Kriss Akabussi (1958) quien, con 47.92, rompía la mítica plusmarca británica del campeón olímpico de 1968 David Hemery (1944). Nylander fue segundo, con 48.43, su segunda mejor marca de siempre.

Los años siguientes, ya rondando la treintena, fueron complicados para Nylander. En el Mundial de 1991 no pudo superar la primera ronda, en los Juegos Olímpicos de 1992 de quedó en las semifinales, al igual que en el Mundial de 1993, si bien aquí hizo 49.21, su mejor marca del año y fue el mejor no clasificado. En cualquier caso, sus mejores días parecían atrás. El pronóstico, no obstante, resultó prematuro, pues el sueco acabó dando lo mejor de sí las últimas tres temporadas de su carrera. En 1994, en la final del campeonato de Europa fue segundo, con, una vez más, su mejor marca, 48.22, detrás del malogrado ucraniano Oleg Tverdokhlib (1969-1995), 48.06, y 0.01 por delante del francés Stephane Diagana (1969).

En 1995 fue 5º en la final de del Mundial al aire libre. En las semifinales había realizado, con 48.53, su mejor marca del año. Su mejor actuación de siempre tuvo lugar en los Juegos Olímpicos de 1996, cuando ya contaba 34 años. En la primera semifinal alcanzaba la segunda posición, con 48.21, su mejor marca de siempre. Se volvió a superar en la final, ganada por el campeón mundial Derrick Atkins, 47.54, por delante de Samuel Matete, 47.78. Nylander consiguió bajar de 48.00, 47.98, y entró en 4ª posición, la misma que en los Juegos de 1984, a 0.02 del estadounidense Calvin Davis (1972), medallista de bronce.

Nylander se retiró en 1997. Él mismo atribuye su magnífico rendimiento en la alta competición al entrenamiento mental al que se somete desde sus tiempos de atleta. Tras su retirada ha trabajado como profesor de desarrollo personal, tratando de aplicar su experiencia con el atletismo en otros campos.

En su magnífica Historia del atletismo mundial, el estadístico italiano Roberto L Quertecetani (1922-2019) reconoce la trayectoria del sueco, dedicándole un cuadro en el que, entre otras cosas, muestra su progresión en los 400 m vallas. Todas sus plusmarcas personales se realizaron en campeonatos oficiales:

49.88 1º Pitea (Suecia) Campeonato Nacional 15 Ago 1982
49.64 7º Atenas (Grecia) Campeonato de Europa 08 Sep 1982
48.88 1º Houston (EUA) Campeonato NCAA 03 Jun 1983
48.83 2ºs2 Stuttgart (RFA) Campeonato de Europa 27 Ago 1986
48.46 3ºs1 Roma (Italia) Campeonato del Mundo 31 Ago 1987
48.37 4º Roma (Italia) Campeonato del Mundo 01 Sep 1987
48.22 2º Helsinki (Finlandia) Campeonato de Europa 10 Ago 1994
48.21 2ºs1 Atlanta (EUA) Juegos Olímpicos 31 Jul 1996
47.98 4º Atlanta (EUA) Juegos Olímpicos 01 Ago 1996

Sven Nylander ha sido, sin duda, el más claro ejemplo de cómo dar el máximo de uno mismo en la alta competición, el hombre que siempre registraba su mejor actuación en el mejor lugar Se puede ser segundo y fracasar y se puede ser cuarto y demostrar una inigualable maestría y control mental.

NOTA: Salvo algún obituario imprevisto, algo que no deseo, esta será la última entrada de este tremendo 2020. Cuando empecé, me propuse hacer al menos dos entradas por semana, es decir, 24 al año, y esta es la 41 del año. Muchas gracias a todos los que me leéis (más de 31K vistas en 2020). Disfruto y aprendo mucho escribiendo estas entradas y es motivante ver que hay un buen número de lectores que se interesan por lo que cuento. Feliz 2021 para todos.

Harrison Dillard, el vallista campeón olímpico de 100 metros

Acaba de fallecer, a la avanzada edad de 96 años, Harrison Dillard, el único atleta capaz de hacerse con los oros olímpicos en 100 m y en 110 m vallas. Era el campeón olímpico estadounidense de más edad. Comenzó a hacer atletismo inspirado por el ejemplo de Jesse Owens, que vivía en su misma ciudad. Y como él, ganó cuatro medallas olímpicas de oro, si bien en dos ediciones de los Juegos.

William Harrison Bones Dillard nació en Cleveland (Ohio) el 8 de julio de 1923. En 1936 presenció con unos amigos un desfile en homenaje a Jesse Owens, que había vuelto de Berlín donde había ganado sus famosos 4 oros olímpicos. Un intercambio de palabras entre el joven Harrison y el mítico atleta llevaron a primero a la práctica del atletismo. Comenzó con este deporte en la escuela y continuó en el Baldwin-Wallace College. Desde su inicio, se dedicó a las vallas y, en menor medida, a la velocidad. La Segunda Guerra Mundial interrumpió su actividad atlética, cuando lo llamaron a filas y hubo de desplazarse a Europa. Tras la contienda retomó su deporte. Entre 1946 y 1948 se impuso en 82 competiciones de forma consecutiva. A principios de 1948 superó la plusmarca mundial de las 120 yardas con vallas (109,68 m) con 13,6. El tope mundial en la distancia métrica pertenecía a su compatriota Fred Wolcott (1915-1972) con 13,7. En 100 m, Dillard acreditaba 10,3 del año anterior, 0,1 más que la plusmarca mundial.

La idea de Dillard para 1948 era disputar el oro olímpico de las vallas altas en Londres, pero una mala primera valla en las pruebas de selección olímpica le impidió terminar la prueba. Consiguió clasificarse, no obstante, en los 100 m, al ser tercero, con 10,4 (10,50), por detrás de Barney Ewell (1918-1996), 10,2 (10,33), y Mel Patton (1924-2014), 10,3 (10,45). Estos dos velocistas, junto con el panameño Lloyd La Beach (1922-1999), acreditado en 10,2, eran los favoritos para el oro olímpico. Nadie contaba con el vallista. Dillard, sin embargo, corriendo por la calle 8, tomó la cabeza tras una fulgurante salida. Ewell se le acercó tanto, que pensó que había ganado y comenzó a celebrarlo, pero La Beach, que había sido tercero, lo corrigió. No has ganado. Lo ha hecho Huesos. La photo finish mostró que Huesos había corrido en 10,33 (10,3) y Ewell en 10,44 (10,4). Entonces el tiempo oficial era manual o redondeado en décimas de segundo. El equipo estadounidense, con Dillard, en la tercera posta se hizo con la victoria en el relevo 4 x 100 m.

Tras los Juegos, en 1949, Dillard terminó el college y comenzó a trabajar como relaciones públicas del equipo de béisbol de los Cleveland Indians. No compitió en 1950 y 1951, pero en 1952 retomó las vallas, con la intención de ganar el oro olímpico en 1952. Ese año Dillard, que había corrido en 13,7, se encontró con un gran rival, su compatriota Jack Davis (1930 – 2012), con una mejor marca personal de 13,7. Resultó derrotado por Dillard en las pruebas de selección olímpica, 14,0 por 14,1. En la final olímpica de Helsinki el resultado de los dos primeros fue el mismo. A ambos se les atribuyó oficialmente un tiempo de 13,7, si bien los tiempos electrónicos fueron 13,91 y 14,00. Dillard, haciendo la segunda posta, repitió oro en el relevo 4 x 100 m, haciéndose con su cuarta medalla olímpica de oro.

Aún intentó Dillard, con 33 años, acudir a sus terceros Juegos Olímpicos, pero no superó la criba de las pruebas de selección, donde se impuso Jack Davis y segundo fue el campeón olímpico de las dos siguientes ediciones Lee Calhoun (1933-1989). Tras su retirada vendió seguros, tuvo un programa de radio, escribió para la prensa y, tras haber dejado los Indians, trabajó en la red de escuelas públicas de Cleveland 27 años. Murió el 15 de noviembre de 2019.

9 años, 9 meses y 9 días, la historia de Edwin Moses (y IV)

Pese a la derrota en Madrid, Edwin Moses (1955) acabó por imponer su ley en la temporada de 1987, con el oro en el Mundial de Roma, donde hizo la mejor marca mundial del año, 47,46. Sin embargo, nunca había sentido tan cerca a sus rivales. Apenas 0,02 separaron a Danny Harris (1965) y Harald Schmid (1957) de batirlo. El objetivo de ser campeón olímpico por tercera vez no sería nada fácil. Durante algún momento a principios de los 80, Moses había anunciado su intención de cambiarse a la prueba de 800 m e intentar ser oro olímpico en 1988. Sin embargo, nunca lo llevó a cabo. El reto sería, una vez más, el 400 vallas, donde el tiempo jugaba en su contra, tanto por él mismo como por la aparición de nuevos rivales, cada vez más cualificados.

Los Juegos de Seúl tendrían lugar a finales de septiembre, concretamente la final de los 400 m vallas el día 25 de septiembre. Dos meses antes, el 17 de julio, tuvo lugar en Indianápolis la final de la prueba de selección olímpica estadounidense de 400 m vallas. Una vez más, Moses impuso su poderío, con 47,37, su mejor marca desde 1984. La prueba tuvo un nivel altísimo, con 5 atletas por debajo de 48,00. En segundo lugar entró Andre Phillips (1959), 47,58, 3º fue Kevin Young (1966). Los puestos 4º y 5º, ya fuera de la selección olímpica, los ocuparon Dave Patrick (1960), 47,75, plusmarca personal, y Danny Harris (1966), 47,76. Pese a correr 0,35 más rápido que 4 años antes, Harris se quedó fuera de los que parecían sus Juegos. Siguió compitiendo hasta 1996 y, aunque en 1991 mejoró realizó su mejor marca de siempre, 47,38, su rendimiento en la gran competición se limitó a un 5º puesto en el Mundial de ese año.

Moses había salvado el primer escollo con nota. Pese a que el nivel de la prueba había mejorado de forma considerable, continuaba aparentemente un peldaño por encima de sus rivales. Tras su carrera de Indianápolis, Moses compitió poco, aunque realizó 47,89 en el mes de agosto. En Seúl volvía a ser el favorito, campeón del mundo, plusmarquista mundial, imbatido desde la carrera de Madrid y con la mejor marca del año. Las series transcurrieron sin incidentes, con Moses primero la suye, 49,38. En la semifinal fue el único en bajar de 48,00. Entró delante en la primera con 47,89. Phillips ganó la segunda con 48,19. No se esperaba ninguna sorpresa en al final, pero lo impensable sucedió. Andre Phillips que había perdido ante Moses 32 veces, decidió jugársela con una salida muy rápida. Lideró la prueba en las 3 primeras vallas. Moses lo igualó y lo superó, pero Phillips resurgió en la séptima valla y acabó haciéndose con el oro, 47,19, nueva plusmarca olímpica. Moses perdió la plata en los últimos metros a manos del senegalés Amadou Dia Ba (1958), que estuvo muy cerca del oro, 47,23. Phillips y Dia Ba realizaron la carrera de sus vidas, con mejoría en sus marcas personales de 0,32 y 0,80.

La marca de Moses de 47,56 fue más rápida que las que a él mismo le dieron el oro olímpico en 1976 y 1984. Le habría valido para ser campeón olímpico en 2016. En 4ª posición quedó el otro estadounidense, Kevin Young, con 47,94. El alemán Harald Schmid no pudo mantener la forma del año anterior y ocupó el 7º puesto, en un año en que su mejor marca fue 48,23. Competiría un año más antes de retirarse.

Andre Phillips (Milwaukee, Wisconsin, 5 de septiembre de 1959) llevaba varios años entre los mejores de su país, pero la presencia de Moses y el alto nivel de la prueba no le habían permitido brillar. Antes de Seúl su mejor resultado había sido un 5º puesto en el primer Mundial de Helsinki, en 1983. En 1985 había sido primero en la Copa del Mundo. Su mejor marca, la 4ª de siempre, era de 47,51 realizada en 1986. Buen corredor de 110 metros vallas, con 13,25 de marca personal, trató de clasificarse también en esta prueba para los Juegos. No lo consiguió por poco, ya que fue 4º en las pruebas de selección. Compitió una temporada más.

También compitió una temporada más antes de retirarse  Amadou Dia Ba, otro veterano, habitual de las grandes finales, 7º y 5º en los Mundiales de 1983 y 1987, y 5º en los Juegos de 1984.

Moses se retiró después de los Juegos de Seúl. A continuación practicó bosleigh, deporte en el que participó en la Copa del Mundo de 1990 y fue medalla de bronce en la modalidad de dos masculino. Su plusmarca mundial duró hasta los Juegos de Barcelona, cuando Kevin Young estableció el actual tope mundial de 46,78. Los 47,02 de Moses continúan siendo la segunda mejor marca de la historia. En la actualidad sigue poseyendo 4 de las 10 mejores marcas de siempre y 8 de las 20 mejores. Con 45 veces es al atleta que más veces ha corrido la distancia en menos de 48,00. Pocos atletas han dominado una prueba como lo hizo Moses durante más de 10 años. Fuera del atletismo Moses obtuvo un Bachelor of Science, equivalente al grado en España, en 1978, y un MBA en 1994. Como representante de los atletas negoció con el Comité Olímpico Internacional suavizar las condiciones del profesionalismo. También tuvo una posición muy dura contra las drogas en el deporte y defendió la instauración de los controles sorpresa.

Edwin Moses continúa siendo uno de las referencias del atletismo, en cualquiera de sus modalidades,  tanto por el apabullante dominio dentro de la pista como por su carisma fuera de ella.

 

9 años, 9 meses y 9 días, la historia de Edwin Moses (III)

Al finalizar 1986, Edwin Moses (1955) poseía las 9 mejores marcas de siempre: 47,02, 47,13, 47,14, 47,17, 47,27, 47,37, 47,37, 47,43 y 47,45. Sin embargo, además de su viejo rival Harald Schmid (1957) acreditado en 47,48 (1982), habían surgido nuevos atletas que amenazaban el reinado de Moses, principalmente el subcampeón olímpico Danny Harris (1965), 47,63 en 1985 y otro estadounidense, Andre Phillips (1959), 47,51 en 1986. En el número de junio de 1987 de Atletismo Español, Ignacio Romo firmaba un reportaje en el que analizaba la posibilidad, a su juicio muy probable, de que la impresionante racha victoriosa de Moses de casi 10 años tocase a su fin, no por su declinar, apenas perceptible, sino por el surgimiento de nuevos vallistas de enorme calidad.

En esta segunda parte de la década de los 80, el apabullante dominio de Moses se había hecho muy mediático. Sin embargo, no era único. El estadounidense Carl Lewis (1961) resultaba intratable en el salto de longitud, prueba en la que su última derrota databa de 1981, pero Lewis se prodigaba más en 100 y 200 m, donde ocasionalmente resultaba derrotado, especialmente desde la irrupción del canadientes Ben Johnson (1960). También el británico Daley Thompson (1958) dominaba el decatlón, con sendos oros olímpicos en 1980 y 1984, oro en los Europeos de 1982 y 1986 y en el Mundial de 1983, pero el decatlón se disputa pocas veces en la temporada. De modo que, pese a su coexistencia con otros grandes atletas, el caso de Moses resultaba excepcional.

A mediados de los 80, la empresa Unipublic, organizadora de competiciones deportivas y muy ligada al ciclismo, decidió expandir su mercado al atletismo. Fruto de ello fue, por ejemplo, la creación del club Larios, que integró a los mejores atletas españoles del momento y algunas grandes figuras extranjeras, y también la organización de reuniones de atletismo que contaban con los mejores atletas de entonces. Una de estas reuniones, que acabaría haciendo historia, se organizó en el estadio Vallehermoso de Madrid el 4 de junio de 1987. Vallehermoso, que se había inaugurado en 1961, albergó en 1969 la primera pista sintética española. En la actualidad está en pleno proceso de remodelación y se espera reinaugurarlo en verano de 2018. En aquel junio de 1987 albergó un enfrentamiento histórico entre Edwin Moses y Danny Harris. Los dos atletas no se habían vuelto a ver desde la final olímpica de 1984, que el primero había ganado con cierta facilidad. Moses había mantenido su alto nivel, pero Harris había progresado notablemente. Las diferencias entre ambos se habían acortado. En la carrera, Harris comenzó rapidísismo y estuvo delante de Moses hasta la penúltima valla, donde ambos se igualaron. Daba la sensación de que Moses se había colocado ligeramente delante, pero tropezó en la última valla, lo que le costó la carrera. Harris se impuso con 47,56, su mejor marca personal en aquel momento. Moses registró 47,69. 9 años, 9 meses y 9 días después de aquel 25 de agosto de 1977, Moses volvía a perder un 400 metros vallas.

 

La derrota afectó poco a Moses. El 27 de junio ambos atletas volvieron a encontrarse en los Campeonatos de Estados Unidos, que se celebraban en San José (California), selectivos para el Mundial de Roma. Moses se impuso con gran facilidad en 47,99, con Harris en segundo lugar con 48,70.

Tras su victoria en el campeonato de Estados Unidos, Moses volvió a su racha victoriosa en numerosas reuniones en Europa, aunque no llegó a la meta en una ocasión. El 11 de julio en París, en una pista empapada, tropezó y se cayó en la penúltima valla cuando iba destacado en primera posición. En cualquier caso, no mejoró su marca del año de Madrid. Harris tampoco consiguió correr más rápido que en Vallehermoso e, incluso, sufrió una derrota a manos de Harald Schmid. El alemán consiguió en agosto tres tiempos por debajo de 48,00 y se presentó en Roma con la segunda mejor marca del año, 47,60, tan solo 0,04 más que Harris. La final del Mundial se disputaba el 1 de septiembre. Por primera vez en muchos años Moses no era el incuestionable favorito. Tanto Harris como Schmid habían corrido más rápido que él ese año. Los tres se clasificaron fácilmente para la ronda definitiva. La final resultó la más igualada de la historia. Moses salía en la calle 3, Schmid en la 4 y Harris en la 5. Moses salió rapidísimo y llegó destacado a la última recta, pero Schmid y Harris, casi a la par, se fueron acercando. Moses aguantó y ganó con 47,46. Harris fue plata y Schmid bronce empatados a 47,48, que era la mejor marca de ambos, si bien en el caso del alemán igualada.

Al terminar 1987, Moses había conseguido las 10 mejores marcas de la historia. El siguiente tiempo correspondía a Schmid y a Harris. Moses había roto su racha de casi 10 años de imbatibilidad pero demostró su capacidad competitiva derrotando, con 32 años, a sus rivales en el mejor momento de ellos. El año olímpico de 1988 se preveía resolvería si el joven podía acabar con la jerarquía del veterano. Sin embargo las cosas resultarían bastante diferentes de lo que se pronosticaba. Nadie había prestado atención a otros dos atletas del 400 vallas que darían lo mejor de sí en el mejor escenario.