Ralph Boston, un gigante entre dos colosos

Esta entrada se publicó en el número 6, de noviembre de 2020, de la revista Somos Atletismo.

El salto de longitud es la prueba atlética que menos plusmarquistas mundiales ha tenido. El primer registro homologado como plusmarca mundial fueron los 7.61 m del irlandés, entonces británico, Peter O’Connor (1872-1957), el 5 de agosto de 1901. Desde entonces hasta la actualidad, tan solo doce atletas han formado parte de esta selecta lista. Y solamente dos de ellos han repetido. Ha sido el salto de longitud una prueba de plusmarcas mundiales muy longevas, con algunas de ellas que han trascendido más allá del ámbito atlético, incluso del deportivo. Precisamente el salto de O’Connor tardó veinte años en superarse. Lo hizo el estadounidense Edward Gourdin (1897-1966) el 23 de julio de 1921, 7.69. Siguió siendo plusmarca nacional irlandesa hasta 1990. Pero tal vez los dos saltos más famosos de la historia fueron los 8.13 m del tetracampeón olímpico en Berlín Jesse Owens (1913-1980), el 25 de mayo de 1935, y los 8.90 m del también estadounidense Bob Beamon (1946) en los Juegos de México, el 18 de octubre de 1968.

Jesse Owens había realizado sus 8.13 m, que mejoraban en 15 cm los 7.98 m que el japonés Chuhei Nambu (1904-1997) tenía como tope universal, en el llamado día de los días en la universidad de Ann Arbor, Michigan. Ese día Owens superó además las plusmarcas mundiales de las 220 yardas lisas (201.17 m), 20.3, las 220 yardas con vallas, 22.6, ambas en línea recta, e igualó, con 9.4, la de las 100 yardas (91.40 m). Con ese salto de 8.13 m, el único que realizó en la jornada, se convertía en el primer atleta en franquear la barrera de los 8 metros.

La plusmarca mundial de Owens duró 25 años, superando en 5 años a la de O’Connor. El 12 de agosto de 1960 el estadounidense Ralph Boston saltaba 8.21 m, que mejoraban el mítico salto de Owens. Probablemente el propio Boston nunca habría podido sospechar que otro salto mítico acabaría con su propio dominio de la especialidad. Hasta entonces, hasta la actuación de Beamon en México, Boston se convertiría en el saltador de longitud con mayor número de plusmarcas mundiales superadas o igualadas, con un total de seis. Su dominio no fue plácido, pues encontró un duro rival en el ucraniano, entonces soviético, Igor Ter-Ovanesyan (1938), que consiguió en dos ocasiones poner su nombre en lo más alto de la tabla de la prueba.

Ralph Harold Boston nació el 9 de mayo de 1939 en Laurel, Mississippi, en una familia de granjeros. Era el más joven de diez hermanos. Comenzó a destacar en 1959, cuando saltó 7.69 m. Al año siguiente, representando a la Universidad de Tenessee, se proclamó campeón universitario de Estados Unidos (NCAA) y poco después en Walnut, California, conseguía con un quinto salto de 8.21 m derribar la legendaria plusmarca mundial de Jesse Owens. Su serie fue 7.26 – 7.94 – 8.07 – 7.91 – 8.21 – 0.  El 1 de julio, Boston se hacía con la primera posición en las pruebas de selección olímpica con 8.09v. Era máximo candidato al oro olímpico en los Juegos de Roma, cuya final se celebraría el 2 de septiembre. Cumpliría con el pronóstico, pero el camino no le resultó nada fácil. La prueba tendría un nivel altísimo.

Boston se clasificó fácilmente para la final con un único salto de 7.60 m. Se había establecido el corte en 7.40. Ocupó la sexta posición. El mejor fue su compatriota Bo Roberson (1935-2001) con 7.81 m.  En la final, tras el primer salto, Boston era segundo, con 7.81 m, tras Ter Ovanesyan, 7.91 m. En la segunda ronda, Roberson superaba a ambos con 8.03 m. Boston, con 8.12 m en la tercera ronda, se colocaba en cabeza. Ya no mejoró este salto, que le permitió ganar el oro. En la última ronda todos sus rivales se superaron. Roberson, con 8.11 m, estuvo a punto de hacerse con la victoria. Ter-Ovanesyan se fue a 8.04 m. Y el alemán Manfred Steinbach (1933) completaba con 8.00 m una final con cuatro atletas por encima de 8 metros, la primera de la historia.

Boston continuó en los años siguientes mostrando una gran consistencia sobre los 8 metros, que lo llevó a realizar otras cinco plusmarcas mundiales. El 27 de mayo de 1961 en Modesto, California, mejoraba hasta 8.24 m. Poco después, el 16 de julio, en un encuentro en Moscú contra la Unión Soviética saltaba 8.28 m, derrotando a su rival Ter-Ovanesyan, que se quedó en 8.01 m. Este se hizo con el primado mundial el 10 de junio de 1962, 8.31 en Yereván, Armenia. Boston tardó dos años en recuperar el trono del salto de longitud. El año 1964 era olímpico, y el estadounidense se preparó duramente para tratar de ser el primer campeón olímpico que retenía su título. El 15 de agosto, en Kingston, Jamaica, igualaba el soviético, y lo superaba el 12 de septiembre en las pruebas de selección olímpica en Los Ángeles. Boston hizo un mejor salto legal de 8.34 m, con una excepcional serie de 8.49v – 8.21 – 8.34 – 8.11 – 8.14 – 0.

El concurso de salto de longitud en los Juegos Olímpicos tuvo lugar el 18 de octubre, con la clasificación por la mañana y la final por la tarde. Boston hizo el mejor salto en la clasificación, 8.03 m. Su máximo rival parecía Ter-Ovanesyan, que también se había clasificado fácilmente con un único salto de 7.78 m. La marca mínima era 7.60 m. La final se celebró a partir de las 15, esa tarde, con un tiempo muy lluvioso y ventoso. Ter-Ovanesyan hizo, con 7.78 m, el mejor salto de la primera ronda, pero Boston se colocó en cabeza con 7.85 m en la segunda, y mejoró hasta 7.88 m en su cuarto salto. Todo cambió en la quinta ronda. El galés Lynn Davis (1942) se hacía con el liderato al registrar su mejor marca de entonces, 8.07 m. Por su parte, Ter-Ovanesyan, con 7.99 m también superaba a Boston, que hizo salto nulo. El estadounidense realizó 8.03 m en la sexta y definitiva ronda, insuficiente para alcanzar el oro, pero que le permitió hacerse con la plata, en una actuación inferior a la esperada.

En 1965, Boston añadió un centímetro a su primado universal, el 29 de mayo en Modesto, con otra superlativa serie de 8.15 – 8.26 – 8.24 – 8.06 – 8.35 – 0. Esta fue su última plusmarca mundial. Ter-Ovanesyan, ayudado por la altitud de Cuidad de México, igualó a su rival el 19 de octubre de 1967. En 1968 Boston estaba nuevamente dispuesto a pelear por el oro olímpico. En las pruebas de selección fue segundo detrás de un joven de 22 años llamado Bob Beamon, acreditado en 8.33 m de ese año, que saltó 8.39v por 8.26v de Boston. Boston entrenaba a Beamon de forma extraoficial y siempre hablaba muy positivamente de su enorme calidad.

Lo sucedido el 20 de octubre de 1968 en Ciudad de México superó con mucho al atletismo y al propio deporte. Boston se había clasificado con el mejor salto de los participantes, 8.27 m, que era plusmarca olímpica y su mejor marca de ese año. Beamon había necesitado tres saltos, tras hacer nulos los dos primeros. Fue el segundo mejor con 8.19 m. En la final saltaba en cuarto lugar. Tomó carrerilla y dio un brinco que lo llevó lejísimos. Tras una detallada medida, los jueces indicaron un estratosférico registro de 8.90 m, 55 cm por encima de la plusmarca mundial. Boston se lo transformó en pies y pulgadas, pues Beamon no entendía el sistema métrico. Beamon sugirió que Boston lo superaría, pero este le dijo que ese salto tardaría muchos años en mejorarse, como así fue. Boston, probablemente algo descentrado, fue tercero, con 8.16 m, tras el sorprendente alemán Klaus Beer (1942), que realizó su mejor marca, 8.19 m. Ter-Ovanesyan fue cuarto con 8.12 m.

Boston se retiró tras los Juegos de México. Trabajó posteriormente como comentarista y como coordinador de las minorías y vicedecano de estudiantes en su universidad, la Universidad de Tennessee, donde había obtenido un grado en Bioquímica. En la actualidad, con 81 años, vive en Atlanta.

Ralph Boston fue un auténtico gigante, ensombrecido por dos colosos, uno que le precedió y otro que lo siguió. Además de ser el atleta que más veces ha superado o igualado la plusmarca mundial de salto de longitud, fue, hasta la irrupción de Carl Lewis (1961), el saltador de longitud con mejor palmarés olímpico, en una prueba en que los competidores duraban poco tiempo en la élite.

Progresión de la plusmarca mundial de salto de longitud

MarcaVientoAtletaLugarFecha
  7.61  Peter O’Connor (IRE)Dublín, Irlanda 05 08 1901
  7.69  Edward Gourdin (EUA)Cambridge, EUA 23 07 1921
  7.76  Robert LeGrende (USA)París, Francia 07 07 1924
  7.89 William DeHart Hubbard (USA)Chicago, EUA 13 06 1925
  7.90  Edward Hamm (USA)Cambridge, EUA 07 07 1928
  7.930.0 Sylvio Cator (HAI)París, Francia 09 09 1928
  7.980.5 Chuhei Nambu (JPN)Tokio, Japón 27 10 1931
  8.13 1.5 Jesse Owens (EUA)Ann Arbor, EUA 25 05 1935
  8.21 0.0 Ralph Boston (EUA)Walnut, EUA 12 08 1960
  8.24 1.8 Ralph Boston (EUA)Modesto, EUA 27 05 1961
  8.281.2 Ralph Boston (EUA)Moscú, Rusia 16 07 1961
  8.31 −0.1 Igor Ter-Ovanesyan (URS)Yereván, Armenia 10 06 1962
  8.31 0.0 Ralph Boston (EUA)Kingston, Jamaica 15 08 1964
  8.34 1.0 Ralph Boston (EUA)Los Ángeles, EUA 12 09 1964
  8.35 m0.0Ralph Boston (EUA)Modesto, EUA29 05 1965
  8.35 A0.0 Igor Ter-Ovanesyan (URS)Ciudad de México19 10 1967
  8.90 A2.0 Bob Beamon (EUA)Ciudad de México 18 10 1968
  8.95 0.3Mike Powell (EUA)Tokio, Japón30 08 1991

María Vasco, la primera atleta española medallista olímpica

El 28 de septiembre de 2000 en Sydney tenía lugar la final femenina de los 20 Km marcha. Era la primera vez que se disputaba esta prueba en unos Juegos. La marcha femenina había sido olímpica 8 años antes, en Barcelona, con la distancia de los 10 Km en ruta, lo mismo que 4 años después, en Atlanta. Al llegar a la ciudad australiana, España había ganado en total 8 medallas olímpicas en atletismo: Jordi Llopart (1952-2020), plata en 50 Km marcha en 1980, José Manuel Abascal (1958), bronce en 1500 m en 1958, Daniel Plaza (1966), oro en 20 Km marcha en 1992, Antonio Peñalver (1968), plata en decatlón en 1992, Javier García Chico (1966), bronce en salto con pértiga en 1992, Fermín Cacho (1969), oro en 1500 en 1992 y plata en 1996) y Valentí Massana (1970), bronce en 50 Km marcha en 1996. Hasta entonces ninguna mujer española había alcanzado un podio olímpico, pero eso iba a cambiar aquel día de finales de septiembre de 2000.

Había tres españolas en la prueba de los 20 Km marcha, las catalanas María Vasco (1975), Eva Pérez (1975) y Encarna Granados (1972), medalla de bronce en 10 Km marcha en el Mundial de 1993. Vasco era la plusmarquista española con 1h30:20, conseguida el 23 de abril de ese mismo año. Su tiempo estaba, sin embargo, lejos de la 1h25:20 de la rusa Olga Polyakova (1980), mejor registro de las participantes. Tras la prueba masculina, se sabía que los jueces de Sydney serían muy estrictos con el estilo de las marchadoras, de manera que María Vasco optó por una táctica conservadora y por esperar a la segunda parte de la prueba. Su objetivo realista era obtener un puesto entre las ocho primeras. A mitad de la prueba era decimoquinta, a 17 segundos de la cabeza, formada por 10 atletas. En los segundos 10 Km, Vasco fue ascendiendo hasta la sexta posición. La descalificación sucesiva de las atletas del trío de cabeza le permitió llegar a la meta en tercera posición y sin ningún aviso, con 1h30:23, que prácticamente igualaba su mejor tiempo. La marchadora catalana hacía historia al convertirse en la primera atleta española medallista olímpica. Granados ocupó la 20º posición y Pérez la 27º.

María del Monte Vasco Gallardo nació el 26 de diciembre de 1975 en la localidad barcelonesa de Viladecans, patria chica de las pioneras de la marcha femenina Mari Cruz Díaz (1969), campeona de Europa de 10 Km marcha en 1986, y María Reyes Sobrino (1967) o del mencionado Valentí Massana, campeón del Mundo de 20 Km marcha en 1993 y bronce olímpico en 1996 en 50 Km. Comenzó a hacer marcha en 1989 y los éxitos fueron inmediatos. En 1990, con 14 años, participó en el Campeonato del Mundo junior (sub20). Fue 15º en los 5 Km marcha. La joven María consiguió un logro poco común, tomar parte en tres Campeonatos del Mundo sub 20. Fue 6ª en 1992 y 4ª en 1994. En 1993, en el Europeo de la categoría fue también 4ª. En 1995 disputó su primer Campeonato Mundial absoluto. Ocupó el puesto 26º en los 10 Km marcha. Al año siguiente fue olímpica en la misma prueba y llegó la 28º. En 1997 fue subcampeona de Europa sub23 también en 10 Km. En 1998 consiguió su primer puesto de finalista en un campeonato de Europa absoluto al aire libre, al ser 5ª. En 1999 en el campeonato del Mundo se sustituye la prueba de los 10 Km por 20 Km. Vasco finalizaba 10ª en la edición disputada en Sevilla.

Con toda esta trayectoria, pese a tener solo 24 años, llegó a Sydney, donde marcó un hito en el atletismo español. Tras su bronce olímpico, le quedaba, sin embargo, una larguísima carrera atlética, que la llevaría a participar en otras tres ediciones de los Juegos Olímpicos, otro gran logro de esta atleta, con cinco participaciones olímpicas en total.

En 2001 consiguió una excelente 5ª plaza en el Mundial de 20 Km marcha. En 2002 y 2003 su rendimiento decayó y no finalizó ni en el Europeo ni en el Mundial al aire libre. En 2004 volvió a los Juegos Olímpicos y fue finalista al eacabar 7ª. En 2005 perdió el bronce en el tramo final del Mundial de 20 Km marcha y fue 4ª. En 2007, obtuvo su segundo mayor éxito deportivo, al ganar el bronce en el Mundial de Osaka.

En 2008, María Vasco acudió a su cuarta edición de los Juegos Olímpicos. En los 20 Km marcha estarían otras dos españolas, Beatriz Pascual (1982), también de Viladecans, y la zaragozana María José Poves (1978). Pese a no obtener medalla, Vasco hizo una de las mejores competiciones de su vida deportiva. La prueba se desarrolló bajo una intensa lluvia. Pese a ello, las doce primeras superaron la plusmarca de los anteriores Juegos. Hubo seis plusmarcas nacionales, incluida la española, y catorce marcas personales. La rusa Olga Kaniskina (1985) se escapó desde el principio y dejó al resto de participantes la lucha por la plata y el bronce. Los logros de la rusa, sin embargo, se mostrarían envueltos en la sombra de una duda por problemas con el consumo de sustancias prohibidas. Vasco peleó por las medallas hasta el final, pero finalmente se quedó a 13 segundos del bronce, con plusmarca nacional de 1h27:25, en la quinta posición. El registro de Kaniskina para ganar el oro fue de 1h26:31, 35 segundos más rápida que la medallista de plata, la veterana noruega Kjiersti Platzer (1972), que había precedido a Vasco en Sydney. Beatriz Pascual, en una competición plena de inteligencia, llegó en la sexta plaza, tras una gran remontada, con mejor marca personal de 1h27:44. Mientras, Poves era 17ª.

Tras su gran actuación en Pekín, el rendimiento de Vasco en la alta competición decreció. Resultó descalificada en el Mundial de 2009 y no terminó el Europeo de 2010. Fue 13ª en el Mundial de 2011. Pero aún le quedaba una gran actuación, en este caso diferida. En 2012 acudía a sus quintos Juegos Olímpicos, con Pascual y Poves, las mismas acompañantes que cuatro años antes. En conjunto, la prestación de las españolas fue notable, con Pascual 8ª, Vasco 10ª y Poves 12ª. En su última actuación olímpica, Vasco se había quedado muy cerca de las finalistas… inicialmente. Pero la historia cambió, como cambia demasiado últimamente. Los reanálisis diferidos de las muestras biológicas hacen cambiar clasificaciones incluso años después. En 2016, dos rusas, la medallista de plata Olga Kanyskina y la quinta clasificada Anisya Kirdyadpina (1989) vieron anulados sus resultados del 15 de agosto 2009 al 15 de octubre de 2012 por consumo de sustancias prohibidas, lo que incluía los Juegos de 2012. De esa manera, las españolas adelantaron dos puestos, 6ª Beatriz Pascual, 8ª María Vasco y 10ª María José Poves. Con este resultado, Vasco alcanzaba el puesto de finalista en cuatro Juegos Olímpicos, un logro único en el atletismo español. Otro marchador catalán, José Marín (1950), fue cinco veces finalista olímpico, pero en dos pruebas diferentes, tres en 20 Km y dos en 50 Km marcha.

María Vasco se retiró ese mismo año de 2012 con 36 años, tras una carrera deportiva de 22. En el ámbito nacional fue 15 veces campeona de España: una de 10 Km en ruta (1996), cinco de 20 Km en ruta (1998, 2001, 2002, 2003, 2004) y nueve de 10 000 m en pista (1996, 1997, 1998, 1999, 2001, 2002, 2003, 2004, 2005). En las competiciones internacionales por países entró en primer lugar en la Copa de Europa en 2009 y en 2010 ocupó el mismo lugar en la Copa del Mundo. En la actualidad trabaja en la multinacional deportiva Asics. Su bronce olímpico en Sídney ya es parte de la historia del atletismo español.

Los oros olímpicos estadounidenses de fondo en 1964 (y II). Bob Schul

Esta entrada es parte de un artículo titulado Billy Mills y Bob Schul, dos fondistas estadounidenses campeones olímpicos en Tokio 1964, publicado en el número 5, de octubre de 2020, de la revista Somos Atletismo.

Tras el oro de Billy Mills (1938) en los 10 000 m, el fondo en pista reservaba otra alegría para la delegación olímpica estadounidense de Tokio, la victoria en los 5000 m de Bob Schul. Schul superó al principal favorito, el francés Michel Jazy (1936), que parecía superior, pero acabó quedándose fuera del podio. Robert Keyser Bob Schul había nacido en una granja en West Milton, Ohio, el 28 de septiembre de 1937. Se diagnosticó de asma siendo un niño. Comenzó a practicar atletismo en el instituto y posteriormente en la Universidad de Miami, adonde llegó en 1956 y volvería en 1963, tras un paréntesis en la Fuerza Aérea. Siendo militar conoció al húngaro Mihály Iglói (1908-1998), antiguo mediofondista olímpico y exitoso entrenador, que había dirigido la carrera de sus compatriotas Sándor Iharos (1930-1996), István Rózsavölgyi (1929-2012) y László Tábori (1931-2018), todos ellos plusmarquistas mundiales. Schul, que entonces se dedicaba a los 1500/milla y a los obstáculos, comenzó a entrenarse con Iglói, que sería desde entonces su técnico. En 1961 fue tercero en el campeonato de Estados Unidos de 3000 m obstáculos y realizó con 8:47.8 su mejor marca de siempre en esta modalidad. Sin embargo, los problemas físicos y una mononucleosis infecciosa lastraron notablemente su carrera en esos primeros años 60.

La situación cambió en el mejor momento, en el año olímpico de 1964. Esa temporada decidió subir a los 5000 m. Tal vez su tercer puesto el año anterior en los Juegos Panamericanos tuvo que ver en ese cambio. Tras una buena temporada en sala, en la que había derrotado al australiano Ron Clarke (1937-2015) en dos ocasiones, el 5 de junio realizó unos excelentes 13:38.0 en los 5 kilómetros, 3.0 más que la plusmarca mundial del ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927-1975). El 12 de agosto también mejoró, con 3:58.9, su mejor registro en la milla y el 29 superaba el tope universal de las 2 millas, con 8:26.4. Se impuso en las pruebas de selección olímpica con 13:55.6, el mismo tiempo que Bill Dellinger (1934).

Schul llegaba a Tokio tras una excelente temporada y con la mejor marca del año. Sin embargo, aunque era uno de los candidatos al oro, se enfrentaría a un rival muy fuerte. Se trataba del francés, subcampeón olímpico de 1500 m en 1960, Michel Jazy. Plusmarquista mundial de 3000 m, 7:49.2, y europeo de 1500 m, 3:37.8, prefirió tomar parte en los 5000 m, donde juzgaba el oro menos complicado que en los 1500 m, dominados entonces por el poderoso neozelandés Peter Snell (1938-2019). Poco antes de los Juegos había acreditado 13:46.8 en los 5000 m. Otro candidato a estar delante era Ron Clarke, que había corrido esa temporada en 13:39.0.  Las series tuvieron lugar el 16 de octubre. Se celebraron cuatro series. Pasarían a la final los tres primeros de cada una, sin tiempos de repesca. Una dura ronda, sin duda. Schul fue segundo con 14:11.4, en la tercera serie, la más lenta, detrás del tunecino, plata en 10 000, Mohamed Gammoudi (1938), 14:10.2. El más rápido fue Ron Clarke, 13:48.4 en la cuarta serie. Segundo fue un keniano, poco conocido entonces, que daría mucho que hablar, Kip Keino (1940), con 13:49.6, su mejor marca en aquel momento. Jazy se había impuesto en la primera serie con 13:55.4.

La final, del 18 de octubre, se preveía muy disputada, como así sucedió. Una inesperada invitada, una lluvia torrencial, hizo acto de presencia durante la carrera, lo que, sin duda, impidió una prueba más rápida. Tras cuatro vueltas, hubo un incidente que pudo cambiar la carrera. Cuando Schul iba en una cómoda octava posición tuvo que evitar al británico Mike Wiggs (1938-2011), que se había caído. Wiggs continuó pero se quedó muy atrás. Sería finalmente último, mientras el estadounidense siguió en el grupo delantero sin problemas. Clarke se había colocado en cabeza desde el inicio, dando paso a los tres primeros kilómetros en 2:50.2, 5:39.4 y 8:22.2. Perdió el liderato justo al paso por los 4000 m, en los que Jazy marcó 11:15.6, con un grupo de otros ocho atletas. A falta de 600 m Dellinger cambió de ritmo, pero Jazy recuperó la cabeza al comenzar la última vuelta, abriendo un hueco, que llegó a ser de 10 m. El francés, no obstante, calculó mal sus fuerzas y se vio superado por Schul, cuando faltaban 70 m para la meta, por el alemán Harald Norpoth (1942) cuando faltaban 30 m y por Dellinger en la línea de llegada. La tremenda decepción de Jazy contrastaba con el júbilo de Schul, que entró sonriendo, tras haber corrido los últimos 300 m en 38.7. El tiempo del vencedor, 13:48.8, Norpoth 13:49.6 y Dellinger 13:49.8, el mismo registro que Jazy. Keino fue quinto. Inexplicablemente, Clarke acabó muy atrás, en la novena posición.

Aunque en 1965, Schul hizo su mejor marca de 1500 m, 3:40.7, y se proclamó campeón estadounidense de las 3 millas, con 13:10.4, plusmarca nacional, los problemas crónicos de rodilla que padecía cortaron su carrera atlética. Estuvo dos años sin poderse entrenar. Regresó en 1968 para intentar ser olímpico de nuevo, pero solo pudo ser sexto en las pruebas de selección de 5000 m.

Tras su retirada de la alta competición se dedicó a entrenar otros atletas, aunque él mismo continuó compitiendo en veteranos hasta los sesenta años.

Hace 56 años dos fondistas estadounidenses consiguieron ser campeones olímpicos por primera vez en las dos distancias más largas en pista. Ningún otro compatriota lo ha podido repetir.

Los oros olímpicos estadounidenses de fondo en 1964 (I). Billy Mills

Esta entrada es parte de un artículo titulado Billy Mills y Bob Schul, dos fondistas estadounidenses campeones olímpicos en Tokio 1964, publicado en el número 5, de octubre de 2020, de la revista Somos Atletismo.

Una de las sorpresas en los Juegos de Tokio de 1964 fue la doble victoria estadounidense en las prueba de fondo en pista. A diferencia de la velocidad, vallas y concursos, en pruebas de largas distancias la presencia de atletas de Estados Unidos es mucho menor. En la capital de Japón, los corredores de este país consiguieron por primera y única vez subirse a lo más alto del podio, tanto en 5000 como en 10000 m. Aunque  Bob Schul (1937) era uno de los candidatos al oro en la primera distancia, Billy Mills (1938) no contaba en absoluto en la segunda. Sin embargo, ambos realizaron la mejor actuación de sus carreras deportivas en el mejor lugar. Hasta entonces Estados Unidos solamente había ganado dos medallas en estas pruebas, la plata de Lewis Tewanima (1889-1969), amerindio como Mills, en los 10 000 m de 1912, y la plata de Ralph Hill (1908-1994), en un polémico final con el finlandés Lauri Lehtinen (1908-1973) en los 5000 m de 1932. Desde la doble victoria de Tokio, los estadounidenses han ganado otras dos platas en estas distancias, la de Gallen Rupp (1986) en el 10 000 de 2012 y la de Paul Kipkemboi Chelimo (1990), nacido en Kenia, en  el 5000 de 2016.

William Mervin Billy Mills nació el 30 de junio de 1938, en Pine Ridge, Dakota del Sur, una reserva india para los Oglala Lakota, en una familia de doce hermanos. Su nombre indio Makoce Teh’la significa El que ama su país. Tuvo una infancia precaria. Perdió a su madre a los ocho años y a su padre a los doce. Poco después lo enviaron al Instituto Haskell, una escuela para indios en Lawrence, Kansas.  Allí comenzó a practicar la carrera como preparación para el boxeo, pero, tras alguna pelea poco afortunada, prefirió pasarse al atletismo. En 1958, gracias a una beca, pudo acceder a la Universidad de Kansas, donde se graduaría en Educación Física en 1962. Siendo estudiante, comenzó a destacar como corredor de campo a través. En 1960 fue campeón nacional universitario. Ese año tomó parte en las pruebas de selección olímpicas para los Juegos de Roma. Ocupó la sexta posición en los 5000 y la novena en los 10 000 metros. Estando en la Universidad sufrió un incidente que, según él mismo cuenta, lo motivó para ganar los 10 000 m de los Juegos de 1964. Tras una carrera, un fotógrafo le impidió retratarse con el resto de sus compañeros, evidentemente por su origen. Aunque inicialmente tuvo pensamientos muy negativos, acabó decidiendo que sería el siguiente campeón olímpico de los 10 kilómetros.

El año 1962 fue muy importante en la vida de Mills. Se casó con Patricia, una compañera de la Universidad, entró en la Marina de los Estados Unidos y descubrió que tenía problemas metabólicos con los hidratos de carbono, que tan pronto le producían bajadas como subidas de glucosa en la sangre. Eran los primeros síntomas de una diabetes tipo 2, que padece desde entonces. Pese a ello pudo seguir entrenándose al más alto nivel. En 1963, tras perder un 10 000 en la última vuelta en una reunión en Bélgica, siguió el consejo del fondista tunecino Mohamed Gammoudi (1938) de entrenar la velocidad. La prueba de selección olímpica de 1964 para los 10 000 m tuvo lugar en Los Ángeles el 12 de septiembre. Mills fue segundo, con una mejor marca personal de 29:10.4, por detrás de Gerry Lindgren (1946), 29:02.0. Anteriormente, el 26 de julio, había sido segundo en uno de los dos maratones que decidirían en equipo olímpico, en el que Mills estaría.

El gran día para Mills era el 14 de octubre, en que tendría lugar la final directa de 10 000 m, con 38 corredores. El estadounidense no contaba en absoluto entre los favoritos.  El gran candidato al oro era el australiano Ron Clarke (1937-2015). Tras haber abandonado la actividad atlética durante 4 años, Clarke había vuelto a las pistas en 1960. En 1963 había superado la plusmarca mundial del ruso, entonces soviético, campeón olímpico de la distancia, Piotr Bolotnikov (1930-2013), con 28:15.5 (oficial 28:15.6). Otros corredores a priori fuertes eran el propio Bolotnikov y el neozelandés campeón olímpico de 5000 m Murray Halberg (1933). Imponiendo un ritmo rápido, se pasó la mitad de la prueba en 14:04,6, Clarke fue descolgando a todos los favoritos y se encontró en la última vuelta acompañado de dos corredores con los que no se contaba, Gammoudi y el propio Mills. En una complicadísima última vuelta, con muchos corredores doblados y en la que el australiano y el tunecino rozaron la descalificación, saltó, finalmente, la sorpresa con la victoria Mills en unos excelentes 28:24,4. Gammoudi se hizo con la plata, con una nueva plusmarca africana de 28:24,8. Clarke fue tercero, 28:25,8.

Mills había cumplido el objetivo que se había propuesto tras el incidente en la universidad, y ello pese a su diabetes. Tras su oro, buscó a su esposa a la que le dijo mientras la abrazaba, Hoy he curado un alma rota, y en el proceso me he convertido en campeón olímpico. Uno de los oficiales de la prueba le preguntó quién era. Ningún periodista se había acercado a él los días previos en la villa olímpica. Había mejorado 46 segundos su marca previa. Debido a la cantidad de corredores en la prueba, no le permitieron dar la vuelta de honor. Lo hizo veinte años después cuando volvió al estadio, vacío, acompañado de su esposa.

El maratón olímpico se celebró el 21 de octubre. El etíope Abebe Bikila (1932-1973) revalidó su título olímpico, con una nueva mejor marca mundial de 2h12:11.2. Mills fue 14º con 2h22:55.4 y Clarke noveno con 2h20:26.8.

El año posolímpico de 1965 resultó el más fructífero para Mills desde el punto de vista cronométrico. Hizo sus mejores marcas en 5000, 13:41.4, y en 10 000 m, 28:17.6, aunque un mes antes Clarke había llevado la plusmarca mundial a unos estratosféricos 27:39.4. Además se convirtió, junto con Gerry Lindgren, en coplusmarquista mundial de las 6 millas, al hace ambos en el campeonato de Estados Unidos 27:11.6. El tiempo real de Mills fue una décima menos, pero entonces se redondeaba a quintos de segundo. Aunque ya no volvió a alcanzar el nivel de los años 1964 y 1965, Mills continuó compitiendo e intentó clasificarse para los Juegos de 1968, tras realizar ese año una marca de 28:43.6, pero fue cuarto en las pruebas de selección.

Tras su retirada, Mills ha dedicado gran parte de su tiempo a promocionar el conocimiento y la prevención de la diabetes y a favorecer las comunidades indias. En 1986 fundó Running Strong, una organización para la integración de los jóvenes indios. Por esta labor, Mills recibió en 2012 la Medalla Presidencial Ciudadana, de manos del Presidente Barack Obama. En la actualidad, Mills vive en Sacramento, con su esposa Pat, con la que ha tenido cuatro hijas. Todo un ejemplo de superación del que sigue siendo el único oro olímpico estadounidense en 10 000 metros. En 1983 se realizó una película sobre su, Running Brave, que se puede ver en You Tube en versión original subtitulada en español.

Valencia, capital mundial de las carreras de larga distancia

Las plusmarcas mundiales de Letesenbet Gidey (1998) en 5000 m femeninos y de Joshua Cheptegei (1996) en 10 000 m masculinos el pasado 7 de octubre en el estadio del Turia de Valencia han añadido dos nuevos éxitos a la ciudad que se está convirtiendo en la capital mundial de las carreras de larga distancia. Maratón, medio maratón, 10 Km, 15 Km en carretera… y ahora también la pista.

Todo comenzó en el Bar Danubio de la capital del Turia, regentado por el antiguo atleta Miguel Pellicer. Allí se reunían una serie de corredores populares que participaban en la campaña del Consejo Superior de Deportes Andar y correr. Pellicer aunó el entusiasmo del grupo por el atletismo, que cristalizó en la fundación de la Sociedad Deportiva Correcaminos, cuyo primer presidente fue Alejandro Martín.

El ánimo emprendedor de los miembro llevó a la SD Correcaminos a organizar, el 29 de marzo de 1981, el primer Maratón Popular de Valencia. Curiosamente, ese mismo día se celebraba la primera edición del Maratón de Londres. En el nacimiento del Maratón Popular tuvo un papel fundamental Toni Lastra, que sería presidente de la SD Correcaminos de 1997 a 2005. El primer vencedor fue el atleta local Teodoro Pérez (1948) con 2h26:57. Pérez repetiría en 1983, con 2h20:58, su mejor marca de siempre. La primera ganadora en categoría femenina fue la madrileña Nuria de Miguel (1952) con 3h20:50. De Miguel volvió a ser la primera mujer en 1982 y 1985. El Maratón de Valencia se fue consolidando en el panorama nacional. En 1984, el leonés Vicente Antón (1959) realizaba la plusmarca de la prueba con 2h14.01, entonces cuarta mejor marca española de siempre. Los atletas internacionales no tardaron en presentarse. Así, en 1986 el polaco Paweł Lorens (1958-2010) se proclamaba ganador con 2h16:31. El primer vencedor africano fue el atleta de Zimbawe Cephas Mataphi, con 2h15:14 en 1992. En 2010, el keniano David Njiagi (1981) conseguía con 2h09:45 la primera marca por debajo de 2h:10:00. Anteriormente, en 2002, la lucense María Abel (1974), marcaba con 2h28:08, el primer registro femenino más rápido de 2h30:00.

Con Francisco Borao, presidente de la SD Correcaminos, el Maratón de Valencia cambió de formato y dio un enorme salto de calidad. Los organizadores buscaron proyección internacional. Se cambió el circuito, incluyendo la Ciudad de las Artes y las Ciencias, así como la fecha, de finales de febrero a finales de noviembre o principios de diciembre. El resultado fue excelente. Ese mismo 2011 se superó la plusmarca de la prueba, con las 2h07:59 del keniano Isaiah Kosgei (1974). En 2013, otro keniano, Felix Kipkemoi (1985) realizaba con 2h07:14, la mejor marca de la distancia en suelo español. En 2015, Juan Manuel Botella ocupó el puesto de gerente de la SD Correcaminos y comenzó a encargarse de la coordinación en la organización del maratón. La progresión de la prueba continuó desde entonces, con 2h06:13 del keniano John Nzau Mwangangi (1990) en 2015, 2h:05:15 de su compatriota Sammy Kitwara (1986) en 2017 y los registros de los etíopes Leul Gebreselassie (1992), 2h04:31 en 2018, y Kinde Atanaw (1993), 2h03:51 en la última edición de 2019. Este tiempo ha hecho que Valencia sea la cuidad del mundo con el sexto maratón más rápido. En categoría femenina, la plusmarca de la prueba es también de 2019 y corresponde a la etíope Roza Dereje (1997). En 2016 la World Athletics otorgó al Maratón de Valencia la Etiqueta de Oro. La edición de 2020, que se celebrará el 6 de diciembre estrenará la Etiqueta de Platino.

Pero a la SD Correcaminos no le bastaba con organizar el Maratón de Valencia y en 1991 comenzó una nueva competición, los 20 kilómetros Ciudad de Valencia, patrocinados por Adidas. Esta prueba pasó a ser el Medio Maratón de Valencia, en 2006, que se ha convertido en referencia mundial. Tanto es así que en 2017 la keniana Joyciline Jepkosgei (1994) realizó con 1h04:51 la mejor marca mundial en una carrera mixta. En la edición de 2018, el keniano Abraham Kiptum (1989) superó, con 58:18 la plusmarca mundial. Desgraciadamente al año siguiente recibió una suspensión de 4 años por alteraciones en su pasaporte biológico. Esta suspensión anulaba su tiempo de Valencia. La plusmarca de la prueba paró a corresponder, con 58:48, al también keniano Abraham Cheroben (1993).

La experiencia organizadora de Valencia, y de Juan Manuel Botella, hizo que la World Athletics le otorgase la organización de la edición de 2018 del Campeonato del Mundo de Medio Maratón. La prueba resultó un éxito, con la plusmarca mundial en carreras no mixtas para la etíope Netsanet Gudeta (1991) con 1h06:11. En categoría masculina, el oro fue para el keniano Geoffrey Kanworor (1992), con 1h02:02.

Una tercera gran prueba de fondo que se celebra en Valencia es la carrera de 10 Km en ruta. Hasta el año pasado la SD Correcaminos organizaba esta carrera el mismo día maratón. Precisamente en esta última edición el ugandés Joshua Cheptegei consiguió la plusmarca mundial con 26:38. Debido al enorme crecimiento del Maratón, los organizadores decidieron no volver a realizar la distancia de 10 Km. Pero Valencia cuenta con otra prueba de 10 Km en ruta, coordinada por el club 10K de Alex Aparicio. La edición de 2020 tuvo lugar el 12 enero. El keniano Rhonex Kipruto (1999) convirtió en efímero el anterior tope mundial de Cheptegei, al parar el crono en 26:24. Su pase de 13:18 por los 5 Km también se ha homologado como plusmarca mundial En la categoría femenina, la también keniana Sheila Chepkerui (1990) marcó 29:46, a 4 segundos de la plusmarca mundial.

Este año la SD Correcaminos trató de incluir a Cheptegei entre los participantes del Medio Maratón, que tendrá lugar el mismo día que el Maratón, el 6 de diciembre. El representante de Cheptegei, el antiguo fondista neerlandés Jos Hermens (1950), no estaba muy interesado en el Medio Maratón, pero sí en organizar un 10 000, al que añadió un 5000 femenino, con la intención de superar las plusmarcas mundiales, como así sucedió. Otro empujón más para el prestigio de Valencia, ciudad del running, entidad que desde 2014 coordina y organiza las pruebas de fondo en Valencia, desde las de élite hasta las populares. Cuenta con cuatro pruebas con la etiqueta de la World Athletics. Además del Maratón, Medio Maratón y los 10 Km, desde 2014 también se hace cargo de la Nocturna de 15 Km de Valencia. Valencia, ciudad del running está patrocinada por la Fundación Trinidad Alonso, cuyo mecenas es el empresario Juan Roig. Con esta fundación, que lleva el nombre de su madre, Roig promociona la cultura del esfuerzo a través de iniciativas en diversos campos, uno de ellos el deporte. El nombre oficial del Maratón es Maratón de Valencia Trinidad Alonso EDP.

Seguramente la siguiente cita de Valencia con la élite del fondo mundial el próximo 6 de diciembre nos dará nuevas alegrías. Este año, de forma excepcional debido a la pandemia, el Maratón y el Medio Maratón tendrán lugar el mismo día, el 6 de diciembre.

Unos entusiastas del atletismo fundaron un club, el club organizó un maratón y el maratón acabó convirtiendo a Valencia en capital mundial de las carreras de larga distancia. Sin duda, un bello ejemplo de la cultura del esfuerzo.

Agradezco a mi amigo Juan Botella la información y la corrección del manuscrito de esta entrada