Ritmos de maratón que fueron plusmarcas mundiales

No pudo ser finalmente. No ayudó el tiempo en Berlín y tampoco los rivales. Lo que se preveía un enconado duelo maratoniano entre Eliud Kipchoge (1984, 2h03:05), Kenenisa Bekele (1982, 2h03:03) y Wilson Kipsang (1982, 2h03:13) en pos de la plusmarca mundial se quedó en una gran victoria del primero, con la sorprendente compañía del debutante etíope Guye Adola (1990). Bekele y Kipsang no fueron capaces de terminar la prueba. El etíope no pudo seguir el ritmo de la cabeza a partir de la mitad de la prueba y el keniano paró en el kilómetro 30. Kipchoge se impuso bajo la lluvia con unos excelentes 2h03:32. Adola fue segundo con 2h03:46, mejor marca de siempre para un principiante, y se permitió el lujo de descolgar durante unos kilómetros del tramo final de la carrera al keniano campeón olímpico. Probablemente la intensa lluvia arruinó un tiempo más rápido de 2h02:57 que Dennis Kipruto Kimetto (1984) posee como plusmarca mundial desde la edición del maratón de Berlín de 2014. Hace 33 años, en el maratón de Chicago de 1984, el galés Steve Jones (1955) sí pudo sobreponerse a la lluvia y consiguió superar la plusmarca mundial de entonces con 2h08:05, imponiéndose al campeón olímpico el portugués Carlos Lopes (1947) y al anterior plusmarquista mundial, el australiano Robert de Castella (1957).

Tres años después, la plusmarca de Kimetto se está mostrando muy resistente. Bekele y Kipchoge se han quedado muy cerca, pero no han conseguido superarla. Tras la exhibición de Kipchoge en Monza el pasado 6 de mayo, cuando recorrió 42,195 Km en 2h00:26 en un circuito no homologado, se pensaba en un registro próximo a 2h02:00, pero la lluvia y la peor forma de los otros dos candidatos no lo hicieron posible.

En cualquier caso, nos hemos acostumbrado tanto a estas marcas estratosféricas que a veces no nos damos cuenta de los que suponen. La plusmarca de Kimetto se realizó a un ritmo medio de 2:54,83 por kilómetro, es decir, 14:34,15 cada 5 kilómetros, y 29:08,30 cada parcial de 10 kilómetros. Hubo un tiempo en que solo los mejores eran capaces de hacer un 5000 o un 10000 en pista a esos ritmos.

El primero en correr una prueba de 5000 m por debajo de 14:34,15 fue el excepcional corredor finlandés Paavo Nurmi (1897-1973). Nurmi, considerado por muchos, incluido este bloguero, el mejor fondista de siempre, superó oficialmente un total de 22 plusmarcas mundiales en distancias entre 1500 y 20000 metros. Fue 9 veces oro y 3 veces plata olímpicos en 3 Juegos (1920, 1924 y 1928). En 1924 el finlandés decidió que tomaría parte en las pruebas olímpicas de 1500 y 5000 m, cuyas finales tendrían lugar con menos de 1 hora de diferencia. Un mes antes, el 19 de junio en Helsinki, realizó un ensayo disputando ambas distancias con menos de 1 hora de diferencia. En 1500 m registró una nueva plusmarca mundial de 3:52,6. Menos de 1 hora más tarde, recorrió los 5 km en 14:28,2, que mejoraba en más de 7 segundos su anterior plusmarca mundial de 14:35,4. En los Juegos de París ganó los oros en ambas distancias, además de otras 3 en campo a través individual, por equipos y en 3000 m por equipos.

Pasaron algunos años antes de que un español realizase un tiempo similar. El catalán Josep Molins (1933), durante la celebración de los campeonatos de Cataluña en la vieja pista de ceniza de Montjuic, rebajó la anterior plusmarca española hasta 14:27,6, el 20 de junio de 1957. Molins, aún en activo como entrenador de la JA Sabadell, fue campeón de España de 5000 m en 1958 y 1960 y de 10000 m en 1961.

La primera mujer en superar los 14:34,15 fue la china Dong Damnei (1977), que el 21 de octubre de 1997, en la semifinal de los campeonatos nacionales, realizó 14:31,27. La plusmarca mundial le duró 2 días, pues en la final su compatriota Jiang Bo (1977) la rebajó hasta 14:28,09. Dong no tuvo una carrera internacional muy larga. Su mayor logro fue una 4ª plaza en la prueba de 5000 m del Campeonato Mundial de 2001.

En cuanto a los 10000 m, el primer atleta en correr a un ritmo más rápido que Kimetto fue el formidable fondista checo (entonces checoslovaco) Emil Zátopek (1922-2000). Zátopek realizó durante su carrera 13 plusmarcas mundiales, 5 de ellas en 10000. El 4 de agosto de 1950 en Turku, Finlandia, consiguió la tercera de ellas con 29:02,6. El checo fue 4 veces campeón olímpico y una vez subcampeón entre 1948 y 1952. En estos últimos Juegos se hizo con los oros en 5000, 10000 y maratón, hazaña que aún nadie ha conseguido igualar.

El primer español en correr en un tiempo parecido fue el jienense, criado y formado como atleta en Guipúzcoa, Fernando Aguilar (1938-2013). Apodado Galgo de Arechavaleta o Aguilucho, realizó 28:59,0 en la reunión de Rennes el 17 de junio de 1964, superando su propia plusmarca española de 29:22,2. Este tiempo lo había realizado el año anterior en los campeonatos provinciales de Guipúzcoa, con una diferencia de más 5 minutos al segundo clasificado. Aguilar fue olímpico en el 10000 de los Juegos de Tokio 1964 y campeón de España de 5000 en 1963 y de 10000 en 1963 y 1967.

Todavía no hay ninguna mujer que haya corrido en menos de 29:08,30. No se encuentra muy lejos la etíope Almaz Ayana (1991), con los 29:17,45 que realizó para hacerse con el oro olímpico en Río 2016.

La historia nos enseña que los ritmos a los que corren los mejores maratonianos actuales fueron un día las velocidades máximas a las que se podía correr un 5000 o un 10000. Si tomamos como referencia los 42,195 km de Monza el ritmo es de 2:51,25 el km, es decir 14:16,25 los 5000 metros y 28:32,50 los 10000 metros, una locura. Estaremos atentos a los siguientes maratones.

Zürich 1984: una plusmarca muy especial para Evelyn Ashford

Los Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles del 28 de julio al 12 de agosto de 1984 se vieron lastrados por el boicot que llevaron a cabo la antigua Unión Soviética y sus aliados, en respuesta al realizado 4 años antes por Estados Unidos y numerosos países del bloque occidental. Eran tiempos de la Guerra Fría que, no obstante, estaba dando sus últimos coletazos. Tan solo 8 años más tarde ya no existía la Unión Soviética ni dos Alemanias. El boicot no fue unánime, pues China, Rumanía y Yugoslavia sí enviaron sus equipos olímpicos. Sus consecuencias en el atletismo fueron desiguales. En carreras masculinas apenas tuvo efecto. En saltos y lanzamientos masculinos hubo ausencias importantes, sobre todo las de los plusmarquistas mundiales de salto con pértiga, 5,90 m, el soviético, hoy ucraniano, Sergei Bubka (1963), de lanzamiento de martillo, 86,34 m, el soviético, hoy ruso, Yuriy Sedykh (1955) o de lanzamiento de jabalina, 104,80, el alemán oriental Uwe Hohn (1962), registros todos ellos de ese año olímpico. Pero donde el boicot se hizo sentir mucho más fue en categoría femenina, entonces dominada de forma casi absoluta por las atletas del Este. Años después se confirmaría lo que entonces se sospechaba acerca de la generalización de prácticas prohibidas en los países del Este, patrocinadas por los propios estados, pero también es cierto que sobre los atletas estadounidenses de entonces se cierne la sombra de la hormona del crecimiento.

Ya en la competición, la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960) tuvo una inesperada actuación con doblete en 200 y 400 m y plusmarcas personales y olímpicas de 21,81 y 48,83, no muy lejos de los 21,71 y los 47,99 que la alemana del Este Marita Koch (1957) y la checa Jarmila Kratochvilova (1951) ostentaban respectivamente como plusmarcas mundiales. Brisco había destacado a finales de los 70, pero su carrera se había estancado en los primeros 80. En las pruebas de selección olímpica ganó el 200 con 22,16 y fue 2ª tras Chandra Cheeseborough (1959) en 400 m, con 49,73, marcas personales en ambos casos. Aunque en 1985 corrió los 200 en 21,98 y al año siguiente los 100 m en 10,99, nunca volvió a rendir como en Los Ángeles, donde también fue oro en 4×400. Fue plata olímpica en Seúl 1988 en 4 x 400 y 4ª en la prueba individual. Visto su rendimiento en los Juegos, el mundo atlético se preguntó qué habría podido suceder estando Koch en liza.

Una de las pocas pruebas femeninas en la que se frustró un gran duelo fueron los 100 m. Ausente la campeona mundial, la alemana del Este Marlies Göhr (1958), acreditada en 10,81, la victoria fue para la plusmarquista mundial, la estadounidense Evelyn Ashford (1957), que se impuso fácilmente con 10,97. Ashford se encaramó muy joven en la élite del atletismo, pues en 1976, con 19 años, fue 5ª en los 100 m de los Juegos de Montreal. En 1979 encabezó la lista mundial del año con 10,97, su primer tiempo sub11, no muy  lejos de los 10,88 que Marlies Göhr poseía como plusmarca anterior desde hacía 2 años. Al año siguiente se acercó aun más, al correr en 10,90. Göhr mejoró a 10,81 el 8 de julio de 1983, pero unos días después, el 3 de julio, la estadounidense corría en 10,79. Ese mismo día, su compatriota Calvin Smith (1961), con 9,93 superaba los míticos 9,95 de Jim Hines (1946) de los Juegos de México. Ambos tiempos se siguieron de una A, puesto que se habían conseguido a 2195 metros de altitud, en Colorado Springs. La plusmarca de Ashford de 10,79A probablemente era peor que los 10,81 de Göhr. Ambas se enfrentarían en el primer Campeonato del Mundo que tendría lugar en Helsinki un mes más tarde. Antes de la final se encontraron en los cuartos, donde se impuso la estadounidense, 11,11 por 11,16. Cada una de ellas ganó su semifinal, entonces solo eran dos, con Ashford por debajo de 11 en 10,99, y Göhr en 11,05. El gran duelo, sin embargo se frustró, pues la estadounidense se lesionó a mitad de carrera. Göhr se impuso con 10,97.

El duelo quedaría para los Juegos Olímpicos, aunque ya entonces se temía que el bloque del Este acabaría por no acudir, como finalmente sucedió.  Ashford ganó el oro con una nueva plusmarca olímpica de 10,97. Los soviéticos contraprogramaron con los llamados Juegos de la Amistad, una competición atlética entre los países que no habían acudido a los Juegos Olímpicos. Göhr venció en los 100 m, celebrados el 16 de agosto, con 10,95, demostrando estar en buena forma. La alemana y la estadounidense se encontrarían el 22 de agosto en la reunión de Zürich, donde, a decir de algunos, tendría lugar la verdadera final olímpica de 100 m.

Hasta no hace muchos años, las reuniones posolímpicas o posmundial de atletismo tenían un nivel altísimo. Los atletas aprovechaban su buena forma para mejorar sus marcas o para, en algunos casos, tomarse la revancha de actuaciones en el gran campeonato no del todo satisfactorias. La reunión de Zürich solía ser el principal lugar para ajustar cuentas con los rivales. Ese 1984, muchos de los grandes triunfadores de los Juegos tomaron parte en la competición de la ciudad suiza. Allí estaban el cuádruple campeón olímpico Carl Lewis (1961), el sorprendente oro en los 400 m Alonzo Babers (1961), la emergente estrella de los 800 m Joaquim Cruz (1963), el doble oro de 1500, el resucitado Sebastian Coe (1956), el marroquí Said Aouita (1959)… También estaban las dos estrellas estadounidenses de la velocidad femenina, Valerie Brisco-Hooks, que no pudo retener la forma de las semanas anteriores, y Evelyn Ashford, cuyo enfrentamiento con Marlies Göhr era uno de los mayores atractivos de la reunión. La carrera no pudo responder mejor a las expectativas con Göhr en la calle 2 y Ashford en la 3. La alemana realizó una fulgurante salida y se mantuvo en cabeza hasta los 70 metros, momento en que Ashford la igualó y posteriormente la superó con una nueva plusmarca mundial de 10,76, 0,08 más rápido que Göhr.

Poco después de la carrera, Ashford descubrió que su plusmarca mundial había sido mucho más especial de lo que pudiese pensar, pues la hizo estando embarazada. El 30 de mayo de 1985 dio a luz a su hija Raina Ashley Washington.

Ashford siguió compitiendo hasta completar una longeva carrera en la cima mundial. En los Juegos de Seúl de 1988 fue plata en 100, detrás de su compatriota Florence Griffith (1959-1998) y oro en 4×100. Y en los Juegos de Barcelona, en 1992, con 35 años, no entró en la final de 100 m por 0,01 pero ganó el oro en 4×100 por tercera vez consecutiva, en 4 juegos olímpicos.