En 1985 no habría ningún gran campeonato individual de ámbito mundial al aire libre. Entonces el campeonato del mundo se celebraba cada cuatro años. Tendría lugar, eso sí, la Copa del Mundo. Sería en octubre, en Camberra, y en esta competición sucedería algo histórico. Marlies Göhr (1958) se centró solamente en los 100 m, distancia en la que corrió seis veces por debajo de 11.00, con un mejor tiempo de 10.86. Venció en la Copa del Mundo, con 11.10. Tan solo sufrió una derrota. Fue en la reunión de Zúrich, a manos de la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960), la doble campeona olímpica de 200 y 400 m, que tuvo una actuación brillante en esta reunión. Batió a Göhr en los 100 m, 11.01 frente a 11.09, y a Marita Koch (1957) en los 200 m con 21.98, 0.21 menos que la alemana.
Koch, por su parte, se centró más en los 200 m, con un objetivo, atacar la plusmarca mundial de los 400 m en la Copa del Mundo. Su mejor marca del año fue 21.78, con otros dos 200 por debajo de 22.00, incluyendo su victoria en la Copa del Mundo el 4 de octubre. El 6 de octubre tendrían lugar los 400 m de esta competición. La alemana tan solo había corrido un 400 esa temporada. El 22 de septiembre marcó 48.97. En la vuelta a la pista en la capital australiana partió de la calle 2. Los tiempos de paso manuales oficiosos fueron de 11.3, 22.4 y 34.1, para terminar en 47.60, 0.39 menos que la plusmarca mundial de la checa Jarmila Kratochvilová (1951), quinta en esa carrera con 50.95. La ucraniana, entonces soviética, Olga Vladykina (1963), posteriormente Olha Bryzhina, ocupó la segunda posición, con 48.27, tercera mejor marca de siempre entonces.
Quien más se ha acercado a Koch desde 1985 ha sido la atleta de Bahrein, nacida nigeriana Salwa Eid Nasser (1998), con el tiempo de 48.14 de su oro en el campeonato del mundo de 2019. En 2021 resultó suspendida por fallar en tres controles por sorpresa.
Koch compitió una temporada más, antes de retirarse. En 1986 ganaba su tercer oro continental en 400 m, con unos excelentes 48.22, y su tercer oro en el relevo largo. Göhr, por su parte, se hacía también con su tercer oro consecutivo en los 100 m y con el segundo en el relevo corto. Continuó compitiendo hasta 1988. Fue oro en el relevo corto en el Mundial de 1987 y plata en los Juegos de 1988. En las pruebas individuales no pudo alcanzar las finales.
La retirada de las dos grandes coincidió con la emergencia de una nueva generación de velocistas, la última de la República Democrática de Alemania, pues al país le quedaban pocos años de vida. Los 200 m del Europeo de 1986, junto con el salto de longitud, fueron para Heike Dreschler (1964). En la prueba de velocidad igualó los 21.71 de Marita Koch, plusmarca mundial. En el Mundial de 1987 fue plata en 100 m, con 11.00, a 0.10 de la ganadora, su compatriota Silke Möller (1964), entonces Gladisch, que también ganó los 200 m. Alemania del Este lideró el medallero, con 31 preseas, 10 de oro.
Los Juegos Olímpicos de 1988 vieron la irrupción de la sorprendente estadounidense Florence Griffith (1959-1998). Con veintinueve años y tras una extraña progresión desde la temporada anterior, empequeñeció a todas sus rivales, con sus oros en 100 y 200 m, esta última distancia con plusmarca mundial de 21.34, que superaba sus 21.56 de la semifinal. Dreschler fue tercera tanto en 100 como en 200 m, además de plata en la longitud. Los 400 m vieron a Olga Bryzgina, antes de ser Olha Bryzhina, en lo más alto del podio, con la alemana del Este Petra Schersing (1965), entonces Müller, segunda, repitiéndose los dos primeros puestos del Mundial del año anterior. Fueron los últimos Juegos de Alemania del Este como país. Fue la delegación que ganó más medallas en atletismo, 27, 6 de oro, tercera en el medallero.
El Europeo al aire libre de 1990 fue el último gran campeonato internacional al que acudió la República Democrática de Alemania como tal. El 8 de noviembre de 1989 había caído el muro de Berlín y se iniciaron las negociaciones para la unificación de los dos territorios alemanes, que culminaron el 15 de marzo de 1991, con la inclusión de la antigua República Democrática de Alemania en la República Federal de Alemania, cuya capitalidad provisional en Bonn, pasaba a ser definitiva en Berlín. Los alemanes del Este se despidieron del atletismo a lo grande, liderando el medallero del Europeo con 34 metales, 12 de oro. En la velocidad femenina surgió una nueva estrella, cuyo brillo duraría poco, Katrin Krabbe (1969), que se impuso en los 100 y los 200 m. El hectómetro tuvo triplete alemán, con Krabbe, Möller y Krestin Behrendt (1967). En los 200 m hubo doblete, con Krabbe y Dreschler, que ganó la longitud. En los 400 m, también hubo dos alemanas en lo más alto del podio, Grit Breuer (1972) y Petra Schersing. Los dos relevos fueron para las alemanas.
Krabbe, ya representando a la República Federal de Alemania, repitió en el Mundial de 1991 el doblete del Europeo de 1990. Breuer era segunda en los 400 m. El equipo unificado de Alemania logró 17 medallas, lejos de las 29 de las 31 de Alemania del Este en 1987. El cese del consumo de sustancias prohibidas organizadas por el propio estado se hizo notar. No obstante, esta era una parte, importante, pero solo una parte del programa deportivo. El resto venía de la detección de talentos, de entrenadores de alto nivel y de interminables sesiones de duro entrenamiento, pero para el deportista era una forma de salir de la mediocre vida de un país que trataba de mostrar lo que no era. De hecho, no pocos atletas de la antigua Alemania Democrática continuaron en la elite en los años noventa. El mejor ejemplo es Heike Dreschler, oro en salto de longitud en los Juegos de 1992 y 1996, en el Mundial de 1993 y en los Europeos al aire libre de 1994 y 1998.
El epílogo poético a esta historia atlética tuvo lugar en 1992, cuando la Federación de Alemania suspendió a Katrin Krabbe, Grit Breuer y Silke Möller durante un año por haber detectado en sus muestras biológicas restos del anabolizante clembuterol, lo que les impedía participar en los Juegos de ese año. Posteriormente la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics) extendió la sanción a dos años. Tan solo Möller continuó tras la sanción. Krabbe, de 22 años, y Breuer, de 20, no volvieron a competir. Desaparecieron con el atletismo de un país pobre, de 17 millones de habitantes que durante dos décadas dominó, en gran parte de forma fraudulenta, el panorama atlético mundial.