Ana Peleteiro y las finales olímpicas de triple salto

Ana Peleteiro (1995) ha declarado recientemente en varios medios que se entrena para ser campeona olímpica de triple salto. Ese puesto parecía reservado para su compañera de entrenamientos, campeona olímpica, mundial, en cuatro ocasiones, y plusmarquista mundial, 15.74 m, la venezolana Yulimar Rojas (1995). Sin embargo, una grave lesión en el tendón de Aquiles la ha dejado sin posibilidades de estar en París. Peleteiro, actual medallista de bronce olímpica, con su mejor marca de siempre, 14.87 m, y gran competidora, tendrá que superarse mucho a sí misma para estar en lo más alto del podio, pues el oro olímpico siempre se ha cotizado muy por encima de los 15 metros.

El triple salto femenino fue olímpico por primera vez en 1986. Como siempre ocurre, el Comité Olímpico Internacional (COI) tardó en introducir esta prueba, oficial ya en el Europeo en sala de 1992 y en el Mundial al aire libre de 1993. La campeona del mundo mal aire libre del año anterior, con plusmarca mundial, 15.50 m, la ucraniana Inessa Kravets (1966) fue la primera campeona olímpica, 15.33 m, muy por delante de la rusa Inna Lasovskaya (1969) y de la checa Šárka Kašpárková (1971). La cuarta, la búlgara Iva Prandzheva (1972) resultó descalificada in situ por el consumo de sustancias prohibidas. En 2000 le volvió a suceder lo mismo. Kravets, que ya había recibido una sanción de tres meses por haberse detectado restos de estimulantes en una muestra suya, recibió una sanción de dos años en julio de 2000 por uso de anabolizantes, lo que arroja la sombra de una duda sobre todos sus logros.

En 2000 la búlgara Tereza Marinova (1977) se llevó el oro con 15.20 m. La acompañaron en el podio la rusa Tatiana Lebedeva (1976), 15.00 m, y la ucraniana Olena Hovorova (1973), 14.96 m. Lebedeva era la gran favorita, tras haber saltado previamente ese año 15.34 m, para los Juegos de 2004. En la clasificación, sin embargo, sorprendió la griega Hrysopiyi Devetzi (1976), con un primer salto de 15.32 m. Su mejor marca previa era 14.84 m, del año anterior, en sala. Pero en la final hubo otra sorpresa, la camerunesa Françoise Mbango Etone (1976), que se fue a 15.30 m en su segundo salto tras un nulo. Acreditada previamente en 15.05 m, su concurso fue magnífico, con cinco saltos por encima de 15.00 m, nulo, 15.30, 15.02, 15.17, 15.21 y 15.30. Estaba motivada, pues Devetzi se había colocado segunda, con 15.25 m, en la cuarta ronda, pero la griega no pudo ir más allá. Lebedeva ocupó la tercera posición con 15.14 m. Unos días después ganaría el salto de longitud. Era la primera vez que las tres medallistas superaban los 15 metros, algo que también hizo la cuarta, la jamaicana Trecia-Kaye Smith (1975), 15.02 m.

La final de 2008 fue aparentemente la de mayor nivel de la historia. Mucho después se demostró que, en realidad, no había sido para tanto. El podio fue inicialmente el mismo que cuatro años antes. Etone se colocó en cabeza con 15.19 m en la primera ronda. En el segundo intento, Lebedeva se acercó a la cabeza con 15.17 m y Devetzi fue líder de forma efímera con 15.23 m. Etone respondió con unos formidables 15.39 m, segunda mejor marca de siempre y plusmarca olímpica. La griega hizo cuatro nulos a continuación y Etone dos saltos válidos por debajo de 15 metros. Lebedeva saltó 15.32 m en el tercer intento, pero ya no volvió a mejorar. Inicialmente la joven kazaja Olga Rypakova (1984) ocupó la cuarta posición, 15.11 m, quinta fue la cubana Yargelis Savigne (1984), 15.05 m, y sexta la eslovena Marija Šestak (1979), 15.03 m. Nada menos que seis atletas habían superado los 15 metros. Pero desde hace unos años, en el atletismo los resultados no son definitivos hasta casi una década después. En 2016, en una muestra de 2007 de Devetzi, que ya había recibido una sanción de dos años en 2009 por no acudir a un control, se descubrieron restos de estanozolol, un esteroide anabolizante. La correspondiente sanción de cuatro años implicaba la anulación del bronce olímpico de 2008, no así la plata de 2004. En 2017 sucedió lo mismo con Lebedeva, En un reanálisis de una muestra de 2008 se encontraron trazas de turinabol, otro esteroide anabolizante. Se la desposeyó de la plata olímpica de triple salto y de salto de longitud, que había ganado también en 2008.

El nivel medio bajó mucho en los Juegos de 2012, donde por primera vez se ganó con menos de 15 metros. Rypakova fue la campeona con 14.98 m, superando a la colombiana Caterine Ibargüen (1984), 14.80 m, y a la ucraniana Olha Saladukha (1983), 14.79 m, campeona de Europa unas semanas antes. Ibargüen ganó con autoridad los siguientes Juegos, de 2016, 15.17 m, por delante de una joven Yulimar Rojas, 14.98 m, y de Rypakova, 14.74 m, que ganaba su tercera medalla en tres ediciones de los Juegos. En la última final olímpica, la de Tokio 2020, celebrada en 2021, Rojas se mostró absolutamente superior a cualquier rival, compitiendo contra sí misma. Rompió la plusmarca olímpica con un primer salto de 15.41 m, hizo un cuarto de 15.25 m y redondeó su actuación con un último salto de 15.67 m, nueva plusmarca mundial. La segunda clasificada, la portuguesa Patrícia Mamona (1988), que ese año había hecho su mejor marca de siempre, 14.75 m, se superó a sí misma 14.91 m, 15,01 m y 14.97 m, para ganar una merecida plata. Ana Peleteiro, con su gran capacidad competitiva, también tuvo su mejor actuación en el mejor escenario y fue tercera con 14.87 m, nueva plusmarca española.

La próxima parada será en París el 2 y el 3 de agosto, después del Europeo de Roma. El oro olímpico estará muy caro, probablemente muy por encima de los 15 metros. Tan solo en una ocasión de seis, estuvo por debajo y solo dos centímetros. De las dieciocho medallas, la mitad se lograron con menos de quince metros. Una tarea titánica para Peleteiro.

La accidentada primera final olímpica de 3000 metros femeninos

En 1974 la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics), reconoció por primera vez la mejor marca femenina de 3000 m como plusmarca mundial. La primera plusmarquista mundial de la distancia fue la rusa, entonces soviética, Ludmila Bragina (1943) 8:52.8. La prueba se incluyó en el programa del campeonato de Europa al aire libre ese mismo 1974. Los planes del Comité Olímpico Internacional eran, sin embargo, más lentos. No solo no consideró los 3000 m femeninos en los Juegos de 1976, sino que tampoco lo hizo en los de 1980. Tal vez para compensar, la IAAF organizó un campeonato del mundo femenino de 3000 y de 400 m vallas ese año olímpico de 1980. En 1983 formó parte del primer campeonato del mundo al aire libre. Tarde, muy tarde, finalmente en 1984, en Los Ángeles, la distancia sería olímpica por primera vez.

Los Juegos de 1984 sufrieron el boicot de los países del entonces llamado Bloque del Este, encabezados por la Unión Soviética, a cuya llamada acudieron otros catorce países, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Alemania del Este, Albania, Cuba, Laos, Vietnam, Etiopía, Afganistán, Mongolia, Corea del Norte y Yemen del Sur. Al menos dos importantes atletas soviéticas no estarían en el primer 3000 olímpico, la plusmarquista mundial, 8:26.78 (1982) y bicampeona de Europa al aire libre, la uzbeka Svetlana Ulvasova (1953-2009) y la rusa bicampeona olímpica de 1500 m Tatiana Kazankina (1951), acreditada en 8:32.08. En Estados Unidos creían, sin embargo, que ninguna de estas atletas tendría posibilidades ante la heroína local Mary Teresa Decker (1958). La fama de Decker en su país traspasaba los límites del atletismo. Corredora muy versátil, capaz de hacer compatible los 800 con los 10 000 m, abogaba por la oficialidad de los 5000 y 10 000 m femeninos. En 1983 había derrotado doblemente a la armada soviética en el Mundial de Helsinki, al hacerse con los oros en los 1500 y en los 3000 m. En los 3000 m acreditaba 8:29.71 (1982), quinta mejor marca de siempre en el momento de los Juegos. También era la plusmarquista mundial oficial de los 5000 m, 15:08.26. En las pruebas de selección olímpica se había impuesto con facilidad en los 3000, 8:34.91, ya había sido segunda en los 1500, detrás de Ruth Wysoki (1957), 4:00.18, frente a 4:00.40. Esta derrota llevó a Decker a centrarse únicamente en el 3000 olímpico.

Se esperaba que la mayor rival de Decker sería la joven surafricana Zola Budd (1966), que corría descalza. El 5 de enero de 1984 sorprendió al mundo con un tiempo de 15:01.83, más de siete segundos mejor que la plusmarca mundial de Decker. No se pudo homologar como tal porque la República Surafricana no formaba parte de la IAAF, como resultado de su aislamiento internacional por sus políticas de segregación racial. El 29 de febrero registró 8:37.5 en los 3000 m. El Reino Unido se interesó por su situación y le concedió al ciudadanía, dado que su abuelo paterno era británico.

El previsible duelo entre Decker y Budd había eclipsado a la veterana rumana Maricica Puică (1950). Rumanía y Yugoslavia habían sido los únicos países europeos del Bloque del Este que no habían secundado el boicot soviético. Puică tenía una mejor marca personal de 8:31.67 (1982). Había sido plata en el campeonato de Europa en 1982 y bronce en 1500 m en esos mismos Juegos de 1984, además de campeona mundial de campo a través ese año y en 1982. Era la plusmarquista mundial de la milla con 4:17.44 (1982).

La prueba, que constaría de dos rondas, se inició el 8 de agosto, con tres series semifinales. Decker se impuso en la primera, con unos buenos 8:44.38. La segunda fue para la alemana Brigitte Kraus (1956), 8:57.53. Kraus había sido subcampeona mundial en 1983 con 8:35.11, su mejor marca personal. Puică se hizo con la victoria en la tercera serie, 8:43.32, con Budd tercera, 8:44.62.

La final tuvo lugar dos días después, el 10 de agosto. Se esperaba una carrera muy rápida, pues tanto a Decker como a Budd les gustaba imprimir ritmos altos. La estadounidense tomó la cabeza y cruzó el primer kilómetro en 2:50.43, con Budd pegada a sus talones y el resto de las atletas agrupadas. Decker seguía en cabeza al pasar la mitad de la prueba en 4:18.6, si bien el ritmo se había ralentizado. Poco después de los 1600 m, la británica Wendy Sly (1957), acreditada en 8:37.06, intentaba tomar la cabeza, pero Budd lo impidió, colocándose ella misma primera, sin cerrar completamente su posición. En la recta de llegada, poco antes de los 1800 m, Decker intentaba superar a la británica por dentro. No fue capaz y acabó en el suelo, fuera de la carrera y con un fuerte golpe en la cadera. La carrera continuó, con Budd, Sly y Puică separadas del resto del grupo. Budd pasaba el segundo kilómetro en 5:44.09, sufriendo el abucheo del público que, como la propia Decker, la culpaba del incidente. Budd perdía comba a falta de 500 m. La última vuelta fue un duelo entre Sly y Puică que se resolvió para la rumana, campeona olímpica con 8:35.96 por 8:39.47 de la británica. Budd, que entró en la última vuelta a poco más de un segundo de Sly, terminó los últimos 400 m en 1:17.25 y acabó en la séptima posición. La canadiense Lynn Williams (1960) completó el podio, 8:42.14.

Inicialmente Budd resultó descalificada, pero una reclamación del equipo británico prosperó. La caída de Decker fue un accidente, en parte provocado por intentar adelantar por dentro. Budd tuvo una corta carrera en la elite en los años 1985 y 1986 con sendos oros en el Mundial de campo a través, un cuarto puesto en el 3000 del Europeo al aire libre y una plusmarca mundial de 5000 m 14:48.07. Decker, por su parte, continuó compitiendo varios años más, aunque no volvió a alcanzar el nivel competitivo de 1983. En 1985 recuperó la plusmarca mundial de la milla, 4:16.71, e hizo su mejor marca personal de 3000 m, 8:25.83, la segunda mejor de siempre tras los 8:22.62 de Kazankina del año anterior. Tomó parte en los Juegos Olímpicos de 1988. No logró clasificarse en 1992. Terminó su carrera deportiva de mala manera, cuando, tras clasificarse en los 5000 m para los Juegos Olímpicos de 1996, se le detectó un exceso de testosterona en una muestra de orina. Puica, pese a su edad, demostró en los años siguientes que lo de Los Ángeles no había sido casual y obtuvo sendas medallas de plata en el Europeo al aire libre de 1986 y en el Mundial de 1987.

Los 3000 m femeninos no tuvieron mucho recorrido olímpico. Sorprendentemente, en 1988 se comenzaron a disputar los 10 000 m en esta categoría, pero no se sustituirían los 3000 por los 5000 m hasta los Juegos de 1996. Para la historia queda la accidentada primera final olímpica, de tres, de 1984.

La última final olímpica de 5000 metros con mayoría europea

El dominio de los atletas nacidos en África en las pruebas de fondo es algo relativamente reciente. Hicieron su presentación en sociedad en los Juegos de México 1968, con los oros de 1500 m, 5000 m, 10 000 m, maratón y 3000 m obstáculos. Entonces, aparte de la indudable calidad de los Keino, Gammoudi, Temu, Wolde y Biwott, la altitud constituyó una ventaja para ellos y una desventaja para los europeos y estadounidenses. El dominio en México no tuvo continuidad cuatro años después, en los Juegos de Múnich. En realidad, esta superioridad no se consolidó hasta los años 90, con la interminable cantera keniana y marroquí, junto con la aparición del etíope Haile Gebrselassie (1973). Ello coincidió con el hundimiento del fondo europeo, gran animador hasta entonces del fondo mundial. La última final de 5000 m donde hubo mayoría europea fue la de los Juegos de Seúl de 1988.

Los 5000 m en los Juegos de Seúl tuvieron lugar entre el 28 de septiembre y el 1 de octubre. No había sido ese un gran año para esta prueba. El campeón olímpico, mundial y plusmarquista mundial, 12:58.39, el marroquí Said Aouita (1959) había decidido volver a sus orígenes de mediofondista e intentar un difícil doblete en 800 y 1500 m. Finalmente, mermado por problemas físicos, fue bronce en las dos vueltas y no salió en su semifinal del kilómetro y medio. La mejor marca de la temporada estaba en poder del portugués José Regalo (1963), 13:15.62. Trece atletas habían bajado de 13:20.00. Se programaron tres rondas, en las dos primeras llamó la atención la enorme igualdad entre los competidores. La primera ronda contó con tres series. Se clasificaban para la final los siete primeros y nueve tiempos. Recientemente la World Athletics ha decidido eliminar la clasificación por tiempos en pruebas de más de 800 m, pues es dar una gran ventaja a los atletas de la última serie. Así sucedió en esta ronda, donde siete tiempos de repesca lo fueron en la última serie. En la primera, hubo una diferencia de 0.22 entre el primero y el octavo, en la segunda fue de 0.72 y 0,58 en la tercera, con diez atletas en 0.73. Hubo algunos ilustres eliminados, como el suizo Pierre Délèze (1958), cuarto en el Mundial del año anterior, 13:32.64 en 1988, el mexicano Arturo Barrios (1963), quinto la final de 10 000 de esos Juegos, 13:17.82, séptima mejor marca del año, y el irlandés, campeón del mundo de 3000 m en pista cubierta, Frank O’Mara (1960), 13:26.65.

La igualdad continuó en las semifinales. Pasaban a la final los seis primeros y tres tiempos. En la primera serie se impuso en portugués Domingos Castro (1963) con 13:22.44. Castro era uno de los favoritos por su condición de subcampeón mundial el año anterior. Esa temporada había acreditado 13:18.69. La diferencia entre su tiempo y el del último clasificado en la serie, el británico Jack Buckner (1961), que entró por tiempos, en el puesto séptimo, fue de 0.73. Buckner había sido brillante campeón de Europa de la distancia en 1986, con 13:10.15, vigente plusmarca de los campeonatos. El año anterior se había hecho con el bronce en el Mundial. En 1988 no parecía en tan buena forma. Los 13:23.17 de esta semifinal eran su mejor tiempo del año. Los otros clasificados fueron el plusmarquista estadounidense Sydney Maree (1956), el alemán Dieter Baumann (1965), el francés Pascal Thiébaut (1959), el keniano Yobes Ondieki (1961) y el alemán del Este Hanjorg Künze (1959), sexto en la final de 10 000 m. El campeón de Europa de 10 000 y subcampeón de 5000 m, el italiano Stefano Mei (1963) se hizo con la victoria en la segunda semifinal, 13:24.20. En esta serie se clasificaron los ocho primeros, también con un resultado apretadísimo, pues el octavo, el sueco Jonny Danielsson (1964), último clasificado por tiempos, realizó 13:25.23, 1.03 más. Entre ambos atletas llegaron a la meta el keniano John Ngugi (1962), tres veces campeón del mundo de campo a través, José Regalo, que corrió sin una zapatilla, el británico Gary Staines (1963), el irlandés John Doherty (1961), el búlgaro Evgeni Ignatov (1959) y el francés Paul Arpin (1960). El italiano Salvatore Antibo (1962), subcampeón olímpico de 10 000 m y tercer mejor marquista mundial del año, 13:16.1, se quedó fuera de la final por 0.39, al ser séptimo en la primera semifinal. El último de esta serie fue el irlandés, campeón del mundo en 1983, Eamonn Coghlan (1952), 13:32.28 ese año. Otro atleta que contaba para la final y resultó eliminado era el belga Vincent Rousseau (1962), quinto en el Mundial en año anterior, 13:19.16 en 1988.

En la final del 1 de octubre había doce europeos, dos kenianos y un estadounidense. No ha vuelto a haber tal número de atletas de Europa en una final de 5000 m desde entonces. No había un favorito claro. Regalo, el más rápido del año, había corrido sin una zapatilla en la semifinal. Su compatriota Castro parecía en buena forma, y era subcampeón del mundo. Buckner había entrado por tiempos, pero era un atleta que acababa rápido. Sydney Maree tenía la mejor marca personal de los participantes, 13:01.15 (1985) y la segunda del año, 13:15.85, pero su historial internacional no era muy brillante y, pese a sus 3:29.77 en 1500 m, no tenía gran velocidad terminal. Stefano Mei había vencido en la segunda semifinal con su mejor marca del año, 13:24.20. Aunque nunca volvió a estar como en 1986, era un buen competidor y tenía un buen final. Y también estaba John Ngugi, el keniano que había ganado los tres últimos Mundiales de campo a través corriendo en solitario. En pista sus resultados eran poco llamativos. Su mejor marca personal era 13:17.95, conseguida ese año en Oslo, segundo, detrás de Thiébaut. En una carrera muy táctica el año anterior en el Mundial, solo había podido ser duodécimo, pese a haber ganado su semifinal. Su única opción era una carrera rápida, que probablemente tendría que crear él mismo. Tras unos primeros metros lentos, Ignatov tomó la cabeza y avivó algo el ritmo, que para Ngugi seguía siendo lento, por lo que decidió colocarse delante poco antes del primer kilómetro, que se corrió en 2:42.75. Un segundo kilómetro en 2:32.21 (5:14.96) rompió completamente la final. La ventaja del keniano llegó a ser de casi 50 metros a un grupo de atletas que se mantenía compacto, liderado por Doherty y Castro. Las cosas no cambiaron en el tercer kilómetro, más lento, que Ngugi cruzó en 7:56.14, con su ventaja intacta. En ese momento, Castro decidió avivar el ritmo e ir por el líder. En el cuarto kilómetro, la cabeza de carrera no había cambiado, Ngugi marcaba 10:36.21, unos veinte metros por delante del portugués, que, a su vez, aventajaba en otros treinta metros a un grupo formado por Doherty, Baumann, Buckner, Kunze e Ignatov, con Mei algo rezagado. Al toque de la campana, el oro y la plata parecían seguros. Ngugi pasaba en 12:11.42, con una ventaja de unos cuatro segundos sobre Castro. Baumann y Kunze se habían separado del resto del grupo y estaban a unos cinco segundos del portugués. Pero lo inesperado sucedió. Mientras Ngugi administraba bien su cómoda ventaja y se hacía con el oro en 13:11.70, tras una última vuelta en 1:00.28, Castro veía cómo su diferencia con los alemanes se difuminaba en los últimos 200 m y se perdía definitivamente en la última recta. Baumann ganaba la plata, 13:15.52 y Kunze el bronce, 13:15.73, mientras el portugués, que lloraba desconsoladamente, 13:16.09, se quedaba fuera del podio. Los alemanes hicieron la última vuelta en unos 56 segundos, por 1:00.5 de Castro. La quinta posición fue para Maree, 13:23.69, en lucha con Buckner, 13:23.85. Mei, 13:26.17, pudo finalmente superar a Ignatov, 13:26.41, y a Doherty, 13:27.71. Dannielsson fue décimo, 13:30.44, Thiébaut undécimo, 13:31.99, Ondieki duodécimo 13:52.01, Staines decimotercero 13:55.00 y Apin cerró la clasificación con 14:13.19. Regalo, probablemente afectado por problemas físicos, no terminó la final.

Ngugi, que se convertía en el primer y único keniano en alcanzar el oro olímpico en 5000 m, ganaría de nuevo el campeonato del mundo de campo a través en 1989 y en 1992. En pista apenas volvió a destacar. Fue subcampeón de los Juegos de la Commonwealth en 1990. Su carrera atlética no tuvo un buen final, pues resultó suspendido en 1993 por no pasar un control de drogas fuera de la competición. La plata de Baumann resultó una sorpresa. Su mejor marca previa era 13:18.43 de ese 1988. Hasta la temporada anterior había estado más centrado en los 1500 m. Había sido subcampeón de Europa en sala de 3000 en 1987. Su exitosa carrera posterior, campeón olímpico en 1992, de Europa en 1994 y cuarto en los Juegos en 1996, se vio empañada en 1999 cuando se descubrieron restos de nandrolona, un esteroide anabolizante, en una de sus muestras. Recibió una sanción de dos años. Kunze tampoco parecía contar para el podio. Ese año acreditaba 13:31.63, aunque su mejor marca era 13:10.40, que en 1981 había sido plusmarca continental. El alemán había sido un atleta muy precoz, plusmarquista europeo sub18, 7:56.4 en 1976. Medallista de bronce en 10 000 m en 1983 y 1987, las lesiones no le habían permitido alcanzar su verdadero potencial. Tras los Juegos, compitió una temporada más, en 1990, solo en la carretera.

Los Juegos de Seúl fueron los últimos en los que Europa dominó la prueba de los 5000 m. Pese a no conseguir el oro, los atletas europeos fueron aplastante mayoría en la final. A partir de entonces, el 5000 europeo ha entrado en una penuria, de la que no se ha recuperado. Desde 1988, la única medalla conseguida por un atleta nacido en Europa fue el oro de Baumann en 1992. El británico Mo Farah (1981), nacido en Somalia, ganó en 2012 y 2016. El número de atletas del Viejo Continente en las finales olímpicas también ha ido menguando, siete en 1992, cuatro en 1996, dos en 2000, uno en 2004, tres en 2008, uno en 2012, uno en 2016 y tres en 2020. ¿Se revertirá la tendencia?

Julius Korir y el dominio keniano en los 3000 metros obstáculos

El 10 de agosto de 1984, en Los Ángeles, doce atletas se alineaban en la salida de la final olímpica de los 3000 m obstáculos. No había un favorito claro. El plusmarquista mundial, el keniano Henry Rono (1952-2024), 8:05.4 en 1978, ya no competía. El alemán Patriz Ilg (1957), campeón de Europa en 1982 y del mundo en 1983 se había lesionado esa temporada. El subcampeón mundial, el polaco Bogusław Mamiński (1955), no había acudido a los Juegos por el apoyo de su país al boicot decretado por la Unión Soviética. Tenía con 8:13.43 la mejor marca del año en aquel momento. El más rápido de los finalistas esa temporada era el británico Colin Reitz (1960), con 8:13.76, realizada el 21 de junio en Oslo, precisamente detrás de Mamiński. Reitz había sido medallista de bronce en el Mundial de 1983. Un atleta con el que había que contar era el veterano estadounidense Henry Marsh (1955), ganador de las pruebas de selección olímpica, 8:15.91. Décimo en los Juegos Olímpicos de 1976 y acreditado en 8:12.37, el año anterior, en el Mundial, cuando iba segundo, había tropezado y caído en el último obstáculo. Aun así llegó octavo a la meta. Le gustaba correr en la cola del grupo y avanzar en la última vuelta.

La prueba había comenzado el seis de agosto, con tres series clasificatorias, donde llamó la atención el keniano Julius Kariuki (1961). Con una mejor marca previa de 8:29.00, se impuso en la tercera serie, que se tomó como una reunión atlética, 8:19.45. Entraban seis atletas por puestos y el sexto clasificado, el finlandés Tommy Ekblom (1959) registró exactamente diez segundos más. Las otras dos series fueron la primera para el estadounidense Brian Diemer (1961), segundo en las pruebas de selección, 8:17.00, mejor marca personal, y para el keniano Julius Korir (1961), que ese año había sido segundo en el campeonato universitario de Estados Unidos, 8:19.85, mejor marca personal.

Las semifinales se corrieron a buen ritmo, ambas por debajo de 8:20.00. El ganador de la primera fue el plusmarquista español Domingo Ramón (1958), 8:19.08, por delante del francés Pascal Debacker (1960), 8:20.34, de Tommy Ekblom, 8:20.54, de Marsh, 8:20.57, del británico Roger Hackney (1957), 8:20.77, y de Kariuki, 8:21.07, que conseguía entrar por tiempos. Ramón había sido cuarto en la final olímpica de 1980, 8:15.78, plusmarca española entonces vigente. Desde los Juegos de 1980, se había visto muy castigado por las lesiones, si bien consiguió la medalla de bronce en el Europeo de 1982. En el Mundial había sido décimo. La segunda semifinal resultó aun más rápida, con seis hombres por debajo de 8:19.00. Korir entró el primero con marca personal de 8:17.40, precediendo al neozelandés Peter Renner (1959), 8:18.12, también mejor marca personal, a Diemer, 8:18.36, a Reitz, 8:18.62, al francés nacido marroquí Joseph Mahmoud (1955), 8:18.62, y al tunecino Féthi Baccouche (1960), 8:18.70, mejor marca personal.

En la final Baccouche se colocó en cabeza en los primeros compases. Poco antes del primer kilómetro, que cruzó en 2:47.40, Peter Renner se colocó primero, con todo el grupo compacto, salvo Marsh, unos tres segundos por detrás. El neozelandés seguía delante en el segundo kilómetro, más rápido, en 5:32.51, unos metros por delante de Korir. En ese momento el grupo iba bastante estirado, con Marsh y Domingo Ramón muy retrasados. En la penúltima ría, Korir sobrepasaba a Renner, que pagó su esfuerzo y acabó undécimo, tras una última vuelta lentísima, 8:29.81. Al toque de la campana, al keniano lideraba un compacto grupo, donde Marsh se había colocado segundo. En la contrarrecta, el estadounidense trató de superar a Korir, quien, no obstante no dio opción, con un cambio seco en el último 200, que lo llevó a la meta en unos excelentes 8:11.80, mejor marca del año en aquel momento y quinta de siempre. Por detrás Mahmoud superaba en la última recta a Marsh y Diemer hacía lo propio casi en la línea de meta. El francés ganaba la plata, 8:13.31 y Diemer, 8:14.06, dejaba a Marsh, 8:14.25, fuera del podio. Reitz entraba quinto, 8:15.48, y Domingo Ramón, tras una gran remontada, sexto, 8:17.27, su mejor marca desde 1980, 0.20 menos que Kariuki, séptimo. Debacker fue octavo, 8:21.51, Ekblom noveno, 8:23.95, Hackney décimo, 8:27.10 y Baccouche duodécimo, 8:43.40, por detrás de Renner.

Korir había protagonizado y ganado una superlativa final, a la que llegó siendo casi un desconocido. Es cierto que había ganado el oro en los Juegos de la Commonwealth en 1982, tras haber sido ese mismo año subcampeón africano, por detrás del medallista de bronce olímpico, el etíope Eshetu Tura (1950). En 1983 había ocupado la séptima posición en el Mundial. Su oro olímpico, sin embargo, no tuvo continuidad. Aunque siguió compitiendo hasta 1997 no volvió a participar en ningún gran campeonato. Tampoco consiguió mejorar su marca en obstáculos. Se quedó cerca, con 8:12.74 en 1986 y 8:12.80 en 1977. En 1991 registró 13:22.07 en 5000 m, 27:34.96 en 10 000 m y 1h00:31 en medio maratón. Lo que nadie se podía imaginar entonces es que con Korir se iniciaba un apabullante dominio keniano en la distancia, que se extendió hasta 2019. Durante ese período, Kenia consiguió ocho oros olímpicos, cinco platas y cuatro bronces, con dos tripletes. En el campeonato del mundo, de 1991 a 2019, los atletas nacidos en Kenia, incluyendo a Stephen Cherono (1982) nacionalizado qatarí con el nombre de Saif Saaeed Shaheen, se hicieron con quince oros consecutivos, algo inédito en la historia del atletismo.

Irina Privalova, una velocista campeona olímpica de 400 metros vallas

La velocista rusa Irina Privalova (1968) se dio a conocer internacionalmente, con el nombre de Irina Sergeyeva, tras hacerse con el oro en los 60 m del campeonato del mundo de pista cubierta, ahora pista corta, de 1991, celebrado en Sevilla. Fue una habitual de las finales de 100, 200 y relevos 4 x 100 m en la década de los 90, donde obtuvo grandes resultados, pero no un oro individual en campeonatos de ámbito mundial al aire libre. Finalmente consiguió su buscada meta en los Juegos Olímpicos de 2000, con casi treinta y dos años, en una distancia inesperada, los 400 m vallas.

Irina Anatolyevna Privalova nació el 22 de noviembre de 1968 en Malajovka, un suburbio de Moscú. En 1985 y en 1986 tomó parte en el Europeo y en el Mundial junior (sub20), respectivamente, si bien no alcanzó la final en ninguna ocasión. Se perdió las temporadas de 1987 y 1988 para ser madre. En 1990 fue sexta en el campeonato de Europa de 100 m. Ese año corrió el hectómetro en 11.29. En 1991, siendo poco conocida, dio la sorpresa en el Mundial de pista cubierta al ganar el oro en los 60 m, con 7.02, derrotando a la entonces jamaicana Merlene Ottey (1960), 7.08. En los 200 m, las posiciones se invirtieron, con Ottey en 22.24, plusmarca mundial bajo techo, y Privalova segunda, 22.41. Al aire libre, mejoró tanto en 100, 10.98, como en 200 m, 22.21. En el Mundial fue cuarta en ambas pruebas de velocidad. En el relevo 4 x 100 m formó parte del equipo soviético que se hizo con la plata, detrás de las jamaicanas.

En 1992 acudió a los Juegos de Barcelona con mejores marcas de 10.82 y 22.05. Fue tercera en el hectómetro con 10.84, a 0.02 del oro de la estadounidense Gail Devers (1966), y cuarta en los 200 m. Formó parte del cuarteto del Equipo Unificado, representando a todas la repúblicas exsoviéticas salvo las bálticas, que ganó la plata en el relevo 4 x 100. Tras los Juegos, mejoró hasta 10.81 y 21.93. En 1993, el 12 de febrero en Madrid, superó la plusmarca mundial de 60 metros, con 6.92. En el Mundial bajo techo, no obstante, resultó derrotada por Gail Devers, 6.95 frente a 6.97. Ganó el oro en los 200 m con 22.15. Al aire libre fue cuarta en los 100 m del Mundial, bronce en los 200 m, oro en el relevo 4 x 100 m, como parte del equipo ruso campeón, y plata en el relevo 4 x 400 m. Esa temporada igualó su mejor tiempo en 100 m, 10.81, mejoró en los 200 m a 21.88 e hizo su mejor marca de siempre en el primer 400 que corrió, 49.89.

En 1994 realizó su mejor tiempo de siempre en 100 m, 10.77. Hizo doblete en 100 y 200 m en el Europeo al aire libre y se llevó la plata en el relevo 4 x 100 m. En 1995 subió a los 400 m en el Mundial de pista cubierta. Ganó con unos excelentes 50.23. Previamente había igualado su plusmarca mundial de 60 m, aún vigente, 6.92. Al aire libre continuó con las distancias más cortas. Realizó su mejor registro de siempre en 200 m, 21.87. En esta prueba fue subcampeona mundial, además de bronce en 100 m.

A partir de 1996, un calvario de lesiones lastraron su rendimiento. Participó renqueante en los Juegos Olímpicos de ese año. Se quedó fuera de la final de 100 m. No salió en los 200 m. Sí tomó parte en el relevo corto, donde Rusia fue cuarta. En 1997 se lesionó en la final de 60 m del Mundial en pista cubierta, lo que le hizo perderse toda la temporada. Volvió en 1998 con plata continental en 100 m, oro en 200 m y plata en 4 x 400 m. En 1999 de nuevo una lesión le impidió progresar en los campeonatos del mundo al aire libre.

Tras una cirugía de reconstrucción del tendón de aquiles, Privalova decidió cambiarse de prueba para buscar el oro olímpico en su última oportunidad, los Juegos de 2000, a los que acudirá con casi treinta y dos años. La prueba elegida fueron los 400 m vallas, en los que la rusa no tenía ninguna experiencia previa, aunque sí un buen 400 de 49.89. En la temporada invernal se dedicó a los 60 m vallas y a los 100 m también con vallas, sin conseguir marcas de relumbrón. Sin embargo, en verano realizaba unos buenos 54.06 en los 400 m vallas. Llegó a los Juegos, tras haber corrido cinco veces esta prueba, con la cuarta marca mundial del año, tras los 53.33 de la estadounidense Sandra Glover (1968), los 53.53 de la marroquí campeona del mundo en 1997 Nezha Bidouane (1969) y los 53.68 de la cubana campeona del mundo en 1999 Daimí Pernía (1966). Los 400 m vallas femeninos dieron comienzo el 24 de septiembre, con cinco series clasificatorias. Privalova se impuso en la quinta, 55.80. Los tiempos de las ganadoras fueron muy similares. Bidouane fue la más rápida con 55.38. La campeona olímpica de 1996, la jamaicana Deon Hemmings (1968) se impuso con autoridad en la primera semifinal, 54.00, mientras Privalova hacía marca personal ganando la segunda, 54.02. Sandra Glover se quedaba fuera de la final al ser sexta en esta segunda semifinal. En la final, la novata Privalova no dio opción. Igualada con Hemmings hasta la séptima valla, la jamaicana no pudo seguir a la rusa, que se presentó en la última recta claramente destacada. Se hizo con el oro con marca personal de 53.02. a 0.20 de la plusmarca olímpica de Hemmings, y a 0.42 de la plusmarca mundial de la estadounidense Kim Batten (1969). Hemmings obtuvo la plata, 53.45 y Bidouane en bronce, 53.57. Las cinco primeras corrieron por debajo de 54.00.

Privalova conseguía por fin el oro olímpico, en un período de tregua con sus problemas físicos. Aún ganó otra medalla, el bronce con el equipo ruso en el relevo 4 x 400 m. Las lesiones reaparecieron tras los Juegos. Aunque trató de clasificarse para la edición de 2004, incluso en 800 m, su cuerpo ya no se lo permitió. Siguió compitiendo hasta 2009, pero ya fuera de la elite mundial. Ha seguido ligada al atletismo y en 2020 resultó nombrada vicepresidenta de la Federación Rusa de Atletismo, de la que fue presidente interina de febrero de 2021 a diciembre de 2022. Tal vez un trabajo más complicado que el de las pistas, habida cuenta de la poca transparencia del atletismo ruso, excluido en los últimos años de las grandes competiciones.

Ivo van Damme, el hombre que (no) pudo cambiar la historia del medio fondo

A mediados de los 70 una nueva generación de mediofondistas se aprestaba para encaramarse en la elite de los 800 y los 1500 m. Su prueba de fuego serían los Juegos Olímpicos de 1976. El plusmarquista mundial de 1500 m, 3:32.16, el tanzano Filbert Bayi (1953), el neozelandés John Walker (1952), los británicos David Moorcroft (1953), Frank Clement (1952) y el joven Steve Ovett (1955), los alemanes Willi Wülbeck (1954), Thomas Wessinghage (1952) y Paul-Heinz Wellmann (1952) o el irlandés Eamon Coghlan (1952). Todos ellos consiguieron grandes logros a lo largo de sus carreras deportivas, especialmente Steve Ovett, cuya rivalidad con Sebastian Coe (1956) superó no solo el ámbito atlético, sino también el deportivo. Su historia, sin embargo, pudo haberse escrito con diferentes letras de no haber mediado una tragedia el 29 de diciembre de 1976. Ese día, en un accidente de circulación, acaecido en el sur de Francia, se dejaba la vida el atleta belga, doble subcampeón olímpico de 800 y 1500 m, Ivo van Damme (1954).

Ivo van Damme nació en Bruselas el 21 de febrero de 1954. Jugó al fútbol hasta los dieciséis años. En el atletismo pronto mostró su clase al quedar cuarto en el campeonato de Europa Junior (sub20) de 1973 en la prueba de 800 m. El nivel de la carrera fue altísimo, con victoria de Steve Ovett, por delante de Willi Wülbeck. Ambos, junto con el belga, se encontrarían tres años más tarde en la final olímpica. El octavo fue el francés José Marajo (1954), finalista olímpico en 1980.

Estos fueron los resultados:

  1. Steve Ovett GB 1:47.53
  2. Willi Wülbeck RFA 1:47.57
  3. Erwin Golke RDA 1:47.83
  4. Ivo van Damme BEL 1:48.16
  5. Janos Hrenek HUN 1:48.89
  6. Feliks Wawrzon POL 1:49.71
  7. Tony Dyke GBR 1:49.87
  8. José Marajo FRA 1:50.81

El campeonato europeo en pista cubierta de 1974 fue la primera competición de van Damme en categoría absoluta. No se clasificó para la final, al quedar tercero en su serie. El campeón, el croata, entonces yugoslavo, Luciano Sušanj (1948), también lo fue en el Europeo al aire libre ese mismo año, en el que Ovett fue segundo y Wülbeck octavo. Van Damme no tuvo ocasión ni de clasificarse, pues una mononucleosis infecciosa lo había dejado fuera de combate. En 1975, recuperado, volvió al Europeo de pista cubierta, donde fue segundo, detrás del alemán Gerhand Stolle (1952), quinto el año anterior en el continental al aire libre. En la temporada estival el belga ganó la semifinal de la Copa de Europa, aunque su país no pudo evitar el último puesto, y superó la vieja plusmarca nacional belga de los 800 m, 1:45.7, en poder de Roger Moens (1930) desde 1955. El tiempo de van Damme de 1:45.31. Fue la quinta marca mundial de ese año.

La temporada de 1976 van Damme subió el último peldaño del Europeo de pista cubierta al imponerse en los 800 m de la edición de ese año. Para los Juegos Olímpicos decidió tomar parte en las dos distancias del medio fondo. No tenía experiencia en los 1500 m, pero antes de los Juegos fue capaz de correr en 3:36.26. En 800 m también mejoró hasta 1:45.07. Además registró 46.4 en 400 m y 2:15.5 en los 1000 m.

Los 800 m olímpicos tuvieron lugar entre el 23 y el 25 de julio, en tres rondas. El gran favorito era el estadounidense Rick Wohlhuter (1948), plusmarquista mundial de las 880 yardas (804.67 m) con 1:44.1, equivalente aproximadamente a 1:43.4 en los 800 m, superior a los 1:43.7 que el italiano, nacido en Suráfrica, Marcello Fiasconaro (1949), tenía como plusmarca mundial. El estadounidense tenía también con 1:44.78 la mejor marca del año de los participantes, por delante del antiguo jugador de baloncesto y cuatrocentista cubano Alberto Juantorena (1950), 1:44.9. Van Damme era el tercero del año.

En la primera ronda, van Damme ganó la sexta y última serie clasificatoria con 1.47.80, 0.02 menos que Sušanj. El mejor tiempo de la ronda correspondió a Wohlhuter, 1:45.71. En la primera semifinal, el belga fue segundo con 1:46.00, 0.12 más que Juantorena, mientras Wohlhuter ganaba la segunda. Además se habían clasificado Ovett, Wülbeck, Sušanj, el italiano Carlo Grippo (1955) y el indio Sriram Singh (1948). La final, el 25 de julio, se inició muy rápido, con los atletas por calles los primeros 300 m. En la calle libre, Juantorena se colocaba momentáneamente en la primera posición, pero se vio sobrepasado por Singh, que dio paso al primer 400 en 50.85. A falta de 300 m, Juantorena recuperaba la cabeza con Wohlhuter y van Damme detrás de él. Wohlhuter trató de igualar el cubano en la última curva pero no pudo con su empuje y acabó perdiendo al segunda plaza en favor de van Damme. Con su potente zancada, Juantorena cruzó la meta en 1:43.50, nueva plusmarca mundial. Van Damme fue plata con 1:43.86 y Wohlhuter bronce con 1:44.12. El tiempo del cubano era de un valor intrínseco similar a la plusmarca mundial de las 880 yardas.

Por detrás Wülbeck fue cuarto con mejor marca personal de 1:45.26, Ovett, 1:45.44, también marca personal, Sušanj, 1:45.75, Singh 1:45.77 y Grippo 1:48.39.

Cuatro días después, el 29 de julio, daban comienzo las series eliminatorias de los 1500 m. Los 3:36.26 de van Damme eran la cuarta mejor marca del año de los participantes, por detrás de los 3:34.19 de John Walker, los 3:36.07 de Thomas Wessinhage y los 3:36.23 de Wellmann. Walker, plusmarquista mundial de la milla con 3:49.4 era el gran favorito, más con la ausencia del plusmarquista mundial de 1500 m Filbert Bayi, debilitado por un ataque de malaria y cuyo país, Tanzania, había secundado el boicot africano a los Juegos. La mayoría de los países de África abandonaron los Juegos en protesta por la presencia del equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda en una competición en Suráfrica, entonces apartada del deporte internacional por sus políticas discriminatorias. Van Damme fue segundo en su serie clasificatoria. El tiempo más rápido de esta ronda fue para Walker con 3:36.87 en la tercera serie. Parecía un punto por encima de los demás. Walker se impuso en una primera semifinal táctica, con 3:39.65, por delante del australiano Graham Crouch (1948-2019), de Moorcroft y del húgano Janos Zemen (1950). Coghlan ganó la segunda semifinal, 3:38.60, superando a Wohlhuter, van Damme, Clement y Wellmann, que consiguió clasificase por tiempos por 0.07, dejando a su compatriota Wessinhage fuera de la final. La carrera definitiva resultó muy lenta. Moorcroft dio paso al primer 400 en 1:02.48, con Wohlhuter a su lado y todos los atletas en un grupo compacto. Con 500 m de carrera Coghlan tomó la cabeza, pero el ritmo apenas se modificó, 2:03.15 en los 800 m. El irlandés, muy presionado por Walker, dio paso a los 1200 m en 3:01.15. Faltando 250 m, Walker hizo un tremendo cambio de ritmo, llevándose con él a van Damme, mientras Coghlan luchaba por no perder posiciones. El neozelandés se hizo con el oro, 3:39.17, con cierta suficiencia, 0.10 menos que van Damme, segundo. Wellmann, 3:39.33, dejó finalmente a Coghlan, 3:39.51 fuera del podio.

Con veintidós años, van Damme conseguía dos medallas de plata, en el caso del 1500 en su primera competición internacional. En las reuniones posolímpicas siguió mostrándose en buena forma y realizó dos tiempos de gran valor, 1:44.02 y 1:44.09. El futuro parecía pertenecerle, pero todo se terminó en el fatídico accidente del 29 de diciembre. Desde 1977, la reunión atlética de Bruselas, de la Liga de Diamante en la actualidad, lleva su nombre. Es imposible saber lo que habría ocurrido. El atletismo está lleno de imponderables, pero la actuación olímpica de van Damme en 1976 hacía pensar que el belga podría haber buscado un lugar entre los grandes de la historia. Es probable que con él, la historia de Coe y Ovett se hubiese escrito de forma diferente. Desgraciadamente, nunca lo sabremos.

Carmen Valero (1955-2024), la primera atleta española de categoría mundial

El año 2024 ha comenzado con una tristísima noticia. Tras sufrir un ictus masivo el 28 de diciembre, el 2 de enero nos dejaba Carmen Valero, la mejor corredora española de fondo de siempre, la primera atleta española de categoría mundial. La repercusión mediática fue enorme, acorde con la categoría de Valero. Tanto la World Athletics como la Asociación Europea de Atletismo (EAA) publicaron sendos obituarios y el diario Marca nos dejó una portada para el recuerdo. Tras la Guerra Civil, había dejado de disputarse el campeonato de España de atletismo en categoría femenina. No se retomó hasta 1963. La cultura deportiva de entonces, más allá del fútbol, era escasa. Los atletas, con no poca frecuencia, se enfrentaban a las burlas de los transeúntes cuando entrenaban, que solían ser más ruidosas en el caso de las atletas. Valero tuvo que enfrentarse a los prejuicios no solo del público, sino de los propios federativos, a veces poco implicados en el deporte que se supone gestionaban.

Carmen Valero Olmedes nació en la localidad turolense de Castelserás el 4 de octubre de 1955. Siendo muy niña, se trasladó con su familia a Sardañola del Vallés. A los catorce años se unió a la Joventut Atlètica de Sabadell, de la mano del antiguo fondista Josep Pep Molins (1933-2023), olímpico en 1960, con quien desarrolló la mayor parte de su carrera deportiva. Comenzó a destacar muy pronto, sobre todo en campo a través. Fue campeona de España juvenil, entonces sub17, en 1970 y 1971. Ese año fue también campeona nacional de 600 m de la categoría. En su etapa junior, entonces sub19, fue campeona de España absoluta de 1500 m en 1972 y 1973 al aire libre, campeona absoluta de 1500 m en pista cubierta en 1973 y campeona absoluta de campo a través en el mismo año. Tomó parte en la última edición del Cross de las Naciones, con un 31º puesto y en la primera del Campeonato del Mundo de Campo a Través, donde ocupó la posición 25º en la carrera absoluta femenina, en ambos casos. Entonces no se disputaba la categoría junior femenina. En el campeonato de Europa junior fue cuarta, con 4:18.25, nueva plusmarca española absoluta de la distancia.

En 1974 siguió dominando el campo a través nacional. Fue consecutivamente campeona desde 1973 a 1978, además de en 1981 y 1986. En el Mundial de ese año ascendió a la novena posición. Al aire libre tomó parte en el campeonato de Europa de Roma, donde tuvo una gran actuación. Se disputaba por primera vez la prueba de 3000 m, Valero fue 15º con 9:35.4, que igualaba su plusmarca española de la prueba. Dos días después, en las series de 1500 m realizaba 4:13.02 (4:13.0), nueva plusmarca nacional, que le daba el pase a la final por tiempos. Su prestación en la final fue aun mejor. Ocupó la séptima posición con 4:11.61 (4:11.6), convirtiéndose en la primera finalista de ambas categorías absolutas en esta distancia que tantos éxitos ha dado al atletismo español.

En 1975 su progresión en el campo a través continuó. Por primera vez se encaramaba al podio con su tercer puesto en el Mundial. España conseguía estar en el podio en las tres carreras, con las platas de Mariano Haro (1940) y José Luis González (1957) en las categorías absoluta y junior masculina. Al aire libre se hizo con la medalla de bronce en los 1500 m de los Juegos del Mediterráneo, detrás de dos ilustres italianas, Paola Pigni (1945-2021), doble campeona mundial de campo a través en 1973 y 1973, y bronce olímpico en 1972 en 1500 m, y Gabriella Dorio (1957), que sería campeona olímpica en 1984.

La temporada olímpica de 1976 comenzó para Valero con un resonante triunfo en el Mundial de Campo a Través. En el hipódromo de Chepstow (Gales) consiguió una contundente victoria, superando en 20 segundos a la rusa, entonces soviética, Tatiana Kazankina (1951) y en 37 a Gabriella Dorio. Kazankina sería en unos meses doble campeona olímpica en Montreal de 800 y 1500 m. Poco antes se había convertido en la primera mujer en correr los 1500 m por debajo de los cuatro minutos. Valero resultó seleccionada para los Juegos en los 800 y los 1500 m, la primera atleta española olímpica de la historia. Ella misma en una entrevista a Atletismo Español tras su victoria en Chepstow reconocía que la prueba del kilómetro y medio, entonces la más larga del programa olímpico femenino, resultaba muy corta a sus características. Creía que su oportunidad llegaría en 1980 donde esperaba que hubiese 3000 o 5000 m femeninos. Lo cierto es que ni pudo estar en esos Juegos, ni hubo allí pruebas más largas que los 1500 m. Poco antes de los Juegos, mejoró en 1500 m hasta 4:08.34. También en 800 m superó su marca antes de Montreal, 2:04.12, también plusmarca española. En la capital de Québec no rindió bien. No tenía opciones en 800 m, pero en 1500 m esperaba estar en la semifinal. Sin embargo fue octava en su serie, muy lejos de la clasificación.

De vuelta al campo a través en 1977, en la ciudad alemana de Düsseldorf, Carmen Valero repetía oro, derrotando a la Armada Soviética, cuyas atletas fueron segunda, tercera, cuarta y sexta. La española superó en dos segundos a Liudmila Bragina (1943), campeona olímpica de 1500 m en 1972. Esa temporada, Valero había preparado también la pista cubierta. Fue campeona de España con 4:17.15, plusmarca española.

A partir de 1978, diversos problemas físicos le impidieron mantener el rendimiento de las temporadas anteriores. En el Mundial de campo a través fue décima. Tras haber mejorado su plusmarca nacional de 3000 m a 9:00.9 tomó parte en la final directa del campeonato de Europa de la distancia, donde, mermada físicamente, fue 23º

En los años siguientes, Valero apenas pudo competir en condiciones. La temporada de 1979 se la pasó en blanco. Se perdió los Juegos Olímpicos de 1980. En 1981 se proclamó campeona de España de campo a través, pero no acudió al Mundial. Ese año anunció que se retiraba. Sin embargo en 1984 retomó los entrenamientos y en 1986 volvió a ser campeona de España de campo a través, si bien renunció al Mundial por desavenencias con la Federación Española (RFEA). Ese año consiguió también la victoria en el campeonato de España de 5000 m, ganó la Jean Bouin y la San Silvestre Vallecana. Se retiró en 1987. En total fue veinticinco veces campeona de España, ocho de campo de a través, quince en pista al aire libre (tres en 800 m, siete en 1500 m, cuatro en 3000 m y una en 5000 m) y dos en 1500 m en pista cubierta. Superó quince plusmarcas españolas, doce al aire libre (tres en 800 m, cuatro en 1500 m, seis en 3000 m) y tres en 1500 m en pista cubierta.

Tras su retirada siguió vinculada al atletismo. De 1989 a 1993 formó parte del comité ejecutivo de la RFEA y también fue vicepresidenta y directora de la sección de atletismo del Club Natación Sabadell. En 1991, la Asociación Española de Estadísticos del Atletismo (AEEA), en una votación realizada por ochenta personas entre las que se incluían periodistas, técnicos, atletas, directivos de clubes, consideró a Carmen Valero la mejor atleta española de la historia. En 2001 la RFEA la consideró la mejor atleta española del siglo XX, es decir, de la historia hasta entonces. Este 2 de enero esta formidable atleta nos dejaba, pero su legado permanecerá grabado con letras de oro en el atletismo español.

Las velocistas de la antigua República Democrática de Alemania (y IV)

En 1985 no habría ningún gran campeonato individual de ámbito mundial al aire libre. Entonces el campeonato del mundo se celebraba cada cuatro años. Tendría lugar, eso sí, la Copa del Mundo. Sería en octubre, en Camberra, y en esta competición sucedería algo histórico. Marlies Göhr (1958) se centró solamente en los 100 m, distancia en la que corrió seis veces por debajo de 11.00, con un mejor tiempo de 10.86. Venció en la Copa del Mundo, con 11.10. Tan solo sufrió una derrota. Fue en la reunión de Zúrich, a manos de la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960), la doble campeona olímpica de 200 y 400 m, que tuvo una actuación brillante en esta reunión. Batió a Göhr en los 100 m, 11.01 frente a 11.09, y a Marita Koch (1957) en los 200 m con 21.98, 0.21 menos que la alemana.

Koch, por su parte, se centró más en los 200 m, con un objetivo, atacar la plusmarca mundial de los 400 m en la Copa del Mundo. Su mejor marca del año fue 21.78, con otros dos 200 por debajo de 22.00, incluyendo su victoria en la Copa del Mundo el 4 de octubre. El 6 de octubre tendrían lugar los 400 m de esta competición. La alemana tan solo había corrido un 400 esa temporada. El 22 de septiembre marcó 48.97. En la vuelta a la pista en la capital australiana partió de la calle 2. Los tiempos de paso manuales oficiosos fueron de 11.3, 22.4 y 34.1, para terminar en 47.60, 0.39 menos que la plusmarca mundial de la checa Jarmila Kratochvilová (1951), quinta en esa carrera con 50.95. La ucraniana, entonces soviética, Olga Vladykina (1963), posteriormente Olha Bryzhina, ocupó la segunda posición, con 48.27, tercera mejor marca de siempre entonces.

Quien más se ha acercado a Koch desde 1985 ha sido la atleta de Bahrein, nacida nigeriana Salwa Eid Nasser (1998), con el tiempo de 48.14 de su oro en el campeonato del mundo de 2019. En 2021 resultó suspendida por fallar en tres controles por sorpresa.

Koch compitió una temporada más, antes de retirarse. En 1986 ganaba su tercer oro continental en 400 m, con unos excelentes 48.22, y su tercer oro en el relevo largo. Göhr, por su parte, se hacía también con su tercer oro consecutivo en los 100 m y con el segundo en el relevo corto. Continuó compitiendo hasta 1988. Fue oro en el relevo corto en el Mundial de 1987 y plata en los Juegos de 1988. En las pruebas individuales no pudo alcanzar las finales.

La retirada de las dos grandes coincidió con la emergencia de una nueva generación de velocistas, la última de la República Democrática de Alemania, pues al país le quedaban pocos años de vida. Los 200 m del Europeo de 1986, junto con el salto de longitud, fueron para Heike Dreschler (1964). En la prueba de velocidad igualó los 21.71 de Marita Koch, plusmarca mundial. En el Mundial de 1987 fue plata en 100 m, con 11.00, a 0.10 de la ganadora, su compatriota Silke Möller (1964), entonces Gladisch, que también ganó los 200 m. Alemania del Este lideró el medallero, con 31 preseas, 10 de oro.

Los Juegos Olímpicos de 1988 vieron la irrupción de la sorprendente estadounidense Florence Griffith (1959-1998). Con veintinueve años y tras una extraña progresión desde la temporada anterior, empequeñeció a todas sus rivales, con sus oros en 100 y 200 m, esta última distancia con plusmarca mundial de 21.34, que superaba sus 21.56 de la semifinal. Dreschler fue tercera tanto en 100 como en 200 m, además de plata en la longitud. Los 400 m vieron a Olga Bryzgina, antes de ser Olha Bryzhina, en lo más alto del podio, con la alemana del Este Petra Schersing (1965), entonces Müller, segunda, repitiéndose los dos primeros puestos del Mundial del año anterior. Fueron los últimos Juegos de Alemania del Este como país. Fue la delegación que ganó más medallas en atletismo, 27, 6 de oro, tercera en el medallero.

El Europeo al aire libre de 1990 fue el último gran campeonato internacional al que acudió la República Democrática de Alemania como tal. El 8 de noviembre de 1989 había caído el muro de Berlín y se iniciaron las negociaciones para la unificación de los dos territorios alemanes, que culminaron el 15 de marzo de 1991, con la inclusión de la antigua República Democrática de Alemania en la República Federal de Alemania, cuya capitalidad provisional en Bonn, pasaba a ser definitiva en Berlín. Los alemanes del Este se despidieron del atletismo a lo grande, liderando el medallero del Europeo con 34 metales, 12 de oro. En la velocidad femenina surgió una nueva estrella, cuyo brillo duraría poco, Katrin Krabbe (1969), que se impuso en los 100 y los 200 m. El hectómetro tuvo triplete alemán, con Krabbe, Möller y Krestin Behrendt (1967). En los 200 m hubo doblete, con Krabbe y Dreschler, que ganó la longitud. En los 400 m, también hubo dos alemanas en lo más alto del podio, Grit Breuer (1972) y Petra Schersing. Los dos relevos fueron para las alemanas.

Krabbe, ya representando a la República Federal de Alemania, repitió en el Mundial de 1991 el doblete del Europeo de 1990. Breuer era segunda en los 400 m. El equipo unificado de Alemania logró 17 medallas, lejos de las 29 de las 31 de Alemania del Este en 1987. El cese del consumo de sustancias prohibidas organizadas por el propio estado se hizo notar. No obstante, esta era una parte, importante, pero solo una parte del programa deportivo. El resto venía de la detección de talentos, de entrenadores de alto nivel y de interminables sesiones de duro entrenamiento, pero para el deportista era una forma de salir de la mediocre vida de un país que trataba de mostrar lo que no era. De hecho, no pocos atletas de la antigua Alemania Democrática continuaron en la elite en los años noventa. El mejor ejemplo es Heike Dreschler, oro en salto de longitud en los Juegos de 1992 y 1996, en el Mundial de 1993 y en los Europeos al aire libre de 1994 y 1998.

El epílogo poético a esta historia atlética tuvo lugar en 1992, cuando la Federación de Alemania suspendió a Katrin Krabbe, Grit Breuer y Silke Möller durante un año por haber detectado en sus muestras biológicas restos del anabolizante clembuterol, lo que les impedía participar en los Juegos de ese año. Posteriormente la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics) extendió la sanción a dos años. Tan solo Möller continuó tras la sanción. Krabbe, de 22 años, y Breuer, de 20, no volvieron a competir. Desaparecieron con el atletismo de un país pobre, de 17 millones de habitantes que durante dos décadas dominó, en gran parte de forma fraudulenta, el panorama atlético mundial.

Las velocistas de la antigua República Democrática de Alemania (III)

En 1983 tendría lugar el primer campeonato del mundo de atletismo al aire libre, que se celebraría en agosto en Helsinki. Tras el boicot de la mayoría de los países africanos a los Juegos Olímpicos de 1976 y de gran parte de los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, a los Juegos de 1980, los mejores atletas del mundo por fin podrían verse las caras. En la velocidad femenina se preveían dos duelos estelares, entre la alemana del este Marlies Göhr (1958) y la estadounidense Evelyn Ashford (1957) en los 100 m, y entre la también alemana del este Marita Koch (1957) y la checa, entonces checoslovaca, Jarmila Kratochvilová (1951) en los 400 m. Por razones diferentes, ninguno de los dos duelos tuvo lugar.

Las atletas se mostraron en gran forma desde el inicio de la temporada. El 8 de junio, en Berlín Oeste, Marlies Göhr restaba con 10.81 0.07 a su anterior plusmarca mundial de los 100 m. Segunda fue una sorprendente Marita Koch con 10.83. Su anterior marca en esta prueba, a la que no se había dedicado demasiado, era de 10.99. El 3 de julio, en Colorado Springs, a más de 1800 metros de altura, Evelyn Ashford realizaba 10.79. El 23 de julio Kratochvilová mejoraba su marca de 400 m a 48.45, a 0.29 de la plusmarca mundial de Koch. Tres días más tarde hacía plusmarca mundial de 800 m, aún vigente, con 1:53.28. Sin embargo, no habría duelo con Koch, pues la alemana, tras su gran marca en 100 m y 21.82 en 200 m, había optado por estas dos pruebas individuales, mientras la checa doblaría en 400 y 800 m.

En el Mundial, la final de los 100 m femeninos tendría lugar el 10 de agosto. Ashford y Göhr se encontraron en la cuarta serie de los cuartos de final. La estadounidense fue primera con 11.11, 0.05 menos que la alemana. En las semifinales, Göhr se impuso en la primera serie con 11.05, mientras Ashford ganaba la segunda con 10.99, 0.09 menos de Marita Koch. El duelo entre las dos mejores atletas, no obstante, se frustró. Tras una buena salida de Göhr, con 40 m de carrera Ashford estaba a su altura, pero sufrió un tirón muscular. La alemana se hizo con el oro en 10.97. Koch fue segunda con 11.02.

Ashford se perdió la temporada. Koch se impuso a la entonces jamaicana Merlene Ottey (1960), 22.13 frente a 22.19. Kratochvilová ganó, después de todo, su duelo con la ausente Koch, al arrebatarle la plusmarca mundial en la final de los 400 m, con 47.99, 0.17 menos que la alemana. Koch ganó también el oro en ambos relevos, en el corto en el mismo cuarteto que Göhr.

La temporada olímpica de 1984 se presentaba compleja, pues, como finalmente sucedió, se temía que el bloque soviético devolviese a Estados Unidos el boicot de 1980 y no acudiesen a los Juegos de Los Ángeles. En la velocidad femenina, la ausencia de las atletas del Este se dejó sentir de forma muy marcada. Sin Göhr en competición, Ashford no iba a tener oposición. Llegó a Los Ángeles en buena forma tras un 10.88 y un 10.78 ventosos y después de imponerse en las pruebas de selección olímpicas. En la final consiguió la victoria con 10.97 y un viento en contra de -1.2 m/s. Segunda, a cierta distancia, fue su compatriota Alice Brown (1960).

En el aire quedó la pregunta sobre qué habría pasado con Göhr en la pista. Los 200 y los 400 m no hicieron olvidar a Marita Koch, pero los resultados fueron sorprendentemente buenos, gracias a la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960). El año anterior sus mejores marcas eran 11.39 en 100 y 23.10 en 200 m. Comenzó la temporada de 1984 con 22.13 en 200 m. En las pruebas de selección olímpica se impuso con 22.16. En los 400 m, llegó a las pruebas de selección con 49.83 y se fue con 49.73, segunda tras Chandra Cheesborough (1959), 49.28, plusmarca nacional. En los Juegos de Los Ángeles alcanzó su mejor forma, con sendas victorias en 400 m, 48,83, décima mejor marca de siempre entonces, y en 200 m, 21.81, tercera mejor marca de siempre en aquel momento. Brisco se convertía en la primera atleta de ambas categorías absolutas en ganar los 200 y los 400 m en los mismos juegos olímpicos. Anteriormente, la polaca Irena Szewińska (1946-2018) había ganado los 200 m en los Juegos de 1968 y los 400 m cuatro años más tarde.

Las alemanas estaban en una magnífica forma. Antes de los Juegos Göhr había registrado seis tiempos por debajo de 11.00, el mejor 10.86, y había mejorado en los 200 a 21.74. Koch había igualado su plusmarca mundial de 200 m, 21.71, y había corrido cinco pruebas de 400 m, todas por debajo de 50.00, la mejor 48.26. Los países que habían boicoteado los Juegos contraprogramaron con una competición que llamaron Juegos de la Amistad, celebrada en Praga. Göhr ganó los 100 m, con 10.95, y Koch igualó su marca de 48.16 en la prueba que ganó, los 400 m. Los 200 m fueron para otra alemana, Bärbel Wöckel (1955), 22.15. Quedaban las reuniones posolímpicas para medirse a las campeonas en Los Ángeles. Brisco no pudo mantener el nivel de los Juegos, en realidad no volvió a rendir como en 1984, pero Ashford sí lo hizo. En Berlín, el 17 de agosto, marcó 10.92 y 10.94 en la semifinal y en la final. El gran duelo tendría lugar el 22 de agosto en Zúrich, donde se enfrentaría a Marlies Göhr, en una carrera que se calificó como la verdadera final olímpica. El duelo no pudo responder mejor a las expectativas con Göhr en la calle 2 y Ashford en la 3. La alemana realizó una fulgurante salida y se mantuvo en cabeza hasta los 70 metros, momento en que Ashford la igualó y posteriormente la superó con una nueva plusmarca mundial de 10.76, 0.08 más rápido que la alemana.

Poco después de la carrera, Ashford descubrió que su plusmarca mundial había sido mucho más especial de lo que hubiese podido pensar, pues la hizo estando embarazada. El 30 de mayo de 1985 dio a luz a su hija Raina Ashley Washington. Terminó su temporada con una victoria en Roma, el 31 de agosto, en 10.93. En los 200 m de Zúrich, Koch se impuso con autoridad, 21.87, con Brisco cuarta, 22.26.

Las dos alemanas prolongaron su año atlético hasta el 14 de septiembre, en la reunión de Tokio, con sendas victorias, donde Göhr volvía a bajar de 11.00, 10.97, y Koch ganaba los 200 m, 22.22. En la temporada olímpica, que para ellas no lo fue, ambas consiguieron estar en la mejor forma de su vida. Göhr perdió su última oportunidad de ser campeona olímpica en una prueba individual, aunque lo habría tenido francamente difícil, mientras Koch habría sido probablemente la primera doble campeona olímpica de 200 y 400 m, en lugar de Brisco. Pero a la alemana aún le quedaban dos temporadas en el atletismo, excelente una, excepcional otra.

¡¡¡Feliz Navidad a todos!!!

Las velocistas de la antigua República Democrática de Alemania (II)

La retirada de Renate Stecher (1950) en 1976 coincidió con el inicio de la carrera a la elite de las dos atletas más icónicas de la República Democrática de Alemania, Marita Koch (1957) y Marlies Göhr (1958). Ambas habían tomado parte en el campeonato de Europa junior (sub20) el año anterior, con una gran prestación. Göhr, entonces como Marlies Oesler, fue plata en los 100 m y campeona en el relevo 4 x 100 m, mientras Koch fue subcampeona en los 400 m y oro en el relevo 4 x 100 m. En los Juegos Olímpicos de 1976, Göhr, aún Oesler, consiguió clasificarse para la final, donde fue octava. Ese año ya corría en 11.17. Koch, que llegó a los Juegos con 50.19, acabaría siendo al cuarta mejor marca ese año, se lesionó tras haberse clasificado para las semifinales olímpicas.

Tan solo un año después de los Juegos, Göhr superaba la plusmarca mundial de 100 m. El 1 de julio corría en 10.88, 0.13 menos que los 11.01 que la campeona olímpica el año anterior, la alemana del Oeste Annegret Richter (1950) había hecho en su semifinal de los Juegos. Koch, por su parte, en esa temporada de 1977, con 49.53 se quedaba a 0.24 de la plusmarca mundial de la polaca campeona olímpica Irena Szewińska (1946-2018). Szewińska derrotó a Koch en la Copa del Mundo de ese año mientras Göhr/Oesler ganaba los 100 m.

En 1978, Koch se convirtió en la gran dominadora mundial de los 200 y los 400 m, superando las plusmarcas mundiales de Szewińska en ambas distancias. El 28 de mayo registró 22.06, 0.15 menos que la polaca. En los 400 m realizó 49.19 el 2 de julio y 49.03 el 19 de agosto, unos días antes del campeonato de Europa, donde la alemana batió a Szewińska, que fue tercera. Koch registró 48.94, primera vez que una mujer rompía la barrera de 49.00. Segunda fue su compatriota Christina Brehme (1958), posteriormente Lathan, con 50.38. Koch ganó otro oro en el relevo 4 x 400. Por su parte, Marlies Göhr se impuso fácilmente en los 100 m, pero resultó derrotada en los 200 m, por la rusa, entonces soviética, Lyudmila Kondratieva (1958), que la batió por 0.01, 22.52 frente a 22.53. En el relevo 4 x 100 m, las alemanas del Este fueron sorprendentemente terceras, con peor tiempo que en la serie clasificatoria.

En 1979, las alemanas continuaron progresando. Göhr realizó 10.97, mejor marca de ese año, y 22.36, mejor marca personal. Koch, por su parte superó por dos veces su plusmarca mundial de 200 m, 22.02 y unos tremendos 21.71, y en otras dos ocasiones, la plusmarca mundial de los 400 m, 48.89 y 48.60. Parecía que nadie podría hacerle sombra. Y sin embargo, a las dos alemanas, les surgió una rival de tanta calidad como ellas, la estadounidense Evelyn Ashford (1957). Ashford había sido quinta en la final olímpica de 1976 en los 100 m y subcampeona del relevo 4 x 100 m. Ese año de 1979 había corrido los 100 m en 10.97, mejor marca del año compartida con Göhr, y en 22.27 los 200 m. Previamente había hecho 22.07, con viento 2.5 m/s. En la Copa del Mundo de Montreal, sorprendió a ambas. Derrotó a Göhr en los 100 m, 11.06 frente a 11.17, y a Koch en los 200, 21.83 frente a 22.02. Esta ganó con cierta facilidad los 400 m, 48.97.

Probablemente Ashford constituyó una importante preocupación para las alemanas en su camino hacia el oro olímpico de 1980 en Moscú. Sin embargo, el duelo se frustró. Ashford se pasó la temporada olímpica en blanco por una lesión y, en cualquier caso, no habría podido intentar ser campeona olímpica, pues el presidente James Carter (1924) decretó el boicot de los Juegos por la invasión soviética de Afganistán. Parecía que se despejaba en camino para Marlies Göhr, que antes de los Juegos había realizado 10.93, segunda mejor marca de siempre. Sin embargo, en Moscú resultó derrotada en los 100 m por Lyudmila Kondratieva. La alemana ganaría el relevo 4 x 100 m, con nueva plusmarca mundial de 41.60. No tomó parte en los 200 m, donde se impuso su compatriota Bärbel Wöckel (1955). Tampoco estuvo Koch en esta distancia. Se reservó para los 400 m, donde se hizo con el oro, derrotando a la que sería su gran rival en las siguientes temporadas, la checa, entonces checoslovaca, Jarmila Kratochvilová (1951), 48.88 frente a 49.46.

En 1981, las dos alemanas compitieron poco. Aun así participaron en la Copa del Mundo de Roma, donde no pudieron ganar. Evelyn Ashford, que había vuelto a la competición con 10.90 y 21.84 de mejores marcas, se impuso en los 100 y en los 200 m. En el hectómetro, Göhr fue tercera. Koch también resultó derrotada en los 400 m, por Kratochvilová, 48.61 frente a 49.27. La checa se había quedado a 0.01 de la plusmarca mundial.

Koch tendría la oportunidad de vengar su contundente derrota en el campeonato de Europa al aire libre de 1982 en Atenas. Se esperaba con gran expectación su duelo en los 400 m con Kratochvilová. La alemana acudía a Grecia con 48.87, la checa con una centésima menos. El duelo no decepcionó. Koch se impuso con una nueva plusmarca mundial de 48.16, mientras Kratochvilová hacía 48.85. Alemania del Este hizo pleno en la velocidad con el oro de Göhr en 100 m, de Wöckel en 200 m, y de ambos relevos con plusmarca mundial en el largo, 3:19.04.

En 1983, tras el boicot de Moscú, los mejores atletas del mundo se volverían a enfrentar en el primer Campeonato del Mundo, que tendría lugar en Helsinki. Las alemanas volverían a encontrarse a Ashford y a Kratochvilová. Ninguna de las cuatro había dicho su última palabra.