«La milla de los cuatro minutos», la serie

Tras el análisis de la serie Los primeros Juegos Olímpicos. Atenas 1896, llega una reseña sobre la serie La milla de los cuatro minutos, que se puede ver en YouTube. Como ya comentaba en la entrada de la primera serie, no hay demasiado de atletismo en series y películas. La milla de los cuatro minutos (The four minute mile) es una coproducción australiano-británica de 1988, que consta de dos episodios de 90 minutos de duración. Está dirigida por el británico Jim Goddard (1936-2013), cuya carrera se desarrolló casi completamente en series de televisión, con guion del australiano David Williamnson (1942). Trata de la historia de tres atletas, el británico Roger Bannister (1929-2018), interpretado por Richard Huw, el australiano John Landy (1930-2022), interpretado por Nique Needless (1964), y el estadounidense Wes Santee (1932-2010), interpretado por John Philby (1960). Los tres, sobre todo a partir de 1953, inician una frenética carrera contra el tiempo y separados por miles de kilómetros en busca de ser el primer atleta en correr una milla (1609.344 m) en menos de 4 minutos, que entonces se comparaba con la coronación del Everest.

La puesta en escena es mejorable. La historia de inicia poco antes de los Juegos Olímpicos de 1952. Mientras Bannister es un serio candidato al oro, Landy aspira a la selección olímpica, que finalmente consigue. Sin embargo, en aquella época los atletas tenían que buscar financiación para el viaje y la estancia, en este caso en Helsinki, adonde la delegación australiana llega tras una semana en varios vuelos. No se muestra la serie de 1500 m en la que coinciden los dos futuros rivales y en la que el australiano resulta eliminado. De la final solo se incluyen imágenes reales. Bannister siempre culpó a la organización de su ausencia en el podio, fue cuarto, pues en el último momento se decidió que habría tres rondas en lugar de dos. El británico, que entrenaba por su cuenta tres días por semana, declaró que no se había preparado para tal eventualidad. La moderación de Bannister en su relación con la prensa, contrasta con la vehemencia de su carismático amigo Chris Chataway (1931-2014), interpretado por Adrian Rawlins (1958), que, consciente de las posibilidades de Bannister, a veces más centrado en sus estudios de Medicina, trata de animarlo para que dé lo mejor de sí y se enfrenta a los periodistas ante la timidez de su compañero. Otro personaje destacado es el excéntrico entrenador Percy Cerutti (1895-1975), encarnado por Ralph Cotterill (1932), cuyos polémicos métodos y su mala educación llevan a Landy a romper con él tras los Juegos de Helsinki.

La pugna por la barrera de los 4 minutos se cierra el 6 de mayo de 1954, cuando Bannister, con la ayuda de sus amigos Chris Chataway y Chris Brasher (1928-2003), Robert Burbage (1964), en las pistas de Oxford de Iffley Road, consigue los míticos 3.59.4. En la serie se alternan imágenes reales con imágenes dramatizadas, con predominio de las primeras. Chataway viaja pocas semanas después, el 21 de junio, a la ciudad finlandesa de Turku, donde John Landy, invitado por su amigo el atleta local Denis Johansson (1928-1991), Lewis Fitz-Gerald (1958), consigue una nueva plusmarca mundial de 3:57.9, homologada 3:58.0. Chataway es segundo con 4:04.4. Unos días antes. el 6 de junio, Wes Santee, había realizado 4:00.6. A principios de 1955 recortó una décima. Sin embargo, ya no mejoraría, pues la federación de su país lo sancionó por supuesto profesionalismo.

Bannister y Landy se enfrentarían en la milla del siglo de los Juegos del Imperio Británico de 1954, el 7 de julio. En la serie se representa muy bien la presión a la que se ven sometidos ambos atletas y los problemas previos, una faringitis del británico y un corte en el pie del australiano. Sin embargo, los dos parecen dar lo mejor de sí mismos en la carrera, cuya victoria se lleva Bannister en 3:58.8, 0.6 menos que su rival, en la primera milla con dos corredores por debajo de 4 minutos. La carrera está muy bien llevada en la cinta, mezclando imágenes reales y dramatizadas. La miniserie se termina narrando brevemente lo ocurrido a los protagonistas tras esta millas.

Hay otros personajes importantes como el entrenador austríaco Franz Stampfl (1913-1995), interpretado por Michael York (1942), que acaba preparando a un reticente Bannister. Este finalmente accede tras la insistencia de Chataway y Brasher. También tiene un papel relevante el campeón olímpico de 100 m en 1924, el británico Harold Abrahams (1899-1978), Richard Wilson (1936), entonces presidente de la Federación Británica, muy preocupado con la legalidad de las liebres en las carreras. Otro personaje importante, amigo y consejero de Bannister es el periodista y antiguo velocista Norris McWirther (1925-2004), Adrian Dunbar (1958), que fue el encargado de anunciar la plusmarca mundial de la milla en la megafonía de Iffley Road. Salen brevemente la velocista australiana Marjorie Jackson (1931), Geneviève Picot (1956), el millero australiano compañero de Landy, Don MacMillan (1928-2004), Mark Pennell, o el futuro campeón olímpico de 5000 m, el neozelandés Murray Halberg (1933), Paul Davidson.

En resumen, se trata de una buena serie, bastante fiel a los acontecimientos reales, con un buen ritmo, una interpretación en general correcta con actores muy bien caracterizados, lo que compensa una mejorable puesta en escena, probablemente por problemas presupuestarios. Muy recomendable.

«Los primeros Juegos Olímpicos. Atenas 1896». La serie

No han sido el atletismo en particular y el deporte en general temas demasiado tratados en la cinematografía. De 1910 a 2018, el deporte no figura entre los doce géneros cinematográficos más prevalentes en Hollywood. Hay alguna excepción, como El orgullo de los yanquis (Sam Wood, 1942), sobre la vida del jugador de beisbol Lou Gehring (1903-1941), malograda por la esclerosis lateral amiotrófica, o la aclamada Carros de fuego (Hugh Hudson, 1981), sobre los atletas británicos en los Juegos Olímpicos de 1924. En el mundo de las series de TV el panorama es similar, incluso en la época actual de explosión de las plataformas de entretenimiento. Pero, en medio de tanta oferta, siempre hay la posibilidad de encontrar algo, aunque hubiese pasado desapercibido. En este sentido hay una serie, que se puede ver en YouTube, ya de 1984, muy recomendable para los aficionados al atletismo, Los primeros Juegos Olímpicos. Atenas 1896 (The First Olympics. Athens 1896), en ocasiones mal traducida por confundir Olympics (Juegos Olímpicos) con Olympiad (Olimpíada).

La cinta constituye una miniserie de dos episodios, con una duración de total de 3 horas 57 minutos, dirigida por el canadiense Alvin Rakoff (1927) con guion de Charles Gary Anderson (1938-2008). Cuenta los avatares de los inicios de los Juegos Olímpicos de la era moderna, centrándose principalmente en el equipo estadounidense de atletismo. En 1894, en París, bajos los auspicios del aristócrata francés Pierre de Coubertin (1863-1937), se fundó el Comité Olímpico Internacional. La idea de Coubertin era resucitar los antiguos Juegos Olímpicos y propuso organizar una competición multideportiva en Atenas entre el 6 y el 15 de abril de 1896. Su propuesta se aceptó y en los dos años siguientes el francés se afanó en tratar que los países más potentes deportivamente tomasen parte en la nueva competición. En aquella época de Coubertin contaba con poco más de 30 años. En la serie, sin embargo, está interpretado por el entonces sexagenario actor francés Louis Jourdan (1921-2015), que había hecho una brillante carrera en Hollywood con títulos como El proceso Paradine (Alfred Hitchcock, 1947) o Gigi (Vicente Minelli, 1958). En un gran papel, Jourdan da al personaje el porte aristocrático que se merece. Un hombre clave para el éxito de estos primeros Juegos es el profesor de Historia de Princeton, William Milligan Sloane (1850-1928), interpretado por David Ogen Stiers (1942-2018). Sloane respondió de forma entusiasta a la idea de revivir los Juegos Olímpicos. En 1895 fundó el Comité Olímpico de Estados Unidos y fue clave para que su país tomase parte en la primera edición. Tuvo que buscar deportistas y entrenadores dispuestos a ir a los Juegos, y también la financiación, pues no obtuvo ayudas públicas. Su granero fueron las universidades, donde ya había programas deportivos, si bien no todos los dirigentes universitarios estaban de acuerdo con esto.

La serie comienza con tres escenas, en tres países diferentes, de tres futuros campeones olímpicos. Robert Garrett (1875-1961) en Estados Unidos, interpretado por Hunt Block (1954), que ganaría el lanzamiento de disco y el lanzamiento de peso. Spiridon Louis (1873-1940) en Grecia, interpretado por Nicos Thiagos, que ganaría el maratón. Y Edwin Flack (1873-1935) de Australia, interpretado por Benedict Taylor (1960), que se llevaría una doble victoria en 800 y 1500 m. Aunque a estos primeros Juegos no fueron los mejores deportistas, la incansable labor del Dr Sloane hizo que Estados Unidos llevase a Atenas un sólido equipo. No solo tuvo que buscar atletas, sino también entrenadores. Su principal apoyo técnico fue John Graham, interpretado por Edward Wiley (1955), entrenador universitario, en gran parte autodidacta en atletismo. Finalmente, se envió a Atenas un equipo de catorce deportistas, la mayoría estudiantes en Harvard y Princeton o miembros del club Boston Athletics. Compitieron mayormente en atletismo, si bien hubo también un representante en natación y tres en tiro olímpico. Doce de estos catorce deportistas quedaron entre los tres primeros. En atletismo, con once representantes y solo un campeón nacional, el triplista James Connolly (1868-1957), se llevaron nueve victorias en doce pruebas, seis segundos y dos terceros puestos. Aunque en la serie los tres primeros atletas reciben premios, en realidad solo se premiaban al ganador y al segundo, con una medalla de plata y una de cobre respectivamente. El COI retroactivamente concedió medallas de oro, plata y bronce a los tres primeros.

Aunque, como se señaló anteriormente, algunas universidades de entonces tenían programas deportivos, no siempre sus dirigentes tenían un alto concepto del deporte. James Connolly, estudiante de Harvard, ganador de triple salto y primer campeón olímpico moderno, no obtuvo permiso de su universidad para ir a los Juegos, pero decidió acudir de todos modos. Eso le costó la expulsión. En la serie está interpretado por David Caruso (1956), que años más tarde se haría mundialmente famoso con el personaje del teniente Horatio Caine en la serie CSI Miami. Tras una travesía desde Nueva York de más de dos semanas, los atletas estadounidenses llegaban a Atenas, con algunos problemas, pues Grecia no había adoptado el calendario gregoriano y las fechas oficiales de los Juegos tenían un adelanto de doce días, que los estadounidenses ignoraban.

La serie hace una gran recreación del estadio Panathinaikó, con capacidad para 80 000 espectadores, reconstruido en el lugar del antiguo estadio que había albergado en la Antigüedad los Juegos Panateneos. La dureza de las pistas y el ángulo cerrado de las curvas hizo que los registros no fuesen buenos. El estadounidense Thomas Burke (1875-1929), interpretado por Hutton Cobb, fue campeón de 100 y de 400 m, con 12.0 y 54.2 respectivamente. Él mismo acreditaba 11.2 y 48.5. Las plusmarcas mundiales oficiosas de entonces eran 10.8 y 48.5, esta en 440 yardas (402.34 m). En atletismo, solo masculino, se programaron doce pruebas, 100 m, 400 m, 800 m, 1500 m, maratón, 110 m vallas, salto de longitud, triple salto, salto de altura, salto con pértiga, lanzamiento de disco y lanzamiento de peso. En la serie se representan con un notable realismo las doce pruebas, además de unas breves escenas del tiro olímpico y la natación con participación estadounidense. Los atletas estadounidenses solo dejaron de ganar los 800, los 1500 m y el maratón. En la ceremonia de inauguración hay dos notables anacronismos. El desfile de los países participantes, que en estos Juegos fueron catorce, no tuvo lugar hasta los Juegos de 1908, si bien en los llamados Juegos Intercalados de Atenas de 1906, no reconocidos por el COI, ya se había organizado. Por otro lado, Australia, que figura como país, no adquirió su entidad nacional hasta 1901. Previamente estaba formada por seis colonias británicas gobernadas de forma independiente.

La especialización de los atletas era entonces más laxa. Robert Garrett ganó el disco y el peso y fue plata en los saltos de longitud y altura, plata esta compartida con el campeón de triple James Connolly, que fue también bronce y longitud. Ellery Clark (1874-1949), interpretado por Ian Morton, ganó los saltos de altura y longitud. Robert Garrett no participó, como muestra la serie, en el maratón. Sí lo hicieron Edwin Flack, tras sus victorias en 800 y 1500 m, y el estadounidense Arthur Blake (1872-1944), interpretado por Alex Hyde-Blake (1959), que fue segundo en 1500 m, pero no en 800, como muestra la serie, prueba en la que no tomó parte. Ninguno de los dos terminó el maratón. Esta carrera se disputó desde la llanura donde tuvo lugar la batalla de Maratón en 490 a C hasta Atenas, en conmemoración del logro del soldado Filípides, que recorrió los aproximadamente 40 Km de distancia a Atenas para anunciar la victoria de los suyos sobre los persas. La idea partió del filólogo francés Michel Bréal (1832-1915), amigo de Coubertin. El primer maratón olímpico fue la apoteosis griega, con la victoria del pastor Spiridon Louis, que se convirtió en un héroe nacional. El entrenador estadounidense John Graham se quedó tan impresionado con la prueba que al año siguiente fundó el maratón de Boston, que hoy es uno de los grandes.

Los primeros Juegos Olímpicos fueron un éxito, a lo que sin duda contribuyó la presencia de los estadounidenses y permitió que el movimiento olímpico continuase, con altibajos, hasta consolidarse como el acontecimiento deportivo más importante del planeta.

Esta serie muy recomendable se puede ver en YouTube en dos partes, la primera en versión original sin subtítulos y la segunda en versión original con subtítulos en inglés autogenerados.

Esta lista de Internet Movie Database (IMDB) contiene 41 películas o series de temática olímpica. Próximamente habrá una entrada sobre The four-minute mile, que también se puede ver en YouTube.

Muere Ben Cross, el protagonista de Carros de fuego

Esta es la entrada 147 de este blog y es la primera que no trata de atletismo, al menos directamente. Hoy quisiera hacer un pequeño homenaje al actor Ben Cross, que acaba de fallecer en Viena. Su hija Lauren envió una nota anunciando el luctuoso suceso Queridos admiradores de Ben Cross. Soy su hija, Lauren. Tengo el corazón roto de compartir con vosotros que mi querido padre murió hace unas horas. Había estado enfermo durante un tiempo, pero sufrió un rápido avance durante la semana pasada.

Ben Cross no hizo una apabullante carrera cinematográfica, aunque entre series y películas cuenta con más de 100 títulos. Una parte importante de su carrera profesional se centró, como buen actor británico, en el teatro. Sin embargo protagonizó una sobresaliente película, probablemente la mejor de tema deportivo, la oscarizada Carros de Fuego (Hugh Hudson, 1981), ganadora de cuatro Óscars de Hollywood, entre ellos el de mejor película y mejor banda sonora (inolvidable la composición de Vangelis). Como ya habíamos tratado en otra entrada del blog, la cinta muestra muy bien la psicología del atleta, sus miedos, sus inseguridades, sus frustraciones, pero también su disciplina, su capacidad de sacrificio, el compañerismo. Uno de sus puntos fuertes son las interpretaciones y, sin duda, Ben Cross está más que a la altura en el papel de Harold Abrahams (1899-1978), un hombre motivado por una mezcla de prejuicio y paranoia, según había declarado el propio Cross en una entrevista en 2012. En esta memorable escena se muestra claramente la obsesiva personalidad de Abrahams, que confiesa a su novia Sybil que si no puede ganar no corre. Esta, poniendo un punto de sensatez en su vida, le responde que si no corre no puede ganar.

Harry Bernard Cross nació el 16 de diciembre de 1947 en Londres, en el seno de una familia de clase trabajadora. Antes de comenzar su carrera como actor desempeñó diversos trabajos manuales. Durante los años 70 se dedicó fundamentalmente al teatro, aunque intervino en la película Un puente muy lejano (Richard Attenborough, 1977). El papel que le daría fama mundial, el de Harold Abrahams en Carros de fuego le llegaría en 1981.

En 1983 protagonizó la serie de 10 episodios de la BBC La ciudadela, basada en la novela homónima del escritor y médico escocés Archibald Joseph Cronin (1896-1981). Cronin muestra lo que a su juicio debería se el compromiso de la profesión médica con la sociedad y lo que puede suceder si el médico se desvía de este compromiso. Ben Cross es un perfecto Dr Andrew Manson. La serie se puede ver completa en inglés en YouTube.

Tras estos éxitos a primeros de los 80, Cross intervino en numerosas películas y series de televisión, pero sin olvidar nunca el teatro. Algunos de los trabajos en que intervino fueron El primer caballero (1995), 20.000 leguas de viaje submarino (1997), La Biblia: Salomón (1997), El exorcista: el comienzo (2004), Star Trek (2009) o Guillermo y Kate: una historia real (2011). También se dedicó a la composición musical. Su participación en su última película, The devil’s light (Daniel Stamm, 2020) había concluido 10 días antes de su muerte. En 1984 había realizado un anuncio de American Express con el verdadero Jackson Scholtz (1897-1986), interpretado en Carros de fuego por Brad Davis (1949-1991), atleta al que el verdadero Abrahams había derrotado en los 100 m de los Juegos de París, si bien después, no antes como muestra la película, Scholz se llevó los 200 m, con el británico en última posición.

Minuto 1:20

Cross no consiguió ser tan longevo como Abrahams y nos dejó ayer, 18 de agosto, a los 72 años. Para los aficionados al atletismo será, no obstante, tan inmortal como Harold Abrahams, papel en el que Cross demostró ser un enorme actor.

Carros de Fuego y la esencia del pensamiento del atleta

Una de mis grandes aficiones de siempre es el cine. Sin duda se trata de un excelente medio de contar historias, de describir personajes, lugares, de mostrar el pasado. Puede mostrarnos cómo era el atletismo en el pasado y también nos puede hacer ver que la esencia del atletismo y de los atletas es atemporal. De sus muchas virtudes, tal vez sea esta la mejor de la cinta Carros de Fuego (Hugh Hudson, 1981), ganadora de 4 Óscars, incluyendo el de mejor película. Carros de Fuego narra la historia de un grupo de atletas cuyo objetivo son los Juegos Olímpicos de París 1924. Harold Abrahams, Andrew Lindsey, Aubrey Montague y Henry Stallard son cuatro amigos, estudiantes en la Universidad de Cambridge, a los que une la pasión por el atletismo. Por otro lado, Eric Liddle es un misionero escocés, estudiante en la Universidad de Edimburgo, apasionado por el deporte, que no quiere dejar pasar la oportunidad de la gloria en París, aunque esto le suponga algún disgusto familiar. Las interpretaciones de los actores protagonistas son todas ellas magníficas, sin duda uno de los sólidos pilares de esta película.

La puesta en escena es excelente. La película muestra cómo era la vida y el atletismo en los años 20. Entonces el tabaco era algo habitual entre los deportistas, las técnicas de entrenamiento eran diferentes y aún faltaba mucho para que las pistas dejasen de ser de tierra. Los velocistas no tenían tacos de salida y escarbaban unos agujeros en los que ponian los pies para salir. Chocan las vestimentas, especialmente las batas que algunos utilizaban en lugar del chandal.

Mucho ha cambiado el atletismo desde entonces, pero lo que continúa igual es la esencia del pensamiento del atleta, sin duda lo mejor de la película. El retrato psicológico de los personajes es sencillamente magistral y representa en gran medida la relación que tienen los deportistas con el deporte que aman, pero que, en ocasiones, les genera no pocos problemas. En este sentido, tal vez el personaje más desarrollado es Harold Abrahams, interpretado por Ben Cross (1947) en un gran papel. Abrahams es judío, en una Europa terriblemente antisemita, en la que se siente absolutamente discriminado. Este antisemitismo apenas se menciona, salvo alguna referencia irónica entre los decanos del Trinity College y el Caius College. Abrahams utiliza el atletismo como medio de escape en una lucha, real o supuesta, contra un mundo que cree lo rechaza. Para ello no regatea esfuerzos, horas de entrenamiento, dedicación… Incluso contrata un entrenador profesional, Sam Mussabini, encarnado, otro gran papel, por Ian Holm (1931), lo que le ocasiona algunas opiniones encontradas con las autoridades académicas.

En su obsesión por ganar, Abrahams olvida disfrutar del camino y que perder forma parte de la competición. Una de las escenas más memorables de la película es la conversación que Abrahams mantiene con su novia Sybil Gordon, enorme Alice Krige (1955). Tras una derrota en una carrera de 100 m ante Liddle en Stanford Bridge, su, exagerada, reacción es de absoluto hundimiento. Sybil trata de devolverlo a la realidad:

Harold, esto es ridículo. Ha sido una carrera lo que has perdido, no un familiar. Te estás portando como un chiquillo

– He perdido.

– Lo sé. Yo estaba también allí. Recuérdalo. Fue maravilloso. Estuviste maravilloso. Pero Liddle fue mejor. Eso es todo. Tan solo eso. Ha ganado el mejor.

– Tenía que haberlo estudiado. Eso es algo absolutamente fundamental. 

– Él iba delante. No pudiste hacer nada. Él ha ganado clara y limpiamente.

– Todo se acabó, Abrahams.

– Si no puedes soportar una derrota, quizá sea mejor así.

– ¡¡Yo no corro para perder. Corro para ganar. Y si no puedo ganar no corro!!

– ¡¡Si no corres no puedes ganar!!

Sybil es la persona que necesita el atleta cuando entra en bucle y no es capaz de tener una visión de conjunto, porque no puede salir de su círculo de soledad y de frustración. Abrahams se sobrepone y cuando está en disposición de ganar el oro olímpico ya no tiene miedo de perder, tiene miedo de ganar, otra emoción omnipresente en la mente del atleta de competición. En otra escena memorable, Abrahams se sincera con su fiel amigo Montague, interpretado por Nicholas Farrell (1955), siempre dispuesto a poner un toque de equilibrio en la salvaje catarata de emociones del velocista de Cambridge.

El contrapunto a la personalidad atormentada de Abrahams es su amigo Lord Andrew Lindsay, fantástico Nigel Havers (1951). A diferencia del resto de los atletas, Lindsey no es un personaje real. Está basado lejanamente en Lord David Burghley (1905-1981), que consiguió el oro en los 400 m vallas en los Juegos Olímpicos de 1928. Lindsay disfruta del atletismo y de la vida. A diferencia de Abrahams no tiene que demostrarse ni demostrar nada. Para él el atletismo es un divertimento al que, no obstante, dedica un enorme esfuerzo, y que le produce un gran placer.

El otro personaje principal es Eric Liddle, también gran interpretación del malogrado Ian Charleston (1949-1990). Liddle es un deportista superdotado. Aunque en la película no se muestra era también jugador internacional de rugby. Es un devoto cristiano de profundas convicciones. Trata de dar lo mejor de sí en el atletismo como homenaje a Dios y es capaz de renunciar a los 100 m en los Juegos Olímpicos, su mejor baza, para evitar correr en domingo, y preparar a conciencia los 400 m, a priori menos favorables para él. Aunque en la película rechaza correr en domingo en el último momento, en realidad la renuncia la hace meses antes de los Juegos, cuando el horario se hace público.

La película está llena de pequeños detalles muy interesantes, como Abrahams saltando longitud, prueba en la que era plusmarquista británico con 7.38 m, o la representación fugaz de atletas como el finlandés Paavo Nurmi (1897-1973), ganando el 1500 mientras Stallard es tercero, o el primer oro olímpico de raza negra estadounidense, el saltador de longitud William DeHart Hubbard (1903-1976), en la escena del entrenamiento de los atletas de su país.

Y hablar de Carros de Fuego es hablar de su banda sonora, compuesta por el griego Evángelos Odysséas Papathanassíou Vangelis (1943). Su tema principal se ha convertido en el himno del atletismo, pero merece la pena escuchar con atención el disco entero porque el resto de los temas no son inferiores.

Carros de Fuego es, sin duda, una obra maestra, no porque sea una gran película sobre atletismo, sino porque es una gran película.

Hay un interesante documental sobre los protagonistas reales de Carros de Fuego, presentado por Nigel Havers. En Youtube lo han dividido en 4 partes.