John Landy, un caballero del deporte

A principios de marzo de 1956, en el futuro Estadio Olímpico de Melbourne, los ojos de los espectadores estaban pendientes del héroe local John Landy (1930-2022) en el campeonato australiano de la milla. Landy era el plusmarquista mundial de la distancia, con 3:57.9, homologado 3:58.0. Se había retirado tras la carrera del siglo, la milla de los Juegos del Imperio Británico de 1954, donde fue segundo tras el británico Roger Bannister (1929-2018), que meses antes se había convertido en el primer atleta en correr la distancia por debajo de los 4 minutos. Sin embargo, Landy había vuelto con fuerza en 1956. A finales de enero había registrado 3:58.6 en la milla, la segunda mejor marca mundial de siempre, y al día siguiente realizaba la plusmarca nacional de la media milla con 1:50.4. Era el gran favorito para ganar el oro en al milla del campeonato nacional. La carrera se iba desarrollando a ritmo rápido con un pase de 2:02 en la media milla. Landy era tercero, justo detrás de un joven llamado Ron Clarke (1937-2015), que era el plusmarquista nacional junior (sub20) de la milla. A falta de vuelta y media, el joven Ron se fue al suelo. Al intentar esquivarlo, Landy había tocado con sus clavos el brazo del atleta caído. Caballeroso, se paró y se interesó por la situación de Clarke, quien se levantó y continuó en la competición. Landy, que había perdido unos 35 metros, fue capaz de remontar e imponerse claramente con 4:04.2. Este gesto tuvo una enorme repercusión mediática en su momento. Muchos años después, en 2002, en el Parque Olímpico de Melbourne, se erigió una estatua que representaba la escena en que Landy demostró ser todo un caballero. La semana pasada, John Landy, con 91 años, nos dejaba.

John Michael Landy nació el Melbourne el 12 de abril de 1930. Estando en el colegio, comenzó a practicar fútbol australiano y atletismo, aunque con mayor interés por el fútbol. Tras empezar a estudiar Ciencias Agrícolas en la Universidad de Melbourne, se cruzó con el excéntrico entrenador Percy Cerutty (1895-1975). Este y un tiempo de 4:14.6 en la milla en 1951 lo convencieron para dedicarse en exclusiva al atletismo. En 1952 mejoró hasta 4:11.0 en la milla y 3:52.8 en 1500 m, lo que le sirvió para ir a los Juegos Olímpicos de Helsinki, donde tomó parte en los 1500 y en los 5000 m. Su actuación fue discreta. En 1500 m fue quinto en su serie con 3:57.0, a 1.2 del vencedor y a 1.0 del cuarto, último que entraba en la semifinal. Tercero fue Roger Bannister, que sería cuarto en la final. En los 5000 m fue décimo en su serie con 14:56.4. Tan solo llevaba algo más de un año entrenando seriamente. Tras volver de Helsinki decidió prescindir de Cerutty y entrenarse él mismo. Esa temporada de 1952 dio un salto de calidad impensable. El 15 de diciembre corría la milla en unos sorprendentes 4:02,2, mejor marca mundial desde 1945, a 1.8 de la plusmarca mundial de Gunder Hägg (1918-2004).

En 1953, Landy mejoró hasta 4:02.0. Esa misma temporada Bannister había realizado el mismo tiempo, mientras el estadounidense Wes Santee (1932-2010) se quedaba en 4:02.4. Bajar de los 4 minutos empezaba a considerarse posible. Aprovechando el verano austral de 1954, Landy volvió a estar en torno a su plusmarca personal con 4:02,6 y 4:02,4 y de nuevo 4:02,6 en abril. No encontraba rivales adecuados en Australia, por lo que decidió acudir a Europa para tratar de romper la mítica barrera. No obstante, en la legendaria carrera de Iffley Road, en Oxford, el 6 de mayo, Bannister se le adelantó, cuando ayudado por sus amigos Chris Chataway (1931-2014) y Chris Brasher (1928-2003), marcó 3:59,4. La histórica plusmarca fue, sin embargo, efímera. El 21 de junio, en Turku, Landy corrió la milla en 3:57,9 (homologado en 3:58,0 según la normativa de la época). Al paso por el 1500 acreditó 3:41,8, tiempo también homologado como plusmarca mundial.

Como sucedería con Seb Coe (1956) y Steve Ovett (1955) 26 años después en vísperas de los Juegos de Moscú, la pregunta que se hacía el mundo atlético era: ¿Quién es mejor, Bannister o Landy? Y la respuesta llegaría poco después en la milla de los Juegos del Imperio Británico, cuya final tendría lugar en Vancouver el 7 de agosto. Allí competirían los dos mejores milleros de la historia, los únicos que habían roto la barrera de los 4 minutos. La radio y la joven televisión se volcaron en la carrera, seguida por millones de personas en todo el mundo.

Las series se celebraron dos días antes de la final, el 5 de agosto. En la primera venció Murray Halberg (1933) de Nueva Zelanda, que sería oro en los 5000m de los Juegos de Roma, con 4:07,4. Bannister fue tercero con un segundo más. En la segunda se impuso otro neozelandés, William Baillie (1934-2018), con 4:11,3, el mismo tiempo que Landy, tercero. Dos días después, sin embargo, solo contaban dos hombres, sobre los que el mundo había puesto sus ojos, Bannister y Landy, Landy y Bannister. La carrera no decepcionó. Fue un mano a mano entre los dos favoritos, que dieron lo mejor de sí desde el primer metro. Landy tomó la cabeza a los 200 metros y pasó al primer cuarto de milla en 58,2, con Bannister segundo en 58,8. En esta fase de la carrera ya estaban los dos solos. Landy continuaba en cabeza en la media milla con 1:58,2 y había abierto una cierta distancia con Bannister, 1:59,4. Bannister consiguió acercarse y al paso por los 3/4 de milla la ventaja de Landy era de 3 décimas 2:58,4 frente a 2:58,7. Bannister aguantó el ritmo del australiano y esperó a la última recta para dar un acelerón que le permitió hacerse con el oro con 3:58,8, 8 décimas por delante de Landy, en la primera milla con dos hombres por debajo de 4 minutos. Estos fueron los resultados completos:

  1. Roger Bannister (ENG) 3:58,8
  2. John Landy (AUS) 3:59,6
  3. Richard Ferguson(CAN) 4:04,6
  4. Victor Milligan (NI) 4:05,0
  5. Murray Halberg (NZ) 4:07,2
  6. Ian Boyd (ENG) 4:07,2
  7. William Baillie (NZ) 4:11,0
  8. David Law (ENG) AB

Tras los Juegos del Imperio Británico, Landy, que se había graduado ese mismo año, aceptó un puesto de profesor de Ciencias en un colegio de Geelong, a 72 Km de Melbourne. Permaneció hasta 1956, año en que retomó los entrenamientos, con los magníficos resultados mencionados más arriba. Sus excelentes 3:58.6 en la milla lo hacían el gran favorito para el oro en los Juegos Olímpicos que tendrían lugar en su ciudad natal y en los que haría el juramento olímpico. En mayo sufrió una inesperada derrota en la milla ante su compatriota Jim Bailey (1929-2020), quien lo superó por 0.1, con unos magníficos 3:58.6, tras una última vuelta en 55.5. El irlándés Ron Delany (1935) fue tercero a mucha distancia, con 4:05.5. El 1 de diciembre, en la final olímpica de 1500 m, no estaba Bailey, por enfermedad. Delany, décimo en la última vuelta, realizó una espectacular remontada y se impuso en 3:41.2, tras hacer 38.8 en el último 300. Segundo fue el alemán Klaus Richtzenshain (1934), con 3:42.0, el mismo tiempo que Landy.

Tras los Juegos, el australiano se retiró definitivamente. Desempeñó numerosos trabajos, como ejecutivo de empresas relacionadas con la agricultura y la ganadería, así como en instituciones para el conservacionismo. Escribió dos libros Close to Nature y A Coastal Diary. Entre 2001 y 2006 fue el Gobernador del Estado de Victoria, el suyo natal. Falleció el 24 de febrero de 2022. Para la historia quedará su gran duelo con Roger Bannister y su caballeroso gesto en el campeonato nacional de la milla.

Hay un muy buen libro sobre la lucha entre Bannister, Landy y Santee en pos de los 4 minutos del periodista y escritor estadounidense Neal Bascomb (1971) titulado La milla perfecta. También recomiendo la serie australiana de 1988 The Four Minute Mile, que se puede ver en You Tube, con una correcta puesta en escena, sólidas interpretaciones y muy fiel a la historia. El actor que interpreta a Cerutty es igual que él.

Paul Tergat, de la carretera y el campo a través a la pista y vuelta a la carretera

El keniano Paul Tergat (1969) fue uno de los grandes corredores de fondo de los años 90 y los primeros 2000. Cinco veces campeón del mundo de campo a través, plumarquista mundial de 10 000 m y dos veces subcampeón olímpico y otras dos subcampeón mundial, hizo una exitosa transición al maratón, prueba en la que también fue plusmarquista mundial. Su trayectoria atlética fue, sin embargo, completamente diferente de la mayoría de los corredores africanos de fondo. A la edad en que Ismael Kirui (1975), 18, Eliud Kipchoge (1984), 19, o Haile Gebrselassie (1973), 20, fueron campeones del mundo en pista al aire libre, Tergat aún no había empezado a practicar atletismo.

Paul Kiibi Tergat nació el 17 de junio de 1969 en Riwo, Distrito Baringo, provincia del Valle del Rift, en Kenia. Comenzó a hacer atletismo en el ejército, al que se había unido al terminar la escuela secundaria. Previamente había practicado balonvolea, baloncesto y fútbol. En 1991, sin apenas entrenamiento, corrió los 1500 m en 3:45 y los 10 000 en 29:46.8, en la altitud de Nairobi. En 1992, ya con la preparación adecuada, sorprendió al ganar el campeonato nacional de campo a través y el Cross de Nairobi del circuito de la entonces IAAF, hoy World Athletics. Se encontraba en gran forma para el campeonato del mundo, pero una grave lesión lo dejó fuera de combate seis meses. Volvió en septiembre. Fue quinto en el campeonato del mundo de medio maratón, 1h01:03 y corrió los 5000 m en pista en 13:48.64. Las buenas perspectivas apuntadas en 1992 se confirmaron al año siguiente, en que Tergat compatibilizó la carretera con el campo a través y la pista. Fue décimo en el Mundial de campo a través y mejoró sus marcas de 5000 m, 13:20.16, 10 000 m, 27:18.43, y medio maratón, 1h00:45. Pese a sus buenos cronos, la calidad de los atletas de su país no le permitió clasificarse para el Mundial del pista al aire libre. En 1994 fue cuarto en el Mundial de campo a través y la progresión continuó en la pista, 13:15.07, y la carretera 1h00:13.

En tres años practicando atletismo, Tergat se había mostrado como un atleta muy versátil, de un gran nivel, pero todavía inferior a los mejores de su país. Sin embargo, las cosas cambiarían en 1995. En la temporada invernal se proclamó, por primera vez, campeón del mundo. Ganaría consecutivamente las cuatro ediciones siguientes, entonces el campeonato era anual, y el 2000 sería medalla de bronce. En la pista disputó su primer Mundial al aire libre, con un bronce en los 10 000 m, detrás del que acabaría siendo su gran rival, Haile Gebrselassie, y del marroquí, polémico campeón olímpico en 1992, Khalid Skah (1967). Sus mejores marcas esa temporada fueron 13:07.49 y 27:14.08. No descuidó la carretera y en medio maratón bajó de la hora por primera vez con 59.56. En 1996 dio definitivamente el salto a la élite mundial, con el oro en el Mundial de campo a través y la plata olímpica en 10 000 m, a 0.83 de Gebre. Cronométricamente se fue a 7:28.70 en 3000 m, 12:54.72 en 5000 m, 26:54.41 en 10 000 m. Corrió un medio maratón en 58:51 pero no se homologó como plusmarca mundial porque el recorrido no estaba completo.

La temporada de 1997 fue en la que Tergat realizó sus mejores tiempos de siempre en pista de siempre. Tras volver a ser plata en el Mundial de 10 000 m, a 1.04 de Gebre, realizó 12:49.87 en un 5000 m de altísimo nivel, donde fue tercero, detrás de Gebre, 12:41.86, plusmarca mundial, y de su joven compatriota Daniel Komen (1976), 12:44.90. Nueve días después, Tergat realizaba su primera y única plusmarca mundial en pista, al correr los 10 000 m en 26:27.85, 3.47 menos que el tiempo de Gebre, del mes anterior. La primera parte de la carrera se pasó en 13:17.5. Sin campeonatos importantes en pista, tras convertir en rutina el oro en el Mundial de campo a través, el keniano continuó 1998 con un buen nivel en las pistas. En la carretera logró con 59:17 la plusmarca mundial de medio maratón. En 1999 cerró su racha de cinco oros consecutivos en el Mundial de campo a través. En el Mundial de 10 000 m volvió a ser plata, a 1.29 de Gebre. En septiembre se proclamó campeón mundial de medio maratón.

El año olímpico de 2000 sería el último para Tergat en la pista. Tras su bronce en el Mundial de campo a través, corrió en Lisboa un medio maratón en 59:06, pero no se homologó como plusmarca mundial. En la pista los problemas físicos de Gebrselassie lo convirtieron el favorito para el oro olímpico, pero el bravo etíope consiguió superarlo por 0.09 en una antológica recta final. Probablemente no le sirvió de consuelo, pero mes y medio más tarde, Tergat revalidaba el oro en el Mundial de medio maratón.

A partir de 2001, Tergat abandonó la pista y se dedicó principalmente a la carretera, con alguna incursión en el campo a través. Ese año realizó 2h08:15 en su primer maratón. En 2002 mejoraba hasta 2h05:48, segunda mejor marca de siempre. En 2003 se convertía en el primer atleta en romper la barrera de 2h05:00, al correr en 2h04:55. Fue su última gran temporada. Aunque siguió corriendo hasta 2009, su rendimiento menguó notablemente. En 2004 fue 10º en el maratón olímpico. En 2007, con casi 38 años, aún fue capaz de correr en 2h08:06.

Desde 2005 Tergat tiene una fundación que lleva su nombre para promover el deporte entre sus compatriotas más desfavorecidos. Posee varias empresas de ropa deportiva y de comunicación. Paul Tergat ha sido uno de los corredores de fondo más versátiles de los últimos tiempos, cuya carrera se ha visto algo ensombrecida por la presencia de su gran rival, y amigo, Haile Gebrselassie, que le impidió en cuatro ocasiones, por un estrecho margen, hacerse con el oro en un campeonato de ámbito mundial.

Wyomia Tyus, el primer doble oro olímpico en los 100 metros

Cuando 48 horas después de haber ganado la final olímpica de 100 m de 1988, el vencedor, el canadiense Ben Johnson (1960), era descalificado por el consumo de esteroides anabolizantes, el estadounidense Carl Lewis (1961), segundo en la carrera, se convertía en el primer atleta en revalidar el título olímpico de la distancia. Ningún hombre lo había conseguido desde 1896, fecha de la primera edición de los Juegos Olímpicos modernos. Sin embargo, 20 años antes, en los Juegos Olímpicos de 1968, la también estadounidense Wyomia Tyus (1945) ya había alcanzado este logro en la categoría femenina, al conseguir imponerse en la final de México, como había hecho en la anterior final, en Tokio.

Wyomia Tyus nació en Griffin, Georgia, el 29 de agosto de 1945. Se crio en una granja lechera con tres hermanos varones y enseguida mostró un notable talento para el deporte. En el colegio practicaba baloncesto y atletismo. En 1960 su padre, a quien estaba muy unida, falleció, lo que la dejó devastada. Poco después recibió una llamada de Ed Temple (1927-2016), el entrenador de mujeres atletas de la Universidad Estatal de Tennessee, quien le propuso participar durante seis semanas en su campus de verano. Temple había llevado a Wilma Rudolph (1940-1994) a ganar el oro olímpico en 100 m en 1960. Tras algunas dudas iniciales, la joven Wyomia se convirtió en nueva discípula de Temple, gracias a cuyos buenos oficios pudo entrar en la Universidad con una beca. Su entrenador acabó siendo en una pieza fundamental en su vida, no solamente en el plano deportivo. Dentro de la universidad, Tyus formó parte de la hermandad femenina Tigerbelles, donde estaban otras compañeras velocistas, con las que tendría una gran amistad.

Los éxitos le llegaron muy pronto a la joven velocista. En las pruebas de selección olímpica de los 100 m, Tyus consiguió ser tercera con 11.5v, el mismo tiempo que la cuarta, la vallista Rosie Bonds (1944), a 0.2 de la ganadora, su compañera de hermandad Edith McGuire (1944). McGuire, campeona panamericana, a la que Tyus nunca había derrotado, era la favorita para hacerse con el oro olímpico. Sin embargo, Tyus dio la sorpresa cuando en su serie de cuartos de final igualó, con 11.2, la plusmarca mundial de Wilma Rudolph. En realidad la marca de Tyus era superior, pues el tiempo real fue 11.23. En las semifinales, confirmó su gran estado de forma al ganar la segunda con 11.3, mientras McGuire era tercera, con el mismo tiempo que la primera, 11.6, en la serie anterior. En la final hizo la segunda salida más rápida, tras la polaca Ewa Kłobukowska (1946), a la que sobrepasó a mitad de la carrera. Ganó con cierta ventaja en 11.4 (11.49), imponiéndose a McGuire, 11.6 (11.62) y a Kłobukowska, 11.6 (11.64). Con sus compañeras McGuire, Marilyn White (1944), cuarta en la prueba individual, y Willye White (1939-2007), ganó además la plata en el relevo 4 x 100 m, 43.9 (43.92), tras el equipo polaco , 43.6 (43.69).

En 1965, Tyus mejoró hasta 11.1, que igualaba nuevamente la plusmarca mundial de los 100 m. En 1964 ya había ganado el campeonato de Estados Unidos de la distancia. Repitió en 1965 y 1966, año en que también se hizo con el título en 200 m. En 1968 volvió a ganar en los 200 m. Ese año decidió intentar el triplete en los Juegos Olímpicos, añadiendo el 200 a los 100 y 4 x 100 m. Su mejor marca era 23.3 de 1965. En las pruebas de selección olímpica fue segunda en 200 m, con 23.7, y al día siguiente ganó los 100 m con 11.3. En los Juegos de México la altitud se dejó sentir desde el inicio. Tyus marcó 11.21 (homologado 11.2) en la primera ronda, tiempo de mayor valor que la plusmarca mundial manual de 11.1. Esa misma tarde, en la primera serie de cuartos de final, otra estadounidense, Barbara Ferrell (1947), corría en 11.12 (homologado 11.1). En la segunda serie, Tyus se iba a 11.08 (11.0), pero con viento de 2.7 m/s, 0.7 superior al máximo permitido. En la última serie, a la polaca Irena Szewińska (1946-2018) se le homologó como 11.1 un tiempo de 11.20. Esta se impuso en la primera semifinal, disputada al día siguiente, mientras Tyus se hacía con la segunda. Se esperaba una nueva plusmarca mundial en la final, como finalmente ocurrió. Tyus renovaba el oro de Tokio con 11.08 (11.0) por delante de Ferrell, 11.15, y de Szewińska, 11.19. En los 200 m no le fue tan bien, pues tan solo pudo ser sexta. No obstante, con 23.08, conseguía su mejor marca. La vencedora fue Szewińska, que mejoraba con 22.58 su propia plusmarca mundial. Tyus redondeó su actuación con la última posta del relevo 4 x 100 m del cuarteto estadounidense que ganó el oro con una nueva plusmarca mundial de 42.88 (42.8). Las otras tres componentes del equipo fueron Margaret Bailes (1951), Ferrell y Midrette Netter (1948).

Hubo un detalle que entonces pasó desapercibido en la final de los relevos 4 x 100 m. Dos días después de la final femenina de 100 m, los estadounidenses Tommie Smith (1944) y John Carlos (1945), oro y bronce en los 200 m habían resultado expulsados de la villa olímpica por su reivindicación en el podio contra la discriminación. Siendo ella misma del Sur y además amiga de los sancionados, Tyus decidió homenajear discretamente a sus compatriotas llevando un pantalón azul oscuro, en lugar del blanco oficial.

Tyus se retiró tras los Juegos, pero volvió en 1973, esta vez al campo profesional, en la International Track Association (ITA), donde estuvo tres años. En 1974 fue socia fundadora de la Women Sport Fundation, una organización para la promoción del deporte femenino. Trabajó como entrenadora y profesora de secundaria de Ciencias Naturales. Otras tres atletas han conseguido igualar el logro de Tyus de ganar dos oros olímpicos en 100 m, su compatriota Gail Devers (1966), en 1992 y 1996, y las jamaicanas Shelly-Ann Fraser-Pryce (1986), en 2008 y 2012, y Elaine Thompson-Herah (1992), en 2016 y 2020. En hombres el jamaicano Usain Bolt (1986) consiguió el oro en 100 m en 2008, 2012 y 2016.

«Más allá de la meta», el tercer libro de Emilio Navaza

Tras Gallegos en la gloria olímpica (1992) y Voluntad de hierro. Los gallegos de Barcelona 92, año olímpico (1996) llega Más allá de la meta, el tercer libro del periodista Emilio Navaza (Pontevedra, 10 de junio de 1948), exatleta de la sección de atletismo de la SD Compostela. Emilio dedicó la mayor parte de su vida profesional al diario compostelano El Correo Gallego y su radio asociada, Radio Obradoiro, donde fue jefe de la sección de Deportes. En 2003 la Federación Galega de Atletismo le otorgó la Insignia de oro, su máxima condecoración. También se hizo acreedor en 2013 de la Medalla Pierre de Coubertin de la Academia Olímpica Española. Tras su jubilación, Emilio ha seguido trabajando e investigando sobre el atletismo gallego, lo que lo ha llevado a entrevistar a numerosos protagonistas de este deporte en Galicia, cuyo origen data de los albores del pasado siglo. Emilio ha escrito sobre los grandes atletas gallegos, historias de clubes, de competiciones, de entrenadores… De toda esta labor ha surgido este nuevo libro, Más allá de la meta, en cuya cubierta, por cierto, aparece una versión más joven del propio autor, en una competición en la localidad coruñesa de Puentes de García Rodríguez. Emilio elige veintitrés historias atléticas para este libro, a las que une un generoso material gráfico.

Como no podía ser de otra manera, La Carrera Pedestre Popular de Santiago tiene un protagonismo especial en esta obra. No en vano, Emilio fue clave para que esta competición echase a andar y se consolidase como un gran acontecimiento en Compostela. Los cinco primeros capítulos tienen que ver con esta carrera, una de cuyas ilustres vencedoras fue la campeona olímpica de maratón en 1988, la portuguesa Rosa Mota (1958). Otro de los capítulos está dedicado a otro atleta mítico, el palentino Mariano Haro (1940), que visitó Santiago en 1980 con motivo de la Carrera.

También Emilio dedica una parte de su libro a otras carreras importantes del pedestrismo gallego, como el Gran Premio de Navidad de Vigo o la carrera de San Martín de Orense. También en cinco capítulos se habla entre otras cosas de un gran duelo entre el vigués Carlos Pérez (1935) y Mariano Haro en el Gran Premio de Navidad, de la primera participación de un atleta al que el autor admira especialmente, Javier Álvarez Salgado (1943), o el inicio de la participación femenina.

Precisamente el atletismo femenino tiene un relevante papel en la siguiente parte del libro, dedicado a los pioneros del atletismo. Tres mujeres son las protagonistas de tres capítulos, las coruñesas Nela Souto (1943), Natacha Astray (1944-2019) y la viguesa Luisa García Pena (1947), atletas de los años 60 y 70 cuando volvía la categoría femenina a los campeonatos de España. En esta sección también tiene cabida el Comesaña Sporting Club, primer club gallego de atletismo, fundado en 1915.

El cuarto bloque es para competiciones importantes celebradas en Galicia, como cinco campeonatos de España absolutos en pista al aire libre, el Mundial Militar de 1964 en Riazor, con el magnífico triunfo de Álvarez Salgado en obstáculos, el encuentro España-Portugal-Finlandia de 1984 en Santiago, en el que Galicia sustituyó a última hora a Polonia, o los triunfos del Celta de Vigo en los campeonatos de España de campo a través, con Carlos Pérez, Manuel Augusto Alonso (1930-2016) y Álvarez Salgado.

El libro se cierra con tres nombres propios, el del lucense Jesús González Margaride (1967), que sufrió una grave enfermedad mientras buscaba la mínima olímpica para los Juegos de Barcelona, y el de dos grandes del panorama mundial que visitaron las tristemente desaparecidas pistas de Riazor, el marroquí Said Aouita (1959), que en La Coruña se quedó a menos de medio segundo de la plusmarca mundial de 5000 m, y el vallista estadounidense Edwin Moses (1955).

Se trata de una recopilación que, sin duda, merece la pena leer, con un estilo que transmite el enorme entusiasmo de Emilio por el atletismo y una edición muy cuidada con numeroso e interesante material gráfico. Hay que dar las gracias al autor y a la editorial Alvarellos por su labor en pro de la divulgación del atletismo, en este caso del atletismo gallego.

Debo, asimismo, agradecer a Emilio que me haya pedido que escribiese el prólogo de su libro y que me haya incluido en los agradecimientos.

Se pueden consultar más detalles en la página de la editorial Alvarellos.

Cubierta del libro de Emilio Navaza Más allá de la meta, editado por Alvarellos. Emilio es el primero por la derecha