Joshua Cheptegei y la búsqueda de menos de un minuto por vuelta

El ugandés Joshua Cheptegei (1996), actual campeón olímpico de 5000 m, mundial de 10 000 m y plusmarquista mundial de ambas distancias, 12:35.36 (2020) y 26:11.00 (2020), ha anunciado que tratará de superarse en los cinco kilómetros de la reunión de Oslo, que este año tendrá lugar en una fecha inusualmente temprana, el 30 de mayo. La organización buscará una carrera alrededor de los doce minutos y medio. Si eso sucediese, se volvería a romper la barrera del minuto por vuelta en una distancia mayor. La última vez que esto sucedió fue el 31 de mayo de 1997, cuando el multilaureado etíope Haile Gebrselassie (1973), corrió las dos millas (3218.7 m) en 8:01.08, que equivale a un paso de 7:59.83 los 3200 m.

A lo largo de la historia, se ha ido mejorando el límite del minuto por vuelta en distancias cada vez mayores. Aunque la primera plusmarca homologada de 800 metros son los 1:51.9 de estadounidense Ted Meredith (1891-1957), campeón olímpico ese mismo año, 1912, el primer registro conocido en el campo amateur por debajo de los dos minutos corresponde al británico Arthur Pelham, quien en una carrera de 880 yardas (804.68 m) registró 1:59.8 el 26 de marzo de 1873. Hay una marca anterior, en concreto de 1854, año en que otro británico, Henry Reed, había corrido la distancia en 1:58.0. Este tiempo no se ha considerado ni como plusmarca mundial extraoficial por la condición de profesional del atleta.

Se tardaron nada menos que cuarenta y cinco años en volver a romper la barrera del minuto por vuelta. Sucedió durante los estertores finales de la Primera Guerra Mundial, el 22 de septiembre de 1918, cuando en la neutral Suecia, en Estocolmo, el corredor local Anatole Bolin (1893-1983) corría los 1000 m en 2:29.1. Bolin tomó parte en los 800 m de los Juegos de 1920, pero no llegó a la final, por 0.2.

Hubo que esperar a la siguiente guerra mundial, la segunda, para presenciar una nueva carrera por debajo de un minuto la vuelta. Nuevamente en la neutral Suecia, entre las diecinueve plusmarcas mundiales que superaron los atletas locales Gunder Hägg (1918-2004) y Arne Andersson (1917-2009) estaba un 1500 en menos de 3:45.0. El 17 de agosto de 1943, Andersson hacía justo esa marca en Gotemburgo, que Hägg superaría menos de un año después, 3:43.0 en el mismo estadio. Ambos se quedaron no demasiado lejos de hacer una carrera más larga en menos de un minuto por vuelta, la milla, 1609.344 m. Andersson realizó 4:01.6 en Mälmo en 1944. Hägg mejoró 0.2 un año después.

La plusmarca mundial de la milla de Hägg se mantuvo hasta 1954, año en que tres atletas de tres lugares del mundo muy alejados entre sí, un británico, Roger Bannister (1929-2018), un australiano, John Landy (1930-2022) y un estadounidense, Wes Santee (1932-2010), entraron en una competición contrarreloj buscando ser el primero en correr la distancia por debajo de cuatro minutos. Finalmente fue Bannister quien lo consiguió, en la histórica carrera de Iffley Road, Oxford, el 6 de mayo de 1954, con 3:59.4. A Landy le faltaron unos días, pues el 21 de junio realizó 3:57.9 (3:58.0). Pasó los 1500 m en 3:41.8, también plusmarca mundial. Ambos se enfrentaría en la milla del siglo de los Juegos de la Commonwealth en Vancouver, Canadá, el 7 de agosto. En un cerradísimo duelo, finalmente el británico se llevó la victoria, 3:58.8 frente a 3:59.6.

Algo más de una década transcurrió para que una distancia superior se corriese en menos de un minuto por vuelta. El 10 de septiembre de 1966, el alemán Harald Norporth (1942) hacía 4:57.8 en los 2000 m, 3.3 menos que el checo, entonces checoslovaco, Josef Odložil (1938-1993), subcampeón olímpico de 1500 m en 1964. Norporth también era subcampeón olímpico, de 5000 m el mismo año. Ese 1966 lo había sido de Europa en la misma prueba y campeón continental de los 1500 m.

El atletismo no para de avanzar. A mediados de los 80 surgió uno de los mediofondistas más versátiles de la historia, el marroquí Said Aouita (1959). Campeón olímpico de 5000 m en 1984 y plusmarquista mundial de 1500 m, 3:29.46 (1985), de 2000 m, 4:50.81 (1987) y 5000 m, 13:00.40 (1985) y 12:58.39 (1987), le resultó muy complicado superar el techo universal de Henry Rono (1952-2024) de 7:32.1 (1978). Se quedó muy cerca en cuatro ocasiones, 7:33.3 (1984), 7:32.94 (1985), 7:32.54 (1986) y 7:32.23 (1986). Finalmente, el 28 de agosto de 1989, el marroquí por fin conseguía su objetivo, y a menos de un minuto por vuelta, 7:29.45.

La última distancia en romper la barrera del minuto por vuelta fue, como se ha señalado anteriormente, las dos millas. A Gebre, su mejor marca mundial, la World Athletics no reconoce plusmarca mundial en esta prueba, de 8:01.08 le duró menos de dos meses. El 19 de julio de 1997 el extraordinario keniano Daniel Komen (1976) corría dos millas en menos de cuatro minutos cada una, 7:58.61.

Los 5000 m podrían ser la siguiente prueba en que se supere el límite del minuto por vuelta. No lo tendrá nada fácil Cheptegei. Tendría que correr 5.37 segundos por debajo de su marca personal, que es plusmarca mundial. El 13 de agosto de 1997, Gebre corría los cinco kilómetros en pista en 12:41.86. Desde entonces, hace casi veintisiete años, la plusmarca mundial solo se ha movido 6.5 segundos. La calidad y la tecnología ayudan. ¿Serán suficientes?

Ana Peleteiro y las finales olímpicas de triple salto

Ana Peleteiro (1995) ha declarado recientemente en varios medios que se entrena para ser campeona olímpica de triple salto. Ese puesto parecía reservado para su compañera de entrenamientos, campeona olímpica, mundial, en cuatro ocasiones, y plusmarquista mundial, 15.74 m, la venezolana Yulimar Rojas (1995). Sin embargo, una grave lesión en el tendón de Aquiles la ha dejado sin posibilidades de estar en París. Peleteiro, actual medallista de bronce olímpica, con su mejor marca de siempre, 14.87 m, y gran competidora, tendrá que superarse mucho a sí misma para estar en lo más alto del podio, pues el oro olímpico siempre se ha cotizado muy por encima de los 15 metros.

El triple salto femenino fue olímpico por primera vez en 1986. Como siempre ocurre, el Comité Olímpico Internacional (COI) tardó en introducir esta prueba, oficial ya en el Europeo en sala de 1992 y en el Mundial al aire libre de 1993. La campeona del mundo mal aire libre del año anterior, con plusmarca mundial, 15.50 m, la ucraniana Inessa Kravets (1966) fue la primera campeona olímpica, 15.33 m, muy por delante de la rusa Inna Lasovskaya (1969) y de la checa Šárka Kašpárková (1971). La cuarta, la búlgara Iva Prandzheva (1972) resultó descalificada in situ por el consumo de sustancias prohibidas. En 2000 le volvió a suceder lo mismo. Kravets, que ya había recibido una sanción de tres meses por haberse detectado restos de estimulantes en una muestra suya, recibió una sanción de dos años en julio de 2000 por uso de anabolizantes, lo que arroja la sombra de una duda sobre todos sus logros.

En 2000 la búlgara Tereza Marinova (1977) se llevó el oro con 15.20 m. La acompañaron en el podio la rusa Tatiana Lebedeva (1976), 15.00 m, y la ucraniana Olena Hovorova (1973), 14.96 m. Lebedeva era la gran favorita, tras haber saltado previamente ese año 15.34 m, para los Juegos de 2004. En la clasificación, sin embargo, sorprendió la griega Hrysopiyi Devetzi (1976), con un primer salto de 15.32 m. Su mejor marca previa era 14.84 m, del año anterior, en sala. Pero en la final hubo otra sorpresa, la camerunesa Françoise Mbango Etone (1976), que se fue a 15.30 m en su segundo salto tras un nulo. Acreditada previamente en 15.05 m, su concurso fue magnífico, con cinco saltos por encima de 15.00 m, nulo, 15.30, 15.02, 15.17, 15.21 y 15.30. Estaba motivada, pues Devetzi se había colocado segunda, con 15.25 m, en la cuarta ronda, pero la griega no pudo ir más allá. Lebedeva ocupó la tercera posición con 15.14 m. Unos días después ganaría el salto de longitud. Era la primera vez que las tres medallistas superaban los 15 metros, algo que también hizo la cuarta, la jamaicana Trecia-Kaye Smith (1975), 15.02 m.

La final de 2008 fue aparentemente la de mayor nivel de la historia. Mucho después se demostró que, en realidad, no había sido para tanto. El podio fue inicialmente el mismo que cuatro años antes. Etone se colocó en cabeza con 15.19 m en la primera ronda. En el segundo intento, Lebedeva se acercó a la cabeza con 15.17 m y Devetzi fue líder de forma efímera con 15.23 m. Etone respondió con unos formidables 15.39 m, segunda mejor marca de siempre y plusmarca olímpica. La griega hizo cuatro nulos a continuación y Etone dos saltos válidos por debajo de 15 metros. Lebedeva saltó 15.32 m en el tercer intento, pero ya no volvió a mejorar. Inicialmente la joven kazaja Olga Rypakova (1984) ocupó la cuarta posición, 15.11 m, quinta fue la cubana Yargelis Savigne (1984), 15.05 m, y sexta la eslovena Marija Šestak (1979), 15.03 m. Nada menos que seis atletas habían superado los 15 metros. Pero desde hace unos años, en el atletismo los resultados no son definitivos hasta casi una década después. En 2016, en una muestra de 2007 de Devetzi, que ya había recibido una sanción de dos años en 2009 por no acudir a un control, se descubrieron restos de estanozolol, un esteroide anabolizante. La correspondiente sanción de cuatro años implicaba la anulación del bronce olímpico de 2008, no así la plata de 2004. En 2017 sucedió lo mismo con Lebedeva, En un reanálisis de una muestra de 2008 se encontraron trazas de turinabol, otro esteroide anabolizante. Se la desposeyó de la plata olímpica de triple salto y de salto de longitud, que había ganado también en 2008.

El nivel medio bajó mucho en los Juegos de 2012, donde por primera vez se ganó con menos de 15 metros. Rypakova fue la campeona con 14.98 m, superando a la colombiana Caterine Ibargüen (1984), 14.80 m, y a la ucraniana Olha Saladukha (1983), 14.79 m, campeona de Europa unas semanas antes. Ibargüen ganó con autoridad los siguientes Juegos, de 2016, 15.17 m, por delante de una joven Yulimar Rojas, 14.98 m, y de Rypakova, 14.74 m, que ganaba su tercera medalla en tres ediciones de los Juegos. En la última final olímpica, la de Tokio 2020, celebrada en 2021, Rojas se mostró absolutamente superior a cualquier rival, compitiendo contra sí misma. Rompió la plusmarca olímpica con un primer salto de 15.41 m, hizo un cuarto de 15.25 m y redondeó su actuación con un último salto de 15.67 m, nueva plusmarca mundial. La segunda clasificada, la portuguesa Patrícia Mamona (1988), que ese año había hecho su mejor marca de siempre, 14.75 m, se superó a sí misma 14.91 m, 15,01 m y 14.97 m, para ganar una merecida plata. Ana Peleteiro, con su gran capacidad competitiva, también tuvo su mejor actuación en el mejor escenario y fue tercera con 14.87 m, nueva plusmarca española.

La próxima parada será en París el 2 y el 3 de agosto, después del Europeo de Roma. El oro olímpico estará muy caro, probablemente muy por encima de los 15 metros. Tan solo en una ocasión de seis, estuvo por debajo y solo dos centímetros. De las dieciocho medallas, la mitad se lograron con menos de quince metros. Una tarea titánica para Peleteiro.

Mykolas Alekna supera a Jürgen Schult treinta y siete años después

El 3 de agosto de 2000, en el campeonato nacional de su país, el lituano Virgilijus Alekna (1972) lanzaba el disco hasta 73.88 m. Unas semanas antes había sobrepasado por primera vez los 70.00 m, 70.39. Ese mismo 3 de agosto realizó otro lanzamiento de 72.35 m. Su mejor registro de ese día lo colocaba segundo de la lista de todos los tiempos, a tan solo 20 cm de la ya entonces longeva plusmarca mundial del alemán Jürgen Schult (1960), quien el 6 de junio de 1986 se había ido a 74.08 m, muy por encima de los 71.86 m, que el ruso, entonces soviético, Yuri Dumchev (1958-2016), que también era actor, poseía como techo universal. Alekna, que entonces había sido subcampeón mundial en 1997 y bronce europeo en 1998, se acabaría convirtiendo en uno de los mejores lanzadores de disco de la historia, con dos oros y un bronce olímpicos, dos oros mundiales y un oro y una plata continentales. En 2012, con cuarenta años, fue cuarto en los Juegos Olímpicos. Aunque sobrepasó en otras veintiséis ocasiones los 70 metros, nunca volvió a superar los 72 metros. Cuando se retiró, en 2016, su hijo Mykolas comenzaba a dar sus primeros pasos que lo llevarían a superar no solo los registros de su padre, sino los de cualquier otro lanzador de disco.

Mykolas Alekna nació en Vilnius el 28 de septiembre de 2002. Siguiendo los pasos de su padre, comenzó a practicar el lanzamiento de disco. En 2019 ocupó la novena plaza en el Festival de la Juventud, celebrado en Bakú, con el disco de 1.5 Kg. En 2021, en categoría sub20, con el disco de 1.75 Kg, se proclamó campeón de Europa, 68.00 m, y del mundo, 69.81 m. Tras la temporada atlética, ese año 2021 comenzó a estudiar en la Universidad de Berkeley, California. Su primer año en la categoría absoluta fue magnífico. Lanzó 69.81 m, cuarta mejor marca del año. En el Mundial de Eugene se hizo con la medalla de plata, 69.27 m, detrás del inabordable esloveno Kristjan Čeh (1999), 71.13 m, plusmarca del campeonato. En el Europeo, en el mes siguiente, Čeh no estuvo tan fuerte, mientras Alekna mantuvo la forma del Mundial y se convirtió en campeón de Europa, 69.78 m, plusmarca del campeonato, con el esloveno metro y medio detrás. En una especialidad en que los atletas suelen dar lo mejor de sí más cerca de los treinta que de los veinte, la temporada de Aleknas resultó histórica, pues con diecinueve años se convirtió en el medallista más joven en un Mundial y en campeón de Europa, y también medallista, de menor edad.

Siguiendo con hitos de precocidad, el 29 de abril de 2023 conseguía superar los 70 metros por primera vez, 71.00 m. Nunca un atleta tan joven había conseguido traspasar esa barrera. El 15 de julio se impuso fácilmente en el Europeo sub23, 68.34 m. En el Mundial de Budapest, el 21 de agosto, tuvo un rendimiento algo menor que el año anterior. Con 68.85 m ocupó la tercera posición, detrás del campeón olímpico, el sueco Daniel Ståhl (1992), 71.46 m, y de Kristjan Čeh, 70.02 m. No había vuelto a lanzar hasta este 14 de abril, cuando en la localidad estadounidense de Ramona, Oklahoma, en un descampado habilitado para la ocasión, superó la plusmarca mundial masculina más antigua, con 74.34 m, tras mejorar su marca personal en dos ocasiones. Su serie fue 72.21 MMP, 70.32, 72.89 MMP, 70.51, 74.35 RM, 70.50. En cuanto se homologue, la plusmarca mundial masculina más antigua pasarán a ser los 86.74 m del lanzador de martillo ruso, entonces soviético, Yuriy Sedykh (1955-2021), desde el 30 de agosto de 1986 en el campeonato de Europa.

Alekna tiene ahora la ocasión de proclamarse campeón olímpico y campeón de Europa a los 21. Su padre lo fue a los 28 y a los 30. No lo tendrá fácil, con Ståhl y Čeh. Entretanto, ayer, el sueco Armand Duplantis (1999) añadió un centímetro más a su plusmarca mundial, 6.24 m. Comienza bien la temporada olímpica.

La accidentada primera final olímpica de 3000 metros femeninos

En 1974 la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics), reconoció por primera vez la mejor marca femenina de 3000 m como plusmarca mundial. La primera plusmarquista mundial de la distancia fue la rusa, entonces soviética, Ludmila Bragina (1943) 8:52.8. La prueba se incluyó en el programa del campeonato de Europa al aire libre ese mismo 1974. Los planes del Comité Olímpico Internacional eran, sin embargo, más lentos. No solo no consideró los 3000 m femeninos en los Juegos de 1976, sino que tampoco lo hizo en los de 1980. Tal vez para compensar, la IAAF organizó un campeonato del mundo femenino de 3000 y de 400 m vallas ese año olímpico de 1980. En 1983 formó parte del primer campeonato del mundo al aire libre. Tarde, muy tarde, finalmente en 1984, en Los Ángeles, la distancia sería olímpica por primera vez.

Los Juegos de 1984 sufrieron el boicot de los países del entonces llamado Bloque del Este, encabezados por la Unión Soviética, a cuya llamada acudieron otros catorce países, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Alemania del Este, Albania, Cuba, Laos, Vietnam, Etiopía, Afganistán, Mongolia, Corea del Norte y Yemen del Sur. Al menos dos importantes atletas soviéticas no estarían en el primer 3000 olímpico, la plusmarquista mundial, 8:26.78 (1982) y bicampeona de Europa al aire libre, la uzbeka Svetlana Ulvasova (1953-2009) y la rusa bicampeona olímpica de 1500 m Tatiana Kazankina (1951), acreditada en 8:32.08. En Estados Unidos creían, sin embargo, que ninguna de estas atletas tendría posibilidades ante la heroína local Mary Teresa Decker (1958). La fama de Decker en su país traspasaba los límites del atletismo. Corredora muy versátil, capaz de hacer compatible los 800 con los 10 000 m, abogaba por la oficialidad de los 5000 y 10 000 m femeninos. En 1983 había derrotado doblemente a la armada soviética en el Mundial de Helsinki, al hacerse con los oros en los 1500 y en los 3000 m. En los 3000 m acreditaba 8:29.71 (1982), quinta mejor marca de siempre en el momento de los Juegos. También era la plusmarquista mundial oficial de los 5000 m, 15:08.26. En las pruebas de selección olímpica se había impuesto con facilidad en los 3000, 8:34.91, ya había sido segunda en los 1500, detrás de Ruth Wysoki (1957), 4:00.18, frente a 4:00.40. Esta derrota llevó a Decker a centrarse únicamente en el 3000 olímpico.

Se esperaba que la mayor rival de Decker sería la joven surafricana Zola Budd (1966), que corría descalza. El 5 de enero de 1984 sorprendió al mundo con un tiempo de 15:01.83, más de siete segundos mejor que la plusmarca mundial de Decker. No se pudo homologar como tal porque la República Surafricana no formaba parte de la IAAF, como resultado de su aislamiento internacional por sus políticas de segregación racial. El 29 de febrero registró 8:37.5 en los 3000 m. El Reino Unido se interesó por su situación y le concedió al ciudadanía, dado que su abuelo paterno era británico.

El previsible duelo entre Decker y Budd había eclipsado a la veterana rumana Maricica Puică (1950). Rumanía y Yugoslavia habían sido los únicos países europeos del Bloque del Este que no habían secundado el boicot soviético. Puică tenía una mejor marca personal de 8:31.67 (1982). Había sido plata en el campeonato de Europa en 1982 y bronce en 1500 m en esos mismos Juegos de 1984, además de campeona mundial de campo a través ese año y en 1982. Era la plusmarquista mundial de la milla con 4:17.44 (1982).

La prueba, que constaría de dos rondas, se inició el 8 de agosto, con tres series semifinales. Decker se impuso en la primera, con unos buenos 8:44.38. La segunda fue para la alemana Brigitte Kraus (1956), 8:57.53. Kraus había sido subcampeona mundial en 1983 con 8:35.11, su mejor marca personal. Puică se hizo con la victoria en la tercera serie, 8:43.32, con Budd tercera, 8:44.62.

La final tuvo lugar dos días después, el 10 de agosto. Se esperaba una carrera muy rápida, pues tanto a Decker como a Budd les gustaba imprimir ritmos altos. La estadounidense tomó la cabeza y cruzó el primer kilómetro en 2:50.43, con Budd pegada a sus talones y el resto de las atletas agrupadas. Decker seguía en cabeza al pasar la mitad de la prueba en 4:18.6, si bien el ritmo se había ralentizado. Poco después de los 1600 m, la británica Wendy Sly (1957), acreditada en 8:37.06, intentaba tomar la cabeza, pero Budd lo impidió, colocándose ella misma primera, sin cerrar completamente su posición. En la recta de llegada, poco antes de los 1800 m, Decker intentaba superar a la británica por dentro. No fue capaz y acabó en el suelo, fuera de la carrera y con un fuerte golpe en la cadera. La carrera continuó, con Budd, Sly y Puică separadas del resto del grupo. Budd pasaba el segundo kilómetro en 5:44.09, sufriendo el abucheo del público que, como la propia Decker, la culpaba del incidente. Budd perdía comba a falta de 500 m. La última vuelta fue un duelo entre Sly y Puică que se resolvió para la rumana, campeona olímpica con 8:35.96 por 8:39.47 de la británica. Budd, que entró en la última vuelta a poco más de un segundo de Sly, terminó los últimos 400 m en 1:17.25 y acabó en la séptima posición. La canadiense Lynn Williams (1960) completó el podio, 8:42.14.

Inicialmente Budd resultó descalificada, pero una reclamación del equipo británico prosperó. La caída de Decker fue un accidente, en parte provocado por intentar adelantar por dentro. Budd tuvo una corta carrera en la elite en los años 1985 y 1986 con sendos oros en el Mundial de campo a través, un cuarto puesto en el 3000 del Europeo al aire libre y una plusmarca mundial de 5000 m 14:48.07. Decker, por su parte, continuó compitiendo varios años más, aunque no volvió a alcanzar el nivel competitivo de 1983. En 1985 recuperó la plusmarca mundial de la milla, 4:16.71, e hizo su mejor marca personal de 3000 m, 8:25.83, la segunda mejor de siempre tras los 8:22.62 de Kazankina del año anterior. Tomó parte en los Juegos Olímpicos de 1988. No logró clasificarse en 1992. Terminó su carrera deportiva de mala manera, cuando, tras clasificarse en los 5000 m para los Juegos Olímpicos de 1996, se le detectó un exceso de testosterona en una muestra de orina. Puica, pese a su edad, demostró en los años siguientes que lo de Los Ángeles no había sido casual y obtuvo sendas medallas de plata en el Europeo al aire libre de 1986 y en el Mundial de 1987.

Los 3000 m femeninos no tuvieron mucho recorrido olímpico. Sorprendentemente, en 1988 se comenzaron a disputar los 10 000 m en esta categoría, pero no se sustituirían los 3000 por los 5000 m hasta los Juegos de 1996. Para la historia queda la accidentada primera final olímpica, de tres, de 1984.

La última final olímpica de 5000 metros con mayoría europea

El dominio de los atletas nacidos en África en las pruebas de fondo es algo relativamente reciente. Hicieron su presentación en sociedad en los Juegos de México 1968, con los oros de 1500 m, 5000 m, 10 000 m, maratón y 3000 m obstáculos. Entonces, aparte de la indudable calidad de los Keino, Gammoudi, Temu, Wolde y Biwott, la altitud constituyó una ventaja para ellos y una desventaja para los europeos y estadounidenses. El dominio en México no tuvo continuidad cuatro años después, en los Juegos de Múnich. En realidad, esta superioridad no se consolidó hasta los años 90, con la interminable cantera keniana y marroquí, junto con la aparición del etíope Haile Gebrselassie (1973). Ello coincidió con el hundimiento del fondo europeo, gran animador hasta entonces del fondo mundial. La última final de 5000 m donde hubo mayoría europea fue la de los Juegos de Seúl de 1988.

Los 5000 m en los Juegos de Seúl tuvieron lugar entre el 28 de septiembre y el 1 de octubre. No había sido ese un gran año para esta prueba. El campeón olímpico, mundial y plusmarquista mundial, 12:58.39, el marroquí Said Aouita (1959) había decidido volver a sus orígenes de mediofondista e intentar un difícil doblete en 800 y 1500 m. Finalmente, mermado por problemas físicos, fue bronce en las dos vueltas y no salió en su semifinal del kilómetro y medio. La mejor marca de la temporada estaba en poder del portugués José Regalo (1963), 13:15.62. Trece atletas habían bajado de 13:20.00. Se programaron tres rondas, en las dos primeras llamó la atención la enorme igualdad entre los competidores. La primera ronda contó con tres series. Se clasificaban para la final los siete primeros y nueve tiempos. Recientemente la World Athletics ha decidido eliminar la clasificación por tiempos en pruebas de más de 800 m, pues es dar una gran ventaja a los atletas de la última serie. Así sucedió en esta ronda, donde siete tiempos de repesca lo fueron en la última serie. En la primera, hubo una diferencia de 0.22 entre el primero y el octavo, en la segunda fue de 0.72 y 0,58 en la tercera, con diez atletas en 0.73. Hubo algunos ilustres eliminados, como el suizo Pierre Délèze (1958), cuarto en el Mundial del año anterior, 13:32.64 en 1988, el mexicano Arturo Barrios (1963), quinto la final de 10 000 de esos Juegos, 13:17.82, séptima mejor marca del año, y el irlandés, campeón del mundo de 3000 m en pista cubierta, Frank O’Mara (1960), 13:26.65.

La igualdad continuó en las semifinales. Pasaban a la final los seis primeros y tres tiempos. En la primera serie se impuso en portugués Domingos Castro (1963) con 13:22.44. Castro era uno de los favoritos por su condición de subcampeón mundial el año anterior. Esa temporada había acreditado 13:18.69. La diferencia entre su tiempo y el del último clasificado en la serie, el británico Jack Buckner (1961), que entró por tiempos, en el puesto séptimo, fue de 0.73. Buckner había sido brillante campeón de Europa de la distancia en 1986, con 13:10.15, vigente plusmarca de los campeonatos. El año anterior se había hecho con el bronce en el Mundial. En 1988 no parecía en tan buena forma. Los 13:23.17 de esta semifinal eran su mejor tiempo del año. Los otros clasificados fueron el plusmarquista estadounidense Sydney Maree (1956), el alemán Dieter Baumann (1965), el francés Pascal Thiébaut (1959), el keniano Yobes Ondieki (1961) y el alemán del Este Hanjorg Künze (1959), sexto en la final de 10 000 m. El campeón de Europa de 10 000 y subcampeón de 5000 m, el italiano Stefano Mei (1963) se hizo con la victoria en la segunda semifinal, 13:24.20. En esta serie se clasificaron los ocho primeros, también con un resultado apretadísimo, pues el octavo, el sueco Jonny Danielsson (1964), último clasificado por tiempos, realizó 13:25.23, 1.03 más. Entre ambos atletas llegaron a la meta el keniano John Ngugi (1962), tres veces campeón del mundo de campo a través, José Regalo, que corrió sin una zapatilla, el británico Gary Staines (1963), el irlandés John Doherty (1961), el búlgaro Evgeni Ignatov (1959) y el francés Paul Arpin (1960). El italiano Salvatore Antibo (1962), subcampeón olímpico de 10 000 m y tercer mejor marquista mundial del año, 13:16.1, se quedó fuera de la final por 0.39, al ser séptimo en la primera semifinal. El último de esta serie fue el irlandés, campeón del mundo en 1983, Eamonn Coghlan (1952), 13:32.28 ese año. Otro atleta que contaba para la final y resultó eliminado era el belga Vincent Rousseau (1962), quinto en el Mundial en año anterior, 13:19.16 en 1988.

En la final del 1 de octubre había doce europeos, dos kenianos y un estadounidense. No ha vuelto a haber tal número de atletas de Europa en una final de 5000 m desde entonces. No había un favorito claro. Regalo, el más rápido del año, había corrido sin una zapatilla en la semifinal. Su compatriota Castro parecía en buena forma, y era subcampeón del mundo. Buckner había entrado por tiempos, pero era un atleta que acababa rápido. Sydney Maree tenía la mejor marca personal de los participantes, 13:01.15 (1985) y la segunda del año, 13:15.85, pero su historial internacional no era muy brillante y, pese a sus 3:29.77 en 1500 m, no tenía gran velocidad terminal. Stefano Mei había vencido en la segunda semifinal con su mejor marca del año, 13:24.20. Aunque nunca volvió a estar como en 1986, era un buen competidor y tenía un buen final. Y también estaba John Ngugi, el keniano que había ganado los tres últimos Mundiales de campo a través corriendo en solitario. En pista sus resultados eran poco llamativos. Su mejor marca personal era 13:17.95, conseguida ese año en Oslo, segundo, detrás de Thiébaut. En una carrera muy táctica el año anterior en el Mundial, solo había podido ser duodécimo, pese a haber ganado su semifinal. Su única opción era una carrera rápida, que probablemente tendría que crear él mismo. Tras unos primeros metros lentos, Ignatov tomó la cabeza y avivó algo el ritmo, que para Ngugi seguía siendo lento, por lo que decidió colocarse delante poco antes del primer kilómetro, que se corrió en 2:42.75. Un segundo kilómetro en 2:32.21 (5:14.96) rompió completamente la final. La ventaja del keniano llegó a ser de casi 50 metros a un grupo de atletas que se mantenía compacto, liderado por Doherty y Castro. Las cosas no cambiaron en el tercer kilómetro, más lento, que Ngugi cruzó en 7:56.14, con su ventaja intacta. En ese momento, Castro decidió avivar el ritmo e ir por el líder. En el cuarto kilómetro, la cabeza de carrera no había cambiado, Ngugi marcaba 10:36.21, unos veinte metros por delante del portugués, que, a su vez, aventajaba en otros treinta metros a un grupo formado por Doherty, Baumann, Buckner, Kunze e Ignatov, con Mei algo rezagado. Al toque de la campana, el oro y la plata parecían seguros. Ngugi pasaba en 12:11.42, con una ventaja de unos cuatro segundos sobre Castro. Baumann y Kunze se habían separado del resto del grupo y estaban a unos cinco segundos del portugués. Pero lo inesperado sucedió. Mientras Ngugi administraba bien su cómoda ventaja y se hacía con el oro en 13:11.70, tras una última vuelta en 1:00.28, Castro veía cómo su diferencia con los alemanes se difuminaba en los últimos 200 m y se perdía definitivamente en la última recta. Baumann ganaba la plata, 13:15.52 y Kunze el bronce, 13:15.73, mientras el portugués, que lloraba desconsoladamente, 13:16.09, se quedaba fuera del podio. Los alemanes hicieron la última vuelta en unos 56 segundos, por 1:00.5 de Castro. La quinta posición fue para Maree, 13:23.69, en lucha con Buckner, 13:23.85. Mei, 13:26.17, pudo finalmente superar a Ignatov, 13:26.41, y a Doherty, 13:27.71. Dannielsson fue décimo, 13:30.44, Thiébaut undécimo, 13:31.99, Ondieki duodécimo 13:52.01, Staines decimotercero 13:55.00 y Apin cerró la clasificación con 14:13.19. Regalo, probablemente afectado por problemas físicos, no terminó la final.

Ngugi, que se convertía en el primer y único keniano en alcanzar el oro olímpico en 5000 m, ganaría de nuevo el campeonato del mundo de campo a través en 1989 y en 1992. En pista apenas volvió a destacar. Fue subcampeón de los Juegos de la Commonwealth en 1990. Su carrera atlética no tuvo un buen final, pues resultó suspendido en 1993 por no pasar un control de drogas fuera de la competición. La plata de Baumann resultó una sorpresa. Su mejor marca previa era 13:18.43 de ese 1988. Hasta la temporada anterior había estado más centrado en los 1500 m. Había sido subcampeón de Europa en sala de 3000 en 1987. Su exitosa carrera posterior, campeón olímpico en 1992, de Europa en 1994 y cuarto en los Juegos en 1996, se vio empañada en 1999 cuando se descubrieron restos de nandrolona, un esteroide anabolizante, en una de sus muestras. Recibió una sanción de dos años. Kunze tampoco parecía contar para el podio. Ese año acreditaba 13:31.63, aunque su mejor marca era 13:10.40, que en 1981 había sido plusmarca continental. El alemán había sido un atleta muy precoz, plusmarquista europeo sub18, 7:56.4 en 1976. Medallista de bronce en 10 000 m en 1983 y 1987, las lesiones no le habían permitido alcanzar su verdadero potencial. Tras los Juegos, compitió una temporada más, en 1990, solo en la carretera.

Los Juegos de Seúl fueron los últimos en los que Europa dominó la prueba de los 5000 m. Pese a no conseguir el oro, los atletas europeos fueron aplastante mayoría en la final. A partir de entonces, el 5000 europeo ha entrado en una penuria, de la que no se ha recuperado. Desde 1988, la única medalla conseguida por un atleta nacido en Europa fue el oro de Baumann en 1992. El británico Mo Farah (1981), nacido en Somalia, ganó en 2012 y 2016. El número de atletas del Viejo Continente en las finales olímpicas también ha ido menguando, siete en 1992, cuatro en 1996, dos en 2000, uno en 2004, tres en 2008, uno en 2012, uno en 2016 y tres en 2020. ¿Se revertirá la tendencia?

Julius Korir y el dominio keniano en los 3000 metros obstáculos

El 10 de agosto de 1984, en Los Ángeles, doce atletas se alineaban en la salida de la final olímpica de los 3000 m obstáculos. No había un favorito claro. El plusmarquista mundial, el keniano Henry Rono (1952-2024), 8:05.4 en 1978, ya no competía. El alemán Patriz Ilg (1957), campeón de Europa en 1982 y del mundo en 1983 se había lesionado esa temporada. El subcampeón mundial, el polaco Bogusław Mamiński (1955), no había acudido a los Juegos por el apoyo de su país al boicot decretado por la Unión Soviética. Tenía con 8:13.43 la mejor marca del año en aquel momento. El más rápido de los finalistas esa temporada era el británico Colin Reitz (1960), con 8:13.76, realizada el 21 de junio en Oslo, precisamente detrás de Mamiński. Reitz había sido medallista de bronce en el Mundial de 1983. Un atleta con el que había que contar era el veterano estadounidense Henry Marsh (1955), ganador de las pruebas de selección olímpica, 8:15.91. Décimo en los Juegos Olímpicos de 1976 y acreditado en 8:12.37, el año anterior, en el Mundial, cuando iba segundo, había tropezado y caído en el último obstáculo. Aun así llegó octavo a la meta. Le gustaba correr en la cola del grupo y avanzar en la última vuelta.

La prueba había comenzado el seis de agosto, con tres series clasificatorias, donde llamó la atención el keniano Julius Kariuki (1961). Con una mejor marca previa de 8:29.00, se impuso en la tercera serie, que se tomó como una reunión atlética, 8:19.45. Entraban seis atletas por puestos y el sexto clasificado, el finlandés Tommy Ekblom (1959) registró exactamente diez segundos más. Las otras dos series fueron la primera para el estadounidense Brian Diemer (1961), segundo en las pruebas de selección, 8:17.00, mejor marca personal, y para el keniano Julius Korir (1961), que ese año había sido segundo en el campeonato universitario de Estados Unidos, 8:19.85, mejor marca personal.

Las semifinales se corrieron a buen ritmo, ambas por debajo de 8:20.00. El ganador de la primera fue el plusmarquista español Domingo Ramón (1958), 8:19.08, por delante del francés Pascal Debacker (1960), 8:20.34, de Tommy Ekblom, 8:20.54, de Marsh, 8:20.57, del británico Roger Hackney (1957), 8:20.77, y de Kariuki, 8:21.07, que conseguía entrar por tiempos. Ramón había sido cuarto en la final olímpica de 1980, 8:15.78, plusmarca española entonces vigente. Desde los Juegos de 1980, se había visto muy castigado por las lesiones, si bien consiguió la medalla de bronce en el Europeo de 1982. En el Mundial había sido décimo. La segunda semifinal resultó aun más rápida, con seis hombres por debajo de 8:19.00. Korir entró el primero con marca personal de 8:17.40, precediendo al neozelandés Peter Renner (1959), 8:18.12, también mejor marca personal, a Diemer, 8:18.36, a Reitz, 8:18.62, al francés nacido marroquí Joseph Mahmoud (1955), 8:18.62, y al tunecino Féthi Baccouche (1960), 8:18.70, mejor marca personal.

En la final Baccouche se colocó en cabeza en los primeros compases. Poco antes del primer kilómetro, que cruzó en 2:47.40, Peter Renner se colocó primero, con todo el grupo compacto, salvo Marsh, unos tres segundos por detrás. El neozelandés seguía delante en el segundo kilómetro, más rápido, en 5:32.51, unos metros por delante de Korir. En ese momento el grupo iba bastante estirado, con Marsh y Domingo Ramón muy retrasados. En la penúltima ría, Korir sobrepasaba a Renner, que pagó su esfuerzo y acabó undécimo, tras una última vuelta lentísima, 8:29.81. Al toque de la campana, al keniano lideraba un compacto grupo, donde Marsh se había colocado segundo. En la contrarrecta, el estadounidense trató de superar a Korir, quien, no obstante no dio opción, con un cambio seco en el último 200, que lo llevó a la meta en unos excelentes 8:11.80, mejor marca del año en aquel momento y quinta de siempre. Por detrás Mahmoud superaba en la última recta a Marsh y Diemer hacía lo propio casi en la línea de meta. El francés ganaba la plata, 8:13.31 y Diemer, 8:14.06, dejaba a Marsh, 8:14.25, fuera del podio. Reitz entraba quinto, 8:15.48, y Domingo Ramón, tras una gran remontada, sexto, 8:17.27, su mejor marca desde 1980, 0.20 menos que Kariuki, séptimo. Debacker fue octavo, 8:21.51, Ekblom noveno, 8:23.95, Hackney décimo, 8:27.10 y Baccouche duodécimo, 8:43.40, por detrás de Renner.

Korir había protagonizado y ganado una superlativa final, a la que llegó siendo casi un desconocido. Es cierto que había ganado el oro en los Juegos de la Commonwealth en 1982, tras haber sido ese mismo año subcampeón africano, por detrás del medallista de bronce olímpico, el etíope Eshetu Tura (1950). En 1983 había ocupado la séptima posición en el Mundial. Su oro olímpico, sin embargo, no tuvo continuidad. Aunque siguió compitiendo hasta 1997 no volvió a participar en ningún gran campeonato. Tampoco consiguió mejorar su marca en obstáculos. Se quedó cerca, con 8:12.74 en 1986 y 8:12.80 en 1977. En 1991 registró 13:22.07 en 5000 m, 27:34.96 en 10 000 m y 1h00:31 en medio maratón. Lo que nadie se podía imaginar entonces es que con Korir se iniciaba un apabullante dominio keniano en la distancia, que se extendió hasta 2019. Durante ese período, Kenia consiguió ocho oros olímpicos, cinco platas y cuatro bronces, con dos tripletes. En el campeonato del mundo, de 1991 a 2019, los atletas nacidos en Kenia, incluyendo a Stephen Cherono (1982) nacionalizado qatarí con el nombre de Saif Saaeed Shaheen, se hicieron con quince oros consecutivos, algo inédito en la historia del atletismo.

Fátima Diame, bronce mundialista

En el reciente campeonato del mundo de pista corta, antes pista cubierta, celebrado en Glasgow del 1 al 3 de marzo, el atletismo español obtuvo dos medallas, ambas de bronce. Una de ellas era razonablemente previsible, la gallega Ana Peleteiro (1995) en el triple salto, la otra no era tan esperada. La valenciana Fátima Diame (1996) conseguía su primera medalla en un gran campeonato, tras su séptimo puesto en el Mundial al aire libre del año pasado.

Fátima Diame Diame nació en Valencia el 22 de septiembre de 1996, en el seno de una familia de origen senegalés. Comenzó muy joven a practicar atletismo, de la mano de Rafael Blanquer (1945), primer español en saltar más de ocho metros en longitud. Inicialmente compaginaba la velocidad con las vallas y los saltos horizontales. Poco a poco se fue decantando por el salto de longitud. En 2013 superaba por primera vez los seis metros. Esa temporada terminó con una mejor marca de 6.38 m. En 2015 conseguía su primer gran éxito internacional, al ser bronce en el Europeo Junior (sub20) con un salto de 6.55 m, aunque ventoso. Su mejor salto legal ese año fue 6.46 m. En los años siguientes, se dedicó tanto al salto de longitud como al triple salto. En esta modalidad consiguió un salto de 14.03 m en 2017. Ese año fue quinta en esta prueba en el Europeo sub23. También tomó parte en el Mundial absoluto al aire libre. En 2018 llevó su plusmarca personal en el salto de longitud a 6.68 m, salto realizado durante los Juegos del Mediterráneo y que le valió la medalla de bronce. Idéntico metal se llevó en el triple salto.

En 2021 mejoró en el salto de longitud hasta 6.82 m. Fue olímpica en Tokio, aunque no pasó a la final. En el Europeo de pista cubierta había sido séptima. Al final de esa temporada decidió dar un cambio de rumbo a su carrera atlética y se trasladó a Guadalajara a entrenar en el grupo del antiguo campeón olímpico y mundial de salto de longitud, el cubano Iván Pedroso (1972). Comenzó bien 2022, con un buen séptimo puesto en el Mundial de pista cubierta, con 6.71 m y una nueva mejor marca personal en triple salto, 14.17 m, también bajo techo. En la temporada estival, acudió al Mundial al aire libre, pero no entró en la final. Terminó prematuramente su actividad por problemas físicos.

No comenzó demasiado bien el año 2023. El rendimiento de la temporada invernal no fue muy bueno. Todo lo contrario sucedió en verano. Acudió al Mundial al aire libre de Budapest con un mejor salto legal de 6.81 m, a 1 cm de su marca personal. Había saltado también 6.84 m, +2.2 m/s, y 6.75 m y dos veces 6.74 m en condiciones legales. Su buena forma, sin embargo, estuvo a punto de no reportarle nada en el Mundial. En la clasificación, tras dos saltos nulos, realizó 6.61 m, suficiente para entrar en la final en la última posición, por 1 cm de diferencia. En la final comenzó con unos excelentes 6.82 m, que igualaban su mejor marca de siempre y momentáneamente la colocaban en segunda posición. No consiguió mejorar, y finalmente obtuvo un notable sexto puesto a 6 cm del bronce.

Este 2024, realizó un excelente campeonato del mundo en pista corta, antes pista cubierta. Acudió a Glasgow con un mejor salto del año de 6.69 m. En la final directa, tras la cuarta ronda era séptima con 6.51 m. Un quinto salto de 6.78 m la colocó tercera, posición que ya no cambió en la sexta ronda. Entre Diame, tercera, y la serbia Milica Gardašević (1998) hubo 4 cm de diferencia. Por delante de la española se situaron las estadounidenses Tara Davis (1999), 7.07 m, y Monae’ Nicols (1998), 6.85 m.

El objetivo del verano serán los Juegos Olímpicos de París, en primer lugar, y el Europeo de Roma, que tendrá lugar antes. Una buena oportunidad para que Fátima muestre que está preparada para grandes logros.

El año en que Javier Álvarez Salgado se incorporó a la elite mundial

Esta semana el tuitero francés Geric, gran admirador del medio fondo y fondo de los años sesenta, setenta y ochenta, publicó un tuit con una fotografía del fondista vigués Javier Álvarez Salgado (1943).

La imagen, en realidad, corresponde a la primera de las tres semifinales de los 10 000 m en los Juegos de 1972. En el primer plano está Salgado, saludando a unos aficionados de Elgóibar, que se habían desplazado a Múnich. El vigués había sido tercero con su segunda mejor marca de siempre, 28:08.58. Detrás se ve al británico Dave Bedford (1947), segundo con 27:53.64, conversando animadamente con el vencedor de la serie, el belga Emiel Puttemans (1947), 27:53.28. Más a la derecha está el francés Nöel Tijou (1941-2023), que había sido séptimo, 28:36.08, y no pasó a la final. Salgado cuenta que este gesto casi le cuesta la descalificación, pues se había interpretado que estaba haciendo publicidad encubierta de las zapatillas, algo completamente prohibido entonces.

El tuit de Geric dio lugar a un animado intercambio de información sobre la enorme calidad de Salgado y sobre una de sus grandes carreras, su victoria en los 10 000 m de la reunión preolímpica de Múnich en 1971, un año antes de los Juegos. Ese 1971 fue el año en que este gran fondista gallego se incorporó a la elite mundial.

A principios de 1971, Javier Álvarez Salgado disputaba con el palentino Mariano Haro (1940) la condición de mejor fondista español. Salgado había conseguido algunos éxitos internacionales, como el oro en el Mundial Militar de 1964 en los 3000 m obstáculos y en los Juegos del Mediterráneo de 1967, había sido undécimo en la final olímpica de 1968, también en los obstáculos, y bronce en el campeonato de Europa de 3000 m en pista cubierta el año anterior. Era el plusmarquista español absoluto de los 2000 m, 5:14.3 desde 1970, los 3000 m obstáculos, 8:36.4, desde 1968 y de 5000 m, 13:42.0, desde 1967. Además su tiempo de 7:52.45 (7:52.6) en 3000 m, entonces solo reconocido como mejor marca española en pista cubierta, era superior a la plusmarca nacional absoluta de Mariano Haro 7:57.8. Ese año de 1971, Salgado daría un enorme salto de calidad que le permitiría competir codo a codo con los mejores del momento.

En el invierno de 1970, Salgado había alternado la pista cubierta con el campo a través con gran éxito. Además del bronce europeo referido, fue noveno en el Cross de las Naciones, competición antecesora del Campeonato del Mundo de Campo a Través. En 1971 decidió centrarse en el campo a través. La sede del Cross de las Naciones sería el hipódromo de Lasarte. El 7 de marzo, en dicho escenario, fue segundo en el Campeonato de España, detrás de Mariano Haro. Salgado nunca consiguió ser campeón de España en esta modalidad. Unos días después, el 20 de marzo, registraba su mejor actuación en un Cross de las Naciones, al entrar cuarto, en una carrera ganada con gran solvencia por Dave Bedford. Mariano Haro fue noveno.

De camino hacia la pista, el 18 de abril, Salgado hacía una parada en el Campeonato de España de Gran Fondo, 30 kilómetros, donde consiguió la victoria. Apenas un mes después, el 20 de mayo, en Roma, mejoraba su plusmarca española de 5000 m, con 13:37.5. Fue quinto en una carrera ganada nuevamente con gran autoridad por Bedford, 13:28.0. La plusmarca española duraría algo más de dos meses. El 29 de julio, en Estocolmo, Salgado obtenía una resonante victoria en los 5000 m, con 13:33.6.

El gran objetivo competitivo de ese año era el Campeonato de Europa, que se disputaría en Helsinki a mediados de agosto. Entonces los atletas del continente dominaban las competiciones de fondo, con alguna incursión africana como el keniano Kip Keino (1940), campeón olímpico de 1500 m y subcampeón de 5000 m, y el campeón olímpico de 5000 m, el tunecino Mohamed Gammoudi (1938). El resto de los grandes fondistas del momento estaban en Finlandia. Salgado se clasificó fácilmente para la final, con 13:44.4, en la primera de las tres semifinales, a 0.2 del francés Jean Wadoux (1942), acreditado en 13:28.0 y plusmarquista europeo de 1500 m, 3:34.0. En la final, el 14 de agosto, nadie parecía muy dispuesto a avivar el ritmo, de modo que fue Salgado el que se puso delante con un ritmo medio, con pases de 2:45.8, 5:31.7, 8:18.5 y 11:04.4. El vigués estuvo en cabeza hasta la última vuelta, donde surgió un torbellino finlandés llamado Juha Väätäinen (1941), que ya había sorprendido ganando los 10 000 m con la misma táctica. De nada sirvieron los esfuerzos de Wadoux ni los del alemán Harald Norpoth (1942), subcampeón olímpico en 1964 y acreditado en 13:24.8 (1966). El antiguo velocista finlandés no dio opción con un último 1000 en 2:27.8 y una última vuelta en 53.0. Terminó con plusmarca finlandesa de 13:32.48 por delante de Wadoux, 13:33.56, de Norporth, 13:33.79, del serbio, entonces yugoslavo, Danijel Korica (1945), 13:34.88, y de Salgado, 13:35.84. Inmediatamente por detrás entraban dos hombres que darían mucho que hablar en los años posteriores, Emiel Puttemans y el finlandés Lasse Virén (1949).

En una carrera de altísimo nivel, Salgado tuvo un rendimiento excepcional con un brillante quinto puesto. Pero la temporada no se había terminado, y lo mejor estaba por llegar. Del tres al seis de septiembre tendría lugar el Múnich la reunión preolímpica, una competición en la que se disputaría el programa completo en pista y que contaba con un gran elenco de participantes. El primer día se disputaban los 10 000 m, donde participaban los españoles Salgado y Haro, junto con el belga Puttemans y el campeón olímpico en 1968, el keniano Naftali Temu (1945-2003). Se pasó la primera parte de la prueba en 14:07.0. Un tremendo mano a mano, entre Salgado y Puttemans, en un último kilómetro corrido en 2:31, terminó con una llegada igualadísima en la que el español se impuso por centésimas. El tiempo de ambos fue 28:01.4, que para el belga suponía una nueva plusmarca nacional, mientras Salgado se quedaba a 2.0 del tope español de Haro. El palentino fue tercero con 28:10.8 y Temu cuarto, 28:21.8.

Salgado batiendo a Puttemans en la reunión preolímpica de Múnich en 1971. Fotografía Atletismo Español, número 198, octubre 1971

Una semana después, el 10 de septiembre, en Londres, Salgado restaba un buen puñado de segundos a su plusmarca nacional de 5000 m, al correr la distancia en 13:28.4, segundo a 2.8 de Kip Keino. Estos 13:28.4 fueron la cuarta mejor marca mundial del año. La temporada terminó para Salgado de la mejor manera posible. En los Juegos del Mediterráneo, disputados en la ciudad turca de Esmirna, del 12 al 17 de octubre, se hizo brillantemente con los oros en los 5000 y los 10 000 m. Además de Haro, en la prueba más larga, su gran rival era el tunecino Mohamed Gammoudi, inscrito en ambas distancia. Se disputaron en primer lugar los 5000 m. Salgado marcó el ritmo de la carrera y neutralizó un intento del tunecino de hacerse con la cabeza en la última vuelta. Su victoria en 13:37.2, inapelable. Gammoudi fue segundo con 13:40.8. Repitió la táctica en los 10 000 m, donde Gammoudi se retiró. El tiempo de Salgado fue 28:52.2, 2.2 menos que Haro.

En tan solo una temporada, Salgado había competido con los mejores y había mejorado 14 segundos en los 5000 m y 55 en los 10 000. Se generaron grandes expectativas para los Juegos Olímpicos de 1972, pero eso ya es otra historia. En el blog de Emilio Navaza, Vida atlética de Galicia, hay una semblanza muy completa de este superlativo atleta, a la que se puede añadir esta entrevista de hace dos años.

Femke Bol, objetivo oro olímpico en los 400 metros vallas

Tras su superlativa temporada invernal, con el oro mundial de los 400 m en pista corta y dos plusmarcas mundiales, la elegante neerlandesa Femke Bol (2000) ha sido muy contundente con sus prioridades en el verano. No correrá los 400 m lisos en los Juegos Olímpicos y se centrará en los 400 m vallas, donde previsiblemente se enfrentará a la plusmarquista mundial y actual campeona olímpica, la estadounidense Sydney McLaughlin (1999).

La diferente preparación de ambas pruebas, los horarios próximos y la enorme dificultad para hacerse con el oro disputando solo una de las dos pruebas, sin duda, ha pesado en la decisión de Bol y de su equipo técnico.

Tras su triple oro europeo en 2022, 400 m, 400 m vallas y relevo 4 x 400 m, Bol completó un año 2023 perfecto, con tan solo dos derrotas, en los 200 m de los campeonatos nacionales, y una extraña caída a pocos metros de entrar victoriosa en el relevo mixto del campeonato del mundo. En la temporada invernal superó la vieja plusmarca, entonces en pista cubierta, de los 400 m en poder de la checa Jarmila Kratochvilová (1951), quien en 1982 había realizado 49.59. En el campeonato neerlandés de pista cubierta, Bol se fue a 49.26. Poco después se hacía fácilmente con el oro en el Europeo en sala, con 49.85, 0.72 menos que su compatriota Lieke Klaver (1998). Ambas se llevaron la victoria en el relevo.

Al aire libre se centró fundamentalmente en los 400 m vallas, distancia que disputó en once ocasiones, del 27 de mayo al 17 de septiembre, con una regularidad asombrosa. Corrió nueve veces por debajo de 53.00 y tres en menos de 52.00, incluyendo su mejor marca personal de 51.45 en Londres el 23 de julio. Previamente tenía 52.03 de 2021. El tiempo de Londres es el segundo de siempre a 0.77 de la estratosférica plusmarca mundial de Sydney McLaughlin. La gran referencia de la prueba en los últimos años había decidido no correr los 400 m vallas en el Mundial de Budapest y, en su lugar, tratar de ganar los 400 m lisos. Anunció que su objetivo era además la plusmarca mundial de la distancia. Tras unos buenos 48.74 en los campeonatos de Estados Unidos, decidió renunciar al Mundial por problemas en la rodilla. Ausente McLaughlin, la superioridad de Bol era apabullante. No dio opción en la final, y se impuso con 51.70, muy por delante de la estadounidense Shamier Little (1995), 52.80, 0.01 menos que la jamaicana Rushell Clayton (1992), tercera. El campeonato había empezado mal para Bol con la caída antes referida cuando iba primera en el relevo mixto y faltaban pocos metros, pero no pudo terminar mejor, con un segundo oro en el relevo largo femenino en los últimos compases de la prueba, en una soberbia última recta, cuando los Países Bajos parecían descartados para la victoria.

Esta temporada invernal ha resultado para Bol incluso mejor que la anterior. Ha tomado parte en ocho carreras, un 200 y siete 400, con pleno de victorias. En 200 consiguió su mejor marca personal, 22.64, superior a su tiempo en pista de 400 m. En los 400 m mejoró su plusmarca mundial en pista corta con 49.24, nuevamente en el campeonato nacional. En el Mundial de Glasgow volvió a mostrar una apabullante superioridad, con nueva plusmarca mundial de 49.17. Casi un segundo menos que Lieke Klaver. Como en el Europeo en sala de 2023, ambas formaron parte del relevo 4 x 400 m en el que los Países Bajos se impusieron de forma inapelable.

A unos meses de los Juegos de París, un mundo en términos atléticos, Femke Bol continúa mejorando. Hace tres años en los Juegos de Tokio y hace dos en el Mundial de Eugene, McLaughlin era muy superior. Da la sensación de que esa diferencia puede estarse acortando. Los 400 metros vallas femeninos van a ser una de las pruebas estrella en los Juegos, gracias a estas dos atletas excepcionales que han llevado esta distancia a otra dimensión.

Adrián Ben y los límites por países en campeonatos

Tras los campeonatos de España del fin se semana pasado, el comité técnico de la Federación Española de Atletismo (RFEA) hizo públicos los nombres de los atletas que tomarán parte en el campeonato del mundo de pista corta (antes pista cubierta), que se celebrará en Glasgow del 1 al 3 de marzo. Como viene siendo habitual en los últimos tiempos, se quedan en casa atletas que cumplen los criterios de la Federación Internacional (World Athletics) pero no entran en la excelencia que quiere implementar la RFEA. Al margen de esta poco comprensible actitud, el viveirense Adrián Ben (1998), tras conocer que no estaba en la lista, se preguntaba si no había hecho suficientes méritos para viajar a Escocia.


Adrián Ben probablemente sea el mejor corredor español de 800 de siempre. Pese a que nunca ha tenido la plusmarca española de la distancia, su mejor marca es 1:43.92, es el único atleta que ha conseguido ser finalista olímpico en la distancia, quinto en Tokio 2020, y también el único español que ha estado en dos finales de campeonatos mundiales al aire libre, sexto en 2019 y cuarto en 2023. Además es el actual campeón de Europa en sala, tras su oro el año pasado en Estambul. Probablemente, el único atleta que se le acerca por palmarés es el murciano Mariano García (1997), campeón de Europa al aire libre y del mundo en pista cubierta en 2022.

Mohamed Attaoui (2001), español nacido en Marruecos y afincado en Torrelavega desde los seis años, se incorporó a la elite nacional el año pasado. Tras haber realizado 1:45.17, 1:44.67 y 1:44.93 fue segundo en el campeonato de España al aire libre, con 1:45.06, a 0.05 de Adrián Ben. En el campeonato del mundo de Budapest corrió la distancia en 1:44.35 en su semifinal, insuficiente para entrar en la final.

El tercer español en el Mundial de 2023 fue el berciano Saúl Ordóñez (1994), plusmarquista español de la distancia, 1:43.65 desde 2018, bronce en el campeonato de España, 1:45.77, quien estuvo cerca de su mejor marca del año en las semifinales del Mundial, tercero con 1:44.74.

Antes de que la selección para el Mundial de Budapest fuese definitiva, se planteó en ámbitos atléticos la posibilidad de que se eligiese a Mariano García en lugar de Saúl Ordóñez. Tras un 2022 pletórico en el que el murciano fue campeón del mundo en sala y de Europa al aire libre, en 2023 sufrió una lesión que le obligó a renunciar al Europeo en pista cubierta y le impidió llegar en condiciones al verano. En el Nacional al aire libre fue cuarto, 1:46.16. Finalmente el Comité Técnico, con buen criterio, decidió que fuesen al Mundial los tres primeros del campeonato de España.

En esta temporada invernal, con el Mundial de pista corta en el punto de mira de los atletas, el campeonato de España de 800 se volvía a presentar apasionante. Solamente había dos plazas y tres atletas para disputarlas, Mariano García. Attaoui y Adrián Ben. Los dos primeros parecían algo superiores. El primero tenía 1:45.50 como mejor marca del año, el segundo una centésima menos, mientras Ben había realizado 1:46.06, su mejor marca de siempre en pista corta. En la final del campeonato de España, Mariano García supo dominar una carrera táctica complicada y se hizo con el oro, con 1:47.27, mientras Attaoui, 1:47.81, superaba a Ben por 0.02. Cinco días después, el 23 de febrero, con la selección ya decidida, Ben mejoraba hasta 1:45.72 en la reunión de Madrid, 0.05 más que Attaoui, que lo rebasaba en el último tramo de la carrera.

¿Ha hecho méritos Ben para estar en Glasgow?, como se pregunta en el tuit de más arriba. Sin ninguna duda, pero hay dos atletas que han hecho más méritos. Tanto García como Attaoui han realizado este invierno mejores marcas que Ben y lo han superado en el campeonato de España. Curiosamente, en la temporada invernal pasada, Ben inicialmente estaba fuera del campeonato de Europa. Pese a realizar la que entonces era su mejor marca de 800 m en pista cubierta, 1:46.12, solo había podido ser cuarto en el campeonato de España, por detrás de Saúl Ordóñez, 1:45.88, Mariano García, 1:45.91, y el alicantino Javier Mirón (1999), 1:45.98. El gallego pudo ir finalmente al Europeo por la lesión de Mariano García y proclamarse campeón.

Otra cuestión es la limitación de atletas por prueba y países. Es algo que tal vez la World Athletics y el Comité Olímpico Internacional tendrían que repensar. ¿Qué sentido tiene dejar fuera a atletas mejores que los que van, solo porque hayan nacido en un país donde la modalidad en cuestión tiene mucho éxito? En el caso del Mundial de pista corta, las restricciones son aun mayores, pues solo se permiten dos atletas por país, en el Europeo son tres, y no se invita al vigente campeón como en el Mundial de pista larga. Al margen de lo que hagan los atletas españoles en este Mundial, el próximo campeonato de España de 800 m volverá a ser de un altísimo nivel. Disfrutaremos.