Esta temporada de invierno, asistimos a la superación de la longeva plusmarca mundial de 3000 m en pista cubierta. El 15 de febrero el obstaculista etíope Lamecha Girma(2000) paraba el crono en 7:23.81, mejorando los 7:24.90 del keniano Daniel Komen (1976), realizados el 6 de febrero de 1998. Acababa de cumplir veinticinco años. Komen irrumpió en la elite en 1995 y se convirtió en plusmarquista mundial de 3000 m, tanto al aire libre como en pista cubierta, de las 2 millas (mejor marca en este caso), en dos ocasiones, y de los 5000 m también al aire libre y en pista cubierta. Se mostró superior a los mejores del momento, con algún borrón como su ausencia en los Juegos de 1996, fue de los pocos que consiguió derrotar al etíope Haile Gebrselassie(1973), pero su recorrido entre los mejores fue muy corto. Aunque siguió compitiendo hasta 2003, a partir de 1999 su rendimiento ya no volvió a ser el mismo.
Daniel Kipsgetich Komen nació el 17 de mayo de 1976 en la localidad keniana de Mwen, Distrito Elgeyo Marakwet, en el valle del Rift. Como muchos atletas kenianos comenzó a correr para ir a la escuela, a los siete años. Hacia los dieciséis comenzó a entrenarse de forma regular. En 1993 bajó por primera vez de 14 minutos en 5000 m al registrar 13:58.30 el 10 de diciembre en Sydney. Poco después, el 26 de marzo de 1994 se proclamaba campeón mundial junior (sub20) de campo a través. Al aire libre fue campeón africano de su categoría, con 13:31.10, su mejor marca personal, y campeón mundial, también junior, de 5000 y 10 000 m, en esta distancia, con marca personal de 28:29.74. Tomó parte en su primera competición en categoría absoluta, los Juegos de la Commonwealth, donde fue noveno en los 10 000 m.
En 1995 pasó de ser un buen junior a la elite mundial, al menos cronométricamente. El 8 de junio en Roma peleaba codo a codo con su compatriota, el obtaculista Moses Kiptanui (1971) en pos de la victoria en la prueba de 5000 m. Se impuso Kiptanui, con 12:55.30, nueva plusmarca mundial, mientras Komen hacía la segunda mejor marca mundial de siempre en ese momento, 12:56.15. Sin embargo, en el campeonato keniano, clasificatorio para el Mundial al aire libre, no estuvo a la altura de ese tiempo y solo pudo ser cuarto, lo que significaba que no estaría en Gotemburgo. Esa temporada realizó además 3:34.83 en 1500 m y 7:38.09 en 3000 m.
La temporada de 1996 representó para Daniel Komen la cara y la cruz. Fue capaz de realizar registros superlativos, pero no pudo clasificarse para los Juegos Olímpicos. Las pruebas de selección olímpica tenían lugar el 27 de junio, series, y el 29, la final de 5000 m. El 5 de junio, Komen había sido quinto en Roma con 13:01.38, a más de 10 segundos del ganador, el marroquí Salah Hissou (1972), y superado por sus compatriotas Philip Mossima (1977), Moses Kiptanui y Tom Nyariki (1971). Dos días después, sin embargo, en Moscú se había impuesto en los 3000 m con 7:39.43, derrotando con cierta facilidad a Nyariki y a Kiptanui. En las pruebas de selección volvió a ser cuarto. Estaba fuera de los Juegos Olímpicos. Irían Nyariki, Paul Bitok (1970) y Stephen Koroia (1972). En los días siguientes, sin embargo, Komen mostró una forma magnífica. el 3 de julio corría los 3000 m en 7:31.33, el día 8 realizaba plusmarca nacional de 5000 m, 12:51.60, y el 14 superaba su primera plusmarca mundial, en realidad mejor marca, al correr las dos millas en 8:03.54.
Tras el obligado parón por los Juegos Olímpicos, Komen continuó aun con más fuerza. El 10 de agosto realizaba 7:25.16 en los 3000 m, a 0.05 de la plusmarca mundial del argelino Nourredine Morceli (1970). Cuatro días después, en Zúrich, dejó a Haile Gebrselassie sin fuerzas en la última vuelta. El etíope acababa de ganar el oro en los 10 000 m del campeonato del mundo. El año anterior, en el mismo escenario, había mejorado por 11 segundos la plusmarca mundial de Kiptanui, con 12:44.39. Ese día, sin embargo, no pudo hacer nada ante aquella fuerza de la naturaleza llamado Daniel Komen. A falta de cinco vueltas, con un pase de 7:41.28, el keniano y el etíope se quedaron solos. Komen se colocó en cabeza, mientras Gebre no se despegaba. A falta de 150 metros, Gebre claudicaba. Mientras Komen cruzaba la meta en 12:45.09, el etíope entraba casi andando en 12:52.70.
Pero lo mejor de la temporada aún estaba por llegar. El 1 de septiembre, en Rieti, Komen hacía una extraordinaria plusmarca mundial de 3000 m, todavía vigente, de 7:20.67, restando más de cuatro segundos a la anterior de Morceli. Los pases fueron de 2:25.89 en los 1000 m, 3:38.4 en los 1500 y 4:53.18 en los 2000 m.
Komen terminaba 1996 con unos registros superlativos y con dos plusmarcas mundiales, pero con la espina de no haberse clasificado para los Juegos Olímpicos. En 1997 uniría superioridad cronométrica a superioridad competitiva. Comenzó fuerte la temporada, con una victoria en Roma el 5 de junio con 12:48.98. Antes de las pruebas de selección keniana mejoró en 1500 m hasta 3:31.29. Se impuso en las pruebas de selección y el 19 de julio realizaba un hito histórico, al convertirse en el primer y hasta la fecha único atleta en correr las dos millas por debajo de 8 minutos, 7:58.61.
Tras hacerse con el oro, con cierta facilidad, en el campeonato del mundo que, a la postre, sería su única medalla en campeonatos de ámbito mundial, volvió a Zúrich el 13 de agosto, tres días después de su victoria en Atenas, para enfrentarse de nuevo a Gebre. Esta vez el etíope se mostró superior, con una nueva plusmarca mundial de 12:41.86, mientras Komen era segundo con mejor marca personal de 12:44.90.
Pese a la derrota, Komen siguió sacando el máximo partido de su buena forma. El 16 de agosto, en Mónaco, se imponía en los 1500 m, con 3:29.46, que sería su mejor marca de siempre. Ese año fue el cuarto en la lista mundial de esta prueba. Y el 22 de agosto, conseguía la plusmarca mundial de los 5000 m, con 12:39.74.
Aún tuvo tiempo para correr la milla en 3:46.38, en la actualidad quinta mejor marca de siempre. En resumen, 1997 resultó una temporada magnífica, en la que mostró una notable superioridad en los 5000 m, salvo en Zúrich, donde resultó derrotado por Gebre. En 1998 decidió por primera vez hacer pista cubierta y volver al campo a través. Los resultados fueron inmejorables. El 7 de febrero realizaba 7:24.90 en 3000 m y el 22 12:51.48, en ambos casos plusmarcas mundiales en sala. Estando en tan buena forma, intentó superar su mejor marca mundial de las dos millas al aire libre. El 28 de febrero en Sydney se quedaba en 7:58.91, a 0.30 de su objetivo. El 21 de marzo en Marrakech se proclamaba subcampeón mundial de campo a través en la modalidad corta. Esta gran temporada invernal hacía presagiar un gran verano, pero su tono fue inferior al del año anterior. No se acercó a sus mejores marcas, ni a los registros bajo techo, pero logró las victorias en el campeonato africano y en los Juegos de la Commonwealth, en ambos casos en los 5000 m.
El invierno de 1998 marcó el punto de inflexión en la carrera deportiva de Daniel Komen. Aunque siguió compitiendo hasta 2003, progresivamente se fue alejando de los mejores, pese a contar con tan solo 23 años. En 1999 fue quinto en el 5000 del campeonato del mundo al aire libre, su último gran campeonato. En 2000 ya no se clasificó para los Juegos Olímpicos. Se retiró en 2003. En la actualidad dirige una escuela privada con su mujer.
Daniel Komen fue un excepcional corredor de fondo, del que muchos aficionados hemos pensado que, por las circunstancias que fuese, no llegó a dar lo mejor de sí, pese a haber sido campeón y plusmarquista mundial. Casi tres décadas después, ahí continúan imbatidos sus registros de 7:20.67 en 3000 m y 7:58.61 en la milla.
Con el campeonato de Europa en pista cubierta que termina hoy se cierra la temporada invernal, con nada menos que cinco plusmarcas mundiales, dos de ellas absolutas, 7:23.81 del etíope Lamecha Girma (2000) en 3000 m, 6.22 m el sueco Armand Duplantis(1999) en salto con pértiga, plusmarca absoluta, 22.38 m en lanzamiento de peso del estadounidense Ryan Crouser (1992), también plusmarca absoluta, 49.26 de la neerlandesa Femke Bol (2000) en 400 m y 5055 puntos de la belga Nafissatou Thiam (1994) en pentatlón.
En la distancia 1500 m / milla, pese a algunas ausencias, se ha vuelto a mostrar la gran densidad de buenos corredores, de varios países. El despegue de esta prueba, que comenzó ya en 2020, debería llevar este verano a la superación de las viejas plusmarcas mundiales absolutas de la distancia aún en posesión del marroquí Hicham El Guerrouj (1974), 3:26.00 en 1500 m y 3:43.13 en la milla, de 1998 y 1999, respectivamente. El Guerrouj también fue el plusmarquista mundial en pista cubierta de ambas pruebas hasta 2019.
Tal vez el mediofondista más destacado de esta temporada invernal haya sido el estadounidense Yared Nuguse (1999). Su temporada en sala se ha reducido a tres competiciones. El 27 de enero corría los 3000 m en 7:28.24, plusmarca continental y octava mejor marca de siempre en ese momento. El 11 de febrero vencía en la milla de los Millrose Games de Nueva York con la segunda mejor marca de la historia bajo techo, 3:47.38, con pase de 3:33.22 en 1500 m, ambos registros mejores que los suyos previos al aire libre de 3:53.34 y 3:33.26. El registro de Nuguse en la milla, a 0.37 de la plusmarca mundial del etíope Yomif Kejlecha (1997), equivale a 3:30.13 en 1500 en sala, mejor que los 3:30.60 que posee el noruego Jakob Ingebrigtsen (2000) como plusmarca mundial. Al aire libre se le da el mismo valor que a 3:26.26 en los 1500 m y 3:42.62 en la milla. El estadounidense remató la temporada en Madrid el 22 de febrero con una victoria en 1500 m en 3:33.69.
Jakob Ingebrigtsen, pese a comenzar la temporada con problemas físicos, ha rematado el invierno con doblete en el campeonato de Europa en 1500 y en 3000 m. Con estos dos, son cinco los oros del Noruego en el Europeo bajo techo, en 1500 en 2021 y 2023 y en 3000 m en 2019, 2021 y 2023, uniéndose a los mejores atletas de la Historia en esta competición. Tras proclamarse campeón de Europa de campo a través el 11 de diciembre, no volvió a competir hasta la reunión de Lievin el 15 de febrero, donde realizó la mejor marca mundial del año en 1500 m, 3:32.38. En la competición continental se mostró muy superior. En el 1500 se colocó en cabeza desde el principio y se hizo con la victoria en 3:33.95, plusmarca de los campeonatos. En los 3000 m, pese a un primer kilómetro lento, terminó en 7:40.32, plusmarca nacional.
Otro atleta que ha superado sus prestaciones al aire libre en esta temporada en sala es el británico Neil Gourley (1995). Acreditado previamente en 3:32.93 y 3:52.91, mejoró hasta 3:32.48 y 3:49.46, ambas segundas mejores marcas del año, plusmarca europea en el caso de la milla. Terminó la temporada con la plata europea en los 1500 m. Los mejores británicos han decidido reservarse este invierno. Tan solo Josh Kerr (1997), bronce olímpico en Tokio, se ha dejado ver con 3:34.93 en 1500 m y 7:33.47 en 3000 m. También el campeón de 1500 m en los Juegos de la Commonwealth, el australiano Oliver Hoare (1997), aparece en los primeros puestos del año con una sola competición en pista cubierta, los Millrose Games, donde fue tercero en la milla con 3:50.83, pase de 3:34.78 en los 1500 m.
Los mediofondistas españoles no han pasado desapercibidos en este invierno. Mohamed Katir (1998) sorprendió en el 3000 de Lievin, con la plusmarca europea, absoluta, de 3000 m, 7:24.68, tan solo batido por el ganador, el obstaculista Lamecha Girma. El tiempo de Katir también mejoraba los 7:24.90 que el keniano Daniel Komen (1976) tenía como plusmarca mundial. El español completó la temporada con un segundo puesto en Madrid, detrás de Nuguse, con 3:34.32. Terminó su temporada antes del Europeo.
Quien sí tomó parte, con una gran actuación, fue Adel Mechaal (1991), que compitió en los 3000 m, tras superar, con 3:33.28, la longeva plusmarca española de Andrés Díaz (1969). Mechaal se pegó a Ingebrigsen, hasta que, a falta de 100 m, el noruego consiguió despegarlo. Fue plata con 7:41.75. También esta temporada se consiguió mejorar otra vieja plusmarca en pista cubierta, la de la milla, en poder del medallista olímpicoJosé Manuel Abascal(1958) desde 1983, 3:52.56. En los Millrose Games, Mario García Romo (1999) corría en 3:51.79. Previamente había realizado 7:34.74 en los 3000 m. Tampoco corrió en el Europeo.
Hemos asistido a una gran temporada en pista cubierta para el mediofondo largo. Las perspectivas para el verano y para el año olímpico de 2024 continúan siendo magníficas. Estaremos atentos.
El 8 de mayo de 1984, la Unión Soviética anunció que no acudiría a los Juegos Olímpicos que tendrían lugar ese verano en Los Ángeles. Oficialmente, la razón fue la seguridad de los deportistas de ese país. La opinión pública pensaba, no obstante, que el verdadero motivo era la respuesta, diferida, al boicot de 65 países, dirigido por Estados Unidos, cuatro años antes a los Juegos de Moscú. En total 18 países renunciaron a participar en los Juegos de 1984, la mayoría de la órbita soviética, además de la propia URSS, Bulgaria, Alemania del Este, Mongolia, Vietnam, Laos, Checoslovaquia, Afganistán, Hungría, Polonia, Yemen del Sur, Cuba, Etiopía, Corea del Norte y Angola. Otros tres no acudieron por otros motivos, Libia, Irán y Albania. Hubo tres países comunistas que no secundaron la llamada soviética, Rumanía, China y Yugoslavia. Pese al boicot, hubo 140 países participantes en Los Ángeles, el mayor número hasta entonces.
En atletismo, la ausencia de los países del Este, se dejó sentir sobre todo en la categoría femenina y en los lanzamientos masculinos. Un dato importante para poner en valor el atletismo de estos países son los resultados de los Campeonatos del mundo de 1983, donde los países ausentes en los Juegos obtuvieron en categoría masculina 28 medallas, 9 de oro, y 34 en categoría femenina, 12 de oro. Pese a tan importantes ausencias, los Juegos de los Ángeles resultaron un éxito tanto organizativo como deportivo. Hubo dos plusmarcas mundiales, en el relevo 4 x 100 m masculino y en el decatlón, esta igualada, y otras catorce olímpicas, ocho en carreras masculinas y seis en pruebas femeninas. Para la historia han quedado los cuatro oros del estadounidense Carl Lewis(1961), igualando el logro de su compatriota Jesse Owens (1913-1980) en 1936, la irrupción del joven brasileño Joaquim Cruz (1963) en los 800 m, la resurrección del británico Sebastian Coe (1956) en los 1500 m, la consolidación del marroquí Said Aouita (1959) en los 5000 m, el segundo oro del entonces invencible estadounidense Edwin Moses(1955) en 400 m vallas, el duelo en decatlón entre el británico Daley Thompson (1958) y el alemán Jürgen Hingsen (1958), la victoria de la veterana rumana Maricica Puică (1950) en los 3000 m, tras la caída de la gran favorita la local Mary Decker (1958) o el sorprendente doblete con excelentes registros de la estadounidense Valery Brisco-Hooks (1960) en 200 y 400 m.
Las pruebas de atletismo tuvieron lugar entre los días 3 y 12 de agosto en el Memorial Coliseum de Los Ángeles, construido en 1923 y que previamente había albergado los Juegos Olímpicos de 1932. En 1984 tenía un aforo de 93 607 espectadores. El dominador absoluto del atletismo fue Estados Unidos con 40 medallas, 16 de oro, muy por delante de Alemania, 11 metales, 4 oros.
La gran estrella del atletismo en los Juegos de los Ángeles fue Carl Lewis. Lewis preparó la competición para igualar los cuatro oros olímpicos de Jesse Owens en Berlín en 1936, en las pruebas de 100, 200 m, salto de longitud y relevo 4 x 100 m. En el hectómetro tenía, con 9.97 del año anterior, el mejor registro al nivel del mar, tan solo superado por sus compatriotas Calvin Smith (1961), 9.93 el año anterior, y por el campeón olímpico de 1968 Jim Hines (1946), 9.95, tiempos ambos conseguidos a más de 2000 m de altitud. En el Mundial del año anterior, Lewis se había impuesto con mucha facilidad a Calvin Smith, que solo se había podido clasificar para los Juegos en el relevo. En los 200 m, Lewis se había prodigado menos, pero contaba con el segundo mejor tiempo de siempre, el mejor al nivel del mar, 19.75 y parándose, a 0.03 de la plusmarca mundial del italiano Pietro Mennea (1952-2013). En el salto de longitud, la superioridad de Lewis era aun mayor, con nada menos que seis saltos por encima de 8.70 m, dos de 8.79 m, uno en pista cubierta ese mismo 1984, uno de 8.76 m y otros tres de 8.71 m.. El estadounidense hizo buenos los pronósticos y se hizo con los cuatro oros, mostrando una gran superioridad. Ganó los 100 m con 9.99, 0.20 menos que su compatriota Sam Graddy (1964), en los 200 m superó, con 19.80, la plusmarca olímpica, con una ventaja de 0.16 sobre otro estadounidense, Kirk Baptiste (1962-2022). En el salto de longitud, pese a realizar solo dos saltos, se impuso con 8.54 m, 0.30 más que el australiano Gary Honey (1959) y el italiano Giovanni Evangelisti (1961). En el relevo 4 x 100 m, el equipo estadounidense con Sam Graddy, Ron Brown (1961), Calvin Smith y el propio Carl Lewis no dio opción y se hizo con la victoria con plusmarca mundial de 37.83, 0.89 menos que Jamaica. El último parcial, de Lewis, fue de 8.94.
En los 400 m se esperaba la victoria del estadounidense Antonio McKay (1964), ganador de las pruebas de selección olímpica con 44.71. Pero según fue transcurriendo el camino a la final, las cosas no parecían tan claras. McKay fue el mejor en los cuartos de final con 44.72, mientras su compatriota Alonzo Babers(1961) hacía marca personal de 44.75. En la segunda semifinal, McKay se vio sorprendido por el atleta de Costa de Marfil Gabriel Tiacoh (1963-1992), que ganó con 44.64, mientras McKay con 44.92 era tercero. Mención especial se merece la actuación del jamaicano Bert Cameron (1959), el campeón del mundo el año anterior. Con 150 m de carrera sufrió una lesión muscular que lo obligó a pararse, dudó pero decidió continuar con sus rivales a 10 m. Parecía imposible la remontada, pero sorprendentemente consiguió llegar cuarto, con 45.10 y clasificarse, si bien no pudo disputar la final, donde saltó la sorpresa con la victoria de Alonzo Babers. Babers corrió en unos excelentes 44.27, a 0.01 de la mejor marca al nivel del mar del cubano Alberto Juantorena (1950). Junto con Sunder Nix (1961) y Ray Armstead (1960), Babers y McKay formaron parte del equipo de Estados Unidos que ganó el relevo 4 x 400 m, con 2:57.91, segundo mejor tiempo de siempre en aquel momento y mejor marca al nivel del mar, con cuatro equipos por debajo de 3:00.00. Babers corrió la tercera posta en unos magníficos 43.75. Ingeniero aeronáutico militar de profesión, Babers dejó ese mismo año el atletismo para unirse a la fuerza aérea.
Tras dos años con problemas físicos graves, el plusmarquista mundial de los 800 m, 1:41.73, y campeón mundial de 1500 m, el británico Sebastian Coe, volvía a unos Juegos Olímpicos. Su estado de forma era una incógnita, aunque parecía recuperado. En los 800 m se mostró no demasiado lejos de su mejor versión. No obstante, no pudo hacer nada ante el fenómeno brasileño Joaquim Cruz. Cruz realizó una competición impecable con victorias en cada una de las rondas, cada vez con un tiempo más rápido 1:45.66, 1:44.84, 1:43.82 y finalmente plusmarca olímpica de 1:43.00 en la final. Coe lo intentó pero el poderío del brasileño resultó inabordable. Fue plata con 1:43.64. El anterior campeón olímpico, el también británico Steve Ovett (1955) terminó el último con problemas respiratorios. La buena actuación de Coe en las dos vueltas probablemente le dio una motivación extra para la prueba de 1500 m, donde su mayor rival era otro atleta de las Islas, el campeón de Europa y del mundo Steve Cram(1960). En una rápida final, rota por el plusmarquista español José Manuel Abascal (1958), la victoria de Coe fue incontestable, 3:32.53, nueva plusmarca olímpica. Sigue siendo el único atleta con dos oros olímpicos en esta prueba.
Los 5000 m fueron para la emergente estrella marroquí Said Aouita. Aouita era poseedor de las mejores marcas del año tanto en 1500 m, 3:31.54, como en 5000 m, 13:04.78. Optó por la prueba más larga, en la que obtuvo una gran victoria con 13:05.59, nueva plusmarca olímpica. En los 10 000 m se esperaba que el portugués Fernando Mamede(1951),que poco antes había hecho plusmarca mundial con 27:13.81, dejase atrás sus problemas en la alta competición, y confirmase en Los Ángeles su superioridad cronométrica. Pero, una vez más, esto no sucedió. Tras vencer cómodamente en su semifinal, abandonó en la mitad de la final, que se había pasado en 14:18.84. El ritmo en la segunda parte de la carrera cambió completamente con el acelerón del finlandés Martti Vainio (1950), que solo pudo resistir el italiano campeón de Europa y del mundo Alberto Cova (1958). Cova hizo valer su gran final y venció con 27:47.54, 3.56 menos que el finlandés. Este acabaría descalificado al descubrirse restos de anabolizantes en su orina. El portugués que no falló fue Carlos Lopes (1947). Subcampeón olímpico de 10 000 m en 1976 y campeón mundial de campo a través ese mismo 1976 y en 1984, ganó brillantemente el oro en maratón con plusmarca olímpica de 2h09:21. Aunque hoy es habitual, entonces llamó mucho la atención que un atleta de 37 años se pudiese mantener en lo más alto.
En las vallas altas el estadounidense Roger Kingdom (1962), que había sido tercero en las pruebas de selección, derrotó a su compatriota campeón del mundo Greg Foster (1958). En las vallas intermedias Edwin Moses obtuvo su segunda victoria olímpica, tras la de 1976. El boicot estadounidense a los Juegos de 1980 lo privó de otro oro seguro. Segundo fue el joven de 18 años Danny Harris (1965), que superó al campeón de Europa, el alemán Harald Schmid (1957). En una trepidante final de obstáculos, el acelerón final del keniano Julius Korir (1961) le permitió con 8:11.80 imponerse en la final.
Las pruebas de marcha fueron una fiesta mexicana con las victorias de Ernesto Canto (1959-2020) en los 20 Km, 1h23:13, y de Raúl González (1952) en los 50 Km, 3h47:26, tras haber sido segundo en la distancia más corta. Los tiempos en ambos casos fueron plusmarcas olímpicas.
En las carreras es probable que sin el boicot apenas hubiese habido modificaciones, no ya en los oros, sino en el podio. Tal vez la mejor opción entre los ausentes fuese la del obstaculista polaco Bogusław Mamiński (1955), subcampeón del mundo, que terminó esa temporada con segunda mejor marca del año, 8:09.18. En los concursos, los resultados, salvo en la longitud, probablemente habrían sido diferentes, si bien tan solo los entonces recientes plusmarquistas mundiales el ucraniano, entonces soviético, Sergei Bubka (1963), 5.90 m en salto con pértiga, el alemán del Este Uwe Hohn (1962), 104.80 m en el lanzamiento de jabalina (modelo antiguo) y el ruso, entonces soviético, Yuriy Sedykh (1955-2021), 86.34 m en el lanzamiento de martillo, parecían claramente superiores a los que finalmente fueron oro olímpico. En este último caso habría que añadir al resto de los lanzadores de martillo de élite soviéticos.
En el salto de altura tuvo lugar un gran duelo entre el plusmarquista mundial, 2.39 m, el chino Zhu Jianhua (1963), el alemán Dietmar Mögenburg (1961) y el sueco Patrick Sjöberg (1965), resuelto a favor del segundo con 2.35 m. En el salto con pértiga, ausente Bubka, se produjo un duelo francoestadounidense, resuelto a favor del francés Jean Pierre Quinon (1962-2011), con 5.75 m. En la final de triple salto hubo sorpresa. Sin rivales soviéticos, el gran favorito era el estadounidense Mike Conley (1962) , vencedor en las pruebas de selección con 17.50 m. Un primer salto de 17.36 m, a 0.03 m de la plusmarca olímpica, parecía dejar sin opciones a sus rivales. Sin embargo, el día de la final solo pudo llegar a 17.18 m, y se vio superado por su compatriota Al Joyner (1960), con 17.26 m, su mejor marca de entonces. En el lanzamiento de peso el italiano Alessandro Andrei (1959) derrotaba con 21.26 m a los estadounidenses Michael Carter (1960) y David Laut (1956-2009), sobre el papel superiores al italiano. Lo mismo sucedió en el lanzamiento de disco, donde el alemán Rolf Danneberg (1953) se imponía a los estadounidenses Mark Wilkins (1950) y John Powell (1947-2022), ambos acreditados por encima de 70 metros. En el lanzamiento de martillo, sin la escuela soviética, el oro fue para el finlandés Juha Tiainen (1955-2003), con 78.08 m. Otro finlandés, Arto Härkönen (1959), se llevó la victoria en el lanzamiento de jabalina, con 86.76 m.
En el decatlón, como había sucedido en el Europeo de 1982 y en el Mundial de 1983, tuvo lugar un gran duelo entre Daley Thompson y Jürgen Hingsen, que en aquel momento tenía la plusmarca mundial. Thompson volvió a derrotar a su rival, consiguiendo su segundo oro olímpico e igualando la mejor puntuación del alemán.
En la categoría femenina, respecto al programa de 1980 se añadieron tres pruebas, que ya se habían incluido en el Europeo de 1982 y en el Mundial de 1983, los 3000 m, el maratón y los 400 m vallas. En aquel momento, el atletismo femenino estaba dominado por los países del Este, la mayoría ausentes en Los Ángeles. Años después de confirmó lo que ya entonces se sospechaba, que había un programa estatal de uso de sustancias prohibidas. Como se vio cuatro años después, con la final olímpica de los Juegos de Seúl, el uso de esas sustancias no se limitaba, desgraciadamente, a un territorio geográfico. En cualquier caso, más de una atleta campeona olímpica en Los Ángeles es probable que no hubiese estado en el podio de haber tomado parte todos los países.
Sin la oposición de las alemanas del Este Marlies Göhr (1958) y Marita Koch (1957), la estadounidense Evelyn Ashford (1957) obtuvo una victoria relativamente cómoda en 100 m on 10.97, plusmarca olímpica. El año anterior su duelo con las alemanas en la final del Mundial se había frustrado por una lesión muscular de la estadounidense durante la carrera. Ashford era la plusmarquista mundial del hectómetro con 10.79, pero conseguida en altitud, mientras Göhr acreditaba 10.81. Las dudas quedaron disipadas en Zúrich poco después de la final olímpica. Ashford realizaba con 10.76 una nueva plusmarca mundial, con una ventaja de 0.08 sobre la alemana. Lo que entonces no sabía la estadounidense es que había corrido embarazada de su hija Raina Ashley Washington. Ashford ganó otro oro con el equipo de los Estados Unidos en el relevo 4 x 100 m, con 41.65.
En los 200 y los 400 m sorprendió el doblete de la estadounidense Valerie Brisco-Hooks (1960), con sendas plusmarcas olímpicas. Hasta ese año de 1984 su rendimiento no hacía esperar su actuación en Los Ángeles. Su mejor previa a ese año en los 200 m era 23.10. Esa temporada decidió entrenarse también para 400 m. En las pruebas de selección ganó los 200 m con 22.16 y fue segunda, tras Chandra Cheeseborough (1959), con 49.79, mientras la ganadora hacía 49.28, plusmarca de Estados Unidos. En los Juegos se mostró muy superior con victorias en 21.81 en 200 m, a 0.10 de la plusmarca mundial de la alemana Marita Koch, y 48.83 en los 400 m, a 0.84 de la plusmarca mundial de la entonces checoslovaca Jarmila Kratochvilová (1951). Este tiempo la convertía en la cuarta mejor atleta de siempre en aquel momento. En el relevo 4 x 400 m Brisco consiguió su tercer oro, con un tiempo del equipo estadounidense de 3:18.29, nueva plusmarca olímpica. Cheeseborough también se hacía con su tercera medalla, tras su plata en 400 m y su oro en el relevo 4 x 100 m. Sin embargo, Brisco no volvió a tener un momento deportivo como en Los Ángeles. Ya en las reuniones posolímpicas resultó ampliamente derrotada por las alemanas del Este. No sabremos si Brisco habría podido plantarles cara en los Juegos. La subcampeona olímpica de 200 m, la también estadounidense Florence Griffith (1959-1998), sorprendería al mundo atlético cuatro años más tarde con unos registros estratosféricos.
La rumana Doina Melinte (1956) se impuso en los 800 m, con 1:57.60, 1.03 menos que la segunda clasificada, la estadounidense Kim Gallagher (1964-2002). Melinte, acreditada en 1:55.05 (1982), llegó a Los Ángeles con una mejor marca del año de 1:56.53, que acabó siendo la cuarta de esa temporada, superada por tres soviéticas. Fue además segunda en los 1500 m, batida por la italiana Gabriella Dorio (1957), acreditada en 3:58.65 (1982). Dorio había sido sexta en la final olímpica de 1976 y cuarta en la de 1980. En la final de 800 m de Los Ángeles también ocupó la cuarta posición. Ese 1984 no bajó de cuatro minutos, sin embargo, derrotó a dos atletas que sí lo habían hecho, la mencionada Doina Melinte y otra rumana, Maricica Puică (1950), que al día siguiente ganó un polémico 3000. Seis soviéticas correrían ese año en menos de cuatro minutos.
Maricica Puică se hizo con un inesperado, al menos para la prensa, oro olímpico en 3000 m. En esta distancia, olímpica por primera vez, participaba una de las atletas más mediáticas del momento, la estadounidense Mary Decker (1958). Doble campeona mundial de 1500 y 3000 m, había renunciado a la distancia más corta, donde había resultado derrotada en las pruebas de selección por Ruth Wysocki (1957). Decker acreditaba 8:29.71 (1982). A priori su gran rival parecía la joven surafricana, nacionalizada británcia, Zola Budd (1966), con una mejor marca personal, de ese año, de 8:37.5. A los 1700 m de carrera, con Budd en la cabeza, pero sin proteger la cuerda, Decker intentó adelantarla por dentro, pero tropezó y se cayó en la hierba. No pudo continuar. El público comenzó a abuchear a Budd, que realizó la última vuelta en 1:17 y acabó séptima, mientras Puica se iba rauda a la meta, hasta conseguir un gran triunfo en 8:35.96.
Otra distancia que se disputó en Los Ángeles por primera vez en unos Juegos fue el maratón, con una gran victoria de la estadounidense Joan Benoit (1957), con 2h24:52, por delante de la noruega Grete Waitz (1953-2011) y de la portuguesa Rosa Mota(1957). Pero tal vez la imagen de los Juegos fueron los últimos metros de la suiza Gaby Andersen (1945), que entró tambaleándose en el estadio, aquejada de un golpe de calor. Consiguió terminar en el puesto 37º, con 2h48:42
En los 100 m vallas, la ganadora, con 12.84, la estadounidense Benita Fitzgerald (1961) se vio superada en la lista mundial del año por diez atletas que no acudieron a los Juegos. En los primeros 400 m vallas olímpicos femeninos, tuvo lugar un hecho histórico, el primer oro de una mujer de un país musulmán, la marroquí Nawal El Moutawakel (1962) con 54.61. En la lista mundial del año la precedieron cinco soviéticas. El Moutawakel, que había estudiado en Estados Unidos, se convirtió en una celebridad en su país, donde acabó siendo Ministra de Deportes en 2007.
El salto de altura, ausente la campeona del mundo, la rusa, entonces soviética, Tamara Bykova (1958), mostró un gran duelo entre dos campeonas olímpicas, la alemana Ulrike Meyfarth (1956), oro en 1972, y la italiana Sara Simeoni (1953), resuelto a favor de la primera por dos centímetros, en 2.02 m, nueva plusmarca olímpica. La rumana Anişoara Cuşmir (1962) ganó en el salto de longitud. Acreditada en 7.27 m ese año, tan solo resultó superada en la lista mundial por la alemana Heike Daute (1961), posteriormente Dreschler, y la eslovaca, entonces soviética, Galina Christyakova (1962), con 7,29 m. Tanto en el lanzamiento de peso como en el de disco, las ganadoras, la alemana Claudia Losch (1960) y la neerlandesa Ria Stalman (1951) habrían tenido muy complicada su presencia en el podio con las mejores en liza. En el lanzamiento de jabalina, ausente la alemana del Este Petra Felke (1959), mejor marquista del año, el oro parecía entre la finlandesa campeona del mundo Tiina Lillak (1961) y la británica Fatima Whitbread (1961), ambas acreditadas en más de 70 metros. Sin embargo, otra británica, Tessa Sanderson (1956) dio la sorpresa y obtuvo la victoria con 69.56 m, su mejor marca y plusmarca olímpica. En el heptatlón tampoco estuvieron las mejores. Se impuso la australiana Glynis Nunn (1960) a una entonces poco conocida atleta estadounidense llamada Jackie Joyner (1962), que daría mucho que hablar en los años siguientes.
Los boicots a los Juegos de 1980 y de 1984 hicieron temer lo peor para el Movimiento Olímpico. Afortunadamente en final de la Guerra Fría y los buenos oficios del presidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch (1920-2010) hicieron que las ausencias masivas de los Juegos se terminasen y que el Movimiento Olímpico continuase creciendo.
La descalificación del gran favorito para el oro en 1500 en los Juegos de 1932, el francés plusmarquista mundial de esta prueba, la milla y los 2000 m Jules Ladoumègue (1906-1973), dejaba la pugna por el podio muy abierta. Entre un grupo de atletas muy sólidos destacaba el italiano Luigi Beccali (1907-1990). Beccali había comenzado a practicar atletismo con catorce años, pero al poco tiempo se cambió al ciclismo. No volvió al atletismo hasta 1926. En 1928 bajó por primera vez de 4 minutos en 1500 m, 3:59.6. El 15 de mayo de 1932 sorprendió al mundo atlético al rebajar, en la pista de 500 m de Milán, su mejor tiempo de 3:57.2 a 3:52.2, mejor marca del año. Estados Unidos contaba con un trío muy rápido. En las pruebas de selección olímpica, Norwood Hallowell (1909-1979) entró el ganador con 3:52.7 (3:52.58), por delante de Frank Crowley (1909-1980) y de Glenn Cunningham (1909-1988). El plusmarquista estadounidense, 3:52.6 ese mismo año, y gran favorito para la victoria Gene Venzke (1908-1992) solo pudo ser cuarto. A principios de ese temporada había corrido la milla en 4:10.0 en pista cubierta. La clasificación de Cunninghan fue especialmente meritoria. Cuando tenía ocho años sufrió graves quemaduras en las extremidades inferiores. Los médicos recomendaron amputación, que sus padres no autorizaron. Tardó dos años en volver a caminar.
Las series semifinales tuvieron lugar el 3 de agosto. Se celebraron tres series, de las que se clasificaban los cuatro primeros de cada una de ellas. Cunningham se impuso en la primera con 3:55.8, con más de cinco segundos de ventaja sobre el británico Jerry Cornes (1910-2001). La segunda serie fue para el neozelandés, estudiante de Medicina en Oxford, Jack Lovelock (1910-1949), acreditado en 4:12.0 en la milla, con 3:58.0. Beccali ganaba la tercera serie con 3:59.6. En la final, el 5 de agosto, al comenzar la tercera vuelta el canadiense Phil Edwards (1907-1971) decidió cambiar de ritmo. Edwards, nacido en Guyana, había sido medallista de bronce en el 4 x 400 m de los Juegos de 1928 y también bronce olímpico en los 800 m unos días antes en ese 1932. Solo Cunningham fue capaz de seguir inicialmente al canadiense. A la altura de los 1200 m, 3:07.0, ambos llevaban una ventaja de 20 metros. En ese momento Beccali y Cornes se lanzaron en persecución del dúo de cabeza. En la contrarrecta Edwards abrió un hueco de 5 metros. Beccalli, no obstante, pudo dar caza a Cunningham, en la entrada de la recta de llegada, y a Edwards a falta de unos 50 m. El italiano entraba el primero con 3:51.2, mientras Cornes, tras una gran última recta, era segundo con 3:52.6, 0.2 menos que Edwards, Cunningham era cuarto con 3:53.4. Edwards se haría con otro bronce en estos Juegos, en el relevo 4 x 400 metros. Por su parte Cornes fue el último medallista olímpico británico en la prueba hasta la victoria de Seb Coe (1956) en 1980. Tras retirarse del atletismo sirvió como funcionario británico en Palestina. En 1946 sobrevivió milagrosamente al atentado en el Hotel Rey David de Jerusalén.
Las plusmarcas mundiales de Jules Ladoumègue, que seguía compitiendo como profesional, de 3:49.2 en 1500 m y 4:09.2 en la milla no se mantuvieron más allá de 1933. El 15 de julio en la ciudad estadounidense de Princeton, un magnífico duelo en la milla entre Jack Lovelock y el estadounidense Bill Bonthron (1912-1983) dio como resultado una gran plusmarca mundial de 4:07.6 para el neozelandésm que corrió la última vuelta en 58.9, y unos excelentes 4:08.7 para su rival. El 9 de septiembre Lovelock se enfrentó a Beccali en la final de los 1500 metros de la Universiada, que tenía lugar en Turín. El italiano cambió de ritmo a falta de 500 m y, pese a los esfuerzos de Lovelock, mantuvo la cabeza hasta el final, imponiéndose con 3:49.2, tiempo que igualaba la plusmarca mundial. El neozelandés se quedó cerca, 3:49.8. El 17 de septiembre, en Milán, en un encuentro Italia-Gran Bretaña, Beccali corría en 3:49.0.
Los logros de Lovelock y de Beccali resultaron, no obstante, superados en la temporada de 1934, como consecuencia de la dura pugna entre Glenn Cunninghan y Bill Bonthron. En marzo Cunningham había hecho la mejor marca mundial en pista cubierta de la milla con 4:08.4. El 16 de junio en Princeton se hizo con la plusmarca mundial absoluta de la prueba, 4:06.7, con Bonthron segundo, 4:12.5. Sin embargo, las tornas cambiaron una semana después en el campeonato universitario, donde este ganó con 4:08.0, 1.7 menos que su rival. El 30 de junio en el campeonato de Estados Unidos, Bonthron superaba la plusmarca mundial de Beccali, con 3:48.8, 0.1 menos que Cunningham, con pases de 1:01.3, 2:01.8 y 3:06.0. Entretanto, al otro lado del Atlántico, Beccali había sufrido una contundente derrota ante el sueco Eric Ny (1909-1945), 3:50.4, frente a 3:54.3. Sin embargo, el italiano consiguió recuperarse y se convirtió en campeón de Europa, en la primera edición de esta competición, celebrada en Turín. Hasta la victoria del español Fermín Cacho (1969) en en Europeo de 1994, Beccali fue el único atleta campeón olímpico y de Europa de 1500 m.
La temporada de 1935 resultó anodina. Probablemente los atletas tenían la vista puesta en los Juegos de 1936, donde al comienzo de la temporada había al menos cuatro firmes candidatos al oro, Beccali, Lovelock, Cunningham y Bonthron. Este último no pudo alcanzar la forma de 1934 y ocupó la cuarta posición en las pruebas de selección olímpica, con lo que se quedó fuera de los Juegos. La prueba terminó con la apurada victoria de Cunningham con 3:49.9, el mismo tiempo que Archie San Romani (1912-1994). Gene Venzke fue tercero con 3:52.2.
Las series semifinales de los Juegos tuvieron lugar el 5 de agosto. Había cuatro series, en las que se clasificaban para la final los cuatro primeros. Eric Ny se impuso en la primera con 3:54.8, el mismo tiempo que Cunningham. Venzke fue el vencedor en la segunda, muy lenta, con 4:00.4, 0.2 menos que Cornes y Lovelock. Beccali ganó la tercera con 3:55.6, el mismo tiempo que el húngaro subcampeón de Europa de 1500 y campeón de 800 Miklós Szabó (1908-2000), y 0.6 menos que Phil Edwards, que el día anterior había ganado un nuevo bronce olímpico en 800 m. El francés Robert Goix (1906-1983) se hizo con la última serie, con marca personal de 3:54.0, 1.0 menos que San Romani. La final, celebrada el 6 de agosto, fue una de la mejores de la historia de los Juegos, con plusmarca mundial y cuatro marcas personales entre los seis primeros. Cornes marcó 1:01.5 el primer 400. Ny y Cunningham dieron paso a la segunda vuelta 2:05.2. El sueco aún cruzó el primero los 1200 m en 3:05.4, pero justo en ese momento se vio superado por Jack Lovelock, que se fue irresistible a la meta, pese a los esfuerzos de Cunningham. Un último 300 en 42.8 le permitió superar la plusmarca mundial de Bonthron por 1.0, con 3:47.8, 0.6 menos que Cunningham. Beccali fue tercero, con 3:49.2, que igualaba su segunda mejor marca de siempre. No corría tan rápido desde 1933. San Romani ocupó la cuarta posición con 3:50.0, 0.1 más que su plusmarca personal. Los medallistas de bronce y plata de 1932, Phil Edwards y Jerry Cornes, fueron respectivamente quinto y sexto con 3:50.4 y 3:51.4, marcas personales en ambos casos.
Tras su gran victoria olímpica, Lovelock se retiró ese mismo año. En 1949, falleció trágicamente en un accidente en Nueva York, donde trabajaba como médico. Cunnigham continuó compitiendo a un gran nivel. El 3 de marzo de 1938, en una pista cubierta de 239 metros, corrió la milla en 4:04.6, que mejoraba en más de dos segundos su propia plusmarca mundial absoluta. No se homologó como tal por haberse hecho en sala y por contar con ayuda de liebres con vuelta perdida. En 1940, en el campeonato de Estados Unidos realizó su mejor marca de siempre en 1500 m, 3:48.2, si bien se vio superado por Walter Mehl (1916-2005), 3:47.9, a 0.1 de la plusmarca mundial. Mehl correría al año siguiente la milla en 4:07.6 en pista cubierta. Como en el caso de tantos atletas, la Segunda Guerra Mundial cortó su progresión. No volvería a la competición atlética tras la Guerra, aunque se haría entrenador.
Uno de los pocos atletas que sobrevivió deportivamente a la Guerra fue el sucesor de Cunningham como plusmarquista mundial oficial de la milla, el británico Sydney Wooderson (1914-2006). El 28 de agosto de 1937 corría la milla en 4:06.4, con un pase de 3:50.3 en el 1500. En 1938 se hacía con las plusmarcas mundiales de los 800 m, 1:48.4, de las 880 yardas, 1:49.2. Ese año se proclamó campeón de Europa de 1500 m, donde Beccali fue tercero. Tras la Guerra, en el campeonato de Europa de 1946 se hizo con el oro en los 5000 m. En 1939 un joven sueco poco conocido llamado Arne Andersson (1917-2009) lideraba la lista mundial del año de 1500 m con 3:48.8. Al año siguiente, un compatriota suyo, llamado Gunder Hägg (1918-2004), realizaba la misma marca. Entre 1941 y 1945, mientras en mundo se desangraba por una terrible conflagración bélica, entre los dos atletas suecos superarían diecinueve plusmarcas mundiales en pruebas de mediofondo y fondo, pero esa es otra historia, que ya hemos contado.
Cuando comencé el blog, en 2016, lo hice con una serie de diez entradas sobre las mejores carreras de 1500 m (o de la milla). Con un añadido sobre la final olímpica de 2021 y la entrada dedicada a Gunder Hägg y Arne Andersson, quedaba cubierta la historia de los 1500 m y de la milla desde los años 40. Faltaba la parte desde el siglo XIX hasta los años 40, por lo que hoy inicio una serie de tres entradas sobre la historia de estas pruebas en esa época. La primera abarcará hasta los Juegos Olímpicos de 1920, la segunda sobre los años 20 y el dominio finlandés y la tercera sobre los años 30 y la rivalidad entra Luigi Becalli, Glenn Cunnhingham y Jack Lovelock. Empezamos.
El atletismo comenzó a mediados del siglo XIX en las Islas Británicas con la medida de la milla (1609.344 m) como su referencia. Inicialmente la carrera a pie era sinónimo de pedestrismo, pero alguien tuvo la brillante idea de trasladar las carreras a pistas, de tierra, construidas alrededor de los campos de fútbol y de rugby de un cuarto de milla de cuerda. La distancia de la milla se convirtió en la prueba reina. La gran figura del mediofondo del siglo XIX fue el inglés Walter George (1858-1943). George tomaba parte en distancias desde la media milla hasta las 10 millas. El 21 de junio de 1884 superaba su propia plusmarca mundial amateur de la milla hasta dejarla en 4:18 2/5. El escocés William Cummings (1858-1919) poseía la plusmarca mundial profesional en 4:16 1/5. George pidió permiso para que ambos se enfrentasen. La AAA (Amateur Athletics Association) británica lo denegó. Decidió entonces pasarse al atletismo profesional. El año siguiente, es 31 de agosto, en Lillie Bridge (Londres) ambos atletas se enfrentaron, con victoria de George con 4:20 1/5. Casi 12 meses después, el 23 de agosto de 1886, en el mismo lugar y ante 20 000 espectadores, George volvía a imponerse con unos entonces impresionantes 4:12 3/4. No hubo ningún atleta que corriese tan rápido hasta 1915. El año anterior había hecho 4:10 1/5, si bien esta marca no quedó suficientemente acreditada, en una carrera que tenía 5 metros y medio de más.
La primera edición de los Juegos Olímpicos tuvo lugar en Atenas diez años después, en 1896. Se trataba de un proyecto casi personal del aristócrata francés Pierre de Coubertin (1863-1937). En esta primera competición los mejores milleros estuvieron ausentes. la victoria en 1500 m fue para el australiano Edwin Flack (1873-1935), que no figuraba entre los 25 mejores de año, en una lista encabezada por el canadiense Richard Grant con 4:08.0+. En la dura superficie y las cerradas curvas del estadio Panatinaikos, Flack completó la prueba en 4:33.2. Su sucesor, cuatro años más tarde, en los Juegos Olímpicos de París, el británico Charles Bennett (1870-1949), corrió mucho más rápido, en 4:06.2, plusmarca mundial oficiosa. Duró hasta 1904, en los siguientes Juegos Olímpicos, que continuaban sin consolidarse, cuando el estadounidense James Lightbody (1882-1953) se hizo con el oro con 4:05.4. Dos años después, en los Juegos Intercalados no oficiales de Atenas volvió a ganar en los 1500 m.
Poco antes de los Juegos de 1908, que tendrían lugar en Londres, se rompía por primera vez la barrera de los 4 minutos en los 1500 m. El 30 de mayo de 1908, en el estadio londinense de White City, el británico Harold Wilson (1885-1932), corría la distancia en 3:59.8. Poco después, en la final olímpica, cedía ante el estadounidense Melvin Shepard (1883-1942), 4:03.4 frente a 4:03.6. El programa de esta prueba fue algo extraño, con ocho series semifinales, de las que solo se clasificaba el primero. El italiano Emilio Lunghi (1887-1925) resultó eliminado con el segundo mejor tiempo de los semifinalistas, 4:03.8. Otros ilustres no clasificados fueron el anterior campeón olímpico James Lightbody o el francés Jean Bouin (1888-1914)
El estadounidense Abel Kiviat (1892-1991) era el gran favorito para los Juegos Olímpicos de 1912. El 26 de mayo de ese año superaba la plusmarca mundial oficiosa de Harold Wilson con 3:59.2. El 1 de junio mejoraba hasta 3:56.8 y una semana más tarde se iba a 3:55.8, primera plusmarca mundial oficial reconocida por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics). En la final olímpica de Estocolmo, no pudo, sin embargo, con el británico Arnold Jackson (1891-1972). Jackson se impuso con 3:56.8, 0.1 menos que Kiviat y su compatriota Norman Taber (1891-1952), con los seis primeros por debajo de los 4 minutos. El británico se convertiría en general de brigada tras combatir en la Primera Guerra Mundial.
El cuarto lugar en la final olímpica fue para el también estadounidense John Paul Jones (1890-1970), El 31 de mayo de 1913, Jones se convertía en el primer plusmarquista mundial oficial de la milla, con 4:14.4. Dos años más tarde, el 16 de julio de 1915, Norman Taber superaba, por fin, a Walter George, al correr la prueba en 4:12.6. La entonces llamada Gran Guerra hizo que se cancelasen los Juegos Olímpicos de Berlín. Como sucedería dos décadas y media después, durante la Segunda Guerra Mundial con Hägg y Andersson, otro atleta de la neutral Suecia, John Zander (1890-1967), dominó el medio fondo, con plusmarcas mundiales, entre 1917 y 1918, en 1500 m, 3:54.7, 2000 m, 5:30.4 y 3000 m, 8:33. Al otro lado del Atlántico, en Estados Unidos, el mejor millero, con 4:14.4, era Joie Ray (1894-1978). Ninguno de los dos, sin embargo, lastrados por problemas físicos, llegó en forma a los Juegos Olímpicos de 1920, que se celebraban en Amberes. Zander abandonó en la final y Ray solo pudo se octavo. El ganador fue el británico Albert Hill (1889-1969), que se había hecho con el oro en 800 m unos días antes. En 1914 corría en 1:54.1 los 800 m y en 4:21.2 la milla. Tras combatir en la guerra, en 1918 retomó los entrenamientos, dirigido por Sam Mussabini (1867-1927), uno de los protagonistas de Carros de Fuego. En 1919, Hill corrió la milla en 4:16.8. Estuvo a punto de no ir a Amberes porque los seleccionadores consideraban que, con 31 años, era demasiado mayor para tomar parte en unos Juegos. En la final olímpica se impuso a su compatriota, de la misma edad, Philip Noel-Baker (1889-1982), 4:01.8 frente a 4:02.4. Hill corrió la milla en 4:13.8 en 1921. Ese mismo año se retiró y se hizo entrenador. Dirigió entre otros a su compatriota Sydney Wooderson (1914-2006), doble campeón de Europa antes y después de la Segunda Guerra Mundial y plusmarquista mundial de la milla en los años 30.
El caso de Philip Noel-Baker se merece un pequeño apartado. En 1912 había sido sexto en la final olímpica de 1500 m. Durante la guerra se dedicó a gestionar varias unidades de ambulancias en Francia y en Italia, bajo los auspicios de la Cruz Roja Británica. Por sus servicios recibió distinciones en su país, Francia e Italia. Al acabar el conflicto, sin dejar de competir, colaboró en la formación de la Liga de Naciones. Se retiró del deporte en 1924, año en que comenzó como profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Londres y posteriormente en Yale. Fue miembro de la Cámara de los Comunes y ocupó distintos cargos intermedios en el Gobierno Británico en los años 40 relacionados con Asuntos Exteriores. También formó parte de la delegación británica durante la formación de la Organización de las Naciones Unidas. En 1959 recibió el premio Nobel de la Paz.
Uno de los atletas destacados en los Juegos de 1920 fue un finlandés, entonces no demasiado conocido, llamado Paavo Nurmi(1897-1973). En la década que acababa de entrar se convertiría en uno de los mejores corredores de fondo de siempre, pero también en uno de los grandes mediofondistas.
Feliz Navidad a todos mis lectores. El blog está en una media de algo menos de 100 visitas diarias. No está nada mal.
A pesar de que los lanzadores de martillo de los Estados Unidos se llevaron los oros olímpicos en las siete primeras ediciones de los Juegos, hasta 1924, el concurso perdió todo su interés en el país. Las competiciones de martillo comenzaron a escasear y las pocas que había tenían lugar fuera de los estadios, sin público, lo que incidió negativamente en el número de practicantes. Las cosas comenzaron a cambiar después de la Segunda Guerra Mundial. Sam Felton (1926-2015) se dedicó al estudio de los métodos europeos de lanzamiento. Fue cuarto en los Juegos de Londres, a escasos 7 cm de su compatriota Robert Bennett (1919-1974), bronce. Ambos prepararon el camino para la irrupción de uno de los grandes de la historia de la prueba, el formidable Hal Connolly (1931-2010).
Harold Vincent Connolly nació el 1 de agosto de 1931 en Somerville, Massachusetts. Connolly sufrió una afectación del plexo braquial izquierdo al nacer, lo que le produjo un defecto en el desarrollo de la extremidad superior, que llegó a ser 10 cm más corta que la derecha. Este problema no le impidió convertirse en atleta de elite. Estudiante en el Boston College y posteriormente en UCLA, progresó rápidamente en el lanzamiento de martillo desde 55.40 en 1954 hasta 63.88 m en 1955, muy cerca de los 64.52 m que el bielorruso, entonces soviético, Mijail Krivonosov (1929-1994) poseía como plusmarca mundial. En 1956, antes de los Juegos Olímpicos de Melbourne, que se celebraban a finales de noviembre, ambos mantuvieron una dura pugna por la plusmarca mundial, con la irrupción de otro estadounidense, Cliff Blair (1929-2013). Este lanzó el 4 de julio 65.95 m, homologado como plusmarca estadounidense, pero no reconocida por la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics). Krisonov lrealizó 65.85 m el 25 de abril y 66.38 el 8 de julio. Connolly hizo 66.71 el 3 de octubre, no homologado por la IAAF. Krisonov respondió con 66.85 y 67.32 m el 22 de octubre. Pero acabaría siendo Connolly el que llegase a los Juegos como plusmarquista mundial con 68.68 m el 2 de noviembre. Se preveía que habría un gran duelo entre ambos, por el oro olímpico. Unos meses antes, el 29 de junio, Connolly solo había sido tercero en las pruebas de selección olímpica, superado por Al Hall (1934-2008) y por Cliff Blair. Connolly conseguiría su objetivo olímpico. Lo que no sospechaba es que se haría mundialmente famoso por otro tema, ajeno al atletismo, en el que la mitad del protagonismo fue para la lanzadora de disco checa, entonces checoslovaca, Olga Fikotová (1932)
Olga Fikotová nació en la localidad checa de Libiš, cerca de Praga, el 13 de noviembre de 1932. Dotada naturalmente para el deporte, representó internacionalmente a Checoslovaquia en baloncesto y balonmano, antes de comenzar con el lanzamiento de disco, en 1954. Estudiante de Medicina en la Universidad de Carlos, progresó rápidamente y en 1956 resultó seleccionada para los Juegos de Melbourne, adonde llegó con una mejor marca ese año de 51.80 m. Era el cuarto mejor lanzamiento de ese año, por detrás de tres soviéticas, la campeona olímpica, la rusa Nina Ponomaryova (1929-2016), 54.36 m, otra rusa Iryna Beglyakova (1933-2018), 52.71 m, y la veterana georgiana, plusmarquista mundial con 57.04 m, Nina Dumbadzne (1919-1983), 52.27 m. Fikotová seguramente se veía peleando por el podio olímpico. Lo que no se imaginaba era la manera en que los Juegos le cambiarían la vida.
El 23 de noviembre tuvo lugar la final de lanzamiento de disco femenino. Beglyakova se colocó en cabeza en la primera ronda con 51.74 m, nueva plusmarca olímpica. En la segunda, Ponomaryova recuperó su primado olímpico con 51.61. Fikotová sorprendió en el tercer intento con mejor marca personal de 52.02 m, que la colocaba en la cabeza de la prueba. En la misma ronda se vio superada por Beglyakova con 52.54 m. Fikotova siguió progresando con 52.28 m en el cuarto intento y unos magníficos 53.89 m en la ronda final, que le dieron el oro, por delante de Beglyakova, 52.54 m, y Ponomaryova, 52.02 m. Curiosamente esta última había enseñado algunos detalles de la técnica de lanzamiento a Fikotová el año anterior.
Al día siguiente se celebró la final masculina de lanzamiento de martillo. En la primera ronda el ruso, entonces soviético, Anatoli Samontvestov (1932-2014) superaba con 62.10 m la anterior plusmarca olímpica y se colocaba en cabeza. Dos lanzamientos de 63.00 y 63.03 m colocaban en la mitad de la prueba a Krivosonov primero, con Connolly segundo, 62.65 m. El bielorruso hizo tres nulos a continuación, mientras en estadounidense se iba a 63.19 m en su quinto intento. En la última ronda Samontyestov reforzaba su tercera posición con 62.96 m.
Tanto Fikotová como Connolly consiguieron el oro olímpico, pero esto no fue lo más importante que les dieron estos Juegos. Sus caminos se cruzaron y, pese a las diferencias políticas de sus respectivos países, y que apenas eran capaces de mantener una conversación bien en el mal alemán de él, bien en el mal inglés de ella, comenzaron una relación sentimental. La reacción positiva de la prensa occidental fue diametralmente opuesta a la de las autoridades checoslovacas, decididas a no permitir la salida de Fikotová del país. Parece que los buenos oficios del matrimonio de campeones olímpicos y héroes nacionales formado por Emil Zátopek (1922-2000) y Dana Zátopková (1922-2020) tuvieron que ver para que finalmente las autoridades checoslovacas permitiesen la boda y el traslado de Olga a los Estados Unidos. El casamiento tuvo lugar en 1957 en el antiguo ayuntamiento de Praga. Se intentó mantener el lugar de la ceremonia en secreto pero se acabó sabiendo y 40 000 personas acudieron a presentar sus respetos a la pareja.
Tras establecerse en California Olga, ahora Olga Connolly, intentó terminar Medicina y seguir representando a su país de origen, pero no tuvo éxito en ninguno de estos objetivos. Representó a Estados Unidos en las siguientes cuatro ediciones de los Juegos. Fue séptima en 1960, duodécima en 1964, sexta en 1968 y décimo sexta en 1972, donde fue abanderada en la ceremonia inaugural. Por su parte Hal siguió coleccionando plusmarcas mundiales: 68.68 m (20 06 1958), 70.33 m (12 08 1960), 70.67 m (21 07 1962), 71.06 m (29 05 1962) y 71.26 m (20 06 1965). No le fue tan bien en la competición olímpica. Fue octavo en 1960, sexto en 1964, no pasó a la final en 1968 y no se clasificó en 1972.
La historia de amor de Connolly y Fikotová llegó a su fin en 1975, cuando la pareja se divorció. Uno de sus hijos, Jim Connolly, fua campeón universitario estadounidense de decatlón en 1987. Connolly volvió a casarse en 1976 con la antigua pentatleta y entrenadora Pat Winslow (1943). Hal Connolly se dedicó a la enseñanza y al entrenamiento de lanzamiento de martillo. Murió el 18 de agosto de 2010. Olga también se dedicó a entrenar y al trabajo social. En la actualidad vive retirada en Estados Unidos.
Hal Connolly fue el último campeón olímpico estadounidense en el lanzamiento de martillo. Desde su oro en Melbourne tan solo Lance Deal (1961) ha conseguido representar a Estados Unidos en el podio con su plata en los Juegos de 1996.
Entre el 30 de abril de 1960 y el 21 de julio de 1963, poco más de tres años, se mejoró la plusmarca mundial de salto de altura en nada menos que 12 centímetros. Nunca en la historia de la prueba se había dado una progresión tan importante en tan poco tiempo. Ese trienio coincidieron dos saltadores excepcionales, el estadounidense John Thomas (1941-2013) y el ucraniano, entonces soviético, Valeri Brúmel (1942-2002). Ambos tenían un dominio magistral de la técnica predominante de salto entonces, el rodillo ventral, y, sin duda se beneficiaron de la sustitución de la arena por la colchoneta en la caída.
John Curtis Thomas nació el 3 de marzo de 1941 en Boston. Con 1.96 m de estatura, comenzó a destacar muy joven en el salto de altura. En 1958 ya se elevaba por encima de 2.10 m. En 1959 sorprendió al mundo atlético con unos registros magníficos en pista cubierta, que entonces no se homologaban como plusmarcas mundiales, ni siquiera en sala. En un período de 42 días saltó 2.11, 2.125, tres veces 2.13 y 2.165 m, marca esta ligeramente superior a la plusmarca mundial absoluta. Se perdió la temporada al aire libre por un accidente en un pie en el hueco de un ascensor. Regresó muy fuerte en 1960, primero en pista cubierta con dos veces 2.17, 2.18 y 2.195 m, registros ya superiores al techo mundial, pero no homologables. Esto lo solucionó al aire libre, con cuatro plusmarcas mundiales oficiales en el espacio de dos meses. El 30 de abril superó 2.171 (2.17) m, un centímetro más que la anterior plusmarca mundial del ruso, entonces soviético, Yuri Stépanov (1932-1965). Stépanov había realizado este registro con un alza en la zapatilla de 5 cm. Aunque la marca se homologó, a partir de entonces solo se permitieron alzas de 13 mm como máximo. El 21 de mayo, Thomas repitió los 2.17 m, en realidad 2.178 m. El 24 de junio se fue a 2.184 (2.18) m. En Stanford, en las pruebas de selección olímpica , el 1 de julio, hizo su mejor competición se siempre. Saltó a la primera 2.195 y 2.232 m, pero la burocracia no consideró la primera marca y restó un centímetro a la segunda. Hasta el 1 de enero de 1963 se homologaban marcas de saltos y lanzamientos tanto en el Sistema Internacional como en pies y pulgadas. La medición en este último sistema del salto de Thomas fue 7’3 7/8 (7 pies, 3 pulgadas y 7/8, es decir, 2.232 m). El reglamento no permitía fracciones de octavos de pulgadas, de modo que hubo de redondearse a cuartos de pulgadas 7’3 3/4 o 2.229 m. A partir de 1963 solo se consideraron válidas las marcas en el Sistema Internacional, por lo que el salto de Thomas se redondeó al centímetro inferior, convirtiéndose en 2.22 m. El segundo y el tercero de las pruebas de selección fueron Joe Faust (1942), 2.134 m y Charlie Dumas (1937-2004), 2.108 m, el anterior campeón olímpico que acompañarían a Thomas a los Juegos Olímpicos de Roma.
Desde 1896, Estados Unidos solo había dejado de ganar el oro en salto de altura en 1948. En Roma pensaban continuar con la racha, pese al potente equipo soviético con el ruso Viktor Bolshov (1939), que en dos años había pasado de 1.95 a 2.15 m, el georgiano Robert Shavlakadze (1933-2020), acreditado en 2.13 m, y, sobre todo, el joven ucraniano de 18 años Valeri Brúmel, plusmarquista soviético con 2.17 m. La final olímpica de salto de altura tuvo lugar el 1 de septiembre, en una calurosísima tarde. Faust y Dumas, con problemas físicos, no pudieron dar lo mejor de sí. El primero ocupó la 17ª y última plaza con 1.95 m, mientras Dumas fue 6º con 2.03 m. Los soviéticos, sin embargo, tuvieron un rendimiento competitivo magnífico. Con el listón situado a 2.14 m Thomas se había quedado solo con los tres soviéticos. Lideraba Shavlakadze, que había saltado la altura a la primera, marca personal. Tanto Bolshov, como Brúmel, como Thomas lo habían hecho al segundo intento. Thomas era segundo por menos saltos previos. Sin embargo no pudo con 2.16 m, cosa que sí hicieron Shavlakadze, a la primera, y Brúmel a la segunda. Shavlakadze se proclamaba sorprendentemente campeón olímpico, con dos marcas personales, mientras Brúmel demostraba también una gran capacidad competitiva pese a su juventud. El contrapunto fue John Thomas, también muy joven, al que su bronce supo a poco. La reacción de los aficionados estadounidenses fue tan desfavorable que llevó a Thomas a declarar Esta fue la primera vez que me di cuenta de que a la gente no le gustaba yo, le gustaban los ganadores. Thomas había saltado por encima de 2.16 m diez veces.
John Thomas no volvió a alcanzar la forma de 1960, si bien se mantuvo regularmente en 2.18 o 2.19 m. En 1964 volvió a los Juegos Olímpicos tras haberse impuesto en las pruebas de selección. Allí se enfrentaría a un Valeri Brúmel, que ya no era un joven inexperto, sino el plusmarquista mundial con unos superlativos 2.28 m.
Valeri Nikoláievich Brúmel nació en la localidad siberiana de Razvedki el 14 de abril de 1942, en el seno de una familia de geólogos que estaban explorando la zona. Siendo Valeri muy joven, se trasladaron a la ciudad ucraniana de Lugansk. Con 16 años ya saltaba 2 m. En 1960, tras su medalla de plata en Roma, realizó tres plusmarcas europeas en seis semanas, 2.18, 2.19 y 2.202 (2.20) m. En enero de 1961, en pista cubierta, superó a Thomas al saltar 2.25 m, que no se homologaron Oficialmente su primera plusmarca mundial fue el 18 de junio de 1961, cuando saltó en Moscú 2.236 (2.23) m. Continuó el 16 de julio con 2.243 (2.24) m y con 2.25 m el 31 de agosto en la Universiada de Sofía (Bulgaria). Continuó mejorando en 1962. El 22 de julio, en Palo Alto, en el encuentro entre Estados Unidos y la Unión Soviética realizaba 2.26 m. Un desconocido John Thomas ocupaba la última posición con 2.05 m. Este encuentro entre los dos superpotencias tuvo lugar entre 1958 y 1985, con periodicidad variable y en aquellos años 60, en plena Guerra Fría, se le daba mucho valor. El 9 de septiembre en Moscú subía hasta 2.27 m. En el medio de las dos plusmarcas mundiales se proclamó campeón de Europa al aire libre 2.21 m, 8 cm más que el segundo, el sueco Stig Petterson (1935). Tercero fue Robert Shavlakadze. La última plusmarca mundial de Brumel tuvo lugar el 21 de julio de 1963, en Moscú, durante el encuentro Unión Soviética-Estados Unidos. Se elevó hasta 2.28 m. El líder soviético NikitaJruschov (1894-1971), presente en el palco, no pudo evitar abrazar efusivamente al diplomático estadounidense Averrel Harriman (1891-1986).
En 1964 se volvía a encontrar a John Thomas en la final olímpica de salto de altura. La diferencia entre ambos parecía insalvable. Brúmel había saltado 2.28 el año anterior y 2.24 m ese año. Los 2.22 m (en realidad 2.23) de Thomas eran de 1960. En 1964 llegó a los Juegos de Tokio con 2.18 m, aunque había saltado 2.20 en pista cubierta. A la hora de la verdad, la prestación de ambos fue muy pareja. En la clasificación, el ucraniano se mostró inseguro. Estuvo a punto de quedarse fuera en 2.03 m, si bien pasó 2.06 m, marca para la final, a la primera. En la final, con 2.14 quedaban cinco atletas. Brúmel, Thomas, otro estadounidense de nombre cinematográfico, John Rambo (1941-2013) y los medallistas europeos Stig Petterson y Robert Shavlakadze. Rambo se colocó en cabeza al superar la altura a la primera. Petterson necesitó dos intentos y los otros tres también pasaron, a la tercera tentativa. En la siguiente altura, 2.16 m, Petterson y Shavlakadze resultaron eliminados. Brúmel saltó la altura en el primer intento, Thomas en el segundo y Rambo en el tercero. Este no pudo con 2.18 m, que los otros dos superaron en el primer intento. Ambos derribaron tres veces el listón situado en 2.20 m. Brumel era campeón con más apuros de lo esperado.
En 1965, Brúmel se quedó en una mejor marca de 2.19 m. Este fue su último año en la elite. Todo terminó bruscamente el 4 de octubre de ese año, cuando sufrió una fractura complicada de la tibia derecha tras un accidente de motocicleta. Pocos días después recibía un telegrama con el siguiente texto A veces parece que un giro del destino quiere poner a prueba la fuerza de carácter de un hombre. No te dejes derrotar. Confío sinceramente en volverte a ver saltar. John Thomas. Pese a las circunstancias, ambos saltadores habían desarrollado una sincera admiración y amistad. Después de 20 operaciones, en 1970, Brúmel fue capaz de saltar 2.06 m. Posteriormente hizo una tesis doctoral en Psicología del deporte, escribió cuatro obras de teatro, una novela y el guion de una película. Murió el 26 de enero de 2022. Thomas, por su parte, siguió compitiendo hasta 1967. Posteriormente trabajó en el departamento de ventas de la compañía de teléfonos Bell. Fue algo más longevo que Brúmel. Falleció el 15 de enero de 2013.
La plusmarca de Brúmel de 2.28 m duró oficialmente hasta el 3 de julio de 1971, cuando el estadounidense Pat Matzdorf (1949) saltó 2.29 m. Sin embargo, unos meses antes, el 8 de noviembre de 1970), el chino Ni Zhiqin (1942), que había nacido el mismo día que Brúmel, había realizado la misma marca que Matzdorf, pero entonces la República Popular China estaba excluida del ámbito de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, hoy World Athletics). El salto de altura había comenzado a cambiar con la victoria del estadounidense Dick Fosbury (1947) en los Juegos Olímpicos de 1968, con su entonces particular estilo que acabó llevando su nombre. El 11 de julio de 1973 el también estadounidense Dwight Stones (1953) se convertía con 2.30 m en el primer plusmarquista mundial con estilo Fosbury. Nunca se sabrá qué habría sucedido si Brumel hubiese estado en buenas condiciones en los Juegos de México y hubiese batido a Fosbury. ¿Se habría adoptado el nuevo estilo con la misma rapidez?
Sin duda la victoria en los 800 m Zúrich en 1:42.88 del británico Steve Cram(1960) sobre el brasileño campeón olímpico de la distanciaJoaquim Cruz(1963) convenció al primero de que podía tomar parte con garantías en la doble vuelta de los grandes campeonatos. En 1986 los atletas británicos tenían dos grandes citas, los Juegos de la Commonwealth en Edimburgo a finales de julio y los campeonatos de Europa en Stuttgart un mes más tarde. Cram decidió preparar tanto los 800 como los 1500 m con intención de ganar los cuatro oros, lo que, a tenor de lo visto, en 1985 entraba dentro de lo posible.
Antes de los Juegos de la Commonwealth Cram volvió a dos de los escenarios de sus éxitos el año anterior. El Oslo el 5 de julio corría la milla en 3:48.31, su segunda mejor marca de siempre, y en Niza el 15 del mismo mes ensayaba la estrategia que pondría en práctica en los dos grandes campeonatos de ese año. Cram corría la primera vuelta en el medio del grupo y algo alejado de la liebre, que pasaba en 0.45 y toma de la cabeza en el 600, yéndose irresistible hacia la meta en unos magníficos 1:43.62.
El 31 de julio, en la final de los Juegos de la Commonwealth, Cram se encontró la carrera que buscaba. Inglaterra había clasificado a sus tres representantes, pero Seb Coe (1956) no salió en la final por problemas físicos. Otro inglés, Peter Elliott (1962) pasó los primeros 400 m en 51.03, con Cram cerrando el grupo, que seguía compacto. Con una sorprendente superioridad, Cram pasaba en la recta de enfrente de la última posición a la primera faltando 180 m. Entró en la meta destacado con la mejor marca mundial del año, 1:43.22, 1.58 menos que el escocés Tom McKean (1962), segundo. Unos días más tarde, Cram se imponía en un 1500 sin historia en 3:50.87.
El 28 de agosto, Cram estaba en la línea de salida de la final de los 800 m del Europeo, en la pista de Stuttgart, donde había llovido bastante. Su mayor rival parecía Coe, que esa temporada había corrido en unos buenos 1:44.10. El alemán Peter Braun (1962) dio paso al primer 400 en 51.98 con los dos británicos en las dos últimas plazas. En la contrarrecta, Cram fue ganando posiciones. Cuando intentó colocarse en cabeza a falta de 220 m, McKean se dio cuenta y se lo impidió haciéndose él mismo con la primera posición. Cram trató de superar a McKean, sin conseguirlo, durante toda la última curva, con Coe expectante en la tercera posición. La última recta fue un cerrado duelo entre los tres británicos, con victoria de Coe, 1:44.50, sobre McKean, 1:44.61, y Cram, 1:44.88, que perdió mucha energía tratando de adelantar en la curva. Para Coe era su primer triunfo en un 800 m de un gran campeonato. Había sido tercero en el Europeo de 1978 y segundo en 1982 y subcampeón olímpico en 1980 y 1984.
El 1500 se presentaba como una pugna entre los británicos Cram y Coe y los españoles José Manuel Abascal (1958), mejor marquista mundial del año con 3:31.13, y José Luis González (1957), plusmarquista español con 3:30.92. A la hora de la verdad los británicos se mostraron muy superiores. Abascal ni siquiera se clasificó para la final. La carrera definitiva resultó terriblemente lenta, con pases de 1:03.63 y 2:07.59. Tras un 1200 en 3:03.21, Cram se colocó primero, con González pisándole los talones y Coe tercero. Este superó a González a falta de 100 m, pero no pudo alcanzar a Cram, que renovaba su título europeo de la distancia, con 3:41.06, 0.52 menos que Coe. González perdía el bronce a falta de 50 m en beneficio del neerlandés Han Kulker (1959).
De los cuatro oros disputados en grandes campeonatos en 1986, Cram se había hecho con tres. Aún le quedaban tres buenas carreras. El 5 de septiembre en Bruselas intentó recuperar la plusmarca mundial de 1500 m, 3:29.46, que había superado el marroquí Said Aouita (1959) el año anterior. El propio Aouita estaba en la reunión, pero en la prueba de 2000 m. Cram estuvo en tiempo de plusmarca hasta los últimos 300 m. Realizó 3:30.15, mejor marca del año y la segunda mejor suya de siempre. El 9 de septiembre en Rieti, restaba unas centésimas a su mejor marca del año en 800 m, 1:43.19. Y el 12 de septiembre enLondres corría la milla en 3:49.49.
Tanto para Cram como para Coe, las medallas de Stuttgart fueron sus últimos metales en las grandes competiciones. A partir de 1987 el rendimiento de Cram descendió notablemente. Probablemente su frágil estructura muscular no pudo más. Comenzó esa temporada con una inesperada derrota en la Copa de Europa ante José Luis González, quien no le ganaba desde 1981. En una carrera muy lenta, con un último 400 en 50.2, el español venció con 3:45.49, 0.05 menos que el británico.
Según avanzaba la temporada, no obstante, las cosas no parecían ir mal para Cram. Realizó 3:50.08 en la milla en Oslo y 3:31.43 en 1500 m en Zúrich, batiendo claramente a González. Este tiempo era el segundo más rápido de la distancia de esa temporada, tras los 3:30.69 de Aouita. El marroquí, sin embargo. se había decidido por los 5000 m en el campeonato del mundo, con lo que el principal favorito parecía Cram. Coe se había perdido la temporada por problemas físicos. La final del 1500 del Mundial, a la que Cram había accedido sin problemas, comenzó con un ritmo lento, con un pase de 1:03.46 el primer 400. Se avivó ligeramente con una segunda vuelta en 2:03.90. A falta de 500 m, Cram tomaba la cabeza con un notable cambio de ritmo. Dio paso a los 1200 m en 2:57.74, un parcial de 53.84, con el somalí Addi Bile (1962), 3:31.71 ese año, y González inmediatamente detrás. El británico se vio superado por Bile y por el español en la mitad de la última curva y se quedó sin energía en la última recta. Entró octavo, andando, en 3:41.19, mientras Bile se proclamaba campeón del mundo con 3:36.80, 1.23 menos que González, segundo.
Cram había corrido en 1987 carreras muy rápidas de 1500 m, pero daba la sensación de que le costaba correr las tres rondas de los campeonatos tan seguidas. En 1988 unos mejores registros de 1:43.42 y de 3:30.95, mejor marca del año, además de 3:48.85 en la milla, también el tiempo más rápido de la temporada, lo convencieron para intentar el doblete en los Juegos Olímpicos de Seúl, donde uno de sus rivales sería Said Aouita, que volvía al mediofondo, tras haberse dedicado más a los 5000 m. El marroquí también disputaría los 800 m, prueba a la que apenas había prestado atención desde 1983. Pero ninguno de los dos había llegado en su mejor momento. Cram, afectado por una lesión en el muslo previa a los Juegos, se quedó en los cuartos de final de los 800 m, en una serie que ganó el marroquí. Este, tras conseguir brillantemente el bronce en la doble vuelta, no se presentó a su semifinal de 1500 m, después de haberse impuesto en su serie. En el kilómetro y medio, Cram, sin embargo, había dado una buena impresión tanto en su serie como en su semifinal. Ausentes Coe, Bile, González o el propio Aouita, aunque el británico no era su mejor versión, parecía superior a sus rivales, entre los que destacaba su compatriota Peter Elliott, cuarto en la final de 800, y su viejo conocido, el plusmarquista estadounidense de la milla Steve Scott. En la final, el primer 400 se pasó en 59,65, con todos los atletas agrupados. A falta de 800 m el keniano Peter Rono (1967) se colocaba en cabeza. Aunque el ritmo no varió en los 800 m, 2:00,31, Rono fue progresivamente aligerando el paso. A falta de una vuelta el cronómetro marcaba 2:43,03. Rono seguía en cabeza pero apenas nadie se despegaba. El 1200 se pasó en 2:56,69, con el grupo algo más estirado, pero pisando los talones al keniano. Parecía que su aventura tocaba a su fin cuando a falta de 250 m, Elliot, el alemán Jens-Peter Herold (1965) y Cram se le acercaron peligrosamente. En la última recta la impresión era que Rono se difuminaría, pero aún tuvo fuerzas para cambiar de ritmo y hacerse con un sorprendente oro en 3:35.96, delante de Elliot, 3:36.15, Herold, 3:36.21 y de Cram, 3:36.24, que se quedaba fuera del podio.
Cram siguió compitiendo hasta 1994. En 1990 fue quinto en el 1500 del Europeo al aire libre. En 1991 y 1993 disputó las semifinales del Mundial al aire libre. Tras su retirada participó algunos maratones. Su mejor marca fue de 2h35:43 en 1999 en Londres. Licenciado en Educación Físicas, Cram ejerce como entrenador de corredores de fondo. Ha trabajado como comentarista de atletismo primero en Eurosport y en la actualidad en los deportes de la BBC. Atleta elegante y de una enorme calidad, sus problemas musculares le impidieron alcanzar incluso mayores cotas en el atletismo. Pese a ello, logró cuatro plusmarcas mundiales, dos oros y un bronce europeos, un oro mundial y una plata olímpica. Su retirada marcó el inicio de una larga travesía en el desierto del mediofondo británico, hasta la irrupción de Jake Wightman (1994), campeón del mundo en 2022, Josh Kerr (1997), bronce olímpico en 2021, o Jake Heyward (1999), plata europea en 2022.
Tras la temporada realizada en 1983 por el británico Steve Cram(1960), la prensa de su país había encontrado al nuevo rey del mediofondo. Aunque Steve Ovett (1956) había vuelto a la competición y había mejorado la plusmarca mundial de 1500 m, en sus duelos directos con Cram había resultado derrotado en dos ocasiones. En cuanto a Sebastian Coe (1956) a esas altura muchos dudaban que volviese a ser competitivo. Coe reanudó los entrenamientos en diciembre de 1983. Progresivamente fue entrando en la pista, pero no fue capaz de imponerse en el 1500 de la Athletic Amateur Association (AAA), derrotado por el joven Peter Elliott (1962), por 0.13. Cram, que había ganado el 800 de la misma competición, y Ovett estaban clasificados para los Juegos Olímpicos de 1984, que tendrían lugar en Los Ángeles, por su condición de campeón del mundo y plusmarquista mundial, respectivamente. Gran parte de la prensa británica criticó amargamente la inclusión de Coe en la terna.
Pese a que no tuvo que disputar su presencia en los Juegos, las cosas tampoco estaban resultando fáciles para Cram. Se había lesionado en invierno. Parecía recuperado con su triunfo en el 800 de la AAA, pero unos días más tarde volvió a tener problemas físicos. Llegó a los Juegos, con menos entrenamiento del que habría querido y con una incógnita sobre su estado de forma. Quien parecía en mejor forma de los tres era Ovett, que había ganado la milla urbana de París y los 1500 de Oslo, Estocolmo y Lausana. Como Coe, competiría en los 800 y en los 1500 m en los Juegos.
Los 800 m olímpicos mostraron una actuación muy dispar de los dos grandes rivales. Mientras Coe se mostraba muy recuperado y solo cedía ante el poderoso brasileño Joaquim Cruz (1963), 1:43.00 frente a 1:43.64, Ovett era último y acababa en el hospital por problemas respiratorios. El resultado del primero en la doble vuelta le hizo ganar enteros como candidato al oro de los 1500 m, aunque había la duda de si sería capaz de disputar nueve carreras. El mejor marquista del año, el marroquí Said Aouita (1959), 3:31.54, había optado por los 5000 m, donde también era el más rápido de la temporada 13:04.78. En las series de 1500, Ovett parecía recuperado, al ganar su serie, mientras Coe era segundo en la suya y Cram ganaba la última. El mejor tiempo, 3:37.68, correspondió al plusmarquista español José Manuel Abascal (1958), que también había acudido con dudas a Los Ángeles. Las semifinales resultaron muy disputadas. Abascal, ganó la primera con 3:35.70, 0.01 menos que Coe y 0.11 menos que el subcampeón del mundo, el estadounidense Steve Scott (1956). En la segunda se impuso Cram con 3:36.30, por delante del estadounidense Jim Spivey (1961), del español Andrés Vera (1960) y de Ovett, que entró a 0.15.
Tras las dos rondas previas, los tres británicos parecían en buena forma. Incluso Ovett daba la impresión de estar recuperado. Eran los favoritos al podio, aunque no se podía descartar ni a Scott ni a Abascal. En la final, el sudanés Omar Khalifa (1956) dio paso al primer 400 en 58.85. Sorprendentemente, con 500 m de carrera, Scott, un gran finalizador, decidió colocarse en cabeza y cruzó los 800 m en 1:56.81. Abascal, sabiéndose limitado en los últimos metros, decidió aligerar el ritmo a falta de 600 m para la meta, llevándose consigo a los tres británicos. El español marcaba 2:53.21 en los 1200 m, momento en que Ovett, muy mermado después de todo, abandonaba. A punto de comenzar la última curva, Cram hizo amago de pasar a Abascal, pero Coe se dio cuenta y se lo impidió, pasando él mismo a la cabeza, seguido por el propio Cram, quien intentó acelerar en la última recta. No pudo. Coe, mostrándose completamente recuperado, se marchó irresistible hace la meta, ganando con 3:32.52, nueva plusmarca olímpica. Cram entraba segundo con 3:33.40 y Abascal, resistiendo la embestida final del keniano Joseph Chesire (1961), se hacía con el bronce, 3:34.30.
Coe mostró cuán equivocados estaban los que daban por finalizada su carrera atlética, que no fueron pocos, pero Cram no estaba como en 1983. Finalmente los problemas físicos de principio de temporada no le permitieron reproducir la forma del año anterior. Tras los Juegos hizo una mejor marca de la temporada de 3:33.13 y mejoró ligeramente su plusmarca personal en la milla con 3:49.65.
En 1985 no había campeonatos importantes. Las primeras ediciones de los Mundiales al aire libre tenían lugar cada cuatro años. Cuando esto sucedía los atletas de elite optaban por descansar o por tratar de superar las plusmarcas mundiales de sus distancias. Cram optó por esto último. No dejaron de acompañarlo los problemas físicos al inicio de la temporada, pero, a diferencia del año anterior, no alteraron su preparación. El 27 de junio sorprendía con un registro de 3:31.34 en los 1500 m, poco más de medio segundo por encima de los 3:30.77, que Ovett tenía como plusmarca mundial. Este tiempo no tuvo mucho más recorrido.
El 16 de julio en Niza tenía lugar un duelo que resultaría histórico. Por primera y única vez los dos grandes mediofondistas del momento se enfrentaban directamente, estando ambos en plena forma. Steve Cram y Said Aouita se habían visto las caras en dos ocasiones anteriormente. En el Mundial de 1983 se impuso el británico, pero Aouita todavía no era en que llegaría a ser. En 1984, en una milla en Londres, Aouita fue el primero y Cram último, tras haberse caído. En Niza, ambos mostraron que, en uno de los mejores momentos de ambos, su nivel era similar.
Desde el pistoletazo de salida, Cram corrió muy claramente por la plusmarca mundial, colocándose inmediatamente detrás de las liebres. Aouita, muy nervioso, no acababa de encontrar su sitio y se pasó gran parte de la carrera por la calle 2. El senegalés Babacar Niang (1958) pasó la primera vuelta demasiado rápido, en 54,1, 1,4 segundos por delante de Cram. Niang llegó hasta el 800 en 1:53,7, momento en que la segunda liebre, Omar Khalifa, se hizo con la cabeza, con Cram, 1:53,9 y Aouita, más atrás, muy mal colocado por la calle 2. A falta de 400 metros, Cram, que se veía muy suelto, inició la maniobra de adelantamiento a Khalifa, el español, José Luis González (1957) se fue detrás de él, lo mismo que Aouita. El británico pasó ya en solitario el 1200 en 2:49,7, 8 metros por delante de González, en ese momento sobrepasado por Aouita. La ventaja de Cram parecía insalvable. Al entrar en la última recta estaba unos 6 metros por delante del marroquí, pero este, en un memorable acelerón final, acabó quedándose a tan solo 0,04 del británico, quien en ningún momento descompuso su elegante figura. Cram lo había conseguido. Se había convertido con 3:29,67 en el primer atleta en correr un 1500 por debajo de 3:30,00.
La siguiente parada de Cram fue la milla de ensueño de Oslo el 27 de julio. El objetivo era la plusmarca mundial de Seb Coe, 3:47.33. Aouita había optado por los 5000 m, en los que se hizo con 13:00.40, por 0.01 con la plusmarca mundial. Los pases cada cuarto de milla de la carrera fueron muy irregulares, con Cram algo alejado de la cabeza, 56.01 (57.1 Cram), 1:53.82 (1:54.9) y 2:53.14 (2:53.3). A esas alturas de carrera, superar el tiempo de Coe parecía muy complicado, pero un último cuarto de milla en 53.0 permitió a Cram terminar en 3:46.32. Coe, que con 3:49.22 fue testigo de la pérdida de su primado universal, cedió en los últimos 150 m la segunda posición a González, quien terminó en 3:47.79.
Ocho días más tarde, el 4 de agosto en Budapest, con pases de 58.06, 1:55.73, 2:25.02, 2:54.58 y 3:53.95, Cram restaba 0.01 a la plusmarca mundial de 2000 m del neozelandés John Walker (1952), con 4:51.39.
Era la tercera plusmarca mundial de Cram en menos de 3 semanas. Aún intentaría una cuarta. El 9 de agosto, el Gateshead, el viento, probablemente le impidió superar los 2:12.18 de Coe en los 1000 m. Se quedó en 2:12.88, con pases de 51.8, 1:14.84 y 1:44.94.
Aún le quedaba una gran victoria en ese mágico 1985. El 21 de agosto, en la reunión de Zúrich derrotaba al Joaquim Cruz, con una excelente marca personal de 1:42.88.
Esta victoria en 800 m probablemente convencieron a Cram, que no se consideraba a sí mismo un buen corredor en esta distancia, para hacer compatibles ambas distancias en las grandes competiciones a partir de 1986.
Tras tres temporadas disputándose el título de mejor mediofondista del mundo, incluso de la Historia, en 1982 los cuerpos de Steve Ovett (1955) y Sebastian Coe(1956) dijeron basta. Ambos se evitaban en las reuniones atlética y mantenían una dura pugna con el cronómetro como intermediario. Las presiones de los aficionados, la prensa y los patrocinadores habían, no obstante, obrado el milagro y para 1982 se habían programado tres enfrentamientos directos entre ambos. Nunca tuvieron lugar. Los problemas físicos de ambos los impidieron. Su vacío, sin embargo, resultó muy bien cubierto por su compatriota Steve Cram (1960), a quien la prensa ese año denominó El tercer hombre, involuntario homenaje a Graham Greene (1904-1991) y su novela. En poco tiempo, el tercer hombre acabaría poniéndose a la altura de los otros dos, con tres oros en los Juegos de la Commonwealth, dos oros europeos, un oro mundial, una plata olímpica y tres plusmarcas mundiales.
Stephen Cram nació el 14 de octubre de 1960 en Jarrow, una ciudad de 40 000 habitantes situada en el norte de Inglaterra, en la orilla sur del río Tyne, al lado de Gateshead al oeste y separada por el río de Newcastle. Comenzó a practicar atletismo a los once años, bajo la dirección de Jimmy Hedley, que sería su entrenador de siempre. En 1976, a la edad de quince años, corría los 800 m en 1:59.7, los 1500 en 4:07.2 y los 3000 m en 8:52.8. Su primer gran salto de calidad tuvo lugar al año siguiente, cuando registró 3:47.7 en los 1500 m, además de 8:17.3 en los 3000 m. En 1978 consiguió por primera vez correr una milla en menos de 4 minutos, 3:57.42. También tuvo un gran progreso cronométrico en 1500 m, 3:40.09, y en 3000 m, 8:05.83. Su tiempo de la milla le valió su selección para los Juegos de la Commonwealth, donde no pudo pasar de la primera ronda. Esa temporada de 1978, Cram se encontró al que sería su gran rival esos primeros años, el escocés Graham Williamson (1960), que consiguió acreditar ese año 3:37.68 en 1500 m y 3:55.82 en la milla. Se trataba sin duda alguna de dos excepcionales atletas sub20, a los que el tiempo trataría de diferente manera.
El duelo con Williamson continuó en 1979. Ese año el escocés mejoró hasta 3:53.17 en la milla, 3:36.6, paso por los 1500 m, en ambos casos plusmarcas europeas sub20. Consiguió derrotar a Cram en el campeonato británico junior (sub20) en los 1500 m. El de Jarrow había ganado previamente la prueba de los 3000 m, por lo que decidió competir en esta distancia en el Europeo de la categoría. Cram se impuso con 8:05.18, haciendo en 3:55 la segunda mitad de la prueba. Es temporada mejoró en la milla hasta 3:57.03. Apenas compitió en 1500 m.
Williamson había sido superior a Cram en 1978 y 1979. En 1980 tendrían lugar los Juegos de Moscú. De las tres plazas para el 1500 del equipo británico, dos eran para Ovett y Coe. La que quedaba se la disputarían los dos jóvenes nacidos en 1960. El campeonato británico de 1500 m era la carrera elegida para tomar la decisión. Sin embargo no resolvió nada. Williamson fue segundo, con 3:42.42, a 0.96 del ganador David Moorcroft (1952). Cram llegó el último, tras una caída a falta de 350 m cuando iba cuarto. Poco después, en Londres, Cram hacía marca personal de 3:35.52, a 0.29 del vencedor Steve Ovett. Acabó ganando la plaza de Moscú el 1 de julio en la milla de Oslo, en la que Ovett hizo 3:48.8, plusmarca mundial. Cram fue segundo con 3:53.8 y Williamson tercero con 3:56.4. En los Juegos Olímpicos, Cram consiguió entrar en la final, donde fue octavo, mientras Coe se redimía de su derrota en los 800 m y Ovett, algo desmotivado, era tercero. En las reuniones posolímpicas, Cram mejoraba hasta 3:34.74. Un notable bagaje para un atleta que no había cumplido los veinte.
En 1981, Cram consiguió por primera ver bajar de 3:50.00 en la milla. Fue en Zúrich, el 19 de agosto. Sus 3:49.95 y su tercer puesto pasaron completamente desapercibidos, pues Seb Coe había ganado con nueva plusmarca mundial de 3:48.53. El mundo atlético entonces solo tenía ojos para Ovett y para Coe, pero las cosas cambiarían en tan solo un año. La temporada de 1982 fue nefasta para ambos, plagada de problemas físicos. Era la gran oportunidad para Cram y no la desaprovechó. El 17 de julio se sorprendía a sí mismo al correr los 800 m en 1:44.45, mejor marca mundial del año. Nunca se había considerado un corredor de 800. Sin embargo se equivocaba. El 18 de agosto hacía mejor marca europea del año, esta vez en 1500 m, 3:33.66. Con esas credenciales se presentó como el favorito para el 1500 del Europeo al aire libre, donde también se había inscrito Coe, que finalmente no competiría. La final resultó muy accidentada, con la caída de Williamson a falta de 600 m. Cram, que no se había visto afectado, dio un fuerte cambio de ritmo. Llegó a tener una ventaja de 20 m, que fue perdiendo. En la última recta parecía que el español José Manuel Abascal (1958), frenado por la caída, podría darle alcance, pero el británico supo mantener la posición, mientras Abascal se quedaba sin fuerzas y perdía la plata a manos del entonces soviético Nikolai Kirov (1957).
Menos de un mes después, Cram repetía oro en el 1500 de los Juegos de la Commonwealth, por delante del neozelandés John Walker (1952), el keniano Mike Boit (1949) y Williamson.
En ausencia de Ovett y Coe, Cram había pasado de ser el tercer hombre al primero con sus oros en el Europeo y en los Juegos de la Commonwealth. En 1983 esperaba encontrarse con sus compatriotas en la final del 1500 del primer campeonato del Mundo al aire libre, que tendría lugar en Helsinki. Ovett llegó al Mundial aparentemente recuperado, con una mejor marca de 3:33.81. Coe, sin embargo, tras una serie de derrotas inesperadas, dio por finalizada la temporada. El problema que le había trastocado la temporada anterior se había identificado como una enfermedad vírica llamada mononucleosis infecciosa En 1983 había reaparecido. Ello hacía muy improbable el diagnóstico inicial. Finalmente se confirmó que tenía una enfermedad parasitaria llamada toxoplasmosis, de pronóstico más incierto. Parecía que su carrera atlética tocaba a su fin. Entretanto Cram había tenido muchos problemas físicos que le hicieron perder importantes sesiones de entrenamiento y hacían peligrar su participación en Helsinki. Consiguió, no obstante, recuperarse a tiempo. Unos registros de 3:35.68 y 1:45.03 le dieron suficiente confianza para el asalto del oro. No lo tendría fácil. La mejor marca del año correspondía al marroquí, entonces poco conocido en el ámbito internacional, Said Aouita(1959), que el 8 de junio había registrado 3:32.54. La final del Mundial resultó desesperadamente lenta, con pases de 1:05.02 y 2:07.76. A falta de 500 m Aouita dio un cambio seco, llevándose con él a Cram, al plusmarquista estadounidense de la milla Steve Scott (1956) y a Abascal, mientras Ovett se quedaba algo rezagado. El marroquí dio paso al 1200 en 3:02.83. Cram se hizo con la cabeza a falta de 200 m, mientras Aouita entraba en la última recta tratando de no perder la segunda posición, que finalmente hubo de ceder a Scott. Ovett consiguió adelantar a Abascal en la última recta pero no pudo alcanzar el podio. Cram, tras su oro europeo, se proclamaba campeón mundial, 3:41.58, por delante de Scott y Aouita, con Ovett cuarto.
En las reuniones tras el Mundial, Cram se mostró muy fuerte, con 3:31.66 en 1500, a 0.3 de la plusmarca mundial y 1:43.61 en 800 m, nuevamente mejor marca mundial del año. Terminó la temporada derrotando a Ovett, que unos días antes había vuelto a superar la plusmarca mundial de 1500 m, 3:30.77, en una milla en Londres, 3:52.56 por 3:52.71.
Ese año de 1983, Cram fue capaz de vencer en todas las carreras en pista que disputó, menos un 800 en el mes de julio en Londres. Con Ovett en forma, también había sido el mejor. Quedaba saber qué sucedería estando también Coe en condiciones, si bien el futuro atlético de este no estaba nada claro. Habría que esperar a los Juegos Olímpicos de 1984 para obtener la respuesta.