Ron Clarke, un corredor de fondo superlativo

Aunque cada uno tiene sus preferencias, es muy probable que si preguntásemos por los 5 o 6 mejores corredores de fondo de siempre, en la mayoría de las listas estaría el australiano Ron Clarke (1937 – 2015). La carrera en el atletismo de élite de Clarke se extendió 6 años. Oficialmente superó 17 plusmarcas mundiales, algunas de ellas absolutamente superlativas. No tuvo, sin embargo, el mismo éxito en la alta competición. Por diversas circunstancias no pudo subirse a lo más alto del podio ni en los Juegos Olímpicos ni en los Juegos de la Commonwealth.

Ronald William Clarke nació el 21 de febrero de 1937 en Melbourne en el seno de una familia de deportistas. Su padre Tom (1906 – 1981) había jugado al fútbol australiano en la Victorian Footbal League (VFL), como también lo haría su hermano Jack (1933 – 2001). Aunque Ron también probó este deporte, acabó decidiéndose por el atletismo. Con 18 años corría la milla en 4:19,4. En 12 meses progresó notablemente y en el año olímpico de 1956 se fue a unos excelentes 4:06,8, plusmarca mundial junior (sub20). Estuvo a punto de clasificarse para el 1500 m de los Juegos, que se celebraban en su ciudad, pero finalmente hubo de consolarse, que no está mal, con hacer el último relevo de la antorcha y encender el pebetero durante la inauguración olímpica. En la milla del campeonato nacional australiano de ese año, el entonces plusmarquista mundial de la distancia, John Landy (1930), se paró a ayudar al joven Ron, que se había caído. Esto no impidió a Landy ganar la carrera de todos modos.

Pese a estos primeros éxitos, Clarke decidió no continuar entrenando. Abandonó el atletismo durante 4 años, hasta 1960. Durante ese tiempo estudió contabilidad en la Universidad, se casó, tuvo dos hijos y comenzó a trabajar como contable. Retomó el atletismo cuando su trabajo le permitió tener tiempo para entrenar. Era el año 1961, en el que corrió un maratón en 2h53:09. En pista consiguió 14:23,2 y 30:36,0 en 5 y 10 Km en pista. Unos meses después marcó 13:42,0 en las 3 millas (4828 m). Al año siguiente, 1962, se ganó la clasificación para los Juegos del Imperio Británico (hoy Juegos de la Commonwealth), que se celebraban en Perth a finales de noviembre, tanto en las 3 como en las 6 millas (las distancias métricas no se disputarían hasta 1970). No se veía con posibilidades de subirse al podio. Abandonó en la distancia más larga, pero en las 3 millas fue plata con mejor marca personal de 13:35,92, a 1,77 del neozelandés Murray Halberg (1933), campeón olímpico de 5000 m en 1960. Ese mismo año, Clarke había mejorado sus marcas en la milla, 4:03,4 y de las 2 millas a 8:44,4.

En 1963 saltó definitivamente a la élite mundial. Comenzó ganando el campeonato australiano de campo a través. Poco después mejoró en maratón hasta 2h24:38. En diciembre de ese año superó la plusmarca nacional de 5000 m con 13:51,6 en Melbourne. Tres días más tarde, sin moverse de ciudad, salió en un 10 000 dispuesto a realizar la plusmarca mundial de la 6 millas (9656 m), que poseía con 27:43,8 el húngaro Sándor Iharos (1930 – 1996). El tope mundial de 10 000 m del ruso, entonces soviético, Piotr Bolotnikov (1930 – 2013), 28:18,2, no lo consideraba posible, pues su mejor marca era 29:10,4. Clarke pasó muy rápidas las primeras 3 millas, 13:32. Aunque aflojó el paso pudo conseguir su objetivo, al registrar 27:17,8 en las 6 millas y, pese a pararse al terminar esta distancia, superó también a Bolotnikov con 28:15,5 (28:15,6).

En menos de un año se celebrarían los Juegos Olímpicos en Tokio y Clarke se había convertido en uno de los favoritos para el oro en la prueba más larga en pista. Sin embargo, aunque era el plusmarquista mundial, su experiencia competitiva fuera de Australia era casi nula. Los Juegos tendrían lugar en octubre de 1964. Ese año Clarke compitió en Estados Unidos en sala y en Europa al aire libre. El 23 de junio, en Zúrich, mejoró hasta 13:39,0 su plusmarca personal en 5000 m. La plusmarca mundial estaba en posesión del ucraniano, entonces soviético, Vladimir Kuts (1927 – 1975) con 13:35,0. Con 27 años el australiano disputaba sus primeros Juegos Olímpicos y lo haría en las tres distancias de fondo 5000, 10 000 m y maratón.

El resultado no fue, sin embargo, todo lo bueno que se esperaba. La final directa de 10 000 m, con 38 corredores, tuvo lugar el 14 de octubre. El gran favorito era Clarke. También se consideraba con posibilidades a Bolotnikov y Halberg. Imponiendo un ritmo rápido (se pasó la mitad de la prueba en 14:04,6), Clarke fue descolgando a todos los favoritos y se encontró en la última vuelta acompañado de dos corredores que, a priori, no parecían tener opciones, el tunecino Mohamed Gammoudi (1938) y el marino estadounidense de origen sioux Billy Mills (1938). En una complicadísima última vuelta, con muchos corredores doblados y en la que el australiano y el tunecino rozaron la descalificación, saltó, finalmente, la sorpresa con la victoria Mills en unos excelentes 28:24,4. Gammoudi se hizo con la plata, con una nueva plusmarca africana de 28:24,8. Clarke fue tercero, 28:25,8.

La carrera de Clarke no había sido mala en absoluto. Corrió solamente 10 segundos más lento de su plusmarca mundial, pero se vio sorprendido por dos corredores que previamente no habían bajado de 29:00,0 y que en Tokio dieron lo mejor de sí. Las cosas le fueron peor en los 5000 m. El 16 de octubre se impuso fácilmente en su serie de 5000 m con 13:48,4. Dos días después lideró la final hasta que se quedó sin fuerzas a falta de 500 m y acabó ocupando el 9º puesto. El 21 de octubre salió en el maratón, donde repitió el 9º puesto, con mejor marca personal de 2h20:26,8.

Tras los Juegos Olímpicos, Clarke marcó un hito en el atletismo al superar 11 plusmarcas mundiales (más una no homologada), en 17 carreras durante 11 meses. El 3 de diciembre de 1964 corrió las 3 millas en 13:07,5. El 16 de enero de 1965 mejoró el tope universal de Kuts en 5000 m con 13:34,7 (13:34,8). El 1 de febrero se fue hasta 13:33,6. El 3 de marzo realizó 47:12,7 (47:12,8) en las 10 millas. El 4 de junio restó 9 segundos a su marca de 5000 m, 13:25,7 (13:25,8), con 13:00,4 al paso de las 3 millas. El 16 de junio realizó 28:14,0 en 10 000 m, registro que no se homologó como plusmarca mundial por problemas burocráticos. El 10 de julio superó la barrera de los 13:00,0 en las 3 millas, con 12:52,4.

Cuatro días después, el 14 de julio, tuvo lugar una de los grandes logros del atletismo de siempre. En Oslo en una pista de ceniza y con solo dos corredores más, el australiano se convirtió en el primer atleta en correr los 10 Km por debajo de 28:00,0 y lo hizo por más de 20 segundos y en solitario. Sus pases fueron 2:41,5, 5:25,0, 8:11,0, 13:45,0 y 2:40,4 el último kilómetro para terminar en unos estratosféricos 27:39,89 (homologados en 27:39,4). Su tiempo de 26:47,0 por las 6 millas también superaba su anterior plusmarca mundial. Su pase por la mitad de la carrera mejoraba la plusmarca del estadio de 5000 m. El 18º atleta de ese año acreditó ese registro. Cuando se le dijo que con ese tiempo habría doblado al gran Emil Zátopek (1922 – 2000), contestó, inteligentemente, que algún día alguien también lo doblaría a él, como finalmente sucedió.

Aún tuvo tiempo para dos nuevas plusmarcas mundiales, cuando el 27 de octubre hizo los 20 000 m en pista en 59:22,7 (59:22,8) y continuó hasta la hora recorriendo 20 232 m. Durante esos 11 meses mágicos, Clarke tomó parte en otras 5 carreras. Resultó derrotado en tres ocasiones, ante el francés Michel Jazy (1936) en las 2 millas, ante Jazy y el keniano Kip Keino (1940) en un 5000 y ante Keino en otro 5000, muy rápido (13:26,5), y victorioso en un 5000 contra Keino (13:26,3) y en un 3000 de 7:54,6.

Tras su extraordinaria temporada del año anterior, el objetivo del australiano eran los Juegos del Imperio Británico, que tendrían lugar en Kingston en agosto. Poco antes, el 5 de julio en Estocolmo, Clarke recuperaba la plusmarca mundial de 5000 m, que Keino le había arrebatado el 30 de noviembre anterior con 13:24,2. Clarke registró unos sorprendentes 13:16,6, con parciales de 2:40,4, 5:16,6 (2:36,2), 7:57,4 (2:40:8), 10:19,0 (2:41,6) y 2:37,6 en el último kilómetro. El pase por las tres millas fue de 12:50,4, también plusmarca mundial. El 12 de julio volvía a correr por debajo de 28′ en 10 000, 27:54,0. Era el favorito para hacerse con los oros en 5000 y 10 000 en los Juegos del Imperio. Sin embargo se encontró con dos kenianos que se lo impidieron. Perdió claramente las 6 millas ante Naftali Temu (1945 – 2003) por más de 15 segundos y las 3 millas con Keino por 1,8 s en la última vuelta. Su actuación en Kingston le hizo centrarse en la mejoría de la velocidad al año siguiente, en que evitó los 10 000 m, mejoró con 8:19,8 la plusmarca mundial de las 2 millas y lideró los 5000 m con 13:18,8.

Clarke estaba decidido a dar lo mejor de sí en los Juegos de México de 1968, si bien estaba muy preocupado por los 2240 m de altitud de la capital mexicana. Esa temporada se pasó 5 meses entrenando en altitud en Francia y Estados Unidos. Los resultados parecían satisfactorios. En Londres realizó tres carreras de gran calidad. El 24 de agosto mejoraba su plusmarca mundial de las dos millas con 8:19,4, el 29 de agosto corría los 10 000 m en 27:49,4, el segundo mejor registro de siempre, y el 3 de septiembre marcaba 13:27,8 en los 5000 m. En México, sin embargo, como le sucedió a la mayoría de los corredores no africanos, la altitud pudo con él. Se mantuvo en cabeza de los 10 000 m, hasta las últimas dos vueltas. Fue 6º a 17,4 del ganador Naftali Temu. Perdió el conocimiento al llegar a la meta y necesitó asistencia médica. Se recuperó para los 5000 m, prueba en la que ocupó la 5ª posición. Con 31 años, su oportunidad para ser campeón olímpico se había esfumado.

Decidió continuar hasta los Juegos de la Commowealth de 1970, que tuvieron lugar en Edimburgo. Ya fuera de su mejor momento fue 5º en 5000 y plata en 10 000 m, detrás del escocés Lachie Stewart (1943). Se retiró ese mismo año. Tras dejar el atletismo se dedicó, con éxito, a los negocios. En 1972 se le descubrió un problema valvular cardíaco que acabó en el quirófano 11 años después. Vivió durante 14 años en Europa, hasta que en 1995 se estableció definitivamente en Gold Coast, la segunda ciudad (640 000 habitantes) del estado de Queensland, de la que fue alcalde de 2004 a 2012. También se dedicó a escribir libros sobre temas deportivos. Murió el 17 de junio de 2015 de un fallo renal. Ese día el Parlamento de Australia le rindió un merecido tributo.

Ron Clarke fue uno de los corredores de fondo más grandes de la historia. Mejoró en más de 18 segundos la plusmarca mundial de 5000 m y en casi 40 la de 10 000 m. Su registro cronométrico no se corresponde, sin embargo, con su rendimiento en la alta competición. Hay varios factores que incidieron en su contra. Abandonó el atletismo de los 20 a los 23 años, una etapa muy importante en la maduración del atleta. Por otro lado su entrenamiento era autodidacta. El papel de un buen entrenador siempre es clave en la mejora del atleta. Su andadura en la alta competición había comenzado muy bien, con la inesperada plata en las 3 millas en los Juegos del Imperio de 1962. A Tokio probablemente acudió falto de experiencia internacional. Sus problemas de aceleración final tampoco ayudaron. En los Juegos del Imperio de 1966 sorprendió su derrota ante Temu, pero Keino ya le había ganado más de una vez. Finalmente, no es posible juzgar su actuación en México, pues definitivamente la altitud lo condicionó. Aunque tampoco lo habría tenido fácil ante Keino, Temu, Gammoudi y el etíope Mamo Wolde (1932 – 2002). La única medalla de oro de Clarke fue la que le regaló Zátopek. En el verano de 1966, Clarke aprovechó la gira europea para visitar al atleta checo, que fue un estupendo anfitrión. Tras dos días de visita, Zatu acompañó a Clarke al aeropuerto, antes de irse le dio un paquete y le dijo Cuida de esto. Te lo mereces. Ya en el avión, Clarke abrió lo que contenía la medalla de oro del 10 000 de los Juegos de Helsinki 1952, con el nombre del australiano inscrito.

Las 17 plusmarcas mundiales de Ron Clarke

6 millas 27:17,8 Melbourne 18 12 1963
10 000 m 28:15,5 Melbourne 18 12 1963
3 millas 13:07,5 Melbourne 03 12 1964
5000 m 13:34,7 Hobart 16 01 1965
5000 m 13:33,6 Auckland 01 02 1965
10 millas 47:12,7 Mentone (Victoria) 03 03 1965
3 millas 13:00,4 Los Ángeles 04 06 1965
5000 m 13:25,7 Los Ángeles 04 06 1965
10 000 m 28:14,0 Turku 16 06 1965 (no homologada)
3 millas 12:52,4 Londres 10 07 1965
6 millas 26:47,0 Oslo 14 07 1965
10 000 m 27:39,4 Oslo 14 07 1965
20 000 m 59:22,7 Geelong (Victoria) 27 10 1965
1 hora 20 232 m Geelong (Victoria) 27 10 1965
3 millas 12:50,4 Estocolmo 05 07 1966
5000 m 13:16,6 Estocolmo 05 07 1966
2 millas 8:19,8 Västeras 27 06 1967
2 millas 8:19,6 Londres 24 08 1968

Esta es la entrada número 100 de este blog, que comencé en julio de 2016. Van más de 33 700 visitas. Os agradezco a todos los que me leéis el interés. Espero llegar a 200.

¿Realmente valió alguna vez Sebastian Coe 3:28?

En la última entrada de su blog (lástima que no escriba más) Dosis de atletismo, el gerente de la SD Correcaminos y un gran experto en historia del atletismo, Juan Manuel Botella, escribe sobre la cena oficial de la organización que tuvo lugar el día anterior al Campeonato del Mundo de medio maratón de Valencia. En esta cena, Juan compartió mesa y mantel con Sebastian Coe (1956), dos veces campeón olímpico de 1500 m y actual presidente de la IAAF. Aunque el lord británico no estaba muy por la labor de hablar de su pasado atlético, Juan finalmente consiguió que rememorase sus años mágicos de atletismo, especialmente el año 1981. Dijo Coe que aquel año podría haber hecho 3:28, si la liebre no hubiese ido tan rápido.

Se refería Coe al único 1500 que corrió esa temporada, en la que se centró en los 800 m y en la milla. Esta solitaria incursión en el kilómetro y medio tuvo lugar el 7 de julio. El británico había conseguido el mes anterior una estratosférica plusmarca de 800 m, 1:41,73. El objetivo en Estocolmo eran los 3:31,36 que Steve Ovett (1955) tenía como plusmarca mundial, desde al año anterior. Para ello los organizadores contrataron comoe liebre a James Robinson (1954), ochocentista acreditado entonces en 1:44,70 y 5 veces campeón de Estados Unidos. Parecía el perfecto marcapasos, pero desde el inicio impuso un ritmo exageradamente rápido El estadounidense cruzó en 51,5 los primeros 400 m y 1:47,4 las dos vueltas, momento en que abandonó. Coe, pese a seguirlo a cierta distancia, hizo 52,43 y 1:49,18. Ya en solitario marcó 2:18,81 en el kilómetro y 2:48,32 en el 1200. Le bastaba 43,03 en los últimos 300 m, pero, desfondado, realizó 43,63. Falló en su objetivo, pese a hacer marca personal de 3:31,95.

Coe estaba en estado de gracia.  Cuatro días después en Oslo corría el kilómetro en otra sobresaliente plusmarca mundial de 2:12,18. La última parte de la temporada la dedicó a competir, a distancia, con Steve Ovett por la plusmarca mundial de la milla. El primer tope universal de Coe en esta distancia fue de 3:48,95 (homologada 3:49,0) en 1979. Al año siguiente, la IAAF consideró con los 3:48,8 de Ovett eran superiores al tiempo de Coe. El 19 de agosto, en Zúrich, Coe con 3:48,53 recuperaba la plusmarca mundial de la milla. Una semana después en Coblenza, Ovett se iba a 3:48,40. Tan solo dos días más tarde en Bruselas, Coe zanjaba la lucha con 3:47,33. El 4 de septiembre cerraba la temporada con victoria en los 800 m de la Copa del Mundo de Roma, justo delante de James Robinson.

La temporada de 1981 fue perfecta para Coe. De un total de 39 carreras disputadas, incluyendo 5 relevos, tan solo sufrió una derrota individual, en una carrera de 200 m de ámbito regional. Estuvo en plena forma 3 meses, junio, julio y agosto. Probablemente con un ritmo más razonable en el 1500 de Estocolmo habría superado la plusmarca mundial de 3:31,36 y, tal vez, habría roto la barrera de los 3:31,00 o, incluso, acercado a 3:30,00, pero, ¿realmente valía 3:28? En un entorno hipercompetitivo y, sin duda, muy motivante por la rivalidad con Ovett, Coe realizó una entonces excepcional marca de 3:47,33, 1,07 menos que la reciente plusmarca de Ovett. Según las tablas de la IAAF, equivale a 3:30,64. En 1985, Steve Cram (1960) y Said Aouita (1959) mejoraron la marca de Coe con 3:46,32 y 3:46,92. Esa misma temporada sus marcas de 1500 m fueron respectivamente 3:29,67 y 3:29,46, en el caso del británico, prácticamente clavando las equivalencias de la IAAF (3:46,28 equivale a 3:29,66). Tendrían que pasar 7 años para que un atleta corriese en 3:28. Lo hizo el argelino Nourredine Morceli (1970) el 6 de septiembre de 1992, al marcar en Rieti 3:28,86, tiempo equivalente a 3:45,45 en la milla. El argelino realizó al año siguiente 3:44,39 en la distancia británica. No parece que Coe estuviese en condiciones de correr tan rápido en 1981.

Según sigue contando Juan Botella, otro argumento que da el actual presidente de la IAAF a favor de esos hipotéticos 3:28 es que consiguió su mejor marca personal de 1500 m, 3:29,77, en 1986, cuando ya no era su mejor versión. Sin embargo, que suceda esto no es infrecuente. En ocasiones, atletas de calidad excepcional son capaces de hacer una gran carrera, aunque ya no sean regulares en la competición. El propio Ovett hizo su mejor 1500, 3:30,77, en un año relativamente discreto, en el que no fue capaz siquiera de subirse al podio en el Mundial de 1983. También Steve Cram corrió en 1987 en 3:31,43 y en 3:30,95 en 1988, en el segundo caso mejor marca de ese año, y se quedó fuera de los puestos de honor en el Mundial de Roma y en los Juegos de Seúl.

Quizá el paso del tiempo y los tiempos posteriores de los 1500 m llevaron a Coe a sobrevalorar su propia capacidad en 1981, año en el que pensar en correr en 3:28 semejaba la velocidad de la luz.

Jordi Llopart, primer medallista español en un Europeo al aire libre

Tras los últimos campeonatos de Europa al aire libre, celebrados en Berlín este verano, España ha conseguido en esta competición un total de 88 medallas, 27 de oro, 24 de plata y 37 de bronce, 69 en la categoría masculina y 19 en la femenina. Los Europeos al aire libre se iniciaron en 1934. España no tomó parte hasta 1950, con un solo contendiente, el lanzador de disco, y posteriormente uno de los pioneros del entrenamiento en España, el madrileño José Luis Torres (1925). En las siguientes ediciones, el número de atletas españoles fue creciendo. Hubo 5 atletas en 1954, 7 en 1958, 5 en 1962, 7 en 1966, 6 en 1969, 16 en 1971, con participación femenina por primera vez, de 3 atletas, y 17 en 1974 con una mujer. Los mejores resultados hasta entonces habían corrido a cargo del vigués Carlos Pérez (1930), 4º en maratón en 1966, su paisano Javier Álvarez Salgado (1943), 5º en 5000 m en 1971, el palentino Mariano Haro (1940), 5º en 10 000 en 1971 y 8º en 1974, el bilbaíno Ignacio Sola (1944), 5º en pértiga en 1966, el equipo de relevos 4×100, 6º en 1974, el zaragozano Alberto Esteban (1943), 7º en 800 m en 1966, la vallesana Carmen Valero (1955), 7ª en 1500 m en 1974, el albaceteño Antonio Amorós (1927 – 2004), primer finalista español 8º en 10 000 m en 1958 y el manchego Agustín Fernández (1938), 8º en maratón en 1971. Es decir, España había conseguido un total de 11 finalistas y ninguna medalla en 9 ediciones.

Hubo que esperar hasta 1978 para estrenarse en el medallero. Ese año el Europeo se celebraba en Praga. Resultó un campeonato de un gran nivel. Dos de las plusmarcas actuales de los Campeonatos, la de 800 y la de 10 000 m masculinos se consiguieron allí. España acudió a la entonces capital de Checoslovaquia con 17 atletas, 3 mujeres, entre los que había algunos jóvenes como José Manuel Abascal (1958), Domingo Ramón (1958), Javier Moracho (1957) o José Alonso (1957), que habían conseguido destacados resultados en categoría junior (sub20) para los que era su primer campeonato absoluto. Salvo Alonso, que ocupó una brillante 7ª posición en los 400 m v, con 50,19, plusmarca española, los otros tres jóvenes atletas rindieron por debajo de sus posibilidades, aunque los éxitos no tardarían el llegar para ellos. Además de la actuación de Alonso, hubo otro puesto de finalista, en los 20 Km marcha en los que el catalán José Marín (1950), que tantas alegrías ha dado al atletismo español, fue 5º. El día 2 de septiembre, un día antes de que se clausurasen los campeonatos, se celebraba la final de los 50 Km marcha, con 32 participantes y 3 españoles, el citado José Marín y otros dos catalanes, Agustín Jorba (1947) y el campeón de España Jordi Llopart (1952). Mientras los dos primeros no pudieron terminar, Llopart realizó una carrera plena de inteligencia, siempre en el paquete delantero, hasta que a falta de 10 Km dio un fuerte tirón que lo dejó en solitario en cabeza. Entró en el estadio con más de un minuto y medio de ventaja y terminó la prueba en 3h53:30, plusmarca personal y de los campeonatos. Era la primera medalla, y de oro, para España en unos campeonatos de Europa al aire libre.

Jordi Llopart Ribas (El Prat de Llobregat, 5 de mayo de 1952) había comenzado a practicar atletismo en 1964, en campo a través. Participó en pruebas de medio fondo, fondo, obstáculos, incluso en lanzamientos, hasta que en una liga faltaba un marchador y probó la marcha. Aunque el resultado no fue muy bueno, se decidió por esta modalidad, entrenado por su padre, Moisés Llopart (1919-2002). El de Praga fue su primer gran campeonato, al que acudió con una mejor marca de 4h01:37. En 1979 realizó en Reus la que sería su mejor marca de siempre, 3h44:33. En los Juegos Olímpicos de 1980 volvió a ser pionero para el atletismo español, al conseguir la primera medalla olímpica. Fue plata en los 50 Km marcha, con 3h51:25, tras el alemán Harwig Gauder (1954), oro con 3h49:25. Aunque la de Moscú sería su última medalla en un gran campeonato, Llopart siguió rayando a gran altura hasta su retirada en 1992, a los 40 años. Fue 6º en el Europeo de 1982, 7º en los Juegos Olímpicos de 1984, 9º en el Europeo de 1986, 13º en los Juegos Olímpicos de 1988 y 17º en el Mundial de 1991. En 1992 aún fue capaz de registrar 3h49:31. Ese año formó parte del equipo técnico del campeón olímpico de 20 Km marcha Daniel Plaza (1966).

Llopart fue tanto el primer medallista en un Europeo al aire libre como en unos Juegos Olímpicos. El atleta catalán también inauguró la presencia de la marcha española en los grandes campeonatos, que continúa, con 18 medallas en campeonatos de Europa, 17 en Mundiales y 5 en Juegos Olímpicos. En la actualidad ganar medallas en los grandes campeonatos es lo habitual, pero hubo una época en la que el premio era ir a los campeonatos y se finalista el premio gordo. Se tardó 28 años en conseguirlo en el caso de los Europeos y 60 años en el caso de los Juegos. A pesar de que sigue habiendo mucho que mejorar, no hay que olvidar que, afortunadamente, vivimos en una época de abundancia. Hace poco más de 40 años, España había ganado 0 medallas en grandes campeonatos.