La última final olímpica de 5000 metros con mayoría europea

El dominio de los atletas nacidos en África en las pruebas de fondo es algo relativamente reciente. Hicieron su presentación en sociedad en los Juegos de México 1968, con los oros de 1500 m, 5000 m, 10 000 m, maratón y 3000 m obstáculos. Entonces, aparte de la indudable calidad de los Keino, Gammoudi, Temu, Wolde y Biwott, la altitud constituyó una ventaja para ellos y una desventaja para los europeos y estadounidenses. El dominio en México no tuvo continuidad cuatro años después, en los Juegos de Múnich. En realidad, esta superioridad no se consolidó hasta los años 90, con la interminable cantera keniana y marroquí, junto con la aparición del etíope Haile Gebrselassie (1973). Ello coincidió con el hundimiento del fondo europeo, gran animador hasta entonces del fondo mundial. La última final de 5000 m donde hubo mayoría europea fue la de los Juegos de Seúl de 1988.

Los 5000 m en los Juegos de Seúl tuvieron lugar entre el 28 de septiembre y el 1 de octubre. No había sido ese un gran año para esta prueba. El campeón olímpico, mundial y plusmarquista mundial, 12:58.39, el marroquí Said Aouita (1959) había decidido volver a sus orígenes de mediofondista e intentar un difícil doblete en 800 y 1500 m. Finalmente, mermado por problemas físicos, fue bronce en las dos vueltas y no salió en su semifinal del kilómetro y medio. La mejor marca de la temporada estaba en poder del portugués José Regalo (1963), 13:15.62. Trece atletas habían bajado de 13:20.00. Se programaron tres rondas, en las dos primeras llamó la atención la enorme igualdad entre los competidores. La primera ronda contó con tres series. Se clasificaban para la final los siete primeros y nueve tiempos. Recientemente la World Athletics ha decidido eliminar la clasificación por tiempos en pruebas de más de 800 m, pues es dar una gran ventaja a los atletas de la última serie. Así sucedió en esta ronda, donde siete tiempos de repesca lo fueron en la última serie. En la primera, hubo una diferencia de 0.22 entre el primero y el octavo, en la segunda fue de 0.72 y 0,58 en la tercera, con diez atletas en 0.73. Hubo algunos ilustres eliminados, como el suizo Pierre Délèze (1958), cuarto en el Mundial del año anterior, 13:32.64 en 1988, el mexicano Arturo Barrios (1963), quinto la final de 10 000 de esos Juegos, 13:17.82, séptima mejor marca del año, y el irlandés, campeón del mundo de 3000 m en pista cubierta, Frank O’Mara (1960), 13:26.65.

La igualdad continuó en las semifinales. Pasaban a la final los seis primeros y tres tiempos. En la primera serie se impuso en portugués Domingos Castro (1963) con 13:22.44. Castro era uno de los favoritos por su condición de subcampeón mundial el año anterior. Esa temporada había acreditado 13:18.69. La diferencia entre su tiempo y el del último clasificado en la serie, el británico Jack Buckner (1961), que entró por tiempos, en el puesto séptimo, fue de 0.73. Buckner había sido brillante campeón de Europa de la distancia en 1986, con 13:10.15, vigente plusmarca de los campeonatos. El año anterior se había hecho con el bronce en el Mundial. En 1988 no parecía en tan buena forma. Los 13:23.17 de esta semifinal eran su mejor tiempo del año. Los otros clasificados fueron el plusmarquista estadounidense Sydney Maree (1956), el alemán Dieter Baumann (1965), el francés Pascal Thiébaut (1959), el keniano Yobes Ondieki (1961) y el alemán del Este Hanjorg Künze (1959), sexto en la final de 10 000 m. El campeón de Europa de 10 000 y subcampeón de 5000 m, el italiano Stefano Mei (1963) se hizo con la victoria en la segunda semifinal, 13:24.20. En esta serie se clasificaron los ocho primeros, también con un resultado apretadísimo, pues el octavo, el sueco Jonny Danielsson (1964), último clasificado por tiempos, realizó 13:25.23, 1.03 más. Entre ambos atletas llegaron a la meta el keniano John Ngugi (1962), tres veces campeón del mundo de campo a través, José Regalo, que corrió sin una zapatilla, el británico Gary Staines (1963), el irlandés John Doherty (1961), el búlgaro Evgeni Ignatov (1959) y el francés Paul Arpin (1960). El italiano Salvatore Antibo (1962), subcampeón olímpico de 10 000 m y tercer mejor marquista mundial del año, 13:16.1, se quedó fuera de la final por 0.39, al ser séptimo en la primera semifinal. El último de esta serie fue el irlandés, campeón del mundo en 1983, Eamonn Coghlan (1952), 13:32.28 ese año. Otro atleta que contaba para la final y resultó eliminado era el belga Vincent Rousseau (1962), quinto en el Mundial en año anterior, 13:19.16 en 1988.

En la final del 1 de octubre había doce europeos, dos kenianos y un estadounidense. No ha vuelto a haber tal número de atletas de Europa en una final de 5000 m desde entonces. No había un favorito claro. Regalo, el más rápido del año, había corrido sin una zapatilla en la semifinal. Su compatriota Castro parecía en buena forma, y era subcampeón del mundo. Buckner había entrado por tiempos, pero era un atleta que acababa rápido. Sydney Maree tenía la mejor marca personal de los participantes, 13:01.15 (1985) y la segunda del año, 13:15.85, pero su historial internacional no era muy brillante y, pese a sus 3:29.77 en 1500 m, no tenía gran velocidad terminal. Stefano Mei había vencido en la segunda semifinal con su mejor marca del año, 13:24.20. Aunque nunca volvió a estar como en 1986, era un buen competidor y tenía un buen final. Y también estaba John Ngugi, el keniano que había ganado los tres últimos Mundiales de campo a través corriendo en solitario. En pista sus resultados eran poco llamativos. Su mejor marca personal era 13:17.95, conseguida ese año en Oslo, segundo, detrás de Thiébaut. En una carrera muy táctica el año anterior en el Mundial, solo había podido ser duodécimo, pese a haber ganado su semifinal. Su única opción era una carrera rápida, que probablemente tendría que crear él mismo. Tras unos primeros metros lentos, Ignatov tomó la cabeza y avivó algo el ritmo, que para Ngugi seguía siendo lento, por lo que decidió colocarse delante poco antes del primer kilómetro, que se corrió en 2:42.75. Un segundo kilómetro en 2:32.21 (5:14.96) rompió completamente la final. La ventaja del keniano llegó a ser de casi 50 metros a un grupo de atletas que se mantenía compacto, liderado por Doherty y Castro. Las cosas no cambiaron en el tercer kilómetro, más lento, que Ngugi cruzó en 7:56.14, con su ventaja intacta. En ese momento, Castro decidió avivar el ritmo e ir por el líder. En el cuarto kilómetro, la cabeza de carrera no había cambiado, Ngugi marcaba 10:36.21, unos veinte metros por delante del portugués, que, a su vez, aventajaba en otros treinta metros a un grupo formado por Doherty, Baumann, Buckner, Kunze e Ignatov, con Mei algo rezagado. Al toque de la campana, el oro y la plata parecían seguros. Ngugi pasaba en 12:11.42, con una ventaja de unos cuatro segundos sobre Castro. Baumann y Kunze se habían separado del resto del grupo y estaban a unos cinco segundos del portugués. Pero lo inesperado sucedió. Mientras Ngugi administraba bien su cómoda ventaja y se hacía con el oro en 13:11.70, tras una última vuelta en 1:00.28, Castro veía cómo su diferencia con los alemanes se difuminaba en los últimos 200 m y se perdía definitivamente en la última recta. Baumann ganaba la plata, 13:15.52 y Kunze el bronce, 13:15.73, mientras el portugués, que lloraba desconsoladamente, 13:16.09, se quedaba fuera del podio. Los alemanes hicieron la última vuelta en unos 56 segundos, por 1:00.5 de Castro. La quinta posición fue para Maree, 13:23.69, en lucha con Buckner, 13:23.85. Mei, 13:26.17, pudo finalmente superar a Ignatov, 13:26.41, y a Doherty, 13:27.71. Dannielsson fue décimo, 13:30.44, Thiébaut undécimo, 13:31.99, Ondieki duodécimo 13:52.01, Staines decimotercero 13:55.00 y Apin cerró la clasificación con 14:13.19. Regalo, probablemente afectado por problemas físicos, no terminó la final.

Ngugi, que se convertía en el primer y único keniano en alcanzar el oro olímpico en 5000 m, ganaría de nuevo el campeonato del mundo de campo a través en 1989 y en 1992. En pista apenas volvió a destacar. Fue subcampeón de los Juegos de la Commonwealth en 1990. Su carrera atlética no tuvo un buen final, pues resultó suspendido en 1993 por no pasar un control de drogas fuera de la competición. La plata de Baumann resultó una sorpresa. Su mejor marca previa era 13:18.43 de ese 1988. Hasta la temporada anterior había estado más centrado en los 1500 m. Había sido subcampeón de Europa en sala de 3000 en 1987. Su exitosa carrera posterior, campeón olímpico en 1992, de Europa en 1994 y cuarto en los Juegos en 1996, se vio empañada en 1999 cuando se descubrieron restos de nandrolona, un esteroide anabolizante, en una de sus muestras. Recibió una sanción de dos años. Kunze tampoco parecía contar para el podio. Ese año acreditaba 13:31.63, aunque su mejor marca era 13:10.40, que en 1981 había sido plusmarca continental. El alemán había sido un atleta muy precoz, plusmarquista europeo sub18, 7:56.4 en 1976. Medallista de bronce en 10 000 m en 1983 y 1987, las lesiones no le habían permitido alcanzar su verdadero potencial. Tras los Juegos, compitió una temporada más, en 1990, solo en la carretera.

Los Juegos de Seúl fueron los últimos en los que Europa dominó la prueba de los 5000 m. Pese a no conseguir el oro, los atletas europeos fueron aplastante mayoría en la final. A partir de entonces, el 5000 europeo ha entrado en una penuria, de la que no se ha recuperado. Desde 1988, la única medalla conseguida por un atleta nacido en Europa fue el oro de Baumann en 1992. El británico Mo Farah (1981), nacido en Somalia, ganó en 2012 y 2016. El número de atletas del Viejo Continente en las finales olímpicas también ha ido menguando, siete en 1992, cuatro en 1996, dos en 2000, uno en 2004, tres en 2008, uno en 2012, uno en 2016 y tres en 2020. ¿Se revertirá la tendencia?

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